Partida Rol por web

Hace apenas una semana que os habéis convertido en caballeros de bronce y no habéis parado ni un solo momento. 

Desde el ataque del cíclope, el gigante, las extrañas trillizas, la daga... Ha sido un no parar constante, llenos de sudor, sangre y preguntas.

Sin embargo, ahora mismo estás en la cama, descansando. Los primeros rayos del sol empiezan a entrar timidamente por tu ventana y el ligero cantar de los pájaros hace que abras un poco un ojo al mismo tiempo que te das la vuelta para seguir durmiendo.

Estás a punto de entrar de nuevo en los brazos de Morfeo cuando...

Tu cuerpo tarda unos segundos en reaccionar: ¡Alarma!

Mientras el sonido se clava en tus oídos, te levantas de la cama como un resorte y, antes de poder hacer nada más, la gema que demuestra que eres un caballero empieza a brillar, de forma intensa, tanto que por un segundo tienes que cerrar los ojos...

Al abrirlos, te encuentras fuera de tu dormitorio, concretamente te encuentras a los pies del Santuario, teniendo a tu espalda el templo que conduce a las 12 casas y, delante tuya, el pequeño pueblo que goza de la protección de los santos y del Santuario.

Cuando miras a tu alrededor ves que no estás solo. El resto de tus compañeros están junto a ti, al igual que el resto de caballeros, los cuales estáis divididos en tres filas. 

En la primera fila estáis vosotros, junto con 7 caballeros más. Cada uno de vosotros estáis colocados sobre una pieza de metal rectangular con el símbolo de vuestra constelación, la cual está brillando. Sin embargo, hay más piezas, con distintos símbolos, que no brillan, mientras que hay una que sí lo hace pero no tiene a nadie sobre ella.

Justo detrás vuestro hay una segunda fila de caballeros, concretamente hay otros 7, donde se encuentra Héctor. 

Y detrás de estos hay una tercera fila. En esta veis a Celia, Sarelk, la americana de pelo azul y a un cuarto hombre que no conocéis de pelo rojo.

Mientras seguís allí, veis como la gente empieza a salir de sus casas y corre hacia el Santuario.

- ¡Correr! ¡Correr! - Escucháis gritar a los reclutas, los cuales están ayudando a la gente a llegar hasta vosotros. Todos los aldeanos pasan por vuestro lado y, sin perder tiempo, corren al interior del Templo.

Y justo cuando quedan una docena de civiles por entrar, un trueno corta el cielo...

En lo alto del Santuario veis una figura que se ilumina de un color dorado al mismo tiempo que vuestras gemas comienzan a brillar de nuevo. Al segundo siguiente vestís vuestras armaduras.

Los pocos civiles que quedan corren para resguardarse. 

- ¡Todo el mundo a sus puestos! ¡El Santuario está siendo atacado! 

Tras escuchar esto, el cielo vuelve a iluminarse, pero esta vez no es por un rallo... 

Cientos y cientos de disparos morados surcan el cielo directos hacia el Santuario.

De la nada, surge una cúpula dorada con el símbolo de Atenea que cubre todo el Santuario. El cosmos surge a vuestro alrededor y os inunda.

- Es el momento de que cumpláis con vuestro deber. - Escucháis una voz femenina en vuestras mentes. - El Santuario está en peligro... Los inocentes están en peligro... Que la fe sea vuestro escudo y la determinación vuestra espada... ¡Luchar Santos de Atenea!

Todas las armaduras empieza a brillar con determinación y, por un segundo, se cubren con símbolos griegos. 

Los rayos impactan contra la cúpula y sentís como si la mismisima tierra se agrietara. El impacto es tal que casi os caéis al suelo, pero lográis mantener el equilibrio, al igual que la cúpula aguanta en su sitio.

- ¡Aguantar! 

A lo lejos, avanzando entre las calles del pueblo, los veis: el enemigo.

Una horda de esqueletos, cubiertos con armaduras de diferentes épocas y portando armas, avanzan sin dilación hacia el Santuario. Un mar de esqueletos vivientes que avanzan con un solo objetivo: mataros. Y entre ellos, rompiendo la estampa, Gigantes y Cíclopes se alzan entre la horda, blandiendo garrotes y mazas, gruñiendo, rugiendo y aniquilando todo aquello que encuentran.

- ¡Caballeros de Bronce! - Escucháis decir a la americana. Al daros la vuelta veis que viste una armadura Dorada. - ¡Ocuparos de los esqueletos! ¡Caballeros de Plata! ¡Para vosotros los gigantes y los cíclopes! 

- ¡No les dejéis pasar!

Alexander estaba pensando en si debería usar esa técnica o no pues bien no lo controlaba, ademas de que la técnica no distinguía entre aliados o enemigos.

Al ver aquel espectáculo solo pude entrecerrar los ojos.

Saqué el estoque con decisión, mis compañeros y gente que admiraba iba a batallar a mi lado y dirigirme, era todo un honor por lo que me preparé para lanzarme hacía el enemigo y atravesarlo en cuanto se diera la orden de avanzar.

Aun estoy desperezandome cuando veo el enorme ejercito...

Tienen que estar de broma ¿quien atacaría el Santuario? Digo aun frotandome los ojos.

El frio que acompaña a mis tecnicas empieza a envolverme.

¿Qué es esto? ¿De dónde han salido todas estas criaturas? ¿En qué momento han aparecido, cómo no las vimos venir?

Siento que la angustia me atenaza, pero no puedo dejar que me venza. Es esto para lo que me he estado preparando durante años, y es hora de que lo demuestre. 

- Vamos allá...

Empiezo a sentir el cosmos despertando en mí. Apoyaré a mis compañeros, cueste lo que cueste. 

Bufff... vaya sueño. ¿Qué esta pasando? ¿Qué hago con mi armadura puesta? ¿Dónde estoy?

A Mïra le cuesta volver en si. Sus gestos son más actos reflejos torpes que otra cosa.

-¿Estamos siendo atacados?-

Se pone en guardia como bien puede intentando disimular.

La horda de Esqueletos avanzan sin dilación, con paso firme, portando espadas, hachas, garrotes y mazas, dejando a los cíclopes y los gigantes más atrasados.

Los caballeros de oros siguen en sus puestos, al igual que los de plata.

Las indicaciones están dadas: Tenéis que ocuparos de los esqueletos.

“Bien esta decidido es una técnica peligrosa, pero en esta situación esta técnica supondrá una gran ventaja”
- he de advertiros que pienso usar una gran técnica, pero tras ejecutarla tendréis que aseguraros de manteneros alejados de mi, porque sino moriréis por mi técnica.-

Asiento en dirección a Alexander. 

- Gracias por el aviso, yo también quiero hacer una locura... Os necesito a todos 150 metros lejos de mi. 

Me giro hacia mi somnolienta compañera de cuarto. 

- Mïra, tengo un plan suicida, ¿me ayudas? Necesito tus alas. Cuando cargue suficiente cosmos, ¿puedes volver a por mí y soltarme en medio del campo? Quiero hacer un ataque en área que espero que les dañe lo suficiente, pero no puede haber aliados a mi alrededor. Después de eso, espero ser capaz de huir de los que sobrevivan. Es mi hechizo de ataque más poderoso...

Si la luz catastrófica no funciona, tendré que quedarme atrás y apoyar con la sanación, pero tengo que intentarlo. 

-Estar lejos de ustedes? No tienen porque pedirlo dos veces- dije lanzándome al combate.

Un aura oscura me rodeó mientras me lanzaba directamente contra el grupo de esqueletos, juntando los brazos para luego desenvainar el estoque y lanzarme al ataque girando como si fuera un torbellino.

-Unicorn Whirlwind!-

Mi cosmo ardía en violeta y extendía el ataque por toda el arma mientras esta lanzaba cortes en círculo abarcando el área alrededor de mi.

Parece que todos estan dispuestos a probar habilidades nuevas... yo sin embargo "solo" tenía a mis puños.

Yelena, Mira yo voy a internarme entre los esqueletos cuando lances a Yelena lanzala relativamente cerca mia y trataré de ayudarla a venir de vuelta cuando haya realizado su ataque. ¿De acuerdo? Digo lanzandome contra la orda de enemigos golpeando al más cercano con todas mis fuerzas y siguiendo avanzando para golpear al siguiente del gran ejercito

No me había dado cuenta de todo lo que estaba pasando. ¡Han salido 4 santos de oro! ¡Y un monto de plata y bronce!

Ey, concentrate, ¡están pasando cosas más importantes!

-¡D-de... acuerdo chicos! Volar y soltar. ¡Eso es fácil!- Digo tartamudeando un poco.

Me preparo para coger a Yelena. Despliego mis alas.

- Gracias a los dos - contesto. Creo que es la primera vez que me siento colaborando en una estrategia con más de una persona.

No sé por qué pero, a pesar de la situación tan crítica que estamos viviendo, me siento bien. Me siento incluso más fuerte ante la batalla que se avecina. 

- Mïra, necesito tiempo para reunir cosmos. No es un hechizo fácil de hacer. No quiero hacerte perder tiempo, así que mientras tanto, lánzate al ataque. 

Artemias se adelante realizando su técnica, golpeando a 4 de los esqueletos que se encuentran en primera fila. Mientras que Opa también acorta distancia y golpea dos veces a los enemigos, atacando a un nuevo esqueleto y rematando a uno que sufrió el ataque de su compañeros.

Sin embargo, la horda no retrocede y sigue avanzando, atacando a los dos caballeros. 

Tres de ellos atacan al pelirrojo, el cual gira sobre si mismo y se desplaza hacia un lado. Logra evadir un garrote y un hacha, pero la espada del tercer esqueleto roza su armadura, que le protege del ataque.

Opa, por su parte, también recibe el ataque de otros tres. Bloquea con el antebrazo dos de los ataques, mientras que el tercero lo detiene levantando la pierna y deteniendo el movimiento de su enemigo. 

El resto de los esqueletos siguen avanzando hacia el Santuario. 

- Cuando ataque manteneros a 50 metros alejados de mi, BARRERA DE HIELO -
Con el poder del cosmos, Alexander levanto bloques de hielo que se mantenían alrededor suya. Concentrado su poder mientras la roja marca aparecía en su cara

Yelena va a tardar un poco así que aprovechare el momento. Opa, Alexander y Artemias ya están en el campo de batalla.

Yo mantendré mi posición mientras les ayudo.

-Estoy al tanto, ¡Iiiiiiyaaaa!-

Agito y lanzo mis colas contra el bullicio de esqueletos.

-¡Pluma afilada!-

Las plumas de Mira salen disparadas hacia los esqueletos, golpeando a tres de ellos, los cuales sufren daños pero ninguno de ellos cae al suelo.