Partida Rol por web

El Templo de las Mil Puertas (Imperio Cobra)

Introducción

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19/01/2022, 17:07
Narrador

… En cada una de sus estancias había dos puertas distintas. Eran diferentes incluso para dos observadores que las estuviesen contemplando al mismo tiempo. Los dinteles fluctuaban en el espacio y en el tiempo, mostrando a cada viajero detalles en el tapiz del universo y guiándolos de un portal a otro hasta alcanzar su destino.

Así era como se viajaba en la era de los Dioses. Así viajaban ellos cuando vivían entre nosotros y por eso las ruinas son tan peligrosas. Hace mucho que ya nadie vigila qué clase de criaturas cruza esas estancias vacías llenas de secretos ni a dónde son capaces de llegar.

Utnaspishtim, Oráculo de Khytya

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19/01/2022, 17:11
Narrador

Las naves Cobra han sido vistas de nuevo sobrevolando los pueblos libres. Los leviatanes proliferan en el Mar de la Niebla mientras que las tribus salvajes se preparan para la guerra. Los sabios comienzan a interpretar las señales y todo parece indicar que el Emperador Cobra ha vuelto.

En este relato serás el joven Rohak, que acaba de cumplir su mayoría de edad y es hijo de Tarak, el que se ha convertido en el gran vasîm, el rey de Khytya desde que hace algunos años consiguió la hazaña de derrotar al gigante Polifemo, alcanzar la Isla Cobra y liberar a un grupo de prisioneros, entre ellos tu tío Qimat. Siempre has vivido a la sombra de las increíbles hazañas de tu padre y tu tío. Hasta ahora...

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19/01/2022, 17:14
Narrador

El salón del trono está atestado de gente. El humo de la gran hoguera central inunda toda la estancia y el aire festivo se deja sentir por todos los rincones. El vino discurre sin medida por las gargantas de los que están de celebración, al igual que las viejas canciones desentonadas. Hoy se celebra el Día del Cíclope y todos brindan por el aniversario de la muerte de Polifemo, el caudillo de los gigantes cíclopes cuya hacha pende en la pared, detrás del trono de tu padre. Su muerte puso fin a una serie de incursiones que anticipaban una guerra que los gigantes estaban preparando. De no haber desaparecido su caudillo en aquel preciso momento, los gigantes habrían ocupado cada vez más territorios en la selva y eso hubiera conducido a tu pueblo a una cruenta y larga guerra que probablemente hubiese durado hasta el presente. Todo hubiera sido diferente. Muchos de tus mejores amigos ni existirían, habrían muerto tras años de duros combates y tú no sabrías lo que serían las fiestas en los salones del trono ni las del fin de la cosecha; no tendrías la oportunidad de disfrutar la misma vida que tienes ahora.

Estás agradecido por todo esto y por la apacible vida que llevas en Khytya y sus selvas, rodeado por la belleza de sus puentes colgantes y las edificaciones en madera que abarcan la gran colina junto a la plaza del manantial. Disfrutas de la paz que se respira y de la vida apacible que llevan sus gentes. Pero en el fondo de tu ser, en lo más profundo de tu alma, siempre te quedará la duda de cómo hubiera sido para ti esa otra vida, qué hubiera pasado con Polifemo como caudillo de los gigantes cíclopes. No es que no estés agradecido de la suerte que tienes, ya que probablemente en aquella otra vida estarías muerto, pero no puedes evitar la curiosidad de preguntarte cómo sería vivir ese tipo de aventuras.

Ahora, una vez que el vino sangreselva comience a surtir efecto, los mayores comenzarán a contar sus hazañas, unas historias increíbles en las que aparecen dragones, gigantes, piratas, espíritus de los elementos y hombres cobra. A los únicos que habías tenido la desgracia de conocer era a estos últimos, ya que sus naves vigilaban los reinos libres en busca del diezmo, una cantidad de esclavos jóvenes que reclamaban a todas las ciudades libres. Las más sumisas aceptaban entregárselo para que las dejasen en paz, pero Khytya hacía años que se había sublevado en contra de esa medida y la presencia de las naves Cobra en las cercanías siempre era el comienzo de alguna disputa. Pero esta noche llovía con fuerza, una garantía para que no apareciese ninguna nave Cobra a fastidiar el festín.

Es entonces cuando tu padre Tarak, que hasta ahora contemplaba la fiesta sin dejar de mesarse la barba, se levanta y se sube encima de su trono. Se tambalea por los efectos de la bebida y está a punto de caerse, pero tu padre es hombre templado y consigue mantener el tino hasta que alcanza el Hacha de Gigantes que pende de la pared y la alza mostrándola a la algarabía.

La audiencia rompe en vítores y aplausos cuando contemplan el hacha que tu padre les enseña. Saben lo que aquello significa: el relato anual de la hazaña de cómo tu padre, solo, se había introducido en el campamento de Polifemo y había acabado con él en combate singular, arrebatándole el hacha que desde aquella ocasión se había convertido en el símbolo de la victoria de Khytya sobre los gigantes.

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19/01/2022, 17:29
Narrador

Tu padre comienza el relato y la sala enmudece bajo sus palabras. Siempre comenzaba de una manera diferente; en algunas ocasiones empezaba recurriendo al Oráculo de las montañas para que le encomendara la misión y en otras versiones el relato se iniciaba con tu padre perdido por la selva, incluso había ocasiones en las que seguía a un grupo de gigantes en mitad de la noche para que le condujeran hasta el campamento. Esta noche, tu padre se decide por una versión en la que se había perdido y llegaba por casualidad al semicírculo de tiendas de cuero de elefante que formaba el campamento de los gigantes. Si no recuerdas mal, es la versión en la que tu padre se encaramaba a un árbol cercano y saltaba con su lanza sobre el único ojo de Polifemo mientras el gran gigante dormía. Pero hoy no lo cuenta de aquella manera. Cuando comienza a relatar la historia, reparas en que nunca has oído de su boca esta versión, es completamente nueva y diferente.

Te extrañas y aduces que debe de tratarse del exceso de vino; después de todo, no hay nada extraño en que una persona ebria tergiverse algunas palabras. Pero hay algo en el tono de su voz que no te suena bien.

-Son solo palabras, ¿qué importancia pueden tener? Piensas para tranquilizarte.

Y sin saber por qué, un sentimiento de horror comienza a trepar por tu columna vertebral hasta instalarse en la base de tu cráneo. Tienes un mal presentimiento.

-¡Soy Tarak, hijo de Udath y vengo a matarte! Grita tu padre, en mitad de su relato.

Es extraño, pero de todas las veces que le has escuchado contar aquella historia, nunca le habías oído decir aquella frase. Y es entonces cuando en tu mente se forman de repente vívidas imágenes de lo que tu padre está relatando, pero no como aquellas ocasiones en las que te has imaginado el relato con emoción. Ahora es distinto: los jirones de realidad, el ruido del viento, la lluvia y los truenos de la tormenta se entremezclan con la nueva versión del relato, formando una tétrica pantomima que casi parece real en tu cabeza.

-... Y entonces Polifemo empuñó una enorme hacha que con su tamaño apenas parecía una nudillera con filo...

La historia está cambiando. Pero, ¿qué historia? ¿La que está relatando tu padre? ¿O realmente se puede cambiar la historia?

-Y entonces Polifemo lanzó una embestida que logró rozar a Tarak en el muslo. No era grave, pero lo suficientemente molesto como para hacer que sus movimientos se volviesen cada vez más lentos y le debilitase.

-No, esto no ocurría de esta manera. Piensas, al tiempo que en tu mente se forman las imágenes de la batalla pero deformadas por el viento y la lluvia. Además, en la historia original no estaba lloviendo, ¿por qué aparecen así en mi mente? Te preguntas, desesperado.

Por un momento piensas en interrumpir el relato, pero no lo haces por temor a dejar a tu padre en evidencia.

Finalmente, cuando Polifemo asesta un golpe mortal a tu padre, las puertas de la sala del trono se abren súbitamente por el viento y una ráfaga de viento y agua apagan la hoguera central como por arte de magia. Por un instante se materializa frente a ti un ser de unos cuatro o cinco metros de altura, semidesnudo, con el cuerpo cubierto de pieles y correajes y un solo ojo que refleja la poca luz que queda en la estancia. Un ojo que te mira fijamente. A los pies de la criatura, tu padre yace muerto. El hacha ha resbalado de sus manos y se encuentra tirada en el suelo, a los pies del trono. Sin embargo, la gigantesca criatura continúa empuñando el hacha original de la historia, que le cubre los nudillos de su ciclópea mano derecha.

Miras la penumbra a tu alrededor y todo lo que contemplas son ruinas. Toda Khytya no son más que tocones y troncos ennegrecidos por el fuego. Todo tu hogar no son más que ruinas y puedes ver que hay algunos gigantes que campan a sus anchas entre las retorcidas raíces que permanecen aún erguidas de la Plaza del Manantial. Gritas.

Pronto, un grupo de hombres se afana en volver a cerrar las puertas y atrancarlas con un pesado madero. Acercan antorchas al fuego central y no tardan en conseguir un poco de lumbre que poco a poco va iluminando la enorme estancia y devolviendo el sosiego que arrebató el repentino apagón.

Te diriges hacia donde está tu padre. No está muerto como creías, simplemente terminó por perder el equilibrio y se cayó del trono. Está magullado, pero sano y salvo. Aún se afana por recoger el hacha caída de sus manos. No sabes a qué se debió el lapsus de la nueva versión de la historia, pero nadie, aparte de ti, parece haber reparado en ello.

Sin embargo, el vello de tu nuca se eriza cuando te percatas de que justo delante del trono, donde no debería haber nada, hay un enorme hacha de gigantes. Exactamente igual que el Hacha de Gigantes de tu padre.