Partida Rol por web

 Os encontráis en la “Taberna de Yago”, un antro con mala fama, el vino está algo avinagrado y la comida deja bastante que desear. El suelo está sucio  y por la mesa se ve corretear a una cucaracha entre unos vasos no demasiado limpios. Pero se bebe barato y las raciones son generosas, de modo que suele llenarse de estudiantes y otras gentes con pocos recursos. En esta ocasión está casi vacía, cosa de extrañar. Un par de hombres jugando a los dados en una mesa, un hombre en una esquina empinando el codo y una muchacha joven que se os acerca a la mesa para ver si la invitáis a beber un vaso de vino. Es bonita, pero cuando sonríe veis que le falta la paleta superior derecha.

Vuestro amigo, el bachiller Ramiro de Osuya os ha invitado a unos tragos. Sois el grupo habitual: Payo y Tolomeo, un par de estudiantes. Juan, un mendigo que presume de haber sido médico y que no para de maldecir a su mujer fugada. Jonah y Rui, dos tipos de aspecto peligroso que dicen ser “músicos”..

Estáis riendo y contando vuestras correrías, pero cuando la muchacha se os acerca el bachiller la despacha, esta refunfuña un poco pero cuando Ramiro pone una moneda en su mano, la moza se va tan contenta. Cuando esta se marcha, el bachiller pone un tono confidente para con vosotros. Parece que tiene algo que contaros

Amigos, necesito vuestra ayuda. Como sabéis, este año he sido nombrado ayudante del bibliotecario de la Universidad, lo que me permitiría hacer méritos para lograr el título de licenciado. Sin embargo, hace apenas un día descubrí que me faltaba un libro, un tratado sobre magia, el Libro de San Cipriano. Si la  asamblea de Doctores de la Universidad llega a enterarse podéis imaginaros mi futuro.

Lo que os pido es que hagáis un par de averiguaciones discretas, y si la suerte está de nuestro lado que encontréis el libro. ¿Qué me decís?

Cuenta conmigo Ramiro, eso sí, ¿Nos puedes decir algo más del libro? Por ejemplo ¿Por dónde empezar a preguntar o si tiene alguna ilustración que lo distinga?

Tienes 20 en leer y escribir, más o menos te apañas para leerlo. Aunque en voz alta y muy despacito.

-¡Pardiez!¿Hablamos del "Ciprianillo"?-exclama Payo intentando contener la voz-He oido hablar de ese libro y nada bueno, por cierto. ¿Lo habrán robado o simplemente estará desclasificado?¿Querrás que te ayudemos a revisar el archivo por si acaso?

¡Pero bachiller Osuna! le dió un golpe en el hombro, ¿cómo es po-si-ble, en toda esta redonda o plana tierra, que a tí de todos los bachilleres y bibliotecarios del mundo, se te escapara un libro?  ¿Que?, ¿Se fue volando por la ventana?  Tolomeo hizo el gesto con las manos de un ave aleteando alejándose de la cabeza de Ramiro. Flá, fla, fla. Perdió un poco el equilibrio al irse las manos rumbo a la ventana pero lo recuperó rápido.  El estudiante granadino ya estaba ya un poco servido, y hablaba con esa voz que se le hace cuando toma de más, un poco más aguda y estridente y olvidando un poco de su castellano.  Nada que ver con la que tiene cuando canta.

¿Averiguaciones con quién?  ¿Con uno de esos de tus novios que te van a visitar a esas altas horas de la noche dizzzque a estudiar?  Otra vez Tolomeo con sus indiscretas insinuaciones pero no por ello menos pizca de verdades.

Pss, ¿ y lo estabas leyendo?  

Yo -levantó un dedo solemnente con la mirada ligeramente perdida- me apunto como ayudante de tus averiguaciones, como haría el propio fraile Bacon de Britannia, es decir, con toda mi racionalidad siendo guiada por Dios nuestroseñor.  Se sentó de un sopetón.

Rui engola la voz.

-Digo yo que ese libro fugado es como el diente que falta a la moza, que aunque sonría y nos dé cuenta de ello, con buena moneda se larga. ¿Será de tanto morderlas, que la desconfianza le ha desgastado el diente? Por vida de y voto a tal, igualito que lo del libro. Para mí que será que le dan mucho uso, por eso falta. ¿Se usa mucho la magia en estos sitios? Miedo me daría, qué digo miedo, pavor, y no me avergüenzo, que con los cuernos del diablo no se juega, coño.

Una vez calmado el fervor con un trago ansioso, recapacitó.

-Pero vamos, que si hay que tirar de ingenio, aquí hay gente de buen seso, y si es cosa de virtud, también hay de lo mismo.

Un libro... San Mengano, o san Cascano... -pensé-, joder, pues será importante. Aquí algunos parecen conocerlo -me dije para mis adentros-.

Miraba con atención a nuestro colega el bachiller, un tipo delgaducho y eso sí, muy responsable. Bueno, hasta ahora. No tenía nada mejor que hacer nuestro querido fulano que tirarse flores diciendo que había sido elegido biblurecatio, o como coñe se diga, y ahora venía pidiendo el muy bribón ayuda a todos nos. Resoplé entonces, y di un severo manotazo a la mesa que quedó alguna que otra boca muy callada. Cuando levanté la mano, añadiendo un pequeño "lo siento", dejé ver cómo había sucumbido esa cucaracha bajo mi palma.

Ejem, bueno, sí... vale. Ya veo que no sólo te conformas con una buena voz, un buen instrumento o algunas de nuestras historias Ramiro. ¡Pardiez, que te ayudaremos! No te preocupes, que te haremos pagar buenos y muchos vinos para nuestro paladar cuando te recuperemos ese librejo... Como dice el médico -miré al mendigo Juan Francisco-, ¿por dónde podríamos empezar a ojear?

Pegué un buen sorbo a mi vaso.

La muchacha se acercó a la mesa de los jugadores, pero ellos la despacharon de mala manera y siguieron jugando. Luego se acercó al borracho.

- ¡Largo de aquí, vete a una mancebía! ¡Vas a hacer que me cierren el local, so fulana!- dijo Yago, el tabernero, enfadado. La moza hizo oídos sordos y se volvió con cara seductora hacia el borracho. Este intentó sobarla y la moza hacía que no se dejaba, pero alguna miaja le daba al pobre infeliz. Finalmente, después de susurrarle algo al oído se marcharon ambos cogiditos de la mano.

El bachiller sonrió emocionado -Gracias amigos, gracias, sabía que podía contar con vosotros.

Sobre el libro y dónde encontrarlo... En el archivo no creo que esté- responde a Payo

Se calla un momento mientras Tolomeo le hace burla y pone una mueca de asco cuando habla de “novios”- Tolomeo, amigo, deja ya de beber que estás diciendo sandeces. De sobra es conocida mi fama entre las mujeres salmantinas- calla un momento y añade con sorna -cosa que no se puede decir de ti, que todavía no te he visto con mujer alguna.

Tras la broma su voz recupera el tono serio y os explica- El libro tiene que haber desaparecido durante el traslado de los libros estropeados al taller de encuadernación. Los libros me los devolvieron ayer, faltando el Ciprianillo- dice mirando a Payo y haciendo propia la manera como este se ha referido al libro. -Cotejando la lista descubrí que faltaba uno. Solo se me ocurren dos personas que puedan tenerlo: Cándido, el artesano que arregló los libros, o Martín, el bedel que los trasportó. Ambos trabajan en la universidad.

-Como comprenderéis, no puedo acompañaros, que todo se sabe entre esos muros y pronto se descubriría que ando buscando un libro que me encomendaron y he perdido, yéndose al traste mi carrera. De modo que serían vuesas mercedes los encargados de deshacer este entuerto, sin ánimo de ofender -aclara mirando a Rui y su ojo malo. Volviéndose hacia Jonah, prosigue, con una sonrisa: -Si lo hacéis contad con los mejores vinos y las mejores mujeres de toda Salamanca,hasta que agote el último maravedí que les he sacado a los nuevos de la Patente, palabra de bachiller. -levanta el vaso en un brindis y apura la copa.

Después de beber, responde a Juan- En la cubierta del libro aparece la efigie de San Cipriano rodeado de demonios. Si no fuera por eso, nada tendría que lo distinguiera de otros volúmenes. No puedo decirte más, no llegué a abrirlo.

Payo apuró su vaso de vino agrio

-Vive Dios que puedes contar conmigo, mi querido amigo. Además siendo la pista tan clara, no debe ser tan difícil seguirle el rastro. Comenzaría por inquirir a Martin sobre el destino del libro. Parece una persona más accesible que el artesano y así seguimos la pista del libro desde el principio. 

Golpeó con el vaso en la mesa, como pidiendo un relleno mirando al tabernero mientras señalaba a su compañero indicando quién se debía de hacer cargo del mismo.
 

-¡Voto a...! Pues sí que parece cosa hecha, el encargo. Apretar unas clavijas -Rui giró a propósito una vuelta de más la de su laúd y rasgó las cuerdas, juguetón- hasta que uno cante. El único cuidado que veo yo es interrogar a la vez a los dos fulanos, o que mientras hablamos con uno el otro no lo sepa, no sea que cuestionemos al fulano equivocado y el otro tome las de Villadiego. ¿Cómo se ve esto que digo?

Rui se sonó con fuerza la nariz.

-Apunto yo que mejor es preguntar al tiempo, o si no, ir primero a por el de las carretas, que son mendas éstos carreteros que se enteran de muchas cosas por muchas bocas, y estará más prevenido. O qué sé yo, esperar cerca del taller a que todos los huevos entren ellos solos al cesto.

Tolomeo miró de reojo a la muchacha, sospechoso de tanta insistencia.  Oigan, ¿no nos estará espiando esa?  Habló en voz baja. Se que bebido veo moros con tranchete, pero juraría que tenía demasiado interés en esta mesa.  Y como el libraco aquel trata de demonios, no vaya a ser una dellas que aquí nos hace ronda.

Demasiado creía el estudiante de razones en aquellas sinrazones de iglesia, mezquita y sinagoga.

Alabado sea el Señor, al fin un trabajo, parece que mi suerte va a cambiar. Encontrar un libro de magia ¿quién lo diría? será peligrosa la búsqueda o el libro en sí, bueno no creo que sea peor que estar sin comer ni beber... Por cierto, que aquí se puede beber e invita el bachiller con tanto libro y hablar de trabajo me estaba despistando. 

Juan se bebe de un trago lo que queda de vino en su vaso e imita a Payo golpeando el vaso en la mesa Eso tabernero rellena por aquí. Sonrie y luego cambia el tono Bachiller los libros te los devolvieron ayer pero ¿Cuando se lo llevaron para arreglarlo? Más que nada porque cuanto más tiempo haya estado fuera más difícil puede ser que le encontremos la pista y no sabemos, o al menos eso creo corrígeme si me equivoco, si se perdió al ir, al venir o estando allí. Por otro lado, imagino que se lo llevó, a Cándido, Martín el mismo que los trajo ¿no?

Al tiempo preguntar sería muy de cuidado, et cosa buena es esa -respondí a mis compadres de juerga y chanzas-. Claro que se me hacen dos dudas a la cabeza. La primera es la importancia del libro, et porqué desapareció... ¿Acaso Martín no sabría leer para saber qué libros habría que transportar o sólo miraba cada libro estropeado? Quizá Cándido era de los que "libro que le traían, libro que arreglaba"... y Santísimas Pascuas... Pero es debatir sin uso alguno... La otra cosa que se me ocurre es... Imagínense que uno d'aquellos dos lo robara... Si fuera Cándido el hideputa ladrón que bien competencia háceme, Martín, al devolver los libros, habríase quizá dado cuenta de que faltaba "el ejemplar que tenía demonios en la portada", pues un libro así no se olvida -me rasqué el cogote...-, et si fuera Martín el malnacido, pudo robarlo antes o después del arreglo, pues Cándido no tendría manera de saberlo. Mi voto, muy señores míos, es para el que los llevara a la mesa de prácticas y costuras...

Luego miré Tolomeo, dudando de lo que había dicho.

¿Aquesa fulana? -pensé-, no sé, pero ya ha ligado al primer "bribero" de la noche...

Bachiller, y ¿ llevan cuenta de los libros, al mandarse, al entregarse?