Partida Rol por web

Escuchas unos desgarradores gritos en la lejanía.

El ritual da comienzo y ambos historiadores comienzan a recitar al unísono el extraño cántico acompañados de la voz femenina de Rachel Hemingway. Anna Vixen mantiene la mirada fija en la ventana, a través de la cual únicamente se aprecia una espesa y calma oscuridad mientras los fogonazos provocan los polvos que va lanzando en el fuego provocan llamaradas que cubren de un manto naranja toda la habitación y esparcen un intenso hedor sulfuroso. Artie Gumshoe pasea por la habitación acariciando la automática en su bolsillo mientras observa la escena con una mezcla de desconfianza y asombro. Él sigue confiando todavía en el plomo, pero no está de más ese tipo de ayuda... exótica.

El tiempo se dilata lo suficiente para que al consultar el reloj de pulsera tras una eternidad de repeticiones de ritual, Anna comprueba que sólo han pasado veinte minutos desde su comienzo. De repente, un fuerte sonido se escucha en el desván, como algo nervioso agitándose. Las tres voces que recitan titubean unos instantes pero siguen adelante. Artie sujeta con fuerza la empuñadura de su arma. La criatura parece haber vuelto.

20 minutos de ritual.

— ¡No se detengan! — Les advirtió Artie. 

El detective estaba nervioso. Era evidente que algo acababa de regresar al desván y no estaba seguro de querer saber que era ese algo. Podía ser que una vez estuviera cara a cara con aquella cosa no fuera para tanto, pero realmente no lo creía posible. Lo único que esperaba era el momento en el que tuvieran que enfrentar al monstruo, no llegase nunca.

— Recordad que no debéis interrumpir el ritual. — Les recordó mientras empeñaba su arma apuntando al suelo.

Carter continuó concentrado en el ritual. Únicamente desvió la atención levemente hacia Gumshoe cuando les advirtió que no se detuvieran, pero era innecesario. Habían entrado en esa extraña entropía de repetir lo mismo constantemente, como una letanía sin fin, y no iba a ser él quien cesara el cántico. Sin embargo el ruido del desván consiguió distraerlo...

Notó cómo cada uno de los pelos de su cuerpo se erizaban, como escarpias, y una extraña sensación de terror inundó sus pensamientos. Se lamió los labios resecos sin dejar de entonar, con el corazón palpitando a mil por hora y el sabor de la adrenalina en la boca. El corazón parecía que iba a salírsele del pecho con cada una de las palabras que recitaba, y temió no poder continuar. Apretó los puños con fuerza. El sudor impregnaba su frente, y comenzaba también a notar esa incómoda sensación de no caber en su traje. Por fin sabía qué significaba trabajar en 'Tras el telón', y empezó a ser consciente de que lo que allí ocurría (y de lo que la agencia se encargaba) no eran simples mendicidades de decrépitos miembros de clase alta en fatuos salones, sino una tangible realidad de lo desconocido

Me sobresalté un poco al oir a la criatura volver al desván. Agradecí no estar recitando pues seguro que habría perdido la concentración. Seguí con la tarea de los polvos en silencio, quizás más segura por las palabras de Artie.....el no dejaría que nos pasase nada. Y el resto debían hacerlo los cánticos. Si la criatura aparecía era porque lo estábamos haciendo bien.

Continuo recitando el cántico, pero siento como todo mi cuerpo se tensa y como mi boca se seca. Los ruidos del desvan me hacen sentir demasiado inquieto. Le hago un gesto a Anna, tratando de indicarle que cambie unos momentos el puesto conmigo, para que ella recite y yo lance los polvos, así aprovecharía para beber algo de agua y sujetar mi carabina.

Pasados los primeros minutos, aquello que se oculta en el desván comienza a emitir un horrible aullido, interrumpido en ocasiones por gruñidos y maldiciones proferidas con una voz severa y gutural. La vieja casa empieza a mecerse y crujir, con unas sacudidas repentinas que hacen temblar hasta los cimientos. Los objetos que hay sobre la repisa de la chimenea se tambalean hasta caer al suelo y rodar por él.

El ruido y la violencia continúan durante cuarenta minutos más hasta alcanzar la mitad del ritual, tras los cuales, un terrible olor baja del desván, acompañado de una sustancia viscosa y hedionda que va filtrándose desde el techo y gotea por las paredes de la casa.

1 hora de ritual.

Los minutos iban pasando lentamente. Los temblores se sucedían y Artie, aunque no fuera a admitirlo, estaba asustado. Más cuando empezó a caer aquella extraña sustancia del techo. Ahora más que nunca esperaba que el ser que se encontraba en el desván, no decidiera descender junto a ellos nunca. Desde luego que él no iba a ser quien subiera a buscarle. Sólo esperaba que sus compañeros estuvieran lo suficientemente concentrados para que no detuvieran el ritual.

- Venga chicos... - Les dijo. - ...ya queda menos. - Pese a todo, Arthur se acercó al círculo mágico. Si veía que pasaba algo que pudiera interrumpir el ritual, se introduciría en el círculo y comenzaría a recitar también, al fin y al cabo, después de oír aquellas palabras arcanas durante toda una hora, ya las tenía incrustadas en la mente.

Casi no me lo podía creer, pero estaba funcionando. Seguí recitando aquella cantata ya asimilada después de tanto tiempo recitándola. Di un respingo cuando oí aquel gutural sonido y no mejoró cuando aquella cosa viscosa comenzó a rezumar por las vigas.

“Concéntrate Rachel, no puedes liarla ahora”

Intentando ignorar todo lo que pasaba a mi alrededor, seguí realizando el cántico, con esperanza de que aquello funcionara.

Tomé el lugar del profesor y empezé a recitar. Estaba nerviosa y esperaba no equivocarme. Además, la cosa del trastero no paraba de moverse.....suponía que eso era que lo estábamos haciendo bien, pero nunca se sabía.

Miré a los demás para ver cómo estaban, parecía que aguantábamos.

Sabía que no se estaba comportando como debía. Sus compañeros estaban sumamente concentrados, enfocados en la tarea del cántico, los polvos y la vigilancia, algo vital para el éxito de la misión. Y él, por ahora, no estaba a la altura. Lógicamente lo achacaba a su carencia de experiencia, pues la veteranía de los demás jugaba en su favor, pero debía redoblar esfuerzos. Una gota de sudor se deslizó de su sien por la mejilla, evidenciando su temor de novicio. Apretó las mandíbulas y continuó... si es que podía

Al comienzo de la segunda hora, la criatura del desván se queda en silencio y el cántico continúa sin distracciones durante treinta minutos más en los que reina la incertidumbre.

Pasada esa media hora, unas voces que provienen del exterior se mezclan con el repetitivo cántico. Tras un desconcierto inicial, la voz se torna más clara.

"¡Socorro! ¡Ayúdenme, se lo ruego!"

Es la voz de una dama que pide ayuda en el exterior de la granja. También se escucha la voz de un hombre, más lejana, que grita aterrorizado.

"¡Abran la puerta!"

1 hora y media de ritual.

- Yo me encargo... - Dijo el investigador acercándose a alguna ventana o puerta que diera al exterior, en la zona por la que se escuchaban aquellos gritos.

Artie no se iba a fiar de nadie por muy necesitado que pareciera. Estaban tratando con un ser de más allá de la última frontera del raciocinio humano y a esas horas de la noche y en aquel lugar, no debiera haber nadie. Sin duda se trataba de una distracción creada por el ser que trataban de expulsar, un ser que ya se había manifestado de forma terrible medio hora atrás y que podía, ser que pudiera imitar voces humanas o incluso inducir a alucinaciones. 

- Ustedes sigan con el ritual. - Les ordenó. - Por muchos gritos que escuchen, no lo interrumpan. ¿Lo han entendido? Yo me encargo. - Dijo tajantemente.

Arthur Gumshoe miró al exterior expectante por descubrir que iba a encontrar en el exterior, pero también ansioso por atrancar la puerta con cualquier cosa que encontrara. Apuntularla con tablones y clavos hubiera estaba bien, pero le bastaba con encontrar una barra de hierro para atrancarla o una cuerda para hacer un nudo entre ambas hojas de la misma. Lo que tenía claro es que no iba a permitir que nadie penetrara tras aquellos muros e interrumpiera el ritual.

A unos cincuenta metros de la puerta de la granja, Artie descubre algo arrastrándose entre la hierba alta en vuestra dirección. Se trata de una mujer herida de mediana edad. La mujer levanta la cara, que tiene cubierta de sangre, y vuelve a pedir auxilio. Más lejos, corriendo de manera errática en dirección hacia la granja, se aprecia la silueta de un hombre.

Arthur se sentía culpable por querer impedir el acceso a aquellas personas al interior de la granja. ¿Y si no eran personas? Lo cierto era que al menos parecían ser de carne y hueso. Y sangraban... Arthur apretó los labios y los puños, lanzó un leve gruñido y tomó aire inflando sus pulmones. 

- Tengo que hacer algo... - Dijo. - ¡Warren, vigila ésto! - Le dijo a su viejo amigo, que era quien estaba descansando en esos momentos. - ¡Voy a ayudar...!

Y dicho aquello, abrió finalmente la puerta de la granja y pistola en mano salió corriendo en la dirección donde se encontraba la mujer. Su intención era ayudarle a ponerse en pie y juntos correr hacia la protección de la granja y allí esperar a que llegara el hombre. Una vez dentro ya les preguntaría por su identidad y el motivo de estar allí a esas horas.

Cegado por el frenético ritmo de su corazón, Artie abre la puerta de la granja y sale a la oscura noche que impregnaba todo. Da unas zancadas hacia la mujer que avanzaba como podía para comprobar que aquella dama no era más que un cadáver hinchado con el pecho abierto y el corazón y pulmones colgando de finos hilos de tejido conjuntivo. Al fondo, el cuerpo mutilado de Red Jake se acerca amenazantemente, con la mirada perdida y la tez blanca debido a su total ausencia de sangre en el cuerpo.

El cadáver animado de la mujer se prepara para agarrar y golpear sin piedad a Artie.

No se cuánto tiempo llevábamos allí, pero empezaba a notar el cansancio. Mis músculos dolían y tenía la garganta seca de los cánticos, pero sabía que no debería detenerme. Todos estaban dando lo máximo de ellos, yo no podía ser menos. Los… gritos (por decirlo de alguna forma) de aquel ser parecían ir en detrimento ¿Estábamos consiguiendo realmente algo? Tuve la esperanza de que así fuera.

Entonces escuché el grito. Un grito terrible y suplicante de alguien que necesitaba ayuda. Por instinto, a punto estuve de romper el cántico y lanzarme a la búsqueda de quien quisiera que necesitara ayuda. Pero entonces el grito de Artie me detuvo.

Tenía razón, si ahora me detenía, podía echar al traste todo el ritual. No. Debía seguir con ello. Apenas asentí con la cabeza mientras continué más fervientemente con los cánticos. Por el rabillo del ojo vi como nuestro compañero salía. Una gota de sudor resbaló por mi frente. Empezaba a estar muy cansada.

Mi vista volvió a irse hacia esa puerta abierta donde podía ver a Artie acercarse a una persona que se arrastraba por el suelo

“¿Quién…?”

No terminé la pregunta en mi cabeza pues enseguida, aquella figura se incorporó y a pesar de mi posición, pude distinguir bien la tonalidad de la piel putrefacta, el rictus en la cara, el pecho abierto. Y el pánico amenazó con devorarme.

“¡No, céntrate! Sigue el canto… Gunshoe podrá lidiar con… con…”

Apenas conseguía mantenerme centrada, aunque mi boca seguía recitando el cántico.

“sabias que podías encontrarte estas cosas. No es la primera. Céntrate, céntrate…”

Sin saber cómo, conseguí mantener a ralla las ganas de salir corriendo, pero no era más que una pequeña rama al viento, amenazando con romperse. ¿Cuánto podría mantenerme entera?

Aquello afectó a Arthur Gumshoe sobremanera. Momentos atrás había visto claramente el rostro de una mujer herida y esa mujer herida era ahora un cadáver. ¡Un cadáver animado! Algo se había metido en su mente haciendo que viera alucinaciones. Se estaba volviendo loco, eso estaba claro. Por un momento se quedó petrificado. Quería disparar, pero no podía. No podía reaccionar, ni hacer nada en absoluto. Su mente parecía haber colapsado.