Partida Rol por web

When I think of home, I think of a place
where there's love overflowing.
I wish I was home, I wish I was back there
with the things I've been knowing.

Home - Charlie Smalls (The Wiz)

Haight-Ashbury es un distrito residencial de clase media-alta. Únicamente en este distrito de San Francisco puede uno ver tal colección de hogares del siglo XIX. Los residentes más ricos viven en casas victorianas estilo Reina Ana. Las viviendas más "pobres" son una exhibición de estilos arquitectónicos italiano y georgiano. Repartidos entre estos museos habitados se encuentran apartamentos, casas y pisos. Excepto por el paisaje desnivelado, partes de Haight-Ashbury son iguales al Londres de hace más de 100 años.

De no ser por el inclemente clima, uno podría imaginar a caballeros enfundados en sus trajes y a damas protegidas por sus parasoles paseando por estas calles. Tal y como está, solamente unas pocas figuras con gabardina caminan con prisa bajo la lluvia.

La casa de los Weaver, en el 752 de la calle Ashbury es de estilo victoriano, bien cuidada, con un porche circular y una torre solitaria. A primera vista, todo parece tranquilo. La puerta está cerrada, las cortinas abiertas. Las luces brillan a través de todas las ventanas, y una televisión estéreo da las noticias a todo volumen.

Norna se adelanta hacia la puerta y toca. Tardan en responder y ella mira por la ventana de la izquierda, sin ver a nadie.

Hope... —susurra Lis—. Creo que esos tipos con gabardina y sombrero nos miran... Siguen caminando, pero luego vuelven, y miran de reojo.

-Norna -llamó Hope intranquila, en voz baja-. Es una trampa. Tenemos que irnos. Ahora.

Norna se da la vuelta, con las cejas levantadas.

¿Cómo que es una trampa?

Justamente en ese momento se abre la puerta, dejando ver a una mujer de algo más de cuarenta años. Su suspiro de alivio al ver a Norna es tremendo.

¡Oh, Norna! —exclama, lanzándose a abrazar a su hija—. ¡He estado tan preocupada! ¡No vuelvas a hacer esto nunca más!

Norna al principio parece aún asustada, quizás por el comentario de Hope, pero luego acepta el abrazo de su madre aliviada.

Oh, mamá... Lo siento. Pero es que pasaron muchas cosas. Casi me hago daño en un accidente de coche, y luego... bueno, tuve un encontronazo con el Reverendo Williams, pero ellas me han ayudado. Son Hope y... ¿Lis?

La madre de Norna sonríe cordialmente a las dos Magas.

Vaya. Les agradezco enormemente el haberse preocupado por mi Norna. El señor las bendiga —declara, y se hace un poco hacia atrás para que Norna entre, pero manteniendo la mano en la puerta. No parece tener intención de alargar la conversación.

-Creo que es la Tecnocracia -dijo la Cultista-. Son nuestros enemigos y probablemente... probablemente nos estén escuchando ahora. Tus padres no están ahí y no te van a contestar. Lis, ve al coche y enciéndelo. Vamos a...

La puerta se abrió y la madre de Norna la abrazó. La cara de Hope se tornó en sorpresa. ¿Estaba desvariando? ¿La paranoia la estaba llevando a actuar como una loca? No iba a dejar que la cogiesen desprevenida de nuevo. Se puso un auricular y encendió el Ipod sin sacar la mano del bolsillo.

-Señora, Norna tiene que acompañarnos para ayudarnos en una cosa. No será cosa más que de un par de horas, se lo prometo.

¿Disculpe? Mi hija lleva más de 24 horas desaparecida. Me parece muy bien que ustedes la hayan ayudado a volver a casa, pero, ¿no creen que están pidiendo demasiado? Por favor, acepten mi agradecimiento y déjenme estar con mi hija —responde la mujer.

En su mirada, ambas Magas notan algo extraño. Su patrón vital es extraño, es muy ordenado, como si estuviera tejido artificialmente. En la cabeza de Hope una imagen muy desagradable toma forma, un temor... ¿podría ser un ser humano artificial?

Hope fijó sus ojos en Norna, ignorando a la señora Weaver.

-Norna, piensa en lo que te he dicho antes. No te dejes engañar. Ven con nosotras, San Francisco depende de ti.

No quería iniciar un conflicto que acabase con una pelea, pero la veía venir. Si Norna no salía de la casa por su propio pie iba a tener que hacerlo ella. Y entonces los de las gabardinas harían de las suyas.

Norna se da la vuelta cuando le dices eso, con el ceño fruncido.

¿Pero qué es lo que pasa aho...? —sus ojos se fijan en la nada, como si estuviera viendo algo que nadie más puede ver. En meros dos segundos, abre la boca y se arquea, como si le hubieran dado un golpe en lo más profundo del alma—. ¡Mamá! ¿Qué te han hecho?

Se da la vuelta al mismo tiempo que se aleja de la supuesta señora Weaver, casi cayéndose.

¿¡Quién eres tú!? —le grita a la mujer que está en la puerta, la cual intenta decir algo, pero se queda quieta en el sitio. Algo la sacude, sus ojos se inyectan en sangre y cae desplomada en el umbral de la puerta, con un grito de Norna.

Justo ése es el momento en que a Hope la asalta una seguridad, una especie de rayo de luz. Algo bueno está a punto de pasar. Norna, sin embargo, parece ajena a cualquier cosa que esté sintiendo la Extática, y se abalanza al interior de la casa.

¡Mamá! ¡Mamá! —sus pasos en los escalones resuenan hasta la entrada. Igual que los pasos, múltiples pasos, de los Hombres de Negro que se acercan.

-¡Hostia puta! -gritó Hope al ver caer a la madre entre estertores-. ¡Norna!

Mierdamierdamierdamierdamierda. ¡Estaba pasando justo lo que no quería que pasara!. Entonces Crimson Rider empezó a sonar en su oído.

-As far as the eye can see, sharp dressed fools with their crazy rules here... -cantó llena de rabia, mientras echaba a correr hacia el interior de la vivienda. Esperó a que Lis hiciese lo mismo y cerró la puerta-. ¡No dejes que entren! Saldremos por detrás. ¡Norna!

La Cultista fue a buscar a la chica en la dirección en la que ésta había corrido. Notaba la adrenalina recorriéndola por dentro y el modo en que su sangre oxigenaba los músculos de las piernas, dándole fuerzas para escapar. Su cuerpo sabía lo que tenía que hacer, pero su mente... ¡Simplemente no podía dejar atrás a Norna, no después de lo que le había contado! ¡Tenía que saber lo que iba a ocurrir!

Lis cerró la puerta estrepitosamente y presionó contra ella. Mientras tanto, Hope corría tras Norna, que subía como una posesa las escaleras, hasta el desván. Un par de segundos después de que sus pasos se paren, la Extática alcanza también el lugar. El ático está lleno de telarañas y cajas llenas de cosas viejas. De entre todos los enseres, llama la atención un baúl grande, como de casi dos metros de largo por medio de profundidad y de ancho. No tiene tanto polvo, de hecho, tiene la huella de manos que han estado manipulándola.

Norna también parece haberse dado cuenta, y está congelada ante el arcón, temblando.

-¡Norna, despierta! Tenemos que marcharnos pero ya -jadeó Hope-. ¿Qué es esto? ¿Qué pasa?

La chica señala el arcón, con el dedo oscilando sin sentido en el aire, como si se hubiera convertido en un flan.

Mi mamá... Hope, han matado a mi mamá... —de pronto, el ático empieza a sufrir el poder del decaimiento. A cada lágrima que cae por las mejillas de Norna, las telarañas se deshacen y el crujir de la madera se hace más y más frecuente sólo con la respiración. El metal del arcón se oxida algo más de lo que ya está, y tu ropa, que ya estaba algo raída por lo que pasó en la iglesia, amenaza con quedar hecha jirones: la notas más suelta, y los hilos se separan.

¿Por qué sentías, sin embargo, esa seguridad? ¿O sería que algo anda mal dentro de ti? ¿Puedes haberte equivocado con tu intuición? Fuera de la casa, un sonido que recuerdas de no hace mucho. Motores, motores de motocicleta: muchos.

-¿Qué estás haciendo? -preguntó Hope, asustada. No comprendía aquel Efecto y temía que se desencadenase algo terrible si seguía-. Norna...

Hope no conocía a aquella chica ni podía imaginar bien el infierno por el que debía estar pasando. Su Despertar había sido idílico comparado con aquello. Su cabeza tenía que estar confusa y no debía de saber nada de nada. Y ahora su madre estaba muerta. Hope no entendía nada de su magia, pero sí comprendía cuándo la gente necesitaba una mano amiga.

La Cultista tomó a Norna por los hombros y la abrazó.

Cuando te acercas, tu ropa amenaza con deshacerse hasta que sólo queden jirones. Incluso tu ropa interior empieza anotarse algo más suelta. Pero tu estrategia surte efecto. Rompiendo a llorar, Norna parece tranquilizarse y el efecto para. No obstante, sus consecuencias siguen ahí, y no parece demasiado seguro seguir demasiado tiempo en ese ático.

Norna, ajena a tus preocupaciones, sigue llorando. 

Hope miró alrededor, recordando de nuevo dónde estaban. La zarandeó suavemente.

-Cielo, tenemos que irnos. -Se giró y gritó al pasillo-. ¡Lis! ¿Qué pasa fuera?

Nada ver como se telerransportaba dentro de la casa Lis reacciono por instinto, lo cual teniendo en cuenta la situacion fue disparar sendas veces sobre el tipo. Casi todos los bichos raros sufrian de alergia al hierro a gran velocidad...