Partida Rol por web

El cataclismo ha producido una migración masiva del continente hacia lugares más seguros. El Principado de Icatia, a salvo de los cultistas Crepusculares, es donde ha confluido gran parte del éxodo. Pero el Principado también ha sufrido los efectos del cataclismo y no es un lugar donde establecerse. Se rumorea que todo el continente está devastado y sólo queda una salida: atravesar el Mar de las Brumas.

Son pocas las opciones para fletar un barco que pueda atravesar este Mar con éxito. Bornh es sin duda la más segura.

Tras encontraros en Icatia, habéis decidido tomar vuestro propio camino hacia Bornh. Creéis que juntos tenéis más posibilidades de sobrevivir. No va a ser fácil: los crespusculares podrían estar vigilando los caminos o haber tomado la capital zerbashia o incluso Bornh. A esto se le suma la devastación producida por el cataclismo. Y que, lamentablemente, no habéis podido reabasteceros en Icatia: demasiada gente para tan pocos recursos. Agua sobre todo; lagos y ríos han desaparecido con el cataclismo. Confiáis en vuestro talento para llegar a destino con lo que disponéis.

A medida que el Torreón de Icatia iba quedando atrás, Valeria sintió el vértigo inmenso del desamparo. 

Era el último paladín de Serra. Todos sus camaradas se habían ido para siempre. Tom el escudero había muerto tres días atrás de pura extenuación después de recorrer cien leguas para advertirla de la traición de Sir Damontir. La Abadía de Serra, el cuartel general de la Orden, estaba ahora mismo en el fondo de un río de lava que devoraba todo a su paso. Incluso Damontir el Loco era probable que estuviera muerto. Tenía a su lado a sus compañeros de aventuras pero su mundo tal y como lo conocía se había esfumado. 

Pasaron junto a uno de los famosos viñedos icatianos, otrora próspero pero ahora cubierto de cenizas. Lo comparó sombríamente con su estado de ánimo. 

Una lágrima corrió por su mejilla. 

-De todas las cosas que esperaba ver en mi vida, el fin del mundo no era una de ellas-dijo en tono ausente. Se volvió hacia sus compañeros-¿Creéis que Bohrn se habrá salvado?¿Qué haremos si también está arrasado?

Camino con paso firme dejando atrás la maldita Icatia. Nunca me gustó esa ciudad infestada de burgueses y corrompida por débiles humanos. - Su destino es bien merecido, ¡cojones! - La visión de la desolación me recuerda a Skot-Dûm, a su saladel trono mancillada, a los jardines de lapislázuli regados con sangre... Una mota de ceniza se posa sobre mi nariz y me saca de mis pensamientos. El volcán está lejos, pero una enorme nube de humo gris cubre el cielo donde antes había sol.

- Bornh está condenada, ¡como todo lo demás! - respondo duramente a Valeria. - Poco importa si alguna de sus piedras sigue en pie, todo sucumbirá tarde o temprano... - mis pensaientos vuelven a Skot-Dûm, este cielo me hace pensar en la Gran Fragua, donde los altos techos de granito estaban decorados al detalle y formaban sombras rojizas bajo la luz de las llamas. - Todo está condenado. Todo sucumbirá. - Repito en mi mente varias veces, como un mantra, mientras acaricio el filo de Ast, a quien llevo apoyada en mi hombro. Albergo la esperanza de visitar Skot-Dûm, que nos pillaría de camino si damos un pequeño rodeo, unaúltima vez antes de abandonar el continente.

Jonah conocía bien el camino que separaban ambas ciudades. Lo había recorrido en multitud de ocasiones. El primer tramo hasta los Riscos Sinuosos consistía en una calzada suficientemente ancha como para albergar hasta tres carretas de comediante a la vez, una al lado de otra. Pero al llegar a las faldas de la zona montañosa ésta se estrechaba considerablemente. A pesar de las grandes cantidades de dinero y esfuerzos destinados en la construcción de túneles y puentes, era evidente que no fueron suficientes para evitar las largas retenciones que se ocasionaban constantemente en los escarpados puertos de montaña. Por suerte, Jonah había explorando la zona y conocía lo que él denominaba "maravillosos atajos".

—¡Odio a la gente!— dijo el explorador mirando al horizonte, ensimismado en sus pensamientos. —No me malinterpretéis, no me refiero a vosotros, ya me entendéis— se giró momentáneamente hacia sus compañeros para asegurarse de que realmente lo hubieran entendido. — Tanta aglomeración no trae nada bueno. Debemos llegar a Bornh cuanto antes. ¡Seguidme, conozco un atajo maravilloso!—.

Pensando en las pesadillas que tuve la ultima vez que fui a dormir, Empiezo a creer que los dioses nos abandonaron. hasta que veo a Valeria sufriendo por las cosas que el cataclismo le arrevató.

Miro a Valeria con una mirada penetrante.

-Se lo que es sentirse desamparado. que la fe se haya perdido, ¡pero es en estos momentos en los que mas Fe debemos demostrar! llegaremos a otras tierras, reformaremos nuestras creencias y demostraremos lo que es el Significado de la fe-

Miro a Hakk con una mirada aun mas penetrante.

-La fe es lo que nos mantiene atados a nuestros cuerpos. Si ya perdiste la tuya  no rompas la de otros-

-Veré que puedo hacer con la comida que tenemos. Siempre es mejor prevenir, no llegaremos andando como mercenarios y asesinos. preferiría evitar los peligros...-

Asiento cuando el elfo habla de odiar a la gente. Le miro y le hago un gesto de aprobación. Justo después Bruno habla, y confirma esta idea al hacerlo, "¿cómo puede seguir hablando de fe en esta circunstancias?".

- ¿La fe? ¡¡En serio!! -grito escandalizado- ¡Lo que hace que tu cabeza siga atada a tu cuerpo es que Ast no desea tu sangre! Pero tú sigue así, que ya me lo pedirá, ya... -al finalizar la frase (en la que demuestro no haber entendido nada de lo que ha dicho Bruno) bajo la fuerza de mi voz y miro a Ast de reojo, y vuelvo a acariciar su filo. Pego mi oído al metal decorado con runas y escucho atentamente, como si el hacha me dijese algo. A los poco segundos vuelvo a hablar, como si ya no me acordase de lo que acabo de decir, como si volviese de una larga conversación: - Me gusta caminar entre montañas. -sonrío, y bruscamente cambio de humor:- ¡Puta gente! ¡Apartad! -grito a un grupo que tenemos delante y que bloquea el sinuoso camino yendo más despacio que nosotros.

Viendo el cambio de actitud de Hakk, reflexiono unos segundos y digo:

Se que lo dices por tu arruinada ciudad, comprendo que ya perdiste la fe, comprendo que tu arruinada memoria ya no tolere tantos cataclismos, comprendo como te desquitas con tu hacha, pero piensa antes de seguir actuando de esa manera, los humanos que esta aquí buscan el mismo barco y tienen el mismo derecho de entrar en el.

me quedo atrás del grupo intentando pasar desapercibido. evitando mostrar mi cara a las personas e intentando apaciguar a la multitud enojada que nos hecho encima hakk.

Jonah se conoce cada rincón de estas tierras así que pronto os separáis de la multitud y de los caminos. Pese al esfuerzo de Bruno por administrar los suministros, y los conocimientos de Jonah del terreno, os está costando reponer vuestras cantimploras. No hay apenas agua. Lagos, riachuelos... se los tragó la tierra. Y respirar ceniza empeora la situación. La deshidratación podría empezar a hacer mella en cualquier momento.

En las cuevas al pie de los Riscos Sinuosos será más fácil encontrar agua que no haya desaparecido en el subsuelo, y además en buenas condiciones. También es fácil encontrarse con ankhegs, pero la situación requiere tomar ese riesgo.

Y efectivamente así ha sido. En el interior de una de las cuevas encontráis una charca de agua. Y, al otro lado, hay 3 ankhegs bebiendo.

Con forma de insecto y tamaño de caballo, mandíbulas como tenazas gigantes... la visión de estos tres bichos en la oscuridad de su hábitat haría salir corriendo a cualquiera de los que iban en la caravana desde el Torreón de Icatia. Por muy sedientos que estuvieran.

Los ankheg perciben vuestra presencia, o al menos han dejado de beber y miran en vuestra dirección, agitando las antenas. Por ahora se mantienen en su lugar, al otro lado de la charca.

Veo a los Ankheg de los riscos sinuosos y pienso:

-Debo evitar que Hakk los vea o seremos comida de cucarachas caballos.

Después miro a Jonah y hablando bajo le digo:

-¿Cuales son sus sentidos mas débiles jonah?

Valeria dio un paso adelante alzando el escudo y apoyando la mano en la empuñadura de su espada. 

-Permaneced detrás mío. Sólo están saciando su sed. Ahora mismo, están tan perdidos y asustados como nosotros... ¿verdad?

El viejo maestre Septival solía decir que las apariencias engañan. Aquellos tres seres eran criaturas monstruosas pero, frente al cataclismo, eran meros desdichados, igual que ellos. Por otro lado, estaban en una cueva muy estrecha frente a una charca de preciosa agua. Aquello podía acabar muy mal. 

Cerró los ojos un instante murmurando una plegaria en busca de guía. 

Ojoveloz se estremeció sobre el hombro del explorador y punto estuvo de echar a volar para no regresar jamás pero había sido entrenado para luchar contra monstruos y, evidentemente, aquellas tres criaturas lo eran. Se agarró fuertemente al ropaje de Jonah y aguantó con valentía. Sabía que su amo se sentía orgulloso de él.

Al ver la escena, Jonah, que iba en cabeza, hizo un gesto rápido con el brazo para que todos se detuvieran de inmediato. A pesar de ello Valeria se adelantó. Quiso reprenderla pero la situación era suficientemente delicada como para armar jaleo en ese momento.

—¿Asustados?... ¿puntos débiles?— dijo en voz baja. "Ingenuos", pensó. —A pesar de conocer su existencia, en mi vida solamente he tenido que enfrentarme a uno de ellos y por suerte sólo era una cría. Aquí vemos a tres repugnantes bichos aunque puede que hayan más enterrados bajo tierra. Están sedientos, como nosotros. No sé si arriesgarnos… quizá sea el momento de dar media vuelta ¿qué opináis? —. "Al parecer no era tan maravilloso este atajo, ¡rayos!", pensó malhumorado.

La larga caminata aguantando la palabrería religiosa de Bruno me pone de mal humor. - ¿En serio este enclenque jovenzuelo pretende darme lecciones? - En más de una ocasión me reprimo un hachazo, sólo por el bien del grupo. La visión de las altas montañas escarpadas me tranquiliza, pero no lo suficiente, voy guardando mala leche contenida. El cielo nos asfixia con la ceniza que esparce por lo que antes era verde, y esta maldita sed me rasca la garganta, - Necesito una buena cerveza, ¡joder! - exclamo en más de una ocasión durante el trayecto.

Se nos ocurre adentrarnos en unas cuevas para buscar agua, y esto me alegra. Hallarme en estrechos y bajos túneles horadados en la roca es más natural para mí que caminar al aire libre. Mis ojos de enano me permiten ver en la oscuridad, y mi sentido natural me permite orientarme con facilidad. Mi mente fantasea con perder a Bruno aquí, abandonarle a su suerte, pero los demás no estarían de acuerdo, y Valeria parece apreciarle, y respeto eso.

Seguimos un rastro húmedo en el aire y nos topamos con una pequeña charca de agua cristalina. Aunque no es cerveza, me parece como si o fuera, como si la charca estuviese rebosando de deliciosa hidromiel. Y entonces veo a esas tres criaturas. ¡Por fin! - susurro para mí, aunque los demás pueden oírlo. Valeria se pone en la vanguardia, protegiendo al elfo y al clérigo con su escudo*. Los monstruos dejan de beber y nos miran desafiantes. Es justo lo que llevo esperando desde hace horas. Agarro a Ast fuertemente con ambas manos, muevo la cabeza a ambos lados y hago crujir mi cuello, y alzando un grito de guerra cargo contra esas bestias: - Aaaaarrrrrrrrrrrhhhhhhh!!!!!!!!!!!

Atravieso la charca y salto dando una voltereta contra la primera de las criaturas, Ast ha querido clavarse en su cabeza y saborear los jugos de su cerebro. Sonrío al sentir este frenesí. Al caer al suelo ruedo, y otra de las bestias me ataca.

Jonah, a través de su vínculo con Ojoveloz, siente el olor. Estos ankhegs no estaban simplemente quietos, a la expectativa. ¡Estaban expulsando feromonas! Eso significa que probablemente haya más ankhegs por las inmediaciones. Conectados a través de túneles que no habréis visto. Y cuando les llegue el olor...

Los ankhegs sentían el miedo en las criaturas invasoras. Seguro querían el agua. No era suya. Éste no es su territorio. Que vuelan a su tierra yerma.

No se esperaban la carga temeraria del enano.

El ankheg víctima del ataque, asustando repentinamente, echa una buena escupida de ácido antes de que su cabeza se quiebre en dos partes. La escupida queda cortada de golpe, y se desliza el líquido restante por la cabeza, entre los ojos y antenas, abrasándolos. El ankheg queda agonizando, con su cabeza partida en dos trozos abiertos, obra de Ast.

Uno de los ankheg sale disparado hacia un lado de la cueva. El otro se yergue y mueva su mandíbula, en un ruido entre un siseo y chasquidos.

La voltereta de Hakk ha evitado que todo el ácido vaya a parar a su preciada arma. Aún así, el filo se ha llevado algo al atravesar el cráneo y llegar hasta la boca de esa criatura.

Hakk sí ha recibido ácido. Tiene una pierna y parte de la pantorrilla cubierta. Todavía no ha tocado carne, pero si la historia de Jonah es cierta, es cuestión de tiempo que atraviese su armadura de escamas.