Partida Rol por web

El viaje del Uthero

Bajo la sombra (Escena II)

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27/09/2016, 03:51
Director

Llevaban días navegando, ayudados por un extraño viento que parecía responder a un deseo colectivo: salir de allí cuanto antes, poner cuanta más distancia mejor con el imperio dorado y su capital. La velocidad que desarrollaban era ciertamente increible, como en una tormenta con el viento a favor y con una corriente a favor. ¿Veinte, quizás veinticinco nudos? Impresionante, imposible. Pero ahora lo imposible comenzaba a formar parte de lo cotidiano.

Mantener en secreto el corazón de Hyrkoon era imposible. Todos habían sido testigos de su poder. Acordaron custodiarlo bien en la nave capitana, bajo llave y no al alcance de cualquiera. Pero la madera está en contacto con la madera, y su poder se dejaba sentir. Había deseos más mundanos que otros, pero solo su fuerza era lo que interesaba. Por eso, Dan Rogare se vió sorprendido por el asalto sexual de la Mantícora cuando estaba durmiendo en su coy. Sus sueños, al parecer, ejercían un efecto muy poderoso. Cierto era también que ella había buscado aquel encuentro desde que le echó el ojo encima. ¿Era un asunto relacionado con el corazón o mera coincidencia?

A pesar de sus recelos contra él, el maestre cuidó de Valença durante los tres días que pasó alternando fiebres con largos periodos de sueño. La magia de Liv no podía hacer nada, por que había consumido gran parte de su fuerza vital al usar la caja de aquel modo tan poco profesional, burdo. No era un iniciado en la magia, como tampoco lo era Ben. Él, sin embargo, se recobró el segundo día. Valença tenía que terminar de reponer su fuerza vital, y eso solo se consigue con reposo y alimento.

Cuatro días bastaron para que pudiera incorporarse y caminar. No muy del todo bien, pero al menos tenía fuerzas para no parecer un lisiado. Doblaron entonces el cabo de Leng Ma y dejaron atrás Turrani, localidad que no visitaron por mera prudencia. Los marineros habían recobrado algo de confianza, y con ella, la velocidad del navío volvió a ser normal. Eso dió más tiempo a los convalecientes para recobrarse, para mantener reuniones con debates encendidos sobre lo que habían hecho mal, sobre el futuro de la expedición. La flota de Braavos fue llamada a través de la vela de cristal, y se informó al señor del mar. Necesitaban un descargo, órdenes directas. Las palabras fueron concisas, "vayan a Asshai y sigan con nuestro primer plan. Hagan dinero, usénlo bien". La armada de braavos, una gran flota con más de ochenta barcos, inciaba su singladura para reclamar la isla de Marahai y su presencia en aquellas aguas. Entretanto debían procurar "arreglar lo que habían roto, conseguir puertos seguros donde podamos atracar y hacer riquezas".

El panorama pintaba sombrío. ¿A donde ir? Quedaba descartado el imperio, y posiblemente también Leng, debido a sus afinidades culturales. Solo quedaba Puerto Moraq, el oscuro destino de Jinqui y el aún más oscuro Asshai. Sin embargo, sabían que en aquel puerto las riquezas eran abundantes, que se pagaba un alto precio por cualquier mercancía. Un precio en oro puro. Esa era la clase de monopolio comercial que Braavos necesitaba, y el lugar donde poder plantearse su próximo destino.

Valença apenas opinaba en aquellas reuniones, y cuando lo hacía, siempre acababa discutiendo con el maestre y sus "geniales planes". Sin embargo, él le recordó que no había sido el "genio" que había dado al traste con la alianza robando el objeto más valioso del mundo. Tampoco había sido él el que había cubierto la retirada con una tormenta de fuego que había destruído gran parte del puerto de Yin y matado a incontables personas. Callaron, haciendo acto de contricción.

El horizonte se ensombrecía, y también sus corazones. Al décimo día, la costa estuvo a la vista. Un viaje que normalmente tomaba casi un mes, hecho en menos de catorce días. Tal había sido la rapidez de aquella magia extraña. No habían hablado nada de la profecía, y poco sobre el corazón. Solo susurros, historias arcanas sobre el legendario Hyrkoon, según Liv, el "primer príncipe prometido", "el paladín de la luz", "aquel que derrotó al gran Otro". En vista de los poderes de aquel órgano, no estaban en disposición de negar leyenda alguna. Y se aproximaban a un lugar que era una leyenda en si misma. El puerto del confín del mundo, la ciudad de los brujos, atadores de sombras y nigromantes: Asshai.

El agua era oscura y fría alrededor del cabo del Azafrán nada crecía. Ni plantas, ni peces, ni aves. Solo frío y silencio, el rumor del agua y el viento golpeando contra las rocas. Unas negras nubes tapaban el cielo, consumiendo gran parte de la luz. El aire susurraba de un modo que ponía la piel de gallina.

Allí estaban, finalmente, frente al puerto. Grandes estructuras, alguna de ellas parcialmente sumergidas por algún tipo de cataclismo. La ciudad, pequeña, amurallada, tenía altas torres de piedra negra. La sombra era, literalmente, la que proyectaban las oscuras rocas de las grandes cordilleras circundantes. Solo una vez al día, cuando el sol pasaba por la bocana del puerto, se disfrutaba de una luz macilenta y malsana.

Un silencio sepulcral, poca actividad en el puerto. Todos se sentían bastante inquietos, excepto Liv. Sentía el poder, sabía que estaba llegando a la casa madre de su religión, al templo de templo. Allí gobernaba, según contaban las leyendas, la Reina Sacerdotisa, una mujer que decían que había vivido más de doscientos años sin perder su juventud.

Los marineros se agolparon en la cubierta, curiosos. Vieron a algunas personas en el puerto, unos pocos barcos. Por doquier, estatuas blasfemas de dioses olvidados y demonios poderosos, labradas en una piedra negra y aceitosa, sacada de canteras en aquella misma cordillera. Nadie salió a recibirles, solo miradas hoscas y silencio. Algunas personas se metieron en sus casas. Otras, que tenían el rostro tapado por máscaras, les miraban con insistencia, como si más que personas estuvieran contemplando a raros y curiosos animales.

Se echó el ancla, se prepararon los botes. Si Asshai no iba a ellos, ellos debían ir a Asshai.

Notas de juego

Introducíos a vuestro gusto.

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27/09/2016, 13:24
Valença

Iban de maravilla en maravilla y el mercenario aún no se había repuesto de una que ya saltaban a la siguiente. 

Valença, finalmente, parecía físicamente recuperado de... de lo que fuera que le había pasado, pero su alma... Su alma quizás no. Sentía un extraño peso en su interior. Algo había cambiado y no sabía muy bien si a mejor o a peor. Le habían dicho que había pasado unos días enfermo, pero él sólo recuerda fragmentos de sueños extraños, visiones oníricas de lagos subterráneos de sangre donde él era una gota que caía en un enorme lago viscoso de sangre. Una gota en un océano de sangre. Recuerda haberse diluido en ese mar y por un momento sentir una enorme dicha. Era como ser millones de seres a la vez. Experimentar lo que deseaba de cada uno de ellos... Pero de golpe se vio arrancado de aquel baño con brusquedad y se vio a si mismo flotando sobre él, desnudo. Como si hubiera vuelto a nacer. Recuerda la sensación de fastidio. Le hubiera encantado seguir siendo parte de aquel mar de sangre.

Durante el viaje se había planteado abrazar a R'hllor. Sabía que aquel corazón tenía conexión con el dios de la sacerdotisa roja. y también le habían explicado como ella había convertido la flota oriental en cenizas con un gesto de su mano. Y todo gracias a aquel corazón. Y a la fe de Liv. Había tenido alguna conversación con ella sobre el hecho de abrazar su fe, pero Valença se mostraba torpe al hablar de ello. Es hombre de poca fe, al margen del Dios de la Muerte, el único, hasta aquel momento, que se manifestaba en la tierra. Valença sentía inquietudes por R'hllor, pero no estaba seguro si era buena idea sumar más quebraderos de cabeza a los que ya tenía.

Habían llegado a Asshai. Aquel lugar remoto era mucho peor que inhóspito, pero Valença, acodado en la borda, tenía muchas ganas de bajar. Tenía miedo, pero algo en lo más profundo de su corazón le decía que allí habrían respuestas. Había sido de los primeros voluntarios en querer subir al bote.

Helyx, si querías ver mundo, creo que no encontrarás un lugar igual que este en todo el orbe.

Y aunque quería sonar seguro, sentía una profunda desazón en su interior. Era como adentrarse en el castillo de la bruja de los cuentos que le leían cuando era pequeño.

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27/09/2016, 23:29
Liv

Él cómo habían escapado de aquella ciudad le había dejado en claro a Liv que su señor había estado con ellos. No le imoortaba como lo habían logrado aunque algunos detalles habían ido saliendo a la luz por aquí y por allá. Sin embargo habían metido a la sacerdotisa en una especie de introspectiva que no podía ignorar, necesitaba estar en comunión con R'hllor para que las cosas pudieran salir como era debido.

El tiempo había volado, no, ellos habían volado y era por un deseo colectivo que no podían ignorar. A Liv nunca le había asustado nada pero aquel poder era fuerte y ella tenía que aceptar que había tenido mucha ayuda, su señor no la abandonaría nunca y ahora con el corazón de Hyrkoon menos que menos.

-Nunca más estaremos solos.

Ella nunca lo estaba en realidad pero ahora las cosas tenían un sabor distinto. Además, no se había quedado con las ganas de hacer pagar a aquellos malditos por haberla tratado de aquella manera. Sonrió brevemente, estaba en la borda mirando al horizonte, no se podía hacer mucho ebbubb barco y el encierro por momentos, cuando no estaba diciendo oraciones, la volvía loca.

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28/09/2016, 01:46
Helyx Longstrider

Miraba todo con curiosidad. No había estado en Asshai, no hasta entonces, y eso que había recorrido gran parte de Essos, hasta Qarth y Vaes Dothrak. Conocía incluso la ciudad de los hombres alados, y había pasado unas semanas en Carcosa. Pero la ciudad negra, como se la conocía en Leng, no la había visitado por mera superstición. Los magos no le gustaban, y el sentimiento era recíproco. Pero ahora los necesitaba. Solo la magia podía volver las tornas a la hora de derrotar al rey amarillo, que era un poderoso hechicero.

-Sin duda, sin duda.

Miró todo con curiosidad. Había escuchado historias del lugar, y ninguna era bonita. Según decían, no había ley en Asshai, solo la que imponía la Reina Sacerdotisa. Por si acaso, llevaba bien a mano el arco y la espada.

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28/09/2016, 15:14
Connor

Sin duda el escape de la ciudad imperial no fue como se esperaba el antiguo Guardia de la Noche. Había visto cosas increíbles Más allá del Muro, pero esto había excedido sus expectativas. Pero también le había despertado mucha curiosidad. La forma en que los guardias se habían retirado sin luchar, mientras el braavosi corría con esa extraña caja, la forma en que todo el puerto y flota había explotado en llamas con un simple gesto de la sacerdotisa, le hacía pensar que no sólo la caja era poderosa, sino que Liv era más poderosa de lo que parecía en un principio.

Sin contar la velocidad de navegación que habían alcanzado durante el viaje. ¿Cómo es que el viento parecía estar siempre a favor? Él, apenas con conocimientos de marinería, sentía que había algo raro, y que la magia y el deseo del Dios del Fuego parecía estar metido en esto. Sólo que admitir algo así le haría dudar de su exigua fe a los Antiguos Dioses. O tal vez existían todos... ¿qué sabía él?

Durante el viaje a Asshai, Connor intentó saber qué había sucedido en el Palacio. Escuchó rumores, pero no mucho más. Eso sí, gracias a que había escuchado algunas órdenes, sabía que Ben tenía algo que ver, que el espadachín también, y que la sacerdotisa seguramente sabía qué estaba sucediendo.

Ni hablar de esa tal Helyx, de aspecto tan extraño para el ponienti. Realmente, ese viaje estaba siendo sorprendente.

-¿Quién eres tú?- le preguntó en algún punto del viaje acercándose a la mujer que los había acompañado desde que dejaron la capital.

Finalmente, cuando vieron las costas de la tierra de las sombras, se acercó a Liv, con la que había podido conversar pocas veces, salvo cuando trataron a los heridos.

-Señora- dijo con mucho respeto el alto explorador -¿Qué sabe de estas tierras? Escuché que de aquí proviene su religión...- no sabía tampoco cómo preguntar más por ese Dios que parecía estar tan atento de las acciones de su fiel sacerdotisa.

Si había que bajar, él no sería el que se quedara en el barco. Había venido para conocer mundo, y eso haría, aunque fuera peligrosa e inhóspita la tierra que pisarían.

Notas de juego

El que quiera hacerme un resumen de lo que sucedió, Connor va a estar preguntando de manera poco sutil a cada uno jeje

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29/09/2016, 22:30
Ben Lucking

Ben se encontraba en lo alto del palo mayor, en lo que llamaban el Nido de Cuervos, la brisa le gustaba. Una vez recuperado le contaron lo que pasó cuando se desmayó. El corazón de Hyrkoon... menudo artefacto. Mejor dicho, menuda arma. No se puede negociar con esto, no tiene precio de compra ni de venta. Sus latidos habrán visto crearse y destruirse imperios. ¿Acaso alguien lo habrá usado para el bien?

Está un poco más pensativo estos días, ha seguido praticando el idioma con la extranjera, pero se levanta cansado y se acuesta cansado. La experiencia de usar la magia del corazón ha tocado algo dentro de él y le está costando venirse arriba. Es por eso por lo que hacía las veces de vigía donde estaba tranquilo.

Haber conseguido este trofeo, así como los mapas que encontré en la cámara del tesoro, han dejado al descubierto mis habilidades, creo que ahora se me tomará más en cuenta si puedo usar mis puntos fuertes. Fue dificil y en una cena en particular lo relató todo, como subió la muralla, se escondió en unos baños femeninos, después se coló por una alcantarilla y su escondite dentro del jarrón, con el consejero sentado encima de él. Estaba feliz de tener la atención de todos y esa noche subió el ánimo de todos, mientras, el barco volaba veloz sobre las olas.

Ahora frente a las costas de Asshai, tiene sentimientos encontrados, enrtrecierro los ojos queriendo absorver todos los detalles. Las sombras alargadas y el ominoso entorno, le recuerda a un barrio peligroso de una gran ciudad, sin embargo, aquí, este barrio ocupaba toda la ciudad. Es como encontrarse en casa, un sentimiento familiar le decía que Ben encajará bien allí, sin embargo puede que esta manzana esté envenenada. Habrá que andarse con más cuidados todavía.

Que tesoros esconderá la ciudad...

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30/09/2016, 04:26
Helyx Longstrider

El comentario la hizo girarse, divertida, a pesar del tétrico lugar. Miró al hombre del norte, siempre reservado, y pensó en que había escogido un momento muy curioso para hacerle aquella pregunta.

-Me llamo Helyx, pero eso ya lo sabéis. Mi padre era Lomas Longstrider, o Pasolargo, depende del idioma al que se traduzca. Fue un gran viajero de poniente, que llegó hasta el Mar de Jade. Quizá conozcáis su libro, "Maravillas". Mi padre volvió a Poniente para morir allí, pero mi madre era lenguita y estaba embarazada. No podía cruzar a Qarth, donde mi raza está condenada a muerte. Así que permanecimos aquí esperando su regreso. Él estaba demasiado viejo, y supimos de su muerte allí, lejos.

Parpadeó.

-Quien soy es algo que tendréis que descubrir vos mismo. Lo que soy es parecido es lo que sois vos ahora. Una aventurera, a sueldo de quien mejor pague. Mi padre me habló de las profecías de éste tiempo, del corazón de Hyrkoon y la llegada de los hombres de occidente. Tenéis un gran papel que cumplir, aunque no se exactamente cual. Si se que vamos por buen camino. El señor Valença me propuso acompañaros a todos, compartir éste viaje, con la promesa de que las naves de Braavos podrían llevarme a Poniente y pueda allí visitar la tumba de mi padre y la tierra que le vió nacer, de la que tanto nos hablaba cuando yo apenas tenía uso de razón.

Sonrió, esperando que aquella respuesta diera cumplida satisfacción a su curiosidad. Luego, el bote se detuvo junto al embarcadero de piedra negra, y los hombres saltaron a tierra.

Notas de juego

Escribí un poco sobre quien era al final de la otra escena ;)

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30/09/2016, 04:33
Director

La ciudad era un espectro en vida. Aunque era una gran urbe, la mayoría de sus calles parecían vacías o se mostraban silenciosas. La mayor parte de la acción parecía desarrollarse dentro de las casas y alrededor del puerto y otras plazas. Fue allí donde pudieron ver a personas normales, en su mayoría yitianos o hombres pardos de sothoryos, aunque también a algún hombre o mujer de Ulthos (allí, en efecto, vivían hombres también). Éstas personas, las que no llevaban máscara, eran esclavos, y algunos de ellos cargaban con pesadas cadenas de hierro. La mayoría estaban famélicos, pues al parecer siempre había escasez de comida en Asshai.

Sus maestros eran los hombres y mujeres de asshai, que cuando salían de sus casas llevaban el rostro tapado por una máscara lacada roja. Sus ropas eran de color negro, aunque las telas en algunos casos eran ricas, lo que denotaba el constante flujo comercial con sus vecinos del Mar de Jade y aún comerciantes de más allá. Éstos maestros miraban atentos lo que los esclavos hacían o paseaban en sus palanquines de ébano y acero. De fondo, sonaba el repiqueteo del martinete en las muchas fraguas de la ciudad, que era conocida además de por su minería y piedras preciosas, por tener las mejores herrerías y armerías del Mar de Jade. Aquella era, de hecho, una de sus principales exportaciones. Las naciones en guerra necesitaban buenas armas, y al parecer allí conservaban "viejos secretos de fabricación" que hacían al acero asshaita un artículo tan codiciado como el acero valirio lo era en Poniente.

Acero y oro por comida y esclavos. Era todo lo que solían pedir, además de algunos artículos de importación que se compraban muy caros, como lujo. De esos artículos venían sus bodegas llenas, por lo que esperaban hacer buena venta. Los traductores se acercaron a los "dignos ciudadanos" con una mezcla de susto y prudencia. Algunos rehusaron hablar con los extranjeros. Otros respondieron diciendo, "la reina debe decidir", y mandaron a alguno de sus esclavos para que fuera corriendo al gran castillo de la colina.

Los comerciantes del puerto se mostraron más abiertos, aunque aquello era un eufemismo. Les preguntaron acerca de las mercancías que cargaban, y si traían esclavos para la venta. Al responder que no, se mostraron contrariados, preguntando si traían comida. Ellos dijeron que si, aunque la mayoría eran artículos tales como frutos secos y conservas en salazón. Eso pareció complacer a los hombres enmascarados, que sin embargo advirtieron que "las transacciones deben ser aprobadas por la reina".

Finalmente, la respuesta a aquella cerrazón llegó con la aparición de otro hombre con una máscara diferente, que caminaba encorvado y con una vara muy bien labrada con un gran topacio engastado en la punta. Le acompañaban lo que les parecieron soldados, pues llevaban armaduras y lanzas, pero que en realidad eran una especie de sacerdotisas guerreras, pues debajo de la armadura se adivinaban formas de mujer.

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30/09/2016, 04:53
Ysaldyk

El viejo hechicero se acercó y les examinó con curiosidad. Parecían hombres de muy lejos, de los que veían poco por allí. Sin embargo, los asshaitas conocían la raza de los ándalos, pues no pocos dothraki habían terminado siendo sus esclavos. Por alguna extraña razón, los ándalos siempre terminaban allí, buscando fortuna. Muchas de sus sacerdotisas en Essos eran de aquella misma raza, y al ser aquel su templo madre, la población ándala se mantenía inisualmente alta en aquel enclave al otro lado del mundo.

Les habló en yitiano, que era el idioma más comercial en aquellas latitudes.

-Saludos, hombres del oeste. Ésta es la segunda vez que los barcos del lejano oeste llegan a éste lugar, en los últimos cien años. Mi señora la reina Zis, la eterna e inmortal, os da la bienvenida a la ciudad de Asshai, la que estaba y estará hasta el final de los días.

Se llevó la mano al pecho e hizo una reverencia profunda.

-No existe ley escrita en Asshai, y debo preveniros sobre ello. Por vuestra seguridad, y según nuestra costumbre, debéis comparecer ante la reina. Ella decidirá si os acoge bajo el generoso y fecundo manto de su protección. En ese caso, aunque no podemos asegurar que alguno de nuestros nobles ciudadanos, en un estado de enajenación o a causa de algún incontrolable ritual, os haga correr peligro, si podremos garantizar que el causante de dicho mal será severamente castigado.

Señaló con la mano un lugar en el puerto, donde en unas estacas estaban apilados varios cráneos clavados en ellas, algunos de ellos recientes, todavía con carne pudriéndose sobre el hueso.

-Acompañadme, nobles señores.

Dicho ésto, siguieron su lento paso admirando la ciudad. Había casas vacías, o que lo parecían, pero en otras había luz. En aquella ciudad, la luz no la daba la madera, si no las velas de cristal, aquellas que en Poniente solo podían hacer arder los más poderosos maestres y sacerdotisas. Aquel era, sin duda alguna, un lugar donde la magia era inmensamente poderosa.

-Quietos ahora.

Sobre el foso que daba al castillo, una pasarela de piedra muy estrecha, donde solo cabía una persona en fila india. Miraron abajo, asomándose con curiosidad. El abismo no era muy grande, calcularon unos veinte metros hasta el agua, pero aquello no era agua... era un mar rugiente de sombras, de almas en pena que se retorcían, estirando sus manos como si trataran de alcanzarles. Algunas de esas sombras merodeaban en el puente.

El archimago usó su vara para crear luz, un pasaje de luz que ahuyentó a las sombras y despejó el puente. Los hombres de occidente comenzaban a estar manifiestamente aterrorizaros

-Pasad -dijo, quedándose donde estaban.

El primero en hacerlo, y es justo decirlo, fue el maestre Drox, seguido por Liv. Cuando hubieron cruzado al otro lado, y bajo la mirada del archimago, fueron cruzando uno a uno, hasta las puertas de palacio. Una vez allí, el viejo mago cruzó el puente y las sacerdotisas armadas empujaron las puertas para permitirles acceder dentro.

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30/09/2016, 05:14
Zis, la eterna

Salones oscuros como la misma muerte, llenos de viejos tapices y estatuas. Héroes y dioses ya olvidados por el hombre. Y sin embargo, reconocieron a alguno, como la reina Nymeria o Aegon el Conquistador. El color rojo sangre rompía el negro en algunos lugares, pero seguía siendo inquietante en conjunción con la luz de las velas de cristal.

Grandes salones vacíos, o por los que se deslizaban diligentes siluetas de esclavos y sirvientes. Comedores con mesas de jade y ébano, salones con chimeneas apagadas, salas de guardia donde no había más soldados que aquellas extrañas mujeres enmascaradas. El sitio daba escalofríos, y el aire era tan denso que podía cortarse con un cuchillo.

Finalmente, llegaron a su presencia, en una modesta sala del trono. Pequeña, con unos asientos de madera en torno a la pared, unas banderas con el símbolo del corazón llameante de R'hllor y un trono con una pequeña escalinata, hecho de un mármol muy blanco, como el que no habían visto jamás. Sentado sobre él, una mujer que no tenía máscara, con una corona en las sienes. Su piel era blanca como la luna, y sus facciones denotaban sabiduría, belleza y astucia. A diferencia del autoproclamado dios-emperador de Yin, ella no requirió de rituales complicados. Tan solo debían hacerle reverencia, y una vez habían terminado, pudieron erguirse de nuevo. No hablaron, por que no se atrevían. Ella sonrió al verles y alzó una mano de finos dedos, como complaciéndose con lo que estaba viendo.

-Los hombres del oeste. Finalmente, han llegado.

Hubo un silencio, y el capitán comenzó a hablar. "Majestad, venimos de la Serenísima Ciudad de Braavos para...". Ella alzó la mano.

-¡Silencio!

Un viento recorrió la estancia, un viento que no venía de ninguna parte, que simplemente había aparecido de la nada. Era cálido como el mar del verano, pero se fue tan súbitamente como había llegado. Volvió a sonreír, inquietante.

-Si, las profecías estaban en lo cierto. Tú, hija mía -dijo a Liv- Tú debes acercarte.

Ella obedeció al punto, y ella bajó del trono para estirar su mano. Como hacía con las sumas sacerdotisas, la besó con humildad. Su mano estaba caliente, más caliente que la de una persona normal.

-Se de donde venís y lo que habéis hecho. Habéis purificado a esos infieles de Yin con el fuego, y le habéis dado una lección a sus gobernantes. Lo que todavía no se es que queréis de mí, que esperáis encontrar en Asshai. La profecía me dice que debo haceros ésta pregunta, y vosotros debéis responder de corazón.

Dejó que Liv se levantara, y volvió a sentarse en su trono.

-Hablad, hombres del oeste. Pero no quiero escuchar todavía a vuestros capitanes. Sus palabras son las de un taimado político, medidas y astutas. Quiero escucharos a vosotros, sus tripulantes. ¿Cuales son los deseos que anidan en vuestro corazón?

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01/10/2016, 21:27
Valença

Valença estaba cagado de miedo. El lugar oscuro, con sus esclavos y sus dueños enmascarados, con magia por todas partes... El foso de almas... El palacio extraño y la sacerdotisa.

Qué será capaz de hacer esta mujer con el corazón? No habría sido mejor quedárselo, Valença? pero al recordar sus experiencias un escalofrío recorrió su espalda. O quizás clavarle un cuchillo y matarlo... ¿Se puede matar así?  Qué puede pasar? Ese corazón es un peligro... Y con ese cabrón de maestre más. Míralo como observa. Es como una mezcla de tiburón, buitre y cuervo... En mala hora me metí en este lío...

Ante la pregunta de decir lo que más deseamos de nuestro viaje aquí, iba a decir algo como "volver con oro para pagar las deudas familiares, con mucha suerte," pero al añadir lo de "de corazón" es como que no puede decir nada que no sea lo que desea... Aunque se entere el astuto maestre. No desea que él sepa lo que piensa en lo más profundo de su ser, pero en el fondo le da igual.

Cosas así pasan una vez en la vida.

Mi... Mi señora... Titubea Valença. Ante esta mujer no se siente tan seguro como siempre. La magia le pone nervioso. No se puede evitar como una espada. Ni se puede ver. Mi deseo... Mi deseo viniendo aquí, es entender lo que me ha ocurrido al tocar la reliquia... Entender mi experiencia. Y aprender... Creo lo que he vivido y deseo aprender de lo que he vivido.

Acaba por decir, en voz insegura, con algunas pausas, como buscando dar contenido a sus pensamientos. En parte ha sido como hablar dejándose guiar por su corazón. Como cuando tuvo que proyectar sus deseos para que el Corazón cumpliera con sus deseos. En el fondo aquella entrevista era como hablar al Corazón. Como si Zis la Eterna fuera una personificiación de aquel corazón.

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02/10/2016, 00:48
Liv

Ser lo que era no había sido sencillo, había tenido que pasar por tantas cosas que casi había olvidado cómo era ella al inicio de todo, al inicio de la historia de aquella Liv y estaba en eso, escarbando en sus recuerdos más escondidos, no de otros sino de ella misma cuando apareció a su lado una voz que conocía de otros momentos, aunque no demasiado viejos en verdad. Aún mirando al mar sopesó un instante la pregunta de Connor, tras unos segundos en los que si bien podía parecer que o no quería responderle o estaba buscando sus respuestas dentro de la mente, finalmente se giró hacia él mirándolo a los ojos fijamente, con una seriedad que ya caracterizaba a la sacerdotisa pues sonreía muy poco para los demás, en realidad era un gesto que no tenía muy estudiado y cuando sonreía lo hacía porque en verdad algo la hacía feliz o para burlarse de alguien o algo.

-Señor Connor... Aunque nací aquí me fui muy pequeña y casi podría decir que sé tanto de este lugar como vos mismo pero en honor al buen trabajo que ha hecho ayudándome con los heridos y después de lo que hemos pasado que creo que se lo diré. ¿Veis aquello? Son las Tierras Sombrías y eso hace que la ciudad siempre esté entre sombras... La gente dice que las noches son muy negras y no mienten. Dicen también que la ciudad tiene mucho conocimiento antiguo-ella hizo un alto.-Hay más oro que alimento, eso también es verdad. Los alimentos y el agua potable son transportados en barcos. Las aguas del río Cenizas dejan ver un brillo negro bajo el sol del mediodía y por la noche se desprende de él una fosforescencia verdosa...

Era un destino obligado para los barcos comerciantes que navegaban el Mar de Jade y desde allí se exportabannámbar y vidriagón pero mayormente los barcos llegaban allí en busca de oro, piedras preciosas y otros tesoros. Pocos eran los que se aventuraban a Assahi además de los comerciantes y por eso era poco lo que sabían de ella. Liv no apartaba los ojos de los de Connor, parecía como si pudiera ver a través de él pero al mismo tiempo colmarlo de tranquilidad, una tranquilidad que ella sólo pudo usar luego de aquel episodio en el que quemó todo un pueblo.

-Podría deciros que hay mucha gente que opina que nosotros los miembros de la fe de R'hllor somos seres de obscuridad pero no es realmente así. Os daré u consejo, no os acerquéis nunca a la Ciudad Cadáver y con eso es suficiente para vos por hoy...-entonces sí sonrió llanamente para él.

Finalmente el tiempo había pasado y habían llegado ante la reina, la reina..., para Liv era alguien a quien respetar pero al mismo tiempo era alguien a quien se podía desafiar pero no en ese momento porque necesitaban el oro de Asshai para seguir con aquel viaje que ya no parecía tanto una locura como al principio. Se acercó como la mujer había indicado y la saludó como era debido, antes que pudiera responder, ese hombre se apresuró. La mirada de Liv se clavó en él con furia, ¿qué diablos estaba diciendo? Tenía ganas de golpearlo de no ser porque habría sido una injusticia luego de lo débil que estaba él no era presa para ella. Lo escuchó con atención y aguardó a que él terminara esa letanía que no quería entender como que se estaba ofreciendo a quedarse allí y aprender de su señor.

-Estoy aquí para servir a R'hllor y llegar tan lejos como él lo desee y vos, mi reina, sabéis que no sólo me refiero a lugares sino a posiciones.

Era todo, no necesitaba decir más.

Notas de juego

Sorry, culpen a Connor xD

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02/10/2016, 02:34
Connor

-Entonces me alegro que haya hecho eso el braavosi- respondió parcamente a las palabras de Helyx -A pesar de que no conozco ese libro, sí he escuchado su nombre... en cierta forma, mi rol está siendo el mismo que el de su padre, explorar, viajar y conocer-

El ponienti se había quedado pensativo luego de la charla con Helyx, y aún más con las extrañas y sombrías palabras con la sacerdotisa. Era dura como la noche, e intensa como el fuego que controlaba.

Pero lo que más lo dejó pensando fue la ciudad que estaban visitando. ¿Qué era todo eso? Las extrañas costumbres y los esclavos, hacían que Connor se mantuviera con el ceño fruncido. No le estaba gustando nada todo eso. Pero nada se comparaba con las sombras reptantes del puente. El Guardia de la Noche no pudo dejar de quedarse un momento observando. Realmente había mucha magia allí, y eso lo desconcertaba, no podía estar preparado para nada porque nada conocía y nada podía hacer contra eso.

La mujer que los recibía era bella... como la muerte que a todos espera. Emanaba fuerza y voluntad, además de belleza y seguridad. Se mantuvo callado, aún cuando preguntó por sus deseos interrumpiendo a su Capitán. ¿Cómo sabía ella que Connor había estado planteando esa incógnita en su vida?

Valença habló, y le sorprendió la respuesta. Sabía que algo le había sucedido y él mismo lo había visto con el corazón mágico. Ahora quería comprender y aprender... lo entendía, más de lo que pensaba.

Liv, por su parte, pareció que haría explotar en llamas al espadachín, pero por suerte no lo hizo. Era como un buen soldado: leal, entrenado y deseoso de gloria... pero mujer y mucho más mortífera.

Connor miró a los demás, como esperando que algún otro diera su parecer. ¿Él hablaría? ¿Él le diría a esa reina lo que realmente deseaba en su corazón? ¿Él sabía qué era eso que deseaba? No lo tenía claro... mejor que hablara otro. Mantuvo su mirada firme, de buen soldado, observador y atento.

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04/10/2016, 16:40
Ben Lucking

El joven Ben había visto tantas cosas en tan poco tiempo que le costaba asimilarlo todo, sin embargo en ello le iba la vida, así que memorizó todo el camino por la ciudad oscura, deprimente y completamente maravillosa a su manera.

El foso de almas en pena, o de muertos sin descanso le puso los pelos de punta, a la misma vez se preguntaba que pasaría si metiera un pie, ¿le daría tiempo a sacarlo rápido? sus locas cavilaciones fueron interrumpidas cuando del bastón salió luz, no parecía un truco y las sombras reaccionaron para marcharse. Parece que ese palo es la llave para entrar, es lo único que pensó el ex-polizón, que las piernas le temblaran al cruzar el puente, se debe a otra cosa, e intentó no pensar en ESA palabra.

Magia, magia, magia, magia, magia, magia, magia... Mierda.

Ante la presencia de la reina se hizo muy pequeño, la imponente mujer lo asustaba, así que sólo deseó que no lo matara, a ser posible, vivir un día más para corretear por la ciudad, o una semana para investigar a fondo, bueno ya puestos dio voz a su más ferviente e inminente deseo.

-¿Vivir para siempre?- dijo con un hilo de voz y una sonrisa inocente.

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05/10/2016, 02:51
Zis, la eterna

-Servirás al corazón ardiente, hija mía -dijo a Liv- El mal que se ha alzado en este debe ser detenido, y tu serás mis ojos, mis oídos y mi voluntad fuera de ésta ciudad. Yo te indicaré el camino.

Escuchó lo que aquel hombre moreno le decía. Y le intrigó. "La reliquia". ¿Sería posible que...? Quizá eso lo explicara todo: su presencia, haber escapado de Yin, tener entre sus filas a esa piratesa famosa. ¿Que Mantícora gobernaría ahora las islas? Conoció a una, hace mucho tiempo, pero sabía que el título se disputaba entre las reinas pirata del Mar de Jade. Y ahora que ella estaba allí, quizá hubieran nombrado a otra en las islas. Todo dependía de cuanta lealtad le tuvieran sus capitanes.

-Yo te ayudaré a entender, Valença de Braavos. Pero el camino será difícil, y debes tener tu mente abierta.

Quería hablar de esa reliquia, pero no quería que los otros desconfiaran. Si la reclamaba con mucha insistencia posiblemente no quisieran mostrársela. Sabía que a los extranjeros había que ganárselos con grandes gestos, colmarles de atenciones, dejar que confiaran en tí. Tenía oro suficiente como para comprar la voluntad de cien reyes.

Luego miró al muchacho y sonrió por la ocurrencia. No por que fuera una chiquillada, si no por que ese era el mismo deseo que ella tuvo hacía demasiado tiempo.

-Piensa bien como quieres hacer eso, joven Lucking. Te aseguro que vivir durante siglos no es una bendición, si no una pesada carga. Aprovecha el tiempo que tienes para vivir: goza, siente, sufre y vive intensamente. Ni un millón de años de existencia anodina puede equipararse a una vida de aventuras.

Miró a Connor, que no había dicho nada, pero ella sabía, o creía saber. Una voz entró en su cabeza, la de ella, pero el resto no pudo escucharla: "Cumplirás tu juramento, aunque no del modo que pensabas. Los votos no tienen nada que ver con el celibato. La sombra tiene dos caras, y aquí te enfrentarás a su paladín".

Abrió de nuevo los ojos, parpadeando. Luego dijo lo siguiente.

-Sois bienvenidos a Asshai. Gozáis de mi protección, y podréis comerciar en nuestro puerto. Tened cuidado, pues aquí los esclavos se cotizan al alza y la magos poco experimentados pueden causaros algún problema. Hay maldad aquí, que es la que tratamos de contener, pero esa maldad también consume los corazones. Sed raudos en vuestras cuitas, pues es sabido que los hombres que no dominan el flujo del maná aquí decaen rápidamente. Las heridas tardan más en sanar, las penas son más hondas y los días tristes y largos. Pero ese es el precio que pagamos por un gran poder y un gran conocimiento. Quien desea ver la luz, debe pasar primero bajo las sombras...

Compuso un gesto de hastío y seguidamente indicó.

-Vuestros corazones han hablado. Ahora, dejemos que hable la política y las formalidades. Que se expresen vuestros capitanes.

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05/10/2016, 03:06
Larazys Flaerin

Todo aquel despliegue de magia y sabiduría le había dejado sin habla. ¿Quien era realmente aquella mujer y por que él sentía una atracción tan fuerte hacia ella? La segunda pregunta quizá no era procedente, pero la primera si. Sus hombres hablaron y, como era de esperar, no plantearon grandes cosas. Al menos, bajo su punto de vista. Tenían dudas, como él mismo. Pero había que aparentar seguridad, o en aquella ciudad de espectros y magos se los comerían vivos... literalmente.

-Como iba diciendo, gran señora, venimos de Braavos por orden del Banco de Hierro y el Señor del Mar.

-Lo se -dijo, ella- ¿Cual es vuestro objetivo?

-Queremos abrir una ruta directa de comercio con el Mar de Jade, además de explorar lo que el hombre de Occidente ignora, conocer cosas notables, grandes secretos... y engrandecer el nombre de nuestra ciudad.

-Ya lo habéis engrandecido, aunque dudo que se os tenga estima en Yin si no reparáis el daño causado.

-Os referís a cumplir la promesa y matar al mago amarillo...

-El que ha domado el espíritu del gran Otro, que es doble. Todas las cosas en éste mundo son dobles. El este y el oeste, el norte y el sur, el paladín de R'hllor y el espíritu del Gran Otro. Aquí no se presenta en forma de los caminantes del frío, si no a través de los espíritus malvados de aquellos que cayeron en desgracia durante la era de la creación. Melkisedek es su señor, su capitán. Su espíritu anida ahora en el pecho del rey de Carcosa, que ha conseguido hacer un pacto con él. Por eso es imperativo que le venzáis, pues si el mal no desaparece tanto en el este como en el oeste, volverá a utilizar éste lugar, la ciudad muerta de Stygai, para regenerarse una vez más, y los caminantes blancos reaparecerán en el oeste de nuevo. La historia volverá a repetirse.

Aquello les dejó a todos pensativos. Al fin obtenían respuestas concretas para grandes preguntas que ni los sabios y maestres eran capaces de contestar.

-¿Como sabéis todo eso, señora?

Ella sonrió.

-Por que yo estuve allí. Siempre he estado y estaré. Soy la eterna, y nadie me ha domeñado. Solo amé una vez, y mi amor mantuvo vivo al héroe de la luz aún después de su muerte. Yo estoy aquí por que es necesario que esté. Y estaré hasta que el gran mal desaparezca de éste mundo. Ésta puede ser la ocasión...

Sus ojos resplandecieron.

-En el oeste los paladines aguardan. La reina de los dragones, el hijo del hielo y el fuego, se preparan para la batalla final. Aquí debemos hacer otro tanto. Solo si el mal fracasa en ambos frentes, solo si el espíritu del Gran Otro es confinado al oscuro abismo de las almas que es su auténtico hogar, yo no seré necesaria y desapareceré. El mundo, sin duda, será un lugar diferente, y la magia, tal y como la conocéis, desaparecerá al no ser necesaria. Ya lo ha hecho... cuando el mal ha necesitado volver al pozo para regenerar su poder. Los piromantes perdieron sus poderes, los dragones se marchitaron... La historia os sonará.

Hubo un silencio, enorme y pesado como una losa de granito.

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05/10/2016, 03:17
Helyx Longstrider

Todo aquello que ella contaba tenía sentido. Aunque deformado por la tradición oral, formaba parte de la profecía que ella había escuchado. Se adelantó un paso y preguntó.

-Es de eso de lo que habla la profecía, ¿Verdad? Los hombres del oeste que vendrán para vencer al gran mago amarillo. Lo que mi padre siempre me contó.

-Sí, así es. Las profecías siempre tienen un poso de verdad.

-¿Ese es nuestro destino?

-Es vuestro objetivo, o debería serlo. Si no lo es... quizá nos enfrentemos a una era de oscuridad en el este, antes de que el mal se vuelva a retirar si es vencido en Poniente. Está en vuestras manos.

-¿No podéis ayudarnos?

-Llevo cientos de años viviendo en Asshai, y no por que no me guste viajar. Si yo abandono éste lugar el avance de la sombra será todavía más veloz. Surgirá desde Stygai como una maldición imparable y lo consumirá todo.

-Entonces...

-Os ayudaré en todo lo que pueda ayudaros, sin salir de éstos muros. Es lo único que puedo prometer.

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05/10/2016, 03:22
Maestre Drox

Había callado por que si alguien era "la política" en aquel viaje era él. Había dejado que el resto diera sus razones y expresara sus deseos. Pero cuando sintió que era su deber hacerlo, habló a aquella gran y fascinante mujer. Sentía que aquello que más deseaba estaba al alcance de la mano...

-Gran señora, os ayudaremos en esa cruzada. Pero como os hemos dicho, venimos de Braavos con unas intenciones muy específicas... con unos objetivos que debemos cumplir si no queremos que la flota que se aproxima, la braavosi, nos declare traidores y nos cuelguen a todos de una entena.

Ella parpadeó, incómoda.

-La isla del volcán será reclamada por los hombres de Occidente.

-Si, esas son mis instrucciones, más no mi secreto anhelo. Antes habéis pedido que hablemos de corazón.

Sonrió, divertida. Le indicó con una mano que prosiguiera.

-¿Que desea vuestro corazón, maestre de la ciudadela?

Él se enderezó y dijo lo siguiente.

-Sabéis como es el mundo y como ha sido siempre. Sabéis que el tiempo es cíclico, conocéis la era de los dragones, muerta, ahora resurgida, conocéis el mal desde los días de los primeros hombres. Pero yo conozco como viven las personas, como son tiranizadas por reyes y nobles que se hacen la guerra entre si. Linajes viejos que desean el poder, que luchan en guerras fraticidas...

-Es el sino del hombre, luchar entre si si algo no lo une en una causa mayor.

-Yo deseo... que todo eso cambie. Deseo que el mundo avance, en la técnica, en el pensamiento. Que ensanche sus fronteras. Por eso pedí al señor del mar estar aquí, al límite de lo que los occidentales creemos que es el mundo. Ver más allá, saber más, explorar más. No ahogarnos en las mismas luchas, buscar el progreso...

-El progreso trae siempre consigo miseria y opresión.

Calló unos instantes, considerando eso.

-He visto como el progreso -siguió ella- Mató a los hijos del bosque. Como desaparecieron razas enteras, como los lengitas, y se perdieron grandes cosas.

-Y se han hallado otras nuevas.

Ella asintió, aunque levemente. Apoyó los dedos en su mentón y reflexionó unos largos instantes sobre lo que él había dicho. Finalmente, habló.

-Lo que me proponéis no deja de ser justo. Si termina mi era y se aproxima otra. Es de justicia que sea el hombre mortal el que decida su propia suerte. El que quiera explorar un nuevo camino. Ir hacia delante, sea donde sea que ésto lo lleve, a pesar de la muerte y la destrucción que éste salto hacia adelante provoque. Me pedís que sea una agente del caos, pero también del orden. De un nuevo orden, que surgirá de entre las cenizas de éste viejo mundo.

Él asintió, y ella también, aunque lentamente.

-Sin embargo, no veo como pueda ayudaros a conseguir ese objetivo de un modo inmediato. Como poder detener a la sombra y, al mismo tiempo, hacer temblar los fundamentos de éste mundo.

Él se adelantó unos pasos, intelectualmente excitado.

-Con un arma. El arma sobre la que he soñado.

Ella parpadeó y se levantó del trono, bajando las escaleras. Liv se apartó, y luego la siguió por detrás. Su vestido tenía una larga cola que terminaba en las sombras de viejos reyes.

-Vuestra profecía hablaba de un arma, mestiza -dijo a Helyx.

-Así es, majestad -repuso ella.

-¿Cual era el nombre que dicha arma recibía, os acordáis?

La reina Zis se acercó al maestre, y fue a posar sus manos sobre su cabeza. Cerró los ojos, accediendo a lo más recóndito de sus pensamientos. Vio fuego, vio azufre, vio la ruina del mundo. Eran los fuegos de Valirya, de nuevo desatados, pero ésta vez el hombre dominaría su poder. Y ese poder cambiaría el mundo para siempre.

-La serpiente de fuego -dijo, haciendo memoria.

Vio lo mismo que él. El tubo de acero, los fuegos de artificio y la explosión. Las ideas de su mente, que bullían extraordinariamente. Era un ándalo con gran curiosidad, sin duda alguna, con una mente despierta, aunque algo arrogante. Le faltaba la serenidad propia de los siglos. Entonces, la vio. El arma, las armas. Abrió los ojos, asustada de lo que había visto. Se separó un poco, mirando al hombre como si le acabara de reconocer. Había visto un atisbo de lo que el mundo sería. Había belleza, arte, ciencia, cultura, proezas extraordinarias que el hombre mortal conseguiría, pero también vio masacre a un nivel hasta entonces desconocido, racismo, opresión, enfermedad y miseria... Aquel era el mundo que se avecinaba.

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05/10/2016, 03:41
Zis, la eterna

La reina se separó de él, miró al resto de los hombres. Ahora veía en ellos el gérmen, la semilla de lo que sería el mundo nuevo. Un escalofrío la recorrió, consciente de que su hora tocaba a su fin. Sintió miedo, miedo a la muerte, y recordó haber nacido de mujer mortal, y que solo el destino había querido que ella fuera "la eterna". Un destino no exento de una profunda ironía. Lo sería, en tanto que la batalla entre el bien y el mal no terminara. Y ahora que podía hacerlo, al miedo le siguió un cansancio hondo, de siglos, cansancio por una existencia antinaturalmente larga. Ganas de acabar con todo aquello, cuanto antes. Liv pudo sentir lo mismo que ella, un gran desasosiego.

-Entiendo lo que pedís. Pero en ese futuro veo grandeza, pero también miseria.

-Habéis dicho que esa es la dualidad del hombre. Pretender otra cosa sería contrario a su naturaleza.

Se detuvo frente a Connor, pero se giró a mirar al maestre.

-Habláis demasiado...

-Lo habéis dicho, señora -dijo, saliendo de la fila y enfrentándose a ella- Que para tocar la luz, hay que pasar debajo de la sombra.

Ella estiró su mano, y de ella serpentearon diez sombras dispuestas a matarle. Pero él no se retiró, siquiera un centímetro atrás. Las sombras le rodearon, los demás se apartaron.

-Vuestro corazón...

Le señaló con la uña del dedo índice. Una sombra reptó cerca de él, con la forma de un lagarto, pero no llegó a morderle.

-Lo deseo, de corazón.

Ella parpadeó, contrariada. Nunca un hombre la había desafiado así. Pero ella sabía que aquellos eran hombres excepcionales. Ahora lo sabía. Los destructores de éste mundo y la semilla de uno nuevo. Pero para poder construir, primero debían destruir. Era lo justo. Así es como funcionaba el mundo, desde el principio de la creación. Antes del hombre, otras criaturas. Algunas de ella, la mayoría, perecieron al convivir con él. Eran buenos o eran malos. Los hombres aportaron al mundo la dualidad en el seno de una misma y elevada criatura. Ellos enseñaron al mundo a ser buenos y malos al mismo tiempo.

Las sombras volvieron a su mano y de ahí a la larga cola de su vestido, mientras caminaba de vuelta al trono de Asshai. A medio camino, se giró, tomando una decisión, y les miró con una breve sonrisa.

-Tendréis vuestra serpiente de fuego, maestre del oeste. Ese será mi apoyo, mi contribución al fin de ésta era y el comienzo de la siguiente. Vosotros, a cambio, combatiréis y derrotaréis al gran mago amarillo... ¡O no habrá lugar en el mundo donde podáis ocultaros de mi ira! Las sombras sabrán donde encontraros, y os llevarán directas al reino de su amo.

Hizo un gesto de molestia, como si ahora estorbaran.

-No hablaré más con vos, maestre Drox. Tendréis lo que queréis, pero no esperéis mi amistad. Se que clase de hombre sois, y eso me aterra... Y sin embargo, nadie debe mataros, siquiera tocaros. Sois un mal necesario.

El maestre se inclinó en una profunda reverencia y luego se retiró de la estancia.

-Capitán de Braavos, tendréis vuestro comercio, y mi visto bueno. Los hombres de vuestra nación serán siempre bienvenidos en Asshai para comerciar. Al menos, mientras yo viva... -dijo ésto con mucha sorna- En cuanto al futuro, depende enteramente de vosotros. Retiraos, capitán.

Flaeryn se inclinó también, abandonando la estancia sin darle la espalda, a la usanza de los reyes de Poniente. Se quedó sola con aquellos hombres y mujeres, los de corazón más puro, aquellos a los que más apreciaba de los presentes.

-Señor Valença. Seréis bienvenido a éste mi castillo siempre que queráis charlar conmigo. Lo mismo digo a vos, hija mía -refiriéndose a Liv- Buscad mi consejo en éstos días, lo váis a necesitar. El resto de vosotros, si necesitáis de mi sabiduría, sabéis donde encontrarme. El archimago Ysaldyk será mi mensajero. Él os informará de mi voluntad, y si se os permite regresar a mi presencia. Entretanto, sois libres de explorar ésta nuestra ciudad y más allá. Pero tened cuidado... no os acerquéis demasiado a la ciudad muerta, o vuestra alma caerá en el pozo de las sombras para jamás regresar.

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05/10/2016, 04:02
Director

De nuevo, de vuelta hacia el Uthero. Las puertas se cerraron, para algunos de ellos, definitivamente. Cruzaron el foso de sombras y el archimago les dejó junto al puerto, a la vista de su nave. La ciudad seguía igual de silenciosa, y ahora todavía más oscura. El atardecer alargaba las sombras, y un frío viento bajaba de las altas montañas.

A su disposición tenían los botes, para regresar al barco. El capitán no iba a oponerse a quien quisiera explorar la ciudad y hablar con sus habitantes, aunque lo desaconsejaba. El maestre se mantuvo junto al archimago, y comenzaron a hablar de aquel proyecto, y de como iba a avivar el fuego de las armerías de Asshai. Pronto, el sonido de los martinetes sería una constante en el aire, el chisporrotear del acero fundido cayendo sobre el molde. Pero eso todavía tardaría unos días.