Partida Rol por web

En cuanto la puerta se abre, intento salir haciendo el menor ruido posible, aunque tropiezo levemente con la puerta, lo que provoca un ligero ruido.

Afortunadamente, Jacobo y Clara se movían con la agilidad de un gato, lo que les permitió abrir la marcha sin problemas.

Reaccioné rápidamente a las instrucciones que Héctor nos había dado a todos. Había traído conmigo a aquellas vacaciones mi fiel bate de beisbol. Llendo con quien iba, era fácil prever que acabaríamos metidos en algún lío y mi bate nunca me había fallado para sacarnos. Eché mano de él y lo agarré firmemente con ambas manos, dandole un ligero balanceo, que de algún modo, me pareció reconfortante. Me quedé junto a mis amigos, si pasaba algo, podría protegerles, estaba segura.

-Que lo intenten. -respondí a la bromita de Borja. Dudaba mucho que fuesen muertos vivientes, pero estaba lista para lo que fuera. Me situé junto a Héctor a la cabeza, dispuesta a tomar la iniciativa si hacía falta. Si había alguien en apuros, debíamos darnos prisa en ayudarla.

Fuera no había nada pero según Borja los ruidos venían de la granja. Mi sentido común me gritaba que debíamos dar media vuelta por si acaso los gitanos habían decidido cogernos por sorpresa, pero por otra parte no me perdonaría si alguien estuviese necesitando nuestra ayuda y nosotros pasábamos del tema. Además éramos unos cuantos y ya habíamos demostrado que sabíamos defendernos. Teníamos que ir a mirar qué pasaba y eso era lo que haríamos.

—Vayamos a mirar, pero no hagáis ruido por si acaso son los gitanos —comenté a mis amigos—. Si son ellos y los pillamos por sorpresa quizás así nos enteremos de lo que están tramando.

Estando el primero, es lógico que sea el primero en salir. Contemplo la oscuridad que hay frente a mi y esta me devuelve la mirada. O algo así. Mis piernas no parecen responder y por un momento me planteo cerrar la puerta y volver al exterior con un “Pues no hay nada”. Pero al girarme, veo a Hector, que confía en mí, a Clara, quien estaría encantada de verme cagado de miedo y finalmente a… y no quiero que me vea como un cobarde. Muy bajito, hablo a todos:

- Muy bien, seguidme –

Y abro la puerta y avanzo sin dejar de mirar la oscuridad, que siento como si fuera a tragarme. De echo lo hace, siento un vacío en mi interior… no en mis pies, el vacío se abre y me traga, mi cuerpo desciende hacia la negritud mientras intento en vano poner las manos delante. De poco sirve, la oscuridad me traga. CLONC. Y entonces golpeo el suelo con los codos que me los raspo por el tropezón que me acabo de dar. No puedo evitarlo:

- ¡Pero desde cuando está este escalón ahí! –

Digo señalando al pequeño escalón que da acceso a la casa y con el que acabo de tropezar. Sin embargo, veo los rostros blancos de mis amigos y me doy cuenta de que esto último lo he dicho gritando. Rápidamente me llevo la mano a la boca.

Como si eso pudiera evitar algo. Eres un genio.

Miré el bate que sostenía Clara y me imaginé que bonito sería ser como ella. Pero no me animaría yo a enfrentarme contra alguien así, a menos que no me quedaran alternativas. Vale, bien que he usado una piedra hace un tiempo no tan largo…

Jacobo dijo lo de no hacer ruido y justo eso me hizo poner más nerviosa.

¿Soy yo o mis tenis de pronto parecen muy sonoros? Es mi cabeza… auch… mira por donde vas, María, cabeza de mono.

En eso escucho el comentario de Borja sobre el escalón y el sudor frío recorre mi espalda.

La hemos liado, eso se tuvo que haber oído…

Apreté mis manos que colgaban a los costados de mis caderas de espiga mientras mis ojos se hacían más grandes, producto de los nervios y de la adrenalina que ellos generaban.

Como era de esperar no vieron nada en el porche, si sólo algunos lo habían oído los ruidos debían venir de más lejos; al perecer de la parte trasera del granero.-Joder, ¿os queréis callar?dijo Ana entre susurros.-En cuanto hayamos avanzado un poco más ya podremos andar normal.No creo que los abuelos de Héctor tengan superoidos...

Mientras avanzamos por el porche, Ana sugiete que guardemos silencio, al menos hasta alejarnos un poco más de la casa lo que me pareció una gran idea.

Ana tiene razón, debemos tratar de no hacer más ruido o pasaremos algunos días encerrados y la verdad no me apetece para nada eso. - comento en voz baja.

No habíamos avanzado ni unos pocos metros. ¿Es que este niño no hacía una de buena?

-Debemos tratar de no hacer más ruido

-Creo que ya es un poco tarde para eso. -dije mirando a Borja y llevándome la mano a la cara en un gesto de visible decepción, aunque no sorprendida. 

Os dirigís hacía la salida de la casa, es Ana la primera en llegar. Cuando estáis todos en el recibidor, ella abre la puerta y se asoma afuera. Los sonidos se oyen ahora mejor, más claros, y vienen de la granja. Empezáis a avanzar en linea recta, intentando no hacer ruido: Ana, Jacobo, Clara, Héctor, Borja, Maria y el hurón Orko. Cuando Borja se da cuenta de que su mascota viene tras ellos se gira repentinamente para intentar atraparlo, pero el animal se escabulle rápidamente provocando que Borja tropiece con Maria y Héctor. Los tres van al suelo, y el hurón emite un sonido lastimero al ser atrapado con fuerza por Borja. Habéis hecho bastante ruido, y con la quietud de la noche ha sido aún más intenso.

Ana, Jacobo y Clara estáis más adelantados. Podéis acercaros hasta la granja y ver lo que ocurre si vais ya. En el piso superior se están encendiendo las luces en el dormitorio de los abuelos.

Demonios Borja. Mañana voy a meter a esta rata tuya en la olla de la sopa. - digo en un susurro mientras intento ayudarlo a atraparlo.

Rápido todos para la casa y si preguntan se escapó Orko y fuimos por él. - le digo en voz baja a la pandilla mientras ayudo a Borja a ponerse de pie. - Venga que nos estamos tardando. Daos prisa antes de que alguien se asome a la ventana y nos atrapen.

El tiempo era primordial, no podíamos darnos el lujo de ser capturados, pues eso sería un castigo fijo y no tenía ganas de pasarme vario días encerrado en casa cual recluso de San Quintín.

No solo me he pegado un buen castañazo y he tirado a Hector y Clara (Puf, luego habrá que aguantar sus quejas), cuando creía que no podía ir peor, siento unos fuertes chillidos que vienen de mi culo y hasta donde yo sé, mis pedos no suenan como un hurón histérico.

Rápidamente intento cogerlo mientras sus uñas se me clavan en la espalda y sus dientes me muerden el pandero. Mientras muevo las manos frenéticamente para intentar detenerlo, Pero es tan rápido el condenado.

- Vamos Orko, calla ya por favor, nos vas a meter en un buen lío. –

Intento decir con un hilillo de voz que intenta ser bajo.

Parecía que todo iba bien hasta que... llegó la debacle con nombre propio. Quién sino Borja podía armar todo ese alboroto. Borja y la rata alargada que tenía de mascota que, aunque reconocía que era muy mona, no daba más que problemas, eso sin contar con que por lo general olía bastante mal.

—Jolín Borja, siempre tienes que fastidiarlo todo —dije un poco molesto ya que, por su culpa, no íbamos a poder explorar el granero y, de esa forma, enterarnos que estaba pasando, más aún al ver cómo la luz de la habitación de los abuelos se encendía alertando de esa forma del inminente peligro.

Por unos segundos estuve indeciso, pasando a toda velocidad la mirada del granero a la habitación iluminada y vuelta al granero, aunque en un momento determinado la desvié para mirar a Ana para saber qué iba a hacer ella. Si se decidía a seguir la acompañaría sin dudarlo, tenía que protegerla de los zombis, pero seguramente la opinión de Héctor pesara mucho más, al fin y al cabo estábamos en su casa y eran sus abuelos. Vamos... que la mayor bronca se la podía ganar él.

Y para colmo Orko no se dejaba coger, lo que complicaba mucho la situación tan delicada en la que nos encontrábamos en esos momentos.

Borja estaba intentando calmar a su hurón así que me dispuse a darle una mano. La pobre criaturita estaba muy asustada y nos iba a meter en aprietos. Ni decir que le dejaría varios rasguños a mi simpático amigo.

-Vamos Orko… shh… todo está bien, ven aquí.

Teníamos que volver antes de que los abuelos nos pillen, Héctor tenía razón pero es que Orko no nos dejaba completar el plan de "que no nos encuentren rompiendo las reglas".

-Sé un buen hurón... ¿sí?

¿Por qué no se habrá conseguido mejor un perro?

Al menos creía que un canino sería mejor en obedecer órdenes, que esta cosita pequeña era bastante peliaguda.

- joder Héctor, que mal mientes.¿Si estamos cogiendo a Orko para que vamos a volver corriendo a darles la excusa a los abuelos? Quedaos aquí todos y atrapad al bicho ,es mejor que nos pillen con las manos en el hurón...Estaba claro que de todos sus amigos ella era la única que mentía en casa con asiduidad,¿era por la diferencia de carácter entre ella y su madre?¿o simplemente porque era así?En todas las mentiras tenía qeu haber una parte de verdad, cuanto más grande fuera esta parte y más tuviese que ver con el modo en que te habían pillado más colaría el resto.

Miré de un lado a otro, buscando en la oscuridad el rostro de Ana, primero, y el de Héctor, nuestro líder, después. Me quedé paralizada sin saber muy bien qué hacer, toda la valentía y la iniciativa de hace un momento se fueron al garete rápidamente. Decepcionar a los abuelos de mi amigo me partiría el corazón, en especial a la adorable señora Torres, pero por otro lado, podía haber alguien en genuino peligro. ¿Qué hacer? ¿Qué hacer? El consenso general parecía ser el de la retirada, pero...

-¿Qué hacemos, Ana? ¿Seguimos? Siempre podemos decir que pensábamos que el hurón se había ido por ahí... -dije, señalando en la dirección del granero. Tampoco me hacía mucha gracia quedarme cerca de aquella rata, fijo que Borja la había amaestrado especialmente para morderme a mí.

-Pues claro, dijo mirando a Clara, por raro que pareciese algunas veces pensaban en lo mismo, seguramente por motivaciones muy diferentes pero eso no era lo importante.-sobre todo los que tenéis al hurón no lo soltéis.Si nos pillan los abuelos decid que lo acabáis de atrapar.Mientras hablaba no dejó de andar hacia el granero, a lo mejor les castigaban pero un riesgo que estaba dispuesta a correr.

Avanzáis los tres rápidamente, dejando atrás a vuestros compañeros con el hurón. Y al girar podéis ver un coche rojo aparcado, es uno conocido popularmente como el citroen "dos caballos". Esta aparcado más adelante, podéis ver la parte trasera con las ventanillas abiertas. 

Se oye un ruido de suspiros desde el interior del vehículo, y podéis ver una cabeza de mujer asomando por el cristal trasero. Realiza movimientos de abajo a arriba, y tiene la cabeza agachada por lo que el pelo moreno le tapa el rostro. No parece haberse enterado de lo que esta pasando con el hurón.
¿Qué hacéis?

Ana, Clara y Jacobo se alejan siguiendo el camino, ya no están con vosotros.

Orko se escabulle de las manos de Borja pese a vuestra ayuda para evitarlo. Sin embargo es Héctor quien lo coge al vuelo cuando cae al suelo, pero el animal esta inquieto y no quiere dejarse atrapar. Pero con la ayuda de los tres conseguís reducirlo, y empezar a calmarlo. No sin llevaros algún que otro arañazo en el camino.

Arriba la luz esta encendida en el cuarto de los abuelos, y se oyen murmullos que proceden de ese lugar. Aún tardarán un poco en bajar. ¿Qué hacéis?

Casi tengo a Orko atrapado pero el maldito me pega un bocado en los dedos que me obligan a abrir las manos, situación que aprovecha para largarse de mi lado. Intentando no alzar la voz, llamo a mi hurón.

- Orko, no seas malo, ¡Ven aquí! Que como nos pillen los abuelos por tu culpa te dejo sin comer un mes –

Mientras hablo, sacudo la mano para intentar disipar el dolor. Entonces veo a Clara, Ana y Jacobo alejarse hacia el granero y la luz de la habitación de los abuelos. ¿Nos habrán oído? Entre mi caída y ahora el lio con Orko era casi seguro. Me giro hacia Hector.

- ¿Qué hacemos? ¿Nos quedamos aquí en la puerta y decimos que Orko se nos escapaba y hemos salido a buscarle? ¿Que puede evitar que tus abuelos se cabreen? –

Me giro hacia María que se la ve claramente preocupada.

- Tranquila, si hace falta digo que todo fue culpa mía. Si tenemos que ser castigados que sea solo uno. –

La sonrio tontamente y me quedo perdido en sus ojos

“…son bonitos y…”

Entonces un movimiento en un arbusto cercano atrae mi atención y veo a Orko escabullirse. Recupero la cordura y me lanzo al arbusto.

- Orko maldita rata ¡Ven aquí! –

Mientras me agacho busco comida en mis bolsillos para ofrecersela.