Partida Rol por web

El coche de caballos se interna por una de las callecitas del pueblo, empedrada, haciendo resonar los cascos de los caballos y creando un eco casi místico. Los pocos habitantes con los que os cruzáis os miran con curiosidad mientras se hacen a un lado para que pueda pasar el coche en las estrechas calles, parece gente reservada aunque tampoco huraña.

El cochero detiene el coche frente al edificio de piedra y madera robusto que vistéis desde arriba, en el centro de la pequeña y única plaza del poblado. Mientras desciende el cochero os comenta

- ¡ Hemos llegado !- y acto seguido comienza a bajar vuestros equipajes del maletero del techo y laterales.

 Bajo del coche y, mientras observo como trabaja con el equipaje, le pregunto al cochero, con tono neutro, sin mostrar la más mínima emoción:

 - ¿Donde podremos hospedarnos en este lugar, por favor?.

Tras bajar del coche, estiros mis atrofiadas piernas para desentumecerlas un poco. Espero la respuesta del cochero, aunque supongo que no tendremos muchas opciones para elegir. El pueblo era pequeño y wera de esperar que sólo hubiera una pensión que fuera a la vez el único restaurante, la única tienda y quizás el dueño fuera el alcalde del pueblo.

El cochero señala el edificio de dos alturas ante el cual os encontráis - ¡posada ! -dice como si fuera obvio y a continuación abre la puerta para entrar las primeras maletas. Pensás que quizás sea porque es la única posada del pueblo, u os alojáis allí o dormís al raso.

Cuando acaba de entrar el equipaje, saca un billete de 1 dolar del bolsillo y se lo da cómo propina al cochero.

-Bueno, amigos, ya tengo ganas de estirarme en una cama decente durante un rato.. El monolito está tan cerca que podemos inspeccionarlo en cualquier momento.

 Sin mediar palabra, cojo mi maleta y entro dentro de la posada, esperando poder coger, en caso de que la hubiera, la mejor habitación disponible y asentarme en ella.

Aún absuelto en mis pensamiento, bajo y voy mirando lo que parecía ser una posada, algo extraña, seguro que habría vibraciones de algún tipo dentro tanto positivas como negativas. Cogí mi pequeña maleta y entré al hall y después me despedí con la mano del cochero.- ¡Hasta luego! ¡Muy amable!

Observé el interior detenidamente, no quería pasar desapercibido ningún detalle

El cochero coge el billete de dólar muy agradecido, ¡ dinero americano ! eso valía una fortuna por estos lares... el hombre entra todas las maletas a la posada , al entrar en la posada os topáis directamente con la típica posada de postal de pueblecito de montaña, entera de madera , cuatro mesas con sendas sillas que están vacías (todo de madera) , con una chimenea de piedra al fondo, la cual contiene un tronco enorme (medio árbol vamos) que desprende un calor tremendo. A la izquierda de la entrada primero hay una larga barra de madera en la que hay un hombre con un mandil de brazos cruzados pues la posada (al menos el comedor) está vacío. En la parte de la izquierda después de la barra hay unas escaleras que suben hasta un segundo piso, de madera por supuesto.

En la parte de la derecha sólo hay un par de puertas en la pared derecha. El cochero al terminar las maletas dice algo en búlgaro al tabernero que se limita a asentir y con una sonrisa os da la bienvenida.

Efusivamente

-¡ Americanos ! bienvenidos a Stregoicvar. Saludos, buena estancia tengan.

Tras entrar en la posada maleta en mano al hall, me dirijo a la barra donde aquel personaje sonriente nos saluda.

- Gracias, muy amable - respondo sin mucha efusividad y añado: -  antes de nada me vendría bien una copa.

Sin andarme con rodeos formulo mi pregunta. No estaba dispuesto a perder el tiempo con sandeces y intercambiar halagos de cortesía.

- ¿Hace mucho tiempo que ese monolito está ahí ?-  le pregunto sin tratar de demostrar mucho interés - ¿debe tener una historia interesante, Sr...?

El hombre da un grito

- ¡ Lazslov ! ¡ Laszo !  ¡ tenemos clientes ! -dice en un inglés aceptable - Mi sobrino Laszo subirá sus maletas a las habitaciones y dispondrá las bebidas... lo mío es charla. Sí el monolito, ya estuvo un americano preguntando por él hace tiempo. No vemos turistas aquí muchos.

- ¡Hola!.- Dije con tono distraído mientras observaba la sala.- Noto un aire algo contaminado, como vibraciones negativas...- Dije poniendo ojos místicos.- ¿Murió alguien aquí? ¿un asesinato? ¿O algo parecido?.- Le dije al empleado que se acercó a ayudarnos con las maletas

Espera a que conteste la pregunta de el compañero Iker y le pregunta sobre ese americano.

-¿Americano? ¿Está hablando del señor Justin Geoffrey? Mire por donde estamos interesados este caballero...

Parece hacer memoria durante unos minutos

- Geoffrey... sí creo su nombre ser así.-  En ese momento aparece un muchacho poco más que un adolescente que os saluda y os pide permiso para coger vuestro equipaje , después comienza a subir maletas a la planta superior.

 Dejo que el joven coja mi maleta, mientras pregunto al dueño del local:

 - ¿Que puede decirnos del caballero americano, por favor?. ¿Hizo alguna amistad mientras estuvo por aquí?.

- Ahora no recordar si era americano o Inglés. Lo mismo da, pero Geoffrey sí era su nombre. Era Joven y poeta eso seguro y recuerdo que murió poco después de venir al pueblo, normal porque estuvo mirando mucho la piedra negra. Saben, tenemos aquí leyenda de que todo el que la mira enloquece y muere. El que la mira demasiado claro.

Me acerqué al hombre que hablaba de Geoffrey...- ¿Y qué sabe usted acerca de esa piedra? ¿De donde procede?.- Dije intrigado y a la vez algo asustado por haber mirado la piedra quizás mucho para mi tiempo mental...

Escuchaba con curiosidad a Vladimir. Enloquecer al mirar el monolito, morir.El relato se tornabs interesante. No sabía si era verídica o no pero era un gran tema para su próximo libro. Debía investigar el monolito, y de paso las ruinas de Boris, seguro que tenían una relación. Si descubría esa relación decubriría el secreto.

El hombre se encoge de hombros

- Poco saber más de la piedra... nosotros tenemos poco dinero. -  y hace el gesto internacional del dinero con el dedo pulgar y el corazón frotándolos, con la mano derecha en una clara alusión a que le déis algo.

 - ¿No hay nada que pueda decirnos?.