Partida Rol por web

La energía del cosmos se agolpa sobre vosotros. De pronto el vacío dejado por El Padre de Todo se hace latente y cientos de extraños sentimientos que solo habíais oído descritos por Él os recorren cada pequeña parte de vuestro ser. A vuestro alrededor, un edificio se alza con blancas paredes y una piedra en el centro y sobre vuestras cabezas el mundo sin nombre y lo segundos hijos comenzando su incierta existencia.

Vuestro padre os ha pedido que moldeéis el mundo, pero hasta ahora solo habíais trabajado sobre una obra que Él ya había diseñado. En estos momentos, sin embargo, os encontráis ante un lienzo en blanco y con la responsabilidad de guiar y ayudar a los segundos hijos. Nunca antes os habíais embarcado en tan titánica tarea y nunca antes se os había exigido semejante grado de cooperación y compromiso.

El Padre de Todo dijo que volvería, pero ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Y qué esperaba encontrar a su regreso? Volvéis a posar vuestra atención en el mundo sin nombre. Contenéis la respiración…

… y todo comienza…

Y pasó, se había ido hacía solo unos segundos y ya le echaba de menos. El amor sintió congoja y más adelante admiración por lo que se alzaba a su alrededor. Secó una lágrima que corría por su mejilla y se quedó observando el nuevo mundo que les había otorgado su padre. Su cuerpo semi acuoso flotaba como nadando en el aire, sintiendo curiosidad por cada parte del mundo que tenía ante si y de pronto les vio, unas criaturas hermosas y con una inocencia sin igual habitaban ese nuevo mundo, se enamoró de todas y cada una de esas criaturas que campaban a sus anchas.

Mientras observaba, se quedó tan absorta que su alrededor se sentía borroso y lejano, ensimismada en ese nuevo mundo.

La emoción desborda mis sentidos, incluso sintiendo la presencia de… ¿nervios?  La sensación me causó risa. La excitación del momento ante las infinitas posibilidades que se alzaban frente a nosotros. La gratitud desbordaba cada parte de mi ser, sintiendo como si pudiera expresarse fuera de mi ser como rayos de luz.

Libertad… Libertad para crear, para creer, para expresar. La expresión y la creación son expresiones constitutivas de mi ser, de nuestro ser, de Él.

Ahora todo un infinito de posibilidades de expresión y creación se alzaba frente a mis ojos. Ver esa tierra ahí, girando lentamente suspendida en el vacío. Olas de energía fría recorrieron la superficie de mis brazos.

 Nuestro padre no nos hablaba como hasta ahora estábamos acostumbrados, pero sentía el Amor en mi interior, y sabía que eso no cambiaría.

Mis alas se movieron levemente, mientras sentía como sólo me mantenía ahí, suspendido en el aire, al igual que todo parecía estar suspendido en un éxtasis y estupor inefables.

 Quiero crear…

Todo lo que creíamos saber, todo lo que hemos conocido... no basta para prepararnos ante una primera experiencia como esa. Sin duda el comienzo será caótico. Como si lo hubiese planeado y misma. No ha sido así, me encuentro tan perdida como el resto pero, aún así, ardo con fuerza y río. Tanto que debo parar y relajarme para arder menos.

-Por donde empezar... hay tanto que hacer... 

¿Qué hacer? ¿Por dónde empezar? ¡Tanto que crear y ver como se crea... o destruye!

De algún modo Mahvan tomó la marcha del Padre de Todo como algo natural, lógico en el ciclo natural de las cosas. El mismo que había aprendido escaso tiempo antes con la somera observación del mundo que ahora quedaba a su recaudo, en su habitual silencio se deslizó de un lado a otro de la morada, sintió una inquietud creciente en su interior a la par que la responsabilidad que lo acompañaba.

El Tiempo comienza. Lo que Hubo Antes muere para que lo Nuevo florezca. argumentó con cierta solemnidad mientras ahora sí, observaba el mundo de los segundos hijos, volvió su mirada hacia sus hermanos ahí presentes, pero no dijo nada, atado a su habitual silencio.

Las voces de sus hermanos fueron lo único que la sacaron de sus pensamientos y la devolvieron a su lugar, allí junto a ellos.

-¿Habéis visto esas hermosas criaturas? Son increíbles, todas y cada una de ellas...

Nadó en el aire, alrededor de sus hermanos con alegría mientras miraba hacia ese nuevo mundo. ¿Que debían hacer ahora? ¿Padre les habría preparado alguna guía? 

-¿Que deberíamos hacer? Es precioso pero a la vez muy confuso... Hemos visto a padre actuar pero... ¿Como lo empezó todo? Y... el solo era uno, nosotros somos cinco. ¿Debemos repartirnos?...

Frenó y se quedó flotando estática en un punto, observando a los segundos hijos unos instantes.

-Creo... que necesitan un poco de cada uno de nosotros...

Eran puros, inocentes, no podía dejar que un solo sentimiento se apoderase de ellos porque sería la destrucción por entero. Una persona no podía vivir solo del amor o del orden, del caos o la guerra... incluso de la muerte... ¿Como lo lograrían? Volvió a nadar sin rumbo alguno observando el nuevo mundo. Tenían tanto que hacer...

Mahvan se mantuvo en un silencio sepulcral mientras sus hermanos intercambiaban pareceres, la deidad alada se deslizó sobre el piso de un lado a otro mientras su mirada no perdía detalle del mundo que tenían delante, casi como un deambular curioso. Escuchaba y observaba, mas no intervenía.

Hablar sobre los segundos hijos le resultaba curioso y a la vez insustancial, él no sentía la misma curiosidad que sus hermanos, si fuera por él sencillamente observaría desde su atalaya esperando a que el ciclo vital que impuso el Padre se cumpliera para entonces cernir su influencia y sus preguntas a los mortales.

Observaré. dijo sin más, sin ningún afán de participar activamente en lo propuesto por Iluviere, con asertiva actitud.

-Orcos.

Podría parecer que no hago caso a mis hermanos, y no se iría desencaminado, pero la realidad es que lo escucho todo. Que decida responderles o hacerles caso es otro asunto.

-Los verdes grandotes se llamarán orcos. Y son míos. Son perfectos para destrozar a los que elija Ankhe... no matarlos, claro que no, solo enseñarles la verdad de del caos sobre el orden.

¿Bromeo? Quizá si.

-No habría cuatro grupos si no fuesemos cuatro. Vale, somos cinco pero todos sabemos que Mahvan es diferente. Seguramente mejor que los demás pero no entremos en eso. Así que somos cuatro. Cuatro grupos. Y sin duda son grupos diferentes pero dominantes. No son... simbióticos. ahora, siendo tan básicos como son, no están preparados para mezclarse. Sería un error fatal, estoy segura. En el futuro tal vez... ya se verá.

-Por otra parte, no deberíamos tampoco compartir nuestros poderes a la ligera. Un mal uso de algunos dones...

- hago bailar una llama en mis dedos -y adiós al bosque y a los orejas puntiagudas. Hay que tener cuidado.

Ankhesenamun tenía un temperamento serio. Tan serio que parecía en constante malhumor. Cuando pasaba de la hermana seria a la hermana castigadora tenía dos tipos de reacciones. Sus hermanos habían aprendido a preveer la primera: sus arrebatos de ira, que podían pasar desde un grito exasperado hasta un serio regaño contra (la mayoría de las veces) Zhyva. Pero, en realidad, pese a su mal genio, hasta ese día no odiaba nada en concreto. Le enfadaba usualmente que Mahvan se las diera de solemne y sabio porque chocaba contra sus propias ideas y su creencia por la rigidez de su naturaleza de que siempre tenía la razón, y que Zhyva era tan contrastante a ella misma, que siempre se negaba a sí misma toda diversión por el no reconocido miedo a cometer un error que alterara el orden. Pero tras sus arrebatos de genio volvía a ser la hermana que siempre arreglaba los errores ajenos, reacomodaba todo y trataba de ver por el bien de los hermanos.

No, si había una cosa que odiaba. Que causaba que su corta tolerancia a la frustración explotara.

Odiaba los cambios.

Odiaba los imprevistos. Todos eran indeseables.

Odiaba cuando algo no salía conforme a sus planes, odiaba cualquier cosa que perturbara la monotonía.

La segunda reacción era empezada por una inmovilidad absoluta. Como si le costara entender el cambio, y quedara entumecida. Entonces comenzaba a embullir la ira, hasta que esta explotaba cual volcán preparándose para la erupción.

Era un vacío opresivo, coronando su propia ansiedad. Sus hermanos, sin querer, iban colmando el vaso. Litzen miraba en su eterna actitud infantil como si fuera tan lindo. La risa de Iluviere le hizo rechinar los dientes. La risa también de la inmadura de Zyva que para colmo parecía ver a un nuevo juguete le crisparon los puños. Las palabras de Litzen aparte le herían el orgullo (¡como si ella no fuera suficiente para los "hijos"!) e Iluviere va y dice que son sus hermanos como si fueran iguales a esos seres. Bajó la vista para que no le viera la ira, pero si que se veía, y eso la molestaba aun más. Que Zhyva eligiera hablarle ahora fue la chispa que habría de desencadenar la erupción volcánica.

- ¡La única que usa mal sus dones eres tú! - dijo, casi gritando, perdiendo la compustura - ¡Ni Mahvan es superior ni...! ni... ¡Ni puedes molestar a mis seres! - ¿Como se atrevía? - ¡Y ni se te ocurra bromear, que seguro es culpa tuya! 

Ver a Anke tan furiosa me sorprende por un momeno, pero sus palabras y esa manera de trabarse ella sola me causan hilaridad. Con otra carcajada le quito hierro a los que dice  y me acerco para estirar de sus mejillas.

-No te estreses. No quiero que nadie se queme, por eso el control del fuego debe estar limitado... igual que deben poder ahogarse, si no pudiesen tal vez empezasen a nadar en el mary se alejasen demasiado... hay que tener cuidado.

Sonrió a Illuviere y acarició las plumas de Mahvan cuando pasó por su lado, sabía que era callado y que se dedicaba a observar por lo que decidió no decir nada al respecto hasta que frenó en seco cuando Zyva empezó su verborrea, se irguió y alzó su brazo creando una lanza de agua la cual apuntó hacia su hermana cuando amenazó a aquellos seres que nada tenían que ver con las idas de cabeza de los dioses, ajenos a toda disputa debían quedarse. Todos sabían que eso no era ninguna amenaza en absoluto, de hecho lo único que estaba demostrando era amor hacia esos seres por lo que había actuado por instinto, todos sus hermanos tenían claro que no atacaría jamás por unas palabras...

-Basta Zyva, ellos no tienen por que tener nuestros dones.  me refiero a que sientan un poco de cada emoción que nosotros sentimos... Son seres incompletos, necesitan amor, orden, caos y lucha en su vida, además de muerte... en pequeñas dosis no les estaríamos dando nuestros dones solo el propósito de su vida, les impulsaríamos a sus propias acciones, que decidan lo que....

De pronto Ank gritó, se la veía estresada y eso preocupó a Litzen lo suficiente como para deshacer la lanza y abrazar por detrás a su hermana, siendo lo único que sentía que podía hacer en ese momento.

-Ank... está bien... 

Las explosiones de Ank solían parecerme tal vez un poco desproporcionadas. Si bien la pasión con la que explotaba era algo bello de admirar, los motivos de esas explosiones respondían generalmente a su deseo de mantener las estructuras, las formas, las reglas, y un extraño sentido de "TENER que estar por sobre las situaciones que se le presenten"

Además, parecía más un despliegue de emoción que un real deseo de moverse por lo que cree, porque si su objetivo era lograr algo, los gritos eran, tal vez a mi parecer, una pobre estrategia.

Aun así, detrás de su mirada firme, su extrema rigidez, y por ende a veces su gran explosión emocional para compensar su extrema autocensura, yo veía algo más. Notaba detrás de algunas miradas el miedo a equivocarse, a fallar, a sentir que no estaba a la altura de las expectativas que ella misma se había trazado. Entendía el porqué de sus actitudes, de su sobriedad, de intentar siempre mantener todo bajo control, Ank sufría mucha inseguridad, y cada acción, palabra, y gesto, destilaba este miedo a lo imprevisible, este miedo a encontrarse sin respuestas, y era un miedo que se negaba a aceptar, pero no había otra opción porque la existencia misma de Zyva mostraba que la naturaleza del universo no estaba determinada para ser sólo previsibilidad y control, de hecho por evitar esta previsibilidad y falta de novedad fue que Padre decidió cerrar sus ojos.

El orden es un estado, al igual que el caos, y me parecía llamativo como alguien tan aparentemente reflexiva como Ank parecía querer ignorar el hecho de que el cambio, sí, a veces difícil, es lo que lleva al crecimiento y evolución de las cosas.

Muchas veces me encontraba en desacuerdo con muchas actitudes de Zyva, pero si algo podía afirmar, es que el caos me sonaba mucho más a libertad de lo que el "orden" planteado por Ank me sonaba. Pero cualquiera de los dos extremos, orden o caos, llevaría a la destrucción, por estancamiento e inflexibilidad, o por un todos contra todos que culminaría en la destrucción de todo. Un equilibrio claramente era lo mejor.

Me sorprendió mucho oír a Litzen llamar a nuestros hermanos de la tierra “Seres incompletos”, arquee una ceja observándola sería algo interesante de conversar luego, por lo pronto Ank parecía estar expresando su miedo disfrazado de frustración. Si bien era posible que Ank reaccionara con fastidio al abrazo de Liz, sabía que eso era lo mejor para ella, incluso si ella se negase a aceptarlo.

A pesar de creer que gritarnos no es la forma de lograr nada, no me gustaba ver a Ank tan alterada, esté o no de acuerdo con sus motivos. Sin embargo con  la pasión que siento por el crecimiento interno, por un estado que cambia, muta, evoluciona para recordar su verdadera naturaleza, la fuerza y dedicación por ser quienes ya somos, me llevaba a tomar las oportunidades que encontraba para ver a mis hermanos preguntarse acerca de nuestra verdadera naturaleza.

-AnK… creo que Zyva no se refería a que nadie fuera a usarlos mal, sino a que en la práctica se malogre nuestra intención… pero aunque literalmente dijese eso, no tienes de que preocuparte- Me acerqué para buscar sus ojos con mi mirada.

-Tu valor no depende de la opinión o visión de los demás, eres valiosa y muy capaz, lo que importa no es lo que piense el mundo, sino lo que tu sientas en el centro de tu ser. Entiendo que te sientas nerviosa con este cambio, con la partida de padre, todos lo vivimos diferente según nuestra personalidad, y está bien que así sea, somos diferentes en muchas cosas, pero Somos Unx en lo que más importa. Y obvio que todo esto es mi visión, y nadie tiene porqué coincidir, pero creo realmente que todo va a estar bien… incluso cuando no lo parezca…-

Tal vez se sintiera fastidiosa, pensando que quería aleccionarla, pero no expresaba más que mi opinión, de la cual ella podía totalmente diferir, sólo buscaba que se sienta mejor.

El dios de la muerte se volvió apacible como una onda extendiéndose sobre el agua al escuchar el visceral estallido de su hermana Ankhesenamun. Sin romper su silencio la escuchó recriminar a Zyva las intenciones de la diosa del fuego, le llamó la atención que le incluyera en sus quejas, pero no dijo nada, un simple movimiento de la capucha indicó la intriga de cómo se iba a resolver ese lance.

Ni se molestó en intervenir, perdió el interés rápidamente, como si anticipara la resolución de la disputa como tantas otras veces se resolviera ante esos enfrentamientos. Dio la espalda a sus hermanos, su atención volvió al mundo que les había dado Padre, el mundo que había dado a sus hermanos, pues él no tenía nada de todo aquello. Movió las alas ligeramente sin que ninguna pluma cayera al suelo, nunca habían caído, siempre sujetas a sus alas.

La intervención de Iluviere, esperada, lanzó nuevas y tortuosas preguntas en la mente del dios de la muerte. Pero guardó esas preguntas, esperando ver las respuestas alguna era, quizá fuera en esa, quizá en la siguiente. Se volvió de nuevo hacia sus hermanos, esperando que la discusión hubiera amainado.

Deberíais presentaros ante los Segundos Hijos, no discutir. sugirió Mahvan. Yo lo haré, más tarde. añadió con cierto tono de humor macabro mientras volvía su mirada hacia el nuevo mundo.

Las palabras de Mahvan hacen al resto de los hermanos tomar conciencia de que, en efecto, ha llegado el momento. Como si una fuerza invisible tirara de vosotros, vuestras esencias descienden hacia aquel mundo sin nombre que os había regalado El Padre de Todo.

Las fuerzas elementales y toda la existencia contienen la respiración. Todos los ojos puestos en vosotros. Todas las esperanzas puestas en el mundo.

Y la historia comienza…

¡Y debía de reírse de ella!

Cerró los ojos, para calmarse. Nunca perdía el control. Se reprochó a sí misma su falta de ecuanimidad. No se daba cuenta que era tan rígida que cuando todo se acumulaba la reacción natural era explotar, en su lugar creía que jamas, nunca debería de hacerlo. Se sintió extremadamente avergonzada. Ella debía ser más fría. Más meticulosa. Los errores eran propios de seres menos evolucionados. En su papel de orden ella se debía a su padre, a los segundos hijos, y a sí misma la ecuanimidad.

Segundos hijos, aun debía procesar aquello.

Litzen comenzó a hablar, como siempre apelando al amor y a los buenos sentimientos. Sus criaturas eran más etéreas, las suyas podían ser temperamentales. Respondió casi automáticamente al abrazo de su hermana colocando una mano sobre la suya, negándose a sí misma que era natural tener miedo ante la nueva responsabilidad. No, ella no. Desechó la absurda idea del miedo, pensando. El libre albedrío sin duda generaría problemas. Iluviere trató de decir que solo importaba lo buena que fuera ella misma. ¿Es que era tan ingenuo? Ya no son niños, ni están solos ahora. Un dios debía de ser siempre fuerte, y ahora debía serlo ante una multitud que dependía enteramente de ella. ¿Como podría controlar y proveer a tantos seres sin que salieran del redil, o se les ocurriera volverse contra ella? ¿Como asegurar que cumplirían sus leyes? ¿Como asegurar que tendría siempre el control sin...?

Entonces, una idea le cruzó por la cabeza.

Reclinó la cabeza hacia atrás, apoyándose en su hermana, pensando. Un poco de cada emoción, pero debía ser un equilibrio perfecto, que no admitiera desbalance. Tenerlos con una correa, tan floja que no la sintieran, pero tan apretada que no pudieran salir.

- Mis disculpas. - respondió a Iluviere. Alzó la barbilla y se separó suavemente de su hermana. - No, no debería de preocuparme. Mahvan, tienes razón. - sonrió a todos, como si solo fuera un día normal, incluso reprimiendo el escalofrío involuntario por la broma macabra de su hermano.

Suspiró, como si se sintiera mejor.

- Es hora de que nos conozcan.

Y se dejó descender.

…A ascender hasta el punto de partida desde donde vuestra misión comenzó. Después de las emociones vividas casi agradeces la paz que te produce aquel lugar. La Morada de Celestial sigue impoluta, inamovible, eterna ante ti y curiosamente… vacía. Solo tú has vuelto ¿Seguirán tus hermanos visitando a los segundos hijos? Y si es así ¿Qué tal les habrá ido?

Lo único claro es que ahora solo tú te encuentras en la Morada.

Ya le tocaba descansar y esperaba como mínimo poder ver a uno de sus hermanos allí en la morada pero para su sorpresa estaba vacía por completo, el sentimiento de soledad no tardó en apoderarse de ella que empezó a flotar algo acongojada alrededor de la piedra del centro y boca arriba, observando el mundo que su padre les había otorgado. Era la primera vez que nadie estaba a su lado ¿Cuanto pasaría hasta volver a ver a uno de sus hermanos? Tenía la esperanza de que fuese poco tiempo pues su lógica le decía que si obraban milagros tal como ella había hecho no podía pasar mucho tiempo antes de que volviesen.

¿Que estarían haciendo?... ¿les iría bien? Muchas preguntas pasaban por su mente y estas no obtenían ninguna respuesta pues... se encontraba sola y como tal... un sentimiento que no había experimentado en su existencia hasta ahora. Una prueba de su padre, algo que debía pasar tarde o temprano, no sabía decir lo que era pero sí que sabía que no debía dejarse llevar por la pena que suponía esa emoción...

...Que alguien llegue pronto...

Te mantienes a la espera de la llegada de alguno de tus hermanos mientras contemplas el cosmos que os rodea. A pesar de tu breve estancia en aquel mundo, te maravilla lo distinto que puede llegar a ser comparado con todo lo que conocíais hasta ahora.

El tiempo pasa y estas a punto de rendirte en tu espera cuando sientes la presencia de uno de tus hermanos. Zyva aparece ante ti.

Cansado pero satisfecho, pones rumbo a la morada. Con los orcos aun en tu mente, sientes que una presencia ya se encuentra allí. Tu hermana Litzen se encuentra en el lugar.