Partida Rol por web

Finalmente se impuso una solución intermedia. Noquear a los guardias y preguntarles después. Grend se encogió de hombros y asintió cogiendo un palo del suelo en lugar de desenvainar sus estoques.

Bueno. No van a ser a mí a quién reconozcan, eso lo tengo claro.

Lo siguiente no se le puede llamar pelea. Los guardias no estaban atentos, y desde luego no estaban preparados para pelear. Un par de golpes bien puestos en la cabeza y todo terminó.

Bah. He tenido escarceos amorosos más peligrosos que esto. Ya no hay guardias como los de antes. Lastima. Si todo es así de fácil voy a tener que devolver el dinero del trabajo.

El interrogatorio fue también fácil. Pues los encargados de vigilar no sabían nada. Aún así le mosqueó el tema de que el mago supiera enseguida cuando entraban o no.
Aprovechó mientras sus compañeros acababan las preguntas para registrar a los soldados por si llevaban algo interesante, o que les sirviera.

Por esas cosas no me gustan los magos.

Acceder a la torre de vigilancia fue coser y cantar y los guardias se hicieron un gran favor a ellos mismos colaborando, por la cuenta que los traía. Llenka no pudo evitar una sonrisa al escuchar al mago justificarse frente a los guardias como si tuviera alguna importancia lo que pensaran estos pobres diablos.

Parecía que no podían ser de gran utilidad pero la revelación de que el propietario del lugartenía algún tipo de alarma o hechizo para revelar intrusos en el lugar ya era muy importante.

- Habrá que intentar evitar que se entere que estamos aquí pero en cualquier caso debemos preparar una huida rápida.

Se volvió hacia el mago que tenían en nómina.

- ¿Sabes qué tipo de encantamiento puede usar para detectarnos? Y lo que es más importante, ¿sabes cómo neutralizarlo?

-Ojalá pudiera compartir tu optimismo- contestó al hombre de negro -me da la sensación de que esto va a ser la única parte sencilla de la búsqueda en la que nos hemos embarcado.

El mago se apoyó en la baranda que daba seguridad al piso de la torre en la que se encontraban mirando hacia Puertoscuro -Si el tal Heinrich tiene que venir en barca tal y como hemos hecho nosotros tendremos apenas unos minutos desde que nos detecte hasta que llegue hasta aquí, la confrontación parece ineludible- dijo girándose hacia Llenka con semblante serio -Es posible- le respondió -hay varios hechizos que te advierten cuando alguien atraviesa un círculo mágico, incluso un objeto en concreto puede tener algún tipo de vínculo arcano con su propietario que le advierta en caso de ser profanado por un extraño, las posibilidades son demasiadas, me temo, dudo que un simple aprendiz como yo pueda desarmar las conjuraciones de un mago licenciado como seguro es el encargado de la cámara- la mirada de Dolgen cayó hacia el suelo de madera, perdiéndose en sus pensamientos -posiblemente hasta tenga un máster hecho en la Universidad Gran Archimago de Horizonte...- musitó dejando escapar el aire lentamente. 

Llenka se puso pensativa antes las palabras del mago

- He oído que a muchos de los que acuden a esa universidad les regalan el cetro de mago por amiguismos y triquiñuelas...

A Nada tampoco se le ocurría con qué evitar aquel sistema de seguridad arcano, y si esos guardias estaban seguros de que el mago Heinrich Hass se daría cuenta de que alguien se había infiltrado en su cámara, lo mejor era estar preparado.

—En ese caso, vuestro destino está sellado —sentenció a los guardias. Les habían visto la cara, al fin y al cabo. Colocó la punta de su acero sobre el pecho de uno de ellos suavemente y se dirigió a Dolgen— Grend y tú id dentro, usad la cámara para potenciar el alcance de esa brújula y daos prisa. Nosotros nos quedaremos aquí, acabando el trabajo.

Vio el miedo en los ojos del guardia a sus pies. La desesperación del que sabe que va a morir y no hay nadie que le pueda ayudar. Pero la vida era así de dura e implacable: un momento estás jugando a las cartas despreocupadamente, y al siguiente hay un malnacido con su acero sobre tu garganta.

—¿Temes a la muerte? Créeme, hay destinos peores —Nada alzó su acero.

Grend se encogió de hombros ante la orden de Nada, después de todo era el patrón de la misión. Además se imaginaba lo que iba a pasar y coincidía con él en que era mejor que el aprendiz de mago, tal y como él se había expresado, no lo viera.

De acuerdo.
Vamos maguete. No te preocupes, te mantendré a salvo mientras activas el dispositivo.

Saltó de la pequeña torre de vigilancia y cayó al suelo sin hacer ruido.

Venga. Venga. No tenemos todo el día.

En cuanto el mago bajó con él se adelantó para examinar si había alguna trampa más mundana, aparte de la mágica.

Llenka se puso en cuclillas para acercase a la desencajada del guardia y tomó la palabra sin esperar a que respondiese la pregunta de Nada.

- Y yo puedo llevarte allí. – Dijo con una sonrisa perversa. – Es posible que no sepas nada y lo que viene ahora sea una pérdida de tiempo pero no tengo nada que hacer mientras vuelve el resto así que me voy a divertir contigo un rato. Tienes una última oportunidad de decirnos cómo sortear la trampa del mago porque si no vas a sufrir lo que no está escrito.

Puso un pañuelo en la boca de los prisioneros para que no chillaran.

- Te voy a desollar como el cerdo que eres. – Sacó uno de sus cuchillos que reflejó en su frío filo los tímidos rayos de luna que se escapaban entre las nubes que volaban sobre sus cabezas. – Te voy a ir cortando a trocitos. Muy pequeños para que lo sientas más intenso y más tiempo. Los peces me agradecerán que les triture bien la comida.

Seguía amenazando mientras el cuchillo rasgaba las ropas del guarda y recorría superficialmente la piel del descompuesto guarda.

Para Grend no fue dificil abrir la cerradura de la sólida puerta de ébano que daba acceso al interior del promontorio. Seguido de Dolgen accedió a una cámara parabólica escavada en la roca de tal modo que parecía estar recogiendo los sonidos o energías del Mar Central. Las paredes estaban delicadamente pulidas y decoradas con bajorelieves con motivos elementales (tierra, agua, aire, fuego,), marinos y vegetales.

Próximo al fondo se elevaba un pequeño pedestal sobre el que descansaban unos anteojos de cristal ahumado que quedaban situados en el foco de la parábola.

En la cámara no había ningún otro objeto y estaba limpia de polvo.

No encontraron trampas ni nada que llamase su atención en la inspección inicial. Sin embargo, a partir de un momento dado tuvieron la incómoda sensación de estar siendo observados. Dolgen y Grend cruzaron una mirada de interrogación, que se tornó en expresión de sorpresa cuando escucharon una voz suave y pausada al par que cavernosa procedente de todos los puntos de las paredes y ninguno al mismo tiempo.

- Heinrich, ¿eres tú?... mmmm ... estás acompañado¡Qué acontecimiento tan notable! .Te percibo de un modo extraño, te noto... muy cambiado.

-Me parece lo mejor- asintió al guerrero y bajó para encontrarse con el hombre de negro en la puerta, que para sorpresa del mago, la abrió en un santiamén. No dijo nada, simplemente entró tras él.

Recorrió el interior del promontorio con la mirada y no pudo evitar una sensación de familiaridad, los símbolos, la pulcritud, la tranquilidad; salvando las distancias, era como volver a casa. Pero la misteriosa voz le volvió a meter en situación.

Durante unos breves segundos se quedó paralizado, miró a Grend y le hizo un gesto de tranquilidad con la mano izquierda -Sí... cof, cof- respondió carraspeando Dolgen a la voz -¿Quién iba a ser si no?- preguntó mirando al techo mientras trataba de agravar su voz imaginándose al señor Heinrich como a un hombre mayor de voz grave -Un viejo amigo a venido a solicitar mi ayuda, ¿verdad viejo amigo?- dijo dándole una palmada en la espalda a Grend invitándolo a corroborar su mentira -Mi amigo está embarcado en una gran búsqueda y debemos ayudarle, será rápido y sencillo, nada de lo que preocuparse- dijo el mago mientras se acercaba al pedestal tirando de la manga del hombre de negro para que lo siguiera.

Grend miró al mago algo extrañado cuando se escuchó aquella voz. Y enarcó una ceja cuando parecía que aquello, fuese lo que fuese le había confundido con el tal Heinrich.
Pero como había poco que pudiera hacer, y Grend era bastante pragmático, se encogió de hombros y siguió el juego. Después de todo le encantaba jugar.

Por supuesto. Faltaría más.
Estaría en gran deuda con usted si pudiera ayudarme con mi pequeño problema, seguro que no será nada para alguien con sus capacidades.

¿Alguien con mis capacidades? replicó aquella voz pausadamente alargando la última sílaba. ¿Es algo relacionado con mi capacidad de ver a través de los anteojos la actividad de la energía necromántica? O tiene que ver con mi capacidad de predecir el resultado de los partidos que juegan los hombres pequeños. Me distrae mucho sentirles jugar, te agradezco que los hayas traído a vivir aquí Heinrich. Pasar el día y la noche observando presagio es taaaaan aburrido. en algún momento parece perder el hilo de sus propios pensamientos y cambia de tema- ¿Has traído un acertijo nuevo para mí?

Dolgen deduce que la cámara parabólica recibe los flujos de energía arcana y los concentra en el foco de la parábola que es donde están situados los anteojos. Colocar la brújula en su lugar permitiría recibir una señal amplificada de la situación de Íñigo. Si bien por la voz que oyen, la capacidad de los anteojos está conectada con el origen de la voz, la amplificación de la señal ocurre de forma pasiva por la propia naturaleza y forma de la hoquedad, por lo que debería funcionar con cualquier cosa colocada sobre el pedestal.

El mago avanzó seguido por Grend hasta el pedestal. - Sí, es una gran verdad, pero no hace falta que me lo agradezcas, los hombres pequeños también nos prestan una ayuda inestimable - dijo modulando el tono de su voz lo mejor que podía buscando ese tono grave de un Heinrich al que no conocía.

Dolgen agarró los anteojos con decisión y los sostuvo en su mano izquierda con cuidado, dejó escapar un suspiro nervioso mitigado con todo el temple del que era capaz, tarea que le estaba costando mas de lo que le gustaría admitir y gesticuló a Grend, tanto con las manos como con la cabeza, para que pusiera la brújula en el pedestal.

-Esta brújula marca todas las direcciones y ninguna a la vez- dijo con la prosa rebuscada que en su imaginación también había atribuido al señor Hass -Esperemos que la concentración del flujo de energía arcana que hemos logrado gracias a la construcción de la cámara aumente lo suficiente su potencial para darle al señor... cof, ejem- carraspeó al reparar en que no sabía cómo se llamaba el hombre de negro -...Mc Arthur...- dijo pensando en el primer nombre que se le pasó por la cabeza tras levantar su báculo apuntando con él al centro de la bóveda, intentando darle al ya totalmente imaginario Heinrich Hass un aire de grandilocuencia que por algún motivo el mago también había añadido a su particular versión -un camino, el rumbo que necesita para cumplir su destino..- Dolgen guardó silencio y bajó el bastón dando con la punta un golpe seco en suelo que resonó con un eco contundente por toda la cámara.

Tan pronto como Dolgen tomó los anteogos, la voz se quejó reflejando algo de temor.

-Ohhhh, ¿Quién ha apagado la luz? No veo nadaaa. Bueno, todo sea por ayudar a tu amigoooo.

Al acercar la brújula al pedestal, la aguja se orientó hacia el Este Sureste, señalando algún punto del Mar Central o de la costa en algún lugar indefinido en torno a Portonovo. No parecía que la dirección fuese la de Santa Cora, Presagio, ni tampoco el Bosque Salvaje. Aunque tal vez podría ser el propio Portonovo, el Puerto del Orgullo o incluso las Islas del Faro. Aunque por supuesto solo indicaba una dirección y no la distancia. 

La voz se quejaba de forma intermitente. - Me siento raro Heinrich, no veo nada- Cuando Delgen golpeó el suelo con su bastón, añadió extrañado. Mmmmm, has cambiado de bastón. Sus emanaciones no son iguales. ¿Le ha pasado algo a Cedro Milenario?

Grend hizo lo que le decía el mago. Parecía saber lo que se hacía y no era cuestión de soliviantar sin querer a la cosa aquella que les estaba ayudando.
Al poner la brujula y señalar una dirección parecía que ya lo tenían. Que habían coseguido lo que vinieron a hacer. Si en verdad estaba en Portonovo, una vez allí la brujula les debería de poder servir ya que estarían más cerca.

Bueno. Parece que todo ha salido bien. Por una vez a la primera y sin contratiempo. Se me hace raro.

Y claro. Ahí fue cuando la cosa se puso interesante.

Yyyyy ahí vamos otra vez.

Grend no dijo nada. Cogió la brujula. Señalo las gafas y el pedestal e hizo la señal universal de salir pitando de allí.

Muchas gracias por todo. Has sido de una magnífica ayuda. Si no es por tí no habría podido lograrlo. Los McArthur de diez generaciones te lo agradecen y te deben una.
Un placer haberle conocido.

Una media sonrisa de satisfacción se dibujó en la cara de Dolgen al ver una dirección clara, no era un punto en un mapa, pero era un primer paso, una primera pista sólida. Miró a Grend con una clara mueca de alegría y sorpresa en un gesto quizás un poco extraño con los ojos y la boca muy abiertos.

Cuando la voz se quejó por su falta de visión Dolgen hizo caso al gesto de Grend y colocó de nuevo los anteojos en el pedestal -Me imagino tu incomodidad, pero como verás, ya está solucionado- dijo forzando, esperando que por última vez, la garganta para reproducir la voz que para él ya era sin duda la del Sr. Hass.

La pregunta de la voz sobre el bastón hizo que en ambos saltaran las alarmas, Grend hizo un gesto para salir pitando, pero Dolgen le devolvió otro mostrando calma. Quería tirar la última mentira antes que tener que romper la tapadera que se habían montado y con ella, el sigilo.

-No me hagas hablar- dijo un Dolgen totalmente seguro de si mismo, que ya estaba imaginando a la perfección el estudio del mago suplantado -He tenido que dejarlo para que recupere esencia arcana, parece que a Cetro Milenario le empiezan a pesar los milenios- El mago negaba con la cabeza mientras se encaminaban hacia la puerta -Quizás el próximo enigma que te traiga pronto sea como devolver a Cetro Milenario todo su potencial olvidado en los anales de la historia- Dolgen miró a Grend disimuladamente poniendo cara de circunstancias, quizás estaba llevando lo de la suplantación demasiado lejos, porque ya no sabía ni lo que decía, solo quedaba esperar que la extraña voz se lo hubiera tragado.

En cuanto Dolgen y James regresaron del interior de aquella cámara con cierta satisfacción en sus rostros, Nada asintió a Llenka y su espada bajó limpiamente, segando el cuello de aquel pobre desgraciado. La hoja seccionó carne, músculo y cartílago, y el consiguiente estallido de sangre que regó las botas del guerrero fue más que suficiente para saber que nunca más se levantaría. No sabrían su nombre, ni si tendría familia. Tampoco importaba. Desde el momento en que se habían interpuesto en su camino y no tenían las respuestas que necesitaban, su destino había sido sellado.

—¿Qué habéis averiguado? —dijo, solemne, ya en la seguridad de la barca, mientras metódicamente limpiaba la hoja de sangre oscura.

Grend no se paró a hablar con Nada o Llenka, ni se fijó en lo que les había pasado a los guardias. En verdad tampoco le importaba, pues no le habían llegado a ver del todo bien. Y el negro era un color de moda según le parecía a él.

Vamos a la barca, allí os lo contamos. Que creo que hay algo de prisa.

Como se imaginaba que eso lo mismo les serviría de poco. Añadió.

Tenemos algo. No os preocupéis.
 

Dolgen no se molestó en mirar hacia la torre de vigilancia cuando abandonaron la cámara, sabía lo que había pasado sin necesidad de verlo, se limitó a seguir a los demás hasta la barca.

Observó durante unos segundos la concienzuda limpieza que el guerrero llevaba a cabo sobre la hoja de su espada y le dedicó un esbozo de sonrisa -Tenemos algo- dijo con un tono optimista -La amplificación ha funcionado y la aguja señaló sin ninguna duda la dirección Este Sureste, hacia Presagio o Portonovo, quien sabe, no tenemos una distancia, pero por lo menos sí un rumbo. Ahora solo nos falta decidir como vamos hacia allí, no sé si lo mas sensato sea alquilar una pequeño navío que tripulemos nosotros mismos, o pagar un pasaje hacia algún puerto que quede en esa dirección- Se encogió de hombros esperando las respuestas de quienes, sin duda alguna, sabrían mejor que él cual sería la mejor forma de empezar el viaje.

Llenka asistió sin mostrar demasiada empatía a la sangrienta ejecución. Ella no habría matado a estos pobres diablos pero tampoco se iba a preocupar demasiado por su vida. Su objetivo era salir de allí con la información y por el rostro de los que volvían de la puerta todo había salido bien.

Se subió a la barca con rapidez y se dispuso a alejarse cuanto antes del islote. No había que había pasado en esa cavidad, pero parecía que no tenían un mago persiguiéndoles lanzando rayos, y eso era bueno. Ahora tocaba buscar el siguiente destino.

El grupo se alejó del islote en la barca. Las luces de las casas de los halflings y el sonido de sus canciones se distanciaron hasta desaparecer. No sería hasta la mañana siguiente, cuando el nuevo turno de guardia apareciera para dar el relevo, que descubrirían los cuerpos de los tres desafortunados con cuyos restos se dieron un festín las gaviotas y cangrejos de mar a lo largo de la noche.

La barca llegó silenciosa a los muelles de Protoscuro en los que el equipo de Nada quedó pronto envuelto por el ruido de las tabernas y los prostíbulos. La sangre de las botas de Nada quedó enturbiada por el barro negruzco de los callejones.

Todo había salido a pedir de boca. Había sido un trabajo rápido y todo lo limpio que podía ser habiendo guardias de por medio. Ya podían pensar en qué harían a continuación.