Partida Rol por web

Comisaría de Policía de Aberdeen. Aberdeen.

Miércoles 26 de octubre de 1927

10:08 de la mañana

A esas horas, la comisaría está prácticamente vacía. La mayoría de agentes del turno de mañana ya han salido a patrullar y en el edificio únicamente queda la plantilla administrativa que, metidos en sus respectivos cubículos, se dedican al papeleo burocrático sin prestar demasiada atención a nada más. Tras recibir las indicaciones pertinentes en la recepción, Eleanor, Catherine y el pastor Whitmore se dirigen al fondo del edificio donde, junto a los baños, desciende una angosta escalera hacia el sótano de la comisaría, lugar donde se halla el archivo.

Después del último peldaño, un estrecho pasillo escasamente iluminado por bombillas parpadeantes se extiende entre ellos y una desvencijada puerta entreabierta. Tras llamar, una estridente y malhumorada voz de mujer responde.

“¡Qué sorpresa! ¿Desde cuándo hay educación en esta comisaría? –la voz carraspea- Quien sea, que pase de una vez…”

Los tres visitantes cruzan el umbral de la puerta para encontrarse con una habitación de reducidas dimensiones atestada de estanterías de metal. La cantidad ingente de libros y carpetas que ocupan casi la totalidad de los estantes y la ausencia de ventanas hacen que el ambiente que se respira sea un tanto sofocante. Ante ellos, una mujer de avanzada edad les mira inquisitorial sentada tras un escritorio.

“¿Quiénes son ustedes?”

Catherine entra con una sonrisa de disculpa en el rostro

-"¿Señora Gladys?Perdone que le molestemos pero el inspector Sutherland nos ha dicho que usted es la persona que más sabe en la comisaría sobre los casos antiguos y seguramente nos podría ayudar"-se acerca a la mujer-"Mi nombre es Catherine Baker y ellos son el pastor Whitmore y la señora Harris"-espera a que todos se saluden antes de continuar-"Verá,nos gustaría ver el archivo que contiene el caso del señor Mortimer Drake,es un caso antiguo y el inspector no sabía mucho pero nos ha dicho que probablemente usted sí"-cruza recatadamente las manos por delante de la falda mientras espera en pie la reacción de la mujer

Una mujer pequeña y delgada les observa con cara de desaprobación. Su vestimenta, rigurosamente negra, contrasta con la piel pálida de sus manos y su cara, únicas partes de su cuerpo que se dejan ver. Unos labios finos, casi inexistentes, y unos ojos pequeños, pero intensos, enfatizan su porte severo.

Al ver a las dos mujeres y al hombre entrar a su despacho, la mujer no muestra ningún reparo en hacerles un buen repaso de pies a cabeza, cosa que ruboriza ligeramente a los presentes. Cuando ha concluido el reconocimiento, sin levantarse del escritorio, la archivista se dirige a Catherine sin disimular cierta arrogancia.

“Señora Whiterspoon, si no le importa. –la mujer señala con un dedo huesudo un pequeño letrero metálico que hay posado sobre el escritorio y donde reza su nombre completo y su ocupación.- Siento decirles que todo lo que contiene este archivo es de uso exclusivo – la mujer enfatiza esta última palabra- para la policía de Aberdeen, con lo cual comprenderán que no pueda ofrecerles mi ayuda, por mucho que el inspector Sutherland, según ustedes, les haya… autorizado.”

Ante la ofensiva de la archivista, el padre Whitmore, con la intención de evitar una subida de tono en la conversación, interviene con voz calmada.

“Señora Whiterspoon, no quisiéramos que nos malentendiera. En efecto, venimos en nombre del inspector Sutherland. Jamás osaríamos inmiscuirnos en asuntos policiales sin la pertinente autorización.”

La mujer mira al anciano y carraspea.

Cuando llegamos al archivo no puedo evitar que mis ojos se pierdan por los archivos. Imagino la cantidad de cosas interesantes que habrá allí, la cantidad de posibles ideas que podría sacar de allí. Cat nos presenta y yo alargo mi mano para estrechársela a aquella seca señora.

Cat se explica más que bien y el pastor habla antes de que yo le diga a la señora que pregunte al inspector. 

"Ya nos podría haber avisado del sabueso rancio que tienen aquí en el archivo" pienso mientras veo como bufa ante las palabras del padre.

Ante el arrogante comportamiento de la archivista, las miradas de las dos mujeres se cruzan cómplices. Sin decirse nada, simplemente mirándose a los ojos, las dos son capaces de reconocer la una en la otra lo hastiadas que se sienten por la amargada que tienen delante. Ambas ven complicado sacar algo positivo de la conversación, ya que, bloqueadas por una actitud tan sumamente estricta y desagradable, no ven la forma de caer en gracia a Gladys para así poder acceder al codiciado informe.

Los ojos de la mujer miran a los visitantes con severidad. Un nuevo carraspeo indica que empieza a cansarse de la presencia de estos.

Las mujeres notan como el anciano tío de Alfred, hasta el momento con una expresión neutra en el rostro, se altera ligeramente.

"Por favor, señora Whiterspoon. Precisamos leer ese informe cuanto antes."

El pastor mira a Catherine y Eleanor con cara de urgencia y les insta con la mirada a que intervengan.

Catherine pone un gesto de pesar mientras piensa que la actriz es Juliette "o cantante peor es parecido ¿no?" piensa la mujer mientras se machaca los sesos tratando de pensar qué decir a aquella espantosa mujer

-"Por favor,señora Whiterspoon,no lo entiende.nuestro amigo ha desaparecido y quizás en ese antiguo informe podamos hallar alguna pista de qué ha pasado ya que al parecer son desapariciones muy similares"-dice con voz angustiada mientras se lleva una mano al pecho y su rostro se torna casi lloroso-"Si no fuera importante no la molestaríamos pues sabemos lo ocupada que está pero entienda nuestra desesperación al no saber qué le ha sucedido a nuestro queridísimo amigo.Piense que quizás en ese informe encontremos algo y usted sería la artífice de tal descubrimiento"-ruega a la mujer lastimeramente

Esa mujer logra ponerme tensa y, antes de que suelte una frase algo cortante, Catherine interviene con esos ojos suyos suplicantes mienras lucha por contener las lágrimas. O está verdaderamente afectada, o es una actriz increíble. Pienso en posibles palabras para acallar a esa mujer.

-Señora-digo con un tono bastante más educado de lo que yo pensaba que sonaría-, verá. Tenemos permiso del inspector, pero si precisa que se la traigamos por escrito lo haremos. En cualquier caso, mi amable señora, ya le ha comentado mi amiga la urgencia de dicha misiva-trato de razonar con ela-. Dígame, señora, si usted estuviera en nuestro lugar ¿no haría lo que fuere por ayudar a un amigo?-comento tratando de evitar mi condición de escritora para evitar que piense que somos simplemete gente con ansias de cotillear.

Quizás por el cansancio del viaje o por la impotencia de encontrarse en el brete de tener que dialogar con alguien tan sumamente impertinente, el pastor Whitmore no alcanza a articular más de dos palabras seguidas con sentido. El anciano alza los ojos al cielo y fuerza un profundo suspiro.

Gladys mira a los presentes con clara muestra de hastío en los ojos. Obviando por completo todas las súplicas y sugerencias de las dos mujeres, la arpía carraspea nuevamente y les dedica unas últimas palabras.

“Supongo que he sido lo suficientemente clara, así que, por favor, márchense. Y cierren al salir. Buenos días.”

Dicho esto, vuelve la vista al contenido de las carpetas que hay sobre el escritorio e ignora por completo a las tres personas que tiene delante.

El trío sale del claustrofóbico despacho sin mediar palabra. No es hasta andar unos cuantos pasos por el angosto pasillo, cuando el padre Whitmore se dirige a las dos mujeres con voz parca, casi susurrada.

"Señoritas, les pido disculpas por la poca resolución que he demostrado ante la señora Whiterspoon. Lo cierto es que no he pasado buena noche y, desde que me he levantado, me siento algo indispuesto."

Las dos mujeres reconocen en el rostro del anciano un rictus algo más pálido de lo normal. De repente, a sus espaldas escuchan la ajada y estridente voz de Gladys. Por lo que parece, ha iniciado una conversación telefónica.

-No se preocupe, padre-le digo con tono amigable-. Esa mujer es un hueso duro de roer. Nunca me ha gustado intimidar a nadie, pero creo que igual, aunque se salga de mi forma de ser, deberíamos probar. ¿Tú qué crees, querida? ¿Se te ocurre algo?-pregunto a Cat con familiaridad.

La voz de esa mujer llega hasta mis oídos de nuevo. Odio su voz, pero, tal vez por cotillear, tal vez por ver si habla con alguien importante o por ver si comenta algo que pueda resultar útil, afino el oído tratando de pillar algún dato interesante.