Partida Rol por web

A pesar de la oscuridad que reinaba en el lugar, Morgause sintió lo mismo que sentían tantos niños cuando caminaban a oscuras por largos pasillos o silenciosas habitaciones, la sensación de estar siendo observada. A tan solo unos dos metros a su derecha había alguien, y ese alguien la estaba observando con tanta fijación que de hacerlo con más fuerza sus ojos saldrían despedidos como chorchos de una botella de champaigne. Aunque quizás fuese sólo una sensación proveniente de alguna extraña parte de su subconsciente; después de todo, la oscuridad daba, para bien o para mal, rienda suelta a la imaginación de cualquiera.

Al abrir los ojos, sentiste como el sueño te invadía de pronto, como si se hubiese estado acumulando durante horas antes de asaltarte con todas sus fuerzas. La sala del silencio estaba totalmente a oscuras, aunque sabías que otros cinco aprendices estaban allí pues podía sentir la tenue presencia mágica que emitían de forma involuntaria. ¿Cuánto tiempo habría pasado? Era difícil saberlo con certeza, pero la total ausencia de luz proveniente de las ventanas harían pensar que ya habrían pasado un par de horas desde que los aprendices habían comenzado a meditar.

¿Ellos aún hablan con sus almas?, me preguntaba mientras miraba en la oscuridad. El sueño debía ser por la sala, usar esos poderes cansaba, el abuelo siempre estaba cansado. 

Salí de la sala con un pequeño resquemor, al final, no había podido hablar más con mi alma, y eso era un problema, quería saber más. Volvería mañana, y pasado, hasta que mi alma me dijera que soy, en que me he convertido, o como conseguir suficiente poder. Todo era válido.

Al salir de la sala, había memorizado el camino a la habitación, aunque antes quería saber que significaba este entrenamiento, que querían conseguir. Mi alma no me hablaba más, alomejor era por que aún era débil. Podía ser verdad, pero no podía permitirmelo.

Encaminé el pasillo hasta mi habitación, en busca de alguien conocido. 

Se escucharon unas pisadas mudas sobre el suelo de lino y la puerta que daba al pasillo se abrió. El autor de los pasos rápidamente se escabulló hacia fuera e instantes después la puerta se encontraba nuevamente cerrada. Cuando se había abierto, lo que parecía ser la luz de una antorcha iluminó una franja de la habitación en el que se hallaba, en el suelo, un cuerpo inerte, tendido boca abajo, a tan solo unos metros de Milo.

Se escucharon unas pisadas mudas sobre el suelo de lino y la puerta que daba al pasillo se abrió. El autor de los pasos rápidamente se escabulló hacia fuera e instantes después la puerta se encontraba nuevamente cerrada. Cuando se había abierto, lo que parecía ser la luz de una antorcha iluminó una franja de la habitación en el que se hallaba, en el suelo, un cuerpo inerte, tendido boca abajo, a tan solo unos metros de Misha.

Se escucharon unas pisadas mudas sobre el suelo de lino y la puerta que daba al pasillo se abrió. El autor de los pasos rápidamente se escabulló hacia fuera e instantes después la puerta se encontraba nuevamente cerrada. Cuando se había abierto, lo que parecía ser la luz de una antorcha iluminó una franja de la habitación en la que Morgause se encontraba, tendida en el suelo.

Esperaba bastante más de la situación, me había dejado un poco indiferente lo sucedido. Las expectativas era altas al momento de sentir esa presencia dentro de mi. Pensaba que se comunicaría conmigo de una forma más directa y podríamos tener una conversación más extensa acerca de "nosotros". Por el contrario, aparece pidiéndome cosas que no tienen sentido para mi y no da más explicaciones. Espero que el sistema evoluciones con la práctica y esto solo haya sido una simple toma de contacto.

Del atajo no había sacado nada en claro.

-Predice algo que no haya ocurrido...- pensé durante unos segundos hasta que me di cuenta que era más sencillo de lo que parecía. Quizás me equivocase, pero por intentar algo. -Predigo que si abro los ojos despertaré del estado de meditación...

-Quemar un libro antiguo...- Lo único que tenía claro es que tenía que buscar un libro desgastado, -...porque el pasado daba igual.- sobre alguna historia antigua de algún lugar, pero que no fuera de ficción. Deberá ser un relato sobre algo real para que se cumpla con lo solicitado. 

Y después de un rato inmerso en mi mismo sin noticias de la presencia que me acompañaba, había llegado el momento de confirmar mi predicción e intentar abrir los ojos.

La tarea que Milo se había propuesto resultó más dura de lo que en principio parecía. Podía verlas cuando no estaba mirándolas pero cuando dirigía su mirada hacia las auras de sus compañeros estas desaparecían. Le costó un poco coger el truco a como mirar sin mirar pero cuando lo consiguió aquellas auras le provocaban una sensación en la mente. Tuvo claro que a más poderoso fuese el mago, mayor era esa sensación. Recordaba la sensación que le transmitió Lord Lorlen o Lady Eliza y lo que tenía delante ahora apenas era una sombra de ese poder. Estuvo un rato cambiando de una a otra en busca de familiarizarse con las sensaciones que cada una le provocaban y luego intentó ver si esas diferentes sensaciones podían clasificarse en alguna de las categorías que les habían nombrado antes. Seguramente las auras que transmitiesen los sanadores darían una sensación de calidez, quizá hasta de confianza mientras que las auras de los guerreros tendrían ciertos toques de intimidación y fuerza. Se preguntó como serían las de los investigadores, transmitirán curiosidad o, tal vez, fría lógica. Intentó concentrarse en las de sus compañeros para probar su teoría.

En estas labores estaba cuando alguien se levantó y salió de la sala. Parecía que no era el único que había terminado de meditar. Cuando la puerta se abrió, la luz de una antorcha se abrió paso en la oscuridad reinante y reveló un cuerpo tendido boca abajo. Inconsciente. Sin dudar un instante, Milo de acercó a el a ver quién era y comprobar si seguía con vida. 

La joven aprendiz pudo percibir una extraña sensación de estar siendo observada, algo que ciertamente habría incomodado a muchas otras personas, aunque no a ella, no cuando la joven veía las cosas de una manera un poco diferente en comparación a otros. - Querida, creo que alguien está enamorado de ti. No pueden sacarte los ojos de encima. ¡Que maravilla! - Exclamó la emperatriz en su mente, orgullosa del hecho de que su preciosa Morgause hubiera comenzado a atraer pretendientes como una flor atraía abejas en pleno florecimiento. - ¡Bah! Nadie tocará a mi aprendiz. No importa si tengo que hacer que la carne se les desprenda del rostro, y los ojos se les pudran por semejante atrevimiento. ¡Nadie está a la altura de mi aprendiz! - Afirmó el mago oscuro, ciertamente molesto ante la idea de que alguien pudiera verse atraído por la muchacha que había decidido convertir en su aprendiz. Dudaba mucho que hubiera un mago que realmente la mereciera, incluso si aquel pensamiento, por parte de Elric, era algo que no le importaba demasiado a Morgause. Ella tendría una relación romántica con quien quisiera, aunque no estaba muy segura de que quisiera salir con quien sea que la estaba observando, si es que era real... y no lo estaba imaginando, luego de lo que había sucedido con la imitación de Eliza. - ¿Eli? - Preguntó entre susurros, aún recostada sobre el suelo de la sala, no deseando separarse del mismo, no cuando se sentía bastante cómoda y con algo de cansancio. - ¿Tienes una almohada? Podemos dormir las dos juntas si quieres. Tengo sueño. - Volvió a susurrar, para luego bostezar de una manera que habría parecido encantadora, si no fuera porque era bastante raro que alguien reaccionara de esa manera al sentir que estaba siendo observada en la oscuridad. ¿Qué clase de persona en su sano juicio actuaba de esa manera? - No me mires así... vas a hacerme un agujero. - Bromeó ante la forma en la que estaba siendo observada, si bien los pasos y la luz de la antorcha desvió la atención de la joven por un instante, antes de volver a concentrarse en la comodida de aquel suelo.

Por mucho que se centrase, Milo no había conseguido ver o descubrir nada más de las auras que expelían el resto de aprendices que, por cierto, habían pasado a ser cuatro desde que la puerta se había abierto y alguien había salido. Una de esas cuatro parecía provenir del lugar en el que había visto el cuerpo tendido en el suelo. Al acercarse al mismo pudo escuchar un susurro que el latido de su propio corazón, su respiración y el leve ruido que hizo el lino mientras se desplazaba sobre él lograron, de alguna forma, hacer que no lograse escuchar qué era lo que había dicho exactamente aquella voz femenina.

—... Podemos dormir los dos juntos ... sueño. —Hubo un breve silencio—. No me mires así... vas a hacerme un agujero.

Las palabras parecían provenir del cuerpo que antes había visto tendido en el suelo... o de alguien que estaba muy cerca del mismo. En todo caso, con que Milo estirase el brazo probablemente fuese suficiente para tocar a quien sea que hubiese susurrado.

La sensación de que alguien la observaba se esfumó... sólo para dar paso a la sensación de que alguien la observaba pero bastante más de cerca que antes. Tenía la impresión de que con estirar el brazo sería suficiente para tocar lo que sea o a quien sea que la estuviese mirando con tal intensidad.

Al abrir los ojos, sentiste como el sueño te invadía de pronto, como si se hubiese estado acumulando durante horas antes de asaltarte con todas sus fuerzas. La sala del silencio estaba totalmente a oscuras, aunque sabías que otros cuatro aprendices estaban allí pues podía sentir la tenue presencia mágica que emitían de forma involuntaria. ¿Cuánto tiempo habría pasado? Era difícil saberlo con certeza, pero la total ausencia de luz proveniente de las ventanas harían pensar que ya habrían pasado un par de horas desde que los aprendices habían comenzado a meditar.

Por otra parte, aunque tu predicción había sido acertada esta no parecía haber satisfecho el pedido por parte de tu alma de predecir un evento relevante, o al menos no habías sentido que nada en lo más mínimo hubiese cambiado.

Abriste la puerta y rápidamente te escabulliste hacia el pasillo, no sin antes cerrar la puerta de la sala tras de ti.

El joven entreabrió los ojos, frotándose las legañas con el dorso de la mano. Pese a haberse pasado las horas quieto sin hacer nada, se sentía cansado como si hubiese talado un árbol o hubiese caminado durante horas. La ensoñación, el sentimiento de comunión con su alma y de contacto con otra realidad se pegaba a su piel como ropa húmeda. Vio el cuerpo inerte como si fuese un espectador ante una obra de teatro. Unos instantes después, su mente reaccionó, tomando de nuevo el control de su cuerpo y con la realidad.

De un salto se puso en pie. De inmediato maldijo por dentro cuando sus rodillas le dejaron bien claro que no estaban por la labor de semejantes piruetas tras horas de quietud. Tras un traspie tambaleante gritó: ¡ALARMA! y salió corriendo tras los pasos que se escabullían por el pasillo. Tenía que atrapar al autor del crimen antes de que la pista se enfriase. La adrenalina inundó su cuerpo acabando con aquella omnipresente calma que le invadía, aunque tampoco le sacó de el estado de equilibrio. Como guardia del duque estaba preparado para este tipos de situaciones. O al menos las contemplaba como una realidad probable.

Tras pronunciar aquellas palabras, no pudo evitar mostrarse sorprendida ante el hecho de que la sensación de estar siendo observada parecía ser más... cercana. Como si quien sea que la estaba mirando, había optado por acercarse aún más a ella, incluso si, para muchos, aquello habría parecido un poco falto en educación. - No creí que fueras tan osada, Eli... - Se expresó entre susurros, mostrándose ciertamente impresionada ante la cercanía de quien sea que la observaba. Lo raro era que no hubiera pronunciado palabra alguna desde que había comenzado a expresarse, lo que, sin duda, era algo un poco incómodo. ¿Acaso era tímida? Bueno, ciertamente no era tímida para acercarse a ella de esa manera. - No lo sé, querida... no parece que sea la profesora por la que pareces estar encantada. ¿No debería haber dicho algo? - Se expresó la emperatriz, un poco confundida ante lo que sea que estaba observando a su querida Morgause. - Tal vez sea una gallina. Una muy grande. Cuidado con esas... son traicioneras y no dudarán en usar sus picos. - Advirtió la campesina, Nalyr, en un tono con el cual parecía estar hablando como si tratara de una conspiración. - Mm... ¿eres Eli o una gallina gigante? - Le preguntó a quien la observaba en la oscuridad, si bien no tardó mucho en darle unas leves palmadas al suelo, como invitando, a quien la miraba de esa manera tan intensa, a descansar a su lado. - Bueno, no importa, puedes dormir aquí también si quieres. Aunque, si eres Eli... no me molestaría si quieres abrazarme y eso... o regalarme un anillo como antes... - Susurró entusiasmada ante la idea, antes de volver a bostezar, algo agotada por la extraña experiencia metafísica.

—¡ALARMA! —gritó de pronto una voz, antes de que unos apresurados pasos propios de alguien que corría llegaran rápidamente hasta la puerta para abrirla y salir de la sala, igual o más rápido que quien se había ido antes y dando un portazo al cerrarla.

—No creí que fueras tan osada, Eli... —susurró la misma voz femenina de antes, haciendo después una pequeña pausa—. Mm... ¿eres Eli o una gallina gigante? —Pudiste escuchar dos leves palmadas en el suelo de lino—. Bueno, no importa, puedes dormir aquí también si quieres. Aunque, si eres Eli... no me molestaría si quieres abrazarme y eso... o regalarme un anillo como antes...

Un grito sacudió el casi absoluto silencio de la sala. —¡ALARMA! —gritó de pronto una voz masculina, antes de que unos apresurados pasos propios de alguien que corría llegaran rápidamente hasta la puerta para abrirla y salir de la sala, igual o más rápido que quien se había ido antes y dando un portazo al cerrarla. La mirada de Milo se había ido instintivamente hacia los pasos y a quien salía de la sala, razón por lo cual a pesar de que la luz había vuelto a iluminar levemente la zona no había alcanzado a mirar quién, quiénes o cómo estaban en frente de él.

—¡ALARMA! —gritó de pronto una voz, antes de que unos apresurados pasos propios de alguien que corría llegaran rápidamente hasta la puerta para abrirla y salir de la sala, dando un portazo al cerrarla.

(...)aunque tu predicción había sido acertada esta no parecía haber satisfecho el pedido(...)

-Mmm… Me da la impresión de que no va a ser tan fácil.

Al abrir lo ojos sentí la necesidad de largarme de allí y dirigirme a mi habitación para descansar, estaba agotado y ya se había hecho de noche. Pero había un problema, no sabía si podía irme cuando quisiera y a donde quisiera. El profesor nos dijo que meditásemos, pero no nos dijo cuando acabar o que hacer al finalizar...

De repente oí un grito seguido de movimiento a mi alrededor y alguien abandonó la sala rápidamente. Esto me dejó más desconcertado todavía, pero me estaba dando un motivo más para abandonar la habitación. Decidí levantarme con cuidado y dirigirme hacia la puerta para salir al pasillo y ver si averiguaba algo sobre lo que podía estar ocurriendo. Mientras me ponía en movimiento, mi cabeza no dejaba de darle vueltas al asunto y llegué a pensar que me lo podía haber imaginado, que esto podía ser una predicción de futuro, algo que pasará. -¿Por qué alguien aquí dentro iba a dar la voz de alarma y salir corriendo sin más?

Los ojos de la aprendiz se abrieron de par en par en el momento en el que escuchó aquel grito. ¿Qué estaba sucediendo? - ¿Alarma? ¿Nos invaden? ¡Nos invaden! ¡Rápido, mi querida! ¡Llamemos a los guardias para que acaben con los invasores! ¡Este es nuestro reino! - Exclamó la emperatriz en su mente, ciertamente preocupada por la posibilidad de que le hicieran daño a su pequeña. - ¡Ja! De seguro no son más que insectos a los cuales aplastaremos. No temas, mi aprendiz. He de suponer que los otros magos se harán cargo del problema aunque... no sé si es recomendable quedarnos aquí. - Aconsejó el mago oscuro, suponiendo que sería una mejor idea abandonar la sala en la que se encontraban, tal vez para ver lo que sucedía. Por su parte, Morgause se levantó del suelo, algo confundida, y molesta por la interrupción. Habría sido bueno que dieran más detalles sobre por qué habían dado la alarma, o quienes habían sido esas personas que habían salido de la puerta. No parecían que hubieran sido los aprendices con los cuales había entrado anteriormente. Sea lo que fuera, no tardó mucho en ponerse en pie. - Bueno... supongo que iré a ver... - Murmuró mientras intentaba ubicarse en la oscuridad y caminar hacia la puerta por la que habían salido aquellos dos. - Luego hablamos, Eli... ¿o gallina? Bueno, eso. - Se despidió de quien sea que la había estado observando, antes de continuar su camino hacia la puerta.