Partida Rol por web

Hace poco tiempo que vuestras clases, aquellas en las que os han enseñado todo lo necesario para llegar a ser miembro activo de El Legado, han acabado. Conocéis vuestras capacidades, y os han comunicado que recibiréis vuestra primera misión para empezar a internaros en los misterios de The Strange.

Empezaréis desde abajo, por supuesto, pero en un mundo lleno de posibilidades como es éste, "abajo" se convierte en "arriba" muy fácilmente, con lo que sabéis que no debéis menospreciar la misión.

Llegáis a vuestro aula poco antes de la hora indicada.

Después de pasearse entre las mesas durante unos minutos, decide sentarse en uno de los muchos sitios vacíos que hay. Coloca los pies sobre la mesa que tiene delante y se pone a jugar con el móvil. Su ropa no deja atrás el color llamativo de su cabello. Como sus compañeros ya sabrán, cada semana lo lleva de un color diferente y cuanto más llamativo, mejor. Esta semana toca azul.

Su ropa no se queda atrás. Lleva unas zapatillas estilo converse que hace tiempo fueron blancas, pero con el paso del tiempo... de blanco no les queda nada. Lleva unas medias con la forma de un gatito dibujado en ellas y unos shorts un poco rotos, por no decir bastante. Lo único que parece es la camiseta de tirantes que lleva, con un gatito psicodélico en el centro.

Pronto se cansa del móvil y decide ponerse a jugar con la silla. Se echa hacia atrás poniéndose sobre dos patas.

-Me aburro. Espero que el tutor venga rápido. Tengo ganas de comenzar con la misión y ver que es lo que tenemos que hacer. ¿Vosotros no? Seguro que es muy divertido. Tenemos que demostrar lo que valemos para que podamos tener misiones más importantes en el futuro.

Estoy como casi siempre abstraído con mi portátil conectándome a los foros de programadores. Para encontrar algunos de ellos hay que demostrar que tienes unos conocimientos mínimos ya que no aparecen en los buscadores comerciales. Para aislarme mejor llevo mi anodina sudadera con la capucha prácticamente tapándome los ojos, ademas me viene tan grande que si dejo las mangas caer me tapa las manos. Los vaqueros sólo los sustituyo cuando no tengo ya mas remedio y calzo unas zapatillas deportivas, que sustituyo mas a menudo ya que las suelas desgastadas y las aceras bañadas no son nada compatibles.

Al hablar Amber me giro hacía ella volviendo al mundo real. – Creo que debemos estar preparados si nos encomiendan una. Aunque no debemos bajar la guardia. – Sonriéndole a Amber. – Y recuerda si estoy demasiado concentrado con el ordenador o el smartphone hasta perder de vista lo que ocurre a mi alrededor dame un golpe si es necesario. Ya sabes que cuando comienzo a programar me olvido de todo.

Sonríe, ilusionada.

-¿Me dejas pegarte? ¡Bieeen!

Por un momento, pierde el apoyo y parece que va a ir directa al suelo, pero, con un rápido movimiento,  consigue recomponerse y se apoya en las mesas de detrás mientras la silla hace ruido al caer al suelo. 

-Ayuda, ayuda. Esta posición no es del todo cómoda. 

Y es que está como si hiciese el número de la tabla humana en un espectáculo de magia.

Los dedos de Flot rozan la pared de fondo de la sala, midiendo el espacio. Sus pies se mueven inquietos. Casi siempre se mueve alguna parte de su cuerpo, aunque no es un movimiento nervioso. Es fluido, como el movimiento de las olas. O de la lluvia.

De reojo ve lo que está a punto de suceder con la silla de Amber, y antes incluso que ella perdiera el apoyo, Flot se había puesto en marcha. Con un grácil movimiento de desliza por encima de la última fila, se apoya en una silla, sigue con otro salto… Y llega a tiempo para ayudar a que su compañera se incorpore.

-Cierto, no hay que bajar la guardia, dice a los dos y guiña un ojo. Sin darle más importancia al heroico rescate, se ajusta la sudadera y comprueba las cordoneras de los deportivos. Es minucioso en lo que se refiere a su ropa, pues protegen a su cuerpo que es su herramienta de la misma forma que el ordenador o el móvil lo son de Hug.

-A ver qué nos tienen preparado, también estoy impaciente por saberlo.

Lleva el rostro descubierto. Cuando sale fuera, prefiere llevar la capucha para esconder las largas rastas y para evitar las miradas de los desconocidos. Nunca había encajado en ningún sitio hasta llegar a formar parte de El Legado. En el orfanato nadie le echaba de menos, pero aquí se sentía valorado, y con Amber y con Hug se relajaba bastante, aunque alguna parte de su cuerpo siempre estaba en movimiento. La vida le había enseñado a correr y a flotar, sin detenerse nunca.  

Flot va a su rescate. Bueno, está ahí en el momento justo.

-Gracias, Flotty. ¡Eres como un caballero de brillante armadura! Pero sin armadura... aunque no te hace falta, claro.

Sonríe y se sienta en una mesa, a lo indio. Saca una moneda y comienza a juguetear con ella pasándola de un dedo a otro sin dejar que se caiga o sin tocarla con la otra mano. Es bastante hábil con los juegos de manos.

-Flotty, ¿quieres que te haga un truco? Huggy es demasiado serio para esas cosas, pero seguro que tú eres más lanzado y no te da miedo que una chica engañe a tus ojos y te haga creer que la magia existe de verdad. Además, así nos divertimos mientras esperamos.

-Yo ya creo en la magia..., contesta Flot y de un salto se sube encima de una mesa y se queda cuclillas. -A ver, deslúmbrame chica de pelo azul, le anima a su compañera.

Al creer entender que Amber quiere exclusivamente la atención de Flot, ¿sino para que decir que no son para mi esas cosas?, vuelvo ha concentrarme en el ordenador.

Aunque hace años y años que se que la inmensa mayoría de las chicas se sienten mucho mas interesadas con los deportistas no deja de dolerme.

Me dedico a visitar ahora paginas de avistamientos de ovnis y extraterrestres para ver si alguna da algún dato sobre nuestra misión, sea la que sea.

-Oh, así que te atreves, ¿eh? Qué valiente. 

Le muestra la moneda. Seguramente vaya a hacer los típicos juegos de sacar la moneda de cualquier lugar, pero para pasar el tiempo ya están bien.

-Pongo esta moneda en mi mano - hace lo que dice y luego cierra el puño para ocultarla.

Coloca la otra mano en la misma posición y las mantiene entre ella y Flot.

-Ahora tienes que hacer el pase mágico... tienes que decir; "¡Monedita! ¡Fluuus! ¡Fluuuus!" y la moneda desaparecerá. Tendrás que decirme dónde está.

Flot aplaudió forzado ante los trucos aparentemente sencillos. Finalmente accedió a participar, y con cierta desgana dijo: -Moneda... Monedita, Flus .. etcétera, y todo eso.

Su mirada se perdía por momentos por la sala. Luego sonrió, juguetón. Ni rastro del sarcasmo anterior. -¿La tiene Hug?

¡Oh, eso sería genial!

A pesar de mi intento de concentrame en el ordenador no lo logro y cuando oigo a Flot decir mi nombre me giro hacía ellos. – Qué ocurre.

Miro al mismo tiempo por si hubiera entrado alguien.

Sonríe.

-No sé... yo solo tengo esto.

Abre ambos puños y lo que tiene no se parece a una moneda... más bien parece una de las rastas de Flot. Aunque no ha llegado nunca a acercarse tanto como para conseguir una de sus rastas. Aunque también cabe la posibilidad de que no sean las suyas.

-Quizá deberías hacerle un chequeo completo a Huggy - sonríe aun más ámpliamente.

Me quedo desconcertado sin saber bien que ocurre aunque mi mirada, al ver la rasta, se va a la cabeza de Flot esperando ver una cortada.

Lo del chequeo a mí me acaba de descolocar, aunque su sonrisa ampliándose me hace pensar que formo parte de algún juego entre ellos.

Vuestro tutor entra a la sala bastante puntual.

Ernest es una matriz que antes de trabajar para El Legado se dedicaba a la venta piramidal. Es evidente que era un trabajo perfecto para él, pues con poco rato que se hable con él uno se da cuenta de que es capaz de vender neveras a los esquimales. Ha sido buen profesor, y sus clases han sido cercanas y amenas. Puede incluso que alguno le haya cogido cierto aprecio.

- Bien, chicos, - dice al entrar, - ha llegado el día.

Prepara la pizarra magnética, y pone sobre ella una fotografía. Es el rostro de un hombre de unos cuarenta años, de pelo castaño.

- Este es Elroy Masterson, un paradoja al que llevamos tiempo vigilando. Siempre ha rechazado entrar en El Legado, aunque sí se ha comprometido a no salir de la Tierra sin comunicárnoslo. Actualmente vive en un barrio tranquilo de Los Ángeles, y apenas sale de casa. Sabe que le tenemos bajo vigilancia, pues sospechamos que es lo que nosotros llamamos un "minero de recursión". Supongo que os preguntaréis qué significa eso.

Ernets pone en la pizarra dibujos y esquemas que parecen representar mapas y estructuras de recursiones.

- Veréis. Ya sabéis que una recursión puede estar basada en otras leyes diferentes a las físicas de los planetas. También, pueden estar basadas en cualquier elemento, no necesariamente en el carbono, y hasta puede ocurrir que toda ella esté hecha de un material valioso, por ejemplo, petróleo, o diamante. Un minero de recursión se dedica a encontrar este tipo de lugares, e incluso buscan la forma de crear nuevas recursiones a ver si suena la campana y en ellas crece algo interesante. Esto conlleva dos problemas. El primero, es que traer ese tipo de materiales a la Tierra puede desestabilizar el mercado internacional y crear problemas, además de hacer millonaria a la persona que trafica con ello y llamar mucho la atención, y lo segundo y más importante, crear recursiones sin control puede volver a desestabilizar The Strange, sin contar que el uso de su energía ya sabemos lo que atrae.

Os mira con el rostro muy serio y habla con gravedad en la voz.

- De momento, creemos que Elroy no ha llegado a esos extremos, pero sí pensamos que viaja a recursiones ya conocidas y compra materiales y dispositivos en el mercado negro para traerlos a la Tierra. Sin embargo, aún no hemos conseguido cogerle con las manos en la masa, y tampoco sabemos cómo sale de la Tierra. Sin pruebas no podemos hacer nada contra él, con lo que por el momento nos limitamos a vigilarle. Y esa va a ser vuestra misión. Relevaréis al grupo que le vigila en este momento.

La entrada de nuestro tutor hace que finalice, por lo menos de momento, el juego de Amber.

Tal como esperábamos finalmente ha llegado el momento de la verdadera última prueba. Nuestra primera misión.

Tomo rápidas notas en mi portátil sobre lo que nos dice para cuando acabe de darnos todos los datos encriptarlo y pasárselo a mis compañeros, para completarlo fotografió la cara de Elroy Masterson.

Me quedo dudando un instante antes de preguntarle. – Señor Ernest, ¿debemos avisarlo a usted si se confirman las sospechas?

La primera misión que les había sido encomendada no parecía complicada. Pero las cosas sencillas eran las más difíciles de hacer bien. En su experiencia, la repetición era la clave. Repetir una y otra vez el movimiento hasta convertirlo en parte de uno mismo, como el respirar. Y Flot es consciente de que están empezando. Son novatos, pero el tutor les ha visto capaz de esto. No quiere defraudarlo desde luego.

-¿Sabemos algo más de este ... sujeto? Me refiero al paradoja. ¿A qué se dedica? ¿Con quién se mueve habitualmente? ¿Tiene familia? ¿Utiliza las redes?

Seguramente Hug puede sacar información en caso de que se mueva por las redes.

Entonces se da cuenta de que Hug ya se ha adelantado, y rápidamente se baja de la mesa y se coloca junto a él, le pone la mano en el hombro y se agacha para ver mejor la pantalla. -¿Qué tienes Hug?

Me giro hacía Flot negando con la cabeza. – No estaba buscando datos sobre él. Apuntaba lo que nos decía el profesor y después os lo enviaré a vuestros smartphone encriptado para evitar problemas.

Me quedo mirando a nuestro tutor esperando alguna información mas o que nos indique que nos pongamos en marcha.

Cuando están en la parte más interesante del truco, el tutor llega a la clase para comenzar con los detalles de la misión. Algún día, le gustaría llegar a ser tan buena como él... al fin y al cabo, ambos tienen la misma habilidad aunque el nivel de ésta es mayor en Ernest. El rasta desaparece entre las manos, pero la moneda no vuelve al lugar al que pertenece. Se sienta mirando hacia delante con las piernas colgando de la mesa.

Parece que tienen que vigilar a un tipo sospechoso de enriquecerse a costa de otras recursiones y con las consecuencias que eso puede suponer. Aunque eso de pasarse el día vigilando suena un tanto aburrido.

-Supongo que el equipo anterior tendrá un informe con sus rutinas diarias, ¿no? ¿Sale alguna vez de casa? ¿Le habéis puesto escuchas aprovechando si alguna vez sale? Quizá eso facilitase las pruebas. Poder oír lo que pasa en la casa puede ayudar.

- Sí, por supuesto. - Contesta el tutor a la pregunta de Hug. - En el momento en el que se detecte algo extraño debéis avisar rápidamente para recibir instrucciones.

Después atiende a Flot.

- Se dedica a escribir, creemos que una novela. Las únicas visitas que recibe son las de los mensajeros que le llevan lo que necesita. Compra todo por Internet. Hace al menos un mes que no le vemos salir de casa. Creemos que no habla con nadie por teléfono, porque contestando a la pregunta de Amber, sí, la casa está llena de dispositivos de escucha. Claro que hay que tener en cuenta un detalle, y es que Elroy sabe que le tenemos vigilado y sospechará de ese tipo de actuación por nuestra parte. Lo que pensamos que no sabe es que nuestros agentes vigilan desde un piso franco en un edificio desde el que se ve su casa. ¿Alguna duda más? Debéis preparar vuestras cosas, mañana temprano salís para allá.

Se que El Legado puede conseguir cosas inimaginables pero como es evidente nos irán dando mas información a medida de que demostremos nuestras capacidades. Si es su único contacto con el exterior puede ser importante.

– Señor Ernest, ¿hemos podido supervisar que es lo que recibe por medio de mensajeros?

Hago una pausa dudando y finalmente añado. –¿Enviá también alguna cosa por medio de ellos? Recuerdo que leí que cuando los europeos establecieron las primeras rutas marítimas con la China descubrieron que allí se valoraba mucho mas la plata que el oro. Durante unas décadas llevaban lingotes de plata de Europa a la China y volvían aun con mas lingotes de oro para adquirir aun mas plata que volver a llevar a Extremo Oriente. ¿Podría ser que estuviera adquiriendo cosas de aquí muy valoradas en otro lugar.*