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El horror de Kingsbury

CLEVELAND

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16/11/2018, 15:42
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22/11/2018, 22:26
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BIENVENIDOS A CLEVELAND

Cleveland, Ohio, es la séptima ciudad más grande de América en los años 30, con una población justo por debajo de 1 millón de habitantes. Además de “nativos blancos”, hay alemanes, polacos, irlandeses, eslovacos, serbocroatas, checos, mejicanos y algunos rumanos, sirios, griegos y rusos de los cárpatos. Los 72.000 residentes negros de Cleveland permanecen en el gueto de Cedar Central, a lo largo de la calle Central. Una cuarta parte de la ciudad está desempleada, a pesar de las fundiciones, refinerías de petróleo, fábricas de productos químicos y factorías que rodean la cuenca del río Cuyahoga. Este infierno industrial son los Flats, a 20 metros por debajo de nivel de las calles. Saliendo hacia el sureste desde los Flats, en paralelo al río entre las avenidas Woodland y Broadway, hay un prehistórico lecho fluvial llamado Kingsbury Run. Contiene los desechos y vertidos de los Flats, la basura de la ciudad, malas hierbas y zumaques venenosos. Entre los Flats y el Run hay unos 100.000 vagabundos y sin techo, los desechos y vertidos humanos de la Depresión. Sus ciudades de chabolas y tiendas fluyen alrededor de los trenes de cercanías que siguen la línea del Ferrocarril Interurbano de Cleveland (CIRR) desde la estación Union en el centro, dominada por la Torre Terminal de 236 metros de altura, el octavo edificio más alto de América, hasta el exclusivo barrio de Shaker Heights. El CIRR se continúa con la vieja línea Nickel del ferrocarril, que lleva directamente al centro del Run.

Justo al este de los Flats se encuentra el “Bullicioso Tercero”, el más corrupto distrito de policía de la ciudad, que no es poco. La prostitución, el tráfico de drogas, los garitos y los locales de apuestas florecen. Es un laberinto de barriadas y casas de vecinos, con apartamentos de una sola habitación en los que no se hacen preguntas si el viajero paga en efectivo. También es, como suele ocurrir con este tipo de vecindarios, el único lugar racial y étnicamente integrado de toda la ciudad, hogar de 39 idiomas distintos. Durante la Prohibición, Cleveland, al igual que St. Paul y Hot Springs, se ganó una merecida reputación en el país de “ciudad abierta” para los gangsters: el gobierno y el Departamento de Policía de la ciudad aceptaban gustosos sobornos para proteger a cualquier fugitivo de la justicia que se lo pudiera permitir. El chantajista Moe Dalitz y los hermanos Milano y Pollizi (“La Mafia de la calle Mayfield”) gobernaban la ciudad a su antojo. El alcalde republicano independiente Harold H. Burton desea desesperadamente limpiar su ciudad, con la oposición de la maquinaria demócrata, de la Mafia de Dalitz y de su propio Departamento de Policía. En 1935, designó a Eliot Ness, el “Intocable” agente del gobierno que acabó con Capone en Chicago, como encargado de la seguridad de Cleveland. Ese mismo año comenzaron los asesinatos.