Partida Rol por web

Zulf os hace subir por las faldas de los Aesir. Los gruñidos agudos de los dragones son bastante frecuentes, y en la tranquilidad de este lugar son fáciles de escuchar, pero la mala visibilidad os impide por completo volver a cazar ninguno con vuestros ojos. Finalmente llegais, estais totalmente seguros que éste es el lugar.

Debeis haber caminado otras 8 horas por las faldas de las montañas, y debeis haber estado ascendiendo al menos doscientos metros. Hasta comer ha sido incómodo, pero inevitablemente necesario, pero finalmente estais delante, una gigantesca apertura de hielo se hunde en la más grande de las montañas, las paredes son irregulares y la altura muy difícilmente calculable, pero es una gruta inmensa.... supuestamente... éste es el paso a través de las montañas.... Si todo va bien... en seis días deberíais salir por el otro lado...

No hay monstruos a la vista, y es un buen momento para tomarse un largo y muy merecido descanso. Una fortísima ráfaga de viento huracaado parece intentar empujaros al interior con violencia... confirmandoos que el lugar tiene salida. Que estais frente a las puertas del laberinto

La impresión inicial y el entusiasmo se van apagando a medida que la dureza del viaje aumenta. Sin embargo, las blancas siluetas de unas inmensas criaturas voladoras, a las cuales es difícil fijar con la vista, debido a su camuflaje y a la poca visibilidad, hace regresar el interés en el humano. Debían estar llegando a esa ciudad de los elfos. El ascenso fue todavía más duro que el anterior tramo de marcha. El humo blanco que salía de las bocas, creaba nubecillas tan breves como un latido del corazón. Lo enanos parecían tan cansados como el propio Habib, pero seguían en silencio. Con este terreno, sus cortas piernas no resultaban tan desventajosas, pues no se podía dar largos pasos. 

Cuando llegaron a una inmensa caverna blanca y congelada, agradeció, más que la vista, que era un regalo, el protegerse del viento y la lluvia. Pararon a comer y descansar. Todavía le quedaban dos conjuros de curar. Sería un buen momento para lanzarlos. Una vez les curó, revisó si tenían alguna herida todavía y se las limpió para que pasaran la noche y acabaran de cicatrizar. 

¡Madre mía! Arf... arf... Estoy reventado. Menuda cuesta.

Vorth se dejó caer en el suelo y Plik aprovechó para subirse a su barriga. Era mucho más agradable que tener las cuatro patitas hundidas en la fría nieve.

Se dejó revisar el cuello por el curandero loco. Ya estaba bien. Seguramente debía ser alérgico a los tentaculosos, porque había tardado mucho en dejar de escocerle.

Gracias, Habib.

Habéis visto...-dijo en general-Las bestias del cielo. A lo mejor eran dragones.

Claro que son dragones, pobre paleto que nunca ha salido de su poblado.

La enormidad de la cueva sorprendió a Zybax. Pese a que había recorrido los alrededores de su isla cuando cazaba, lo cierto es que jamás había visto algo tan... colosal.Con todo, no tiene interés en demostrarlo, por lo que oculta su admiración y comenta con una voz que intenta ser natural - Supongo que debemo buscar donde poder, realmente, descansar. En el hielo se duerme, pero uno siempre sigue cansado. Quizás aquí, antes de internarnos en el laberinto, podamos prepararnos para lo que venga... durmiendo! -

El bárbaro agradece al extraño desconocido que ha decidido acompañarlos cuando siente su poder curativo e, intentando mostrarse amigable, pregunta - En tu país, existen cavernas como estas? Y monstruos como los que vimos volando? - añade sin querer ponerles nombre - Por suerte eran muy grandes, no creo que puedan entrar a este lugar - añade con más esperanza que seguridad - y de cualquier manera, esta claro que aquí también deberemos hacer guardias. Supongo que, como siempre, yo tomaré la primera - suspira demostrando un malhumor que realmente no tiene - Como siempre! - añade en un intento de bromear

 Zulf se permitió exhalar el aire que poco a poco se le iba atesorando en su interior, presa de la angustia de no saber con exactitud si era ese el cmaino aseguir, sin lugar a duas Karstark era mucho más ducho en eso de moverse por la intensa y monótona blancura.

 - Llegamos.- Es todo lo que dice a modo de respuesta a las preguntas de Vorth y la inquietud de los demás.

***

 Tras ocho largas horas en ascensión, esperando pasar desapercibidos a las criaturas aladas, el grupo paró para retomar el aliento y masajearse las piernas entumecidas por el frío y el cansancio.

 Poco después de comer, inquiento, Zulf se acercó a la entrada del laberinto en busca de cualquier rastro que indicara la reciente presencia de seres vivos. Se le notaba incómodo y angustiado al tatuado enano.

 ¿Pasaste por aquí Rulf?

Tras asentir a la suposición de que fuesen dragones las bestias aladas, Habib, al cual habían ignorado bastante durante el viaje, respondió a las preguntas de Zybax.

Esta caverna es realmente grandiosa. Posiblemente sí pueda haber alguna tan grande en mi mundo, pero nunca he tenido la oportunidad de verla. Hasta llegar aquí, había viajado mucho, pero no tanto. Lo que es seguro es que, de haberla, no estaría cubierta de agua cristalizada. Claramente, se refería al hielo. Pero aún le costaba acordarse de la diferencia entre hielo y nieve. 

He pensado que pudieran ser dragones, aunque tampoco había visto jamás, y menos blancos como vuestra nieve. De verdad creéis que no pueden entrar aquí? Mirando las dimensiones de nuevo, que eran tan sobrehumanas, que hacían sentir a alguien un insecto. Creo que podría entrar la bestia más grande que me pueda imaginar. Quizá deberíamos buscar un lugar más escondido o seremos carnaza de esas criaturas si alguna vez bajan del cielo y se refugian en guaridas. La lógica de Habib era impecable. Quedarse en la entrada no parecía una opción muy segura. Sin duda habría alguna roca, estalagmita o saliente que les pudiera resguardar o cubrir de las miradas de los monstruos que entraran. Con suerte, y la inmensidad de la gruta, podían pasar decenas de metros sin toparse con ellos. Eso sí, si no se les podía ver a simple vista. 

Con la mirada, buscó una zona próxima más favorable. Habría alguna adecuada?

Te adentras en la cueva, unos veinte o treinta metros en busca de pistas recorriendo toda la zona

Como un experto explorador, buscas pistas de Rulf entre el hielo, a sabiendas que buscarlas entre la nieve y por el camino era una pérdida de tiempo, ahora podrías saber si llegó hasta aquí, o se perdió en el camino. Tras tanto tiempo, sería difícil encontrar rastros de sangre o pisadas, pero sí encuentras finas y casi inadvertidas señales en formas de pequeñas muescas en el suelo y las paredes.

En las paredes encuentras muescas de delgadas uñas, alguna clase de monstruo reptó por una pared vertical... además cubierta de hielo, parece mentira que pueda existir criatura capaz de trepar por aquí, pero tras la experiencia con los rondadores... más vale ser más precavidos.

Encuentras alrededor alguna muesca de un hacha, y un par de virotes rotos, no sabrías decir cuanto tiempo pueden llevar ahí, pero la muesca debe tener menos de dos meses.

Os adentrais en la cueva, Zulf se os adelanta, caminando despacio con su hacha entre las manos, apartando la nieve con su bota y ojeando cada paso de hielo. El resto le seguís, el lugar es resbaladizo, todo el hielo es muy resbaladizo y no sería raro caer sin previo aviso. Os adentrais unos pocos metros más, os despedís de la luz y os adentrais en la oscuridad, el sol se inclina suavemente sin llegar a desaparecer.

Las paredes son irregulares y encontrais un hueco donde encogeros a descansar, en unas ocho horas de descanso reemprendereis el camino a través del laberinto, con la esperanza de dar con los compañeros perdidos y, obviamente, la salida. El interior de la cueva no es menos frío que el exterior, aunque esa es la sensación que da al cobijo del viento en la hendidura y a resguardo de la molesta llovizna

Los sueños, como siempre, son fríos

Antes de dormir, Vorth comparte su don con el frío. Ni Habib, ni Zulf, ni Plik, ni por supuesto el hechicero enano sentirán las agujas de viento cortante en la piel. Con Zybax es más receloso. Aguarda a que termine el turno de ese chiflado desollatuétanos para tocarle mientras duerme. De la manera no homosexual de la expresión.

Es curioso, pero los tentaculosos le han permitido saber cómo de difícil es Zybax de despertar. Aún así Vorth conjura con miedo. Los bigotes de Zybax se movieron como si gruñera. Parecía que se iba a despertar, pero como pasó en la isla de...

Uhm... la isla de Karstark... Estaría bien bautizarlo así, en nombre de un compañero caído.

...pero como pasó en la isla de Karstark...

Isla de Frozy suena mejor que isla de Karstark.

...pero como pasó en la isla de Frozy, Zybax ni se movió.

¿En qué estarás soñando, granuja?

Vorth bostezó y se acurrucó para retomar el sueño. Pronto sería su guardia. Aquella noche sonó con dragones blancos. No los había visto de cerca, y no sabía cómo eran, pero en su mente tenían pelo. El pelo es la mejor solución para combatir el frío, todo enano lo sabe. Así que seguro que los dragones tienen pelo. Y un cuerpo esbelto y flexible. Y una naricilla para oler, seguro que los dragones tienen un hocico negro. Y unos dientecillos agudos y delgados.

¿Plik?-susurró en sueños.

El dragón Plik tenía dos grandes nubes por alas, y las agitaba creando grandes corrientes de viento capaces de tumbar al enano más gordo. Y escupía desde su garganta bolas de pelo mortales que se enredaban en tu cuerpo hasta estrangularte.

Plik... noooo... plik...

El dragón Plik batió sus alas y se elevó una docena de pies por encima del suelo. Quedó allí, agitando las alas nubosas y mirando al insignificante Vorth con aires de superioridad. A continuación, de un mordisco, tomó al enano entre sus poderosas mandíbulas de mustélido draconiano y empezó a masticarle.

Mientras tanto Plik tenía su propio sueño. Recordaba las bolas de carne que preparaba la señora Pok. Una caía al suelo de la tienda y Plik corría para comerla. Pero la bola rodaba y rodaba, y cuando Plik la alcanzaba para echarle la boca, los dientes resbalaban sobre la grasa que revestía la albóndiga y la carne salía disparada de nuevo rodando por la tienda.

Pero estaban allí, a la entrada del laberinto, y mientras dormía, Plik mordisqueaba la bota de Vorth.

- Si, no es mala idea - reconoce Zybax al humano mientras se internan en la caverna. El enano, casi sin darse cuenta comienza a observar las cosas con su visión nocturna, desconociendo que Habib no posee dicha facultad - Quizás allí - señala al encontrar un sitio que considera acorde a su necesidad de dormir

 Tras examinar las cercanías de la entrada del laberinto el humor de Zulf mejoró un poco. Aunque parco en palabras responde a lasa miradas de los compañeros.

 - Otros antes que nosotros alcanzaron este lugar. No hace más de dos meses.- Mirando fugazmente las sombras de las alturas añade en tono bajo.- Y hubo combate, hay marcas de hachazos y cuadrillos rotos... y arañazos que se pierden subiendo por la pared de hielo.

 El tatuado enano exhaló su cálido aliento convirtiendose ese en una nubecilla intangible de color blanquecino en el aire.

 - Que lo sucedido en la isla de tierra nos sirva de experiencia.

 Tras eso el grupo se preparó para descansar los músculos para entrar despejados en el laberinto. Zulf agradeció la atención de Vorth sintiendose reconfortado a pesar del frío que debiera haacer en aquel lugar.

El descanso, con el conjuro reconfortante de Vorth, por lo menos permitió dormir. Pero la incomodidad no permitía recuperarse del todo. Amanecieron y se pusieron en marcha. Habib no tenía antorchas, por lo que, necesariamente, iba a necesitar el recurso de su magia para poder ver dónde pisaba. Aguantó lo que pudo, pero después del primer resbalón, aunque no llegó a caer, tuvo que hacerlo.

Sea la luz. 

De su mano, surgió un punto luminoso que se fijó en la base de su lanza, que Habib portaba con la punta hacia abajo a modo de bastón para el hielo. Además, si luchaba, prefería tener la luz a la espalda que delante. 

El humano, que no conocía la raza de los enanos ni que tuvieran una visión en la oscuridad, no supuso que tuviera que pedir permiso. Así nos veremos mejor. 

Al sentir como la zona se iluminaba, Zybax giró rápidamente y vio como el hechicero encendía su lanza mientras hablaba - Y quien sea que este por aquí, también. No escuchaste a Zulf - le contestó señalando a su compañero - Aquí se combatió. Para que necesitas anunciar a todos que estamos aquí? - le preguntó curioso - A oscuras no se ve tan lejos... pero es mejor eso a que nos distingan desde la distancia -

 Zulf también se gira sobresaltado buscando el punto de luz repentino que había aparecido. Al ver al humano hacer eso, se calmó en parte mientras asentía a las palabras de Zybax.

 - Parece que no te ha costado mucho hacer luz... mejor hazlo si hay problemas y nos atacan... no antes para atraer más. Anda junto a Vorth, mientras Zybax y yo cubrimos la retaguardia y el avance.

Vaya, vaya...

Vorth mira con curiosidad la luz de la lanza.

Bueno, aunque no sea algo muy útil, sí es original. Tienes una magia muy extraña para mí, Habib: cierras heridas, creas luz... Yo no sé hacer nada de eso.

Miró la punta del bastón y dió dos golpecitos en el hielo intentando que se iluminase. No había manera. En verdad Habib debía de ser muy popular en su tribu si podía hacer semejante truco de luz. Los niños debían adorarle.

Fiiii-fuuuu... Fiiii-fuuuu...

Vamos, Plik. No quiero que te pierdas en el laberinto. Métete en mi mochila. Descansarás sobre las pieles. Pero luego tenemos que venderlas, así que no hagas pipí ni popó sobre ellas.

Abrió la mochila y la dejó a ras de suelo para que el armiño se cobijara dentro.

Zulf abre la marcha, seguido por Vorth y Habib, y rematando la formación Zybax. A los pocos minutos la luz de Habib se desvanece y debe poner la mano sobre el hombro de Vorth para guiarse, junto a los dedos del humano se escuchan gruñiditos desafiantes que le hacen cambiar la mano de sitio contínuamente durante el trayecto.

Avanzais al menos un par de horas, protegidos por la magia de Vorth, deseais encontrar la salida, deseais encontrar a vuestros congéneres perdidos, y deseais encontrar un sitio adecuado en el que descansar un solo día como jefes enanos. Afuera el sol debe haberse puesto hoy- piensan los tres enanos.

El silencio en el lugar es sepulcral, ni siquiera el sonido de una gota de agua cayendo del suelo o un pedacito de hielo que se fragmenta. El avance resulta proféticamente apocalíptico. Da la sensación en cada paso que dais, que tras vosotros se cierran las paredes empujandoos hacia el único camino: adelante. Volver la vista atrás os reconforta desmintiendo la claustrofóbica sensación, no es el caminar hacia las profundidades, se trata de caminar hacia las profundidades en las que otros han desaparecido.

Zybax y Zulf detienen la marcha, ambos en silencio, Zulf deteniendo a Vorth y Zybax dando un tirón a la capa de Habib, en silencio. Ambos miran a un lado de su comitiva, el hielo está tomando forma, ahora sí se escucha ese terrible crepitar, una figura algo más alto que Habib se acaba de alzar de la nada a vuestro lado y por unos segundos permanece impasible

Está completamente formado por hielo, sus ojos son vidriosos y dos enormes cuernos de hielo sobresalen abominablemente de una cabeza bastante pequeña. Allá donde deberían estar su antebrazo hay un recubrimiento de hielo exageradamente ancho y escarpado, deducís que golpeará con esto... y que es suficientemente fuerte para mataros.

El monstruo avanza algunos pasos hacia vosotros y entonces se detiene para exhalar un horrible alarido, profundo, conmocionador. Es como el frío clima que habeis soportado hasta venir aquí, el sonido os golpea en la cara haciendoos sentir diminutos pinchazos en las mejillas y obligandoos a apartar un momento su imagen cubriendoos con el brazo. La escarcha empieza a brotar de vuestra cara y vuestras armas mientras dura el rugido.

- Pero, que es eso? - Zybax se sorprende un momento antes de aferrar su hacha y mirar con los ojos abiertos la masa de hielo que tiene enfrente y que los daña solo con gritar

- Yo siempre lo dije - comenta en voz baja, mientras aferra su hacha con fuerza y se prepara a atacar - El hielo es peligroso - completa casi con verguenza, al ver cumplida su profecía

Vorth sintió por primera vez lo que significa sentir el frío en su piel. Y no le gustaba. El alarido helado hasta se metió por sus orejas y le congeló la sangre del cerebro.

Ffffffff... ¿Que... quequeque es esssssssososososo?-preguntó a la vez que Zybax.

Se frotó los brazos pasando el bastón de una mano a otra para tener la otra libre en las friegas.