Partida Rol por web

Dolgen esperó junto al guerrero y a LLenka algo inquieto. Que el hombre de negro se fuera solo le hacía sospechar que quizás que ya tenía parte del dinero no lo volviéramos a ver. Quizás al haber abandonado su zona de confort se estaba volviendo muy desconfiado a pasos agigantados.

Pero se había equivocado, al menos esta vez, entre el gentío que bebía y cantaba mientras lanzaba improperios a las prostitutas lo vio aparecer, y parecía tener algo que contar.

El mago se quedo pensativo observando la brújula -Alguien que construye un artilugio como ese espera ser encontrado por quien lo conozca lo suficiente como para saber donde buscar, y me temo que el Sr. Sharpe era bastante reservado con sus tinglados personales -dijo claramente frustrado por no poder añadir una primera pista hacia la que iniciar la búsqueda.

Escuchó a sus nuevos compañeros -Buscar en cada aldea, pueblo y ciudad puede llevarnos toda una vida -se rascó la nuca torciendo el morro -Creo recordar -empezó de nuevo a hablar mientras gesticulaba con la mano izquierda haciendo un gesto de pausa -haber leído hace unos años, en un viejo tomo de la Gran Biblioteca de Horizon, algo sobre un ritual arcano usado para amplificar el poder de los objetos mágicos, no sería una locura encontrar a algún mago capaz de realizarlo para ampliar el radio de detección de la brújula -terminó haciendo una mueca dubitativa observando a sus compañeros. 

Nada sabía que era súmamente dificil dar con un hombre con el talento de Sharpe si este no quería ser encontrado. Lo que sí podía hacer era buscar algún rastro en su laboratorio que delatase si se escondió en algún lugar. Con está idea se coló en el pequeño edificio adosado no lejos del muelle cuya planta baja consistía en el taller/laboratoro y cuya planta de arriba en la vivienda del ingeniero. La mitad de las cosas habían sido vendidas por el dueño de la vivienda tras la muerte de Íñigo para costear el entierro y cobrarse los últimos meses de alquiler. Quedaban algunas maquetas y proyectos de diversa índole que no proporcinaron ninguna pista. Nada hizo un examen meticuloso ante el que no podía escapar el menor indicio, pero allí no había indicios de nada. En el momento del asalto al laboratorio allí había una única persona, presumiblemente Íñigo, y no tuvo tiempo de esconderse ni escapar. Si bien la guardia de la ciudad concluyó que el móvil del allanamiento era el robo, la aguda inspección de Nada le permitió deducir que la motivación de los asaltantes era acabar con Íñigo.

En otro orden de cosas, Dolgen ha oído hablar de una cámara resonadora de energía arcana escabada en uno de los islotes próximos a Portoscuro. De acuerdo con la teoría mágica, dicha cámara serviría como un amplificador de los efluvios mágicos hacia los que se orienta la brújula por lo que ampliaría su alcance. Al menos teóricamente. El problema es que los magos no son famosos por compartir sus recursos. Sería dificil convencerle de que les dejase usarla y tampoco sería fácil entrar en el islote y usar la cámara sin permiso. Seguro que había algún guardia o protección mágica de algún tipo.

También podían viajar a Horizonte, a la universidad donde estudió Dolgen, allí podría pedir algún favor. Aunque habría que recorrer más de 300 km y eso en caso de hacerlo por mar en línea recta. A lo mejor luego la brújula no funcionaba porque lo que ganaban con la amplificación lo perdían porque se habían alejado de Íñigo. Era algo que no se podía saber.

En resúmen, Dolgen ofrecía dos opciones, colarse en el islote y usar la cámara resonadora o viajar hasta Horizonte donde podría pedir algún favor para ampliar el alcance de la brújula. ¿Por cuál de las dos se decantarían? O tal vez a alguno se le ocurriera una alternativa de última hora.

Nada empezaba a frustrarse, y aquel variopinto grupo que había contratado empezaba a notarlo en cómo registró la casa de Sharpe. No dejó piedra sin remover, pero no le importó tirar papeles, volcar mesas y abrir armarios durante el proceso. Cuando terminó, sólo descubrió que empezaba a detestar al tal Íñigo y que más le valía que sus descubrimientos e inventos valieran la pena. Porque si no, pagaría todo aquel desconcierto y frustración con su pellejo.

—Pensaba que los vuestros —respondió a Dolgen cuando les explicó la situación del islote, el guardián y la posible protección mágica— Os ayudabais entre vosotros. Que erais más como un grupo o una logia. Pero estáis tan enemistados y sois tan egoístas como cualquier hombre, mujer y niño de este maldito mundo.

Escupió al suelo y se cruzó de brazos, flexionando los músculos y resaltando las cicatrices que decoraban su cuerpo. La opción de Horizonte siempre estaba ahí, pero dejó claro que dirigirse al sur sin tener claro si serviría de algo no le hacía mucha gracia: si cruzaban el mar, tendrían que costearse un pasaje, y su camino les haría atravesar las Islas Espuma, por no decir que les acercaría a Necrópolis. Si recorrían la distancia a pie, les llevaría semanas - lo que conllevaba comprar provisiones o un pasaje en una caravana - y seguramente se retrasarían varios días en Axis, capital del Imperio.

—Vamos a ese islote. Le daremos la oportunidad a su guardián de ofrecer su colaboración. Ahí demostrarás lo bueno que eres con las palabras, mago, ¿ka? —cabeceó a Klaus— Si no, tendrá que ser a las malas.

El mago observó durante mas tiempo del que estuvo revolviendo los escasos efectos personales del Sr. Sharpe. Las formas y la energía con la que los demás registraban el taller-vivienda le pareció abrumadora; él hubiera sido mas... delicado. De todas maneras, tras el registro estábamos como antes de empezar, sin mas pistas que una brújula inútil, al menos de momento.

El desánimo parecía ser generalizado, y desde luego que había un por qué -Es pronto para venirse abajo- dijo mirando directamente al guerrero -las labores de investigación son harto complicadas por norma general, si además buscamos a un hombre que no quiere ser encontrado y le sumamos que ese hombre es Íñigo Sharpe, esta puede ser la madre de todas las búsquedas- se cruzó de brazos dejando el bastón entre ellos y su pecho, como abrazándolo mientras miró unos segundos al suelo, devanándose los sesos.

Escuchó al guerrero con cierta mueca de incredulidad -La carrera ancestral por atesorar y poseer los mayores conocimientos arcanos y los artilugios mas poderosos se ha cobrado tantas vidas en la sombra como cualquier guerra abierta sin cuartel, de ahí nació el recelo de los magos por guardar sus secretos de cualquier ojo extraño. Las traiciones, las puñaladas por la espalda, las maldiciones murmuradas... Me temo que solo puedo darte la razón, la colaboración entre magos se limita a colegas cercanos o tratos esporádicos, poco mas- se encogió de hombros, no es que no le importara, es que nadie iba a cambiar eso y entendía por qué.

-Si nos acercamos al islote de la cámara resonadora es casi seguro que no seremos bien recibidos, como mucho, me temo que nos invitarán a marcharnos pacíficamente una sola vez, aunque por intentarlo no perdemos nada y como ya os dije antes, haré lo que sea por encontrar a Íñigo si al final tiene que ser por las malas, que así sea, aunque si soy sincero, preferiría evitar la segunda opción-  Dolgen suspiró sin cambiar de pose, casi dejando todo su peso encima del bastón balanceándose suavemente de lado a lado.

-¿Hemos abandonado la idea de investigar la casa del hombre muerto que tanto sabía de Íñigo?

-¿Hemos abandonado la idea de investigar la casa del hombre muerto que tanto sabía de Íñigo?

No existe ningún "hombre muerto que supiese de Íñigo" ... o quizá ¿te refieres a Bafurroti?

Grend podía encontrar a personas que supieran cosas, o conseguir material o información de dudosas procedencias. Pero los registros e investigaciones más"mundanas" no iban mucho con él. Por lo que cuando empezaron a registrar la casa se dedicó a la despensa, y el armario de las bebidas y poco más. Luego se sentó cómodamente mientras esperaban a que acabarán.

La idea del islote era la que más le gustaba. Y no pudo evitar reírse ante el comentario del mago sobre el comportamiento de los suyos.

Osea. Lo que imaginaba. Los magos y similares sois tan avariciosos y secretistas con vuestras cosas como todo hijo de vecino. Se me habría caído un mito si no me lo hubiese imaginado ya de antes.

Bueno. Por mí vayamos a la isla. Pero yo preferiría no hacernos notar. A menos que haya una seguridad de que nos vayan a permitir usar la cosa esa, lo mejor es que ni sepan que hemos ido.

Llenka asistió silenciosa al “registro” a la morada del buscado, aunque más que registro podía considerarse una demolición, sin participar demasiado temiendo interponerse en el torbellino investigador de Nada.

Después de encontrar lo que este llevaba por nombre valoraron diferentes posibilidades. La opción de amplificar la bruja en el islote parecía la más razonable también para ella por lo que aprobó la decisión asintiendo con la cabeza.

- Estoy de acuerdo. Siempre es mejor pedir perdón que permiso. O pedir que nos den las gracias por perdonarles la vida, depende de cuantos sean. Por pedir que no quede…

Dijo aprobando el subterfugio de Grend.

El mago observaba a sus compañeros dubitativo, parecía que sus intenciones de parlamentar eran tirando a ninguna, solo esperaba que al menos, la violencia no fuera la tónica habitual necesaria para avanzar en sus pesquisas.

-Pues así es- respondió a Grend y Nada -Si lo pensáis fríamente, tras el coste de conseguir algo especial, algo tan único como es el conocimiento arcano, sabiendo como es el mundo que nos ha tocado vivir, ¿quién en su sano juicio no lo guardaría con recelo?- dijo encaminándose hacia lo que quedaba de la puerta.

-En fin, dudo que sea tan fácil pasar desapercibidos, pero no seré yo quien se oponga, esta vez, a la mayoría.  

ISLOTE DEL VIGÍA

TRAS PONERSE EL SOL

Al ponerse el sol el grupo avanzó en una barca en dirección al "Islote del Vigía". En torno a un notorio promontorio rocoso se habían construido plataformas flotantes que luego habían sido cubiertas por tierra sobre las que crecía cesped y ahora vivían dos familias de halflings en una extensión de cuatro campos de fútbol arenas de gladiadores. Los halflings eran idoneos para mantener el islote habitado gracias tanto a su pequeño tampaño como a la sobresaliente resistencia natural de esta raza al amplificado campo de efluvios mágicos presente en el islote como dejó patente el danzar errático de la brújula conforme el grupo se aproximaba. De hecho, su presencia en el islote respondía exclusivamente a la necesidad estratégica de mantener una pequeña población como medida de protección "pasiva" de la instalación mágica.

Dolgen, Llenka y Grend se confabularon para ignorar todas y cada una de las órdenes de un Nada que pretendía conducir la barca hasta las próximidades de las casas halflings que en aquel momento se encontraban cantando y disfrutando de una de sus opíparas cenas en familia. - ¡Jamás buscarán la barca en su propio establo!, afirmó Nada rotundo. Pero Grend y Llenka se fingioeron incapaces de gobernar el bote de remos y acabaron tomando tierra en el lado opuesto. Entre la barca y los pequeños edificios halflings se hallaba ahora un voluminoso promontorio de roca en cuyo interior estaba escavada la cámara amplificadora. Amarraron la barca y aprovechando los intervalos de tiempo en los que las nubes ocultaban las estrellas y la luna, avanzaron hacia el promontorio a través de los céspedes con distintas canchas de juego con los que los halflings pasaban su tiempo. Al aproximarse a la entrada vieron que había una rudimentaria torre de vigilancia a de dos plantas que dada su poca altura, había estado oculta hasta ahora por el promontorio rocoso. La parte superior parecía desocupada. En la inferior había dos guardias humanos jugando distraídamente a las cartas y un tercero dormitando en un rincón. La parte baja de la torre era a su vez la antecámara de la entrada de piedra a la instalación.

De momento no les habían visto. ¿Cómo procederían a continuación?

Habían logrado llegar a la isla sin ser vistos. No gracias a Nada, desde luego. Era un guerrero, vale. Pero aún así hubieron cosas que le sorprendieron, y si no fuese su empleador le habría tirado de la barca, o se habría bajado él mismo.

Guerreros. Pff. Carecen de la sutileza necesaria para según qué trabajos.

Afortunadamente estaba Llenka con ellos, esa mujer era toda una aventura en sí misma. Una aventura que no le importaría explorar intimamente. Y cuanto más descubría de ella, que no era mucho, aún más. Pero seguramente aquel no era el momento adecuado para ello.
 

Todo aquello quedó en un segundo plano, de momento, cuando llegaron al promontorio que hacía de entrada y sobretodo a la torre de vigilancia.
Los guardias no parecían ser muy despiertos, lo cual no es que fuera buena señal precisamente. Si aquí había algo mágico poderoso estaba claro que la protección no eran aquellos hombres.

Bueno. ¿Cómo queréis hacer esto? Puedo desembarazarme de ellos, pero no dejandolos con vida. Quizás a alguno sí, ya que se le podría interrogar sobre otros posibles mecanismos de defensa que tenga ese lugar. Pero desde luego si le interrogamos luego no podemos dejarle con vida, pues nos podría reconocer y poner a gente indeseable tras nuestra pista.

El mago remaba con ahínco, le dolían las manos debido a la falta de costumbre en esta actividad, aún así, avanzaban a buen ritmo, siendo justos habría que matizar que era gracias a Grend y Llenka; miraba al hombre de negro con cara de circunstancias para después lanzar una mirada cómplice a Llenka y finalmente terminar mirando al suelo tratando de disimular la sonrisa que se le escapaba al escuchar las órdenes que bramaba el guerrero. No estaba seguro de si se había vuelto loco de repente o quizás el sigilo no fuera uno de sus fuertes, pero afortunadamente cuando ya el asunto estaba perdiendo la gracia y prácticamente lo único que sentía, era vergüenza ajena, llegaron a tierra.

-No me gusta repetirme, pero creo que lo hago para convencerme a mí mismo, preferiría descartar la violencia, pero la idea de interrogar a uno de los guardias me parece casi necesaria para evitar sorpresas cuando entremos en la excavación de la cámara- decía con una clara mueca de preocupación.

-Aunque por otro lado, también podríamos tratar de sobornar a los guardias para conseguir el acceso y la información, no parecen entusiasmados por su trabajo- añadió mirando a sus tres compinches pensando en quién sería el idóneo para ejecutar la triquiñuela -¿Qué opináis?.

A pesar de las "indicaciones" de Nada y entre miradas de situación y una fingida incapacidad para manejar la embarción, el resto de pasaje consiguió alcanzar el islote sin que los pequeños vigilantes notaran su llegada. Al acercarse a la roca que escondía la cámara de resonancia observaron el nuevo desafío que suponía la torre de vigilancia.

Camuflada entre unas rocas y sin perder de vista el objetivo Llenka se pronunció sobre su visión del asunto.

- Yo no les daría la oportunidad de hablar. Ni para darnos información, suponiendo que nos tengan más miedo a nosotros que a su patrón, ni para dar la alarma. Matarlos o no es cosa vuestra, aunque recomendaría la opción fácil no tengo nada contra ellos.

Consideró la opción de transformarse en serpiente y trepar hacia el lugar de vigilancia, pero antes consultó con la mirada la opinión de Nada con cierto temor de que quisiera aproximarse corriendo y haciendo gestos esperando sorprenderlos, a todos, de nuevo.

Para unos profesionales de las sombras y el uso de tácticas ventajistas en las peleas, reducir a unos guardias despistados no entrañó complicación. Después de unos cuantos golpes por la espalda con sus correspondientes gemidos sordos de dolor, los tres hombres quedaron reducidos.

Eran hombres de la guardia de Portoscuro que se rotaban para cuidar la instalación durante la noche de modo que solo tocaba un par de veces al mes al mismo hombre. Era una guardia aburrida, lo cual era una bendición en comparación con las tareas habituales. La guardia en el Islote del Vigía era una noche en la que podían descansar y desestresarse del peligro de los muelles.

- Maldita sea mi estampa. Nunca pasa nada en este islote hasta el día que me toca de guardia. Siempre a mí, siempre a mí.- se lamentaba el más larguirucho y cobarde de los tres mientras se esforzaba lo indecible por no ver las caras de los asaltantes.

- No sé qué queréis, nadie ha asaltado nunca este islote. ¿Quién quiere robar un objeto mágico que se dedica a observar y comprobar que el rey exánime sigue durmiendo y que los muertos están quietecitos en Presagio como tienen que estar?

- No encontraréis oposición allí dentro, pero el mago Heinrich Hass sabrá que estáis dentro tan pronto como entréis. Si tenéis suerte estará indispuesto y si no, se vestirá su túnica y se dirigirá hacia aquí desde Portoscuro.

Nada no destacaba por ser discreto ni sigiloso. La verdad es que nunca lo había necesitado, pero sabía que había ocasiones en que era mejor no ser oído ni visto. Y por eso se había fijado en James Grend. Esa forma en que las sombras se arremolinaban a su alrededor como polillas en torno a una vela era sin duda algún tipo de capacidad sobrenatural que sin duda sería más que útil en su campaña personal. ¡Pero maldita sea, lo que les costaba seguir instrucciones! Para el guerrero habría sido más fácil llegar a la aldea de pequeños medianos, y de ahí, a la torre. Pero no fueron capaces de manejar la barca debidamente y terminaron en la cara opuesta de la isla. Sin duda alguna, los Dioses habían querido guiarles hasta allí, por lo que Nada decidió no hacer comentario alguno. Era increíble la forma en que tocaban su mundo sin que nadie se percatase.

Unos rápidos comentarios entre ellos y pronto se habían abalanzado sobre los guardias, discreta y silenciosamente. Eso era la mitad del camino, y afortunadamente no tardaron en cantar como un bardo en tiempos de bonanza.

—Eso queremos evitar —desenvainó la espada, que ascendió con un sonido metálico y sibilante, y se acercó al que había hablado del mago— Dinos cómo evitar que ese Hass se entere. Ahora.

Un gruñido de disconformidad se le escapó a Dolgen mientras veía como sus tres compañeros golpeaban con ganas a los desprevenidos guardias; suspiró resignado, en su cabeza se debatían la voz que pugnaba por el sentido común y la que encontraba con facilidad excusas para moverse en equilibrio por esa delgada línea que separaba lo correcto de lo incorrecto.

Escuchó en silencio haciendo una breve interrupción a las quejas del guardia -No somos ladrones, no vamos a llevarnos nada- dijo señalando con gesto repetitivo con su meñique izquierdo al guardia para después lanzar una mirada suspicaz a sus compañeros. 

Cuando el guerrero alzó la imponente espada el mago contuvo el aliento observando el reflejo de la luna en la increíblemente afilada hoja de acero -Te han hecho una pregunta sencilla, tu vida vale mas que una respuesta sincera- le dijo al guardia con la esperanza de que no fuera decapitado ahí mismo y viviera para ver otro amanecer.

La mordaza les impide gritar, pero sus ojos son puro terror cuando ven la espada alzarse sobre sus cabezas.

Cuando les permitís hablar nuevamente, sus sollozos hacen dificil entenderlos.

A nosotros tan solo nos toca venir dos veces al mes para la guadia. Este es un puesto rotativo. No sabemos nada, no preguntamos nada. Muchos días ni siquiera vemos al mago Hass. Yo solo sé que si alguien toca algo él se entera. Ya os lo he dicho todo, no sé nada más, dejadme que me vaya, por favor, por favor, por favoooooor.