Partida Rol por web

Tres tensos días de navegación. El corazón había hecho su parte, impulsando el viento que movía las velas. Ningún barco, amigo o enemigo, en la ribera de la isla de Leng. La tripulación estaba inquieta, pues las discusiones eran frecuentes. Ben apreciaba al finado capitán Flaeryn, y no estuvo de acuerdo en que Valença ordenara matarle. No veía la necesidad. Dan se mantenía callado, cerca de Connor y la sacerdotisa Liv, que solo miraba al horizonte, consciente de que para ella iba a ser la batalla de su vida. Una batalla que posiblemente reclamara el resto de sus fuerzas y la viera muerta. Pero era una batalla que debía ganar... por el futuro de aquel mundo.

Las islas ardían. No habían dejado nada atrás. Los pequeños reductos de piratas habían sido pasados a cuchillo, y solo la isla principal se mantenía intacta. Puerto Hermandad tenía solo un puñado de barcos para protegerla. Los piratas desembarcaron haciendo un pequeño reconocimiento. Solo la guardia personal del mago amarillo permanecía en la ciudad, con unos pocos cientos de soldados acampados en las afueras. Eran muchos, todavía, pero estaban lejos de las multitudes que asaltaban Jinqui en aquel mismo momento.

Tuvieron un parlamento, escondidos con su barco en la ensenada de una isla cercana. El enemigo apenas patrullaba el puerto. ¿Quien se les iba a oponer, cuando las fuerzas que no estaban aliadas a ellos las creían atrapadas en el bloqueo de Jinqui? La flota de Yin era historia después del "espectáculo pirokinético" de Liv, y ningún buque en solitario se atrevería a atacarles. ¿O quizá si?

Había dos opciones: atacar de frente, con el buque, y arrasar el puerto y la ciudad con sus cañones. La segunda, más taimada, era aprovechar la noche para desembarcar, colarse en la ciudad y atacar al mago amarillo en persona, en lo que creía la seguridad de sus aposentos.

No había hablado mucho durante todo el viaje, pero ahora si lo hizo. Quería terminar con aquello y comenzar su nueva vida. Una vida como aventurero y pirata en aquellas costas, siendo el "consorte" de aquella fascinante mujer y sus aguerridos seguidores. De esa forma ganaría un "reino", derecho que le había sido negado en las ciudades libres. Quizá no sería el mejor ni el más virtuoso de los reinos, pero no le faltarían aventuras para vivir mientras durara su vida sobre ésta tierra.

-Bueno, ya que nos has metido en ésto y de la peor manera, Valença, espero tu plan maestro. Por lo que a mi concierne, prefiero mil veces usar la astucia antes que la fuerza bruta. Aunque acorralado, el mago de Carcosa es poderoso. Mejor si le pillamos roncando a pierna suelta y no alertado por el ruido del combate.

Ben estaba sentado en su taburete, que era donde solía estar en el camarote del capitán cuando él estaba vivo. No opinó, por que aceptaría sin dudar la opción más votada. Sin embargo, esperaba aquel "plan" que Dan había citado, y lo que hacía engrasando su ballestar yitiana, un arma a la que había tomado aprecio. Más silenciosa que el arcabuz de pólvora, podía disparar varias flechas certeras en rápida sucesión, sin necesidad del largo entrenamiento del arquero experto.

Cuando Connor vio la inmensa flota llegando a donde momentos antes habían derramado sangre, no pudo dejar de agradecer la voluntad de R'hllor.

-Liv, ¿sabías que sucedería esto?- preguntó sorprendido y agradecido en partes iguales.

No podía haber sido más sincrónica la serie de eventos: rebelarse y retirarse casi parecían parte de un plan maestro. ¿Pero quién conocía dicho plan?

Luego de la discusión, Connor no mantenía ningún tipo de rencor hacia el braavosi. Todos habían estado sometidos a mucho estrés y poco se podía adjudicar al sano juicio. Aún el hecho de que Valenca hubiese mandado a matar al capitán una vez intentó escapar (las cosas se terminan sabiendo en un barco amotinado). No le gustaba y había una parte de él que no lo aprobaba en lo más mínimo, pero a la luz de los hechos, tal vez R'hllor lo hubiese querido así. Realmente no lo sabía.

Desde ese momento, intentó pensar en cómo ser más útil. Ayudó con los marineros, iba de aquí para allá. Parecía más vital que nunca. La creencia de que R'hllor los estaba guiando, parecía haberle insuflado una energía sin igual.

Aún con lo que les esperaba.

-Creo que lo mejor sería intentar infiltrarnos unos pocos, y que el grueso de la tripulación ataque por sorpresa- opinó Connor -Nosotros deberíamos acercarnos con la Mantícora, que conoce el lugar mejor que nosotros, y que Liv pacte una señal con la tripulación comandada por Helyx para que arrase con los barcos generando una distracción suficiente como para que si estamos en problemas, se reduzcan un poco ante el ataque a fuego y pólvora-

Sabía que ahora vendría un momento crucial para él. Es más, sentía que tal vez no saldría vivo de allí, pero a diferencia de otras veces, no parecía estar molestándole tanto.

No dejaba de sentirse como un cobarde. Huir del bloqueo después de matar a los leales. Dejar a los suyos sin su buque insignia. Sus acciones le escocían, claro que sí. Esa fue la razón por la que no cuestionó el hecho de ir a matar al Brujo Amarillo. Muerto el perro se acabó la rabia.

Durante esos días había intentado explicar a  Connor los motivos por los que había matado al capitán, pero era imposible hacer entrar en esa cabezota dura de ponienti las razones de honor de un braavosi. El capitán había aceptado el reto y su destino. Habría sido peor privarle de una muerte honorable. Al matarlo de aquella manera lo había honrado como hombre y el propio Valença había demostrado que era inferior. Pero eso era imposible que lo entendiera un ponienti del norte. Y mucho menos la sacerdotisa. Ella era aún más dura. Pero se había resignado. Quería acabar con aquello. Demostrar que no había sido por cobardía, sino por labrarse su destino. Y por joder al Banco de Hierro. Insistió mucho en sus métodos de usura, para hacerles ver a que cabrones servían, pero en poniente las cosas eran aún más opresivas. En Braavos se respiraba más libertad. Sí, el precio era que Braavos era un nido de ratas traicioneras, pero eran ratas más libres.

Helyx parecía entenderle. Ella sí sabía muchas cosas. Más que él. Era vieja y lista.Suerte que la tenía a ella. Era su ancla entre los reticentes como Connor y Liv y los rebeldes demasiado contentos como la Mantícora, Dan y Ben. Casi prefería a los reticentes.

¿Qué coño he conseguido con esto?

Y allí estaba. Ideando un plan para dar por el culo al jodido Brujo. No le gustó nada el tono de Dan.

Hasta ahora no te has quejado, ponienti, y si no hubieras sido el primero en iniciar la lucha, quizás las cosas habrían sido distintas. Así que eso de "la peor manera" quédatelo dentro. Que no salga como un pedo apestoso.

Venga, Valença, haciendo más amigos.

Pero el espadachín sigue hablando. Sin dejarle tiempo para reaccionar.

De todas maneras, pides un plan maestro. Y aunque no estoy obligado a ello por nada, os voy a dar mi opinión sobre esto.

Joder! Ha de estar bien esto de ser capitán. Pero no. Con la Mantícora y Dan ya son muchos gallos.

Se me ocurren dos planes. Más o menos. Uno loco. Otro absurdo. También soy de la opinión que es mejor evitar un combate directo, por lo que voy a proponer algunos subterfugios. 

Plan loco. Este magalómano debe de estar en el palacio mejor de la isla. Seguro que Mantícora sabe cual es. Quizás has estado antes. Seguro que tiene embarcadero propio. Alguien como ese cabrón dudo que pise mucho la calle apra ir a su barco si puede evitarlo. No sé. Confírmame eso. En cualquier caso, la guardia estará relajada. Con esa flota enorme que han enviado solo pueden esperar aplastarnos. Bien. Alguien va a ofrecer a los guardias bebida para brindar por la victoria... No sé, relajar la guardia. habrá de ir uno de tus yitanos, Mantícora, uno que tenga buen pico. Una vez hecho eso, nos podremos acercar nosotros, que somos extranjeros, y reducir a la guardia. o eso o bien intenta colarnos tu gente como suministros para el Brujo. Dentro de barriles o sacos. Cosas así. Si es por la noche y tus hombres dan alguna excusa como que ha costado encontrar los suministros después de todo lo que se ha quemado, no creo que se molesten en despertar al intendente. Pero es mucho suponer y pueden salir muchas cosas mal. ¿Es factible entrar en ese palacio sin ser vistos, Mantícora?

Se rasca la cabeza, y asoma una sonrisa pícara.

Pero ese era el plan loco. El absurdo es más divertido. La idea me la dio un marino de este barco, uno menudo de talle, pero muy vivo de ingenio. Me recordó cierta historia de los lejanos tiempos de los Héroes. Cierto caballo de madera que usaron para entrar en la ciudad enemiga... Bueno, sería una adaptación. Usamos las barcas para desembarcar el botín de a bordo, dejando una pequeña parte. Arreglamos el barco para que parezca que ha sufrido un ataque. Le tiramos flechas, rompemos mamparos,rasgamos velas, derribamos mástiles y aparejo. Que parezca un barco a la deriva, que los supervivientes han abandonado. Seguro que cuando lo vean, el orgulloso brujo querrá subir a bordo. Y más si hay algo de oro y el Brujo ha de hacer inventario,o ver qué hay... Por no hablar de los cañones. Seguro que va loco por meterle mano a uno. En el barco estamos escondidos un pequeño grupo, dos. Tres a lo mucho. Ocultos por el velo del corazón. Y con pólvora suficiente como para volar todo el barco. Aquí hay un buen montón de barriles de ese polvo del demonio. Encendemos, nos vamos y... ¡BUM! a tomar por culo el Brujo y sus amiguitos. Sí, perdemos el barco y los cañones, pero me parece que no hay mejor empleo para el barco que ese. Ya sin barco, con el oro y el Corazón que cada uno tome su parte y todos tan amigos.

Eran unos planes de mierda. Endebles. Llenos de agujeros como la Luna, pero tampoco era un estratega. Era un jodido matasiete de Braavos que por azares del destino se veía metido en una empresa que le iba muy grande.

Si alguien tiene una idea mejor, por favor. Que no se la calle. 

Liv estaba pensativa y es que no era para menos, había hecho todo lo que no quería hacer y que no estaba dentro de sus planes iniciales pero claro estaba que tampoco tenía muchas opciones. Se mantuvo la mayor parte del tiempo en silencio, cavilando y encomendando aquello a su Dios porque otra cosa no podía hacer. El único con el que solía hablar era Connor porque de alguna manera sentía que era su verdadera conexión con el barco, con R'hllor y con lo que fuera que les quedaba por hacer.

-No lo sabía, Connor pero lo que si se es que era lo que tenía que suceder y que aún no ha pasado lo peor. Aunque créeme, lamento muchísimo aceptarlo.

Hubiera querido que fuese diferente pero no lo era y lo único que les quedaba como opción, les gustara o no, era seguir al frente, firmes en lo que habían decidido aunque no fuera precisamente juntos. Tomó sorpresivamente de la mano a Connor cuando escuchó las palabras de Valença, quizás lo más cercano a un acercamiento físico que se permitía la sacerdotisa y se paró frente a aquellos hombres que discutían.

-No es momento de echarnos en cara nada. Estamos en un baile en el que, aunque no nos guste, nos toca danzar, así sea con la doncella más fea.

Una vez ella tuvo la atención de todos tras hacer un alto, prosiguió. Estaba claro que el plan era deshacerse del mago, el gran problema, según lo veía la sacerdotisa, era decidirse por la táctica.

-Creo que el señor Connor nos ha dado la pauta y claro está, quien quiera arriesgarse es bienvenido... Iremos por delante, nos adentraremos sin ser vistos para deshacernos del Mago Amarillo.

Liv se dirigió a Valença.

-El Uthero no se toca, permanecerá a salvo y no estoy dispuesta a sacrificarlo por nada en el mundo, ¿le queda claro eso a todo el mundo?

Ella moriría por ese barco si era necesario, era una parte de sí misma aunque nadie pudiera entenderlo.

-Entonces... ¿Qué dicen?

Escuchó los diversos planes de los occidentales sin terminar de estar convencida. Ella conocía bien su propio puerto, y sabía a ciencia cierta cual era el lugar que posiblemente utilizara su enemigo como campamento: su propio "palacio". En realidad palacio era un eufemismo, pues se trataba de una casa fuerte de tres pisos semejante a una torre, pero con un piso superior que tenía una balconada amplia desde donde podía vigilarse toda la actividad del puerto. Era en éste último nivel donde, además, estaban sus antiguos aposentos. Apostaría cualquier cosa a que Lu Wu Wei ocupaba aquellas mismas habitaciones.

-Coincido con la sacerdotisa. Éste barco es la única vía de escape para los que habéis traicionado al imperio dorado y Braavos. Deshacerse de él sería una tontería, la verdad. Es un magnífico buque y hoy poy hoy cuenta con la mayor potencia de fuego del mundo conocido.

Cambió la postura en la que estaba sentada con un elegante juego de piernas.

-Matar al mago puede ser relativamente sencillo. Hay, efectivamente, un embarcadero particular, pero no está pensado para buques con tanto calado como éste. Unas barcas podrían servir para llegar hasta allí. Solo tenemos que... robar unos uniformes enemigos, o usar una barca como campana submarina y entrar... caminando por el fondo. Una vez en el embarcadero hay dos opciones: tomar la puerta de acceso inferior y subir la larga y estrecha escalinata del ala sur hasta la tercera planta. O bien, arrojar unos arpeos y trepar. Ambas son arriesgadas, por que el enemigo puede dar la alarma si no somos rápidos o certeros. Pero si por un milagro consiguiéramos llegar a la tercera planta sin ser detectados... Tendríamos una muy buena oportunidad. El buque puede usarse entretanto como distracción, para que las tropas enemigas se sitúen en alerta, preparadas para rechazar un ataque al puerto.

Miró a la sacerdotisa Liv.

-Con el corazón y un poco de magia... Quizá nos podríamos colar dentro, sin más. Habría que ser muy rápidos, ya que imagino que Lu Wu Wei sentirá la presencia de un artefacto tan mágico como ese. Aunque si el plan se lleva a cabo durante la madrugada... hasta los magos más poderosos duermen.

Estaba claro que los planes no eran su fuerte. Desde luego que eran absurdos, pero en Braavos ya era conocido por marcarse faroles imposibles. Con los planes militares no era muy distinto. Sólo había una coa con la que discrepaba.

Colarnos con algunos uniformes y usar el embarcadero me parece bien. Eso de meterse debajo del agua con una barca por sombrero... No es lo mio. Supongo que nos podríamos acercar en una barca, y si alguien hiciera una pequeña distracción en el puerto, algo lo sufientemente llamativo como para que los guardias del balcón fijen su atención hacia otra parte, peor no tanto como para que den la alarma... Un vocerió en el puerto, como una  pelea simulada... No sé.

Me parece bien lo de entrar de forma sigilosa. Aunque temo que usemos el Corazón. No sé, pero supongo que el Corazón es la razón principal que el Brujo ha iniciado esta guerra.

Se frotó la cabeza antes de continuar.

El barco es un problema que tendremos que solucionar más tarde. Yo no tengo ningún interés en poseer el mayor barco artillado de estos mares, y más si la flota de Braavos lo va a buscar con todas sus fuerzas. Este barco me parece más un lastre que una ayuda. Es como tener una diana pintada en el culo. Entiendo que alguien que quiera rehacer su flota pirata le encuentre su uso, pero yo no. Ya hablaramos sobre estas cosas después. Lo primero es lo primero.

Entonces mira a todos con una sencilla sonrisa de jugador de ventaja.

Mi voto es para un ataque nocturno. Si puede ser, sin mojarme. Empiezo a estar hasta los huevos de tanta agua.

-No creo que nos sirva demasiado el robo de uniformes, más bien, creo que puede ser una contra porque estaríamos agregando un motivo para que nos encuentren- dijo Connor -Dudo que Valenca o yo podamos pasar por simples yitianos...-

El tamaño del norteño, el color de piel del braavosi... no hacía falta mostrar mucho más.

-Pero sí creo que podríamos intentar, durante la noche, bastante antes de que salga el sol, infiltrarnos algunos pocos- miraba a todos los presentes.

Se detuvo un momento, y volvió a hablar.

-El Corazón creo que lo tendríamos que utilizar más para el escape que para el ataque- dijo con una leve sonrisa, mirando a la sacerdotisa -Liv no tiene que cansarse de más, o dejaremos la vida aquí mismo... lo cual no creo que sea algo deseado por ninguno-

Nadie quería morir allí, ¿para qué hacerlo si podían matar al Hechicero y luego retirarse con el barco?

-El barco, por ahora, creo que nos puede servir. Ya sea para darnos tiempo para escapar, o para defendernos de los esbirros que nos quieran atacar una vez salgamos de aquí- quería dejar zanjado el tema -Pero creo que habrá tiempo para determinarlo más tarde... si sobrevivimos-

Un plan se iba generando en su mente, y quería poder expresarlo. Sentía que podía ser importante.

-Lo que podríamos hacer es lo siguiente- comenzó a decir intentando ilustrar con dibujos creados a partir de la descripción más detallada de la zona que la Mantícora les podía facilitar -Desembarcar Valenca, Dan, Liv, Ben, yo, la Mantícora y Helyx por esta zona- señaló hacia un sector lo suficientemente alejado de donde podría haber vigías -Avanzaríamos en la oscuridad, pero yo creo poder dirigirlos junto a ella- miró a la Mantícora -¿Crees poder hacerlo?-

Y continuó.

-Mientras tanto, que el barco esté preparado para todo. Una flecha de fuego o un disparo: ataque frontal hasta llegar este sector del puerto- señaló la zona más cercana al "palacio" -Sino, que se quede donde está para que nosotros volvamos por el mismo lugar-

El corazón del ponienti parecía querer reunirse con el otro Corazón. Era una sensación conocida: la antesala de una batalla a muerte.

-En el linde de las estructuras, a resguardo, podría quedarse Liv con Helyx para facilitar y cubrir la salida, además de avisarle al barco si hace falta que suelte todo su fuego- continuó con la explicación, marcando lugares en el dibujo -Los demás avanzaríamos. Ben, ¿crees que podrías abrir una puerta sin que se escuche adentro?- le preguntó al ex-grumete -Eliminar a los vigías va a ser nuestra prioridad, y allí va a servir mi arco y la ballesta de Ben para los que estén en los pisos superiores, y las hojas negras de Dan y Valenca para los que estén en nuestro mismo piso, mientras nos guías a tus antiguos aposentos- miró a la Mantícora y por un momento recordó el primer combate con aquellos piratas y esbozó una sonrisa: R'hllor parecía ser irónico -Todo, claramente, con la mayor velocidad posible-

-¿Les parece bien? ¿Alguna idea más?- preguntó mirando a todos y cada uno, con las manos apoyadas sobre la mesa donde estaba el dibujo. Por un momento, parecía un general, pero no lo era realmente. ¿Acaso R'hllor quería hablar a través de él? Connor se escuchaba y no podía creerlo, nunca era de hablar tanto y mucho menos cuando había tanto en riesgo.

Valença no podía estar más de acuerdo con el plan de Connor. El tema de los uniformes podía ser útil pues la noche confunde colores pero no farmas, aunque el riesgo añadido de un rifirrafe con guardias que acabara en alarma lo tiraría todo por la borda.

Había aprovechado cada habilidad de cada uno. El ratero Ben, la magia de Liv, el ojo de Helyx y las dotes guerreras del resto.

Poco a poco se fue tornando en alegría su mal humor inicial, hasta salir algo del Valença más alegre de días atrás. A medida que Connor hablaba se iba dibujando una sonrisa más ancha, hasta que estalló en una carcajada de sana alegría.

¡Por todos los dioses! Si esto casi parece un plan, joder. Sí. Vamos a darle pol culo a ese Brujo de las pelotas!

Liv escuchó a todos, no tenían mucho de qué preocuparse, después de todo, tenían un plan y todos tenían algo que hacer pero había algo que le causaba cierta angustia: todos por diferentes lugares, sería algo complicado volver a reunirlos pero bueno, nadie había dicho que sería fácil y estaba segura de que no lo sería. Se dio cuenta cómo cambiaba el humor de todos pero el más claro, el de Valenca. No le sorprendía pero ella si que no estaba de buen humor,al final de cuentas las cosas aún podían salir mal y hasta no haber terminado con el mago, prefería no ponerse muy contenta.

-Bien, entonces esperemos a la noche y hagamos que esto funcione. No quiero mas bajas.

Miró a las mujeres pues aún tenían cosas que decir y a los hombres que Connor les había hecho preguntas directas. Estaba cansada, necesitaba recuperar fuerzas para estar al cien por ciento cuando la necesitaran y sabía que eso iba a suceder.

La aproximación al palacio se hizo en silencio. Desembarcaron en una zona tranquila, tomándose su tiempo para examinar a cada uno de los guardias y sus patrullas. Cuando se sintieron preparados, los arqueros se prepararon para abatir a seis blancos diferentes en un tiempo récord.

La imitación del canto de un ave dió la señal. Las primeras flechas volaron certeras, y después de éstas vinieron las siguientes. Parecía que uno de los hombres iba a conseguir ponerse a cubierto tras percatarse de que algo estaba pasando, pero Helyx fue más rápida.

Habían penetrado en el perímetro exterior, y se movieron rápidamente para acercarse a la muralla, escondiendo los cuerpos de los muertos en la medida de lo posible. La noche era silenciosa y tensa, pues sabían que cientos de soldados dormirían en un campamento no muy alejado de aquel lugar.

La siguiente parte del plan era menos glamurosa. La mejor vía de entrada era utilizar un canal de desagüe que llevaba directamente a las cocinas, en el corazón del palacio. De lo contrario, tendrían que asaltar el patio interior donde no solo habían soldados en cada esquina, si no arqueros vigilando en la balconada superior. Nadie dijo que matar a un mago fuera una tarea glamurosa, pero arrastrarse entre la inmundicia iba a poner a prueba su voluntad.

La espera había sido larga para el ponienti. Había pasado el tiempo afilando sus armas, revisando el arco y también el par de pistolas que tenía por las dudas. No las utilizaría, a menos que tuvieran que llamar al barco o para una emergencia. Siempre confiaba más en su silencioso arco compuesto.

Cuando supo que todas sus armas y equipo estaban en condiciones para la tarea a realizar (se había agenciado también un garfio atado a la cuerda, por si hacía falta), reunió a los que iban a entrar para mostrarles algunas señas que utilizaban en la Guardia de la Noche cuando había que realizar un asalto en silencio. Claro que sin contar de dónde los había sacado. Eran simples, gestos bastante claros aún en la oscuridad.

La Mantícora, justo antes de salir, les contó que la mejor forma sería la de entrar por el desagüe. Realmente no le importaba ensuciarse para hacer esto, pero hubiera preferido tener la información antes de planear todo.

-Podrías haberlo dicho antes, ¿no?- dijo el mercenario -Pensé que íbamos a entrar por una puerta inferior... pero tal vez esto sea lo mejor. ¿Están todos de acuerdo en que deberíamos ir por allí?- estaba un poco cansado de los cambios de planes a última hora, pero ahora no se podía hacer nada.

El comienzo del plan había salido a pedir de boca. Ciertamente no podían pedir más que eso. R'hllor parecía estar acompañando esta empresa. Cuando se estaban por separar, miró a Liv a los ojos.

-Dile a R'hllor que si muero, hice todo lo que pude, siempre- le dijo -Cuídate, ¿sí?- y luego miró a Helyx -No se arriesguen de más... y protege a Liv, ella nos sacará de esto si se tuerce todo-

Y a los demás les hizo la señal de avanzar.

Todo salía a pedir de boca. Eso era un mal augurio.

Te estas volviendo una vieja supersticiosa como estos piratas...

Miró a Helyx por unos instantes, aprovechando las palabras melosas de Connor a su sacerdotisa. Él no dijo nada. Sólo la miró. Iba a enfrentarse a un cabrón que tenía un imperio y la flota braavosi en un puño. ¿Qué podían hacer ellos contra algo así?

Le pareció curioso que Connor supiera todo eso de los signos. Le recordaba un poco a la lengua de signos sothoriana que él conocía, pero mucho más burda. Los ponientis siempre son más burdos para todo.

Casi se le escapa la risa cuando Connor pone reparos en meterse por el tunel de desperdicios.

Si lo llego a saber no me pongo las medias de seda... ¡Venga, Connor! Esto huele como el culo del Desconocido, pero será el último sitio donde buscarán.

Prefiero esto que ese plan de locos de ir bajo el agua con la barca. No me gusta el agua más allá de mi cintura. Ahora no es momento de cambiar el plan.

Confiaba plenamente en la Mantícora. Era la que tençia más razones para matar al Brujo. Era la que podía ganar más.

¿Y después? Nos traicionará? Tiene honor esta perra?

La pelirroja escuchó todo en total silencio, no entendía por qué tenía que quedarse y esperar.

-¿Por qué?

Ella hubiera preferido ir con ellos y enfrentar directamente al mago pero no, parecía que allí era más útil porque eso re todo. Estaba segura de que si no hubiera tenido el corazón, jamás la habrían llevado con ellos y eso la desilusionaba un poco. Antes de responder a Connor miró a su alrededor, aquello era una porquería.

-Se lo dirás tú cuando vuelvas... Yo sólo seré un testigo.

Le tenía aprecio y creía que volvería pero en ese momento estaba molesta con ambos. Hizo una seña a los hombres a modo de despedida y miró a la Manticora, justo lo que le faltaba. Se sentó en un recoveco y se dedicó a esperar.

Se quedó allí, viéndoles desaparecer por el túnel. Las dos chicas habían sido dejadas atrás, pero ella no iba a quedarse de brazos cruzados. Miró a la sacerdotisa con una breve sonrisa, apretando el arco entre las manos.

-Imagino que no te quieres quedar a verlas venir. Tienes el corazón, y según recuerdo alguien como Ben fue capaz de usarlo sin problema para abrirse camino entre los guardias de Yin... Imagino que no tendríamos ningún problema en llegar hasta el mago y ser "invisibles".

Parpadeó, mirando hacia el palacio.

-Si él despierta, ellos estarán jodidos. No son magos, ni saben nada sobre eso. Será como si un puñado de campesinos se enfrentan a un caballero con armadura. Les masacrará.

Los valientes hombres y mujeres se arrastraron por el angosto túnel con el agua hasta el pecho. Decir agua era un cumplido, por que aquello era una mezcla de casquería, vísceras de animal, orines y mierda flotando tranquilamente junto a cáscaras de frutas y pieles de pollo. Olía fatal, y sabía peor. Pero el enemigo jamás creería que le iban a atacar por semejante flanco.

Finalmente, y tras no poco trabajo, Valença trepó por las resbaladizas paredes del colector y salió a una tranquila despensa de la cocina, ayudando a sus compañeros a subir. A aquella hora de la noche las cocinas no estaban funcionando y el lugar estaba tranquilo. Usó una cuerda para ayudar a los que tuvieran más dificultades, y tras aquel esfuerzo retomaron el aliento.

-Ahora hay que recorrer éste ala. El único acceso a la planta alta son las escaleras principales, así que habrá que matar a algún guardia... -dijo la Mantícora.

Connor no es que estaba contentísimo de pasear por esos desagües, pero tampoco era que le molestaba. Aunque no sabía si había tenido que hacer algo más asqueroso que eso.

Cuando finalmente estuvieron arriba, él armó su arco compuesto y lo tensó para corroborar que estuviera bien armado. Tomó cinco flechas de su carcaj y las tuvo preparadas para ser usadas.

Tomó un lugar desde donde poder observar la situación y también poder disparar. Cuando tuvo el panorama más claro, les hizo una seña para que avanzaran a los que iban a acercarse más y también la cantidad de guardias que había allí. Él estaría listo para disparar a quien pareciera estar por descubrir a los asaltantes, y para los más alejados.

Ahora nada puede salir mal...

La sacerdotisa lo pensó un poco, Helyx tenía razón y los hombres sólo serían un ratón en cuanto entraran ahí. La pelirroja sonrió con malicia.

-Vamos a echarles una mano y de paso a divertirnos un poco.

Había tomado una decisión y se encomendó a su Dios, sabía que no le podía fallar, era ese el momento de adentrarse y sorprender a aquellos que iban a necesitarles.

-No perdamos tiempo, Helyx.

El mundo iba a temblar y de eso estaba segura.

Valença avanza con cara de asco por aquel sumidero. Era asqueroso, pero peor era que te metieran una cuarta de acero en el cuerpo. O ir bajo el agua. O mil cosas.

Qué ganas de darme un baño... Joder! Seréis muy civilizados, Mantícora, pero hacéis la misma mierda que nosotros.

Al final todo lo malo acaba. Ayuda a subir a todos a la cocina y le da un bocado a una manzana que encuentra por allí mientras la Mantícora informa de la situación.

Se asoma y fuerza la vista para ver a los guardias. Nunca ha tenido muy buena vista. Y menos de noche. Por eso siempre ha preferido matar en corto. De lejos las cosas son un borrón, mas no dice nada.

No es momento de mostrar miserias.