Partida Rol por web

¡Tierra a la vista!

Al amanecer del día siguiente, el vigía despertó a los pocos que aún quedaban en sus camarotes, y sorprendió a los que ya estaban en cubierta o subidos sobre las cuerdas de los palos con una gran noticia. En los excitados ojos de los piratas apareció el contorno de una isla de pequeño tamaño, una más del rosario de islotes y arrecifes que pueblan los mares cercanos a tierra firme caribeña. Según las pocas explicaciones que os dio LaFleur despues de la arenga en cubierta acerca de la vegetación y el color de las playas, todo el mundo se percató que esa era la isla del "Portugués", el lugar donde el viejo pirata naufragó y escondió su tesoro.

Cuando escuchó a los vigías, Lucía buscó a Thorge, Maraña y Acuña. Puede que ahora los demás marineros los consideraran lo mismo que al resto, pero ellos seguían siendo los primeros que había conocido en el barco, y los primeros a los que daría el nombre de amigos.

-Supongo que el capitán va a formar un grupo para desembarcar en cuanto estemos lo suficientemente cerca. Si piden voluntarios, ¿vais a presentaros?

-Si este tio es tan codicioso como creo, la mitad de los que bajen, no regresaran, mas hemos combatido bien y quizas nos tenga en algo mas estima que a otros.

-y no creo que pida voluntarios, escogera a los que crea mas convenientes para sus planes.

digo a mis amigos, mientras espero a ver que pasa.

-¡Voto a Cristo que si en esa isla hay un tesoro, ahí estaré para verlo de cerca!-rumia Ricardo mientras se mesa el mostacho mirando hacia la isla.

Mientras todos murmuraban y se sorprendían por la noticia, el Capitán LaFleur habló nuevamente a su tripulación:

Había pensado ir yo mismo a por el tesoro de Bartholomeu... ¡pero esta maldita herida en la pierna me lo impide! -dije señalándome la pierna herida de astilla. Así que en mi lugar irá Chandock, junto con once de vosotros, mis diablos del mar. Desembarcarán con la chalupa y remontarán el río que cruza la isla por su interior, siguiendo las indicaciones del mapa que ahora os daré. El resto costearemos la isla hacia el sur. Según me dijo el portugués allí hay una pequeña cala, donde fondearemos el barco, y quizá podamos recoger algo de fruta fresca para el viaje de vuelta.

Sin pensarlo dos veces, y movido por una señal del capitán con la cabeza, dispuse a los hombres que creí oportuno para llevar la chalupa de exploración.

¡A ver, perracos! Atended: Marcus, Stephen, Lucía, James, Acuña, Émile, desatad el bote.

Acto seguido, me froté el bigote con la mano, viendo como aquellos marineros desataban la chalupa de las amarras de cubierta, intentando elegir al resto de ese grupo fuerte con decisión que debía ser el primer conocedor del tesoro:

Frank, Baronetti, Maraña, el doctor Thorge y Van Basten, iréis también.

lo sabia, ellos escogerian quien iria, el capitan era listo, su barco era la unica forma de salir de alli, si el tesoro estaba alli, llegaria al barco, y a sus manos, si el iba, quien podia decir que ocurriria ante tanto dinero, podia pasar un monton de cosas entre 12 hombres y un monton de dinero, hmmm veamos como va la cosa...

¿Mala suerte o buena suerte? Por un lado, Lucía sentía curiosidad por lo que se podían encontrar en la isla. Por otro, desde la batalla, ninguno de los planes del capitán lo veía sin recelar de lo que implicaría.

Fuese como fuese, ya la habían escogido, así que sólo le quedaba hacer su parte con los demás. Miró a laFleur mientras ayudaba con las amarras, observando su expresión. En todo caso, aquel hombre y sus negros no iban a ir con ellos. Nada de brujería en el paseo que se iban a dar.

Los piratas elegidos comenzaron a armase hasta los dientes (poseéis todas vuestras armas), e incluso dos de ellos, movidos por las órdenes del propio capitán, instalaron un falconete en la proa de la chalupa. La verdad es que era extraño que en la pequeña embarcación llevasen dicho cañón, e incluso uno de los que lo instalaba se preguntó porqué lo hacían. El otro simplemente contestó encogiéndose de hombros "No sé...estas costas están infestadas de indios... y casi todos son canívales..."

Una vez llegados a la isla, se acercaba el momento de marchar. LaFleur se acercó cojeando hasta su contramaestre, lo agarró bruscamente por la pechera de la camisa:

¡No se te ocurra volver sin el tesoro... ni vivo ni muerto! A continuación le entregará, a la vista de todos, un pergamino, arrugado y doblado varias veces...

¿Sería el mapa del tesoro?

De esta forma, los rayos solares de la tarde contemplaron cómo la chalupa de los elegidos capitaneados por Chandock se separaba de Le Sauvage y se introducía a fuerza de remos en la desembocadura de un riachuelo, tranquilo y no demasiado caudaloso, a través de la desembocadura al mar. En la popa, Chandock manejaba el timón, marcando el ritmo de los diez remeros. Un par de piratas, en la proa, se mantenían alerta, dispuestos a dar la voz de alarma (y usar el falconete si fuera necesario) en caso que aparezcan indios.

Algunos de los marineros de la chalupa se fijaban en el paisaje, el rio o la vegetación: el agua del riachuelo, de corriente tan débil que no era demasiado fácil remar en su contra, isla adentro, cuya superficie aceitosa se alteraba con el movimiento rítmico de los remos, formando, a los ojos de aquellos que se fijen en ella, dibujos muy extraños...: manos engarfiadas, rostros retorcidos, formas imposibles y amenazadoras, cirios encendidos y llameantes antorchas aterradoras... La vegetación, densa y asfixiante, se adentraba poco a poco sobre la embarcación, invadiéndola, y parecía cada vez más opresiva, juntando cada vez más las arillas del riachuelo y aprisionando el casco, y su tono verde parecía recordar al color podrido del paso del tiempo. A ambos lados, las torres nudosas de los árboles que parecían encapuchados se mantenían agazapados para atacar que cualquier cosa que atormentara su descanso. A todo esto se unió una lluvia fina y caliente que empezó a caer a los pocos minutos de la remontada del río, acompañada de omnipresentes ruidos de la selva tropical: chillidos, aullidos, gritos... de animales e insectos, por supuesto.

 Estaba observando el paisaje. No podía creer que encontrasemos esa isla.

Parece tranquila, pero nada en estos lugares es lo suficientemente tranquilo como para ir sin seguridad.

Seguidamente dijeron mi nombre para ir a buscar el tesoro. Me quedé pensando un segundo y parecía lo más coherente. El médico a curar a los futuros heridos.

Respiré hondo y trague saliva para soportar lo que avecina el futuro.

Segundos después, nos montamos en una barca para ir a investigar la zona. Estuvimos remontando el río. Me estaba fijando mucho mas que nadie en la vegetación. No podía ser otra cosa.

En el falconete hay dos piratas vigía. El resto está en remos, menos Chandock.

No son plantas venenosas, es vegetación frondosa de isla caribeña: Palmeras que alcanzan hasta 20 m de altura, de fuste recto, copa cilíndrica, corteza oscura, profundamente fisurada; las hojas elípticas, de 5-8 cm de largo y de 3-5 cm de ancho; arbustos caducifolios que alcanzan los 12 dm de altura con crecimiento medio; helechos de 8-15 mm. de diámetro (raramente de 30 mm), densamente cubierto de escamas pardo-doradas, las cuales crece en pantanos, a lo largo de corrientes, bahías, praderas encharcadas, depresiones, prefiriendo suelos ácidos, arenosos; arbustos Es un arbusto de gran tamaño que puede alcanzar el tamaño de un pequeño árbol de 4 a 15 m de altura, con una corteza gris, aromático, con numerosas ramas con hojas. Son aromáticos y evoca el olor de la grosella negra.

Para saber si son medicinales habría que examinarlas atentamente, pero cualquier de ellas podría ser mezclada, triturada y colocada sobre una herida de espada, corte o bala, para atenuar el dolor o calmar la ansiedad.

-Mierda de selva-pensó Lucía, usando un vocabulario que jamás se le ocurriría usar cuando otra gente pudiese oírla. En las últimas semanas, los modales de los marineros se le habían pegado un poco, pero no tanto para comportarse como una desvergonzada cualquiera.-Espero no salir de aquí sin un doblón y con tifus. Porque oro no sé si habrá, pero mosquitos y bestias, por todas partes.

Miró el agua, mordiéndose el labio ante las imágenes que en el agua parecían formarse. Sólo era su imaginación la que las hacía adoptar formas extrañas y tétricas. No había nada más. No había nada mas, ¿verdad?

-Si mi abuela estuviera aquí, diría que parece que haya alguna ánima sin descanso. Claro que la buena señora nunca se metería en un barco con un montón de piratas y un capitán que parece salido del mismo infierno. Se ve que era más lista que yo.

Estoy atento por lo que pueda suceder, con mis armas preparadas y la primera la de fuego, mientras avanzamos poco a poco y en silencio por el rio.

Al cabo de poco más de media hora de travesía el grupo comenzó a oir algunos cañonazos, apagados por la distancia... Solamente pueden pertenecer a Le Sauvage. Uno de los piratas que remaba se atrevió a hablar, interrumpiendo la concentración del grupo. Sugirió simplemente regresar, para ver qué ocurría, por si la tripulación estuviera en peligro (aunque lo cierto era que estaba acongojado por estar allí, en medio de ese rio aceitoso) Chandock, por contra se mantuvo firme, negando rotundamente la proposición... ¡El pellejo del contramaestre estaba en juego!

Al cabo de poco la corriente se hizo un poco más viva, y el río se estrecho hasta tal punto que los remos habían de usarse como pértigas, clavándolas en las orillas del rio. Unos diez minutos más tarde el grupo llegó hasta una pequeña cascada. Era muy hermosas.

¡¡Coged vuestras armas!! ¡Saltad de la chalupa y amarradla! ¡¡Vamos perracos!! Comenzaremos a explorar desde aquí...

Acto seguido salté a tierra y me llevé los brazos a la cintura, echando un primer vistazo a cada lado.

Salto como me indica el contramaestre y empujo la balsa hasta la orilla para amarrarla bien y después espero ordenes mientras oteo los alrededores con mis arma de fuego preparada.