Partida Rol por web

Los primeros rayos del sol se alzan bañando las praderas del unicornio con su dorada estela. A orillas del lago los pescadores preparan la jornada remendando las últimas redes, preparando el cebo y cargando las cestas de bambú donde traerán los peces de vuelta.

-Sumimasen honorable, el alba se alza.-

Con esa frase Goro os despierta uno a uno con suma delicadeza. A medida que llegáis al salón veis a Shosi Kumako tomando un desayuno frugal a base de sushi.

El cuidador os despierta con cierto temor como corresponde a un hombre de su categoría.

-Está amaneciendo.- Os dice. -Señor...- continúa hablando con Ide Shido Miko. -Ha empeorado....- sin saber nada más que decir hace una reverencia evitando miraros a la cara.

Zhuo puso agua y forraje suficiente para su yegua. Mientras ésta se alimentaba, la samuraiko cepilló, limpió, y examinó al animal sin decir palabra. Luego, ordenó al mozo que le pusiera la silla y las bridas con cuidado advirtiéndole que suele morder a los desconocidos a la menor sensación de dolor.

Cuando terminó se fue a desayunar, y a ver a los demás.

— Por mi parte, podemos ir al mismísimo Jigoku cuando gustéis.

Las palabras de Goro me despiertan. Espero a que Goro se retire y me incorporo con las mantas aun pegadas a la cara. Me quito las sabanas y tambaleandome me acerco a un barreño de madera con un poco de agua que había dejado la noche anterior. Con el agua fría me lavo la cara para intentar despertarme un poco y no tener cara de muerta... a ver si me van a confundir con un zombie... Una vez un poco más espabilada me visto, recojo mis cosas y parto al salón a por el desayuno.

Aun con cara de sueño entro en la sala y vislumbro a la escorpión y a Ide Zhuo ya preparada y desayunando. Con cara de mala leche hago una leve inclinación de cabeza y me siento cerca. Agarro los palillos y empiezo a comer para llenarme la tripa... hasta que no coma algo no creo que me espabile en condiciones, así que me centro en la comida momentáneamente.

Tsuruchi despertó al aviso del posadero. Tranquilamente hizo sus ejercicios de estiramiento, se vistió y comprobó sus armas. El arco estaba tensado y la cuerda encerada. Recogió las flechas limpiadas a conciencia y se encaminó a la sala.

Allí pudo ver que no era el último. Sin duda al ronin se le habrían pegado los párpados al no estar acostumbrado a levantarse tan pronto.

-Buenos días.- Dice inclinándose en una reverencia a los presentes. Después se sienta y comienza a desayunar.

El alba aparece en el cielo y me despierto, arrepentido de haber bebido ese poco de sake de más, pero cuando estás tan seguro de que ese puede ser tu último día, empiezas a intentar disfrutarlo sin dilaciones.

Me pongo de pie y comienzo a hacer ejercicio en mi habitación. Flexiones de brazos, abdominales, sentadillas y demases. Todo lo necesario para mantenerme en buen estado físico. Luego, me siento a meditar. Desde hace unos meses tengo la costumbre de hacerlo pues me ayuda a ordenar mis ideas. Me ayudan a mantener mis fantasmas encerrados donde no pueden atormentarme.

Finalmente me pongo de pie y me aseo antes de vestirme. Lavo mi cara, mis manos y mi torso, antes de pasarme los dedos para acomodar un poco mi pelo. Desde que soy un ronin que no utilizo moño, por lo que mi cabello ha sido uno de los que más ha resentido el cambio. La verdad es que no me importa.

Tomo todas mis pertenencias, incluidas mis armas y papeles de viaje, habiendo ya armado mi furoshiki, preparado para partir hacia el pantano como lo indicó la mujer Soshi.

Bajo al salón principal, para comprobar que casi todos han llegado, solo faltando Ide Shido Miko. Me acerco al grupo y les saludo con una profunda reverencia:

 - "Buenos días, samas."

Me siento junto con ellos y pido también un desayuno para comer. Probablemente no me contentaré con algo tan simple como sushi, pues aunque no los dejaré irse sin mí, no pienso salir de ahí sin el estómago lleno. Comer rápido es una de mis mejores competencias.

El amanecer del nuevo día trajo pesar antes que esperanza y alegría. Mi corcel empeoraba.....los cuidados de aquel buen hombre no eran suficientes aunque aún existía alguna posiblidad.

Un silbido en lo más alto del cielo hizo que alzase la mirada dibujando una leve sonrisa en mi rostro. La posada se encontraba a pocos metros de mí un lugar idóneo para desayunar, retomar fuerzas y subir la moral.

Un poco más animada con el estómago lleno y viendo que ya estabamos todos inicié un poco la conversación. - Ide Zhuo-sama, ¿no váis a comer? No sabemos cuanto va a durar esta misión y si tenemos algún enfrentamiento es importante tener energias. - En ese momento me paro y me viene a la cabeza una cosa, me giro mirando al tabernero. - Goro, ¿podrías prepararnos raciones para un par de días? prefiero ir preparada y que me sobren los recursos a encontrarme necestiada en algún momento. - Termino la frase con una sonrisa al tabernero.

-Por supuesto señorita Hiruma.- El posadero desaparece tras la cocina.

Una vez todos reunidos y debidamente alimentados, Kumako deja sobre la mesa dos peñas piezas de jade. Son alargadas y de forma redondeada, los famosos "dedos de jade".

-Disculpad pero no poseo más que estas dos piezas y la que porto colgada del cuello. Os las ofrezco de corazón.- Dicho eso mira hacia Ide Zhuo e Ide Miko.
-No estoy muy segura de que un pantano sea un lugar agradable para un caballo por muy honorable y valiente que sea. Creo que deberíais dejar aquí vuestras monturas.-

Terminado el desayuno os ponéis de camino al pantano.
Dejáis la aldea de Mizu Mura por el mismo camino que llegásteis anoche, dirigiéndoos hacia el oeste y cogiendo en el cruce, el camino que sigue recto, hacia la aldea de la orilla blanca.

Poco después, tras una colina, un Tori se alza a un lado del camino. Según el posadero ese Tori conduce hacia la antigua capilla, lugar donde creeis se oculta el mal que consume la región. Parais para comer las provisiones que os preparó Goro por mediación de Hiruma Mausuko, mientras contemplais a lo lejos los amenazantes árboles del pantano. Todavía tardaréis un par de horas en llegar. Sin embargo algo os hace estremecer y confirma vuestras sospechas. Una neblina verdosa, como si estuviera enferma, engulle el pantano y desata vuestros instintos de pelligro.

Cruzáis el Tori tomando el viejo sendero. Poco a poco, al acercaros comprobáis que el pantano es más grande de lo que parecía a simple vista. Continuais hasta la linde donde el sendero desaparece y reaparece bajo capas de vegetación, agua estancada y raíces.

Apenas quedan tres horas de luz hasta que el sol se ponga. Kumako propone pasar la noche fuera y adentrarse en el pantano por la mañana.    

No se hasta que punto es buena idea adentrarse en esta misiva sin un dedo de Jade por cabeza. Realmente aquí en tierras Unicornio no creo que haya un terreno tan corrompido cómo las Tierras Sobrias. Pero es cierto que el ser al que nos vamos a enfrentar si que es peligroso. Aunque por norma general en mi experiencia los que más peligro corren son los que combaten cuerpo a cuerpo. - Al terminar este pensamiento solo se me ocurre una cosa, coger cada dedo de jade, partirlo por la mitad y ofrecer cada mitad a cada uno de mis compañeros. - Creo que yo soy la que más experiencia pueda tener en enfrentamientos contra seres manchados y además gracias a mis habilidades puedo desarrollar el combate a mayor distancia que ninguno. Por ello creo que lo mejor será que cojáis cada uno una parte.

Después de esta declaración, me levanto con una inclinación de cabeza y recojo mis cosas para partir.

Las palabras de Kumako son sabias. - Coincido contigo Shosi-sama mejor descansar por aquí. - Y en seguida me pongo a buscar un sitio resguardado para pasar la noche.

Zhuo recibió con una reverencia y profundo respeto el dedo de jade. Era algo pequeño y de apariencia muy frágil que, a su juicio, imposible de partir sin desmenuzarlo. Lo guardó en su obi, momentáneamente. Apenas lo hizo sus ojos se pusieron llorosos ante la mención de abandonar a su yegua. Miró a la Escorpión de reojo y con cierta acritud por si acaso aquella sugerencia era algún tipo de broma o sarcasmo. Al ver que lo decía en serio abrió la boca para decirle que si no iba su yegua, Zhuo tampoco iría, pero pensándolo cuidadosamente, vio de reojo la cicatriz de su mano derecha. La que le habían hecho al hacer su gempukku junto con el juramento de lealtad y fidelidad al Khan y al clan. Entonces vio que las palabras de la Escorpión no iban con maldad, sino cargadas de sensatez y mucho, mucho pragmatismo. Se dijo entonces a si misma que sería un buen modo de evitar que su yegua sufriera para nada y, tal y como rezaba una de las frases del Tao, "Un samurái no tiene necesidad de ser cruel". Aquello evitaría que fuera cruel con su yegua.

— Muy bien. Permitídme al menos que me despida adecuadamente. Ella me echará mucho de menos.

En el establo buscó al mozo, para darle un par de zenis y decirle.

— Esta de aquí es mi yegua. Por nada del mundo la quiero junto a ese caballo de ahí. — Dijo señalando al caballo de Shido Miko — Este dinero es para que, en el caso de que yo no venga mañana, le des a mi yegua siempre la primera agua y la primera cebada, antes que a ese caballo de ahí. Si no viniera en una semana, dale mi yegua a cualquier Unicornio que pase por aquí.

Tras explicarle el plan a su yegua, observar su disconformidad, y darle algunos arrumacos le cortó algunos pelos de la cola con la que hacer una cuerda con la que atar el dedo de jade al cuello mientras se reunía con el resto.

El camino se le hizo eterno sin su yegua. Esa ausencia era para Zhuo una dura carga que trato de aguantar con cada paso, con cada respiración. Algo que sin duda aquellos ajenos al clan no podrían entender, tampoco Zhuo esperaba que lo hicieran. A fin de cuentas era su yegua y la relación de confianza era para Zhuo mucho mas que persona y animal, o viceversa. Apenas habían pasado unas horas cuando la Escorpión dijo de hacer un alto para descansar. Zhuo lo agradeció silenciosamente. Su furoshiki pesaba mucho, y decidió revisarlo no fuera que se hubiera despistado y hubiera metido algo que no necesitaría. Solo estaban los onigiris y un bambú lleno de té barato. Comió una parte, e instintivamente le ofreció la mitad de una bola a la nada, porque su yegua no estaba ahí. Suspiró... sólo quedaba mantener su promesa de volver junto a ella lo antes posible terminando con toda aquella corrupción.

— Me gustaría ofrecerme a hacer la primera guardia. Me costará algo conciliar el sueño, así que me vendrá bien hacer algo útil ya que parece este territorio es una amenaza para cualquier ser vivo.

El desayuno prosigue de manera natural, mientras la Hiruma pide comida para llevar, algo que me parece muy bien y precavido. De pronto, la mujer Soshi saca un par de dedos de jade y los ofrece al grupo. Ide Zhuo toma uno de ellos de inmediato, sin preguntar a nadie y adjudicándoselo. Sonrío para mis adentros:

"Haces bien en temer a la mancha, aunque se esperaría que lo demostraras menos."

Viendo que queda uno, que Hiruma-sama rechaza gentilmente, yo niego con la mano antes de hablar:

 - "Por favor, que lo lleve un miembro de los grandes clanes. Sus vidas pertenecen a sus daimyos y deben cuidarlas por tanto. Si yo muero, solo pierdo yo mismo. Además, no lo necesito."

Es algo de lo que estoy convencido pues si fuese tan fácil de manchar como cualquiera, con la cantidad de corrupción a la que he estado expuesto, ya sería un Perdido. Miro a Ide Shido Miko, quien es el bushi cuerpo a cuerpo que probablemente lo necesite más junto con la otra Ide.

Cuando terminamos de prepararnos, nos vamos siguiendo el camino que nos lleva al pantano, el que parece ser más corrupto de lo que pensamos. Soshi-sama prefiere que acampemos antes de entrar en ese pantano, mientras que Ide Zhuo se ofrece a hacer la primera guardia. Asiento a sus palabras antes de hablar:

 - "Yo haré la segunda si están de acuerdo, para que puedan dormir de forma más continuada, samurai-samas."

El segundo, tercero y cuarto turno son los más desgastantes al tener que dormir no de forma corrida, por lo que me ofrezco al que yo considero más duro pues el tercero y cuarto permiten dormir algo más antes de despertarse. No me importa, estoy acostumbrado a dormir poco de todas formas.

El silencio se apodera de la mesa cuando Kumako saca los dedos de jade. -Una chica lista.- pensó Tsuruchi, -Tendré que hacerme con un par de ellos por si vuelvo a encontrarme criaturas manchadas.-

Ide Zhuo coge rápidamente uno. El ronin rechaza formalmente el otro y Mausuko expone lo evidente, los que combatimos a larga distancia no tenemos tanta necesidad.

-Mi arco no puede mancharse a distancia y mis flechas se pueden limpiar. No cogeré el dedo de jade.- Con eso se concluye qué miembro ha sido elegido por todos para portar el segundo dedo de jade.

La marcha a pie resulta bastante tranquila. Los eta apilaban usando palos y palas a los zombis que matamos al anochecer, parando únicamente para saludarnos. Al final llegamos hasta el Tori y paramos para comer. Gracias a la previsión de Mausuko no tenemos que gastar provisiones y reanudamos la marcha hacia un lugar que pone los pelos de punta. 
Antes de llegar se decide acampar por si acaso. La primera guardia y la segunda ya están cogidas, lo lógico es que un explorador se preste voluntario para otra.

-Yo haré la tercera guardia.-