Partida Rol por web

El oro de Aztlan

Prólogo: En busca del oro

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15/10/2019, 19:27
Narrador

El Santa Catalina.
Un galeón de la Armada castellana destinado a transportar provisiones y soldados de repuesto a Santa Lucrecia fue el navío en el que habíais montado hace ya nueve semanas en el puerto de Barcino.

El Capitán del barco, Andrés Rodríguez, era un hombre escaso en palabras, que no le daba un trato especial a nadie. El más humilde de sus marineros y el más rico de sus pasajeros recibían el mismo trato. Era un hombre mayor, que las había visto de todos colores, y se notaba que estaba de vuelta de todo.

A él todas esas historias de grandeza y riqueza que aguardaban a los valientes que llegaban al Nuevo Mundo... le traían sin cuidado, hablando fino. Andrés quería cumplir su trabajo de la mejor forma posible, sin contratiempos ni retrasos.
Y es por ello que estaba algo nervioso puesto que TENÍA QUE llegar en diez semanas a Santa Lucrecia y ya estabais a mitad de la novena.
Eso hacía que en los últimos días se le viera bastante en cubierta y diera más de un grito a su tripulación.

Entre estos, destacaba el contramaestre, sin duda.
Javier Gracia, pese a su apellido, no era muy dado a las bromas. De hecho, parecía que estaba de mal humor desde que había nacido.
Gritaba, empujaba y daba algún que otro puntapié cuando hacía falta. Los marineros más jóvenes le tenían auténtico pánico y cuando pasaba cerca se ponían a fregar la cubierta si no tenían nada que hacer.
Pero Javier también tenía algo bueno, y es que sabía valorar el buen vino. Se había traído barriles de las mejores bodegas de Castilla, desde Gallegos hasta Zepeda, y se notaba que sabía valorarlos pues bebía con calma, pareciendo una persona completamente distinta.

Cada uno de vosotros, como pasajeros y no tripulación, tenía su camarote individual. No era gran cosa, apenas una cama sobre un marco de madera, con una palangana debajo y una mesita de noche, con una linterna de aceite para poder moverse por la noche.
Estabais en un area apartada de los tripulantes, por lo que era imposible que durante nueve semanas no os hubierais conocido. Aparte de vosotros seis y los sirvientes de Gizur, había un par más de personas que no formaban parte de la tripulación; mercenarios.

El primero se dejaba notar, pues era alto mala cosa, seguramente llegara a los dos metros.

Era Oleg, Oleg Kerzhakov, un ussuro que apenas chapurreaba el castellano. No le había falta tampoco, pues no había venido a hablar, si no a estampar su enorme hacha sobre el máximo número posible de aztlanos.
Oleg era además, la única persona a bordo (Capitán aparte) a la que el bueno de Javier no miraba por encima del hombro.
Era callado y serio, y pasaba la mayor parte del tiempo en su camarote váyase a saber qué haciendo.
Aunque en ocasiones se le veía bebiendo con Javier. Era cuando mejor hablaba castellano.

Y luego estaba ella.
No era la única pasajera femenina, pero sí la que tenía peor humor.

Era Zelinda Stalheim, a la que los marineros llamaban (siempre intentando que no les oyera) Linda.
Por que la mujer parecía competir con Javier por ver cuál de los dos estaba de peor humor.
Al menos Linda no le mandaba a nadie, si no que estaba allí váyase a saber el motivo. Los eisenos, y por lo visto eisenas, si algo sabían hacer era luchar. Y si algo faltaba en Eisen aquellos días, era dinero.
Así que era fácil deducir por que Linda estaba allí. Se pasaba la mayor parte del trayecto en cubierta, observando el inmenso océano, y cuando alguien se le acercaba (especialmente si ese alguien era hombre) lo ahuyentaba de malos modos. Un pobre aprendiz de Don Juan de la tripulación, llamado Alberto, estuvo un día inconsciente luego de que Linda le propinara un derechazo por invitarla a su camarote. Suerte que no llevaba el Panzerhand puesto.

Con todos aquellos personajes habíais navegado ya nueve semanas y media. Estabais ya deseando llegar a Santa Lucrecia y poder ver caras nuevas.
Anochecía y Alberto (sí, ESE Alberto) bajó al pasillo donde estaban los camarotes y comenzó a gritar.
Señores pasajeros, el Capitán Rodríguez desea hablar con vosotros a la mayor brevedad posible en su camarote. Repito...

¡Ya te he oído imbesil! la voz de Zelinda lo hizo callar de repente. Por suerte no le siguió ningún golpe esta vez.

Notas de juego

Comenzamos señores!
Primer post, os podéis lucir tanto como queráis. Cómo llegasteis a Barcino/ el barco, como está siendo vuestro viaje, etc. Saludos!

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17/10/2019, 18:08
Luca Siviero

-¡Porca Miseria!.- Luca se encontraba apoyado sobre la barandilla del castillo de popa, como casi siempre. Quería ver el nuevo mundo de los primeros, y no solo por que luego podría alardear de ello durante la partida de dados nocturna que hacían los marineros bajocubierta, sino porque ya comenzaba a cansarse de tanta agua. Agua por aquí y agua por allí. A donde mirara no hacía más que ver océano, y aunque se había criado en una ciudad costera, la monotonía comenzaba a aburrirle.

El vodaccio se giró al oír el grito de alberto y sonrió ante la contestación de "la Linda fiera" como la llamaba él. El pobre don juan no sabía donde se metía aquella noche, aunque Luca se sentía un poco culpable por haberle dado lecciones rápidas de cortejo y animarle a que se la acercara.
En realidad sus planes eran tentar a la eisena para más adelante entrarla él mismo. Un general siempre envía antes exploradores y el pobre Alberto había sido su cabeza de turco. Mala suerte para él.

De las demás damas bien se podía decir, sociabilizaban, bebían e incluso sabían manejar una espada mejor que Luca, pero la que realmente le interesaba era Virgilia. Desbordaba estilo, cultura, moda y sofisticación por los cuatro costados siendo su caracter misterioso lo que más atraía al joven. ¿Porqué? Chi lo sa.

-Misterios del amor.- Se dijo a si mismo, recordando a aquella joven que por su imprudencia, que no por su culpa ya que las bellas damas son inocentes e ingenuas, incluso para contar secretos en oídos eclesiásticos.

-Andiamo Alberto.- Dijo Luca alegre y gozoso cuando el desventurado salió a cubierta. -Las mujeres difíchile son las más queridas. Valore amico, no se ganó castilla en un día.- Luca le pasó la mano por el hombro atrayéndolo hacia si mientras le dictaba al oído. -Esta noche podrias intentarlo, yo hablaré con la donna, para preparala, ma non se qui pasará. Esta noche nos vemos. Chao.-

Luca caminó hacia el camarote del capitán mientras miraba hacia el horizonte una última vez. Al no ver tierra suspiró y llamó a la puerta. -Buona notte Don André. ¿Podo pasare?.-

     

 

Notas de juego

Ale. Al alberto le voy a dar vidilla :)

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17/10/2019, 20:08
Lola deSan

Para variar esta vez no había tenido que dar un palo al agua. Literalmente. Su misterioso patrón se había encargado de que Lola no tuviera que cruzar el océano trabajando, sino cómodamente cual persona respetable. Le habría gustado practicar con la espada durante el viaje, pero un barco en movimiento presenta unas complicaciones diferentes al estilo de tierra y al poco espacio disponible, amén del movimiento, se sumaba los marineros yendo de acá para allá. Sin duda habrían dado un espectáculo que a los hombres les habría gustado ver, pero ni ella, ni Angelique ni Zelinda eran el tipo de mujer que gustara de dar ese tipo de espectáculo a los hombres. Oh, sin duda Angelique y ella gustaban de dar espectáculos, fe de ello dan las tabernas y universidades de Castilla, pero eran otro tipo de espectáculos.

 

Los días habían dado lugar a las semanas y el tedio no se hizo de esperar. Por entretenerse, y porque era una chica social, había trabado conversaciones con casi todos los miembros del barco, ya fueran tripulación o pasajeros. Incluso una vez logró que Zelinda no le gruñera. Lo achacó a que vio la espada a su diestra y su cuchillo a la siniestra. Se percató de que las había visto por el leve alzamiento de cejas que le dedicó a pesar de no decir palabra alguna si pensaba que era una novata por llevarlas del lado contrario al habitual.

 

Una semana sucedió a otra y luego otra. Poco o nada había que hacer, salvo observar a los otros pasajeros y cantar de vez en cuando, preferentemente mientras bebía o jugaba a las cartas o dados con Angelique u otros miembros de la tripulación. En esas ocasiones se fijó en las miradas que dedicaba el descarado de Luca a Zelinda y como había mareado al pobre Alberto para que se chocara contra las rocas que eran la armadura de la eisena. Si le importaba lo más mínimo no se podría decir, de igual modo que ella no dijo palabra alguna, limitándose a disfrutar del espectáculo, quizás agradeciendo que Luca se entretuviera con otra chica del barco y ella pudiera disfrutar de la pequeña obra de teatro que entre todos representaban.

 

Ahora era una de esas ocasiones en que bebía y jugaba a las cartas con Angelique en su camarote. Por supuesto, cortesía de la montaignesa, que era la que tenía dinero, y al fin y al cabo Lola había invitado pagando el pasaje, que no era poco. Cuestión aparte era que el dinero en definitiva no fuera suyo, pero los detalles son aburridos.

 

Alzó la mirada a su compañera mientras jugaba su mano.

- ¡Ya vamos, Alberto! – contestó alzando la voz lo mínimo necesario para que el muchacho la pudiera escuchar. Luego se volvió a su amiga.

- Podemos continuar después. No creo que tengamos mucho que hacer. – dijo casi como una queja por el hastío – En fin… - dijo levantándose para estirarse antes de colocarse sus armas al cinto y el sombrero en la cabeza – Después de ti, querida. – ofreció a Angelique dedicándole una reverencia graciosa acompañada de un ademán con el sombrero como el que haría un hombre respetable a su amada, pero con una sonrisa divertida en el rostro que declaraba que lo que tenía eran ganas de guasa y que se aburría como una ostra.

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17/10/2019, 20:27
Angelique du Sancerre

Aburrida.

Aburrida como una ostra.

Aburrida de muerte.

Los primeros días los dedicó a mirar el mar, observar las labores del barco y disfrutar de la aventura de navegar por alta mar. Pero el mar no deja de ser un enorme llano azul en el que nunca pasa nada. Con suerte se veía algún delfin. Pero visto uno vistos todo, enormes pescados grisaceos. Graciosos una vez, aburridos a la segunda.

Los siguientes días los dedicó a incordiar y provocar a los marineros. Aunque el capitán le dejó claro a la tercera pelea consecutiva entre marineros que si volvía a "tomar el sol" llevando solo una camisa la arrojaría por la borda. Así que el aburrimiento volvio a abatirse sobre la pequeña rubia.

Hacer ver que no tenía ni idea sobre cartas y dados también fue divertido durante unas semanas. Con su cara de querubín y su encanto logró engatusar a muchos de los pasajeros y la tripulación. Y luego desplumarlos ya fuera con habilidad o haciendo trampas. Hasta que una nueva charla con el capitán, y una nueva amenaza de desembarcar por las malas, restringió sus partidas a Lola y un puñado de los pasajeros que parecían más avispados. Un tal Luca, un vodaccio simpático, y una eisena tan aburrida como el resto de su nación, pero como mínimo era divertido exasperarla.

Al grito del marinero Lola se puso en marcha y Angelique se dispuso a calzarse las botas para salir a ver al capitán. Sea lo que quisiera ese viejo aguafiestas como mínimo era una novedad.

Allez Lolá veamos que quiere esa vieja cabra castellana dice mientras se ajusta el cinto de la espada y sale al pasillo.

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18/10/2019, 03:46
Gizur Hrolleif Lepore

Gizur estaba realmente agotado. Había viajado desde la capital de Vodacce en carreta hasta el puerto de Castilla del que junto a otros muchos tripulantes había zarpado. No se llevaba bien con los vehículos. Había en su viaje en carreta hecho una parada a mitad de camino; los mareos y náuseas eran algo común para él en este tipo de viajes, así que solía hacer paradas para calmar la sensación. Nunca había viajado en barco, y por una buena razón. No había pasado nunca tan mal como durante los últimos meses en aquel endemoniado pedazo de madera flotante; vomitaba sin excepción cada vez que la marea se enfurecía y los mareos eran casi permanentes. Esta situación lo tuvo de un profundo mal humor durante todo el viaje, y acercarse al borde del navío era algo que luego de el primer intento había evitado a toda costa, pues la sensación de que iba a vomitar todo lo que acababa de almorzar se volvía incluso peor.

Sus dos guardaespaldas personales Borg y Aren lo acompañaban. Tenía con ellos una relación de amistad relativamente estrecha. Originarios de Vesten y Vendel respectivamente, estaban acostumbrados a viajes en barco, y el segundo más que el primero había estado una buena parte del viaje burlándose de su estado, hasta que en un arrebato de ira Gizur le había proporcionado un contundente golpe en la nariz, la cual comenzó entonces a sangrar. El Vendelio se sorprendió al principio y mientras se recomponía, se frotó bajo la nariz con la mano para descubrir que como sospechaba había comenzado a salir aquel líquido rojo. Por más extraño que pudiese parecer para quien estuviese alrededor y hubiese visto la escena, el hombre comenzó a reir muy divertido mientras daba unas palmadas a su agresor.

¡Gizur! No te enojes, sabes que sólo bromeo.

Aún así, tanto la mandíbula como la miradan de Gizur seguía tensas y denotaban furia; no era de por sí la persona más tolerante y los mareos permanentes disminuían consdireablemente su poca paciencia con tonterías como aquellas por parte de sus guardaespaldas. Borg rió con su risa carácterística, una risa lenta y grave.

Ven Aren, el jefe quiere estar solo, acompáñame con unos tragos —dijo Borg, que conocía bien a sus dos compañeros como para saber que Aren seguiría tirando de la cuerda hasta sacar totalmente de sus casillas a Gizur sólo por la gracia de hacerlo enfurecer, colocó su mano sobre el cuello de su amigo y se lo llevó a beber algo.

Aunque había visto a mujeres hermosas en las pocas ocasiones que había estado en áreas comunes, con aquella sensación asquerosa que le producía el viaje la última de sus prioridades eran las féminas; ya habría tiempo para eso una vez llegase a Santa Lucrecia. Sí, habría mucho tiempo para eso.

Hablando de mujeres, también estaba Elize, una escurridiza mujer que la familia Lepore había enviado junto a él para que lo apoyase en su viaje. De aspecto sospechoso pero sin duda atractivo, portaba dos dagas en sus respectivas vainas y un pequeño bolso con quién sabe qué objetos dentro. Gizur no la había visto demasiado durante el viaje, aunque esto no le preocupaba en absoluto, pues Elize sabía defenderse a sí misma, y huir de situaciones riesgosas era algo que también se le daba bien de todos modos.

Sentado en su cama, estaba a punto de calmarse su sensación de mareo al menos momentáneamente: todo un logro para el noble, en cuya cara se comenzaba a dibujar una sonrisa «Al fin estoy comenzando a acostumbrarme a esto... Puto mar. Me quedaré un rato aquí, extrañaba no tener esas permanentes ganas de vomit»—su pensamiento se vio interrumpido.

Señores pasajeros, el Capitán Rodríguez desea hablar con vosotros a la mayor brevedad posible en su camarote. Repito...

Gizur se cagó en la vida del capitán, en la de Alberto y Linda, en el mar y en el momento en que decidió viajar a Santa Lucrecia. Masculló entre dientes un buen par de insultos y estampó el costado de su puño contra la pared. ¿Por qué tenía el capitán que llamarlo justo en aquel momento?

De malas ganas se levantó y salió de su camarote, sintiéndo cómo el estómago se le volvía a revolver de nuevo. Borg y Aren estaban esperándolo fuera, dispuestos a ir con él, pero con aquella mirada fastidiada que tan bien conocían les hizo ademán de que se quedasen allí, y así lo hicieron. Se dirigió entonces hacia el camarote del capitán. En la puerta había un hombre que había ya visto un par de veces, aparantemente Vodaccio, algo fácilmente distinguible por su forma de hablar. Tuvo ganas de hacerlo un lado, patear la puerta y entrar, pero se contuvo. Muy a su pesar debía mantener las apariencias y disimular tanto como pudiese su mal humor, al menos por ahora. Inclinó un poco la cabeza hacia Luca en forma de saludo, mientras esperaba de brazos cruzados fuera del camarote junto a él.

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18/10/2019, 11:32
Luca Siviero

-Buono dia maese Hrolleif.- Saludo Luca cuando el fornido hombre llego ante la puerta del capitan. Con determinacion a sacar un tema de conversación que amenizara la espera, el vodaccio miro por encima del hombro del otro vodaccio que habia en el barco, para lo cual tuvo que ponerse de puntillas debido al tamaño del segundo.

-Hoy bailare solo.- Dijo jocoso haciendo alusión a la falta de sus dos guardaespladas. -Maese Horolleif, non preocupare, io parlare con vos.- Era bien sabido que esos dos, a parte de sus guardaespaldas, eran sus amigos. Cualquiera que se fijara veria las bromas entre ellos, el modo de hablar y que practicamente en todo el viaje no se habian separado. Era el momento. Tenia una pregunta rondando por su cabeza desde que supo el apellido de aquel hombre que vestia como un vodaccio y que provenia de una ciudad vodaccia. - Uno sofisticatto hombre como vos non necesita guardaespaldas si tiene cinco cuartas a mano.- Dijo guiñándole un ojo haciendo referencia a la medida de una buena espada de duelo. -Questo todo vodaccio sabe como manejarla, el acero digo, mais, voso apellido non es vodaccio, ¿verdade?. 

Notas de juego

Perdonad que no use negrita, pero estoy con el movil y no me deja seleccionar texto.

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18/10/2019, 13:01
José Antonio de Ontiveros y Zepeda

 Oh santo Theus ¿por que me fustigas con esta resaca?. Juan (Gritó al cochero de la familia)  vive Theus, maldita sea tu estampa si vuelves  a pillar otro bache por mis muertos que te desuello vivo. Y justo en ese momento otro otro bache viene a terminar la frase. 

 La resaca martilleaba en la cabeza del joven José Antonio como un ejercito de mineros picando en una de las famosas minas de la sierra del hierro, era tal la tortura del sufrido noble que estaba por prometer que no volvería a levantar damajuana de vino jamás ,  más cuando estas palabras acudían a sus labios se las volvía a tragar como amarga medicina.

 La despedida oficial de la casa paterna había sido una recepción por todo lo alto pero algo estirada, y de no haber sido por la asistencia de su hermano mayor  tal vez incluso insufriblemente estirada. Aun así cierta congoja embargaba por la mañana el joven corazón de José Antonio  al despedirse de sus padres, su padre le entregó el permiso real para su actividad en el nuevo mundo , así como la carta de pago del gremio de comerciantes de Vendel por el importe de su parte de la herencia  y su madre una carta para el alcalde de Santa  Lucrecia, familiar lejano suyo.

Poco duró esta congoja, pués a pocas jornadas de carruaje se hallaba su destino, Barcino, llegaría un par de días antes de la partida del Santa Catalina, había mandado cartas sus mejores amigos de la universidad y la academia militar y planeado una fiesta de despedida de Castilla por todo lo alto.

 Y ahora había de pagar por dos días de juerga, jarana, baile y bebidas, alguna que otra pelea y algún que otro escarfeo amoroso pues no todos sus amigos invitados eran varones. Parecía que el trayecto desde la posada al puerto se había vuelto el infierno para que los pecadores borrachos purgaran sus pecados y los 10 min de duración se le hicieron una eternidad infinita al pobre José.

  Ligeramente tambaleante y con su costoso tricornio caído sobre los ojos el joven noble salió del carruaje y  dirigió una mirada asesina al conductor, quien respondió con una ligera inclinación de cabeza y una contenida a duras penas carcajada que asomaba en una sonrisa.

 José Antonio apunto con su elegante bastón  hacia Juan, y le iba a dirigir un improperio digno del más descastado rufian de los bajos fondos, cuando su rostro se suavizó, tomo su tricornio y con un intento de reverencia le dijo: "Gracias Amigo, gracias por todo" en tono profundo y sincero.  Para inmediatamente dirigirse a los pajes que llevaban su enorme Arcón: Vamos haraganes mi padre no os mantiene para que hagáis el vago.

 Una vez en el puente del santa Catalina y después de haber llevado el equipaje a su camarote los dos pajes se acercaron y José Antonio estrecho sus manos, al tiempo que ellos le comentaban cuanto echarían de menos al señorito y sus escapadas nocturnas de las cuales eran cómplices junto a Juan.

 La suave oscilación del puente resultó  un bálsamo  sanador par su terrible dolor de cabeza, vestido de seda y brocados destacaba el puente como flor entre cardos pues en ese momento ne el punte no parecía haber mas que marineros , y el hete aqui  un fornido marinero   se me acerca y me dice con bastantes malas maneras: LLegáis tarde.  Como de si cualquier pisaverde se tratara. A lo que respondí: "Estoy a la hora exacta buen hombre y si hacéis el favor me lleváis ante el capitán para presentarle mis respetos".

 En ese momento aparece Don Andres Rodriguez  capitán del navío  y que van a proceder a la maniobra de zapar: Contramestre que un hombre acompañe a nuestro pasajero a su camarote y comienze la maniobra. Una vez fuera de puerto  atenderé a los pasajeros.

 En la reunión en la sala del capitán conozco al resto del pasaje, variado y terriblemente atrayente por la beldad de las damas a bordo, Theus dame fuerza y no me dejes caer en la debilidad de la carne

 Educada y cortesmente me presento a todos  en su correspondiente idioma, la fría indiferencia de la dama de hierro Eisena contrasta con la educada y amable dama Pirelli, y las joviales Damas Sancerre y Santamaria. El Pasaje masculino me intriga más el joven Vodaccio tiene un aura cautivadora que parece atraer al menos a primera vista la mirada de todas las damas, un peligroso don para cualquier hombre y uno aún más peligroso para un caballero inmerso en el Gran Juego, aunque también  una herramienta para usar si se sabe hacerlo y no se abusa de ello.  El otro Vodaccio  casi podría decirse que era el opuesto del primero y por último el mercenario Ussuro, el único al que no había podido dirigirme en su lengua, aunque seguro que de todas maneras hubiera sido parco en palabras, algo me dice que es mas un hombre de actos que de palabras.

 Y así dió comienzo nuestra travesía, en la que activa pero educadamente intenté evitar a las damas para no tentar a la suerte y me mezclé más de lo de mi posición debido con la tripulación, pase gran parte de mi tiempo con el cirujano del navío al cual me presente como colega y me puse a su disposición pero mi predilección por la buena cocina también me hizo que pasara  buenos ratos con el cocinero de abordo intercambiando recetas y con la marinería con los dados y las cartas al tiempo recopilaba toda la información posible de primera mano de nuestro destino , precisamente en na noche en que se me fué la mano con el vinillo y perdí a dados y cartas con mi orgullo tocado rete a mis ganadores a un doble o nada y ellos suponiéndome un pisaverde que sabía de libros y poco o nada del oficio de marinero me retaron primero a subir a la cofa  y luego a atar un cabo desde ella para deslizarme hasta el puente cuando aún contento subí  a los aparejos con la soltura de un lobo de mar y baje con la elegancia de un capitán pirata, por un instante dudaron de si tirarme al mar por falaz y quedarme con ellos o prorrumpir en un sonoro VIVA, apoquinar los dineros y seguir bebiendo ahora con un renovado respeto por el joven noble.

 Y sí llego el día en que el joven Alberto no llamó pues el capitán requería de nuestra presencia.      

               

 

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19/10/2019, 01:33
Gizur Hrolleif Lepore

Gizur miró a Luca con ojos entrecerrados y los brazos aún cruzados cuando este comenzó a hablarle, pero su mirada se había ido ablandando poco a poco a medida que el hombre hablaba, pues su aparente entusiasmo y buen humor eran hasta cierto punto contagiosos. Sonrió levemente aunque sin movimiento de cejas cuando escuchó aquello de que no parecía necesitar guardaespaldas, sintiéndose de forma casi inconsciente alabado por esas palabras.

Como bien supuso, mi primer apellido no es vodaccio, y mi procedencia tampoco —respondió con la cabeza en alto—; mi nación natal es Vendel, la cual por ciertos motivos de fuerza mayor debí abandonar durante mi juventud, estableciéndome en Vodacce junto a mi familia materna. —Gizur miró fijamente a su interlocutor por unos instantes, con un deje de curiosidad— Pero cambiando de tema —Gizur ojeó el mar—: Aztlan... toda una aventura, tierras salvajes y sin explorar esperando ser domadas por—parecía estar a punto de sonreir, pero las náuseas se hicieron entonces más intensas, obligándolo a detenerse por un segundo para luego de un suspiro acompañado de un chasquido de lengua seguir hablando como si nada hubiese sucedido— Muchos vienen buscando poder, otros dinero. Hay quienes vienen buscando aventuras o simplemente comenzar una vida desde cero... ¿A qué viene usted, Luca? —preguntó Gizur con aquel deje de curiosidad que arrastraba desde que había comenzado la conversación.

Lo que el vodaccio respondiese posiblemente determinaría la impresión que Gizur tendría de él, aunque la verdad era que por más que pudiese no aparentarlo, sus espectativas no eran demasiado altas.

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19/10/2019, 12:28
Luca Siviero

Con razón tenía esa cara de estirado malhumorado. Luca escuchó atentamente aquello que Gizur hablaba.
-¿Asi que motivos de fuerza mayor eh?.- Pensó el vodaccio. -Problemas con forma de espada...- pero sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando le preguntó directamente, sin rodeos algo insólito en vodaccia, por qué había ido a parar a Atzlan. 

Eso no supuso mucha sorpresa, ya que bastantes marineros le habían hecho la misma pregunta. Aunque si que le sorprendía que Gizur, siempre arropado por sus gorilas Borg y Aren, estuviera manteniendo una grata conversación con él durante tanto tiempo. -¿Sera el principio de una gran amistad? Qui lo sa.  

-L´more.- Dijo sonriendo a la pregunta del Vendelaccio. Esa ocurrencia hizo que su sonrisa se ampliara sin que sospechase nada. -In algun lugare di esta tierra amicco,- le dijo mirando hacia el infinito. -hay una donna que me espera, que quiere ser la mia esposa.- de repente su voz sonó seria y su sonrisa desapareció del todo. -Mas yo no quiero eso. Pero hay que dejare que la sua complacencia lo crea. ¿Capisci?.- Luca se recostó sobre la pared, cruzando brazos y piernas para volver a sonreír de esa manera pícara que hacía que las chicas se volvieran locas.

-Santa Lucrecia e il a.... como se diche, une nuovo lugare de tesoros, donde cada mugere e a un belo y fragile diamante en bruto.- Luca se incorporó de nuevo. La expresión corporal era tan efectiva como unas buenas palabras. Acentuó su sonrisa. -Mas vos e un homo fuerte, alto y refinato. Con buona escola e maneras, no será difíchile encontrar una bela donna para vos, o due ¡o mile!.- Luca pasó entonces a dar un pco de pena, encorvándose un poco y recorriendo con ambas manos su cuerpo de arriba a abajo. -Mas non para mí, que solo soy lo qui veis. Une pobre caligrafo. Lo cuale non debe habere muiltos en Santa Lucrecia e asin me gano la vita.- 

Notas de juego

¡Hola! Perdonad que no os haya dejado mensaje. Estoy este finde ayudando en un stand en una convención y he estado ocupada toda la semana. El domingo os intento responder como muy tarde.

No te preocupes, eso acentúa el halo de misterio a tu alrrededor mi bela donna. Cuando se nos unan a la convversación las dos mujeres y el pijo digo.... el castellano, esto va a ser una partida en si.

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19/10/2019, 21:50
Gizur Hrolleif Lepore

Gizur no pudo fingir interés al terminar de escuchar las motivaciones de Luca, y obvió las alabanzas... ¿Mujeres? Viajaba a otro continente abandonando su familia, invertiendo en el viaje, cambiando de vida, y todo eso por... ¿por mujeres? Qué simpleza más aberrante, qué ambición tan vacía. Gizur asintió con la cabeza, intentando disimular su disgusto. Además, si no deseaba casarse, huir no eran las formas de un hombre: ¡Un hombre que huye de su destino no es un hombre! Un hombre debe enfrentarlo, arrancarle el corazón y hacerlo suyo, y sólo así demostrará su valía... o eso decía su padre, aunque la verdad era que el noble de los Lepore no estaba seguro al cien por ciento del significado de aquel proverbio. En todo caso; viajar a Aztlan para no casarse y conseguir mujeres era una elección verdaderamente estúpida a los ojos de Gizur.

Así que huyes de una mujer para ir a buscar más... —Gizur inclinó un poco la cabeza hacia arriba y entrecerró los ojos— en otro continente. Interesante. —El vendeliano sonrió por compromiso por unos instantes para luego dejar que su rostro volviese más bien a un estado neutro, acción que aunque él veía como algo relativamente inocuo, estaba consciente de que muchos vodaccios lo verían como un gesto cortante e incluso algo grosero. Se giró y vio a dos mujeres que miraban en su dirección, posiblemente porque también estuviesen acudiendo al encuentro con el capitán. ¿Que asuntos querría discutir? Aquella duda no estuvo demasiado tiempo en su mente pues las náuseas volvieron a asentuarse y Hrolleif sólo deseó desde lo más profundo de su alma arribar al puerto de aquella maldita ciudad de una vez por todas.

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20/10/2019, 12:17
Luca Siviero

Luca escuchó las palabras del Vendelaccio y comprobó que si se hubiera oído a si mismo pensaría lo mismo que él. Aunque no era todo, básicamente no tenía tanta confianza como para contárselo.

-Maese Hrolleif,...- Dijo pensativo, buscando una manera adecuada de decírselo sin decirlo. Pero siguiendo la mirada de Gizur, vio a las otras dos mujeres más bellas y temibles del barco que estaban llegando. Luca perdió la noción de lo que iba a decir. Sin duda algo pasaba para que el capitán reuniera a todo el pasaje, pero tener al lado a las dos mujeres más peligrosas del barco...aunque la eisena también era peligrosa, más no tan refinada. Pero su bárbara brutalidad hacía que algo se removiera en su interior pidiéndole aventura. No podía evitarlo.

Lola deSan era una preciosa amazona de rizado pelo castaño que hechizaba con la mirada. Angelique era como un ángel. Rubia de tez pálida y labios rosados. Tal como dicta el modelo montaignes de mujer perfecta. 

-Mio Dios, ¿per qui a mi?.- De entre todas las del barco no sabría a cuál elegir. Era un dilema que le corroía por dentro como si de ácido se tratara. Por eso quería llegar a puerto y miraba cada día al horizonte oteando ansionso que llegara. Ya tenía bastantes problemas por culpa de las mujeres en su pasado como para tenerlos en su futuro.

Pero el diablillo romántico de su interior le impulsaba a ello. Era irrefrenable. Como una nueva aventura que deseaba ser descubierta. Mas en un barco era casi imposible tener discrección e intimidad. No sabía ni como se había contenido tanto tiempo.

-Buona sera belísimas.- Dijo inclinándose en una reverencia cuando las féminas llegaron. -Per fine las estrellas lliegaron para iluminare il firmamento.- 

Notas de juego

No es necesario contestar si no queréis. Solo es por darle narrativa a la partida.

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20/10/2019, 17:22
Virgilia Pirelli

    Los preparativos de Virgilia habían sido algo acelerados pero, por suerte, ahora en su novena semana en el mar no echaba nada en falta. Quizás llegar de una vez a tierra, pues su inmensa curiosidad estaba ya demasiado exaltada para solo poder recurrir a los libros. Había estado aquellos días con las narices metida entre papeles, ojeando un volumen tras otro acerca de Aztlan pero ni eso había logrado calmar un ápice de su inquietud. A estas alturas trataba de entretenerse cómo fuera, por eso en el momento que Alberto comenzó a gritar estaba perdida mirando sus cartas y miles de apuntes sobre las mismas. Un dibujo del mundo, con sus brillos dorados, llamó su atención. Seguramente indicaba un buen presagio para los navegantes. Esperaba tener esa suerte en Atzlan.

Al final, Virgilia no salió de su ensañamiento lector hasta que oyó una conversación afuera. Eran las voces de Gizur y Luca, los hombres vodaccios que iban a bordo. El primero apenas había tenido contacto con ella, parecía ser algo malhumorado y no dado a hablar. El segundo tenía la impresión de que la observaba de reojo. Había hablado con él y era encantador, con una belleza refrescante. Y algo descarado, pero eso siempre daba lugar a que Virgilia se hubiera interesado por él. Lo justo para que se sentara cerca suya a leer y dejara al hombre actuar. No pasaba más de darle alguna replica ingeniosa o una sonrisa complice, pero eso parecía bastar por ahora.

Con una oreja pendiente a lo que pasaba fuera, se puso manos a la obra para recoger todo el material desperdigado por la mesa y asegurase que su apariencia estaba más que presentable. Una vez satisfecha con su aspecto, salió por la puerta con cuidado y saludó con una leve reverencia a todos, sorprendida también de ver al resto de pasajeros por el pasillo. 
Buena sera, companieros —Aunque chapurreaba castellano, su acento vodaccio era bastante marcado y mezclaba muchas veces su gramática nativa con la castellana— ¿Qui faceis todos qui? ¿Pasó cualquecosa?

Virgilia cruzaba por dedos para que al fin hubieran visto tierra. 

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21/10/2019, 07:18
Lola deSan

Las voces de los dos hombres se oían desde lejos, pues los Vodaccios son tan escandalosos como los castellanos. Virgilia llega al pequeño grupo. Parecía que ya estábamos todos. El tal Luca les recibe con una mirada… interesada. Se nota su interés en todas nosotras. Estoy segura de que Angelique no tardará en hacer algo al respecto buscando un poco de diversión en este largo aburrimiento.

- Cio, bello.saludo a Luca con mi acento Soldano, que está a medio camino entre la tonalidad castellana y la vodaccia, y una sonrisa coqueta. Miro a Angelique y le susurro algo al oído y me río por lo bajo. Seguro que será suficiente para dar el pistoletazo de salida y que la pequeña rubia se decida a participar en el juego aunque sólo sea para adelantarme.

Saludo divertida al resto de pasajeros.

- Espero que el capitán no nos tenga mucho más rato aquí esperando. Esto parece concurrido.sigo divertida - ¿Han llamado ya a su camarote para entrar?pregunto por lo obvio que es tan fácil de olvidar a menudo, sobre todo por los hombres, a quienes hay que guiar siempre.

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21/10/2019, 07:18
Lola deSan

- apisiisisi pisisi pisis guiriguí jijijijiji - es lo que te susurra Lola al oído.

No es la primera vez que hace algo así. Ya sabes de sobra que no quería decirte nada, que tan sólo quería atraer el interés del hombre y divertirse a su costa haciéndole preguntarse que es lo que te habría susurrado sobre él.

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21/10/2019, 07:21
Narrador

Desde el interior del camarote del Capitán sonó una voz grave y que parecía ligeramente malhumorada.
Adelante. indicó a medida que ibais llegando.

Para la mayoría era la primera vez en visitar el camarote, el cual era un lugar bastante amplio comparado con los vuestros. Una gran mesa llena de mapas e instrumentos de navegación, un armario, un gran baúl, una estantería con libros y manuscritos, y una cama que parecía hecha con mimo, era todo cuanto había.

También llamaba la atención una jaula, con barrotes metálicos, en cuyo interior había un ave de plumaje rojo, verde, azul y blanco... nunca habíais visto algo así.

El Capitán estaba sentado en el escritorio y a falta de sillas para todos, os hizo un gesto con la mano para que aguardarais de pie frente a la mesa.

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21/10/2019, 09:22
Capitán Andrés Rodríguez

Os miró uno a uno con su habitual expresión seria y cuando os hubisteis reunido todos, tomó la palabra.
Bienvenidos. Espero que esté siendo cómodo el viaje. Tal y como estaba previsto, encaramos los últimos días de trayecto y si los vientos nos son favorables, espero poder atracar en Santa Lucrecia dentro de unos cuatro días. dijo, en un tono ligeramente optimista, aunque sin variar su expresión seria.

Entonces giró su cabeza hacia la jaula y señaló al exótico ave con la mirada.
Lo recogimos esta mañana... dijo en un tono extraño, como enojado.

No hay tierra en varios días de trayecto... comenzó a decir, por si alguno comenzaba a atar cabos. ... y aunque la hubiera, no tiene sentido que venga a un barco plagado de personas.
Salvo que esté acostumbrado a ellas...
añadió en un tono sombrío.

Come on* dijo de repente el Capitán en avalonés, con un fuerte acento.
El ave repitió las palabras.
¡Come on, come on! era absurdo que un ave pudiera hablar con esa claridad.

El Capitán os miró tras la pequeña “exhibición “.
Este pájaro es lo que llaman loro. Un ave nativa de Aztlan.
Y que parece que ha sido criada por algún avalonés...
explicó mientras se ponía de pie.

Nos siguen.
No tengo claro desde cuando ni dónde están... pero sí quienes son. Piratas.
Extremaremos las precauciones, pero...

¡¡Barco a la vistaaaaaa!! sonó una voz en cubierta que dejó al Capitán a media frase.
Sonrió amargamente.

Quedaos en vuestros camarotes. Puede ser peligroso. terminó por decir, haciendo un gesto para que os marcharais.

El ruido sobre vuestras cabezas de los marineros corriendo de un lado a otro de cubierta hizo evidente la emergencia del momento.

Notas de juego

*Los que sepan avalonés lo entendéis. Saludos!

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21/10/2019, 13:25
Lola deSan

Esperé a que los hombres se pelearan por el honor de abrirnos la puerta del camarote. Dudaba que Gizur siquiera se diese cuenta de algo así dado su porte más tosco, pero estaba segura de que Luca se desviviría por ello y confiaba en que José no dejará en mal lugar la galantería castellana.
Una vez la puerta abierta no vi sentido a pelearme con las demás “damas” por el honor de ser la primera en pasar, menos aún en esperar a ceder el puesto a ninguna no fueran a pensarse que me consideraba menos que ellas, así que con aire natural di el paso para entrar en el camarote del capitán. Me mantuve de pie como nos indicaba y no reprimí un pequeño chasquear de lengua por lo poco educado de la situación; podía entender que dejara a los hombres de pie, pero era mala costumbre hacer que las damas nos quedáramos igual, al menos debería haber tenido sillas suficientes para nosotras. Igualmente no me importaba, pero pretendía disfrutar mi calidad de pasajera y no-trabajadora cuanto me quedara; pronto habría de volver a buscarme las habichuelas para pagarme una cama y un plato caliente, amén del alcohol. Bueno, el alcohol será fácil conseguir que algún idiota me lo pague.
.
Escucho sin interrumpir al capitán. 4 días nada más para llegar a tierra. Eso era una buena noticia. Durante la divagación del capitán sobre el loro y su avalonés, yo ya me en ensoñaciones de lo bien que quedarían esas plumas de tantos colores en mi sombrero junto a mi sencilla pluma blanca, cuando el grito de barco a la vista me despertó.
.
Me estiré un poco, aseguré que el cinto estaba bien sujeto y encajé bien el sombrero, que era lo primero en volar en estas contiendas y recuperarlo del mar sería imposible. Miré a Angelique primero con un brillo en los ojos, luego otra mirada a Zelinda y me dirigí a ellas con una media sonrisa.
- Señoritas, creo que al fin tendremos algo de entretenimiento. – y me dirigí más que dispuesta hacia la cubierta con ninguna intención de seguir las recomendaciones del capitán, confiando en que las chicas se unirían a la fiesta.

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21/10/2019, 17:17
Luca Siviero

-La, Buona sera. - Remarco Luca ante el saludo de la bella Virgilia. Pues ahora si que comenzaba a ser una tarde única, "La tarde".

Mas no se le permitió continuar acercándose mas a la distinguida dama, siendo la grave voz del capitan la que interrumpio el precioso momento.

Luca de inmediato abrio la puerta apartandose a un lado y dejando que las mujeres pasaran. La primera fue Lola, la mas "salvaje" por definir de alguna manera su falta de sofisticacion. Eso saco a Luca una mirada peligrosa de satisfaccion. -Mamma mia. - Penso mientras soñaba con cortejarla. Pero al momento otras tres mujeres pasaron por delante y ya no sabia donde andaba.

A la peligrosa espadachina montaignesa la sonrio gracilmente. A la ruda eisena la saludo recibiendo un gruñido como respuesta y a la fragil virgilia la tendio la mano, como dictaba la etiqueta social de la corte para ayudar a cruzar la puerta. Por supuesto entró despues de ella.

El camarote no era gran cosa, tampoco podía pedirse mucho más en un barco, pero el animal extraño de vistoso plumaje era como algo salido de las pesadillas de un loco porque hablaba, ¡hablaba!.

-Santa madonna. ¿qui será lo próximo?¿lo gorrino canten?.-

No era una sorpresa que el capitán anunciara problemas, más si que lo era que estuvieran tan próximos.

Notas de juego

Movil. Luego sigo. 

Editado. Perdonen las molestias.

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22/10/2019, 00:45
Gizur Hrolleif Lepore

Qudaban cuatro días. Cuatro días y terminaría aquel tormento. Era un sentimiento reconfortante, aunque por otra parte cuatro días eran noventa y seis horas de náuseas... Gizur arqueó las cejas cuando escuchó sobre los piratas «Así que piratas de Avalon, qué interesante» pensó. En otras cricunstancias podría haber incluso... Bah, daba igual. Con una sonrisa en el rostro, Gizur respondió al capitán.

Entendido capitán, suerte con los piratas —le dijo dándole unas palmadas en el hombro.

Luego de inclinar la cabeza en forma de saludo a todos los presentes abandonó la sala. Si no necesitaba su ayuda entonces no la recibiría. Bajó silvando tranquilamente las escaleras y caminó hasta la puerta de su camarote, en donde Borg y Aren lo esperaban.

Borg —dijo posando la mirada sobre el gran vendeliano—, Aren  —prosiguió, ahora mirando a este último—, piratas avalonenses —Gizur sonrió, para luego mirar hacia un costado dejando escapar un suspiro—. De todas formas, el capitán dice tener la situación controlada, así que nos limitaremos a esperar... Mala cosa luchar con el estómago revuelto —Gizur soltó la carcajada, para luego de unos segundos volver a hablar un poco más serio, algo molesto.— ¿Dónde mierda está Eliza?

Los hombres se miraron y le devolvieron a Hrolleif una mirada de desconcierto. Gizur se llevó el dedo índice y pulgar de su mano izquierda al tabique de su nariz, cerró los ojos y bufó.

Sepárense, búsquenla y tráiganla a mi camarote, la guinda del pastel de esta maldita travesía sería tener un muerto antes de llegar —dijó por último mordiéndose la lengua y con un mal humor creciente.

Los hombres asintieron y se fueron en busca de la chica, y luego de echar una ojeada a los alrededores, Gizur salió también en su búsqueda. No podía estar muy lejos.

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22/10/2019, 10:07
Angelique du Sancerre

Por fin. Por fin algo de acción.

Que si que tontear como una heroina de folletín rosa podía tener su interés. ¿Pero piratas? ¿Piratas de verdad? Eso si que era algo digno de interés.

Magnifique capitaine. Por fin os ocupais de proporcionarnos algo de entretimiento. Hasta ahora este crucero estaba siendo de un aburrimiento mortal. Soltó una risita divertida más propia de una damisela a la que su amante hubiese comprado unos zapatos nuevos. Veremos si realmente son piratas u honrados comerciantes. Y si no siempre podemos asaltarnos nous

Y riendo de sus propias gracias sale disparada a acabar de retocar su aspecto en su camarote a la par que hacerse con el par de pistolas ahí guardadas. 

Una no puede presentarse a una fiesta hecha unos zorros.