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El Regente de Jade I: El Legado de Muro de Salmuera.

El Espiritu Kami.

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26/03/2017, 20:47
"El Espíritu Kami".

"EL ESPÍRITU KAMI":

Notas de juego

- Escena conversacional atemporal.

- Ideal para narrar sucesos del pasado, en especial en los que intervengan personajes no jugadores.

- Es importante resaltar al comienzo de cada post, el lugar, el momento y quiénes intervienen.

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27/03/2017, 12:27
Giorgino Vhiski.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

El muchacho llegó corriendo como era habitual en él, cualquiera que lo hubiera visto pasar y no lo conociera lo suficiente pensaría que llegaba tarde a algún sitio, aunque en realidad no era así. -Hola.

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28/03/2017, 10:52
Punta Arena: Petunia.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Petunia levantó la mirada para observar al jadeante chico. Sonrió.

- “Llegas tarde.” – Advirtió con el rostro serio repentinamente. Luego la seriedad desapareció tan repentinamente como había llegado y soltó una leve carcajada. – “O pronto. Anda ven aquí y ayúdame. Tenemos que dejar esto listo antes de que Koya venga.” – La fiesta sorpresa, que llevaban casi un mes preparando para la nueva persona más anciana de Punta Arena, casi estaba lista.

- “Sandru debe estar a punto de llegar también.” – Avisó mientras se subía a un taburete y trataba de colgar de uno de los techos del Dragón Oxidado una de las guirnaldas que había preparado.

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28/03/2017, 12:03
Giorgino Vhiski.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Giorgino correspondió la sonrisa de Petunia con otra, aunque se asustó un poco cuando de repente la chica se puso seria mientras le echaba una reprimenda por llegar tarde.

-Es que estaba ayudando a mi madre en el campo...

Por fortuna tan solo era una broma de la muchacha y su rostro volvió a mostrarse amable a la vez que se reía. Giorgino la acompañó.

-Jajajajaja. ¡Me habías engañado! Por un momento pensé que te habías enfadado de verdad.

Se acercó a donde estaba la muchacha y miró sus preciosos ojos verdes. No solo era guapa y simpática, además era una varisiana auténtica, eso seguro que agradaba a su abuela y a su tío, quizás no tanto a su madre, pero estaba seguro que en cuanto se la presentara se disiparía cualquier duda.

-¡Espera! Deja que yo haga eso, podrías caerte de ahí. Piensa en lo que diría la gente si permito que la chica mas hermosa de Punta Arena se haga daño...

-Giorgino cogió a Petunia por la cintura y la alzó un poco para después bajarla al suelo y subirse de un pequeño salto al taburete.-

Petunia, gracias por ayudar con lo de mi abuela, me alegra mucho que estés aquí. A ver, pásame esa guirnalda, la colgaré de esa viga y luego la pasaremos hasta aquella otra. ¿Que te parece? La Señorita Ameiko ha sido muy amable de cedernos su posada para la celebración. Es muy amiga de mi tío Sandru ¿Lo sabías? Ambos fueron aventureros hace tiempo, cuando yo era pequeño. ¿No es emocionante?

-Después con cierta tristeza pero con el mismo orgullo añadió otro dato más.-

Mi padre también los acompañó en alguna ocasión.

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28/03/2017, 23:59
Sandru Vhiski.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Usando los resquicios que le brindaba la cortina, Sandru observaba a la hermosa muchachita mientras iba de acá para allá decorando con buen gusto (sin duda influenciado por su sangre varisia) el salón donde se iba a dar la sorpresa a Koya. Sabía casi todo lo que había que saber de ella y su familia, y eran buenos varisios. Casi todos al menos...

El antaño aventurero no había tomado en principio con muy buen talante la idea de celebrar nada que implicara a Koya. La presencia de su madre, tan recientemente fallecida podría empañar cualquier festejo. Pero los varisios eran una raza que volvía al mal tiempo buena cara. No les quedaba otra, la verdad. Primero sus padres, tan amigos de Koya, luego su hermano Alder, y por último Niska Mvashti, madre de Koya, tan querida como una abuela, y tan sólida como los cimientos de Punta Arena. Era la única que había respondido a la llamada natural de la parca de toda la familia que Sandru había perdido, al menos eso era un consuelo, si bien no menos doloroso.

Giorgino entró como un torbellino. - Siempre corriendo a todos lados, no me extraña que se suba a un carromato y quiera azuzar al caballo. - Sandru se sonrió mientras agarraba la cazoleta de su pipa. El chico no tenía remedio. Después de todo era un Vhiski, una vez algo le entraba en la cabeza no había quien lo sacara de ahí. Al menos tenía buen gusto, a pesar de las ideas con las que le debía bombardear su madre diariamente. A su favor tenía que estaba en "esa" edad. Había un túnel entre sus dos orejas, y con lo que le gustaba la velocidad nada permanecía ahí demasiado tiempo, tal como entraba, salía.

Al menos tenía buen corazón, y eso era importante. Echaba de menos a su padre lo cual era normal, más aún considerando los pocos años que había disfrutado de su cercanía. Si algo le podía reprochar Sandru a su amado hermano, era sin duda eso. Decidió que era hora de "unirse" a el trabajo duro y se deslizó en silencio simulando que bajaba de las escaleras, haciendo a continuación un ruido que normalmente podía evitar.

- Bueno, bueno mozalbetes, ¡esto está quedando realmente bonito! Tenéis buena mano y no quisiera interferir, así que me haré una pipa y me tomaré un café, ¿sí? - Sandru sonrió de esa manera encantadora que a tantos compradores había convencido.

Internamente daba vueltas a una idea. - ¿Una fiesta sorpresa a una Adivina? Hay piedras con las que hay que tropezar por uno mismo. - Sandru sonreía ahora aún más abiertamente.

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29/03/2017, 06:26
Giorgino Vhiski.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Giorgino se volvió con una gran sonrisa al escuchar la voz de su tío, fue tan espontáneo que por un momento olvidó que estaba subido a un taburete y estuvo a punto de perder el equilibrio, la mano de Petunia sobre su muslo lo impidió. Giorgino la miró con agradecimiento y le guiñó un ojo.

-¡Tío! ¡Que bien que estás aquí!

-Desde luego Petunia debía tener alguna especie de poder, algunas varisianas como su abuela los tenían, acababa de decir que su tío aparecería en cualquier momento y así había sido, era una chica perfecta.-

¿Te gusta como está quedando tío Sandru? ¿Conoces a Petunia? Ella se encarga de la decoración.

Giorgino bajó de un salto de la butaca y se inclinó un poco hacia la chica.

-Creo que es un buen momento para decírselo. ¿No te parece?

La buena amistad con Petunia se había convertido desde hacía unos días en una relación que Giorgino estaba disfrutando. Pronto se casaría con ella y tendría su propia familia, pero antes debía presentársela a su gente y después pedir su mano a su padre. El chico estaba confiado, la varisiana seguramente caería genial a su tío y a su abuela, quizás menos a su madre pero cuando la conociera y viera lo felices que eran se le pasaría cualquier objeción. Y en aquel momento en el que Petunia estaba ayudando a organizar la fiesta de su abuela Koya le parecía el ideal para decírselo a su tío. Esperó algún tipo de afirmación por parte de ella antes de soltar la información.

-No te preocupes tío, nosotros nos encargamos, puedes tomar ese café tranquilamente, Petunia lo tiene todo muy bien organizado y yo le echo una mano.

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30/03/2017, 21:07
Punta Arena: Petunia.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Petunia sonrió y asintió ante las palabras de Giorgino, e incluso le dio un leve empujón en la dirección de Sandru.

- "Claro. Díselo ya." - Azuzó al joven muchacho con un susurro.

Pero antes de que Giorgino pudiera decir mucho la puerta del Dragón Oxidado se abrió y entraron dos de los trabajadores de Sandru, los hermanos Dalmuvian.

A su vez, la propietaria del local, Ameiko, y uno de sus más leales sirvientes, el viejo Hattori, entraron en la sala común pero sus pasos les acercaban desde la cocina de la parte de atrás.

Petunia sonrió y se acercó con gráciles pasos a Ameiko.

- "¡Gracias!" - Sonrió y miró hacia el techo orgullosa de todas las guirnaldas y adornos que habían colocado. - "La fiesta para Koya ya está casi lista... Muchas gracias por dejarnos celebrarla aquí, Ameiko." -

Notas de juego

//Entran en escena los hermanos Dalmuvian, Hattori y la dueña del local: Ameiko.

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30/03/2017, 21:23
El Regente de Jade.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Mientras Petunia y Ameiko entablan conversación, la puerta se abre de nuevo y uno de los lugareños entra en el local, casi tras la llegada de los hermanos Dalmuvian.

El Dragón Oxidado está bastante concurrido, y hay adornos y guirnaldas decorando los techos, columnas y paredes.

Notas de juego

//Entra en escena: Serveris.

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31/03/2017, 09:19
Vankor Dalmuvian.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Cuando su hermano empujó la puerta para que entraran ambos, Vankor bostezaba y se estiraba como si no hubiera un mañana. Había estado limpiando a los animales y les había dado de comer, había cargado y descargado mercancía y, además, había encontrado tiempo para entrenar sus músculos y puños. Y solo lo había conseguido gracias a restar horas de sueño a un cuerpo que necesitaba más un lecho que estar golpeando troncos.

A través de los ojos semicerrados alcanzó a vislumbrar las guirnaldas que colgaban del techo y paredes y que sabía serían para la fiesta en honor a Koya.

-¡Uoooo! -terminó de bostezar, lagrimeándole los ojos-. Hermano, ¿algún día me harás una fiesta así? ¿O tendré que cumplir mil años como la vieja Koya? -sonrió ampliamente dejando ver una sonrisa de dientes blancos que transformó su rostro habitualemente serio en otro lleno de encanto y suave picardía y que hizo que alguna de las muchachas del local suspirara, algo de lo que él ni siquiera llegó a percatarse, ciego y sordo como era a aquel tipo de reacciones-. Mira, el jefe Sandru está allí, junto a la señora Kaijitsu. ¿Qué raro, verdad? -dijo traviesamente, antes de ponerse serio-. No sé, siempre la ronda pero parece que nunca se deciden a nada. Y el tiempo pasa. El jefe Sandru debería buscar una muchacha joven y bonita y tener hijos. Muchos hijos -afirmó convencido-. La señora Kaijitsu es agradable y amable, y debió ser muy hermosa, pero yo diría que ya es vieja para tener hijos. Además, es la Dueña del Dragón Oxidado y no creo que pudiera criar a sus hijos y atender esto. Ni pienso que el jefe Sandru vaya a dejar las caravanas y quedarse en una Posada para servir cerveza y contar historias de sus aventuras a los viajeros, en las noches de lluvia y frío.

Alzó la mano para saludar desde la distancia a su jefe y a Giorgino.

-Espero que no aceptes más apuestas con él. Acabarás matándote, hermano. Acepta que es mejor que tú. Será lo más sencillo -dijo a Bevelek, antes de echarse a reír y echar un brazo por los hombros de su hermano-. Bromeo, hermano, bromeo.

En aquel punto la puerta se abrió a sus espaldas y Vankor se volvió para ver que era un lugareño.

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31/03/2017, 11:33
Giorgino Vhiski.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Giorgino se había acercado a su tío para darle un par de besos y un abrazo, la costumbre varisiana de saludo a los más cercanos, y aprovecharía para contarle de su relación con Petunia.

-Me alegra verte tito. Quería decirte que...

Entonces la puerta de la posada se abrió y comenzó a entrar gente: sus primos Bevelek y Vankor. Mientras tanto Ameiko y el viejo Hattori aparecieron en la sala común y la puerta volvió a abrirse para la entrada de Serveris. Giorgino había acudido temprano a la cita para poder estar un poco a solas con Petunia pero como siempre le pasaba el tiempo había pasado volando y sin darse cuenta el local empezaba a llenarse.

-...Que... ¡Que han llegado los primos! -Giorgino señaló a Bevelek y Vankor y se dirigió hacia ellos con una sonrisa y los brazos abiertos.- ¡Aay Primos! ¡Que alegría más grande! -Les dio sus correspondientes abrazos y besos y después saludó a Serveris.- ¿Que tal Serveris? ¿Como te va todo? -Y ya que estaba siguió con los saludos hacia la dueña y su sirviente.- Buenos días Señorita Ameiko, buenos días Hattori. ¡Escuchadme todos!

Tras la llamada de atención Giorgino se dirigió al centro de la sala donde había estado ayudando a Petunia con los adornos.

-Quería daros las gracias. A la Señorita Ameiko por cedernos su posada para la celebración y al resto por vuestra ayuda. -Todos habían coloborado de una forma u otra demostrando que formaban una gran familia aunque no todos estuvieran unidos por la sangre.- También a Petunia que se ha encargado de la decoración y... ¡Tengo una gran noticia! -Giorgino miró a Petunia y asintió. Tenía catorce años y estaba lleno de energía, vitalidad y amor. Estaba tan feliz que deseaba compartir su felicidad con el resto y gritarlo a los cuatro vientos, siempre que en el resto y los cuatro vientos no estuviera su madre, a ella se lo diría más adelante, tenía que prepararla. Le tendió la mano a la muchacha que se acercó y se la cogió.- ¡Tengo que... Tenemos que! Tenemos que deciros que Petunia y yo nos queremos y se que la acogeréis como a una de nosotros ¿Verdad? ¡Y todo esto se merece una celebración! ¡La Señorita Ameiko invita a una ronda! -Bueno, se había venido un poquito arriba, la cara de sorpresa de Ameiko, y la de reprobación de su tío se lo dejaron claro.- ¡Era una broma! ¡Era una broma! Jajajaja. Nos conformamos con unos cuantos abrazos, felicitaciones y vuestro cariño.

Y terminado su discurso Giorgino esperó junto a Petunia la reacción del resto.

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31/03/2017, 11:51
Vankor Dalmuvian.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena

Abrazó y besó a Giorgino que parecía aún más acelerado y alegre de lo habitual. Pensó que habría cruzado alguna apuesta con uno de los locales y que habría ganado, pues actuaba igual cada vez que vencía a Bevelek. Pero lo que escuchó hizo que en su expresivo rostro se dibujara un gesto de auténtica sorpresa.

-¿Ha dicho que se quieren? -susurró a su hermano pese a haber oído perfectamente a su primo. Negó con la cabeza como para despejarla. Giorgino era joven. Muy joven. Ni siquiera había cumplido los quince años aunque no le quedaba demasiado. ¿Qué quería decir con aquello de que él y Petunia se querían? ¿Acaso habían yacido en algún pajar? Tal vez sí aunque no debía referirse a ello. No sería de muy buen gusto propalarlo a los cuatro vientos y dejar en mal lugar a la muchacha. ¿Quererse? Como declaración no decía gran cosa salvo que... ¡Claro! Debía haberle pedido que se casara con él y ella había accedido. Pero, ¿con catorce años pensaba en casarse? ¿Tener hijos? ¿Formar una familia? La boca de Vankor se abrió, la mandíbula un tanto descolgada. Cuando fue consciente de ello, la cerró de golpe, y los dientes entrechocaron con un ruido seco. Miró al jefe Sandru. ¿Cómo se tomaría aquello? Carraspeó ligeramente. Era hora de romper el hielo-. Me alegro por ti, primo. Por los dos -y miró a Petunia, sonriente-. Bienvenida a la familia -concluyó sin saber qué más decir. Tampoco podía ni quería añadir más. Quizá hasta hubiera hablado demasiado. Algo dentro de su cabeza le decía que Giorgino debería haber hablado primero con su tío antes de hacer públicos sus sentimientos y saber si contaba con su apoyo.

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31/03/2017, 12:57
El Regente de Jade.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Kelsier entra por la puerta de la posada interrumpiendo las reacciones de los presentes ante la declaración del joven Giorgino. Trae varios conejos colgando de su cinturón, posiblemente para que Ameiko los utilice en la cocina de la posada, a cambio de algunas monedas o puede que bebida gratis.

Todo el mundo sabe que el joven cazador trae piezas de tanto en tanto para surtir los guisos del Dragón Oxidado.

Tras el muchacho, y antes de que la puerta se cierre, una mano con arrugas sujeta la puerta y entra en el local. Seguramente un poco antes de la hora prevista.

Koya, supuestamente la mujer que iba a ser agasajada, acaba de entrar. Si alguien se encargaba de vigilar que no se acercara hasta que estuviera todo listo, se ha debido despistar en algún momento.

Notas de juego

//Entran en escena: Kelsier, Koya.

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31/03/2017, 13:15
Kelsier Deznad.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Kelsier alzó la mirada y observó el sol entre los frecuentes bancos de nubes: aun no era mediodía y por tanto cumplía. Afortunadamente aquel día no había sido especialmente inclemente, a diferencia de la semana pasada, y así pudo cumplir satisfactoriamente con el encargo que le hicieran: caza abundante para el presente día.

Las bancadas de ánades, en la laguna cercana, ya no eran una opción. Hacía un par de semanas que habían emigrado a latitudes más benignas. Rastrear una pieza mayor, como un ciervo, le hubiera supuesto todo el día entre buscarlo en el profundo bosque, lograr darle caza y cargarlo de vuelta.

Por ello, madrugando antes de la salida del sol, se decidió por la opción más viable y probable: perdices y conejos en los prados del sur. Las aves parecían haberse recogido, no siendo fácil su rastreo. Y sabía que no disponía de mucho tiempo, al recordar las palabras de la joven Ameiko: Antes del mediodía, Kelsier.

No obstante los conejos eran abundantes y su actividad, notoria. Aun no era media mañana y ya tenía cazados más de media docena.

Suficiente, espero, pensó el medioelfo que, sin saber a que se debían esas urgencias, intuía que habría algún tipo de festín. O tal vez la hermosa posadera había agotado sus existencias de manera imprevista. Con todo ello en mente, mientras regresaba, se plantó sin darse cuenta en el promontorio sureño que dominaba el paisaje de Punta Arena. La observó, como hacía con frecuencia y una leve sonrisa se dibujó en sus labios. Le gustaba aquel lugar. Rodeado por los bosques y el mar, sin ser un emplazamiento grande, resultaba en cierto modo acogedor.

Preguntándose a que se debería la urgencia de caza, el cazador se dispuso a entrar en el Dragón Oxidado. Notó entonces la presencia contigua de una mujer: la vieja Koya. Le dedicó una leve sonrisa y una inclinación de cabeza a modo de saludo y viendo que como él su intención era entrar, tras penetrar en el edificio sostuvo la puerta para que la anciana pudiera entrar cómodamente. Acto seguido echó un vistazo y vio una nutrida congregación de parroquianos. Más de lo habitual para aquella hora.

¿Tal vez algún tipo de celebración con festín de conejos?, se preguntó el muchacho.

- Buenos días. Hoy comenzamos pronto - saludó a los presentes, con una media sonrisa, antes de dirigirse a la cocina donde esperaba encontrarse con Ameiko para darle los alimentos cazados.

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31/03/2017, 14:01
Serveris.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Entro en el Dragón Oxidado después de ayudar a mi padre toda la mañana en el campo. Visto mis mejores ropas pues me cambié antes de venir. No porto armas ni armadura, pues jamás lo hago. Estuve en el campo, para luego asearme y vestirme mejor antes de venir.

Trabajar en el campo es una tarea agotadora, como siempre, que pone a prueba mi fuerza y mi resistencia pues la vida del granjero es muy dura, mucho más de lo que la gente imagina, sobre todo cuando se intenta terminar la labor del día solo en la mitad del tiempo. Al entrar, veo que los preparativos para la celebración se están llevando a cabo, por lo que no he llegado tarde.

Apenas pongo un pie dentro, Giorgino me saluda, por lo que amistosamente le devuelvo el saludo:

 - "Bien, amigo. He apurado mis quehaceres en el campo para que mi padre me dejase venir sin reclamos. Sabes que es un poco gruñón y quiero evitar más discusiones con él."

La verdad es que desde la muerte de mi madre, mi padre y yo hemos tenido una pésima relación. No es que antes fuese especialmente buena pues siempre discutimos de mí y mis deseos de convertirme en un aventurero, ayudar a la señorita Kaijutsu y quizás hasta viajar con las caravanas para conocer lugares lejanos. Para él eran idioteces de un niño y lo que debo hacer es quedarme en la granja y buscar una esposa de caderas anchas que me brinde hijos para que algún día hagan el trabajo por mí. Claramente esas no son mis ideas de una vida emocionante.

Pero desde que mamá nos dejó, él se creyó esa basura de que se suicidó e incluso la culpó más por haberme enseñado a luchar como lo hacía mi abuelo. Supongo que siente que ella me alejó del buen camino para luego abandonarnos. Pensando así, probablemente debe tener mucho rencor, pero yo sé que se equivoca y fueron otros quienes nos arrebataron a mamá. Jamás lo perdonaré por creer que ella se quitó la vida.

Mis pensamientos me abandonan al momento que vuelvo al presente. Sonrío a Giorgino, quien llama la atención de todos para enunciar que él y Petunia tienen algo romántico entre manos. No concreta más pero me pongo muy feliz por él, además de sorprendido:

"Es menor que yo y ya tiene novia. Quizás mi padre no se equivoca al pensar que estoy perdiendo mi tiempo."

Me río, feliz por mi amigo, mientras aplaudo su anuncio. La felicidad de los seres queridos siempre es motivo de celebración.

Me acerco a Ameiko y le hago una reverencia de esas que mi madre me enseñó a hacer como signo de respeto. Luego le hablo sin mirarle a los ojos:

 - "Señorita Kaijutsu. ¿En qué puedo ayudarle?"

La verdad es que siempre he admirado a esa mujer. Se supone que es la última descendiente de la familia que mis ancestros protegían con gran devoción. Toda mi familia materna le ha servido a la suya y siempre he sentido que es un deber en mi sangre el protegerla. Además, siempre ha sido una mujer valiente y decidida, justa y preocupada por otro. Yo admiro esos valores por sobre todas las cosas.

Entonces justo llega Kelsier y Koya detrás, por lo que los preparativos terminan de golpe.

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01/04/2017, 19:17
Koya Mvashti.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Koya devolvió la sonrisa al joven semielfo, aunque la suya no era tan bonita, tan estriadas tenía ya las comisuras de los labios. Se cuidó y mucho de no mostrar sus destartalados dientes no fuera a espantar al pobre cachorrillo. ¡Cómo le hacía rabiar la portentosa resistencia al paso del tiempo que tenían aquellos dotados con sangre élfica! Tener que lidiar con los estragos del paso del tiempo era algo a lo que ya estaba acostumbrada, más ahora que se había convertido, tras la muerte de su querida madre, en la persona más vieja de Punta Arena. Aún así le daba algo de reparo que la vieran arrugada como una uva pasa aquellos que, precisamente, siempre aparentaban turgencia en la piel.

Siempre van a lo suyo...como su madre.- Pensaba de Kelsier cuando el joven se le adelantaba y hacía ademán de entrar en la posada antes que ella. Sin embargo tuvo que morderse esa lengua de víbora que tenía a veces, al menos en pensamiento, cuando el cachorro de Shalelu le mantuvo ésta abierta, galante.

- ¡Oh! Gracias hijo. - Le dijo pasando al interior con cuidado de no rozar la media docena de cuerpos inertes de conejos que pendían de su cintura.- Parece que Desna te sonrió esta mañana.- Le bastó una fugaz mirada al interior de la posada para ver que estaba más animada de lo normal, para esas horas. Enseguida notó que las miradas se clavaban en ella como si fuera la diana en una competición de tiro con arco. Como un reflejo inconsciente se atusó el pelo y se colocó un mechón de pelo cano algo rebelde tras la oreja. Le había dado un pálpito y había venido apresurada a la taberna sin pensar demasiado en su aspecto.

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02/04/2017, 01:25
Sandru Vhiski.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Mientras la procesión de habitantes y no tan habitantes de Punta Arena se sucede, Sandru sueña. Lo hace con el camino y las noches al raso, el viento silbando contra las paredes del carro, el calor de los apretones de manos y el tintineo de las monedas al cambiar de manos.

A pesar de que ha llegado el momento de obligado parón para con las rutas y la vida en el camino, su sangre varisia ya clama en sus venas, recordando que el invierno pasaría pronto, y que un nuevo periodo en el pescante del carromato le estaría esperando. Ahora no tenía claro el cómo o de dónde sacaría los fondos necesarios para ello, pero la llamada del camino era como el canto de una sirena: Vibraba en el interior de uno mismo, por más que se tapara los oídos.

Allí estaban los dos jóvenes Dalmuvian, primos lejanos que tan buena predisposición tenían siempre. Eran jóvenes y hacían locuras propias de su edad, sí. Pero eran buenos varisios, sangre de la que fiarse. Y eso ya era mucho decir. A pesar de los escarceos de los dos hermanos en pos de encontrar fortuna en Magnimar, parecía que siempre volvían a su vena de hombres de caravana, sin duda atraídos por la llamada de su legado cultural. Sandru los aceptaba sin reservas, a pesar de que los dos chicos, ya crecidos, eran una influencia a tener en cuenta para el voluble Giorgino.

Giorgino... ese era otro tema.

La verdad que los catorce casi quince años era una muy buena edad para casarse, sentar la cabeza y tener hijos. Quizás este amor temprano le había sido trasmitido por parte de padre, ya que Alder concibió al chico con una edad parecida. ¿Se repetiría la historia? Sandru tenía sus dudas. La madre de Giorgino era una campesina, y no formaba parte de la herencia cultural y el matriarcado varisio como tal. Alder no había tenido que seguir el farragoso proceso que todo pretendiente debe llevar a cabo, incluyendo permisos, regalos, dote. El propio chico aún no había recibido su Kapenia, la cual el propio Sandru guardaba celosamente a la espera de que fuera digno de ella. Pero existía una fuerte dicotomía en ese aspecto: Sandru no quería que el chico arriesgase la piel en el camino, al menos no en la manera que él joven quería, siguiendo los pasos de su padre en una vida aventurera. Pero tampoco quería engañarle, ya que necesitaría años de arduo trabajo trabajando en una caravana para poder conseguir una dote adecuada para desposarse. Decisiones, decisiones...

- Que Desna se apiade de mí, llevo muchos años en el camino y no tengo acceso a un montante así... - Reflexionó Sandru con cierta ironía. Bien cierto era que él se había casado con su caravana, donde había invertido su "dote". Pero eran jóvenes y estaba a punto de empezar una fiesta, así que el emprendedor caravanero se tragó sus impresiones y sonrió a la concurrencia, saludando a los que iban entrando en la posada con un gesto de la jarra, de la que tomaba sorbos cortos.

Cuando su mirada se cruzó con la de Ameiko, el breve intercambio cómplice con ella bastó para arrancarle una carcajada, mientras le señalaba su lugar detrás de la barra con apremio, como dejando patente que hoy tendría trabajo. La joven y emprendedora Kaijitsu sabía llevar bien su negocio, y sabía que Sandru echaría una mano de ser necesario, más aún en esta ocasión señalada. El viejo Hattori tardó algo más de lo acostumbrado en hacer acto de presencia, según pudo constatar Sandru con una sonrisa torcida. Lamentablemente no había esta vez ningún vecino de Punta Arena para las apuestas de rigor. - ¿Hasta cinco, quizás siete? - Había apuestas ante los segundos que se podía observar a Ameiko a la vista sin la presencia del viejo Hattori, cuya inefable presencia planeaba sobre ella como un halcón cuidando de sus polluelos, y normalmente Sandru sacaba algunas monedas organizando las apuestas. El día a día, vamos.

A pesar de que Sandru pasaba la mayor parte del tiempo de "parada" de la caravana en la relativamente cercana Magnimar, no se perdería el cumpleaños de Koya por nada del mundo. Al ver entrar por la puerta a la anciana devota de Desna, Sandru se acercó a recibirla, en un gesto de cariñosa deferencia.

- ¡Saludos Koya!, Parece que Desna te sonríe en este día y te revela los complots que se forman a tus espaldas. Ja, ja, ja.  - Sandru ríe con esa risa contagiosa que todo buen mercader posee. - Me alegro de que el camino te haya traído a la fecha en que tu vida empezó. Que nos permita  estar juntos cuando de otra vuelta más. - Un afectuoso abrazo funde las dos figuras, mientras Sandru susurra.

- Bienvenida a tu fiesta, compórtate y muéstrate sorprendida. - Al separarse Sandru dedica un guiño cómplice a Koya, y deja paso libre para que observe al personal reunido.

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02/04/2017, 10:58
Giorgino Vhiski.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

-Te lo agradezco Severis, se que te habrás esforzado al máximo para poder estar aquí, espero que te lo pases muy bien.

Dejó marchar a su amigo que se disponía a ayudar a la Señorita Ameiko y entonces se fijó en la puerta que volvía a abrirse, esta vez era Kelsier que volvía con unos cuantos conejos.

-Buenos días Kelsier, parece que no ha ido mal el día. Bienvenido, llegas justo a tiempo para...

Por alguna extraña razón Kelsier no había acabado de entrar y se mantenía sosteniendo la puerta. Pronto comprendió que impedía que se cerrase para dejar pasar a otra persona: su abuela.

¡¿Que hace aquí?! ¡Es demasiado pronto!

Giorgino pensó en algún plan para sacar a su abuela de allí con alguna excusa y dar tiempo al resto para terminar de prepararlo todo, pero era inútil, probablemente Koya ya se olía algo. Su tío que la conocía muy bien ni siquiera intentó negar lo evidente así que Georgino se repuso de la sorpresa y se dirigió a su abuela sonriente y con los brazos abiertos.

-¡Abuelita! ¡Es imposible prepararte una fiesta sorpresa sin que nos descubras!
-Dos besos y un abrazo largo antes de cogerla por el hombro y avanzar junto a ella hacia el medio de la sala.- ¡Hemos preparado todo esto para ti! ¡¿Te gusta abuela?! Todos hemos colaborado. Petunia se encargó de la decoración. ¿A que está todo muy bonito?

Se quedó al lado de su abuela contemplando todo el lugar y disfrutando de lo feliz que debía sentirse Koya.

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02/04/2017, 23:42
Sandru Vhiski.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Sandru se echa a un lado, dejando que Giorgino y el resto de la concurrencia puedan presentar sus respetos a la anciana adivina como merece. El recuerdo de la "yaya" como Sandru la llamaba, golpea el pensamiento del mercader como una brisa de otoño, fría, húmeda y algo triste. No era hasta hace tanto que Madame Niska Mvashti ostentaba el título de mujer más anciana de Punta Arena. Nadie sabía su edad exacta pero el hecho es que era una mujer anciana cuando se fundó Punta Arena cuarenta años atrás, lo cual habla de la longevidad de la familia Mvashti, y dice mucho sobre los años que carga a sus espaldas la propia Koya. Sandru y su hermano Alder, dos jóvenes busca líos, habían sido acogidos por las dos mujeres, tan amigas de la familia Vhiski, que se consideraban de la misma sangre.

Sacudiendo la cabeza para alejar esos pensamientos, y sorbiéndose la nariz, el mercader ahoga sus penas con un buen trago de cerveza. No era una maravilla, era la segunda vez que fermentaba su propia receta, pero siempre traía algo a Ameiko, y como ésta no podía vender ese brebaje a los clientes, pues se lo acababan bebiendo entre los dos. Pasó cerca de los hermanos Dalmuvian a los que guiñó el ojo.

- Rapaces, poned vuestros asuntos en orden, porque en un par de semanas haremos la última caravana de la temporada. Llega el invierno, pero quiero hacer un último viaje antes de que los caminos estén hechos un asco. Un cargamento de vino de temporada sería bien recibido, ¿no creéis? - El jefe de la caravana intercambia algunas chanzas y palmadas en el hombro con los dos diligentes jóvenes, tras lo cual toma la dirección hacia donde Ameiko debía estar preparando las piezas que se ha cobrado el hijo de Shalelu, el tal Kelsier.

Sandru apenas había intercambiado con él un par de palabras, y las dos por negocios, creía recordar. A pesar de que su padre le ataba en corto siempre que podía, el chico había aprendido el oficio de su madre de sus erráticas visitas. Si los elfos eran tan volubles como la luna, a Shalelu había que añadirle una noche nublada. Difícil de tratar, esquiva de encontrar, y de trato como un gato, imprevisible. A Sandru no el gustaban mucho los gatos, y los ojos de Shalelu bien le recordaban a esos aviesos animales: Ladinos, caprichosos y de dolorosa punzada en su tacto. Con un gesto de saludo deja atrás al chico semielfo, y finalmente llega hasta Ameiko.

No está sola sin embargo, ya que aparte de la cercana y vigilante escoba del viejo Hattori, un Tien más (al menos medio) se ha sumado a la vecindad de la joven. El varisio asiente satisfecho al ver al chico ayudando a Ameiko.

- Hola Serveris, gracias por la ayuda, - comenta señalando los conejos - todas las manos son pocas ahora que hemos perdido la sorpresa. - Sonríe el varisio señalando a Koya.

La mirada de Sandru se demora en Ameiko. A pesar de estar enfundada en un mandil, la joven no pierde su desparpajo y encanto natural, siendo su sonrisa capaz de desarmar a un esgrimista.

- Debería llevármela en la caravana, venderíamos como cinco veces más si ella se encargara de dar coba a los clientes. - Con la encantadora jovencita como cobertura, Sandru se veía capaz de venderle buenos modales a un goblin.

- Ameiko, ha llegado mi madre, si quieres iré sacando lo que me digas. - El ágil varisio empieza a disponer de lo que le ordenan con la familiaridad de quien sabe dónde está cada cosa en la cocina.

- Después de la fiesta quiero comentar contigo cierto negocio, voy a hacer la última caravana antes del invierno, y pensaba disponer de tus hermosas botellas para llevarlas a Magnimar, y traer una parte de ellas llenas de buen vino para que el Dragón esté abastecido en los meses de invierno, ¿crees que te interesaría? - El locuaz varisio parece dejar los detalles para más tarde, pero deja la semilla de la proposición madurando en la mente de Ameiko. Los Kaijutsu son una familia de posibles, expertos en el comercio de joyas y cristal en diversas formas, y a Sandru le gustaba contar con mercancías de calidad para las transacciones mercantiles.

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03/04/2017, 17:52
Vankor Dalmuvian.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena

Vankor se removió ligeramente inquieto sobre sus dos piernas. La declaración de Giorgino parecía haberse perdido en la nada y nadie salvo él se había pronunciado al respecto. Y debía reconocer que no lo sentía tanto por su pariente como por la pobre chica que, expectante, había quedado relegada a un segundo plano.

-Sí, jefe Sandru -dijo cuando este pasó a su lado para comentarles que en breve tendrían trabajo. Pero cualquier pregunta quedó suspendida en el aire ya que Sandru pronto desapareció para encaminarse a nuevos puertos con los que hablar. Sin duda, era aquella habilidad para hablar distendidamente la que le facilitaba el trabajo, una habilidad que despertaba la admiración de Vankor, sabedor de que él nunca podría dirigir su propia caravana. Era trabajador y esforzado pero aquello no bastaba. Había que ser de una pasta especial y él carecía de ella-. Parece que habrá un último trabajo antes de que el invierno se nos eche encima, Bevelek. Y tendremos que pensar en qué haremos durante la estación para sacar algo de dinero. Sinceramente, no creo que haya mucho trabajo salvo cuidar las gallinas de algún campesino del ataque de los zorros -comentó resignado, pensando en las largas y aburridas horas que se invertían en aquello a cambio de un poco de sopa aguada y arroz-. Ojalá encontráramos la ocasión de hacer dinero, mucho dinero, el suficiente como para comprar un negocio, tal y como hizo ella -dijo en alusión a Ameiko Kaijitsu.

Suspiró quedamente. Todas sus esperanzas de una aventura quedarían reducidas al hecho de sacar un carro de un charco de barro, cocinar y dormir a la intemperie. Y más con su hermano al lado, que pecaba de demasiado sensato las más de las veces, y aburrido en las restantes.

-Tendríamos que ir a felicitar a la vieja Koya, ¿no? Bueno, yo al menos, voy a moverme que aquí parecemos dos pasmarotes -comentó a su hermano y al ver que no callaba, se encogió de hombros, y se acercó a Serveris-. Hola -saludó a este-. ¿Qué tal todo en la granja? ¿Y tu madre? -le preguntó-. ¿Algo en lo que echar una mano? - preguntó al jefe Sandru. Hubiera querido saludar a la vieja Koya, pero ante ella sentía una timidez especial y aunque guardaba un pequeño regalo para ella entre sus ropas no se atrevía a dirigirse directamente a ella. En su presencia, se sentía como un niño pequeño y torpe, con miedo a hacer algo indebido.

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04/04/2017, 00:05
Bevelek Dalmuvian.

Vigésimo séptimo día del mes de Neth del año 4707. Finales del otoño. Posada el Dragón Oxidado. Punta Arena.

Bevelek empujó la puerta para entrar y frente a él se encontraban todos los adornos para la fiesta.

-¡Uoooo! -terminó de bostezar, lagrimeándole los ojos-. Hermano, ¿algún día me harás una fiesta así? ¿O tendré que cumplir mil años como la vieja Koya? -

-Lo dudo- le respondió a su hermano. -Aquí han intervenido muchos, tendrías que ganarte el amor de muchas personas para tener una fiesta como esta, y muchas mujeres- concluyó Bevelek al tiempo que le daba un codazo y entraba.

Bevelek escuchó con atención a su hermano mientras pensaba en lo que le decía y en otras cosas más, pero sin decirle nada, era un buen momento para recordar el pasado, y el pasado siempre dolía.

-Espero que no aceptes más apuestas con él. Acabarás matándote, hermano. Acepta que es mejor que tú. Será lo más sencillo -dijo a Bevelek, antes de echarse a reír y echar un brazo por los hombros de su hermano-. Bromeo, hermano, bromeo.

-Algún día ganaré- se limitó a decirle sonriendo. -O bien conseguiré lo suficiente para reír por muchas estaciones-.

Ante los saludos de Giorgino y otros Bevelek no hizo más que sonreír y devolver los saludos de forma muy cordial al tiempo que iba a de un lugar a otro conversando un poco con todos, sabiendo que, ya mas entrada la fiesta, habría oportunidad de charlas más extendidas, las cuales incluso, se darían por sí solas.

-¿Ha dicho que se quieren? -susurró a su hermano pese a haber oído perfectamente a su primo.

-Así parece, sin duda es un suertudo.- le respondió, -y vaya que es una belleza- le dijo codeándole de nuevo, pero ahora en susurros.

-Yo también me alegro por ti primo. Aunque la verdad espero no te demores mucho en tener hijos. A Vankor y a mí nos encantará llevarlos por la carreta y enseñarles todo sobre la vida en la naturaleza-. Le dijo a Giorgino sonriéndole con cierta picardía. Y es que la verdad, no había que desaprovechar a la chica, y la familia siempre había que hacerla crecer, mientras más eran mas fuertes eran.