Partida Rol por web

El Heredero

II. A fructibus cognoscitur arbor

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12/06/2013, 23:16
Director

Pasaron los días, y esa semana no hubo más que preparativos de planes: las coartadas, los orígenes de cada uno, los detalles de las profesiones, el motivo del viaje, la mercancía, el destino y la preparación de su viaje... y tan sólo lo dicho sería hablando en grandes rasgos, pues pareció cuidarse de todo detalle al considerar muchos más cuestiones. Ya dijimos que don Blasco era una persona tan recta, pulcra y precisa tenía todo atado y bien atado, aunque al principio el plan no pareciera tan preciso y preclaro.

Sin embargo, a medida que pasaban los días de "reclusión" en la morada del Vizconde (apenas habíais salidos un par de veces al pueblecito de Alquézar), encontrábais el plan como digno de hacerse, por la facilidad y lo bien calculado que parecía todo. Así daba gusto emplearse, aunque fuera en menesteres peligrosos, a los pies de cualquier rey, o cualquier fulano, o cualquer siervo del mismo Demonio... Incluso don Blasco de Pomar había hecho venir a un sastre y un medidor para que diera algunas clases acerca de telas a Abdalá, pues llegado el caso, habría de demostrar si fuera preciso su domino de las telas...

Una de las mañanas de esa semana, cuando el sastre precisamente os esperaba ya en una de las salas del torre bajo vuestra habitación (y vosotros aún andábais vistiéndoos), escuchásteis abajo, en el pequeño palacio entre la torre este y oeste, cómo alguien hablaba a grandes voces. Parecía proceder de la biblioteca del Vizconde, o tal vez del comedor, pero no era él: era una voz de mujer, y llegaba hasta lo alto, hasta vuestros oídos. Imagínense vuesas mercedes...

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12/06/2013, 23:45
Diego López

Me levante a la mañana siguiente , nos dieron una vestimenta sencilla y nos repitieron los planes a seguir, nos instruyeron en el arte del telar y todo parecía ir según los preparativos hechos.

Cuando ibamos a asistir a las clases de costumbre estando vistiendonos , escucho los gritos de una mujer que provenía de uno de los cuartos de abajo en concreto de la biblioteca del Vizconde.

Le hago una seña a Abdalá para que guarde silencio, mientras abro la puerta de nuestro dormitorio para escuchar mejor.

 

- Tiradas (1)
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13/06/2013, 12:31
Abdalá ill Curuuchi

Abdalá trató de comportarse como mejor podía pero no podía evitar una sensación extraña. Jamas había compartido habitación con un noble y si alguien se enteraba de ello el pobre Diego sería el hazme reir de todos sus conocidos. Por tanto trató de comportarse de la manera mas noble que pudo y seguir sus instrucciones, lo último que quería era tener asperezas con la persona con la que iba a compartir tan larga travesía. 

El muccadim asintió con la cabeza y se quedó en completo silencio obedeciendo al caballero.

- Tiradas (1)
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13/06/2013, 12:58
Director

No escuchásteis nada en claro, tan sólo las voces atronadoras y tan desaguisadsa y tan poco encuadradas en todos esos días de paz, planificación y relajamiento dentro del castillo. Sin duda alguna que aquello desentonaba ¿Acaso una criada gritando a su señor? Harto impensable... ¿De qué podría tratarse?

Las voces subían raudas a vuestros oídos, pero no las palabras ni las conversaciones desde aquel piso.

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13/06/2013, 16:49
Diego López

Me dispongo a bajar despacio y de forma sigilosa , intentando escuchar.

Los gritos de la mujer crearon curiosidad en mi , no sabia decir si era curiosidad o caballerosidad, siempre que una dama estaba en apuros y escuchaba sus gritos, allí estaba para consolarla e impartir justicia.

Ahora todo había cambiado era el castillo del Vizconde , y todos los problemas que estaban dentro de su castillo eran competencia suya , inmiscuirse en tales asuntos sería ofender al Vizconde , con castigo hacia el infractor.

Más sopesando todo lo pensado debía saber a que se debía tanto griterio en la casa de mi señor.

- Tiradas (2)
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14/06/2013, 10:25
Blasco de Pomar

Como quien no quiere la cosa o como si de aquello no fuera menester el hacerse discreto, bajásteis abajo, a través de las escaleras exteriores hacia la vivienda del Vizconde. ¿Quién osaría tanto jaleo en medio de tanto encierro? Quizá sólo fuera una criada discutiendo con el Vizconde, aunque era harto improbable.

Guardias y criados ya no miraban vuestros pasos, por dónde andábais, pues ya llevábais unos días entre ellos, casi sin salir del castillo de Alquézar, y al igual que don Blasco, confiaban en vosotros, otrogándoos total libertad. Una vez dentro del recibidor, los gritos y voceríos continuaban. En realidad no eran gritos como tal, ni peleas o discusión, si no más bien una conversación acalorada, sin llegar a nada más, donde había a la par muestras de sopresa por la voz de la mujer y por la don Blasco.

Tras acceder a su despacho-biblioteca, vístes a éste sentado en su sillón, bastante nervioso, emocionado, inquieto, y enfrente de él, de espaldas a vosotros nada más entrar, una muchacha. Se dio la vuelta al oiros llegar, y comprobásteis que era bastante hermosa; quizá no llegara a la veintena. Sea como fuere, llevaba en sus brazos un pequeño bulto... ¡era un niño!

Mirásteis a la chica y luego a don Blasco... y luego de nuevo a la chica. Vuestras mentes comenzaron a maquinar y pensar qué y cómo sería aquella situación: un noble, una muchacha con pinta de aldeana, un muchacho... ¿quizá su hijo?

Mi... mirad... mis queridos invitados -os llamó la atención don Blasco (más amablemente que de costumbre) mientras se levantaba ahora con cara de felicidad-. He... he aquí... ¡¡a mi hijo!!

¿Su hijo? ¿Qué bravuconería era aquella? Pareciera como si las costumbres, rutina y buenos quehaceres diaros del de Pomar, tan recto y estricto él con todas las cosas (sino mirad el plan tan bien pensado que tenía para vosotros) se hubiera derrumbado ante la llegada de... esa mujer... y ese niño, su hijo al parecer. El noble parecía contento, pues recordemos que sin descendencia alguna, tener un hijo podría ser la continuación de su apellido, que aunque no fuera rey ni conde, ser vizconde no era lo mismo que bajonoble, hidalgo, burgués o simple hortelano...

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14/06/2013, 10:41
Marina

Os dísteis cuenta que el niño que llevaba en brazos estaba ya crecido, no era un bebé pequeño, sino que tendría alrededor de dos años. La muchacha, de pelo rubio y rizado, alta y con ropas más bien a la usanza de cualquier aldeano, no era de Alquézar, sino que os contó que había venido durante mucho tiempo buscando a don Blasco, pues él era su padre, con el que se había encontrado mucho tiempo antes en una de sus cabalgaduras al sur años antes.

De nombre marina, la muchacha acurrucaba al muchacho, mientras sonreía al vizconde y éste le devolvía la mirada.

Mi señor -dijo la mujer a Don Blasco-, ¿le tomará usted como su hijo...? ¡Mírelo! ¡Mírelo que guapo es!, ¡Es como vos, igual de fuerte!

Las voces anteriores habían sido, al parecer, de los elocuentes muestras de alegría de uno y otro, mujer y noble.

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14/06/2013, 10:50
Abdalá ill Curuuchi

Abdalá sonrió. Pero ¿que era aquello? En su vida había visto a nadie como el vizconde aceptar el hijo que había tenido con una campesina. O bien se estrangulaba al bebe o bien se renegaba de él como hijo bastardo. ¿Pero un descendiente campesino? Aquello era la vergüenza para muchos nobles y lo que ahora preocupaba al muccadim no era solo el comportamiento del de Pomar sino que aquello le distraería de sus quehaceres para con la corona, quehaceres en los que estaban involucrados ellos dos.

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14/06/2013, 17:57
Abdalá ill Curuuchi

Abdalá cerró la puerta como le habían ordenado, no sin antes dirigirle una sonrisa a la mujer y al crio. No le gustaban especialmente los niños pero aquella madre con su hijo casi le daban pena. En cualquier caso todo aquello no iba con él. Ni era de la opinión del caballero pero dado que lo último que debía hacer un mudéjar era criticar a la iglesia y menos en aquel lugar por lo que permaneció callado escuchando la conversación entre ambos hombres.

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14/06/2013, 19:23
Blasco de Pomar

Cuando Abdalá cerró la puerta y la mujer se hubo marchado con algunos criados y el pequeño, don Blasco escuchó atentamente las consideraciones de Diego. Su tono pasó del rosado que todo buen hombre le hace a la cara el buen comer, dormir y tener conciencia tranquila, a aun violáceo propio de las flores más bellas de Gharnatah, uno violáceo de esos que a veces le salen a uno por atragantarse inesperadamente, hasta pasar finalmente a rojo furia, ira carmesí, incluyendo sus ojos, cuyas cejas y arrugas tornábanse hasta casi el mismo averno de lo enfadado que se estaba poniendo con tales inhóspitas refrendas por parte del contratado, el futuro "traductor".

¡¡ HABRASE VISTO !! ¡¡ Y EN MI PROPIA CASA !! -el Vizconde estalló en ira, y créanme que su garganta bien había sido aderezada, por lo visto, con acónito de trompetilla, o algo asi, pues su potencia fue tremenda.  ¡¡"BASTARDO" DICE!! ¡¡ ES MI HIJO!! -efectivamenta era un hijo bastardo, ilícito, pero don Blasco, que no tenía familia y llegaba a la cuarentena, vejez suprema, la noticia de encontrarse con descendiente le había venido como un milagro en batalla, como un buen manjar en la mañana más soleada-. ¡Cuán nobles he visto yo criando a los tales de sus hijos con buen renombre cuando en realidad eran hijos de fulanas y rameras! ¡Y aún así que llegaban a comer cerdo cada día!

La soledad del Vizconde parecía hacerse evidente. Es posible que de aquí radicara ese enclaustramiento en el castillo, esa meticulosidad, esa mecanicidad y metodicidad. El tener un hijo había roto sus esquemas, al menos para bien (según el), aunque es cierto que se había pasado un poco con eso de "concederle toda su..."

...Y le concederé TODA MI FORTUNA!! -dijo finalmente antes de callarse, sentarse en el sillón, y llevarse una mano a la boca mientras pensaban-. Aún no os había dicho que os retirárais, por lo que mientrs seguíais allí de pie, habiendo aguantado una bronca de vuestros "jefe", de una de las estanterías de libros, donde creíais que había de éstos, sacó una botella acristalada, translúcida, y un vaso. Parecía mosto o vino, y estuvo bebiendo unos sorbitos mientras os miraba cada vez más calmadamente. Parecía estar reflexionando.

Hasta diez minutos os hizo estar de pie. Abdalá, sin comerlo ni beberlo, aguantaba también el chaparrón ¿Quién le mandaría a un habitante del sur el tener que escuchar sobre lealtades a la iglesia y herencias? Sea como fuere, el Vizconde habló finalmente.

Creo que tienen una cita con el sastre... -más calmadamente, mucho, mucho más-. Id pues. No puedo... no puedo abandonar a mi hijo, sea o no... -y quiso decir "bastardo", aunque se abstuvo-. No puedo dejar que marchen por ahí los dos solos... idos de una vez.

Salísteis de allí haciendo otra pequeña reverencia. Nada más abrir la puerta, sorprendísteis a un par de criados fisgoneando con la oreja, los cuales enseguida se apartaron para que pudiérais pasar y agacharon avergonzados su cabeza. La mujer estaba en el recibidor, acurrucando a su hijo, mirándoos fijamente (sin malicia o algo parecido) y preguntándose que habría pasado ahi dentro. Íbais subiendo la escalera.

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17/06/2013, 09:34
Abdalá ill Curuuchi

Abdalá estaba de acuerdo con el noble aunque no entendía como aquel hombre podía pensar así. Cualquier otro hubiera estrangulado al bebe y probablemente desterrado a la muchacha fuera de sus tierras. EN cualquier caso no era él quien para ponerse a favor de uno o de otro así que se despidió brévemente y siguiendo su mandato salió tras Diego hacia el encuentro con el sastre

Notas de juego

¿No ganamos algún punto de comerciar por las clases?:P

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17/06/2013, 14:08
Director

Estuvíste con las clases de telas*, vestiduras, materiales y demás precisos y meticulosos saberes, no dignos sino para el mayor maestro en el ejercicio. Apenas recordábais el nombre del primer tipo de hiladura despues de haberos de otras cinco clases de nudos, de solpas, de colores o de calidad de mercancías... Sin embargo, había que hacer lo que requería el servicio del de Pomar, y así al menos lo intentábais. Estuvísteis toda la mañana de tal infructuosa guisa,y por la tarde la dedicásteis a planear con más detenimiento vuestro viaje, junto con el nuevo padre, don Blasco.

Tras una cena copiosa, dormísteis bastante bien, casi de un tirón, hasta que al amanecer, un ajetreo constante os despertó. Abajo ocurría algo, y uno de los criados corrio hasta la puerta de vuestras habitacions para avisaros. Desde la puerta, os instaba a que bajárais, pues había ocurrido algo terriba. Tras vestiros con la prisa propia de la situación, que así lo requería, bajásteis y a punto de trastabillaros estuvísteis. Os dirigísteis al despacho-biblioteca, donde se hallaba la mujer del día anterior, la madre del niño y don Blasco. Éste caminaba muy nervioso, maldiciendo al aire. Al veros, pareció alegrarse, y se tiró casi a vuestros brazos...

Notas de juego

*: No, necesiáis muchos más días de aprendizaje para acumular puntos. apenas llevais tres.

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17/06/2013, 14:23
Blasco de Pomar

¡ES MI HIJO... ! ¡EL NIÑO! ¡EL NIÑO HA DESAPARECIDO! -griataba con disgusto y desesperación-. ¡AYY! ¡AYYY!

Los criados iban y venían, buscando al niño, por todo el palacio. A veces resultaba cómico como buscaban denro de armarios y cosas así, tal que el niño pudiera andar por sí solo, ¿lo pueden creer sus mercedes?

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17/06/2013, 20:47
Abdalá ill Curuuchi

Mi siñor, ¿cómo que ha desaparecido? ¿Cuando?-preguntó intrigado el moro- estamos aquí, rodeados de guardias y hombres a vuestro servicio. ¿No será que el pequeño se haya escondido en algún rincón? Os ayudaré a buscarlo, por supuesto, peor no podemos olvidar que debemos partir hacia la costa...-dijo ofreciendo su ayuda pero sin saber muy bien que decisión debería tomar. De todas formas el no tenía mucho que opinar. Si el conde le decía que se quedase se quedaría si le decía que se marchase se marcharía- Siñora, ¿donde estabais vos sino con el niño?

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17/06/2013, 21:04
Blasco de Pomar

Don Blasco se sorprendió tremendamente cuando oyó las palabras de negación. Realmente las peticiones de auxilio, misiones o empresas de diferente calado, preclaro y turbio, habían sido ordenadas con detenimiento y paciencia, pero ésta... ¡Ay, ésta! ¡Esta era de otra guisa! Se trataba del hijo, del hijo de un Vizconde, fuera no, por otra parte hijo de le plebe.

Os ruegos que me ayudéis... -dijo el vizconde-, así no puedo vivir, así no puedo pensar..., así no puedo hacer nada de provecho, ni para Su Majestad... así no...

Se refería a su propio estado de ánimo, preocupación e impotencia. El mismo dábase cuenta que había ganado y perdido un ser vivo, un hijo (ni más ni menos) en cuestión de horas. Aquello parecía casi digno de tragicomedia. Sin embargo, aun en ese tiempo, la soledad de años, la clausura y pulcritud de toda su carrera y formación al fin tenían un sentido. ¿Quién no querría delegar lo mejor de uno mismo en los descendientes, sangre de su sangre?

Así es imposible partir, así no... -respondió a Abdalá con evidete muestras de lágrimas en los ojos mientras daba un vocerío a los guardias-.

¡Guardias!, -y enseguida se personaron dos de ellos-. ¡Apeense a los caballos, palmead cada arbusto y peinad toda la zona, buscad al pequeño de inmediato!

A los criados ya los había ordenado anteriormente el seguir buscando por todo el castillo ¿Qué podría haber pasado?

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17/06/2013, 21:13
Marina

No, dormía yo en una habitación -contestó Marina-, pues don Blasco dispuso la mejor habitación libre para nuestro hijo, y la mejor cuna, y criados... -su voz entrecortada daba muestras de preocupación, y estaba disgustadísima-. Jamás dormí en una casa como esta, con muros tan gordos y bien puestos... y ahora el muchacho... el niño... -y entonces rompió a llorar, abrazándose a Blasco-.

Éste intentaba consolarla, aunque como nunca había tenido mujer ni nada que se le pareciera, su aspecto era algo seco y desarrapado en ese sentido.

Notas de juego

Podéis hacer una tirada de Empatía (COM), si queréis.

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17/06/2013, 21:17
Blasco de Pomar

Oíais cómo afuera se preparaban ya los soldados, y los relinchos entraban en el palacio desde el patio de armas del castillo. Al ver llorar a la madre de su hijo, Blasco de Pomar bajó sus cejas, con señal de ira ¿quién le habría robado a su hijo? Desde luego él sólo no podría haber ido lejos.

Si alguien me ha quitado a mi hijo, lo pagará con la vida, ¡LO JURO! -decía enfadadísimo el vizconde elevando las manos al techo de la sala-. El rey sabrá dar a otro la misión que la pretenda... Ahora... ahora mi hijo es primordial. -esto último lo dijo mirando a Diego López, que había mostrado alguna reticencia, y don Blasco creía saber porqué... por lo que su molestia fue en aumento- ¡Váyanse ahora! -gritó haciedo un gesto de manos como para que se largaran de su despacho criados y vosotros includos (también su esposa)-. Idos de aquí... ¡Yo enviaré misivas a mis vasallos! ¡Salid y encontradlo!

Sin más que decir, salísteis de allí, al patio de armas. Ahora veíais realmente cómo se preparaban sus soldados. Era una batida en toda regla.

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17/06/2013, 21:27
Abdalá ill Curuuchi

-Siñora, calmaos. Entiendo que Don Diego os ha dado una habitación al lado de la de vuestro hijo, pues el deber de toda mujer es criar a sus bebes. ¿Escuchasteis algo?-le preguntó- Quizás debería-le dijo al vizconde- hacer llamar a las mujeres que cuidaban del ninio, ellas deberán saber que ha pasado.

- Tiradas (1)
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18/06/2013, 21:16
Marina

No, no escuché nada, en absoluto. Dormí plácidamente, y tan plácidamente dormí que mi hijo debía tener iguales o mejores cuidados que servidora... ¡ay! -y comenzó a llorar de nuevo-. ¿Porqué no preguntáis vos? -entre sollozos-, ¡ayudadnos a encontrar a nuestro hijo, si de verdad amáis a don Blasco! ¡Ay!

Y se fue a su aposento, como apuntilló Diego.

Notas de juego

¿Bajáis entonces a la taberna (ya en el pueblo) o hacéis algo más?

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18/06/2013, 21:19
Director

Notas de juego

No hay mentira en las palabras de Marina.