Partida Rol por web

El fuego de Castrojeriz

V. El fin del camino. Epílogo jugable.

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22/11/2016, 10:49
Director

Aquel hombre parecía que iba a despeñarse. Por cuantiosas veredas había caminado, y muchos atadeceres con los pies desnudos había contemplado. No habías hablado con él, no habíais visto su rostro, pero sabías que se llamaba Santiago.
Y era uno de los Doce.
Lo veías como un punto oscuro en la lejanía, avanzando con ropas ingentes y un bordón o cayado muy grande. Se dirigía a los confines de la tierra, allá donde el mar desciende a las profundidades del abismo y va a parar a los infiernos. En uno de los momento se giró, miró hacia atrás y hacia arriba y allí lo vístes: observándote, oteando tu presencia. Levantó tu cayado y luego volvió a girarse hasta que su presencia desapareció entre las montañas y los ríos.

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22/11/2016, 10:59
Director

Aquel hombre parecía que iba a despeñarse. Por cuantiosas veredas había caminado, y muchos atadeceres con los pies desnudos había contemplado. No habías hablado con él, no habíais visto su rostro, pero sabías que se llamaba Santiago.
Y era uno de los Doce.
Lo veías como un punto oscuro en la lejanía, avanzando con ropas ingentes y un bordón o cayado muy grande. Se dirigía a los confines de la tierra, allá donde el mar desciende a las profundidades del abismo y va a parar a los infiernos. En uno de los momento se giró, miró hacia atrás y hacia arriba y allí lo vístes: observándote, oteando tu presencia. Levantó tu cayado y luego volvió a girarse hasta que su presencia desapareció entre las montañas y los ríos.

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22/11/2016, 10:59
Fraile

¡Despierta señor! -decía una voz, y Eneko veía borroso en los primeros segundos que abría los ojos-. ¡Vuelve sí, fray Hernando! -parecía que dos personas hablaban entre sí, mirando al cazador. ¿Qué tal está el otro? ¿Ha vuelto en sí? -decía el primero-. Así es... -respondía el segundo-: ya ha abierto los ojos, ¡mirad!

- Tiradas (2)
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22/11/2016, 11:03
Director

Estábais realmente débil, pero despertáisteis casi al mismo tiempo en una celda bastante amplia. Estábais ambos tumbados en dos camastros, uno colocado junto al otro, y la sala era caliente y acogedora. Enfrente de las camas había un reclinatorio, un par de armarios bajos y un espejo; y en un lateral una pequeña chimenea encendida os reconfortaba la piel y el alma. Las mantas tampoco dejaban nada que desear: abrigaban como la que más. La luz entraba justo enfrente de la chimenea, por una ventana acristalada, con diversas formas en sus cristales, decorados con motivos religiosos. Un gran crucifijo estaba sobre la puerta de la sala (entre la chimenea y los armarios bajos) y encima de vuestras camas, colgados en la pared, un par de repisas con velas ahora apagadas y un par de pequeñas imágenes de la Virgen amenizaban el lugar. Era todo sobrio, pero más de lo que había en otros lugares de mala muerte donde habíais descansado.

Dos tipos vestidos con sotanas marrones, casi negras, aguardaban de pie, muy cerca de vosotors. Eran frailes. Os miraban concienzudamente. Uno lo hacía con desdén y cierta duda en sus ojos, y otro con más alegría.

Notas de juego

Es una mini escena de epílogo.

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22/11/2016, 11:07
Director

Cuando despertaste estabas en una celda. Notabas en tu espalda (ahora desprovista de armadura alguna), la fría y dura roca de la parez (como excavada y no lisa), que aprisionaba tus huesos y los apretaba. Estaba todo oscuro, y sólo veíais enfrente de tus ojos los oxidados barrotes de aquella celda. Tras ellos estaba el pasillo (bajo y húmedo), y en su pared había colgado una antorcha. Una figura estaba más al fondo (como vigilando el lugar), y aunque no podías apreciarla bien sabías que te vigilaba.

Te dolía la cabeza y te tocaste la cara. Debías tener la nariz rota, o tal vez la ceja o tal vez el pómulo por dentro. Te acordaste de aquel puñetazo que había ocurrido hacía... ¿cuándo? Habías perdido la noción del tiempo, ¿Hacía un día? ¿dos? ¿tres? Tus cabellos estaban mojados por la humedad y hacía frío, y la barba era espesa y tus ropas arrugadas... ¿Dónde estabas? ¿Qué había pasado?

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22/11/2016, 11:11
Director

¡Ya ha despertado! ¡Avisad al señor! -gritó la silueta a alguien al fondo del pasillo-. Entonces hubo silencio, y en cuestión de varios minutos otra figura más ancha y mas baja comenzó a aproximarse a paso decidido, por aquel nido de ratas que, a tu juicio, parecía el subterráneo de algún lugar.

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22/11/2016, 11:14
Hombre

El tipo se plantó a contraluz de la antorcha delante de las rejas de la celda. Veías a la perfección su cuerpo pero no su rostro o los colores de sus prenda. Fue en un momento en que se giró cuando viste su aspecto mayor, con ya bastantes canas en su cabello. Sus facciones del rostro estaban bien proporcionadas.

¿Asi que vos sois uno de los que ha enturbiado la paz del convento, no? -dijo el tipo-.

Notas de juego

Es una mini escena de epílogo. Postea sólo para tí.

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22/11/2016, 11:43
Don Victor Saavedra del Valle

Cuando desperté estaba encadenado a las paredes y sentado en el suelo. La fría pared me devolvió a la realidad. No era la primera vez que vivía esa situación y tampoco había luchado en peores contiendas y más peligrosas que una simple, pero torpe incursión a un monasterio para acabar mis días en aquel sucio calabozo.

Pero podría ser peor. De todos los calabozos que había visto, en pocos no jugaban con los prisioneros, aventándoles cubetas de agua o poniéndolos a secar al sol, mientras los guardias comen, o yendo tan lejos como para causarles dolor físico, a veces hasta que no resistían más. Al menos aquí no me habían hecho eso... aún.

Mis entrañas se revolvieron al pensar en la suerte de mis pobres y jóvenes compañeros, pues sólo me encontraba en aquel lugar nada acogedor.

Al fín, una voz nada amigable pero segura de sí misma se dirigió a mí figura maltrecha y malherida.

-"Sí, soy yo. Todo fue por una buena causa. Salvar a mi buen señor de un gran sufrimiento. Verse desprovisto de un brazo sin tener la esperanza que ese sufrimiento le causaría la salvación. Los monjes no fueron muy hospitalarios ni tampoco caricativos, pues no nos permitieron verle antes de tal barbarie." le respondí.

-"Y creedme....pues se de lo que hablo." tragué saliva tratando de suavizar mi garganta para seguir hablando. "¿Qué hay de mis amigos? ¿están a salvo? ¿han curado sus heridas? ¿y qué hay de ese cura que estaba con nosotros? Maldigo la hora en la que se cruzó en nuestro camino."

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22/11/2016, 12:26
Eneko

¿Donde estoy?. ¿Acaso he muerto?.......Ah..Ya recuerdo, la lucha!!! Ahhh!! -Grito de dolor al intentar moverme, pues las heridas están completamente abiertas. Miro a mi lado y de forma borrosa veo a Munio acostado en el camastro de al lado. -Munio, ¿vivis?. Despues, mirando a los hermanos, les pregunto -Hermanos, vos han salvado nuestra vida. Nuestra unica intencion era la salvar a nuestro señor-

Hubiera continuado rogando por nuestra vida, mas non tenia fuerza y una tremenda sed inundaba mi boca. Las palabras costaban en salir y mi mente estaba lenta. Solo quedaba rezar por que no nos mataran o si lo hacian que no fuera con mucho sufrimiento. Claro, que si nos quisieran muertos ya lo estariamos, eso es seguro.

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23/11/2016, 00:48
Munio Recarédiz

 - Vivo Eneko... vivo - Munio se llevó la mano a la tripa y notó hilos que parecía intentaban cicatrizar el tajo - Uffff, pero bien podía haber estado muerto. Alguien no me quería aún en el otro lado. ¡Qué tajo Eneko!, ¡qué tajo!. Pensé que no lo contaba. He visto al apóstol en sueños. ¡A Santiago! ¿Tú cómo estás?

Intentó incorporarse y fue entonces cuando vio a los dos frailes que les observaban. - Upsss

Espero les hayan explicado nuestras intenciones hermanos - fue lo primero que dijo entre toses que le hacían daño en la herida - No pretendíamos herir a nadie, fuimos sorprendidos por los soldados cuando intentábamos simplemente contactar con nuestro señor quién era dueño de nuestro juramento de protección. 

- Tiradas (1)
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23/11/2016, 10:53
Fraile

Eneko y Munio se despertaron a la par. Los frailes los miraban.

Entiendo que todo ésto fuera por vuestro juramento -dijo el más apacible de los dos hermanos-, pero no es de buena voluntad el modo de hacerlo.

Luego interrumpió el otro.

Además, no son maneras de llamar a la casa de Dios... -decía-. ¿¡Qué digo!? ¿Llamar? Colándose como gatos asilvestrado... ¡Será posible! Suerte habéis tenido del buen hacer que aquí profesamos: cuidados por y para enfermos. Los hermanos antonianos de la sala de curas vos han salvado a los dos la vida... bueno... a los tres...

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23/11/2016, 10:55
Aldano de Torrenero

En esos momentos entró don Aldano de Torrenero. Por su propio pie. Tenía el brazo en cabestrillo (completamente vendado y tapado), y su rostro estaba bastante descompuesto. No obstante, parecía tener en sus ojos un brillo inusual. Tras él, en la puerta de la habitación (bajo el dintel de ésta) había dos figuras: una era el fraile antoniano César y el otro era Alfonso, que se apoyaba en una especie de bastones que llegaban hasta sus axilas*

Señores... -os dijo nada más acercaros, en presencia aún de los dos frailes-. La suerte ha llegado antes de llegar a la Ciudad Santa de Compostela... Mi brazo parece estar recuperándose... Los hermanos dicen que es un milagro. El brazo... Aunque no vos lo conté nunca, húbele de tener enfermo, a punto de perderlo... por la misma enfermedad que asolaba mis tierras. Ahora me estoy recuperando... ¿Como estáis vosotros?

Notas de juego

*como unas muletas.

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23/11/2016, 11:19
Íñigo de Medina

¡Los monjes hacen su trabajo! ¡Son hermanos dedicados a los enfermos, y guardan clausura por voto y regla! ¡Cuidado con lo que decís! -el tipo parecía estar alterándose-. Tus amigos están a salvo. Esa panda que interrumpió la paz del convento ha tenido suerte: los hermanos antonianos de esta aldea los han estado tratando, y supongo que sobrevivirán con algo de suerte; peores enfermos peregrinos les han llegado a sus puertas.

Luego siguió escuchándote.

¿Qué cura? No sé de ningún cura que decís -respondió el tipo-. Mi nombre, por cierto, es Íñigo de Medina, señor de este castillo -te confirmó entonces que estabas en las mazmorras de una fortaleza- y dueño de Castrojeriz y sus tierras derredoras... Álzate, y dime quien eres, de donde venías y a dónde vas con ese grupo al que tomas por "amigos".

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24/11/2016, 00:54
Munio Recarédiz

¡Don Aldano! - exclamó el joven al verle. Sus ojos se fueron inmediatamente hacia el brazo del señor. ¿Era posible? ¿No se lo han cortado?. ¿Tanto riesgo innecesario?

- ¿Qué ha ocurrido señor? ¿Cómo tiene el brazo? - Munio hablaba nervioso buscando con la mirada a César intentando entender qué había ocurrido. 

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24/11/2016, 09:21
Eneko

-Señor!!. Esta vos.........entero!. Alabado sea el altísimo, pues no solo ha obrado el milagro de la nuestra recuperación por las manos de estos hábiles monjes, también ha conseguido mitigar el mal que vos poseia

Parece que estamos bien....aunque hemos visto de cerca las garras de la muerte por nuestra imprudencia y temeridad. Hermanos -digo al notar mi boca seca- tendrían algo de vino para aliviar la sed, hace horas que no pruebo sorbo y me siento desfallecer

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24/11/2016, 17:26
Don Victor Saavedra del Valle
Sólo para el director

Mi corazón volvió a latir con cierta calma al oír que mis amigos se encontraban mejor que yo; o al menos eso decía la persona que ante mí estaba. Sabía que sus heridas eran mortales y que si hubiera seguido luchando...quizás estuvieran muertos y peor suerte hubiera tenido yo.

Sólo una duda más se alzaba en mi mente, como la figura erguida del Señor de los calabozos en los que me encontraba: ¿Cómo estaba mi Señor Aldano?

-"Mi nombre es Don Víctor Saavedra del Valle, Caballero militar de la Orden de Calatrava.Desde hace años siervo y amigo de Don Aldano de Torrenero. Buen Señor y mejor persona con todos sus gentes a su servicio." volví a mojarme los labios con mi propia saliva antes de continuar. "Hace poco comenzamos el peregrinaje hacia la ciudad Santa de Compostela para orar allí por las suyas tierras infectadas por una terrible enfermedad. Sin embargo, mi Señor se vio obligado a visitar el Hospital de San Antón, pues se encontraba indispuesto. Parada necesaria hasta poder continuar con nuestro peregrinaje. Peregrinaje que debemos continuar para poder orar por sus tierras y poder dar algo de esperanza a todos sus siervos. Más pena aún le causaría a mi Señor no poder terminarlo y dejar desamparados a toda esa buena gente a la que quiere y ayuda. Prueba de ello es el cariño y amor que todos nosotros le profesamos....capaces de morir por él." guardé unos segundos de silencio.

 

-"Por el camino nos encontramos con un Monje llamado César. Según él podría curar a nuestro Señor y nos advirtió de que los Monjes de San Antón puede que no tuvieran mucho éxito en sanarlo...sin embargo...el sí. En la pelea con sus soldados él estaba presente, quizás pueda preguntar a los suyos por él.....El resto de la historia ya la conoce." suspiré triste y apesadumbrado.

-"¿Cómo se encuentra mi querido y amado Señor?" hice una pausa para preguntar.

 

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24/11/2016, 19:08
Aldano de Torrenero

Terribles heridas tengo en el brazo... o mejor dicho... ¡hube de tener! -decía con especial intención-. Un monje, César, irrumpió en la sala y... y... ¡Es un milagro! -vuestro señor estaba henchido en energía y felicidad y no llegó a contar todo el asunto-.

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24/11/2016, 19:19
Alfonso Usía

Entonces irrumpió Alfonso Usía con aquellos maderos bajo las axilas, caminando como podía, acercándose a duras penas junto a don Aldano.

Lo que el señor quiere decir es que el Altísimo hubo de intervenir -Alfonso os guiñó el ojo y esbozó una casi inapreciable sonrisa, pues aún estaban allí los dos frailes antonianos-. Fuí como pude hasta donde tenían a don Aldano, y a punto hubieron de acabar con el suyo brazo por lo sano, pues hallábase lleno de infección, la misma que hay en sus tierras. Allí estaban estos buenos señores, los hermanos de San Antón, practicando el requerimiento, pero apelé a la gran deshonra que sería un señor de renombre sin uno de sus brazos, y que su estamento y podería se vería mermado (que era cosa de señores el morir con honor que deshonrado). Vieron pues luego a César, y en queriéndole echar como tiempo ya hicieron, que abogué como último deseo rezar en solitario con don Aldano y el fraile -César miraba desde la puerta-. En un alarde de excepción los hermanos aceptaron, y nosotros tres quedáronnos solos, en aquella enfermería, rezando a las buenas de Dios...

Y así fue... Milagro divino: el Mal del Fuego se hubo de curar...-Alfonso se santiguó, pero sabíais que era un "paripé", todo fingido, al estar delante de los dos frailes-. Incluso han llamado a su Ilustrísima, el obispo de esta zona, y en camino hállase para ver el prodigio ocurrido... ¡Podremos continuar el viaje hasta Compostela! ¡El Santo ha hablado!

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24/11/2016, 19:32
Aldano de Torrenero

Don Aldano asentía a todo lo que su siervo Alfonso decía. Parecía embobado, lleno de inocencia cual niño, escuchando la historia de su boca. Éste no sabía que había sido César, como había procurado anteriomente y así os lo hizo saber, el hacedor de tal milagro. Había cumplido aquello que decía. Vosotros dedujísteis aquesto, pero nada dijísteis de momento por no embrollar más el asunto.

Por cierto... ¿dónde está el caballero Victor? -vuestro señor arqueó las cejas en señal de duda e incertidumbre-.
 

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24/11/2016, 19:41
Íñigo de Medina

¡Carcelero! -gritó Íñigo torciendo el gesto, pero sin dejar de mirarte- ¡Traed agua a aqueste hombre! -Un soldado llegó entonces y te entregó un odre de piel con agua, cosa que agradeciste-. Motivos de peso y pesadumbre contáis: un viaje duro y una lealtad sumisa y limpia... ¡levantáos, caballero Victor! No sé nada de ningún fraile de tal nombre -se refería a César-, pero ahora iréis pues a ver a vuestro señor don Aldano. Vos he tomado por bandidos de tres al cuarto. Asi que marchad al convento de San Antón, del que soy benefactor desde tiempo ha, y hablad en mi nombre para entrar y dar paso dentro. Y no forméis escándalo más: tomad al vuestro señor, ved si podéis seguir ese peregrinaje y salid de mis tierras. Demasiado cuartel vos estoy dando como para dudarlo o no aprovecharlo.

¡Sacad a este hombre de aquí y dadles sus pertenencias -dijo finalmente-.

Entonces el carcelero extrajo de su cinturón un manojo redondo de llaves y buscó una de ellas para introducirla en la cerradura. Luego giró su muñeca y la puerta enrrejada se abrió. Eras libre.

Notas de juego

Haz un post antes de ir a buscar a don Aldano y lo que quede de tus compañeros.