Partida Rol por web

hacerlo con tus propias manos te supondrá tirar "Maña" o en su defecto "Agilidad".

La posible existencia de un tesoro motiva sobremanera a Ricardo, que manos a la obra empieza a excavar, valiéndose de un utensilio construido por él mismo: a base del homoplato de un gran animal marino muerto tiempo ha y de un par de palos gruesos, todo mañosamente unido y atado con bejucos* de la zona.

PNJOTIZADO.

Me puse a excavar junto al médico y Ricardo. La verdad es no había desenterrado nunca a nadie, más bien al contrario, pues la vida de marinería (no me gusta eso de llamarnos "piratas") hace que tengamos que matar y morir constantemente... aunque aún no haya ocurrido lo segundo...

Pa... parece que esta tierra está muy dura, muy "agarrada" a las raíces de tanta rama... -decía con esfuerzos mientras intentaba sacar tierra.

Parecía que Ricardo se hubiera dedicado a dar paz bajo la tierra a demasiados combatientes durante su vida. Mientras Tony retiraba los pedruscos grandes con el madero encontrado, éste se dedicaba a excavar como un topo con sus propias mano. Lo hacía sin descanso, y en cuestión de diez minutos sin parar más que para retirar hacia atrás tierra, pudieron notar que allí había algo. Enseguida pudisteis ver, mientras vuestras palmas desempolvaban fragmentos de algo cuidadosamente, un conjunto alineado de huesos...

Efectivamente, era un cadáver. Debía haber muerto hacía años, pues tan sólo los restos se componían de huesos rotos y apenas había insectos entre la tierra contigua, sino que se había fundido ya con el subsuelo de la jungla. Cuando aún desempolvábais los restos, pudísteis ver dos salientres bajo el cuerpo, concretamente debajo de las costillas... parecía brillar ¿qué era aquello? Parecía estar debajo del cadáver.

En otro momento, si no hubiese un capitán loco esperándo noticias, si no estuviesen rodeados de maleza que podría esconder a salvajes con arcos y flechas, sin la perspectiva de un tesoro al alcance de la mano, quizás Lucía se detuviese a prestarle algunas honras al pobre desgraciado o quizás evitase los restos, que le recordaban a lo que se exponía al enrolarse en el barco. Pero entonces, al ver aparecer el brillo de dos objetos, se limitó a arrodillarse, y rebuscar bajo ellos sin demasiada ceremonia, intentando quitar la tierra que aún tenían encima, para observarlos mejor.

Perbisteis que aquello no eran sino dos grilletes anclados en la parte superior de la tapa de un cofre. Sin duda, lo que hubiera allí era grande, pese a que no lo veíais directamente porque el cadáver estaba encima. De fondo se escuchaban aún los ruidos de disparos de los otros marinos del Sauvage tras los nativos... aunque no sabíais si realmente era viceversa..

Este es un hallazgo impresionante.. -dijo el médico sorprendido al ver ese cuerpo tan bien conservado. Se podrían estudiar muchas cosas de este cadáver, pero... ejem... no hay tiempo -añadió tras oír lejanos disparos. Si me permitis, iré retirando las piezas con cuidado.

El médico sabía cómo manupular un cadáver así. Lo había hecho alguna vez y no tenía reticencias cuando comenzó  a coger los huesos con cuidado. Al tocarlos, muchos se aplastaron y se torcieron, quedándose desordenados sobre la tierra. Con gran agudeza, el médico iba sacando uno a uno de aquellos restos y los colocaba justo al lado con sumo respeto (lo último que querría hacer sería deshonrar un muerto, aun fuese un bandido pirata o el clérigo más bienaventurado...)

durante unos quince minutos lo que quedaba del cuerpo fue retirado.

Ahora os brindo el placer, señores y dama -dijo con algo de sarcasmo.

cuando retiraron el cuerpo, Juan se puso con las piernas abiertas y los pies flexionados a la vez que cogia las argollas cada una con una mano, y tirando fuerte intento sacarla.

Al ver a Juan intentar sacar el cofre, Lucía se apresuró a ayudarle. Sujetando una de las cadenas, tiró para sacar el cofre a la superficie. Cuando estuviese en la superficie, podría intentar abrir la cerradura, si estaba cerrada y tenía una cerradura normal, usando la daga de Tony o alguna rama fina cortada de los arbustos y árboles alredededor.

Con ayuda de la mujer pudieron desenterrar el cofre. Más bien fue ella quién derramó todo un arsenal de fuerza sobre la tumba, mientras el cadáver de al lado miraba su propio expolio. En aquel lugar, tras el esfuerzo, pudieron comprobar como tenían delante de ellos un par de cofres llenos de tierra incrustada por su superficie (tierra pegada por la presión del entierro). Parecían ser de metal labrado, con dibujos muy bonitos; olían bastante mal y al moverlos escucharon en su interior el "tintineo" de metal, comprobando que no estaba lleno del todo (aunque pesaba lo suyo por su contenido).

Lo que más les sorprendió fue ver que había dos enormes cerraduras impenetrables para las manos vacías de herramientas de aquellos marinos. Fuera lo que fuera, hubiera lo que hubiera en su interior (al parecer obvio, por cierto), lo tenían en su poder, pero completamente alejado de sus manos...

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Bien. Al parecer habéis encontrado lo que marcaba el mapa de LaFleur. Lucía, no cuento con tu tirada de abrir cerraduras, pues los cerrojos son de grandes dimensiones y muy fuertes como para que seáis capaces.

Después del esfuerzo para sacarlos, Lucía se apoyó un momento en la roca para recuperar el aliento, observando lo que habían conseguido.

-Si os digo la verdad, me gustaría ver qué es lo que se ha comprado las vidas de dos de nuestros compañeros antes de dárselo a LaFleur. Si tuviese herramientas, quizás pudiese abrir la cerradura y ver lo que hemos pescado, pero ahora mismo, no veo manera de hacerlo. Y abrirlos por la fuerza no me parece una buena idea. Probablemente el capitán lamentara más cualquier abolladura en estas cajas que cualquier agujero en nuestra piel. Sin contar con que las explicaciones que tendríamos que dar por no haber contenido nuestra curiosidad.-La confidencia fue explicada aún jadeando un poco. Se sentó en el suelo para descansar un poco más y notó el calor de la roca en su espalda. Era una calidez agradable, sin el calor opresivo de las horas del mediodía. Pero eso implicaba una perspectiva menos agradable, y era que el sol ya estaba bajando y les quedaban pocas horas para volver antes de que se hiciera de noche y tuviesen que atravesar la selva en la oscuridad. Se puso en pie -Será mejor que cojamos los cofres y volvamos al barco cuanto antes. Y si esos logramos que esos idiotas dejen de correr por la selva metiéndose quién sabe donde, mejor.

PNJOTIZADO.

Bien, será lo mejor -dijo el doctor. Abogo por ser pacientes y no dar muestras de ese ansia que tanto obceca a algunos piratas, no vaya a ser que el capitán nos haga tragar una a una las balas de su pistola... Vayamos a la chalupa.

El grupo cogió aquellos dos cofres por parejas y comenzaron su transporte. La dirección era claramente la chalupa, que aún estaba allí amarrada. Mientras iban de nuevo en la dirección marcada, una escena dantesca descolocó a los presentes: justo en esos momentos irrumpió en el claro desde la maleza oculta donde se encontraban uno de los piratas que los acompañó en la chalupa, era Émile;

Tenía las ropas hechas jirones, ¡harapos!, no había rastro de su arma y estaba sollozando mientras balbuceaba algo ininteligible, como si tuviera algo en la boca y apenas pudiera hablar; tan sólo pudieron escuchar una palabra entrecortada: "HU-HU...¡HUID! Estaba totalmente cubierto de sangre, tanto en las telas como en su cuerpo (incluso tenía parte de su cabellera arrancada como por algún filo, pues tenía un destrozo en su cabeza bastante serio...), y, justo en ese instante, miró a Lucía, Juan, Ricardo y Tony con una mirada penetrante, maléfica, para finalmente, abrir exagerdamente sus dos ojos y expulsar una bocanada de sangre por la boca, directa al suelo, casi a gorgotones, justo delante de los pies de los marino;

Émile cayó muerto a sus pies: tenía en su espalda tres flechas clavadas.

Ya podíais ver la cascada, la orilla del rio y la chalupa a unos 30 metros de allí.

-¿¡Huid!?... ¡Pardiez, que el enemigo tiene que ser terrible para que nos mande huir un corsario de cuajo como Émile! -argulle Ricardo mientras se echa mano al mentón para mesarse su barba de una semana-, salvo que quisiera alertarnos sobre algún tipo de traición o algo extraño... ¿se referiría sólo a los salvajes que pueblan la isla?-Ricardo deja la pregunta en el aire, esperando la opinión de sus compañeros...

-Sacad las armas.-Dijo en un susurro Lucía. Los ojos abiertos como platos ante el horror de lo que veía, acompañó a su propio consejo con la acción y sacó su pistola, observando cualquier signo de enemigos acercándo, pero empezando ya a moverse en dirección a la chalupa. -Tenemos que salir de aquí, no tenemos posibilidades contra un poblado entero. No nos separemos, y atentos a cualquier cosa que se mueva. Intentemos permanecer a cubierto mientras podamos, pero en cuanto estemos a la vista, lo más rápido posible a la barca. Vámos.

No pudo evitar echar un último vistazo al cuerpo de Émile. Sus despojos iban a tener que quedarse allí, para los animales. Si es que los salvajes mismos no eran de los que le hacían ascos a comer carne de cristiano.

Ricardo:

orthanc dijo:

Quizá lo he explicado mal, pero estáis cerca de la barca, a no ser que te refieras por "joder" a que la hayan manipulado o algo asi. El caso es que veis la cascada, el rio y la barca. ;)

Ricardo prepara el arma como indica Lucía, y procede a seguir con el plan, acechando sigilosamente y atento a cualquier ruido o movimiento de la traicionera selva...

PNJOTIZADO.

-No se si alertarnos de esto o aquello, pero el caso es que ahora está muerto, Ricardo, y parece ser que esos nativos son los únicos que llevaban estas flechas... Madre de mi vida...

Veía como mis compañeros avanzaban con suma cautela, con demasiado cuidado. Así hice yo, despues de ver aquella escena sangrienta bien merecía el hecho de comportarse así. Seguí sus pasos, pisaba donde pisaba Maraña y Lucía. Mientras avanzaba ayudando a coger con de mis manos el pesado cofre, saqué con la otra la pistola, que la había dejado cargada tiempo antes tras la órden de la dama, muy cauta por cierto, sin apenas dilación...

-Esto no me gusta nada...-decía Juan.