Partida Rol por web

Aunque no lo supiera, Nada compartía los pensamientos de Llenka. A sus ojos, aquello no era más que un gran bloque de metal que sólo un milagro estaba evitando que se hundiera en lo más profundo del océano. Y sin embargo, no le sorprendía. ¿Qué podían saber los enanos de navegar? Dales rocas y montañas, y te harán una fortaleza. Pero para el guerrero, los misterios de los mares eran para otras razas.

—Dicen los rumores que este barco había venido para acabar con este... mar estrangulador. ¿Cómo pensaba hacerlo exactamente? —preguntó al Capitán.

Disponíamos de distintos instrumentos experimentales que pretendíamos montar a modo de espolón de proa una vez llegamos al Mar Estrangulador y trocear con paciencia a lo largo de los próximos meses esta gigantesca trampa para barcos hasta reducir el manto a fragmentos que recogeríamos, secaríamos y posteriormente quemaríamos en nuestra caldera para obtener energía y evitar que los fragmentos pudiesen reunirse y regenerarse. Lo último que queríamos era que el troceado del manto diese lugar a una miriada de nuevos Mares Estranguladores. No, no, los quemaríamos todos.

Uno de los instrumentos eran unas mandíbulas dentadas - alargó los brazos colocando uno encima del otro y con las manos encajando como una mandíbula y los movió abriéndola y cerrándola como un cocodrilo masticando - La devoradora.

Separó los brazos para luego alzar uno de ellos levantando el índice - pero yo prefería el otro mecanismo, un sistema de rodillos unido a una cinta dentada, una especie de sierra con cadena y dientes de gran tamaño... una sierra motorizada del tamaño de una cuadriga de guerra tirada por 6 caballos proyectada y construida por el ingeniero enano Souhiro... Las motosierras SON LO MEJOR. Piensalo, el mundo no dejará de avanzar, cualquier enemigo caerá ¿Y por que? Pues PORQUE LOS ENANOS DISPONDREMOS DE MOTOSIERRAS para ayudarnos a salir adelante.

Los ojos del capitan brillaban en un éxtasis febril.

Los mecanismos serían alimentados por el motor del Martillo del Mar, pero ahora todo se ha ido al traste y ni siquiera podemos volver a casa.

Bajó los hombros fatigado, reconociendo la derrota del proyecto.

El mago anduvo el camino hasta la sala de la caldera en completo silencio, observaba con asombro los tubos y los engranajes, los enanos tenían fama de hábiles constructores e inventores, al parecer, viendo lo visto, muy bien ganada.

Ya se había recuperado del extraño episodio de locura que había sufrido en el manto vegetal y su cabeza ahora pensaba deprisa, recordaba cosas que había leído con una velocidad centelleante, planos manuscritos de bocetos de increíbles máquinas sacadas de la imaginería de auténticos locos soñadores que afirmaban ser capaces de construir barcos voladores, ¡sin usar magia!, con sistemas de propulsión que ni el mismísimo Íñigo Sharpe sería capaz de fabricar... locos soñadores como él mismo era.

Dolgen empezó a aplicar todo lo que sabía a la extraña máquina enana, en principio el mecanismo no parecía complejo, una caldera conectada con tubos a varios cilindros con pistones conectados a balancines, bielas y cigüeñales, si lo mas básico ya estaba revisado por los ingenieros enanos Dolgen se dio cuenta de una cosa; no tenía ni la mas remota idea de qué le podía pasar al engendro mecánico enano, pero sí tenía varias hipótesis.

Se giró hacia los mecánicos que el capitán había hecho retroceder con la exquisita cortesía enana -Me temo que tengo solamente malas noticias, si ya han comprobado el equilibrado de bielas, los ajustes de los tornillos y la presión de la cámara de combustión... ¿por qué no hay movimiento pequeños amigos?- preguntó señalando con el meñique de la izquierda a unos de los mecánicos y con el de la derecha al otro -¡Porque tenemos una obstrucción de caballo!- gritó haciendo un gesto que recogía en un círculo imaginario toda la infraestructura de tubos y válvulas que llegaban hasta la cubierta desde la cámara -Hay que desmontar cada tubo y comprobarlos tramo a tramo- sentenció afirmando con un gesto de cabeza repetidas veces esgrimiendo una mueca entre la soberbia y la condescendencia.

Finalmente se cruzó de brazos y les dio la espalda terminando en una posición en la que parecía estar observando con detenimiento el recorrido de los tubos, cuando lo único que hacía en realidad era apretar el culo por el miedo a las represalias si los enanos descubrían que todo lo que había dicho no era mas que una conjetura sin un fundamento fiable al cien por cien.  

Grend dejó las aburridas conversaciones sobre construcción de maquinas extrañas, y se quedó con la información. Los pieles verdes eran peligrosos y los piratas también. Vale. Menos mal que habían entrado aquí si no menuda sorpresa.
Bufó un poco aburrido y se volvió al enano que le vigilaba mientras sacaba una baraja de cartas.

¿Qué me dices amigo? ¿unas partiditas? Seguro que tienes por ahí un licor enanil que merezca la pena probar mientras dejamos que se diviertan ahí dentro.

De los dos mecánicos uno era el becario, tendía 60 años y tan solo 30 de experiencia en los particulares ingenios enanos que usaban la fuerza del vampor para transformarla en impulso. El mecánico de mayor rango le doblaba la edad y triplicaba la experiencia al más joven. 

Al oír la teoría de Dolgen, el becario estalló exultante - ¡Ves, te lo dije!, ¿lo dije o no lo dije? Te lo dije pero me ignoras porque no quieres reconocer que el becario tenga razón - Parecía bastante quemado por haber sido ignorado durante meses.

El mecánico veterano intenó justificar porqué no podían ser un atasco mediante un razonamiento que a Dolgen le pareció del todo correcto. Efectivamente, era imposible que fuese un atasco. Sin embargo la coincidencia en el diagnóstico de Dolgen y el becario fue suficiente para convencer al capitán Lavamarina que sentenció categórico:

-Bien, dejémoslo por hoy. Id a asearos y a descansar. Mañana comenzaréis a desmontar el motor pieza por pieza buscando las secciones atascadas. Ya conocéis los protocolos, tenéis tres meses de trabajo por delante. Una cosa más. Goldurbir quedas degradado a ayudante de mecánica y Hofubadir, desde ahora eres el nuevo jefe de máquinas. Y ahora fuera de mi vista los dos.

Tras despachar a los mecánicos, el capitán se giró hacia el grupo. - Os agradezco vuestra ayuda. Y ahora estaréis deseando ir a buscar a Íñigo Sharpe. Acompañadme a cubierta.

En cubierta Toresgrolin Lavamarina llamó a un enano que hacía las veces de vigía y de explorador, el cual previno al grupo de ciertos lugares peligrosos del manto vegetal, como una colonia de leones marinos y una región donde habitaban unos extraños seres fungaloides que mimetizados con el entorno atrapaban a criaturas incautas para devorarlas.  

-Ya conocéis los peligros del Mar Estrangulador. Tanto los goblins como los piratas cuentan con un par de docenas de miembros, pero no os dejéis intimidar por su número, más de la mitad están enfermos y desnutridos. No tienen la resistencia enana. Tendrán un par de vigías para no ser sorprendidos por miembros del otro grupo, pero son vigías desmotivados y aburridos. No serán dificiles de sorprender y eso os terminará de dar toda la ventaja que necesitéis. Podéis intentar negociar, por supuesto, pero si lo hacéis estaréis perdiendo el tiempo y el factor sorpresa. - Lavamarina se encogió de hombros. - Os deseo suerte.

Tuviera o no razón, parecía que Dolgen había convencido a los enanos de que sabía lo que se hacía, y para ellos era más que suficiente. Tras explicarles algo más sobre el Mar Estrangulador y proveerles de valiosa información, Nada estrechó la manaza del capitán enano y correspondió a sus buenos deseos con un parco asentimiento.

—Eres una caja de sorpresas, mago —le comentó el guerrero una vez emprendieron el camino de regreso al exterior de la improvisada fortaleza— Lo has hecho bien.

Si Lavamarina no se equivocaba, habían lidiado con el más complicado de los tres asentamientos de la forma más rápida y limpia posible. Los Dioses sabían que no siempre había que desenvainar el acero para superar obstáculos. Cuando se reunieron con Grend, recuperó su cimitarra de un tirón y la guardó con un sonido sibilante— Tienen mucho que hacer aquí, pero nos han dado información de los demás campamentos. Hora de cazar piratas, no quiero tener que preocuparme de perder nuestro barco.

Lo único que le provocaba cierto resquemor al mago ahora, era que los enanos estuvieran varios meses buscando un atasco en los tubos que no necesariamente existiría, pero la misión era la misión -Gracias- contestó al guerreo todavía compungido por lo que pensaba -leo mucho- explicó encogiéndose de hombros.

Miró a Llenka mientras Nada ponía al corriente a Grend -¿Qué te han parecido las entrañas de la bestia?, desde luego que es un navío poco común, ¿sabías de la existencia de barcos similares?- le preguntó porque, al fin y al cabo, a Dolgen le había picado el gusanillo de la curiosidad innata que poseía, si estuvieran en otras circunstancias seguramente hubiese querido echar un vistazo mucho mas a fondo.

Cuando el guerrero dijo "cazar piratas" Dolgen lo miró con resignación, se agachó a por su bastón, que parecía parte de los escombros y se les quedó mirando para lanzarles una pregunta de la que ya sabía la respuesta -¿Parlamentar con los piratas ya lo hemos descartado?.

Cuando Grend vio volver a los demás, e intactos, imaginó que todo había salido mal y que no habría combate. Aunque cuando Nada le contó lo sucedido y el siguiente paso a seguir volvió a aparecer su sonrisa. Recogió las cartas y su dinero, no había ganado, pero tampoco había perdido, lo cual estaba bien.

Sonrió aún más ante la pregunta del mago.

Yo diría que sí, pero si quires intentarlo no me importará ver cómo lo haces desde lejos y a buen resguardo. Aunque te aconsejo que en ésta ocasión dejes que demos el primer paso nosotros. Después de todo, el que pega primero pega dos veces.

El grupo avanzó todo lo rápido que era posible dentro de la lentitud obligada por el terreno y todavía quedaban dos horas de luz cuando se aproximaron al campamento de los piratas.

En una zona despejada se alzaba lo que debía haber sido un veloz bergantín y que se encontraba atrapado entre las algas que ascendían por sus flancos como enredaderas, entraban por las portas y enraizaban en su madera carcomida.

Delante del barco, sobre listones de madera, había una docena de bancos y sillas sobre las que se dejaban caer otros tantos humanoides, principalmente humanos, aunque también un semiorco, un halfling y probablemente algún que otro semielfo.

Había algo raro por las posturas contorsionadas de los piratas y sus rasgos deteriorados. Algunos bebían a sorbos en unas maltratadas jarras metálicas. En un momento dado uno de los piratas se acercó a unos barriles que hay en un extremo del campamento a rellenar su jarra. Aunque los piratas iban desarmados, junto a los barriles había apilados arpones y sables.

Sobre los listones apenas había una docena de piratas, pero probablemente dentro del barco habría más.

Al ver a las distintas razas Grend frunció el ceño. No porque le cayesen especialmente mal. Si no porque al no ser humanas tendrían más ventajas si peleaban de noche. Aparte de ser más duras y resistentes. Sobretodo los orcos.
Sabía que él no tendría ningún problema, pero les preocupaba un poco sus compañeros. No estaba seguro de si lo podrían conseguir.
Seguramente Nada sí, pero todavía no había visto pelear a la moza. Tal vez fuese el momento.

Bueno. Yo diría de ir a por ellos ahora que todavía hay luz, luego tendrán ventaja ellos. Aparte de que no parecen muy espabilados.

Miró al mago.

Supongo que no tendrás una bola de fuego ni nada por el estilo ¿verdad?

Entráis por cualquier punto del extremo norte. Las P son piratas.

Nada observó el barco ceñudo y escupió a la maraña de algas bajo sus pies. Con sólo desenvainar la cimitarra ya dejó claro a Grend que no iban a perder más tiempo.

—Acabamos con ellos y para la noche tendremos dónde acampar —cogió también su escudo, se agachó para ofrecer menos cuerpo a los vigías, y encabezó la marcha. Unos metros más hacia delante, hizo un gesto con su mano para que pusieran cuerpo a tierra— Mago, ¿puedes hacer algo para distraerlos?

Aunque no dudaba de sus posibilidades, un sabio le había dicho una vez que no era sensato desconfiar del poder de muchos contra uno solo. No importaba su tamaño ni su poder. Así que Nada, Dioses Oscuros mediante, siempre abogaba por aplastar a sus oponentes de la forma más efectiva y brutal posible. No había lugar para las heroicidades ni los gestos de caballerosidad en un mundo como el suyo.

No iba a negarlo, Dolgen estaba cansado de tanta caminata y tan poco descanso, era un hombre de libros no un aventurero curtido, y esto ahora le pasaba factura -bolas de fuego y chispas eléctricas- replicó casi susurrando a Grend -no todos los magos se especializan en la batalla, me temo- le dijo agachándose para imitar el avance de Nada.

Se arrastraba con torpeza comparado con como lo hacían sus compañeros, pero el ritmo lento de marcha se le hacía mas llevadero sin duda alguna -Intentaré nublar la mente del semiorco y del hafling, con un poco de suerte causará un revuelo y con ello la distracción que necesitáis para hacer lo vuestro- se notaba la resignación en su tono.

Cuando estaban a la distancia apropiada Dolgen dejó que los efluvios arcanos que se arremolinaban a su alrededor entraran en él y los dirigió con la fuerza de un martillo enano contra la débil mente de los dos humanoides.

Osea que no. No puedes lanzar bolas de fuego o algo parecido. Vale. Tendré que solucionarlo yo todo, como siempre. Esperad aquí a mí señal y entonces atacad.

Normalmente las sombras parecíana acercarse a Grend, aunque obviamente era simplemente una ilusión óptica porque esas cosas no pasaban así como así. Pero lo cierto es que en cuanto empezó a moverse hacia el campamento pirata pareció fundirse con el negro de su capa. Y además lo hizo sin ningún ruido.

Grend se acercó todo lo que pudo, que fue mucho, con la Siniestra ya desenvainada. Al llegar y ver más de cerca el grupo y la pinta que tenían casi les dió pena. Casi.
Con cuidado sacó su "bolsa de monedas" y la hizo tintinear un poco antes de lanzarla al medio del campamento, cerca de uno de los piratas.

Afortunadamente, Dolgen prefirió ser cuidadoso y dejar la opción diplomática para otro momento. Los aceros de los mercenarios estaban sedientos de sangre y la cimitarra de Nada no era una excepción. Debían asegurarse de que Sharpe estaba vivo y que su máquina se completaba. Entonces, sólo entonces, cuando ya no hubiera demonios en ese mundo y su Reina estuviera acabada, podría permitirse descansar.

Con un asentimiento de cabeza, indicó a James que apoyaba su movimiento y avanzó lo más que pudo hasta que consideró que estaba lo suficientemente cerca. Sabía lo rápido que podía ser y calculaba que en cuanto empezara la trifulca, podría acelerar y cruzar la distancia que le separaba del pirata más cercano en unos pocos segundos. Luego sólo hacía falta que los Dioses le guiaran.

Cuando Grend se acercó más allá de lo que parecía posible sin ser visto, contempló de cerca a unos piratas melancólicos que apenas hablaban entre ellos. Se limitaban a pasar el tiempo, a beber a pequeños sorbos de unas jarras metálicas abolladas y a lanzarse alguna puya de vez en cuando. Algunos parecían tener alguna enfermedad o deformidad que se adivinaba bajo sus ropas harapientas.

Hizo sonar la bolsa y la lanzó cerca del grupo más próximo. Los piratas se giraron extrañados al oir el primer tintineo y luego miraron incrédulos al escuchar el sonido que hizo la bolsa al caer junto a ellos.

- A las armas, estúpidos.- Bramó el más despierto de todos, que tuvo tiempo de reaccionar como un rayo, cojer su sable, agarrar la bolsa casi al vuelo y arrojarla lo más lejos que pudo como si se tratase de un artefacto mágico destinado a estallar como una bola de fuego.

Vaya. Unos piratas inteligenes y que no se matan por el dinero. Creo que ya lo he visto todo.

Hey, hey, hey. No tiréis el dinero por ahí, que luego tengo que recuperarlo. Sabéis lo que cuesta juntar una bolsa de monedas de oro hoy en día.

Como la sorpresa ya se había pasado tocaba dejar que hablaran los aceros. Por lo que se acercó tranquilamente a uno de los piratas mientras desenvainaba a Diestra.

Habrá que hacerlo por la vía divertida entonces.

El primer pirata no tuvo tiempo ni de levantar su arma para hacer un intento infructuoso de detener la de Grend. La delgada hoja atravesó el ojo derecho del pobre, saliendo por la parte de atrás de la cabeza.

Por cierto. Todavía podéis rendiros, así a lo mejor alguno salva la vida.

La hoja izquierda atravesó las defensas del otro marinero, pero la protección que llevaba hizo que la hoja no llegase más que a rozar la carne.

Era hora de combatir.

Al unísono, Grend y Nada salieron de sus escondites y se lanzaron a acabar con los piratas. Mientras que el espadachín terminaba de segar la vida de uno de aquellos indeseables, el siervo de los Dioses Oscuros musitaba una plegaria silenciosa a sus benefactores para que guiaran sus acciones durante la batalla. Los Dioses proveen. Notó cómo la crepitante energía de su interior se acumulaba en su mano, clamando por ser liberada, pero en el último momento Nada perdió la concentración y la fuente de su poder se disipó como humo en el viento.

—A acero y sangre, pues —dijo, clavando ambos pies en la irregular superficie de algas y preparándose para el ataque enemigo.