Partida Rol por web

El propio aire despedía el inconfundible olor de la batalla. El olor del acero y el hierro, sudor, adrenalina, hierba fresca, sangre...
Los 67 caballeros formaron en línea, a 50 metros de la linde del bosque. La espera era inquietante, los blasones ondeaban con la suave brisa de la tormenta que se acercaba. Por fin las gotas de lluvia cayeron rebotando en las armaduras, mientras los caballos se ponían mas nerviosos, olían el combate. Un rugido sobrenatural resonó en el bosque, apareciendo por la linde un enorme oso negro montado por uno de aquellos salvajes. En un completo silencio fueron apareciendo pictos, armados con lanzas, espadas y hachas, alguno incluso vestía armadura de malla o llevaba escudo.

El silencio era inquietante y los pictos avanzaban en absoluto silencio.

Lo prometido es deuda para un caballero, me hago al lado de Bandelaine y me preparo a luchar junto a él, no Dudare en ayudarle en el momento que lo requiera, así que tendré un ojo sobre los Pictos y el otro sobre el. Afirmo las riendas y desenfundo mi espada, solo espero no caer primero. Con un ademan en el yelmo le indico a los caballeros a mis lados que estoy listo levanto el escudo y espero la orden.

Inquieto sobre su caballo, tan inquieto como éste Sir Waylan sentía correr bajo su yelmo un sudor frío molesto y acuciante. Caracoleaba y movía de lado a lado la lanza al tiempo que ponía sus ojos en el bosque. Los pictos eran terribles cuales demonios del averno con una vestimenta hombruna pintarrajeada. Si caía seguro que hincarían sus dientes en sus carnes sin remordimientos...

Espoleo mi caballo, y procuro colocarme en el mejor sitio que puedo.

Esperando otra vez en una linea de batalla, desenvaino la espada nervioso, mientras voy tirando de las riendas para mantener calmado al caballo.

Bajo la visera del casco a la espera de las ordenes.

Atrás quedó el discurso del conde y el levantamiento de espada de todos los valientes que le acompañábamos ahora. Formados en linea. En silencio. Preparados para darlo todo en el campo, hasta la vida si fuese necesario.

Como unas horas antes, los nervios recorren mi cuerpo. Agarro con fuerza la espada y el escudo, como si eso me fuera a tranquilizar, pero no lo hace. Nunca lo hace. 

Miro a mi alrededor. A mis compañeros en armas. No podría tener a los mejores. Muchos tienen fama de aguerridos combatientes y duros adversarios. Me alegro de estar entre ellos y de su lado, sobretodo ante los pictos.

Alzo la vista al cielo y para mi rezo una rápida plegaria. Y espero el momento. El momento de soltar toda la adrenalina que se acumula en mi cuerpo.

los caballeros se encontraban alrededor del conde, listos en filas preparados para la batalla que se avecinaba,el silencio cuando aquellos salvajes aparecerieon, era sepulcral,solo roto por el piafar de los caballos y sus fuertes resoplidos.

Ser Brynden miró al cielo, mientras los acontecimientos recientes pasaban como un rayo,por su mente...pensó en su hermano,y rezó porque estuviera bien seguro en el castillo,y no le ocurriera nada...pensó en la joven campesina,que se le insinuaba cada vez que el paseaba,por los dominios de su padre allá en Susexx...toda su vida parecia pasar ante sus ojos,ahora que se acercaba a su primera batalla contra un enemigo como aquel...

Sir Art, saboreaba la tensión y el olor a batalla, de hecho, sin ser el mejor de los guerreros, si que sabia manejarse en esos lares.

Sin dar una sola orden, el Conde hace avanzar lentamente, como si de un desfile se tratara, a sus caballeros. La fila se movió uniformemente por el campo. El entrechocar de las armas y el piafar de los caballos, el sonido de las herraduras salpicando en los charcos ocasionados por la lluvia. Las sombras pictas se movían como fantasmas. Era raro, nunca antes habían actuado de esa manera, tan disciplinados y en silencio.
Un rayo cruzó el cielo perdiéndose en el horizonte. Los caballos avanzaban al trote. La línea estaba definida y comenzaban a oírse los rezos y los votos de algunos caballeros antes de la carga. El paso firme de los pictos no menguó en absoluto y ese silencio....no era normal.

Hincho el pecho con desmedida valentía, dándome un golpe en el con empuñadura de le espada, y hago que avance mi caballo a la par que los otros.

Sin decir nada, y apretando los dientes con gran fuerza, lanzo mi primer tajo con rabia desmedida.

Con ansias recorriendo todo mi cuerpo, procedo al avance con los demás caballeros, un frio atípico recorre mi espalda mientras pienso en el resultado de la lucha, levanto la espada a la altura de mi hombro así como mi escudo al otro costado, miro fijamente al espectral enemigo y en nombre Dios me preparo para enfrentar mi destino.

fallé en equitacion, por un poquito.

mientras la linea avanzaba y cogia velocidad, Brynden, alzó en alto la espada,dejandose llevar por el ardor y emoción de cargar junto a tan valientes caballeros,un grito de rabia salió de su ronca garganta,mientras azuzaba a Vermellon,contra la linea de pictos,buscando un objetivo entre ellos...

-Por arturo¡¡¡-el grito de sir brynden,se alzó por encima de el sonido de los cascos de los caballos,mientras una lagrimas recorrian su rostro.

-Por Edmure¡¡¡- 

Poco a poco los caballos aceleran el paso hasta que el retumbar de los cascos sobre la tierra impide oír mas allá del compañero de al lado. Las lanzas bajan prestas contra los enemigos y las espadas esperan impacientes el primer golpe, la primera sangre. Pero los pictos no se inmutan y prosiguen con su avance silencioso dirigidos por aquel que está montado sobre el gran oso negro. Y la suya es la única voz que se oye. Parece un cántico, pero os da igual, cargais con furia y sed de justicia, la lluvia golpea vuestros yelmos y se cuelan gotas por el visor salpicando los ojos y entonces, a escasos metros de distancia de los pictos es cuando los veis bien. Putrefactos y corrompidos, los cuerpos sanguinolentos y llenos de pus emanan un olor nauseabundo. Sus ojos están vacíos y sus cuerpos sin alma.

Y entonces ¡CRACK! las lanzas se astillan y las espadas cortan el hediondo aire. Los caballos trastabilan horrorizados por la magia negra cubiertos de los pedazos de los demoníacos pictos. Trozos de carne y sangre reseca, tripas y acero se fusionan en una amalgama de caballos encabritados, caballeros rodando por el suelo y los nauseabundos y silenciosos pictos pasando por encima de los caídos...