Partida Rol por web

El lamento de los Primeros

Prólogo. Ekarion. Rojo como la sangre, blanco como la nieve

Cargando editor
30/10/2019, 17:49
Narrador

Un día como otro cualquiera en la Torre de la Espiral Negra, sino fuera porque aquella tarde apenas quedaba trabajo por hacer. Habían terminado con éxito un nuevo estudio y Kalingar había acabado de escribir los detalles en un volumen que sería conservado en la biblioteca. No era ningún tratado sobre dragones, solo unos experimentos mágicos que habían llevado a cabo durante las últimas semanas, y por el momento, no tenían nada nuevo que hacer.

Ekarion se dirigió pues, como de costumbre, a la Torre de la Negación, la edificación contigua en la que su hermana Alea llevaba viviendo los últimos tres años. De camino, el dragón se preguntó si habia logrado algún progreso, pero la verdad era que no podía saberlo. Kalingar le aseguraba que sí, que habían hecho importantes descubrimientos, que Alea estaba recuperando poco a poco fragmentos de su memoria. Visto de aquella manera, al menos la muchacha ya no necesitaba de los constantes cuidados de los magos de la torre y podía comer por ella misma. Pero seguía sin mirar a Ekarion a los ojos más de un segundo, las visitas de Samuel eran menos frecuentes y a Ekarion empezaba a angustiarle el desarrollo de aquella relación.

Accedió a las celdas donde vivía Alea. Una sanadora, de nombre Irmlinde, se había puesto al cuidado de la muchacha hacía ya medio año y se dedicaba casi en exclusiva a ella y a otras dos internas, una hechicera llamada Olive, que permanecía la mayor parte del tiempo durmiendo, y una niña llamada Sohpie, que a temprana edad había sufrido el ataque mágico de un brujo, llenando su mente de un coro de voces constante que la pequeña tenía que aprender a tamizar para poder pensar. Irmlinde era joven, de complexión un poco más grande que la de Ekarion, cabello castaño y sonrisa traviesa. Cuidaba de sus tres protegidas con mucha tenacidad y el dragón confiaba plenamente en ella.

-Hoy está receptiva, creo que podrás hablar un rato con ella -le dijo Irmlinde mientras habría la puerta de la habitación.

Alea estaba sentada a los pies de la cama. En las manos tenía un dibujo, un garabato de lo que podría ser un gato o bien un dragón con orejas de gato, y lo miraba con mucha atención.

Irmlinde se marchó, dejando solo a los hermanos. Alea no levantó la vista del dibujo cuando él se acercó. Ekarion tampoco esperaba que lo hiciera. Al llegar a su altura, bajo la manga de la túnica blanca, Ekarion se fijó en que su hermana tenía un vendaje en el antebrazo, justo donde ella tenía sus escamas rojizas. Hacía mucho tiempo que Alea había dejado de lesionarse a sí misma, ¿habría vuelto a recaer otra vez?

Cargando editor
31/10/2019, 19:10
Ekarion

Tres años... tres largos años de incertidumbre, de miedos, de hastío y amarguras. Había tenido sus victorias en esos tres años, había encontrado un lugar para que su hermana se recuperase, a salvo del acoso del cazador de dragones, había encontrado un lugar donde llevar a cabo sus investigaciones y ayudando a un erudito preclaro, se había reencontrado con Samuel, había conocido a Tass y a su familia... y aún así no era suficiente. Su hermana no terminaba de recuperarse, si bien era cierto que había habido cierta mejoría desde que llegaran el tiempo transcurrido le parecía excesivo. Quería recuperar a su hermana, la necesitaba a su lado como cuando eran niños y jugaban en Bois Primaires, necesitaba sus risas y sus burlas, sus preguntas y sus discusiones... extrañaba la forma en la que destripaban las lecciones de Ruru, él desde lo arcano y ella desde lo místico. Extrañaba sus abrazos, esos momentos eternos en los que sólo por estar uno en brazos del otro estaban completos... necesitaba esos remansos de paz quizá porque era lo único que había añorado realmente en los quince años en la isla, la única faceta de su vida que su maestro no había podido, ni querido, apagar tras la mente analítica. Alea era su ancla, su remanso, el lugar al que acudía cuando la sangre buscaba una salida violenta... y Alea estaba rota, a su lado y fuera de su alcance... y aunque cada día se acercaba un poco más no era suficiente.

Dia tras día Ekarion se levantaba y se escudaba de sus emociones, meditaba hasta que la magia era lo único en su mente y el trabajo planeado por Kalingar su única meta. Cuando llegaba al laboratorio sólo existía el mago y sus experimentos, casi siempre su labor era la tomar notas y preparar determinados pasos para los experimentos, a veces Kalingar le permitía lanzar algunos de los conjuros necesarios para moldear la energía arcana, pero cuando más disfrutaba Ekarion era cuando el mago le pedía su opinión o cuando se ensarzaban en discisiones acerca de si tal o cual efecto sería más apropiado... Éste había sido uno de esos dias y la tarea había terminado temprano, quizá podría aprovechar la tarde para visitar a Alea y hacerle compañia... quizá hoy sería el dia... no... no podía pensar así, debía acudir con la mente clara y preparado para lo peor.

Pasó por su celda y tomó varios pergaminos y una carbonilla, también tomó un par de Iris de la maceta en las que las criaba, era la flor favorita de Alea y parecía reconocerlas cuando se las llevaba. Le llevaba una por semana, cuando la planta las reponía, y este día había dos flores. Los pasillos del asilo lo deprimían, pero al menos eran mejores que las celdas del sótano de Zho'aminth. Cuando llegó a la habitaciónle sonrió a Irmlinde y le dió una de las flores - Gracias por cuidar a Alea - le dijo - Hoy la planta tenía dos flores y sería una pena que una muriera en mi celda, tu la ciudaras mejor. - luego entró en la habitación y tras hacerlo se preguntó como podía interpretarse ese regalo, no lo sabía y ahora no importaba.

Caminó hacia ella y observó el dibujo, no sabía si lo había hecho ella o si sería un regalo, como fuera ella no levantó la mirada y, a pesar de que se había dicho que no albergaría esperanzas, algo se resquebrajó en el interior del dragón. Acercó una silla y se sentó frente a ella, observó sus muñecas y tomó nota mental de preguntarle a Irmlinde lo que había pasado. Respiró profundo y dejó el Iris sobre el dibujo - Hola Alea, ¿como has pasado el día? - no sabía si habría respuesta o no, no sabía si lo reconocería... Tres años de incertidumbre, de miedo, de hastío y de amarguras, de esperar una sonrisa que llegaba esporádicamente y cuando lo hacía iluminaba su vida y le daba fuerza para tres años más. 

Cargando editor
03/11/2019, 17:43
Alea

Tal y como esperaba, Alea no dijo nada cuando puso la flor sobre el dibujo y tampoco cuando preguntó. Tras unos segundos, simplemente cogió la flor para apartarla y ponerla a un lado de la cama, para seguir mirando el dibujo. Al menos no había tirado la flor ni la había arrugado en el puño, era algo pequeño, pero significativo, para el dragón.

Ekarion tomó aire para volver a preguntar cuando Alea le dio la vuelta al dibujo para mostrárselo.

-¿Te gusta? -le preguntó de forma directa, mirándole a los ojos.

El dibujo estaba hecho sobre pergamino, del mismo tipo de material que él usaba para escribir sus conjuros o había en las páginas de su libro. Estaba pintado con carboncillo, era el garabato de un niño, una redondez para el cuerpo, cuatro palitos para los brazos, un círculo para la cabeza y dos triángulos para las orejas. Podía ser cualquier cosa.

-Me lo ha traído Samuel -continuó Alea. Suspiró-. No se le da muy bien dibujar. No entiendo por qué me lo ha dado. Tampoco entiendo por qué mirarlo me hace llorar. Oh, ¿y esto?

Lanzó el dibujo por encima de su hombro para desentenderse de él y cogió la flor, como si la viese por primera vez.

-Esto sí es bonito -comentó, acunando entre sus manos la flor que Ekarion le había traído. Sonrió-. Es la segunda vez que me traen una flor.

Cargando editor
03/11/2019, 23:16
Ekarion

Ekarion observó el dibujo y sintió que se le erizaban las escamas de la nuca, ese dibujo no era de Samuel, sabía suficiente de trazos y carbonilla como para saber que la mano que lo había realizado era la de un niño. Tendría que hablar con el explorador para saber de dónde había sacado el dibujo. Aun así le alegraba saber que estaba en uno de esos días en los que recordaba al explorador.

Cuando Alea mencionó la flor recorrió la habitación con la vista, una rosa descansaba en un jarrón, por lo que parecía llevaba un par de días allí.

- Me alegro de que te guste Alea, las cultivo para ti porque sé que son tus preferidas. - Su mano quería alcanzar su mejilla, pero las últimas veces que lo había intentado no había terminado bien - Me gusta esa flor, ¿También te la trajo Samuel?

Alea miraba la flor con regocijo, acariciando los pétalos. -No - respondió - Fue un regalo por portarme bien.

Ekarion le sonrió a su hermana y asintió con la cabeza, una sonrisa de aprobación y un gesto que le recordaba a los que había recibido de su madre de niño. Alea ya no era una niña, pero su mente fragmentada necesitaba esos mimos para reconstruirse. Hoy era un buen día. - Te felicito - tenía ganas de preguntarle si lo reconocía, pero sabía que si no era así ambos saldrían lastimados. - Cuéntame ¿Quién te dio el premio, que hiciste de bueno?  - dijo con alegría, sabía que preguntarle por algo pasado era un arma de doble filo, si lograba recordarlo se sentiría bien consigo misma y el día bueno mejoraría, pero si no era así se pondría triste y habría que hacer algo para recuperarla.

- No me quejé ni una vez - Fue la orgullosa respuesta de Alea

Ekarion pensó en varias posibilidades, el antebrazo vendado era una de ellas, sólo esperaba que no la estuvieran haciendo sufrir - Que bien ¿Y de que podías quejarte? - Dijo en un tono jovial.

Ella se mordisqueó los labios, miró la rosa y sonrió, como con nostalgia. - Era guapo - dijo riendo - Quiere pintar cosas bonitas conmigo.

A Ekarion se le hizo un nudo en el estómago, tendría que averiguar quién había ido un par de días antes y llevado la rosa. Quizá estaba confundiendo a Samuel con otra persona... o no. - ¿y que habeis pintado? - preguntó, esperando que nadie estuviera intentando aprovecharse de su inocencia,

- Nada - dijo ella con el ceño fruncido - Yo no sé pintar. ¿Para qué querría pintar yo nada? - Se frotó el brazo vendado con cierta ansiedad.

- Oh - dijo Ekarion en tono casual - Entonces que ha pintado el chico guapo - preguntó con una sonrisa, intentando no centrar su mirada en la venda.

- Todavía nada - respondió mientras se frotaba un poco más el brazo

- ¿Te pica? - Preguntó señalando el brazo

Ella asintió, y Ekarion extendió la mano - ¿Puedo ver tu brazo? - Preguntó amablemente

Cargando editor
08/11/2019, 08:34
Narrador

Alea no puso ningún inconveniente, tal vez pensaba que mostrar su brazo conseguiría aliviar el dolor. Ekarion apoyó el brazo de su hermana sobre su pierna y colocó las manos sobre el vendaje. Murmuró unas palabras en dracónico, su lengua original, el lenguaje de la magia y trató de discernir si algo mágico afectaba a la muchacha. En el brazo en sí mismo no encontró nada, salvo la presencia mágica de la propia Alea latiendo en su sangre, la maldición pulsando bajo su piel, poderosa, tentadora, ancestral. Alea poseía una gran capacidad para lo arcano, sin embargo seguía encerrada en algún punto al que Ekarion no podía acceder libremente. Ni él, ni los hechiceros, ni los sacerdotes. Ignoró la llamada de su propia sangre cuando el rugido de la bestia de su interior se agitó ante la presencia de la joven y centró su atención en la rosa fresca que había sobre la mesita. 

Sí que era mágica. Un examen más atento le permitió saber que solo se trataba de un cojuro de preservación: la rosa permanecería fresca durante al menos, un mes, antes de comenzar su proceso natural de marchitación. Luego miró el dibujo. Aquel garabato tenía mucho más de lo que decía a simple vista, la presencia mágica casi lo dejó sordo y ciego cuando lo miró, parecía estar gritándole a la cara lo mágico que era.

Alea volvió a rascarse el brazo. En esta ocasión comenzó a quitarse la venda. Ekarion intentó detenerla, pero cuando una de las tiras reveló la piel de su brazo, el dragón retiró parte del vendaje para comprobar que lo que veía era cierto. Donde antes Alea había tenido escamas de un lustroso tono carmesí, ahora ya no las tenía, faltaba piel y escamas en un área cuadrada de unos ocho centímetros de lado. Las heridas estaban sanadas, no sangraban, sin embargo parecían recientes.

Notas de juego

Saber (arcano) si quieres saber la escuela del dibujo

Sanar para comprobar el alcance de la herida del brazo

Cargando editor
08/11/2019, 17:05
Ekarion

Ekarion entendía ahora por que le picaba el brazo, seguramente las escamas intentaban recuperar el terreno perdido y ese proceso, como cualquier herida en proceso de sanación picaba. Lo que le preocupaba era cómo se lo había hecho, o quien se lo había hecho y por que. Acarició la zona con cuidado, sopló como hacía su madre cuando de pequeños se hacían alguna herida y a punto estuvo de depositar un beso, algo que Isis hacía después de vendarlos. Sin embargo no sabía como reaccionaría Alea. - Alea, ¿el premio fue por no quejarte cuando te hicieron esto? ¿Es para pintar cosas bonitas? - El dragón intentaba mantener su cabeza fría, pensar como erudito y no como el hermano de la persona con la que estaban experimentando, y lo hacía por dos razones. Primera para no enfadarse y arruinar ese momento en que Alea no estaba ida, en el que podía hablar con ella aunque el tema no fuera el más agradable. Segunda porque si lo hacía terminaría en un lugar peor que el de su hermana.

El dibujo sin embargo le preocupaba un poco más, era un conjuro disfrazado, una invocación específica y permanente, algo muy por encima de las posibilidades de Samuel, incluso por encima de las suyas. - Me gusta el dibujo, ¿Samuel te ha traido otros? - preguntó en un tono que quería ser casual.

Definitivamente cuando saliera tendría que hablar con Irmlinde, estaban pasando demasiadas cosas en torno a Alea que no terminaban de gustarle.

- Tiradas (2)
Cargando editor
10/11/2019, 09:44
Alea

Un vistazo al dibujo le dijo al mago todo lo que necesitaba saber. Se trataba de un hechizo de conjuración, una invocación menor, probablemente serviría para convocar un gato doméstico e inofensivo. O no. Alea no respondió de inmediato, se miraba el brazo y acariciaba la piel sana alrededor de la herida.

-No me hizo daño -dijo al cabo-. No demasiado, me dijo que si no me quejaba, pintaría cosas bonitas conmigo. Dejé que se llevara esto que tengo aquí -señaló sus escamas-. Pero aún me quedan muchas. Siempre vuelven a salir.

Suspiró, resignada. Luego se levantó para acercase a la mesita que había junto a la cama y abrió el cajón. Del interior sacó un fajo de pergaminos y se los dio al mago.

-Estos son los dibujos que me trae Samuel. Siempre los guardo, aunque no sirve de nada hacerlo.

Que siguiera respondiendo sus preguntas y hablando tanto era toda una novedad. Cuando el mago deshizo el lazo que ataba todas las hojas, comprobó que no había ningún dibujo y que todos los pergaminos estaban en blanco.

-Ekarion, ¿qué es esto que siento? -le preguntó entonces, mirándole a los ojos-. ¿Por qué cuando te miro me pongo triste? ¿Por qué siento dolor aquí cuando hablas de Samuel? -preguntó, poniéndose la mano en el vientre.

Cargando editor
10/11/2019, 15:28
Ekarion

El dragón entendió que insistir con lo del brazo no tenía sentido, no quería molestarla con algo en lo que evidentemente no tenía participación intelectual y tratar de conseguir más información sólo la confundiría. Cuando ella le trajo los dibujos, o mejor dicho los pergaminos donde habían estado los mismos, comprobó que la mayoría de ellos aún conservaban trazos de conjuros del mismo tipo que el dibujo del gato. Iba a preguntarle si había notado cuándo se habían desvanecido los dibujos, si ella había estado haciendo algo particular, si había visto a algún animal, e incluso pensó en pedirle que le permitiera conservar algunos cuando sus palabras le formaron un nudo en la garganta. 

Había dicho su nombre, por primera vez en meses y sin que él hubiera tenido que recordárselo, y mas aún reconocía que había sensaciones que no comprendía pero a las cuales podía ponerle nombre. - Quizá porque empiezas a recordar, Alea - Le dijo mirándola a los ojos dulcemente y tomando sus manos - Tu y yo somos hermanos, Samuel es tu pareja y aún te ama, y pasaron cosas en nuestro pasado que no fueron buenas. Quizá el proceso de comenzar a recordarlas te haga sentir triste, y dolorida, quizá esa tristeza y ese dolor signifiquen que finalmente comienzas a volver a nosotros. - le dedicó una sonrisa cálida, suave, y suspiró -  Te amo Alea, y haré lo que sea necesario para ayudarte, estaré a tu lado todo el tiempo que pueda y te ayudaré en lo que me lo permitan. No estas sola, avanza a tu ritmo y nosotros te acompañaremos. - La abrazó suavemente y acarició sus cabellos, besó su frente y la estrechó contra su pecho sintiendo por primera vez en años que su recuperación era posible.

Cargando editor
12/11/2019, 12:58
Narrador

La muchacha respondió al abrazo. Al principo parecía que se lo devolvía, pero luego se quedó quieta, sin hacer nada más, sin responder. Otra vez inmóvil, como una estatua. Ekarion se quedó allí abrazándola, con la esperanza latiendo desbocada en su interior, hasta que al final, decidió que ya no tenía sentido seguir insistiendo. Le dio un beso y se alejó. Alea sonrió como si hubiese hecho algo bien y se sentó en la cama otra vez, colocándose bien la falda de la túnica. Luego se miró el brazo.

-¿Puedo llevármelos? -preguntó el dragón por los pergaminos vacíos.

-Sí. Puedes traérmelos la proxima vez que vengas -dijo ella con tranquilidad.

Ekarion se quedó un rato con ella, hasta que se cumpliese la hora de la visita. Alea no dijo mucho más, se entretenía por la habitación haciendo cosas. Colocaba la rosa. Escribía algo. Leía. Como si su hermano no estuviese allí, pero tampoco lo echaba fuera. Cuando llegó la hora, Ekarion recogió el fajo de papeles y se dispuso a salir cuando recordó el dibujo del gato.

-¿Puedo llevármelo? -preguntó.

Alea lo cogió, negó con la cabeza y Ekarion decidió no insistir. Cuando ya salía, escuchó la voz de su hermana.

-Los dibujos no son de Samuel -murmuró-. Son del artista.

Pero ya no dijo nada más.

Cargando editor
13/11/2019, 20:53
Ekarion

- Descansa Alea, vendré a visitarte cuando pueda - djo Ekarion, y salió de la habitación. Sus pensamientos eran un trobellino, una lluvia de ideas y recuerdos que la mente del dragón fue atrapando y acomodando en compartimientos hasta que todo quedó acomodado y ordenado. Necesitaba información, y su primera fuente estaba ahí mismo, tan pronto como hubo guardado los papeles en su morral buscó a Irmlinde.

No le costó mucho ubicar a la enfermera, estaba en su puesto en la entrada de las celdas, una habitación pequeña con un escritorio, un catre, y un par de sillas. Golpeó el marco de la puerta abierta - Irmlinde ¿Tienes unos minutos? quisiera hacerte unas preguntas sobre Alea. - le mujer estaba bebiendo una infusión y leyendo unas notas, y le señaló una de las sillas, Ekarion se sentó y esperó a que ella le indicara que podía comenzar.

- ¿Cuando fue la última vez que Samuel visitó a Alea, y con que frecuencia lo hace?

Cargando editor
14/11/2019, 12:33
Irmlinde

Irmlinde le sirvió un té, aunque él no lo había pedido.

-¿La última vez? Un mes, más o menos. Ya sabes que el chico no viene mucho y cada vez viene con menos frecuencia -dijo-. A Alea no le hace ningún bien su visita, creo que lo sabes. Siempre que Samuel se marcha, ella se pasa los días llorando. Le trae dibujos, muñecos, tallas de madera, incluso le trajo una hermosa piel de lobo gris que tuve que sacar de su habitación. No es un mal chico y es evidente que siente algo por ella, lo que, por cierto, es todavía más peligroso.

Ekarion no pareció comprender qué había de peligroso en ello y la sacerdotisa suspiró. Dejó el té sobre la mesa.

-¿No es evidente? Estáis bajo la protección de la Torre, pero las leyes del Imperio siguien teniendo influencia. Tu hermana no es humana y no se puede hacer nada contra eso.

Cargando editor
14/11/2019, 17:03
Ekarion

Ekarion se sonrojó violentamente y bajó la cabeza, algo que dado el color de sus escamas y su cabello le otrogaba un aspecto monocromático bastante juvenil - Es cierto - murmuró cabizbajo - a veces olvido cuiertas leyes del imperio que no me afectarán nunca. - el dragón meneó la cabeza, no tenía idea de lo que provocaban las visitas de Samuel en su hermana, o mejor dicho su ausencia. - No, no sabía cómo la afectaban sus visitas, lo cierto es que es la primera vez que la veo coherente en meses y ninguna de las cuidadoras anteriores hablaba conmigo. - levantó la vista y le sonrió, su piel ahora tenía un tono normal. - Gracias por eso.

Tomó un sorbo de te y sonrió, era bueno, seguramente algo que ella misma había traido. - Por cierto, ¿Habéis encontrado animales pequeños en su habitación? Sobre todo después de las visitas de Samuel. - tomó algo más de te mientras esperaba la respuesta; luego pasó a otro tema.

- ¿Sábes algo del tratamiento que están realizando? Ese por el cual le quitan escamas del antebrazo para dejar expuesta la carne. Quisiera entender que es lo que pretenden para ver si puedo idear una forma menos dolorosa, quizá si pudiera hablar con quien la está tratando pueda ver alguna forma de ayudar. 

Cargando editor
15/11/2019, 08:51
Irmlinde

Irmlinde le sonrió con afecto, era una mujer que a Ekarion le daba confianza y en su compañía se sentía seguro.

-En mi opinión, te diré que no es una ley justa. No me corresponde juzgar los corazones de otras criaturas, como tampoco me corresponde decidir si viven o mueren. Permito las visitas del hombre porque tanto él como ella necesitan verse, pero hay que tener cuidado.

La cuidadora mordisqueó una galleta mientras se producía un apacible silencio.

-¿Animales? Sí, algún ratón o un pájaro que se cuela por la ventana, nada serio. No sé decirte si tiene relación con las visitas del señor Samuel -dijo, pensativa-. Podría tener relación, a fin de cuentas, es un guardabosques; supongo que podría traerle animales, pero no está permitida la compañía de mascotas. Yo creo que la ayudaría mucho tener una, podría cuidarla y se sentiría útil. Sophia tuvo un pájaro, pero la pobre hizo caso de sus voces y liberó al animal. Se deprimió bastante después de eso, pero mejor que lo hubiese liberado y no hiciese caso de las voces que le pidieron matarlo. Me pregunto qué pasará por la mente de esa chica...

Estaba hablando de otra de las internas, una joven humana que estaba en la celda contigua a la de Alea.

-No sé a qué tratamiento te refieres -respondió a su última pregunta-. Mi trabajo es cuidarla para que se sienta lo mejor posible después de que tú mismo u otros hechiceros vengáis a visitarla. Estoy totalmente en contra de permitir que otros la toquen, pero lamentablemente, en algunas ocasiones, no tengo autoridad para impedirlo. No sé qué es lo que hacen con las escamas de su brazo, es la primera vez que le hacen algo así. ¿Se ha quitado el vendaje? Ahora tendré que comprobar como está.

Cargando editor
15/11/2019, 22:50
Ekarion

Ekarion suspiró, lo cierto era que de alguna manera Alea lograba conjurar los animales, pero no lo recordaba. Lo de los experimentos, podía molestarle, podía dolerle porque era su hermana, pero al igual que le pasaba a Irmlinde él no tenía poder para detenerlos. -Si, se sacó la venda, dice que le pica, que le arde. Sabes cuanto hace que lo hicieron y quién se lo hizo... ¿Puedes decírmelo? quiero ver si puedo averiguar que intentan hacer... no me gusta que la lastimen pero nada puedo hacer por impedirlo que no sea peor que lo que hacen.

- Sé que Alea te importa, se que tus internas son para ti algo más que unas muñecas rotas con las que jugar como eran para tu predecesora.- sacó uno de los pergaminos y se lo mostró - Pongo en tus manos un conocimiento que puede costarme caro a mi, a Alea, y a Samuel, pero que sé que en tus manos está a salvo. Este es uno de tantos dibujos que Samuel le envió a Alea, queda el último dentro, es un gato, los dibujos son pergaminos de conjuración que de alguna forma Alea logra activar. - miró a Irmlinde a los ojos - Necesito que prestes atención para saber cómo y cuando lo hace, porque o bien no recuerda haberlo hecho o dice no saberlo. Es un gato doméstico y por lo que entiendo del conjuro es permanente... si lo ves y no puedes dejarlo con ella por favor avísame y vendré a buscarlo.

Cargando editor
17/11/2019, 12:28
Irmlinde

-Fue hace un par de días -explicó la cuidadora-. Un joven llamado Angelo F... ehm... Fres... No recuerdo el apellido. Vino solo, con un sello de la Torre, para examinar a Alea. Estuve con ellos un rato hasta que me pidió que los dejara a solas. Al salir, me pidió que le cuidara el brazo y así lo hice. No sé qué hace con sus escamas, nadie, que yo sepa, hace uso de ellas. Es su piel. Quizá quería hacer alguna de esas investigaciones sobre especies... o algo por el estilo. Le trajo una rosa como recuerdo, es muy bonita.

Inrmlinde tomó los pergaminos y los observó, sorprendida.

-¿Pergaminos mágicos? -preguntó, un tanto alarmada-. Pero están prohíbidos. ¿Cómo podría él...? Tendría que dar aviso a la Torre por esto, Ekarion. Y ese gato, oh, puede ser tremendamente peligroso.

Cargando editor
17/11/2019, 18:10
Ekarion

El dragón meneó la cabeza contrariado, no quería que impidieran las visitas de Samuel, y eso sería seguramente lo que ocurriría si Irmlinde lo denunciaba.- Considera a la torre avisada - dijo mostrando la marca grabada en el dorso de su mano - me he llevado todos los pergaminos utilizados y sólo le he dejado el gato a Alea porque ella no quiere entregarlo y no quería irme peleando con ella. Además, como te digo, me interesa saber cómo los utiliza y cuando y para eso te necesito a ti. Estudiaré los residuos de magia de estos pergaminos, sólo te pido que tan pronto como Alea invoque al gato o el mismo sea invocado de alguna forma me avises. Vendré a buscarlo y me haré cargo de cualquier daño que pueda hacer, considera ésto como un nuevo experimento de la Torre... uno un poco más "humano" que la remoción de escamas. Ya he realizado un par de experimentos aprobados por Kalingar y estoy seguro de que él aprobaría el método. No creo que el gato sea peligroso, es un simple gato doméstico por lo que he conseguido identificar del pergamino, pero si me dices por que lo consideras tremendamente peligroso podría pensar en otra manera de sacar el pergamino sin hacer enfadar a Alea.

Tomó el pergamino y lo guardó en su morral - Por cierto, Alea me dijo que el que le removió las escamas le prometió que "pintaría cosas bonitas con ella". Por ahora se me ocurren dos posibilidades, o bien intentará hacer un tatuaje o un dibujo en su piel antes de que sus escamas crezcan, o las utilizará como componente para un pigmento. Hablaré con él si puedo, y determinaré si lo que hace es peligroso para mi hermana. - Se levantó y le dio la mano - No quiero robarte más tiempo, si quieres te enviaré una nota aprobando el experimento del gato firmada por Kailngar mañana por la mañana, o antes si puedo ubicarlo.

Cargando editor
17/11/2019, 20:53
Ekarion
- Tiradas (1)
Cargando editor
19/11/2019, 14:09
Narrador

Ekarion abandonó la Torre de la Negación para dirigirse a la Torre de los magos. Poseía información muy sensible sobre su hermana, información que nadie, ni siquiera Kalingar, le había ofrecido. Sabía que no era más que un esclavo del Imperio pero, ¿qué menos que decirle si su hermana estaba siendo investigada o su piel usada para fines desconocidos? Lo primero que hizo fue poner al corriente al mago al que estaba asignado. Aunque era su colega de profesión, Ekarion no dejaba de sentirse esclavo de los deseos de otros, pero si eso ayudaba a Alea, lo soportaría. Vendrían tiempos mejores.

Su maestro, como de costumbre, no le dio la más mínima importancia al principio. Ekarion se lo explicó una vez y Kalingar solo escuchó sin levantar la cabeza de la tarea que estaba escribiendo sobre un pergamino. El dragón volvió comentarlo por segunda vez, en esta ocasión Kalingar prestó más atención.

-¿Conjuración con dibujos? -se mantuvo pensativo unos segundos, observando los pergaminos de Ekarion-. No conozco a nadie, personalmente, capaz de hacerlo. Es una técnica compleja, leí sobre ella en la Biblioteca, pero requiere un excelente dominio de la escuela y capacidad artística. Los magos no tenemos tiempo para esas cosas... Yo no di autorización para hacer eso sobre tu hermana -respondió cuando preguntó sobre el extraño visitante-. Evidentemente, algo así, lo habría sabido. Pasaron por encima de mí, tendré que averiguar quién ha sido. Pero, como todo cuanto pasa en la Torre, cuanto menos sepas, muchacho, mejor.

Con tan poca información, Ekarion dedicó parte del día a preguntar a los maestros de la escuela de conjuración. Todos estaban demasiado ocupados, ninguno podría atenderle en el día de hoy, así que seguiría investigando por otro lado hasta que al menos un especialista pudiera explicarle algo más. Habló también con los sirvientes, pero nadie conocía al llamado Angelo Fresc... algo más, que había mencionado Irmlinde. 

Se quedó despierto hasta muy entrada la madrugada, antes de retirarse a dormir. Quizá podría preguntar a otras personas fuera de la Torre, estaba claro que allí dentro, el centro del conocimiento de la capital, nadie sabía nada.

Cargando editor
20/11/2019, 18:01
Ekarion

Ekarion descansó lo necesario para poder preparar sus hechizos por la mañana, y pasó una hora con su libro de conjuros una vez despierto, acomodando el conocimiento arcano en las estanterías de su mente. Durante ese período forzó el problema del tal Angelo fuera de su foco de atención, y una vez hubo terminado de estudiar desayunó, pensando en que pasos podía seguir para encontrar a tan elusivo y bien conectado imbécil.

Dedicó veinte minutos a "decorar" su cuerpo con dos tatuajes que le permitieran canalizar su energía arcana. Uno para evadir mejor cualquier peligo y otro para fortalecer su resistencia a cualquier visicitud del día. Había adquirido la costumbre de fortalecerse de esta manera los días que sabía que estaría fuera de la torre, o si los que los experimentos en los que colaboraría con Kalingar serían relativamente peligrosos. No era una precaución precisamente barata, pero era menos cara que su propia vida y los tatuajes l acompañarían todo el día.

Cuando estuvo listo recogió sus cosas y se encaminó a la puerta de la torre, en el camino pasó por la biblioteca y buscó a su mentor. Tuvo que llamar su atención un par de veces, pero finalmente consiguió que se enfocara en él - Kalingor, voy a ir a la ciudad a comprar algunas cosas, ¿Necesitas que te traiga algo? y ¿A que hora me necesitas de vuelta en la torre? - Esperó su respuesta y siguió su camino, antes de salir tomó un trocito de cuero de su bolsa de componentes y conjuró una armadura de mago mayor... podía estar en la ciudad más segura del imperio y llevar una túnica de la torre, pero seguía siendo un dragón y los humanos a veces se dejaban llevar por su odio irracional.

Mientras caminaba hasta el edificio de los cazadores pensaba en cómo podía ubicar al tal Ángelo, le pediría a Tass que le indicase con quién podía hablar al respecto en la guardia, desúés de todo no hacía mucho que ella había sido su capitana. Aún así debía ampliar el círculo de búsqueda y para eso necesitaba saber con quien trataba. Sabía que no era un mago, no al menos uno de la torre, y por las palabras de Alea sospechaba que tenía una veta artística. Quizá debiera preguntar en la comunidad de artistas de Akraleuka, su maestra de dibujo quizá supiera algo y el tatuador que le había enseñado el oficio era otra posibilidad. Angelo Fres... ¿qué? nisiquiera tenía un nombre completo.

Notas de juego

Conjuro Crear tatuaje dos veces:
1) Aumento de CA de desvio +1, Artesania dibujo CD 10
2) Bonificador de +2 a las TS, Artesanía dibujo CD 15

Conjuro armadura de mago mayor
Duración 7 horas, CA +6