Partida Rol por web

Jonah se aleja, dejando atrás el campamento de desplazados, buscando un buen lugar para encontrar presas apetitosas que cazar. Ojoveloz le sirve de guía. Tras una caminata por los planos que rodean Bornh encuentra lo que parece un lugar propicio para cazar: una extensión de hierba corta, cerca del agua que queda del río, y con algún árbol que otro. Seguro que al anochecer aparece al menos alguna liebre.

Desde donde está Jonah puede ver que la línea de la grieta llega hasta la muralla de Bornh, y en ese punto está derrumbada. Hay varias figuras ahí, seguramente soldados, pero no llega a verlo bien. También hay una montaña de algo enfrente. Y varios pájaros rondando.

Por otro lado, si el río pasa por Bornh, y ahora no lleva caudal... seguramente la ciudad ya haya tomado alguna medida, pero podría valer la pena echar un vistazo.

Por último, siguiendo la muralla, se debería de llegar a la costa. La pesca podría ser una alternativa a la caza. ¿No se les ocurrió a los del campamento, o será que no saben pescar?

—Este parece un buen lugar. Sólo hay que montar unas sencillas trampas y en unas horas la cena estará servida—. El explorador habla con su halcón mientras busca una rama joven que doblar. —Al volver les mostraremos cómo se han preparado para que puedan hacerlo ellos mismos, ¿no es así mi fiel amigo?—. Era curioso ver cómo en soledad y en pleno contacto con la naturaleza mejoraba su humor. En cambio Ojoveloz parecía estar más interesado en la bandada de pájaros que rondaba cerca de las murallas que en sus explicaciones. En eso instante Jonah se gira hacia ellos y otea con atención.

—¿Qué estará pasando allí?— La curiosidad del elfo y la necesidad de encontrar un acceso a la ciudad le hace replantear su misión. —Podemos acercarnos un poco, quizá encontremos algo de interés— dice en voz alta como si pretendiera justificarse ante alguien —Si nos damos prisa al volver, podremos cazar algunas piezas para esta noche. Ya habrá tiempo para enseñanzas en otro momento...

A medida que Jonah se acerca ve que la montaña no es otra cosa que un montón de basura. Y no es de ahora; parece el basural de la ciudad. Tienen incluso un sistema para deslizar la basura desde la muralla. Justo lo usan en el momento en que el explorador está observándolo. En esta ocasión seguramente sea comida lo que tiran, pues algunas de las formas que veías a lo lejos son desplazados que se acercan corriendo a por la basura arrojada. Por el olor que te llega, es pescado casi todo, y seguramente en mal estado. Tal vez no lo que acaban de tirar, pero la montaña desde luego apesta a pescado.

A unos 200 metros está la brecha en la muralla. Se ha derrumbado en parte, como si un gigante se hubiera abierto paso a través suya. Aunque en el suelo se ve claramente el dibujo de la grieta que atravesó el río Zeb, que fue lo que sin duda provocó el derrumbe.

Hay varias personas trabajando en su reparación, junto a un supervisor que grita órdenes. Van a buen ritmo. Detrás de la brecha, se adivina el segundo cinturón de murallas de la ciudad, de menor altura, que si sufrió daños ya ha sido reparado.

La seguridad de la zona está reforzada con una decena de soldados que vigilan el hueco en la muralla. Algunos de ellos se entretienen burlándose de los que buscan comida en la basura.

Jonah observa con los ojos entrecerrados la grieta y la montaña de basura escondido en cuclillas tras un bajo matorral. Le llama la atención la cantidad de soldados que vigilan el paso.

Necesitan urgentemente acceder en la ciudad pero tras la cantidad de refugiados que se mantienen fuera a la espera de una oportunidad que no llega, parece evidente la necesidad de olvidar por completo la puerta principal y buscar otro acceso… por muy arriesgado que sea.

Se rasca la cabeza y piensa en voz alta: —Voy a ver si conseguimos algo de información—. Se levanta y se dirige hacia la montaña de basura pero con precaución de no ser visto por los soldados. —Al llegar allí vamos a embadurnarnos de desechos hasta apestar como los refugiados, ¿qué te parece, amigo?— le susurra a su halcón —luego les haremos una visita a esos guardias y pasaremos más desapercibidos…—.

Ojoveloz alza el vuelo y empieza a rondar la basura, camuflándose entre el resto de aves.

Jonah empieza su acercamiento siguiendo el camino que ha visto que tomaban los desplazados, que debe de dirigirse hasta el campamento. Así, como un desplazado más, a lo lejos no despierta sospechas entre los soldados que están en el exterior, ni entre los que vigilan desde arriba de la muralla.

Ya oculto entre la basura, se restriega con los restos más olorosos hasta adquirir la intensidad de olor que le parece adecuada. Y se dirige hacia lo guardias.

Uno de los guardias ve a Jonah acercarse:

- ¡Eh, tú! ¿Dónde crees que vas? Ya os hemos dicho que a la basura podéis ir, pero de ahí vuelta al campamento. Nada de acercarse a la muralla. Lo más cerca, el camino -dice señalando el camino por donde Jonah ha llegado.

Hay dos guardias más con él. Y algunos otros empiezan a mostrar interés.

Jonah finge ser un desplazado lo mejor que puede: su sucia piel, sus orosos ropajes y la ausencia de armas* (que había escondido concienzudamente junto con su bolsa con comida entre los matorrales) le dan cierta credibilidad.

Ojoveloz revolotea ahora sobre ellos, sus miradas se entrecruzan y el explorador asienta levemente. —Vengo a pediros que me permitáis entrar, oh, buenos guardias— dice mientras observa disimuladamente al halcón y a los alrededores en busca de algo que le llame la atención. 

—Provengo de una familia adinerada y cierto es que sabrán recompensaros si aceptáis mi petición— prosigue —pero que quede entre nosotros, ¿de acuerdo? no quisiera que vuestro superior se enterase de esto...— Las palabras salen de su boca sin mucho ánimo pues su intención no es convencerlos con tan mal improvisada artimaña sinó de ganar tiempo y encontrar la manera de entrar en la ciudad.

- ¿Adinerada, de dónde? -pregunta uno de los soldados, mirando a Jonah de arriba a abajo con desprecio- No parece que tu familia sea de por aquí, pordiosero.

- Miradme. Provengo de una familia adinerada, y apesto a pescado podrido -dice burlonamente otro, y todos estallan en carcajadas.

Los soldados se divierten con Jonah. Lo han tomado por un loco perdido, y hablan sin tapujos delante suya.

Aunque no lo dejan pasar.

- No estamos dejando pasar a nadie. Debemos resguardar el orden en Bornh, y no podemos atender a tantos refugiados. Sólo están pasando aquellos que pueden ser útiles.

- Y tú, amigo... como no busquen un bufón... -de nuevo carcajadas.

Durante la charla, Jonah se entera de que un caballero, un tal Sir Damontir, ha sido nombrado hace poco "Guardián de Puerto Bornh", un título hasta ahora inexistente, y está al mando de Los Renacidos. De esta forma, el poder militar en Bornh ha pasado a manos de este caballero, que responde directamente al Dux, ganando en autonomía respecto de los comerciantes.

Un ligero temblor vertical se siente a través de los pies.

Se oyen campanas de alarma. La bandada de pájaros que había sobre la basura huye tierra adentro.

Muy a lo lejos, las nubes sobre el mar adquieren un tono rojizo. En ese punto está pasando algo.

Los guardias se miran entre ellos.

- Será...

-...y la muralla sin terminar -termina otro, y maldice a continuación.

- ¡Todos a resguardo! ¡Rápido! - grita uno de los guardias a los trabajadores.

Todos los soldados corren hacia la muralla. Los que están trabajando en la brecha obedecen y entran en la ciudad.

Los desplazados que hay entre la basura miran preocupados la escena. Algo está pasando, los soldados parece que saben qué es y, por como corren, no es nada bueno.

Tras unos segundos, el temblor se deja de sentir.

Las campanas siguen sonando...

Jonah se siente medianamente satisfecho con su maniobra. Acaba de recoger algo de información que quizá les sea útil.

—Debo darme prisa y reunirme con mis compañeros cuanto antes. No sé qué significa este aviso ni quiero quedarme aquí para averiguarlo— piensa en voz alta mientras se dirige corriendo a buscar sus armas.

Al ver que los guardias entran en la ciudad, el explorador se acerca de nuevo a la montaña de basura y aprovecha el momento para cazar algunas piezas para no volver con los refugiados con las manos vacías.