Partida Rol por web

Te diriges a tu casa con el deber de aquella tarde cumplido; vuelves de pegarle una paliza a un imbécil que se había atrevido a vender marihuana en la zona norte de la ciudad sin pedir permiso a Jose Luis. Cada vez que el pobre cabrón vaya a liarse un porro, se acordará de ti cuando vea la falange que te has llevado de su dedo corazón derecho (te lo enseñó a modo de saludo, así que creíste conveniente darle una pequeña lección de educación). Nada más abrir la puerta del bloque de pisos en el que vives (uno de los pisos francos de la banda), te encuentras a un tipo esperándote. Es otro de tu banda; se llama Pablo, o Pedro, o que coño importa; los nombres latinos se te dan fatal. El hombre te saluda y te entrega un sobre sellado.

- Hola manito. Un pendejo ha dejado esta carta para ti. Han llegado dos esta mañana, una para ti y otra para el jefe. Me dijeron que te la entregase en persona. ¿Que tal ha ido el trabajo?

Te encontrabas durmiendo, descansando de otra noche de fiesta, cuando oíste una serie de golpes en la puerta. Cuando te incorporaste y te despejaste lo suficiente como para preguntar quien era, respondió la voz de tu tío.

- Soy yo cariño. Ya son más de las tres de la tarde. Vístete y baja cuando puedas, que vamos a hacer el ensayo de la presentación del nuevo espectáculo. Por cierto, ha venido esta mañana un caballero que ha dejado una carta para ti; te la paso por debajo de la puerta.

Un día más en Las Vegas. Con este, ya ha pasado una semana desde que llegaste a la ciudad. Habías dejado atrás Europa, tomado un avión en París y aterrizado en Nueva York. Después de un larguísmo viaje en autobús, te habías alojado en un hotel de mala muerte que poco o nada tenía que ver con los lujosos hoteles-casino por los que la ciudad era famosa. Era lo máximo que tus ahorros te permitían, y lo cierto es que cada vez eran algo más escasos; o tenías un golpe de suerte pronto, o tendrías que ponerte a trabajar. Durante esta semana te habías dedicado a vagar por la ciudad, para ver si el Destino de revelaba algo, pero nada. Y aquella tarde no parecía que fuese a ser mejor. Tu padre se estaba tomando su tiempo.

De repente, oyes a alguien detrás de la puerta de tu habitación. Pasan una carta por debajo de la rendija. No tiene remitente, ni dirección, ni nada; solo pone tu nombre.

Aquella tarde te encontrabas vigilando uno de los laboratorios donde cortabais la coca que os llegaba desde Colombia. Pura rutina; lo único destacable es que habías enviado a Abdallah a que se encargase de un idiota que se había puesto a vender marihuana barata en la zona Norte de la ciudad; ahora estaría sacándole la mierda a hostias. Llaman a la puerta, y entra uno de tus hombres, con un sobre en la mano.

- Jefe, algún pendejo ha dejado esto en la puerta, y creo que es para usted. Había otra dirigida al moro; le he dicho a Pablo que se encargue él de entregársela.

Otra tarde más vigilando el museo del Takamagahara. El casino había sido inaugurado hace menos de una semana, y la afluencia de gente era inmensa; nuevos ricos y snobs se agolpaban en las salas del casino-museo dispuestos a dejarse sus fortunas ya fuese en las máquinas tragaperras, en los juegos de cartas o pagando la carísima entrada al museo. Llevabas tan solo cuatro días en Las Vegas, pero habían sido bastante ajetreados debido a la clientela. Cuando reparaban en ti, te miraban con curiosidad; aunque llevabas el mismo uniforme que todos los demás vigilantes, eras la única que además llevaba una katana. La gente se te quedaba mirando, preguntándose si realmente eras una vigilante de seguridad o formabas parte de la ambientación del museo. Eso en Japón no pasaba; la gente era con creces mucho más educada.

La tarde parecía discurrir con normalidad, hasta que uno de tus jefes se te acercó, te saludó y te entregó una carta. 

- Lamento interrumpir tu trabajo, pero acaba de llegar esto para ti, Dai-san. El hombre que la ha traído ha insistido en que era importante y tenías que verla cuanto antes.

Inmediatamente al despertar conecto los golpes de la puerta con los pisotones al bailar de aquellos enormes pies de mi sueño. Bailaban al son de una canción para invocar a Legba, parecida a la que utilizo en mis propias sesiones pero a la vez distinta...cuanto más intento pensarlo más insegura estoy de ello. Los combinados de ron siempre suelen traerme los sueños más bizarros, pero no puedo evitarlo: son mis favoritos.

Por pensar en ello, rememorar algunas cosas de la noche anterior para tenerlas presentes en mente (y para volver a recrearme con los recuerdos de la fiesta) y sonreír para mí misma mientras me peinaba un poco con los dedos, me pierdo algunas de las palabras de mi tío. Que baje y que me pasa una carta, creo que ha dicho.

Estiro todo mi cuerpo al bajar de la cama, y no me acerco a la puerta para coger la carta hasta que no estoy satisfecha. Después, si que me acerco y me agacho a cogerla para leerla.

Aquella tarde estaba siendo ajetreada; te encontrabas atendiendo por el móvil a uno de tus clientes, mientras que redactabas en tu tablet el nuevo anuncio de tu software, que saldría a todo color en todos los diarios informáticos de Estados Unidos. Mientras discutías unos términos de la licencia, tu secretaria entró en tu despacho.

- Señorita Watson, han dejado en mi mesa una carta para usted. El hombre que la ha traído decía tener prisa y se ha marchado. No tiene remitente, ni dirección; solo su nombre. Se la dejo encima de su mesa.

La mujer deja la carta encima de tu mesa, y se dirige diligentemente a su despacho.

- Arigato dijo inclinando la cabeza agradeciendo la carta. Le era raro no reverenciar a sus jefes, asi como a la gente de respeto, pero America era otro mundo, que nada tenía que ver con el suyo y tanta reverencia inicial terminó por incomodar a todos, así que le hicieron prometer que solo lo haría en ocasiones importantes y que inclinara solo la cabeza. Pero por mucho que Dai lo intentaba el cuero quería inclinarse también, se mordía la lengua insistentemente, para aguantar su movimiento y contenerse, pero no llevaba toda la vida haciéndolo y le costaba cambiar algo que consideraba era necesario.

Tras revisar la carta por fuera, se apartó un poco de la multitud y procedió a abrirla para leerla.

Hay días en las que un desarrollador de software se encuentra con que no tiene nada que hacer y puede dedicarse a investigar las nuevas técnicas que salen a la luz, y otros en los que tienes que recuperar las horas de los días muertos. Marielle se encontraba en los del segundo tipo, sin embargo, a pesar del trabajo que se acumulaba, no cesaba en atender al cliente. Se había acostumbrado a poder hacer tareas sencillas con su tablet mientras atendía asuntos más importantes por móvil.

Con un leve movimiento de cabeza despidió a su secretaria, quizás no la mejor que podría haber conseguido en Las Vegas, pero la sincronización que había encontrado en ella era algo que valoraba muchísimo. Había aprendido cuándo podía molestarla y cuándo no, incluso de qué maneras le iba a sentar mejor o peor. Dejando a un lado su tablet, empezó a abrir la carta para echarle un vistazo. No estaba segura de qué podía ser, pero tenía una vaga idea. Mientras tanto, arreglaba con el cliente los problemas de licencia.

Erick estaba revisando os cada vez más escasos fondos que le quedaban. Desde luego Las Vegas no era una ciudad para estar sin dinero. Y eso que a él no le interesaban los juegos de azar ni los demás espectaculos que tiene la ciudad.

La verdad es que se había habituado demasiado a que su padre le indicara la dirección, y seguramente el no haber tenido ninguna visión era para enseñarle algo de humildad.

Decidió resignarse. Cuando su padre lo considerara oportuno contactaría con él.

Cuando escuchó a alguien al otro lado de la puerta agarró instintivamente su bastón. No parecia que fuese a entrar y en su lugar pasaron un sobre por debajo de la puerta.

Erick miró hacia el techo con una sonrisa, y sacudiendo la cabeza recogió el sobre. Parecia ser una carta. La abrió.

-Como siempre, aburrido, Jose Luis deberia dejar de enviarme a pegarle matones de segunda. A este paso, voy a tener que regalar las calaveras que tengo en el armario, para hacer espacio.

Dije en broma, luciendo una sonrisa blanca e impoluta, solo que no era una broma, y no era una sonrisa. Mi padre me habia enseñado muchas cosas, en el poco tiempo que nos veiamos, una de ellas, era recordar que los humanos solian mostrar los dientes, en señal de agrado y felicidad, sin embargo, las bestias solo sonreian en un tipo de ocasion, para mostrar que tenian colmillos con los que atacar, desde entonces, me he convertido en ese tipo de personas, cuyos enemigos suelen verle sonreir, mas que sus propios amigos. La gente que me cae muy bien, dice que soy aburrido por ese hecho, mejor, mi faceta divertida solo le hace gracia a mi, y cualquiera que disfrute del festin de carne y sangre que dejo tras de mi.

La otra cosa que me enseño, es que puedo honrar su memoria, sacrificando cadaveres y personas a los cocodrilos, o caimanes, si estamos faltos. Nunca he preguntado mucho sobre el tema, pero no es un tema que me agrade, me cuesta bastante meter manos cortadas en la jaula de los caimanes, y los pocos que conocen que lo hago, me miran como si fuera un fetichista que se excita ante la vision de los lagartos compitiendo por los restos del pedofilo de la semana. Seria mas comodo, comprar carne de ternera del supermercado, y usarla como sustituto de los miembros que guardo en la nevera, pero no es mi lugar cuestionar ordenes, si Sobek lo quiere, incluso yo mismo me como los genitales de quien sea.

-¿Asi que un pendejo?- Pregunte curioso, mientras recogia el sobre, abriendolo al instante.- ¿Y exactamente que pinta tenia?¿No sera una de una banda rival, verdad? Estoy hasta los huevos de recibir cartas de amenaza, la ultima vez que me pico un escorpion guardado en una caja, tuve que pasar una semana usando cremas anti-mosquito para bajar la inflamacion.

Para no estarme poniendo un post a cada uno con el mismo contenido, la carta que os llega a todos es la misma.

" Saludos. Me pongo en contacto con usted para comunicarle que su benefactor ha preparado una reunión de suma importancia. Es indispensable que acuda al 24 Horas de Earl, en Las Vegas Norte, a las tres de la mañana del día siguiente al que reciba esta carta. Allí se reunirá con usted un representante de su benefactor que le dará más instrucciones. Atentamente (la firma es irreconocible)"

El mensajero te devuelve la sonrisa, aunque por su expresión notas que no le complace demasiado verte sonreir

- No manito, no era nadie que hubiese visto antes. Vestía muy estirado, y hablaba con mucha pompa. Te juro que me han entrado ganas de pegarle un navajazo y salir corriendo con su cartera.

Marielle se quedó unos momentos muda cuando leyó la carta. Al otro lado del teléfono, el cliente la llamaba preocupado por si le había ocurrido algo. Gracias a eso salió de sus pensamientos pidiendo disculpas. Ahora, se centró únicamente en la conversación con el cliente para zanjarla lo antes posible.

Cuando pudo colgar, se puso manos a la obra con el anuncio. Había que hacerlo bien, pero no podía pasarse meses haciéndolo. Contenta con el resultado, lo envió y volvió a leer con más detenimiento la carta.

"A las 3 del día siguiente al que reciba la carta... eso significa que hoy no voy a poder dormir hasta que terminemos la reunión... Quizás sea mejor que vea si tengo citas para mañana y las anule"

Se levantó y se acercó a su secretaria.

-“Disculpa, ¿mañana tengo algún compromiso?”

Erick leyó interesado la carta.

Pues no. No es una carta de padre. O por lo menos no es su estilo. Aunque habla de benefactor él no suele ser tan abierto con el tema.

Se sentó en el cuchitril que tenía por cama y examinó con más detenimiento la carta. por si había alguna pista que se le escapase. Sobretodo le incomodaba que la firma fuese tan rara.

"¿Benefactor? Pero el unico benefactor que conozco es...Joder, esto es gordo. Lo huelo, esto va mas alla de la basura de misiones que he tenido ultimamente ¿Acaso los Titanes andaban cerca, y los Dioses habian dedicido hacer algo util con los perezosos de sus hijos? Necesito saber de que va esto." Aparto la mirada un momento de la carta, guardandomela en el bolsillo aprisa y arrugandola en el intento, no queria tener esto a la vista de nadie. Vuelvo a concentrarme en Joselito, o Comoseasunombre, pero esta vez no sonrio, ha hecho un buen trabajo entregandomela, y no siendo tan estupido para matar al mensajero.

-Tengo que hablar con Jose Luis de esto.- Apremie urgente, sin dar explicaciones. En la banda, yo tenia mas categoria que este lacayo, asi que podia permitirme, el privilegio de tener que dar explicaciones por cada maldita cosa, lo cual viene bien, porque a veces, explicar la maldita cosa, requiriria hacer explotar la mente de un mortal, ante la concepcion de Dioses y Titanes usando la tierra como tablero de juego.-¿Sabes donde esta?

Dai leyó la carta dos veces. Le parecía muy extraño la hroa de la reunión y el lugar. Además de que no reconoció la firma. Dobló la carta pausadamente y la metió de nuevo en el sobre, volvió a doblarlo y lo guardó en su bolsillo dentro de la chaqueta, sin duda sería importante, aunque estaría alerta, le parecía muy sospechoso todo aquello.

Mañana a las 3 en el 24 Horas de Earl. lo pensó un par de veces, sabía que no lo olvidaría. Después se concentró de nuevo en su trabajo.