Partida Rol por web

Registrais los cuerpos, con toda seguridad esos hombres pez no se habrán quedado tranquilos, y lo que tarden en echar de menos la partida de caza enviarán otra más numerosa para recuperar su túnel. Echais marcha atrás mientras la tenue luz de la lanza de Habib se va apaciguando hasta de nuevo sumiros en la cómoda oscuridad que seguramente os ampara y protege de criaturas que no reparan en vosotros más que de cualquier otra mortal criatura del laberinto.

Volveis a la encrucijada y tomais con la cabeza gacha el camino que había señalado Zybax, de nuevo volveis a un túnel grandioso, colosal, cuyas paredes y techo quedan fuera de vuestro alcance visual y cuya distancia arrastra el eco de vuestras pisadas dejandoos imaginar la grandeza del lugar. Algo se mueve inquieto en las paredes, os observan, y lo sabeis, pero no alcanzais a ver nada, ni siquiera cuando Zulf da sin avisar unas zancadas en dirección a una de las paredes con tal de pillar desprevenido a quien pudiera estar observandoos.

Caminais casi el resto de la jornada, de nuevo y al igual que el otro túnel éste hace pendiente de bajada, pero no tan pronunciada. Vuestro entorno se vuelve más opresivo cuando todo parece transformarse en un bosque de estalagmitas heladas, en su mayoría finas y cristalinas de un metro y medio de alto. Habib tropieza continuamente, su mano a tientas va tocando las extrañas y frías formaciones heladas junto a las que vais paseando.

Por fin, vuestros ojos alcanzan a ver el fácilmente distingible punto que vuestros jefes os habían indicado: La pared del dragón. Vuestros ojos se maravillan y quedais boquiabiertos por la imagen perfecta y nítida de la mística criatura, éste no es como los dragones de los que hablan cazadores y viajeros de Midgunheïm (pequeños, salvajes y flacos), éste es enorme, de un blanco apagado, su cuerpo tiene numerosas marcas que probablemente haya causado el tiempo, se encuentra cristalizado, inmortalizado en el interior del propio laberinto, no se admira la profundidad de la pared de hielo pero podeis sentir el sobrecogimiento de encontraros ante algo tan grande, dais un alto para deteneros, descansar, y comer.

Nada de lo que poseían los hombres-pez interesaba a Habib más que la maloliente comida que proporcionaban sus cuerpos y las raciones que portaban. La luz se acabaría antes de lo deseado, como siempre, así que debía darse prisa en estudiar su collar. Un collar valioso sobre todo porque era mágico. Pero qué poderes tenía? Observó su aura y pudo reconocer el color característico de una de las líneas de poder. Pero necesitaba saber más para comprender su esencia y sus secretos. Siguió investigando, lanzando más conjuros si era necesario, incluyendo el de luz. 

Una vez terminaron, recogieron. De nuevo la oscuridad y el silencio. Con el tiempo había aprendido a sintonizarse sensitivamente con sus compañeros. No hablaban, pero su respiración, sus gruñidos, el ruido de sus pasos o la falta de los mismos... le daban una indicación de si estaban cansados, preocupados o alerta. Hubo varios momentos en que deseó poder romper el silencio sin perturbar el eco de la gigantesca estancia helada. Por ejemplo, cuando notó a los enanos inquietos. Presentían algún peligro? El caso es que no pasó nada. Una suerte, pues no estaba para otro combate.

Repasó sus últimas aventuras en ese nuevo mundo. El camino se lo permitía. No había dejado de aprender, de salvar sus nuevas y antiguas limitaciones, de sobrevivir... Sentía un gran dolor y agotamiento, pero algo le hacía sentirse orgulloso y satisfecho. Se sentía más fuerte aún así. 

Por fin, tras muchos tropiezos y el encuentro con las columnas de hielo que emergían, picudas, del suelo, Habib pudo parar. Los enanos se sorprendieron de algo que vieron, lo notó. No pudo evitarlo, lanzó una luz a su lanza y contempló una pequeña parte de un gigantesco dragón petrificado, congelado o las dos cosas a la vez. Eran minúsculos como insectos a su lado. De repente, el corazón del hechicero se aceleró. No sentía miedo, era una mezcla de emociones. Excitación... compasión y odio a la vez. Un dragón blanco. Unas palabras surgieron de su boca en dracónico, un lenguaje que no comprendieron sus compañeros, o sí. 

Shaaargorruuum, ordiumi. Shaaargonaar, dervami.   Sonaba como lo haría un ser mucho más grande. Y mientras hablaba, su pecho se hinchaba terriblemente y se vaciaba de repente con cada sílaba. Sonaba sobrenatural y sobrecogedor. Algo de su herencia se había despertado? El caso era que el humano calló de repente confuso o inmerso en una revelación. Algo había pasado. Los enanos no podían imaginárselo. 

Se tocó de nuevo el collar, se lo quitó y lo volvió a estudiar. Aunque estaba cansado, no podía dormir todavía. 

Descansa para siempre, mi enemigo. Descansa en paz, mi hermano.

Zybax, finalmente, detuvo su marcha para mirar a la enorme bestia encerrada en el hielo - Si, el hielo es muy peligroso - murmuró para si mismo al observar el tamaño del inmóvil Dragón.

Sin embargo, repentinamente dejó de mirar a la enorme criatura para observar a su nuevo compañero. Que estaba diciendo? - Que es eso? - terminó preguntando algo preocupado - No hagas esas magias tuyas aquí. Porque si "eso" se despierta no tendremos ninguna posibilidad - agregó mientras miraba a su alrededor buscando alguna salida

- Debemos seguir a la derecha, por allá - levantó la mano del hacha, la única que tenía libre por llevar el arco en la zurda - Y luego siempre a la derecha, pero antes debemos recuperarnos. Fue un largo camino desde que acabamos con esos hombres pez - comentó mientras sus ojos buscaban un hueco entre las estalactitas que les sirviera de campamento

- O sea... descansar, dormir, y avanzar hacia la derecha... no hacia otro lado SIEMPRE DERECHA - insistió esperando que esta vez el resto del grupo no lo llevara por el camino incorrecto

Habib, todavía en trance, contestó a Zybax, temeroso de que despertara al dragón. 

Es la lengua milenaria del dragón. Tiene poder cuando se pronuncia delante de un dragón... o por un dragón. Se giró de repente hacia el guerrero. No se despertará, tranquilo. Está muerto. La última palabra resonó con el eco de las heladas y lejanas paredes... ...uerto ...erto ...rto...

Cuando terminó de examinar el collar, se curó parte de las heridas con el último conjuro que podía lanzar, dejando una curación menor para Vorth. Luego atendió las heridas de todos con sus habilidades. Al menos sanarían mejor al descansar. 

Dejadme la última guardia. Vorth, me dejarás a tu querido acompañante peludo para que sea mis ojos?

Wow... es más grande que una montaña... no que esta montaña, porque sino no cabría, pero sí de una montaña más pequeña. Un dragón...-y repitió-Wow.

Plik estaba igual de estupefacto que su amo. Se mantenía de pie sobre sus cuartos traseros, alzando el cuello para ver al dragón. El dragón blanco... el armiño blanco... Por fin se encontraban, hocico a hocico. Solo que uno estaba muerto... o eso decía Habib. Así que Plik salía triunfador en este encuentro. Aún así, el mustélido se mantenía respetuosamente callado ante su "igual".

¿Eh, qué? ¿Qué dices, Habib?-intentó apartar su mirada del solemne espectáculo pero no lo conseguía-. ¿Plik? No sé, Habib... desde que entramos en el laberinto, el pobre ha estado sometido a mucho estrés. Creo que Plik preferirá hacer la guardia conmigo por esta vez...

Oh, ¿sabes qué? Lo arrullaré para que se duerma durante toda mi guardia y lo despertaré para al final. Así no tendrá sueño estando contigo. Después de todo tú siempre estás curándonos y nosotros no te estamos dando nada a cambio. Salvo comida de pescado, claro, pero sabe tan mal que no cuenta.

Espera... ¿significa eso que vamos a descansar aquí? ¿Junto a eso? Aunque sea verdad que esté muerto... yo tengo la sensación de que en cualquier momento el hielo se va a resquebrajar por el peso y el dragón se nos va a caer encima.

...-Vorth se echó un vistazo a los arañazos. Daba grimilla ver los surcos rojos en la piel.

Vale, por mí no hay inconveniente. Descansemos aquí.

Habib, ven

Puedes ver como a partir del iceberg en el que el dragón está encerrado surgen dos enormes túneles, uno por su derecha y una a su izquierda, la voz, masculina y grave, proviene del túnel izquierdo. Sientes una pulsión magnética en el guantelete, como si por un momento se hubiera sentido atraído por ese camino.

Escuchó su nombre claro como la agradable y masculina voz de su querido amigo, al que no había dado nunca por perdido, Rhaz. El guantelete le atraía hacia un túnel escondido por la inmensa mole congelada del dragón. Todo indicaba que no era casualidad, era una revelación. 

Su corazón daba brincos por la excitación. De verdad era su amigo? Pronto lo sabría. Tenía tantas cosas que contarle. Avanzó lento al principio y cada vez más rápido, a medida que la ansiedad le invadía. Rhaz, Rhaz, eres tú? 

La epifanía continuaba.

Colocais los petates y haceis las guardias, no podeis descansar del todo bien bajo la presencia del dragón*, los sueños son todos agitados y turbulentos, movidos por terrores infantiles pero que cobran de nuevo sentido en el laberinto,  aún así el suelo es regular y con vuestros petates os levantais suficientemente listos para continuar otra jornada más.

Comeis cómodamente, en círculo, mirandoos unos a otros y mirando divertidos la mirada perdida de Habib al comer y los gestos a tientas buscando el siguiente pedacito de sushi. Unas pisadas cercanas os hacen llevar vuestras manos a las armas, pero permaneceis agachados en el bosque de estalagmitas, parece algo grande, lento y pesado... tal vez más de uno... ¿más de dos?, no se escucha su respiración, solo los pasos, de repente en la cercanía se detienen y no vuelven a escucharse, cuando uno de vosotros se atreve a levantarse y ojear alrededor no hay nada, terminais vuestro desayuno y os dejais al alcance algunos pedazos de pescado más para ir picoteando en la marcha y no hacer un alto para comer si no es necesario, cuando creeis oportuno, cojeis vuestras mochilas y os poneis en marcha.

El iceberg en el que el dragón está helado se extiende hacia ambos lados, parecería que éste es el centro de una gigantesca sala si no fuera por las indicaciones de Argo, sabeis que este muro de hielo se extenderá hacia ambos lados en muchas millas, en dos largos túneles cuya distancia es difícil de adivinar. El largo y oscuro camino a vuestra derecha, o el largo y oscuro camino a vuestra izquierda.

Finalmente, al despertarse, Zybax se desperezó y revisó sus heridas, más preocupado de lo que quería reconocer por la profundidad de algunas de ellas, pero poco dispuesto a expresarselo a sus compañeros - Un nuevo día de viaje en el hielo, que es peligroso, como mi hacha - declaró convencido antes de elevar su arma y señalar al túnel de la derecha

- Y esta vez sabemos hacia donde debemos ir... la derecha - sentenció seguro antes de repetir su peculiar versión de las indicaciones recibidas en la aldea - Recuerdan: "Central hasta Dragón / Derecha hasta Escarcha que son peces / Y derecha y más derecha y más derecha hasta salir... Y NO escuchar al Wendigo" - repitió nuevamente - Así que debemos estar atentos a los peces que son escarcha... pero mi hacha podrá con ellos... porque es peligrosa, más que el hielo - aseguró, esperando que esta vez nadie discutiera la dirección a seguir

¿De verdad sabemos a dónde ir? Derecha, sí, para llegar a la ciudad de los elfos... ¿Pero y si nos damos media vuelta? Quiero irme a casa... Podemos decir que el camino estaba taponado de hielo... por algún derrumbe... Decir que el camino a la ciudad de los elfos jamás podrá volver a ser recorrido...

Estoy cansado... y he... he soñado cosas horribles. Es un mal augurio. Sí, es un mal augurio... moriremos si seguimos adelante.

Antes de descansar.

Habib buscó siguiendo la voz de su amigo en la dirección del sonido y de la indicación del guantelete. La luz de su lanza le permitiría unos minutos de esperanza. Tras un rato, sin más señal y sabiendo que no le quedaría más remedio, regresó al improvisado campamento. 

Allí revisó el collar de nuevo. Sabía el aura, pero podía activarlo y así intentar conocer sus poderes. Lanzó un detectar magia y otra luz. Con paciencia buscó la manera de activarlo. Por seguridad encaraba el objeto a una pared o a una de esas formaciones verticales de hielo. 

Una vez terminó, se acostó, aunque se tendría que levantar para hacer la guardia. 

El descanso no había sido muy cómodo, y el frío era un impedimento, pero la presencia del dragón no le infundía ninguna inquietud. Tuvo sueños agitados e intensos aquella noche. Eran tantas las cosas que tenía que ordenar en su mente? Tras el sueño, se sentía en forma. Sólo un poco dolorido en sus múltiples heridas y magulladuras, mas no incapacitado. Sus compañeros ya estaban en pie cuando él abrió los ojos. No se había dado cuenta a pesar del jaleo. Estaban hablando de por dónde seguir. 

Oh, no dudo que por la derecha estará la ciudad de los Elfos, queridos camaradas, sin embargo, mi intuición me dice que debemos ir por la izquierda, al menos un tramo corto. Creo que mi compañero Rhaz está por aquel otro tunel. Señalaba a la izquierda a través de la mole del dragón como si no tuviera la menor importancia y fuera un bloque de hielo más. Os pido que le busquemos y después os acompañaré adonde vayáis. Si no, tendré que marchar solo. Lo siento. Es un riesgo para mi vida, pero he de hacerlo. Si no queréis desviaros, lo comprenderé. 

 La presencia de aquella mole había dejado a Zulf especialmente silencioso, la imagen de aquella gargantuesca figura enterrada en el hielo había calado en el interior del guerrero. La presencia del dragón, las heridas, el haberse topado con todos esos peligros empezaban hacer mella en el guerrero.

 Tras el descanso, destemplado aún, las palabras de Vorth le impactaron. En lugar de negarse a ellas de forma testaruda, como hubiera sido habitualmente, lo tomaron a contrapié, destemplado, cansado y fatigado. Y solo por ello fantaseo momentánemente en seguir las palabras, dar la vuelta. Olvidarse de estos peligros.

 Pero de repente, su sentido del deber, para con el pueblo, y en especial para con su familia echaron de una patada tales pensamientos.

 - No es posible. Tenemos un camino, y un beber, no tenemos elección, hay demasiado en juego. No podemos fallar al pueblo. Y aún no he encontrado rastro de Rulf, debe estar más adelante.

Cr... creo que lo comprendo, Zulf. Nada de huir.

Habló la resignación. Habib estaba dispuesto a ir solo en la oscuridad, pero Vorth no se atrevía a desandar todo el laberinto sin nadie que le protegiese.

Nosotros seremos la próxima expedición en no volver...

Habib, no sé porqué estás seguro de que ese Rhaz está por ahí. ¡Puede que ni siquiera alla llegado desde vuestras tierras de arena! Cuando dices tu compañero... ¿te refieres como una enana es compañera de un enano? Porque sería raro... ¿O eres una hembra de tu especie?

No sería raro que Habib fuese una hembra, después de todo ni siquiera tenía barba. Como los hombres-pez que no dejaron de atormentarles y llenarles el estómago, que tampoco tenían barba, así que también deberían de ser, probablemente, hembras.

Tras escuchar a sus compañeros Zybax meneó la cabeza y se encaró con quienes dudaban - Volver? Ahora? después de lo que hemos pasado? Acaso tu explicarás en el pueblo porque Karstark no está con nosotros... sin poder mostrar el éxito de nuestra misión? - le preguntó a Vorth

El enano aferró con fuerza su hacha e insistió - NO! No podemos volver y en cuanto a ir por la izquierda... - El efecto de la magia de Habib aún burbujeaba en su cuerpo y Zybax no sabía como negarse a su petición - Y porque crees que ese Rhaz que nombras está por el otro lado... no quisiera encontrar más problemas de los que necesitamos... como esos pescados con tenedores gigantes - se intentó explicar

- No quisiera dejarte ir solo. Haz demostrado ser un buen compañero... pero debemos ir hacia el otro lado. Porque crees que está por allí? Acaso lo escuchaste? El bárbaro intentaba encontrar una razón que le permitiera plantearse una nueva dirección, aunque la misma no le gustase - Si solo lo supones... lo siento, quizás sea mejor que nos acompañes - curiosamente, pese a su habitual malhumor Zybax habló con calma y cierto grado de compasión - No vale la pena que mueras solo por una suposición - completó antes de aferrar su arco y prepararse para avanzar por el camino de la derecha

- Pero es tu decisión. Si no estás seguro... -

Vorth nota cómo la magia de Habib cierra los horribles cortes por las garras del hombre pez.

¡Reunión de enanos!

Se llevó a Zulf y a Zybax a parte y pasó sus manos por los hombros de sus compañeros haciendo un corrillo.

Pssst... ¿Qué hacemos? Nos acaba de curar por enésima vez... Para no ser un enano, es buena gente. No me siento muy bien dejándole solo. Y el pobrecillo ni siquiera ve en la oscuridad... ¿cuánto podrá andar antes de que se desoriente en el laberinto?