Partida Rol por web

Ricardo dispara para cubrir a los dos piratas, compañeros suyos al fin y al cabo. Asoma solo un instante para abrir fuego -no era cuestión de arriesgar demasiado la gorja-, y quizás por eso falla. Entonces, el gaditano blasfema entre dientes, usando sin reparo el nombre de casi todos los santos de la cristiandad. Mas presto como el rayo se dispone a realizar de nuevo todo el ritual que implica cargar el arma...

PNJOTIZADO.

Lo mio no era exactamente disparar (aunque mal no se me daba), pero no era momento de "remilgos"..., cargué la pistola de silla de silla de rueda e introduje la bala. Luego disparé con algo de algo de dificultad. ¡Boooom! La bala retumbó en mis oídos, al tiempo que el estruendo se fundió con el quejido de uno de los escondidos entre las ramas... En esos momentos cogí aire con la boca en grandes cantidades: había dado a uno de ellos ¡y estaba bastante eufórico! Luego miré a Lucía.

¿Estás bien? -le dije al recordar su disparo de flecha.

En esos momentos Baronetti, que fue de los últimos en reaccionar, había tenido tiempo de cargar bien su arcabuz, postrarse debidamente entre las ramas y apuntar al la maleza. Al ver el disparo de Thorge la posición de los tipos se hizo algo más visible. La bala entró en la maleza que observaban, pero no se oyó ruido alguno... parecía no haber acertado a los allí dispuesto...

-Maldición... -gritó el marino.

Turno de Lucía.

-Sólo un rasguño. Manténgase a cubierto, Doctor.

Un poco más a la derecha, y Lucía tendría un adorno de plumas sobresaliéndole del cuerpo, en lugar de tan sólo un pequeño corte en el brazo. Mirándolo por el lado bueno, un poco más a la izquierda y la flecha no la habría tocada en absoluto, y tenía tiempo de perder los nervios después. Ahora era cuestión de no darles ocasión de mejorar su puntería. Lucía levantó su pietola, apuntó y disparó, encomendándose a cualquiera de los de arriba que quisieran oírla. Pero parecía que hoy estaban un poco duros de oídos, porque el disparo acabó incrustándose en el tronco de una palmera.

Maldiciendo, recargó su pistola lo más rápido que pudo.

mi disparo fue erratico, pero quizas lo suficiente como para distraer la atencion de los demas, en fin, no habia tiempo para dudar, asi que cargo el arma y busco una proteccion mas acorde detras de un buen arbol, cuando lo hayo fue hasta el y se puso de rodillas para estabilizar el tiro, cargo la municion y cuando lo termino, busco un objetivo al que disparo sin diolacion...

Ok,

yo lo hacia para no hacer perder tiempo a los demas, y luego tu describes las acciones?

pero como quieras, esperare a que me toque.

Nuevo Turno.

¿Sería quizás por el nerviosismo de la flecha incrustada en la carne? Lucía no logro acertar a ninguno de los tres arqueros. Mientras tanto, Stephen y James llegaron a la chalupa, junto con Ricardo, el cual les cubría. Los marinos saltaron dentro de la pequeña embarcación, y en posición tumbada, comenzaron a desatar el falconete y llevar un par de bolas de cañón encima, aparte de la ya cargada. Ricardo permanecía fuera.

Por su parte, el doctor Thorge fue hasta la posición de Lucía (irá en su turno de acción hasta allí), poco convencido de su afirmación ante la pregunta de su estado de salud. Parecía que el pronóstico no era severo. No obstante, había que extraer. Thorge le preguntó a Lucía si lo hacía en eso momentos o esperaba a que acabara la lucha... Mientras tanto, Juan, seguía con ganas de disparar y no estaba dispuesto a perder la vida en una simple emboscada con arcos...

El resto de marinos de Le Sauvage seguía cubierto.

Acto seguido, Stephen, ayudado por James, desmontó el falconete y lo introdujo en una tablilla con ruedas. Al parecer soportaban bien el terreno de la selva. Cuando salieron de la chalupa, procedieron a avanzar con el falconete cargado, empujándolo.

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Iniciativas:

• Stephen/James: tan sólo empujan (no actúan este turno).
• Arquero4 (herido -1 al ataque): 66
• Arquero1: 64
• Frank: 54
• Van Basten: 43
• Baronetti: 42
• Thorge: 33
• Arquero2: 23
• Émile: 18
• Juan: 16
• Ricardo: 12
• Lucía:2
• Arquero3
• Marcus

Arquero 4, una vez fue recogido y repuesto en retaguardia, volvió a cargar y disparar. Lo mismo hizo el Arquero 1.  Los proyectiles salieron hacia arriba, con una parábola más elevada de lo normal, en ambas flechas; al caer lo hicieron con menor intensidad, y no impactaron en nadie.

Acto seguido, Frank había preparado otro disparo tras colocar la pólvora y el tope en su mosquete. Desde el suelo volvió a abrir fuego ¡¡Booom!! Un impacto provocó el alarido seco y agónico de uno de los nativos (arquero 2). Por el sonido, los marinos se cercioraron por su muerte. El soldado hizo un gesto afirmativo al escuchar el impacto en la carne...

Turno de Van Basten. Otro blanco certero había sido realizado. Movido por su anterior impacto, volvió a probar suerte, lo mismo que Émile. ¡¡BBBoooommm!! ¡¡Booomm!! Ambos tiros impactaron en alguno de ellos (Arquero1) el cual cayó, una vez muerto, hacia delante y rodó un par de metros entre la maleza, al igual que el primero de ellos...

Ambos marinos, Basten y Émile, levantaron sus cañones y jalearon un grito de guerra y euforía mezclada. Las risas se escuchaban en toda la selva. En esos momentos, sospechaban que quedaba uno de los nativos entre las ramas. Baronetti, por su parte, corrió hacia el falconete para cubrir a sus compañeros, al igual que Ricardo.

Por su parte, el doctor Tony, una vez al lado de la mujer, intentó hacerle una extracción segura.

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Turno de Lucia. Ricardo y Juan pueden declarar también sus acciónes. Lucía, si dejas a Thorge intentará extraerte la flecha y hacerte una cura con las plantas de la selva que antes percibió mediante una tirada.

-Ya me curará después, Doctor. Y si ese malnacido me clava alguna más, entonces ya ni siquiera hará falta que pierda el tiempo.-Dijo Lucía , apartando a Thorge a un lado, al tiempo que realizaba otro disparo contra el arquero que aún quedaba.

El rostro de Maraña dibuja una sonrisa burlesca al ver de reojo disparar a Lucía. Ja, ja, más bríos que puntería tiene la dama. Después vuelve a cargar, y avanza agazapado y tratando de andar en zig-zag -para ser un blanco más difícil- junto a 
Stephen y James. Después se aposta cerca de ellos 
-aunque no demasiado juntos- para hacer una posición fuerte.

Los disparos de flecha han ido según el criterio de los dados. Respondiendo a tu pregunta, no hay fijación concreta por los del falconete...

Tras un frondoso arbusto tropical acecha Ricardo, intentando atisbar el mejor blanco posible para el falconete, cuyos contundentes disparos podrían mejor que nada amedrentar al enemigo; y al oír tan terribles rugidos con mensaje de muerte, quizás se daban por vencidos, retirándose, que esos herejes solían ser muy temerosos de los dioses y de los elementos.

Turno de Juan. En breves actualizo todo.

mi disparo fue erratico, pero quizas lo suficiente como para distraer la atencion de los demas, en fin, no habia tiempo para dudar, asi que cargo el arma y busco una proteccion mas acorde detras de un buen arbol, cuando lo hayo fue hasta el y se puso de rodillas para estabilizar el tiro, cargo la municion y cuando lo termino, busco un objetivo al que disparo sin diolacion...

Tan sólo quedaba entre la maleza uno de los arqueros (el 4), el cual estaba malherido de un disparo anterior, ya que su compañero (el 1) había muerto por los blancos sucesivos de Van Basten y Émile. En esos momentos, la bala de Lucía se desvía, intentando rematar la acción; estaba claro que aquella batalla no estaba del todo de su parte. Por otra parte, Juan se decanta por ganar la protección de una gruesa palmera, al tiempo que recarga por lo que puediera suceder. Y Ricardo, intentando proteger a sus dos compañeros, otea las alturas de la colina: en ella puede ver la silueta del nativo, en cuchillas y haciendo aspavientos en sus manos (al parecer del dolor causado por las balas).

También se da cuenta que su arco no está cargardo, y pocas intenciones tiene de disparar una simple flecha contra armas de fuego en inferioridad numérica... Por ello, Ricardo comprueba que se marcha. Se aleja corriendo como puede hacia atrás. Ya no se encuentra en la colina.

Parecía que ya estaban a salvo, al menos por ahora. Ahora ya no tenía las flechas volando a su alrededor, comenzaba a notar cada vez más el dolor del brazo. Cuando intentó ponerse en pie, se dio cuenta de que las piernas le temblaban. Se llevó la mano al brazo herido, como si se lo estuviese protegiendo y apretó con suavidad. Aunque no fuese muy intenso, el dolor de la herida le ayudó a controlar sus nervios. Y no quería que nadie se diese cuenta del miedo que había sentido.

Cuando por fin se puso en pie, se acercó al cadaver de Chandock. Estaba muerto, de eso no cabía duda. Pero ellos no lo estaban, y ahora no era la ocasión para hacerle honras. Buscó el mapa entre sus ropas, y también las armas y la munición que llevaba, así como cualquier otra cosa útil que llevase encima.

Después fue junto a los demás de la tripulación.

-¿Qué hacemos ahora? Chandok está muerto. También Marcus. Pero ya oísteis al capitán cuando nos marchamos. Creo que le va a dar igual si lo que nos atacaron fueron hombres o diablos, nos colgará el mismo si no llevamos el maldito tesoro.

- habrá que ir a por el, registrar a marcus y coger todo lo que tenga, según parece lo vamos a necesitar, y subamos a alguna de esas mesetas, a ver que se ve desde allí, o sino intentemoslo desde la cascada si alguien se atreve...

me parece que tendremos que entrar y salir a sangre y fuego...