Partida Rol por web

Día 3 (17 de julio), aproximadamente medio día. Cielo cubierto y lluvia persistente. 

Debido a que nadie le presto mucha atención al ladrón, este no pudo dejar pasar la oportunidad de huir. Y a pesar de los esfuerzos de Eneris, se perdió por el sendero. 

Pasáis un rato curando vuestras heridas, e investigando el contenido de la carreta. Los tres ladrones muertos, tienen cada uno una espada y un arco. Además de un carcaj con unas 10 flechas. Si alguien decide registrarles, se podría ver si tienen algo más encima. En la carreta aun quedan varios trozos de animales sacrificados esta misma mañana en la granja, y por lo tanto hay bastante sangre. Os parece que podría tratarse de una de las carretas que fueron usadas para llevar los impuestos al conde.

El camino por el que se ha ido el ladrón, que coincide con el seguido por el resto de los ladrones, es fácilmente identificable, por el surco de las ruedas de una carreta, que ahora esta sobrecargada, al tener que llevar parte de la carga de la carreta averiada. Pero también por la presencia de huellas de animales y ladrones, lleva todo el día lloviendo, la tierra esta blanda y empapada, formándose charcos y barro en muchas partes del camino.

Vuestro turno.

Observé a aquellos cadáveres allí diseminados. No me apetecía registrar a aquellos tunantes, puesto que tenía mi mente puesta en recuperar el oro del conde y así liberarnos de la carga mortal que pendulaba sobre nuestras cabezas. Eso sí: las flechas que lancé habían quedado inservibles o desviadas, por lo que no hice si no tar las diez flechas que aún había en uno de los carcaj de los bandidos.

Miré entonces al cielo, temiéndome lo peor.

Será mejor que avancemos, compañeros -les propuse-. La lluvia no cesa, y creo que convendría seguir el camino y rastro de ese ladrón. Pararnos a descansar haría que sus huellas se borrasen, si es que hay, y también le daríamos mucha ventaja, a él y a los suyos. Recojamos lo que podamos, si os parece bien, y sigamos el camino. Prometo narraros un poema mientras tanto, para regocijar un poco el alma... -haría lo que pudiera, claro, pues no había mucho ánimo aún entre nosotros, ya que las carretas no habían aparecido con lo nuestro...-.

Brent asintió.

— Sigamos, no podemos perderlo de vista. Aunque con la que está cayendo, lo bueno será si seguimos vivos y no morimos todos de una pulmonía. — y justo tosió un par de veces, aunque seguramente era mas por su vicio de fumar pipa que otra cosa.

Envainó sus espadas y recogió su ballesta la cual empezó a anudar como pudo la cuerda tensa para intentar usarla la próxima vez.

— Ya volveremos después a registrar todo eso..

Eneris estaba contenta, no la habían castigado. Ni la habían degradado a pesar de que “evidentemente” era cosa suya que él “preso” se hubiera escapado.

- Pues señor, creo que es casi imposible que todos muramos de una pulmonía, seguro que alguno morirá antes de fiebres, o se tuerce el cuello al resbalarse con el barro, o se….-

Noto que varios la miraban mal, como si fuera un pájaro de mal agüero. Y volvió a callarse rápido.

- Si, sigamos adelante, nada puede resistirse a la verdadera Guardia de Fuenterubiales.-

Y siguiendo las pisadas y las marcas de carros siguió adelante la primera.

Finn descansó unos breves instantes pese a que no había realizado ninguna acción que realmente le requiriese esfuerzo físico, pero la emoción del combate con la muerte rondando a cada segundo no era algo a lo que estaba acostumbrado.

Había que seguir adelante y pronto, no fuera cosa de que se borrara el rastro. Miró a los pobres diablos que habían dejado la vida por unos animales de granja y sacudió la cabeza, intentando no pensar en aquello. El que a hierro mata, a hierro muere, decía la frase, y allí estaban las consecuencias. El mediano no tenía el estómago para revisar los cadáveres, así que se adelantó y esperó que se le unieran los demás para seguir viaje.

Día 3 (17 de julio) pasado el medio día, llueve y el cielo esta cubierto, pero cada vez llueve menos.

Del examen de la escena del combate, parece evidente que llevaban dos carretas, y que una de ellas, ha quedado atrás por haberse roto una de las ruedas. Su carga ha sido pasada en parte a la otra carreta, ya que los surcos dejados por sus ruedas son más profundas. Debían ser unos 10 ladrones, por lo que otros 6 habrían continuado la marcha. Y el ladrón que se rindió, tuvo la oportunidad, y decidió largarse, siguiendo el camino por el que se habían ido el resto. La carreta es muy parecida a las que se usaron para transportar los impuestos del conde, no podéis estar seguros, debido a lo manchada y cambiada que la encontráis, pero podría ser.

Vuestro turno.

La lluvia empezaba a calarme y eso me enfadaba, al igual que el maldito bribón hubiera escapado. Sin tiempo para más, decidimos seguir el camino por donde había seguido la otra carreta. Las huellas eran frescas y no dejaban duda de por donde ir. Contamos seis ladrones más, sin contar a los que pudiera haber en su campamento.

-"Vayamos con precaución. El malandrín que ha huido, alertará a los demás y nos estarán esperando." Dije algo hosco. "Iré de los primeros, dado que si nos emboscan dudo mucho que alguno de vosotros resistiera un golpe más. ¡Hummmm!" Rezongué.

Agarrando mi escudo y mi lanza, andé decidido hacia adelante. Cuando pasó un rato, me acerqué a Eneris y la susurré:

-"Gracias por lo de antes pequeña, has sido muy valiente. Te debo una de las gordas y espero pagarte antes de esta noche." Le dije con voz baja y guiñándola un ojo.

Nuestro compañero Karel pedía precaución. Lógico. Quién sabía si el ladrón escapado habría dado ya la voz de alarma a sus homogéneos... La sombra de una venganza en forma de emboscaba rondaba mi cabeza. Tome mi arco entre mis dedos para poder andar con él y tenerlo a punto en caso de necesidad. Ahora mi carcaj estaba más lleno, por lo que me servía de cierto ánimo. Por las huellas, ahora toda la mercancía que esos fulanos llevaran (fuera la nuestra o no) estaba en una sola carreta (lo cual era hasta mejor), y había que encontrarla en breves.

Asentí a las palabras de Karel, pues la precaución me parecía lo más lógico. Mientras anduviéramos callados y en marcha, recitaría algún tipo de poema para más tarde (pues no era lógico verborrear versos en medio de un momento de sigilo...). Traté de colocarme en el medio de la fila, en torno a la segunda o tercera posición.

Y otra vez a andar, ahora bajo la lluvia. Eso no me molestaba claro. Era un Druida y eso significaba que me tenía que gustar la naturaleza en todas sus formas. Era solo que la forma líquida me gustaba un pelín menos que las demás. Aun me dolía el puñetazo de Eneris, pero no me molestó. Era normal ese tipo de reacciones en moribundos al traerlos de vuelta. Solo había que ver lo rápido que se había incorporado. Sin duda la había ayudado mucho.

Pero en fin, que seguían avanzando. Ya hasta se empezaba a cansar de las repetitivas canciones del bardo por lo que intentó que al menos la siguiente fuera buena.

- Oye Dalfrid, ¿Por qué no cantas Purple Rain? Esa es buena –

Entonces escuchó al barbudo decir que iría el primero. No tenía quejas ninguna en ello. Es más, el en primera fila no podría hacer nada.

- yo… guardaré la retaguardia. Con mis oídos mejorados pillaré a cualquiera que nos quiera emboscar. -

Se encaminó lentamente. En sus años mozos o simplemente si no estuviera malherido, habría intentado tomar la delantera pues sabía que cuando se lo proponía podía ser muy sigiloso.

— Yo me quedaré detrás con el plantas, si hay cualquier problema os cubriré con la ballesta.

Aprovechó para comprobar de nuevo que tan bien había recolocado la cuerda tensa, para que no le pasase lo mismo que antes.

Finn caminaba concentrado en las huellas, pensando en lo parecidas que resultaban aquellas carretas a los vehículos oficiales que se solían utilizar para recaudar impuestos. Tan distraído estaba que terminó entre los de vanguardia. Esperaba no encontrar problemas, así que como vio que los demás iban con cierta cautela, eligió hacer lo mismo, ya que si avanzaba demasiado rápido quedaría demasiado adelantado, y por lo tanto, expuesto. 

La joven iba en cabeza hasta que finalmente el enano se puso delante, pero ella procuro no dejarlo solo.
Un mero despiste casi da con los huesos de los dos en el combate, y no pensaba separarse de él en esta ocasión.

Asintió cuando este le guiño un ojo, y siguió orgullosa la marcha, aunque ir lento era lo que menos le apetecía, pillar a los bandidos por la espalda, o poder no meterse de llenos en un lugar desde los cosieran a flechazos seria todo un detalle.

Había que plantear una estrategia mejor para el próximo combate, o no saldrían vivos de aquel asqueroso lugar.

La lluvia con algún breve descanso, os acompañó casi todo el tiempo. Tras decidir poneros en marcha, justo tras vendar y tratar las heridas, lo hacéis con cuidado, tratando de poder anticiparos a lo que podáis encontraros en el camino. La marcha se prolonga durante horas y el sol, que apenas podéis vislumbrar entre las copas de los árboles y las abundantes nubes, poco a poco se va poniendo. Abren la marcha Karel y Eneris, un poco más atrás van Finn y Dalfrid, y unos metros por detrás cierran el grupo Brent y Panomenix.

Llega un momento al que al cansancio, se une el hambre, y en algunos casos el dolor de las heridas sufridas. Hace ya un par de horas que os encontráis en un terreno más montañoso, y justo a un lado del camino, veis un saliente rocoso, que podría dar cobijo para descansar un rato, comer algo, y que los heridos, revisen sus vendajes. Hay agua en la zona, y no os resulta difícil poder beber en alguno de los arroyos y manantiales que os vais encontrando. Pero de comer poco más que alguna mora y alguna baya. 

Podéis descansar un rato, tratar de comer algo, seguro que algo de pan duro o alguna cosa llevará alguien encima, y de revisar los vendajes de los heridos. O podéis continuar la marcha sin deteneros, sufriendo los efectos de la fatiga (-1). 

Día 3 (17 de julio) tarde lluviosa (sobre las 6 de la tarde)

Vuestro turno

Me estaba matando la ampolla del pie derecho que me había salido al andar tanto. Miré atrás y vi cansancio en los rostros de mis compañeros, que aunque valientes y decididos, necesitaban parar.

-"Alto compañeros, debemos de descansar un poco, una horita o así. Comamos y recuperémonos, dado que tenemos que estar en las mejores condiciones para enfrentarnos a esas sabandijas. Allí veo un sitio perfecto para descansar, podríamos acercarnos y guarecernos allí de esta persistente lluvia." Dije a los demás.

Karel dio el alto, pues habíamos estado andando durante un par de duras horas por parajes montañosos y otras tantas por parajes anteriores. La verdad es que la opinión del enano me sabía a gloria, pues pensaba lo mismo. Había estado tratando de recordar durante el viaje esa canción que Panomemix me había invitado a cantar, aunque realmente no la había escuchado nunca.

Sí, descansemos... -apunté-. Busquemos algún pequeño refugio ante esta lluvia y detengámonos. Si seguimos adelante por esta zona montañosa puede haber desprendimientos por el barro de rocas y gravilla empapada... Además, puedo tocar el laud con lo que he compuesto mientras andábamos hasta aquí.

De momento no solté el arco, a la espera de lo que el resto de compañeros apuntaba.

La mujer no dijo nada, no contesto a las palabras de su compañero, pero como asumiendo que no había discusión posible ante el hecho de que se habían dado una paliza, y que por mucho moverse, no habían alcanzado una carreta sobre cargada ni a los que deambulaban con ella, era mejor parar y reponer fuerzas.

Y vaya sí lo hizo, siguió con la cabeza baja hasta debajo del saliente, y se dejo caer con pesadez sobre el suelo, y quedo tumbada en menos de diez segundos.

Resoplando e intentando controlar su pulso y bajar las pulsaciones. Allí quedo tendida sin mas.

Me acerqué a Eneris, quieneera claramente la más abatida de todos nosotros.

¿Cómo estás? -le pregunté, agachándome a su lado-. ¿Crees que después del descanso podrás seguir la marcha?

El viaje estaba siendo un auténtico coñazo. intenté amenizarlo con unas canciones típicas de mi tierra pero no parecieron gustar.

- Vamos, seguidme. “Hola don Pepito”. Ahora vosotros decís “Hola don José” y entonces... –

Pero vamos, que no gustó y pasaron de mi. Ellos se lo perdían. Aunque si les hice saber que estaba molesto.

- La hormiga que sube la montaña al final se lleva un zapatazo –

Al menos así les quedaría claro.

Por fin alguien levantó la mano y nos paramos.

- Menos mal que paramos un poco. Esto ya era tortura... no por mi, sino por...- Busqué rápido con la mirada y vi al viejo a mi lado – Por Brent, que ya tiene una edad. Será mejor que descansemos y que tome aliento. - Me giré hacia él y le di unas palmadas en el hombro – Ea, Ea compañero. Ahora recupérate –

Y entonces me dejé caer sobre el suelo sin miedo, era un bardo, guardián de la naturaleza, ella me cuidaba como yo la cuidaba a ella, no tenía ningún secreto para mi y...

- ¡Aaaaaah! –

Me había clavado una rama en el cu...

Tras todo el día caminando, con una pelea de por medio, y todo ello aderezado con lluvia y barro, al encontrar un lugar seco donde descansar, vuestros cuerpos se rindieron al cansancio. Hubo tiempo para comer, poca cosa, pues habíais salido de forma apresurada en mitad de la noche, pero con algo de comida y agua, unas vendas limpias y un rato tumbados, recobrasteis bastantes de las fuerzas que os habían abandonado. De hecho hasta os dio tiempo a dormir un rato. Poco a poco dejo de llover, aunque el cielo seguía cubierto. Y de nuevo a caminar, por el embarrado camino, en el que eran claramente visibles las huellas de los ladrones y los profundos surcos dejados por las ruedas de una carreta.

Tras un par de horas, justo a la puesta del sol, Brent ve unas huellas que le llaman mucho la atención. Parece como si un grupo habría venido en vuestra dirección, pero por algún motivo se dieron la vuelta. Podrían ser entre 8 y 12 personas. Tras un rato, la noche ya ha caído, pero una luna llena proporciona bastante luz, y el cielo se ha ido despejando. Escucháis lo que podrían ser gritos, en un primer momento no tenéis claro de que se trata. Pero tras unos minutos de marcha, esta claro que ahí delante esta ocurriendo algo gordo. Hay gritos, alaridos de dolor y el sonido de armas entrechocando. Estáis muy lejos para oír o ver nada. Pero os queda claro, que no muy lejos hay un combate muy sangriento.

Día 4 (18 de Julio) primeras horas de la madrugada. 

Vuestro turno.