Partida Rol por web

El camino hasta el pueblo de Castronegro era una pequeña tortura. El vehículo de Lew Harper no estaba en las mejores condiciones pero aún así cumplió con su cometido.
El calor comenzaba a ser sofocante aunque todavía no había llegado el verano y por todas partes se introducía el polvo del camino.
Aún así aprovechasteis para poner en común vuestras investigaciones.
 

Allan se secó el sudor de la frente con el dorso de la mano y volvió a mirar la libreta donde había apuntado las cosas. Cualquier persona que lo leyese pensaría que eran las divagaciones de un loco o el borrador de una novela, apenas tenía sentido.

-Bueno, ¿que tenemos?-le preguntó a sus compañeros- el doctor Gofrey y un mexicano, un tal Joaquín Villanosequé, desaparecieron en Castronegro. Creemos que las investigaciones del profesor tienen algo que ver con esto... aunque no tengo muy claro de por qué y... -dejo espacio para que sus compañeros hablaran.

Encogiose de hombros Caster, pues no estaba acostumbrado a manejarse en circunstancias tales. Parecio que Parker mostraba impetú y animo, ese que él no tenia aun, y decidió secundarlle, en silencio, eso si.

-Finalmente hemos llegado aquí... -Musitó el profesor mirando en derredor como si esperase encontrar una señal que le dijese por dónde empezar. -Creo que en aras de una mayor productividad conviene que nos separemos. Por un lado está el caballero del que ustedes hablan y por el otro... -Desdobló un papelito que guardaba en su cartera para recordar lo que había leído- La tumba... La librería de la que les hablé.

Al final no habían conseguido la información que esperaba el detective. Además las prisas de los nuevos compañeros le habían forzado a salir raudo a Castronegro, cuando él se hubiera quedado un día más buscando pesquisas. Pero no se interpuso. Si tenía nueva ayuda tendría más posibilidades de encontrar a David.

Mientras conducía, Lew pensó en lo que había descubierto hasta que se dio cuenta de que lo que había escuchado en la comisaría.

- Chicos, escuché una conversación un tanto rara en Silver City. Por lo visto el pueblo es muy pequeño y todo lo que hay es de Bernardo Diaz, el cacique del pueblo...el hotel, unico en el publo, un tugurio llamado "The Changgeling", del cual hay que ser miembro para entrar, y de algo como ¿la Tumba? -Lew miró a sus compañeros por si eso le sonaba de algo-, ...bueno, de todo.

- A lo que voy. El tipo al que oí hablar de todo esto intentó entrar en el club y llegó Bernardo y tubo que salir corriendo del pueblo, así que hay que ser discretos y tener una cuartada para que Bernardo no nos visite con malas intenciones.

- Otra cosa que me ha parecido curiosa y que me contó , no sé por qué, el ama de llaver de Davis Lane, es que han aparecido muertas muchas vacas...destrozadas, como si alguien quisiera haber echo eso por alguna razón...no lo sé.

- Y por último, encontré una pista que me lleva a a ver a Alonso Villeira-Pereira, padre de la Capilla de Castronegro. Aunque creo que debía haber investigado algo más de estas dos últimas cosas...

Al decir esto Lew gira la cabeza recprochándose así mismo haber accedido a salir hacia Castronegro tan pronto.

Carter empezaba a sentir una molesta jaqueca, mezcla de responsabilidad y temor. Estaba fuera de su zona de confort. Asi que procuraba disimular su pánico asintiendo y haciendose el interesado ante los comentarios de sus compañeros que le superaban.

-En efecto señor Harper.- Respondió sonriente al ver que finalmente sus pasos parecían llevarle a algo.- La tumba, ese es el sitio del que hablaba. Allí mi colega desaparecido pareció haber adquirido algún tipo de ejemplar. Igual pueden decirme algo.

Entonces su mirada se perdió en el horizonte que se dibujaba por cada milla que recorría aquel vehículo.

-No es mucho pero... Algo es.

Lew asintió y sonrió. Los tipos con los que compartía investigación no eran unos detectives, pero parecía que intentaban buscar pesquisas y darle sentido a las pruebas que tenían y eso decía mucho a su favor. Estaban en el mismo barco y el detective sabía que en grupo conseguirían más cosas en determinados momentos.

- Así me gusta, que la cosa se vaya hilando. Sin duda alguna daremos con su compañero y con obsjetivo.

- No sé cuanto tiempo nos quedaremos en el pueblo, pero opto porque lo primero que hagamos sea ir al hotel y luego a la cantina...si quieren ir ustedes a algún sitio como una biblioteca local o algo similar podríamos dividirnos. Allí cada uno que investigue, que indague para buscar pistas o lo que sea. Todo nos puede valer. Luego, con alguna pista podríamos reunirnos a una hora determinada en la capilla para hablar con el padre. ¿Qué os parece?...o también podemos ir directamtente a la capilla...

Suena genial lo de marchar a la cantina. 

Después de un tiempo que os pareció inmenso, la silueta del pueblo de Castronegro comenzó a verse delante del automóvil de Lew. La conversación, después de aportar cada cual los detalles que había descubierto, giró a cosas más mundanas y que nada tenían que ver con la investigación que estabais realizando.

Ya es mediodía cuando os adentráis entre las primeras casa del pueblo. El sol está en lo más alto de su trayecto y pequeñas nubecitas de polvo son elevadas por la brisa que sopla tímidamente.

Aparcáis el coche en el centro del pueblo, al pie del hotel Herrera, y la mirada de los lugareños que se encuentran resguardados en las sombras de los soportales se clavan en vosotros como dagas.

Caster es el primero que se baja del vehiculo y se mete en el hotel buscando el refresco de la sombra. No se dirige aun  a la recepción, pues espera ser secundado por el resto de sus acompañantes.

Lew se bajó del coche y miró en su derredor para hacerse una idea de lo que había y lo uqe podían hacer. Era curioso que tuvieran una biblioteca, quizás pudiera mirar lo que no pudo en Silver City.

Aun así antes tenían que alojarse y hacer unas cuantas preguntas, sobre todo al párroco. Aunque, según loq ue había oído en la comisaría de aquel tipo, tenían que andar con los pies de plomo o seríe el plomo lo que les matase.

-Bien, que os parece si nos alojamos. Nunca se sabe el tiempo que vamos a estar.

Dicho esto el detective entró en el hotel.

Allan asintió con la cabeza y le siguió. No era mala idea dejar las cosas y cambiarse de ropa antes de empezar a rondar por el lugar. Con suerte la busqueda tendría sus frutos. Aprovecho,mientras les atendían, para revisar su libreta. Tenia claro que si quería sacar una buena noticia de ahí debería pegarse al detective como una lapa. Aunque al final el misterio no se resolviese le daría para contar una gran historia que mantendría a los lectores enganchados durante meses.

El profesor Hammond también se bajo del coche. Miró un poco los alrededores y afirmó con la cabeza. - Si. Será buena idea tener alojamiento antes de dar cualquier otro paso. - Dijo mientras se acercaba a la entrada del hotel.

Los cuatro recogéis vuestras maletas del interior del maletero del coche y entráis en el hotel.

El edificio se ve que viejo. Al menos debe tener unos cien años y está construido de adobe. Tiene, a la vista, dos pisos. En la planta baja se encuentra la recepción, en la que os encontráis y un salón bastante tosco.*

Al otro lado del mostrador de la recepción se encuentra un hombre moreno, de unos treinta años y bastante alto que os mira con una sonrisa en la cara.

- Bienvenidos al hotel Herrera. - Os saluda, - soy Juan Herrera, el propietario del hotel. ¿Desean habitaciones o se encuentran de paso?

-Hola buenos días -contestó cortesmente Lew, -Sí, querríamos por lo menos un par de habitaciones para alojarnos...no sé si tendrá para todos, aunque el edificio parece grande -comentó dando la vuelta y mirando en su derredor. -¿Viene mucha gente por aquí o solo gente perdida como nosotros?

Al hacer la pregunta sonrió tratando de distendir ese momento y que todo fuese de lo más normal, pero realmente tenía mucha intención: sacar información y, sobre todo, iniciar una conversación que pudiera darle más información. 

-Parece un pueblo bastante grande para lo alejado que está...se vive bien, cómodo y tranquilo ¿me equivoco?, un lugar apacible para vivir. ¿A qué se dedica la gente? si nos indiscreción? -volvió a preguntar como si fuese todo muy natural, sin mirar al tipo, mientras se sacaba la cartera y contando el dinero para saber si tenía suficiente en mano para pagar la habitación.

Pese a que estaba hablando con el recepcionista, Lew hizo varios giros sobre sí mismo como si fuera lo más natural, pero también tenía una razón, intentar ver algo que le llamara la atención, tanto del local como del tipo que tenía delante. Se fijo minuciosamente en su aspecto y en si tenía alguna marca, distintivo o medalla, si tenía alguna cicatriz o tatuaje; también en la decoración del local si había cuadros o marcas algún distintivo. Las pistas le habían llevado hasta aquer lugar y no podía permitirse perder un solo detalle que le llevara a su objetivo: encontrar a David Lane.

El recepcionista es bastante alto y rubio. A parte de ello, no tiene ningún rasgo físico reseñable.

En cuanto al vestíbulo del hotel observas la ya mencionada tosquedad del lugar y varias puertas de madera que deben dar entrada a sendas habitaciones y otras dependencias del hotel y una escalera que da acceso a la planta superior.

El recepcionista sonríe ante la batería de preguntas que le hace Lee y, poco a poco, va respondiendo. - Hay habitaciones disponibles para todos ustedes. Cada habitación tiene una única cama, así que deberán ser cuatro. El precio de la habitación es de dos dólares por noche.- Os informa girándose para coger las llaves de cuatro habitaciones y las posa sobre el mostrador.
-En cuanto al trasiego de gente… Me gustaría que viniese más, pero es lo que hay.- Dice encogiéndose de hombros.
-Aquí la gente se dedica a la ganadería, básicamente. En otros tiempos, también hubo algo de minería. Pero eso se terminó hace tiempo.
- Lamento que deban subirse ustedes las maletas hasta las habitaciones. Estoy seguro que el botones estará en el bar medio borracho, como de costumbre.

-Joder... Empezamos bien- Murmuró por lo bajinis Theodore mientras asía su maleta- Dos putos dólares y no te dan ni las gracias. -Rezongó para sus adentros mientras iba subiendo los escalones uno a uno. 

-Ufff....Nos vemos en unos minutos... a la salida. -Propuso cuando llevaba unos cuantos escalones.

Sacando la cartera, Lew saca dos billetes de dolar y los pone encima de la mesa, para pagar su habitación por una noche. No sabía cuanto se iban a quedar, pero era mejor pagar día a día por si tenían que salir corriendo.

-¿Minería? -preguntó mientras buscaba el dinero en su cartera-. ¿Y qué tipo de materias sacaban? Sabe, mi padre fue minero del carbón cuando era joven -comentó sonriendo el detective para intentar caerle mejor al tipo de la recepción.