Partida Rol por web

Con la llegada del día, todos los recuerdos oscuros se disipan y Enmerkar parece levantarse como nuevo. El viaje transcurre y a mediodía el grupo llega al Oasis. Tras abastecerse de agua y descansar unas horas, el grupo prosigue solos, sin los hombres del marino. Horas más tardes el camino se complica y tienen que lidiar con las dunas que dificultan el camino. El camino se torna difícil y deviene en la trágica muerte de las bestias de carga por lo que los aventureros deberán seleccionar el equipo que deberán trasportar ellos mismos.

Estimado Kadashman, Enmerkar ha sido envenenado pero gracias a la premura con la que hemos actuado, he podido sacarle el veneno antes de que se le extendiera, así que no hay de que preocuparse.

Después de ver como nuestras monturas morían cogí lo indispensable dejando tantos libros que había llevado sobre criaturas en el desierto, que ahora eran un obstáculo para transportar.

La marcha por aquel desierto maldito amenazaba con agotarnos por completo, mas no cedí a su empeño, pues debía llegar hasta el final del camino. El veneno que había infectado a Enmerkar había sido purgado por el tal Burna, y ya sólo el sol abrasador amenazaba con agotarnos por completo.

Después de tantos retos, no ha de ser el desierto el menor de todos. No es algo a lo que esté acostumbrado, en la ciudad siempre hay sombras bajo las que refugiarse. Pero una vez que se empieza algo, al buen Akbar hará lo imposible para terminarlo.

Enmerkar se levantó sin notar ya ningún dolor nuevo en su cuerpo, una tirantez más en un cuerpo lleno de cicatrices de la arena y de otros encuentros que había tenido su oscura vida como asesino y mercenario.

Cuando vió los animales que habían sucumbido al calor del desierto le sentó muy mal, como era aquello posible, y cargó con todo lo que puedo y que era de vital importancia para el grupo, así como sus armas, con las que estuvo entrenando un rato, no mucho sólo para despertarse, hacía mucho tiempo que no se ejercitaba duramente con las armas como había hecho gran parte de su vida.

Lamento la muerte de mi montura, en casos como estos precede a la muerte de su poseedor. Pero nuestro objetivo está cerca y tenemos suficiente comida y agua para la vuelta, con lo que con un poco de suerte nos libraremos de morir en el desierto... 

-Avancemos en las horas en las que cae el sol, sino gastaremos más agua de la debida y nos tiene que durar para la vuelta...- Mirando a Burna-Buriash le pregunto:- ¿Queda mucho para nuestro objetivo?-

EL grupo de aventureros hace un esfuerzo sobrehumano. Los más desfavorecidos son el Wardu albino, que se niega a abandonar sus preciadas armas por lo que el peso dificulta el viaje, y el comerciante Bel Shaanar a pesar de estar acostumbrado a viajar, se había acomodado últimamente en la ciudad. Se detienen sol para beber y tomar pequeños bocados. El atardecer recompensa sus esfuerzos: ante ello se extiende unas ruinas antiquísimas, no hay duda por las antorchas que siempre arden y nunca se apagan. El zigurat con sus escaleras flanqueadas por antorchas ardientes domina el lugar. A Bel Shaanar no le es ajena y Burna-Buriash sólo lo había visto en el grabado. Habían llegado a su destino. Entonces el Wardu albino se desvanece y cae pesadamente a la arena.

Un extraño sentimiento te asalta. Mientras tus ojos contemplan el zigurat con las antorchas, pareces volar hacia la cima aunque tu cuerpo permanece donde estás. Tienes una sensación de vértigo cuando vuelas a toda velocidad hacia la cima y penetras en su interior. Pierdes el conocimiento y tu mente se aleja hacia la cámara oscura en el centro del edificio sagrado. Grandes calderas de tea ardiendo iluminan el lugar. En medio se encuentra el extraño ser que parece un demonio ríe. Insensatos habéis venido todos, sólo quería a (señala a Burna-Buriash) y habéis venido todos...Devuélveme las tablillas de ADAP BELIT-SHERI. Vuelves a la realidad con un pensamiento en la cabeza: unas tablillas.

Tablillas, quiere tablillas el demonio.  Devueltas.  -carraspea, mareado, tiembla el wardu.

ADAP BELIT-SHERI dijo.

Me acerco a Ibraam en cuanto cae al suelo para que no se lastime en su trance aparente, no entiendo nada de lo que dice. Pero en cuanto acaba lo sostengo para que vuelva en si. Él ha visto nuestros destinos, siempre fue un incomprendido y algo débil, pero no es una mala persona, al contrario esterioriza aquello que piensa lo que otros no hacemos y lo mantenemos dentro y lo hacemos salir en vicios ocultos. Espero a que vuelva en si, le doy un poco de agua a ver si se recupera antes. Tomo una manta para taparlo y que se sienta más cómodo.

Media jornada le respondí a Bel- Shanaar.

En cuanto veo al wardu albino hablar por boca de esos demonios antes de desfallecer, saco la tablilla y la pongo en posición elevada aquí está espíritus demoníacos parte de la tablilla, decidme dónde encontrar la parte que falta, os lo mando por el poder que me ha sido otorgado para controlaros.

Por alguna razón me afecta emocionalmente todo lo relacionado con Ibraam. Tal vez por haber formado parte de sus visiones, algo me me fascina y aterroriza a un tiempo, pues soy supersticioso con tales asuntos.

Por tanto, cuando cae y pronuncia esas inquietantes palabras, me siento desfallecer. Trato de recuperar la compostura al contemplar el arrojo de mi señor, pero es difícil para mí. Me sitúa a su espalda y dejo que los demás actúen, mientras yo contemplo los alrededores con consternación, casi esperando ver aparecer un terrible demonio informe de las ruinas.

De repente todo parece alterarse. Un fuerte viento comienza a levantar arena que parece cegarlos. Una sensación de vértigo hace tambalear a los aventureros que ven su mundo girar con gran velocidad. De repente surge un manto de oscuridad que lo cubre todo. Las frías garras de las tinieblas aferra las sombras de los confusos expedicionarios y los arranca de sus cuerpos arrastrándola hacia el ziguarat escaleras arribas hacia el interior. El mareo se intensifica y una negrura abismal los devora. 

Todo parece volver a la normalidad y poco a poco cada uno comienza a incorporarse. No obstante, algo había cambiado, no estaban en la arena y no tenían las ruinas a sus pies sino que estaban en una especie de cámara grande cavernosa en las que unos cuencos con tea ardiendo se reparten por toda la sala iluminado el interior. Frente a ellos se debate una figura extraña, alta cubierta de pelo, ojos rojos luminosos y una gran mandíbula repleta de finos dientes afiladas. Flanqueándolos hay seis criaturas demoniácas el aspecto arácnido de un escorpión. La criatura ríe con una carcajada infernal que reverbera y parece hablar con una voz profunda y cavernosa que parecía hacer temblar el suelo:

- Burna devuélve a tu padre las tablas de ADAP BELIT-SHERI.

Observo la ciudad que nunca está en tinieblas con asombro, sus luces provocan un efecto siniestro que hace pensar en seres más allá de la comprensión recorriendo sus calles. Al ver caer a Ibraam me acerco a él dubitativo ante las palabras que está proclamando. Pero mi sorpresa no es mayor cuando escucho la declamación de Burna-Buriash, llamar a los demonios de esa manera es signo de brujeria. 

Enarcando las cejas le digo:- ¿Que pretendes llamando a los demonios...?- Pero mi respuesta es cortada por un cambio de escenario llevado seguramente por la magia de los dioses de las estrellas. Veo la imponente figura del monstruo, pero escapo de esa sensación de horror que emana y pregunto a Burna-Buriash mientras saco mi antorcha:- ¡Que es esto! ¿Nos has traicionado?-

En cuanto me repongo de esa extraña sensación veo ante un ser que me deja paralizado por su enorme figura, además no está sólo si no que hay un séquito de criaturas más pequeñas que lo acompañan. Esto es una muerte segura, me quedo quieto, inmóvil, incapaz de reaccionar ante la situación, ni siquiera soy capaz de sacar un arma para protegerme ni proteger a los míos.

Vagábamos por el desierto, cuando unas ruinas salieron a nuestro paso. No hubo apenas tiempo de acercarse a explorarlas, pues una terrible criatura salió a nuestro paso, reclamándole a Burna algo que yo no pude entender. Hablaba de tablas, como las que portábamos, mas no sé qué fin tenían estas, pues nada nos había explicado el Awilu. Bel-Shanaar hablaba de traición, yo no lo tenía claro. Esperé el desarrollo de los acontecimientos, sin dejar que aquella presencia oscura me amedrentase.

Saqué uno de los pergaminos que tenía oraciones de protección mientras que la tabla la rodeé con un amuleto benigno, empecé a recitar las oraciones, mientras paraba para hablarle al engendro demoníaco ¡no la conseguirás dime dónde está la segunda parte y vete!. Después prosigo con mis oraciones...

Me sujeto la cabeza con ambas manos, trato de contener mi temor y lo consigo con un gruñido de rabia. No hay tiempo para vacilaciones.

Así pues, echo la mano a la honda, dispuesto a responder al nuevo reto. La apariencia de aquel ser es terrible, convierte a los hombres hiena en meras comparsas. Pero son sus palabras las que más me afectan y me incitan a la desesperación. Miro hacia Burna con intensidad, pese al choque emocional mi confianza no decae.

—Amo... ¿Qué debemos hacer?—digo en un susurro apremiante

La vida de todos pende de un hilo.