Partida Rol por web

Tras vuestra experiencia, lo último que queríais, seguro, era encontraros de nuevo con alguien que os acogiera, pero aquella noche, pedíais a gritos un descanso. Sentados alrededor de la hoguera que habíais conseguido encender, sin comida ni nada que no llevaseis encima, el ánimo oscilaba entre el desaliento más absoluto y el optimismo desbordante, después de haber conseguido evadir a la muerte una vez más.

Tom estaba herido y necesitaba atención. Los demás, simplemente estabais empapados y agotados.

Pero a pesar de todo, estabais allí y ahora había que establecer un plan, antes de que el sol hiciese su aparición. La ciudad estaba próxima y con ella, todo un conjunto de peligros completamente nuevos.

Casi no recordaba cómo había conseguido salir del agua, tan solo la voz de Claire sonando lejos de mí y el brazo de Jack que me agarraba y me llevaba hasta la orilla. Cuando salí tardé en recuperar el aliento, tosiendo agua tantas veces que incluso me llegó a doler la jodida garganta. Pero estábamos vivos, ¿no? todos nosotros... aunque al final el que peor lo había pasado había sido Tom, el cual había sido atacado antes de saltar. No sabía qué era lo que había pasado, por qué había esperado tanto antes de lanzarse al río. Pero fuera como fuera, seguíamos todos juntos, seguía junto a Claire.

Finalmente nos adentramos entre los árboles para irnos de aquel lugar, llevando con nosotros las pocas cosas que nos habían quedado. Ni siquiera habíamos tenido la oportunidad de recuperar las armas. Si ya lo teníamos difícil antes, ahora las cosas no pintaba mejor. Cuando la luz comenzó a caer encendimos una hoguera, necesitábamos curarnos y descansar, aunque también necesitábamos comer para tener energías pero no parecía que eso fuese a ocurrir esta noche. Todos estábamos reventados, demasiados para para salir ahí fuera, en la oscuridad, en busca de algo que llevarse a la boca.

Me encontraba sentada junto a Claire, sin mirarla, apenas le había hablado desde que habíamos salido del agua. Ni siquiera entonces había sido capaz de protegerla. Aquello me hacía sentir como una puta mierda, todavía con la espalda dolorida y el tobillo tan hinchado que apenas podía caminar. Había dejado mi ropa junto al fuego para que secara, las botas y los pantalones, quedándome el top a sabiendas que no tenía nada más debajo y las bragas de color verde oliva que me había dado el ejército.

- Lo siento... - pronuncié en un susurro, girando el rostro hacia ella aunque no llegué a mirarla. Siempre se me había dado fatal expresar mis sentimientos y esta no era una diferencia.

Tras ello miré al resto del equipo y solté un suave suspiro, sin ánimos, desgastada. Miré a Jack, pero no le dije nada, ni siquiera le di las gracias por haberme sacado del agua. Después centré la vista en Tom, al cual estaban curando después de las mordeduras que había sufrido. Quise decirle algo, darle ánimos, preguntarle cómo estaba, pero ni siquiera tenía fuerzas para eso. Por lo que al final decidí cerrar los ojos y apoyar la cabeza sobre mis propias rodillas, abrazando mis piernas con los brazos sintiendo el calor del fuego que había frente a nosotros.

Roan llevaba mucho tiempo callado.. ya lo conocíais lo bastante como para saber que algo le pasaba para estar tan callado. Quizá era porque casi se ahogaba en el torrente de agua... aunque si fuera sólo eso ya habría hablado. Al contrario, estaba curando a Tom mientras silbaba la famosa canción Tadow, de Masego. Pero ni una palabra.

Al final sí que habló tras examinar y curar a Tom:

-no creo que tengas nada roto Sargento, pero necesitarás algo de descanso- hizo señales a Claire para que observara el proceso. Había puesto siempre mucho interés en que Claire aprendiera lo máximo posible de medicina, y no iba a parar.

-Aunque estemos en el fin del mundo, la gente sigue teniendo otros problemas además de ser zombificado, no te puedes imaginar la poca gente que queda con conocimiento ciéntifico, y no hablemos ya, de médicos- intentaba hacerle ver la importancia de que aprendiera, era su deber...aunque Roan sabía que a Claire le importaba bien poco.

No le había dicho nada a Keira, pero cuando salimos del agua, me abalancé sobre ella pensando que no iba a salir de esta y-y-y... me eché encima llorando como una auténtica tonta.

Había depositado tanto en ella, en tan poco tiempo, que la idea de perderla se me hizo insoportable. Solo cuando sentí que respiraba, logré recuperar algo el control y con ayuda de Jack, hacer que echase la mitad del río y recobrase la consciencia. Ella estaba viva... y yo también.

Pero ahora, me sentía completamente hundida. Quizás habían sido demasiadas emociones, demasiadas muertes y eso me hizo darle demasiadas vueltas a la cabeza. Mi puta cabeza siempre estaba jugando conmigo. Qué si yo no valía nada, qué si merecía estar muerta más que Eve o Donnie, e incluso que Ares y Hera, qué aquel no era mi sitio... Después de todo, ¿quién era yo para sobrevivir mientras otros no lo hacían?

Y lo peor de todo.

Habían regresado los temblores.

Roan había estado hablándome mientras curaba a Tom, pero yo no prestaba demasiada atención. Estaba demasiado centrada en mí misma y mis propios y pesimistas pensamientos.

Cuando Keira se sentó a mi lado, apenas dije nada, apenas me moví un centímetro, a pesar de estar deseando meterme bajo su piel, incrustarme en su corazón y sumergirme en ella por completo. Ambas estábamos casi desnudas, al igual que todos, tras quitarnos las ropas para que se secaran, y no me atrevía a mirarla porque no me sentía digna de ella.

- Lo siento...

Entonces agarré su mano con fuerza, sin poder evitar que la mía dejase de temblar, y a continuación, la abracé en silencio, mientras acercaba mi rostro al suyo.

No quería hablar. No me apetecía nada decir lo que pensaba. Pero vi su tobillo, hinchado, y no pude evitarlo.

-Ven, recuéstate -le dije, obligándola a tumbarse con la cabeza sobre mis piernas, mientars acariciaba su frente y recorría su piel con mis dedos. En ese momento, pensé en lo que me había dicho. ¿Lo siento? ¿LO SIENTO? Ella no tenía que disculparse por nada. Yo no valía el esfuerzo, pero ella... ella era tanto para mí que no podía dejarla. 

El hecho de que estuviese a mi lado, de que hubiese acercado su rostro al mío y aceptado mi mano, y todo lo que nos habíamos dicho, con palabras, con las miradas, y con nuestros cuerpos, era algo que debía darme razones suficientes para superar lo que sentía. Sí que valía. Ella era la prueba. 

Finalmente, venciendo mi propio pesimismo, agaché el rostro y la besé tiernamente. De pronto, alrededor de aquella hoguera, solo estábamos ella y yo.

No podía evitar dejar de pensar en lo que había pasado, cómo no había sido capaz de defender a la única persona que me importaba por encima de mi propia vida. Cuando entonces sentí como tomaba mi mano y me abrazaba con fuerza acercando su rostro al mío. Yo me quedé parada, no me merecía su cariño, igual que jamás me merecí una vida mejor a la que había tenido. Pero sentía que si me cerraba también a ella, que si apartaba lo único bueno que me había pasado desde que todo este caos se había desatado, dejaría escapar una parte importante de mí. Así que me dejé tomar, correspondí a su abrazo sintiendo entre mis manos la calidez de su pie.

Tiró de mí con suavidad para hacer que me recostara sobre sus piernas y yo no opuse demasiada resistencia. No sabía cómo habíamos llegado a esto siendo tan poco que nos conocíamos, pero ya no me importaba. Solo me importaba sentir las caricias que con suavidad me entregaba, sentir su cariño, su amor. Estaba siendo una jodida idiota cuando lo único que necesitaba estaba delante de mí, alguien que me quisiera, lo único que había querido toda mi vida. Así que cuando me besó, cerré los ojos y respondí a su beso ansiosa de ella, colocando mi mano tras su cabeza para atraerla un poco más hacia a mí y poder profundizar sin que nada más importase. 

Aquel pequeño gesto hizo que me relajara, que dejase de pensar en lo mal que habían salido las cosas, en lo mal que lo había hecho. Por lo que no pude reprimir una sonrisa antes de morderme el labio con suavidad mientras mis ojos se clavaban en su hermoso rostro. Deslicé mi mano hasta su costado y la acaricié para que supiera que yo también estaba ahí para ella. Pero eso no era suficiente...

- Yo a ti también - susurré con seguridad, acentuando más mi sonrisa mientras sentía como mis ojos se humedecían. 

Se lo había dicho y me sentía bien, muy bien joder, mejor que nunca. Puede que fuera porque la vida se estaba yendo a la mierda y cualquier día una de las dos acabaría muerta, o con suerte las dos, por eso ahora no me arrepentía de decírselo. Si nuestra vida iba a ser corta, al menos la disfrutaríamos juntas, queriéndonos. Sin tener que pararnos a pensar que estábamos locas por sentir algo la una por la otra, importándonos una mierda todo lo demás.

Al contrario que durante la caída, en el agua todo lo que sucedió fue frenético. Nadé aprovechando la fuerza de la corriente y cuando pude me ayudé con las piernas para sortear alguna roca y generar más impulso. Claire me apretaba en el cuello y por momentos me hundía, pero quiso el destino que pudiera alcanzar a Keira. Y si hay algo ahí arriba, en ese momento debió sonreírnos porque mantener a flote a dos personas era imposible, pero lo logramos gracias a la suerte de poder aferrarme con una mano a unas raíces, en un momento en que la corriente nos proyectó cerca de la orilla y el agua pareció calmarse un poco.

Estuve un buen rato de rodillas, con la nariz y la frente apoyadas en el barro, hasta que las arcadas se hicieron incontrolables y vomité todo el agua que había tragado. Había llegado al límite de mis fuerzas.

A la noche aguanté sentado cerca del fuego para mantenerme caliente, con el uniforme quitado para que pudiera secarse. Los observaba a todos con la mirada muy cansada. Me alegraba que todos lo hubiéramos logrado. Pero los ojos se me cerraban, así que me recosté. Ni podía pensar, ni mantenerme despierto. Así que esa noche no aporté nada.

John era un hombre práctico. Sabía que era obligado agradecer al Señor que todos hubieran salido más o menos indemnes pero eso podía hacerse después de atender a los supervivientes.

Afortunadamente sólo el sargento estaba herido y ya estaba allí Roan para hacerse cargo. Era obvio que había que atender también a las otras víctimas. Aquellas abandonadas a la desesperación y al miedo pero lo primero era lo primero.

No puedo atender a las ovejas si caigo enfermo.

Una vez que hubieron conseguido encender un fuego el sacerdote, con cuidado y sin mirar a nadie, se descalzó y procedió con parsimonia a quitarse los pantalones, como habían hecho los demás. A estos le siguió la camisa quedándose en camiseta y ropa interior. Por suerte la camiseta le quedaba algo grande y permitía más o menos tapar sus calzoncillos. Después, como si estuviera en su propia casa, estiró las prendas cerca del fuego para que se secaran, colocándose él también para evitar una pulmonía.

Y allí estaban, todos en paños menores como un grupo de gatos empapados, en un silencio tan solo roto por algunas palabras ocasionales. El cansancio se había adueñado de sus cuerpos y uno a uno comenzaban a caer presas del sueño y el agotamiento.

En su momento le había parecido una anacrónica pérdida de tiempo pero ahora tanta vigilia y tanto ayuno durante su seminario eran de gran utilidad ya que estaba seguro de poder permanecer aún un tiempo despierto para permitir a los demás un reposo tranquilo.

Los lobos no andan lejos y aunque les hayamos despistado por el acantilado ¿quién sabe si no hay un paso cercano? No deberíamos confiarnos.

John sabía permanecer en silencio así que rezó. De cuando en cuando miraba a su alrededor para comprobar si alguno más había sido vencido por Morfeo o si, por el contrario, quería charlar para liberarse de la angustia del momento. Él estaría allí para lo que necesitaran pero no quería forzar las cosas. Unos soldados y unos adolescentes no eran precisamente el mejor público para un sacerdote por mucho apocalipsis que hubiera ahí fuera. Así que se resignó y comenzó a esperar mientras comenzaba su letanía:

Señor, te doy gracias por....

El salto había sido bastante jodido y más con un lobo volando al lado y otro subido a mi chepa mordiéndome el hombro. En segundos todo cambió, me zambullí en el agua helada con un fuerte sonido. La oscuridad vino a mí por un momento... cuando logré recuperar la conciencia estaba siendo llevado por la corriente. No había ni rastro de los lobos, pero su regalito del hombro me causaba un dolor acojonante. No tenía fuerzas para intentar nadar hacia la orilla, así que me dejé llevar por la corriente. No se quién logró recogerme, pero me llevaron hacia la orilla, salvándome la vida de no morir ahogado.

Ya en terreno seco, me quité la ropa y la dejé al lado de la hoguera que habían encendido. Dejé que Roan me curara la herida, esperando que no se me infectara y me dejara bastante jodido para viajar. Ahora necesitaba estar al cien por cien.

-"Gracias teniente, descansar estaría bien pero esos lobos andan por ahí afuera y tenemos que estar vigilantes. Si nosotros sobrevivimos a la caída puede que ellos también. No me gustaría que cayeran sobre nosotros mientras dormimos. Por cierto, puede que me hallan contagiado el virus con el mordisco, ¿no? Esas criaturas no son normales... y eso me hace recordar. ¿Sabes cómo pudieron criar a esas cosas en esa granja? ¿Tienes alguna idea?"

 Todo aquel episodio de la caída por la cascada y ser arrastrados por el río fue bastante traumático; aunque cada vez quedaban menos cosas que no producieran traumas o secuelas psicológicas en este nuevo mundo. Aún así, Staci se encontraba silenciosa, sentada al lado de Tessa. No habló mucho con la pelirrosa. Apenas se podría creer que eran amigas a simple vista, pero era evidente que a donde quiera que fuera el grupo la chica prodigio se posicionaba lo más cerca posible a ella.

 Miraba su ropa secarse en el fuego mientras se limpiaba los anteojos de toda la suciedad acumulada. Por suerte para la niña prodigio ella poseía un limpiador de lentes en spray; guardado en la mochila que siempre tuvo desde el inicio de la catástrofe y que pudo conservar incluso al ser arrastrada por la corriente debido a estar aferrada a su espalda. Ahora esa mochila estaba pegada a su pecho, guardando el pudor de estar en ropa interior en frente de gente que apenas conocía. Ojala la ropa secara rápido. Cada tanto la chica miraba a Larry, como si hubiera algo que quería decirle pero no se decidía. Finalmente,y en contra delo que en un inicio pensaba, Staci le hablo al muchacho que la ayudo a saltar.

- Ehm, Larry... gracias. Realmente... no sé si hubiese podido saltar por mi cuenta...

Habíamos conseguido salir con vida, pero eso no significaba que no estuviéramos heridos de alguna manera. Tomo lo estaba físicamente, pero noto que los demás también, en nuestro interior.

Estoy pegada a Staci, temblando, mientras nuestras ropas se secan. Claire y Keira parecen estar en su propio mundo, lo que me da cierta envidia. Pero Keira parece dolorida y Claire, vuelve a tener ese aspecto deprimido que tantas veces le he visto. Roan atiende a Tom, que parece encontrarse recuperado y empieza a hablar sobre los lobos.

-Yo no sé de dónde habrán salido, pero se han debido tomar muchas molestias para criarlos. Putos locos. Es como si en muy poco tiempo todo el mundo se hubiese lanzado a una carrera de a ver quién es peor.

Resoplo y me echo sobre Staci. Cierro los ojos casi sin darme cuenta. Estoy cansada, muy cansada.

A pesar de que algunos hablaban, a mí me parecía que era silencio lo que necesitábamos. Jack se había echado a dormir. Tessa, también. Y en cuanto a los demás, parecían contemplar el fuego, absortos en él como si lo que ahora les llenase fuese dejar pasar el tiempo.

Sí, eso era. Necesitábamos que transcurrieran los minutos sin tener que huir de lobos o locos armados. Paz... y tranquilidad, escuchando únicamente el chisporroteo de las maderas quemándose.

Tras besar a Keira, acercó su boca a mi oído y entonces me susurró un "yo a ti también" que no me esperaba. No me importó que hubiera pasado tiempo entre lo que yo le había dicho y su respuesta, porque en ese momento, era como si ambos momentos hubiesen tenido lugar uno detrás de otro. Sonreí, satisfecha, feliz, en paz, y simplemente, cambié de postura, echándome a su lado sobre el suelo y apoyando mi cabeza en sus brazos.

El calor del fuego reconfortaba, pero no tanto como el palpitar rítmico de su corazón bajo mi oído ni su respiración acompasada a la mía, o sentir sus labios cerca de cabello y el aire que espiraba acariciando mi frente. De pronto, al pensar en todo ello, me sentía una jodida poeta en un mundo de horrores.

El peor momento posible para enamorarse. Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos... o algo así decía Dickens en una de sus obras*. Para mí, era el mejor, a pesar de encontrarnos en el peor.

Una puta locura, vamos.

Cerré los ojos y dejé que los sueños se apropiaran de mí. Qué otros decidiesen mi destino. Yo solo quería disfrutar de lo que tenía, sabiendo que mañana, podía perderlo.

La bajada por los rápidos es una auténtica pesadilla. Recuerdo haber pasado tanto tiempo con la cabeza bajo el agua como sobre ella, faltarme el aire y ver como no podía hacer nada para controlarlo. Veía también al resto sufrir y luchar igual que yo, debatiéndose entre hundirse y ahogarse... o mantenerse a flote.

Cuando por fin la corriente cede, veo que algunos se van acercando a la orilla y yo les imito. Ayudo a Larry ya Staci, que están a mi lado y me arrastro por la orilla.

-No quiero... volver a un parque acuático... en mi vida -consigo decir.

Después poco a poco, vamos recuperándonos. Estamos todos, más o menos. Keira algo herida, Tom, mordido por un lobo, y los demás, como si acabáramos de salir de la lavadora, con centrifugado... pero vivos.

Alguien dice de hacer una hoguera. Traigo troncos. Tengo un mechero y prendo fuego, temblando. Después, me quito la ropa, quedándome en gayumbos.

-Eh, nada de pensar cosas raras, eh -les digo a todos, mientras saco el último de mis porros completamente empapado. Es una jodida lástima, pero a lo mejor al final se seca.

Cruzo mis brazos y los muevo porque estoy helado. Puta agua.

Y alrededor de la hoguera, vamos despertando, poco a poco, y reaccionando a lo que nos ha pasado.

-Aquí el problema es que estamos sin nada. La ciudad debe estar a tiro de piedra, pero a saber lo que nos espera allí. No creo que haya lobos, pero sí zombies a patadas y no estamos en muy buenas condiciones. Keira apenas puede andar y tú... oye, es verdad. ¿Eso será contagioso? Porque solo nos faltaría eso.

Estaba realmente agotada después del largo día que habíamos pasado y como yo, Claire tampoco podía más. Así que cuando comenzó a tumbarse yo lo hice junto a ella, notando como apoyaba su cabeza sobre mi brazo mientras yo la rodeaba para acercarla a mí con suavidad quedando la una pegada a la otra. Me quedé mirándola en silencio, viendo como su pecho se alzaba en cada respiración, notando el calor que su cuerpo desprendía, el olor de su cabello. Sonreí de nuevo y llevé mi mano hasta su pelo comenzando a deslizar mis dedos por ellos con suaves caricias, dejando que se durmiera y descansara. Se lo merecía, ella más que nadie, porque gracias a ella ahora estábamos aquí. Si no hubiera sido ella... Claire y su pregunta retórica. 

Cerré los ojos e intenté dormir, escuchando el chisporrotear de la hoguera que calmaba mis pensamientos, mientras Zach hablaba con Tom. Le hubiera respondido que no tenían que preocuparse por mí, pero es que no podía más. Por lo que simplemente suspiré y me apreté aún más junto a Claire, pasando el otro brazo por encima de ella para quedar abrazadas. Besé su frente con suavidad y simplemente me mantuve junto ella, deseando poder quedarme así durante días, con ella, sin separarnos. Joder, si que había conseguido pillarme de verdad.

Roan se quedó pensativo cuando Tom le preguntó y acabó disertando:

-Los han seleccionado así...es decir, han usado a los "hijos" de lobos como aquel gran lobo que matamos. Lobos infectados por una supercepa del virus...y además, sospecho que las supercepas del virus no son contagiosas, ni nunca se pensaron para ser así. Iba a ser un suero para crear supersoldados, no zombies, así que carece de sentido alguno que fuera infecciosa, pero seguramente, una vez modificados genéticamente, esos nuevos superlobos pasen parte de sus características a sus hijos... el día que nos encontremos con un superhumano, échate a temblar sargento... esto es una teoría pero es lo más plausible que tengo y lo que mejor encaja -hizo una pausa- cuando despiertes te haré unos tests para ver si estás infectado, pero lo dudo.

Roan parecía BASTANTE seguro de lo que decía, obviamente también quería tranquilizar al sargento. Rebuscó entre sus mojadas mochilas y sacó un par de botecitos. Tomó dos pastillas y se las ofreció al sargento:

-Son antirretrovíricos, no curan la infección pero la retrasan...¿cuánto? Meses...años...depende de la cepa, de tu organismo y de muchass cosas-se encogió de hombros- son caros sargento, antes que se fuera el mundo a la mierda estos dos frasquitos para tres semanas saldrían unos cuatro mil dólares...-Roan recordó cuando el mundo todo funcionaba lo injusta que era la industria farmaceútica.

Estaba caminando por la recepción de la planta baja del hospital, acompañado solo por el sonido de la suela de mis botas al despegarse de la sangre reseca que salpicaba el suelo, de algún golpe involuntario a algún frasco de medicamento por ahí tirado y del zumbido de los halógenos blanquecinos a punto de fundirse.

Paseaba con las manos a la espalda, como haciendo una ronda de vigilancia rutinaria bajo aquellas luces parpadeantes, pero ensimismado con esos sonidos. Con el pasar de los...¿minutos?..los momentos en que la zona quedaba a oscuras se hacían más frecuentes y más largos. Pero estaba sereno, incluso cuando quedé paseando en las más completa oscuridad.

No sabría decir cuanto tiempo estuve así, pero llegado un momento una sucesión de fuertes golpes me sacó de ese estado lisérgico. Alguna puerta estaba siendo golpeada de forma salvaje muy cerca de mi, hasta terminar cediendo. El golpe final no dejaba dudas, algo la había derribado. Traté de reaccionar, aterrorizado, pero las manos que durante todo este tiempo había mantenido por voluntad propia a la espalda ahora me apretaban hasta cortarme la circulación, estaban atadas. 

La oscuridad estaba ahora envuelta de gruñidos y lamentos de zombies, pero no podía verlos ni tampoco parecían atacarme. Una luz se encendió en una habitación, muy cerca mío. Una habitación sin puerta, de la que emanaba una luz amarillento-rojiza, la misma que nos alumbró cuando escapamos de la base militar donde estábamos destinados. Me acerqué al umbral muy despacio, sudando y casi febril, con cuidado de no hacer el más mínimo ruido. Miré en su interior. 

Tumbado en una camilla estaba Tom, agonizando y sangrando por el hombro en abundancia. Todo el suelo estaba encharcado de esta sangre, y sobre él estaban los cadáveres de todo el grupo. Claire y Keira abrazadas pero con la característica tez azulada de los ahogados, Roan con la cabeza gacha y la espalda apoyada en la pared del fondo, Donnie boca abajo con el agujero del disparo en la cabeza, la chica que se voló la cabeza en este mismo lugar...todos muertos. Estaba petrificado y de repente algo salió de la oscuridad, me agarró con fuerza y me derribó al suelo.

Pese a la oscuridad pude ver el rostro de lo que se echó encima mio. Era Claire, mi Claire, pero con sus rasgos fundidos con los de Ellen. Y me miraba con los ojos desorbitados y la boca cubierta de sangre reseca. 

- ¡Santo Dios!

Me incorporé bruscamente. Estaba con los calzoncillos caquis del ejército y tenía mucho frío, pese a estar cerca de la hoguera y casi quemarme. Tardé unos instantes en asimilar que había sido un sueño. Me pasé una mano por la cara y miré alrededor a ver si alguien seguía despierto, al tiempo que comprobaba si el uniforme estaba ya seco. Lo estaba, así que me lo puse y me quedé de pie. Ya había dormido bastante.

Sentado junto a la hoguera, observaba las llamas, pensando en lo que acababan de vivir. Habían escapado por los pelos de aquella comunidad de lunáticos y, pese a que habíamos perdido al Pequeñín, no podía evitar pensar que aquello debía considerarse una victoria. Al fin y al cabo, los demás habían prendido fuego al granero y todos habíamos logrado escapar con vida.

Me percaté entonces de que, más allá del impacto inicial, apenas había sentido nada por el fallecimiento de Donnie. Incluso pensándolo friamente después de lo ocurrido, no podía evitar pensar "Mejor él que yo". Me hubiera gustado que el medio-metro estuviera con ellos, pero su pérdida no le había tocado tanto a nivel emocional como en el caso de los Miller e incluso de Nikola. "Antes de que esto empezara, ni siquiera tenía ni idea de que existía..." se dijo para sus adentros, como excusa sobre la frialdad que se estaba apoderando de él. "¿Y pensarías eso también si hubieran sido Zach, Staci, Claire o Tess?" le dijo una vocecilla insistente en su cabeza. Sabía la respuesta y prefería que nunca llegase el momento en que algo así volviese a producirse.

Oír las palabras de Staci me sacó de mi ensimismamiento. La muchacha me agradecía que le hubiera ayudado a saltar. Lo cierto es que la empollona tenía más agallas de lo que hubiera imaginado. Me alegraba de poder contar con ella en el grupo. No podía haberla dejado atrás.

-No hay de qué, Staci -dije, con una sonrisa-. Aunque estoy seguro de que hubieras podido saltar sola. Eres más valiente de lo que piensas, le estás echando un par.

Al escuchar al sargento, una sonrisa maliciosa acudió a mis labios y no pude evitar bromear:

-Pues como te hayan contagiado con el mordisco, lo mismo te conviertes en un hombre lobo. -Miré a los otros, mientras empleaba un tono burlón-. Es así como funciona en las pelis, ¿no? Dios, un sargento lobuno, eso sí que molaría. Una vez vi una película de un hombre lobo policía. Iba con el uniforme puesto encima del pelo. No me acuerdo de nada más de la peli, reconozco que estaba muy mamado cuando la vi... -La explicación de Roan sobre los superlobos tenía bastante sentido, por lo que asentí, recordando un detalle que habíamos vivido poco antes de llegar al hospital-. La noche antes de llegar al hospital, casi al amanecer, nos encontramos una manada de lobos en el bosque. Eran lobos de tamaño normal, no tenían nada de raro. Hubo varios que recibieron arañazos. Donnie, Zach, Claire... Nadie se contagió. ¿Es posible que esos lobos se infectaran y mutaran durante el día? O eso, o eran otra manada, pero es raro que haya dos manadas en un territorio tan cercano.

Cogí las pastillas que me dió Roan y me las tragé al instante.

-"Gracias, mientras que no se me infecte la herida vamos bien. Si noto que me empiezo a transformar o algo ya tomaré medidas, no os preocupéis."

Lo tenía muy claro. Si empezaba a notar algo raro me quitaría la vida de un disparo en la boca. No dejaría que mi cuerpo andara por ahí devorando personas.

Me levanté y me coloqué en un sitio un poco apartado del fuego, para tener mejor visión de los alrededores. Tenía la pistola que me había dado Staci, sólo valdría en distancias cortas. Esperaba que por lo menos esta noche la vida nos diera una pequeña tregua y pudiéramos descansar. Aún así me quedaría de guardia, por si acaso. Me tumbé en el suelo y apollé la espalda en un árbol, de espaldas al fuego. Oía el crepitar de la hoguera y notaba un poco el calorcillo que desprendía esta. La noche era fresca. Los chicos se fueron quedando dormidos, estaban agotados. Yo me quedé mirando las estrellas, pensando qué nos depararía el nuevo día...

Tom estaba despierto, así que me acerqué hacia él. 

- Eh, Tom, como va ese hombro. 

Me senté en el árbol que estaba justo al lado.  

- No sé que podemos hacer mañana, sin armas en la ciudad no duraremos mucho. Solo se me ocurre que en cuanto comience a amanecer busquemos palos, piedras...mejor que ir de manos vacías será...y también tendremos que buscar alimento por el bosque. 

Apoyé la cabeza contra el tronco del árbol y mantuve la mirada en las estrellas. 

- Puedes dormir un rato, yo ya he descansado bastante.