Partida Rol por web

Mis ojos se entrecerraron malignamente al ver que Rayas estaba durmiendo en aquel chisme-sofa. Con él había un cachorro, y mis compañeros parecían reblandecerse por ello. !Pero yo no! Había amamantado a cuatro de ellos. Después de eso, no hay lástimas que valgan. Eran unos maulditos que me habían dejado todas las mamas echas trizas. !Mis mámas!

- !Rayas, prepárate para sentir! !Traidor! - así toda indignada. Acto seguido incliné mis patitas traseras, y eché una cagadita sobre aquello que mi humano doméstico llamaba "alfombra". Vamos, aquel suelo peludo, tan calentito. 

Aquí ya no había tiempo para hablar ni para sutilezas. 

Rayas despertó, ciertamente desubicado. A pesar de estar rodeado de gaticos que querían venganza... O algo así... Al menos Ginebra parecía enfadada, pero ella siempre lo parecía. El caso que a pesar de estar rodeado de enemigos, Rayas se tomó su tiempo para estirarse y bostezar, cosa que dio algo de sueño a los presentes. 

-MweeeeeAAAAAAUUUUUz- bostezaba y se estiraba, y se estiraba de nuevo. -¿Qué hacéis aquí? ¡Por los bigotes de Sekhmet!- abrió los ojos ante tal tropel de gaticos. - ¿Qué problemas? ¿De aquí habláis? ¿No vino Lúculo?

El gatico pequeño abrió un ojo, vio a todos los gaticos y como maullaban algo que no le parecía interesar, puesto que volvió a cerrar sus ojos y dormirse.

Poco parecía importarle aquella reunión, o que el resto tratara de apartarle de Rayas o que quisieran que jugara con Guts. Guts no tenía las zarpas para fiestas, había salido magullado del golpe de escoba, aunque Supergato le atrapara al vuelo.

Maldito vio desde las escaleras el momento en el que Rayas empezó a despertar y como éste se dio cuenta de golpe que algo no marchaba bien, ya que despertarse rodeado de gaticos con malas pulgas por culpa de la mujer con escoba no le había sido de ayuda a Rayas.

Empezó a hablar y preguntar cosas sin sentido, al menos por el momento. ¿Y quién era ese o esa Sekhmet?, pero lo que no entendía era que tenía que ver en todo esto Lúculo.

- Ffffffffuuuuuuuuuuuuuuu - bufó Maldito al ver que había gato encerrado - ¿Que tiene que ver ... MweeeeAAAAAUUUUz ... Lúculo contigo? - Maldito al final calló ante el hechizo del bostezo.

 - Empieza a hablar y responder a las preguntas que te hagamos, ya que no está el horno para ratones. Sin contar que estás en desventaja gatuna. -

Dio un rápido vistazo hacia arriba y levantando las orejas para ver si la loca de la escoba bajaba de nuevo por las escaleras. Pero ni vio ni oyó nada.

El nuevo gato parecía despertar las iras del conjunto de gatos que iban con Supergato. El héroe felino no sabía por qué. Mencionaban a Lúculo, que era ese gato vago que se había quedado fuera y ni había entrado en la casa. ¿Por qué lo habría hecho?

Tratando de desviar la tensión, Supergato se acercó al gatito y le dio un par de caricias.

—¡Qué gatico más mono! ¿Es tu hijo? ¿Quién eres tú?

La vida estaba llena de preguntas para Supergato, no entendía por qué sus compis estaban enfadados con el nuevo gato. Como si fuera un traidor a la gatunidad o algo... ¿Por qué no soltaban los problemas que tenían y los solucionaban como gatos adultos en vez de montar una pelea de gatitos?

Zapa que había llegado primero a donde estaba Rayas intentaba despertarlo... iba a ponerle las cosas claras a aquel traidor... sin embargo el tal rayas resultó ser un vago redomado.... ni empujándole con la pata conseguía despertarlo...

En ese momento empezaron a llegar el resto de compañeros de misión.... muchos enfadados y alterados por el encontronazo con la escobera... pero resultó curioso que algunos de los presentes enfocaran sus iras hacia él mismo... ¿Qué humanios está pasando aquí?...  ¿hemos venido a buscar a este tío o a pegarnos? ¿el plan no se supone que es interrogarlo y luego aplicar las acciones oportunas?

Y tú Maldito, en lugar de ponerte siempre como un energúmeno, harías bien en relajarte y ceñirte a las instrucciones que te han dado.... una de las cosas que molestaban a Zapa eran los buscabroncas... eran un peligro en las misiones pues acostumbraban a pasarse de la raya y montar espectáculos innecesarios.

Con un ojo veo, como el tal rayas por fin a despertado de su sueño.... Whiskas! Como se parece este tipo a mi.... ¿seremos familia?.....Me dirijo al resto..... Bien, si ninguno de los presentes desea volver a interrumpir, procederé a interrogar a este elemento....

Como iba diciendo.... Señor Rayas, tiene usted un problema muy serio, a llegado a oídos del comandante Bigotitos que usted ha abrazado la vida humana y se ha dejado llevar por ella.... se le acusa a usted de "falderismo" y "ronroneo innecesario", espero que pueda explicar estas acusaciones pues son muy serias, y de confirmarse tales traiciones todos estos gatos están obligados a aplicarle a usted el castigo oportuno. Yo por mi parte no soy amigo de la violencia innecesaria, le sugiero que lo piense y recapacite. Por cierto no se preocupe por la bola esa de pelo, por el momento no se le acusa de nada y será cuidada y lamida....

Los gaticos llegaron donde estaba Rayas, estaba acompañado de un gatito. Unos fueron a por el traidor y otros a por el posible nuevo miembro de su familia. Los gaticos negros hicieron bien en querer separar al cachorro de Rayas, Zoe le invitó a jugar con su hijo - Me parece una buena idea sardinita, así tiene nuevos amigos -.

Tanto el gatico faldero como su acompañante se despertaron ante tal barullo. Al ver que el cachorro no parecía reaccionar ante tal proposición, Marfelina pensó en otra idea para llamar su atención - ¿Qué te parece si arañamos alguna manta de las Miaunster Hih? ¿O la tela del suelo? - dijo refiriéndose a la alfombra.

Ophelia sigue a sus dos compañeros por el pasillo hasta encontrarse con Rayas y su esbirro en forma de cachorro esponjoso. La gata callejera no era particularmente buena con los más pequeños, y su paciencia e instinto maternal eran casi nulos, pero no se podía decir que no hiciera el esfuerzo cuando era necesario. Y aunque hubiese preferido ir a darle una paliza a Rayas como hacía con los gatos de poca monta que ella misma extorsionaba para conseguir atún, Felicia y Azrael habían preferido acercarse al montón de pelos, y ella se había propuesto mantenerse a su lado. 

Pero a pesar de los intentos de la gatita moteada y la negra, e incluso del insufrible gato gris, el montón de pelos volvió a cerrar los ojos y de vuelta a dormir. Vaya gato de pacotilla. Si ni siquiera defendía su territorio. A pesar de eso, la hembra de la pareja melosa, madre del cachorro del equipo, siguió intentándolo. Pero Ophelia era más práctica, y no tenía tiempo para convencer a crías mal educadas, así que sin preguntarle nada más, lo mordió del cuello para levantarlo y lo llevó a una pieza contigua, esperando que el resto la siguiera. 

  Aquella reunión felina no parecía ir a ninguna parte. Estaban reunidos todos quince, desorganizados, y, sólo conseguían llenarlo todo de pelo y suaves maullidos. Maldito fue de los pocos en buscarse también algo útil; vigilancia por si aparecía la humana.

  No obstante, Felicia tampoco tenía tiempo o atención prestada para lamentarse. Ella y Azrael intentaban camelarse el pequeño siamés para alejarlo de lo que posiblemente pudiera terminar siendo una escena demasiado grotesca para un gatito de sus meses, cuando Zoe decidió intervenir e interferir con sus propios planes. Pero ni a eso, ni a Marfelina se prestó el cachorrito quién los ignoró por completo durmiéndose de nuevo.

  La gatita ladrona ladeó la cabeza con los ojos abiertos. Incrédula, antes de suspirar y girarse por donde había venido, con un andar toda digna tan propia de gaticos. Había perdido su interés por completo, y pronto no fue solo Rayas el único en bostezar y acomodarse sobre sus patas delanteras. Solo cuando Ophelia, la gata del norte y su antigua socia, decidió tomar cartas en el asunto y arrastrar al pequeño por el cuello, decidió levantarse y seguirla hacia otra habitación. Ya eran gatos suficientes para someter a juicio al traidor y ponerle su pijama a rayas sobre Rayas. 

-Lúculo es mi camarada, como el vuestro- miró extrañado a Maldito por esas preguntas, no entendía nada. -No sé qué maulláis, yo no he hecho nada de eso. Mentís. ¿Quién os manda? ¿Y dónde habéis metido a Lúculo?- insitió en saber del gatico naranja con urgencia.

¿Y si Lúculo no les había contado todo?

Aunque tuvo que saltar cuando Ophelia se llevaba al gatico dormilón. -¡No, no, no! No lo toques... Es mejor si...- comenzó a explicarse, o algo, pero despertaron al gatico pequeño, que empezó a removerse.

La bola de pelo cambió, cuando abrió los ojos se vio que algo no andaba bien con él. Estiró una zarpa y le echó las uñas a Ophelia en sus bigotes para que le soltara. Parece que el gatico suave no quería jugar con el cachorro de Marfelina, ni irse con ellos.

-¡FFFFFFFFFFFFFFFFFF!- empezó a bufar y a removerse, con el lomo arqueado por miedo y por enfado. Trató de echar las uñas a todo gatico que vio y además se movía muy deprisa.

El gatico pequeño parecía un gatico ninja con muy mala leche, intentando echar las zarpas a todo gatico presente. Al mismo tiempo desde fuera se veían unas luces rojas brillar... ¡LOS BOMBEROS!

Ignoré el resto de discrepancias hacia Rayas, porque estaba plantando un pino de Reina en aquella alfombra. Lastima que la caca no saliera líquida, cuando eso pasa siempre es más divertido. 

No obstante, si estuve atenta a las palabras de Rayas, cuando intervino.

- ¿!Qué maullas Rayas!? ¿!Quieres quitarte la sardina de encima!? !Ven con nosotros, da la cara ante el Coronel, y demuestra tu inocencia! - maulle en alto, total...

Abrí un poco los ojos ante dos cosas: el humor del gatico pequeñico y luego los por los BOMBEROS. 

- !Ven ya, y deja atrás a este gatico del demonio Rayas! !Ven ahora o volveremos y será mucho peor!

No había tiempo. Lo único que yo tenia la certeza de que si me cazaban, tenia el chip ese que me devolvería a casa otra vez. 

¡Miaudre del amor hermoso! ¿Pero qué clase de fiera encogida era aquella? En todos los años de su vida (que tampoco es que fueran muchos) jamás había visto tal demostración de furia y saña visigatuna. Mucho menos por parte de un gatito que apenas abultaba. Y luego para terminar de empeorar las cosas unas brillantes luces rojas se colaban por los cristales de las ventanas.

 -¡Marramiau! ¡Yo voto por coger a Rayas y llevárselo al coronel antes de que los humanos nos atrapen!

Porque todo gato que se preciara sabía que las luces rojas siempre eran algo malo para los gatos. Y como mínimo, después de ver cómo se había puesto aquella humana en la cocina, seguro que les venían a buscar cazadores expertos para llevarlos a una cárcel llena de perros policía de esos que a los cachorros humanos que vivían en su casa les gustaban tanto.

¡Ya maullaste! ¡Largoo! -gritó la gata mientras se acercaba a Rayas.

Mitones ya se precipitaba emocionada sobre Rayas mientras las luces aparecían y se apagaban hipnóticamente. La verdad era que nunca las había visto tan de cerca pero parecía que todos sus compañeros estaban muy emocionados por salir de allí y ella no sería la que desentonara en la fiesta. Sin embargo a medio camino de agarrar a Rayas como si se tratase de un cachorro la gata blanca dudo; y mirando a Azrael dijo:

¿Pe...pero y el minino?

Los bomberos!!

Dice Zoe verdaderamente preocupado, su cola de bufa y su espalda se eriza.

Creo que lo mejor es tomar a la humana con sabor a pollo de rehen gatuno, así gatas, prisionero y gatitos podrán salir por detras sin problemas, me os parece?

Mira a todos con determinación gatuna en su mirada.

Todos estaban acusando al gato que estaba con el gatito, a Rayas, de todo tipo de cosas extrañas, supergato se acercó al gatito y volvió a intentar lamerlo y tranquilizarlo. —Venga, todos... larguémonos. No tiene sentido agarrar a la mujer esa, tiene una escoba y podría dañar a los que no sois invulnerables como yo. Escapemos por una ventana.

Supergato no quería ver a los bomberos, le daba vergüenza ya que una vez ayudó a bajar a uno de una escalera.

Era una historia heroica...  Supergato se había subido a un árbol a molestar a los pájaros y se dio cuenta que un bombero había subido a sin duda a lo mismo. Pero Supergato, conociendo que los humanos no hacían nada bien y seguro que bajaba mal, decidió ayudarle, así pues voló hacia él con tan buena suerte que impactó en su pecho y bajaron por la vía rápida, con un montón de gritos de alegría del humano, aunque parecía que no movía bien una de las patas. 

No podría soportar todos los besos y abrazos que le darían los humanos esos. Si hasta había espiado su guarida/cueva llena de coches rojos y tenían una foto suya entre un círculo con rayas pintadas... y una cifra de 1000 dólares o algo así. Sin duda querían darle una recompensa.

Se dispuso a convencer al gatito, pero si hacía falta, lo llevaría del pelo de la nuca. Era por el bien de la bolita de pelo. Tenían que escapar de los bomberos. 

  Varias cosas pasaron en un mismo tiempo. Sería difícil relatar cómo reaccionó Felicia ante todas ellas, qué movió su actitud y como la impulsaron sus emociones sin ver desde un poquito más adentro.

 _Asco: —¡Qué asco de gatos! Así no llegaremos a ninguna parte. ¿Vale? Ains… O sea, mejor seguimos a esa gata del Norte que siempre tiene las ideas claras. O sea… ¿No os parece?

  _Alegría: —Hu, hu, hu. Ophelia es mi grrrrrrrrrraaaan amiga. ¡Síiii! ¡Sigámosla! Seguro que nos lleva a algún sitio divertido.

  Aquella antigua compañera había decidido tomar cartas en el asunto y llevarse por el cuello a aquélla cría consentida que no paraba de removerse como pulgas en una caja de arena, y eso que normalmente cuando un gato mayor que ellos los levantaba por el cuello todo minino se portaba de lo más dócil, pues era la forma de protegerlos en sus años más mozos.

  _Miedo: —¿Huh? Y a ese… ¿qué le pasa? ¿Qué hace? ¿No ve que se hará daño? ¡¡¡AAAAArrrgghhhh!!! Está poseído por el demooooonio. Para, paradlo, ¡haced que pare! Hará daño a Ophelia, o nos hará daño. ¡Va a hacer daño a Opheeeeelia!

  Aquél “cachorro” de siamés prácticamente a un mismo tiempo había empezado a agitarse dejando la advertencia de Rayas al aire. La gata ladrona no necesitaba oír como terminaba la frase para imaginar qué maullidos habría usado.

  _Ira: —¿A qué os apostáis que el muy cretino iba a decir “No lo toques... Es mejor si sigue durmiendo”? ¿Pero será posible? Ese [censurado][censurado]hijo de un ratón ¡parece más [censurado] que una gata en celo! Ya le daría yo una buena dosis de [censurado], [censurado], [censurado] para enseñarlo y escarmentarlo. ¡Eh, eh! ¡Quieto con esas zarpas o te las haré comer! ¿Nos oyes?¡Oh, oh! ¡Por mis nueve vidas será[censurado]! Ese pequeño [censurado] ha lastimado a Ophelia. ¡¡Será [censurado], [censurado] de la [censurado] que [censurado]a [censurado]!! ¡Enseñémosle quién manda aquí! ¡Zarpas fuera!¡¡Mostrad los colmilloss!! ¡Erizad el pelo! Cola levantada… ¡Cola le-van-ta-da!

  Ante aquella actitud, Felicia se puso a bufar como jamás lo había hecho. –¡¡¡FFFFFFFFFFFFFFffff!!!- Incluso una dama de castillo como ella parecía feroz.

  _Asco: —¡Agh! Ese pequeñajo va a dejar la reputación de los siameses a la altura de un felpudo. It’s not cool!

  _Tristeza: —Yo preferiría volver a casaaaa.

  _Ira: —Nada de irnos a casa, aquí tenemos mucho por hacer. Enseñadle las zarpas, ¡¡enseñadle las zarpas!! Dejadme a mí. ¡¡¡YAAAAAAAAAAAAAARRRRGGGGHH!!!

  La gata moteada sacudía sus zarpas al aire delante del gatito a modo de amenaza. Quizás sería esa su primera pelea y es que Felicia era generalmente una gatita muy pacifica, pero aquellos que apreciaba y le rodeaban eran intocables.

  Pero entonces, algo más inesperado ocurrió. Como ya hemos contado, no sabía lo que eran los Bomberos pero sí veía aquellas luces rojas que lo iluminaban todo intermitentemente.

  _Miedo: —¡¡¡AAAAAAAAaaaaAAAaaAAAAaarrrrGGGGghhhh!!! ¿Y eso qué es? Ahora todo es rojo, ahora no, AHORA SÍ, ahora no, AHORA SÍ, ahora n… ¡¡¡Huyamoooos!!! Sálveeeeeenseeeee quién pueda.

  —¡¡Meeeeeeeeuuwwwwwwwww!! No seáis tontos. ¡Huid! ¡HUID! ¡Mientras podáis!- maulló la ladrona perdiendo inesperadamente aquella valentía que solía caracterizarla. Los ánimos caldeados de sus compañeros no ayudaron a calmarla mientras saltaba por los muebles sobre el sofá y sin rumbo alguno, más de uno parecía alterado o aterrado de lo que podían suponer aquellas luces, quizás algunos incluso lo sabían, pero Felicia no estaba para sopesar la situación o preguntar.

  _Ira: —A la [censurado] con la misión. A la [censurado]  con [censurado]  y su [censurado]  [censurado]  que [censurado] el atún su [censurado] madre. Aquí os [censurado] [censurado].

  _Asco: —Vale, vale… huyamos. Pero a la cocina no. O sea… no me seáis vulgares que huele a esa agua amarilla de humanos que tanto apesta a pis.

  _Alegría: —¡¡Piiiiissssss!! ¡Yo quiero oler pis!

  _Tristeza: —Yo preferiría volver a casaaaa.

  _Miedo: —¡¡Huyaaaaaaaaaamoooooossss de la luz roooooooojaaaaaaaaaaa!!

  De pronto, el miedo tomó control en el cuerpo de la gatita y salió corriendo con pavor de la habitación, posiblemente huyendo sin conocer la dirección quién sabe si de vuelta al sótano y buscando la ventana por la que habían entrado.