Partida Rol por web

Auxibia saludó al recién llegado agachando la cabeza y sonriendo un poco, como era costumbre en ella. A continuación abrió la puerta no sin antes tocar y se asomó hacia dentro. —Lord Lorlen, ya están todos.

—Que pasen —respondió una voz desde dentro.

Auxibia abrió de par en par la puerta y sonrió a los aprendices, invitándolos a entrar. Las teorías e hipótesis sobre voces y sueños deberían quedar para después... o quizás no. Uno a uno fueron entrando al despacho y cuando estuvieron todos dentro la puerta detrás de ellos fue cerrada por la sirvienta, quien permaneció fuera.

El profesor Julius Nolan guió al grupo conformado por aquellos cinco aprendices por los pasillos de Gran Torreón. Bajaron las escaleras y doblaron un par de veces antes de llegar al lugar de donde habían salido por primera vez, las habitaciones. Estaban ubicadas una al lado de la otra, y al igual que el interior, las puertas eran todas idénticas, planas y hechas de una madera dura y de color oscuro. Siguieron caminando y doblando por los interminables pasillos del lugar hasta dar con una puerta algo distinta al resto, con unas palabras talladas en la piedra sobre ella.

Sala del silencio

El profesor, que había permanecido callado durante todo el trayecto, se aclaró la voz antes de hablar, de espalda a la puerta.

—La sala a la cual estamos por entrar es llamada Sala del silencio, como podrán observar —explicó ojeando rápidamente las inscripciones sobre la puerta—. Es el lugar en el que se acostumbra a meditar, y como sugiere su nombre, el silencio reina allí dentro... P-por favor, eviten hablar o hacer cualquier ruido mientras permanezcan en ella —pidió con preocupación—. En este momento no hay nadie, pero normalmente se encontrarán con otros magos m-meditando. —Julius se acomodó los lentes— La razón de esto es que al meditar un mago puede de forma sutil contactarse con su alma, reforzar sus lazos con ella y con ello fortalecer su magia. Esto s-sucede al permanecer horas con la mente en blanco tan solo sintiendo la m-mencionada presencia del alma en el subconsciente... B-bueno, vamos, lo m-mejor será que lo experimenten ustedes m-mismos —dijo finalmente el profesor antes de abrir la puerta y entrar.

Esperaron fuera durante unos breves segundos durante los cuales Lorlen parecía estar mirando fijamente la puerta, o quizás incluso más allá. Momentos después, la puerta se abrió levemente, lo suficiente como para que el delgado cuerpo del profesor Julius Nolan pudiese salir. Le sonrió un poco y asintió al administrador, que luego de devolverle el saludo a él y a los dos aprendices se retiró del lugar con lentitud y serenidad.

En el pasillo siete mujeres esperaban en un largo banco de mármol a los aprendices, entre ellas Eiara, tu sirvienta, quien al reconocerte se levantó y te saludó con una reverencia.

—Ya es tarde, deberías ir a dormir —te aconsejó con una sonrisa—. He dejado tu cena en la mesita de tu dormitorio, ¿sabes cómo llegar a él desde aquí? —preguntó, esperando a tu respuesta para saber si debía acompañarte hasta el mismo o no.

Me siento algo incómodo cuando hace la reverencia ante mi. Estoy aún algo confundido tras salir de la meditación, pero no tengo tiempo que perder, la cena podría esperear...  Ya he dormido suficiente, podré descansar más tarde le digo con una sonrisa.mCojo a Eiara del hombro y le susurró ¿sabes dónde está la perrera? No sé si ayudar al perro de Sartham será de utilidad para mi alma, no sé con exactitud si cunplir estas peticiones son buenas para mí, no sé si será demasiado tarde para salvar esa pobre alma, pero me da un poco igual, lo tengo que intentar al menos... Me digo a mí mismo.

le cojo del hombro mientras le hablo amiga mía, haz el favor de no volver hacer una reverencia ante mi y después, si no estás muy cansado,  ¿me podrías enseñar  un poco el torreón? le guiñó el ojo( quiero que me lleve primero a ese sitio) ¿qué tal si me enseñas la biblioteca y algún lugar apartado para poder entrenar por las manañas? Me gustaría que me despertaras un poco antes para poder ejercitar un poco los músculos, no sé si será molestia... También me puedes hablar un poco de ti y enseñarme tu lugar favorito del torreón le digo mientras le sonrió y la sigo apartando del lugar. 

Algunos miradas confundidas fue lo último que viste por parte de las otras sirvientas antes de perderlas de vista mientras te alejabas junto a Eiara por los pasillos, iluminados únicamente por la luz de las antorchas y considerablemente más fríos que durante el día. A través de las ventanas lo único que se vislumbraba en la oscuro noche eran algunos copos de nieve que caían del cielo, amontonándose poco a poco en los tejados.

—¿La... perrera? —preguntó visiblemente confundida—. Lo siento, pero nunca he escuchado de algo como una perrera... no aquí. Y disculpa la reverencia, no pensé que te molestase. No lo haré más —se disculpó, haciendo de forma casi automática una reverencia con la cabeza. La chica dudó ante el pedido de que te enseñase los alrededores—. ¿A estas horas? La mayor parte de salas están bajo llave, pero te puedo enseñar el camino a salas que normalmente están abiertas durante el día para que puedas ir sin necesidad de que nadie te guíe... ¿te parece bien?

Comenzaba a sentir el cansancio, podía ser la meditación, o la falta de ejercicio en este último mes Joder.. estoy perdiendo facultades... Sé que mañana por la mañana seguramente me arrepentiría de mi acción pero como bien solía decir siempre A lo hecho pecho... Mediosonrío, pero lo intento disimular ya que Eiara no había dicho nada particularmente gracioso.

¿No hay perrera? ¿entonces donde habrán puesto al dichoso perro... bueno da igual, lo decía por una petición que me había dicho mi alma Vuelvo a estar algo confundido por la idea de tener un alma ¿Cómo es eso posible?... No te preocupes por la reverencia, no estoy enfadado, pero esque hace tiempo que dejé atrás todo eso... Prefiero evitar todos esos tratos basados en tradiciones injustas Miro un poco a la nada, pensativo Me parece bien Eiara, guíame si no estas muy cansada, estaría muy agradecido. Y bueno Vuelvo a sonreirle ¿Me vas a contar algo de ti o que? ¿Nacistes aqui o fuiste buscando empleo?... 

—¿Buscas a Waifu? Una petición que hizo tu... alma —repitió, con el ceño fruncido y aparentemente sin comprender de qué le hablabas—... Cosas de magos, supongo —dijo mirando a un lado y quitándole importancia al asunto con una pequeña sonrisa—. No son tratos basados en tradiciones injustas, sólo son formalidades, formas educadas de dirigirse a alguien. No le veo lo malo, la verdad.

Eiara te guió por los pasillos, mientras te hablaba.

—Llegué a Gran Torreón hace poco más de un año, buscando trabajo. La Casa para la cual trabajaba quedó en bancarrota y lo perdió todo; el personal quedó sin trabajo y desamparado. Yo tuve suerte de poder moverme por mi cuenta, llegar hasta aquí y conseguir trabajo, pero otros, principalmente los ancianos, no corrieron la misma suerte... —dijo mientras su voz se apagaba un poco por unos breves segundos—. Oh, ya hemos llegado. —La chica señaló dos grandes puertas de madera que cerraban la entrada a Gran Torreón. Al mirar a un lado, podrías notar que había decenas de pasillos cada pocos metros que llevaban a diversas partes del castillo—. Esta es la entrada, o la salida, según como lo veas. —Eiara bostezó—. ¿Qué me dices de ti? ¿Quién eras antes de... ya sabes, convertirte en un aprendiz?

En el pasillo seis mujeres esperaban en un largo banco de mármol a los aprendices, entre ellas Penélope, tu sirvienta, quien al reconocerte se levantó y te saludó con una reverencia.

—¡Senca! ¿Cómo te ha ido? —preguntó, aunque antes de darte tiempo a responder te señaló algo más—. He dejado tu cena en la mesita de tu dormitorio, ¿sabes cómo llegar a él desde aquí? —preguntó para saber si debía acompañarte hasta el mismo o no.

La puerta se abrió y dejando ver cómo Misha hacía aparición con los ojos abiertos como platos y dando un portazo al poner sus pies en el pasillo, cerrando la puerta. En el pasillo, Senca junto a su sirvienta, Penélope, y otras cinco mujeres, entre ellas Auxibia y Calíope, recibieron al chico con una mirada de sorpresa, preocupación o una mezcla de ambos, variando un poco de rostro en rostro.

—Misha... ¿Pasa algo? —preguntó Calíope levantándose rápidamente del banco de mármol en el que había estado esperando, junto al resto de sirvientas, a los aprendices.

-¡Ha... Ha... hay un cuerpo en la sala de meditación! Los pasos me sacaron del trance y lo vi. ¡Necesitamos un médico!- Exclamó el muchacho nervioso. Si toda esta gente estaba allí en la puerta, el asaltante no se había escurrido de puntillas. ¿Y si no había sido el ataque de un malhechor sino una desgracia de salud? Mientras él perseguía al hipotético culpable, el caído podría estar muriendo ¡y sin recibir ayuda!

Misha se giró sobre si mismo y abrió la puerta de la sala del silencio con la vista clavada en donde, apenas medio minuto antes, había visto el cuerpo caído.

¿Waifu? ¿Quien cojones es ese Waifu? Me quedo dudando durante un breve período de tiempo, también intentando recordar el nombre del chucho, Bueno si no puede ser, no puede ser... Noto el cansancio de Eiara (y aunque no lo admita también el mío) Lo mejor será regresar, hoy ha sido un día duro, mañana continuaremos... 

Una cosa es el respeto y otra muy distinta la sumisión, las reverencias y toda la parafernalia esa de llamarse Lord o lady  es una muestra de sumisión, no de respeto. Le respondo a mi sirvienta y doy media vuelta para ir a mi habitación.  ¿Y buscaste trabajo para ser sirvienta y no ser maga? ¿Intentaste hacer la prueba? 

¿Qué fui antes de ser aprendiz? musito estas palabras para mi mismo, suspiro y sigo hablando Bueno, es una larga historia, te puedo contar el principio hoy, y si quieres mañana, en nuestro próximo paseo nocturno Le sonrío (si no te molesta seguir mostrándome el castillo ) te continuo contando mis historias... ¿Por donde empiezo?... Bueno ¿sabes dónde está Khail para Abel? Está cerca de Fearhold.  Soy el primogénito de los Van Thering, los señores del castillo... Le cuento mientras caminamos sobre el pueblo y las tierras de mi familia, sobre el terreno árido y la pobreza de la gente pero la inmensa riqueza de mi familia, Le hablo sobre mis hermanos, sobretodo de Melissandre, solo le hablo de los buenos recuerdos, no le menciono su muerte o las disputas con mi familia, al menos hoy no. Le hablo sobre las bromas que hacíamos Melissandre y yo a nuestros hermanos, como poner cubos de agua encima de las puertas medio abiertas para que se les cayera encima. Como les asustábamos, escociéndonos en armarios en los cuartos más viejos y abandonados del inmenso castillo. Le ablo con añoranza de mi madre, que se veía reflejada en mi y a pesar de todos los disgustos que le di, ella siempre continúo hablándome. También le hablo de mi padre, para mi sorpresa, no le hablo de él en malos términos, le digo que fue duro y que nuestra relación no fue la mejor, pero que siempre intento lo mejor para mi, aunque antepusiera siempre nuestro apellido... Le hablo mientras caminamos por los pasillos, mi narración acaba justo cuando llegamos a mi habitación, finaliza en el momento antes de mi partida de Fearhold. En la puerta donde le agradeceré el "Tour", como dirían mis amigos gabachos , y le preguntaré si sería posible que me despertara un poco antes, para que pudiera hacer algo de ejercicio antes de comenzar con mi instrucción. 

Salí con la tranquilidad que aún conservaba de la sala, aunque aún algo angustiado por que mi alma no me había dado más respuestas. Al salir, Penélope estaba allí, siempre era una fuente de tranquilidad, amable y al parecer sin la capacidad de alterarse ante cualquier cosa.

¡Penélope!, Creo que bien, no se, supongo que como la fuerza, la magia se tarda en entender. Dejé una pausa, Gracias, iré a comerla creo que se ir. ¿Tú no cenas?, deberías venir algún día, me intriga la historia de alguien como tú. Dije cuando otra de las sirvientes habló, justo después de que uno de los chicos, Misha, hubiera salido de la sala algo agitado. Ladeé la cabeza para mirar al chico, acercándome tras oírlo. Mucho más tranquilo de lo que estaba él.

Alomejor es uno de los nuestros, supongo que allí puede pasar de todo, aún así, por qué no nos separamos y buscamos algún profesor, será mejor que lo vea él mismo si estás tan seguro. Dije mientras miraba también a las dos sirvientas, cuatro personas no podían tardar mucho en encontrar a alguien, por muy grande que fuera el edificio.

Cuando abrió la puerta, me acerqué en silencio y miré dentro, para ver si el cuerpo estaba allí o si podía reconocerlo.

Eiara rio un poco, tapándose la boca con la mano —El perro, no sabíamos su nombre y lo llamamos Waifu. —La chica llevó los labios a un lado mientras le explicabas la diferencia entre respeto y sumisión—. Yo creo que se trata de respeto —afirmó—, después de todo son magos, no los puedes tratar como si fueran un don nadie. Además que bueno —dijo con una sonrisa—, trabajo para ellos como sirvienta, supongo que parte del trabajo de un sirviente es la sumisión, si lo quieres llamar así, ¿no? —Eiara se aclaró—. No intenté hacer la prueba ni lo intentaría, la verdad... Según sé, esto de la cacería de magos es cierto, y aunque Lorlen ha dicho que no corremos ningún peligro mientras permanezcamos en Gran Torreón, creo que ya estoy corriendo un gran riesgo por hacerlo; convertirme en un mago haría el riesgo incluso mayor. Además —dijo subiendo los hombros—, dudo que tenga potencial de convertirme en un mago.

Por largos minutos siguieron caminando por el pasillo, minutos durante los cuales con gran atención tu sirviente había escuchado sobre tu vida, la vida de Eliron Van Thering, asintiendo de vez en cuando y mostrando gran interés. Habían pasado por la puerta que daba al jardín de Gran Torreón, y aunque la oscuridad de la noche no ayudaba mucho a la tarea de ver cómo era a través de la ventana. Una vez habían llegado a tu habitación, asintió ante tu pedido, diciéndote que te llamaría a primera hora. Una vez se hubieron despedido, se marchó, dejándote solo en frente a la puerta que daba a tu habitación, iluminado por las diversas antorchas que habían encendidas en las paredes del lugar.

Cuando me despido de Eiara me voy directo a la cama me fastidia que después de un mes entero durmiendo ahora tenga sueño, estoy perdiendo facultades me digo... Mientras me preparo para dormirme, pienso en "mi reputación", mañana le pediría que me llevara a la bodega, uno se tenía que poner en forma en todos los aspectos.

Las sirvientas se miraron con preocupación mientras que Auxibia y Mérope, las únicas dos ancianas de entre todas ellas, se llevaban la mano al pecho prácticamente al unísono, quizás para evitar que el corazón se les desbocase o quizás por mera costumbre.

Antes de que ninguna pudiese acotar algo o ir a buscar ayuda Misha estaba abriendo lentamente la puerta junto a Senca, permitiendo que la luz de las antorchas del pasillo iluminasen parcialmente la sala. Kai y Morgause caminaban hacia la puerta y Sarthan parecía seguir meditando, en una esquina de la habitación y aparentemente ajeno a todo lo que sucedía a su alrededor. No había nada en el lugar en el cual Misha decía haber visto un cuerpo tendido en el suelo, aunque a tan solo unos pasos de allí se encontraba Milo, que acababa de ponerse de pie para salir corriendo en dirección a la puerta.

El chico miró el suelo, totalmente desconcertado. Era la primera vez que su mente le jugaba una pasada asi. ¿Había imaginado un cadáver? ¿O acaso Milo se había tumbado y en la penumbra lo había confundido con un cuerpo sin vida? Esperaba que fuese lo segundo. Lo primero significaría que estaba muy mal de la cabeza. No quería tener alucinaciones. Y mucho menos si estas tenían que ver con muertos y desgracias y no con arcoiris y unicornios.

-Yo... os juro que vi un cuerpo tendido... y unos pasos que salían de la habitación... Yo pensé que era un ataque.- Esperó a que el chico de las gafas alcanzase la puerta. -¿Milo, has meditado tumbado en vez de sentado?- Pregunto en un susurro.

Misha iba a morirse de la vergüenza. Uno no debía asustar a las criadas, menos a las viejas. Eran muy suyas con el orden y las normas de la casa en la que servían.