Partida Rol por web

El viaje del Uthero

Mil naves arden (Escena III)

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28/10/2016, 22:17
Director

De nuevo, la luz regresó a los días. El mar se llenó de peces y bandadas de delfines que les escoltaban en su viaje de vuelta hacia las aguas del Mar de Jade. La incertidumbre dió paso al optimismo, y el conato de motín murió tan pronto como había llegado. Los hombres eran ricos y además ahora, merced a sus nuevas armas, se sentían poderosos. El poder es círculo vicioso, que una vez toma tu corazón te consume como una enfermedad: siempre querrás más.

Sea como fuere, aún cuando se cansaran de aquel viaje y decidieran regresar a occidente, tenían que pasar por aquel lugar. Solo en las islas de los piratas podían hacer ahora escala y no exponerse a la furia de los agraviados o a la flota del emperador amarillo. Se decía que aquel rey había pedido la mano de la emperatriz de Leng, y que ésta había aceptado. El cerco sobre el imperio dorado se estrechaba, y los planes de conquista del rey brujo estaban entrando en la recta final. Sus naves, según supieron, realizaban ahora incursiones sobre el Gran Moraq.

La profecía se cumplía, paso por paso, y ellos sabían, o intuían, que tendrían un papel protagonista en todos aquellos acontecimientos. La emperatriz viuda y el rey niño necesitaban ayuda. Su intrigante consejero sentía que estaba contra las cuerdas. El rey de Carcosa les estaba dejando para el final, pero presionaba lentamente en sus fronteras. Quería rodearles, privarles de cualquier esperanza. Y una vez la fruta estuviera madura, tomaría Yin y se proclamaría gran soberano de Oriente.

Las noticias eran preocupantes, y más para ellos, que eran unos extranjeros en aquellas aguas y el eslabón más débil. Por eso se apresuraron a llegar a las islas, donde teóricamente les aguardaba un potencial aliado. No tardaron demasiado, impulsados por las corrientes circulares que bañaban las aguas del Mar de Jade. Ante ellos, un rosario de islas verdes con altas colinas, playas de arena blanca y aguas transparentes, rebosantes de vida marina.

La Mantícora les fue indicando, ya que conocía aquellas aguas como la palma de su mano. El principal puerto y asiento del que había sido su trono era Puerto Hermandad, un lugar neutral donde los piratas podían acudir a comerciar con las mercancías robadas. Era allí donde tendría su asiento la nueva Mantícora, al igual que ella lo tuvo, y donde se llevaban a cabo las asambleas y decisiones importantes para la comunidad pirata.

Como no se fiaban, recalaron en una isla cercana, donde había un pequeño asentamiento de donde, de hecho, habían salido sus dos buques aún partidarios. Se envió un reconocimiento con una de las naves aliadas a la gran ensenada de Puerto Hermandad, y el buque yitiano regresó a todo trapo con sus marineros, piratas curtidos y fieros, asustados como niños. Su relato les dió mucho en qué pensar. Una enorme flota, con las banderas de Jinqui y Leng, había ocupado los asentamientos principales de las islas de los piratas. Su flota se había unido a algunos barcos pirata, pero la nave de la nueva Mantícora y parte de su flota yacían ahora en el fondo del mar. Los soldados del rey amarillo ocupaban las islas por miles, dándose a un pillaje salvaje y la matanza de los piratas.

Para Katsumi Wôn, el cielo había caído sobre su cabeza con el peso de un martillo. La alianza del rey amarillo con los piratas había sido una mera farsa para que bajaran la guardia. Ahora, las auténticas intenciones salían a flote: los querían exterminar. No había sitio en el nuevo Mar de Jade para la Mantícora y sus piratas. Si aquello era así, obviamente tampoco lo habría para Braavos y su proyectada colonia en Marahai. Todo lo que habían construido amenazaba con derrumbarse.

¿Que podían hacer ellos? Eran solo cinco naves, seis si se contaba con el último buque de sus partidarios que habían permanecido defendiendo aquella pequeña isla, y la flota braavosi todavía tardaría al menos tres meses en llegar.

-Está confirmado -dijo uno de los piratas yitianos- El rey brujo en persona manda la flota. Mil naves, llenas de soldados humanos, Jogos Nhai y hombres alados del Mar Oculto.

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28/10/2016, 22:46
Joren Nestos

Estaba nervioso por todo aquello. Los enemigos tendrían patrullas, no tardarían en dar con ellos. Y luego, el resto de su flota caería sobre ellos como perros de presa. Serían historia. Él no quería luchar allí, no contra aquella inmensa flota. Y así lo dijo en la reunión que mantenían en el camarote del capitán.

-Creo que lo más prudente sería retirarse al Gran Moraq y hacer frente común con ellos, aguardando a que llegue el grueso de nuestra flota. Seis naves contra cientos de ellas, me parece un suicidio.

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28/10/2016, 22:48
Larazys Flaerin

Parpadeó, mirando a los mercenarios. Habían adquirido gran importancia en el viaje, hasta el punto de convertirse en algo más que espadas de alquiler. Eran algo así como capitanes respetados, oficiales de la flota de valor demostrado y a los que los hombres seguirían hasta las mismas puertas del infierno, si fuera necesario.

-Tenemos varias bazas, no obstante. Las nuevas armas, y el poder del corazón de Hyrkoon. Quizá, y solo quizá, podríamos plantear un primer ataque sorpresa. Agitar el avispero y destruir cuantas naves podamos, ahora que están todas muy juntas y ancladas. Un fuego como el de Yin podría resultar devastador en esas condiciones.

Les miró a ellos, que eran los que tenían que opinar.

-Decidamos ésto entre todos. No quiero otro motín a bordo.

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28/10/2016, 22:52
Katsumi Wôn "La Mantícora"

Estaba furiosa, dolida. Todo había ido mal. Ahora los piratas habían pasado de ser una fuerza temida y numerosa a una especie en peligro de extinción. Quería venganza. El rey de Carcosa se había convertido, definitivamente, en su enemigo mortal. Su causa ahora era la suya, y de eso no cabía ninguna duda.

-Hay que derrotarles, o no podremos escapar. Si dejamos que se haga con el Mar de Jade al completo, Occidente sufrirá las consecuencias. Recordad la profecía y las palabras de la reina Zis. Huir no sirve de nada.

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28/10/2016, 23:01
Connor

Connor había tenido que hacer algo que no le había gustado en lo más mínimo: entregar a cuatro amotinados. El capitán les había ordenado a Ben y a él hacerlo, de la forma que quisiéramos. Ellos, más cercanos a los marineros, consiguieron rápidamente la información y el mal gusto pasó. Sabía que era por algo más importante, y un motín no era la solución.

Ya el camino de regreso había sido más relajado. Alejarse de esas aguas y tierra muerta le hacía sentirse más seguro, por más que aún su camino fuera el de un marino. Realmente no le estaba disgustando sentir el aire marino, el sonido del agua, y hasta al movimiento del barco le había encontrado algún tipo de gusto.

Y finalmente esa noticia. Eso dejaba pocas opciones, pero estaba más a gusto con la idea de Larazys.

-Coincido- dijo escuetamente Connor, y luego, ante las miradas de todos, continuó.

-Un ataque por sorpresa de tal magnitud, dejaría más que mal parada a una flota encerrada. No sólo enviaría un mensaje a todos aquellos que se oponen al Rey de Carcosa, sino también que podría ser un duro golpe para éste. Yo voto por un ataque sorpresa, lo más violento y rápido que se pueda, usando toda la capacidad de las armas nuevas, el Corazón y lo que ha demostrado poder hacer Liv- finalizó el ponienti.

No estaba acostumbrado a hablar tanto, pero parecía que su opinión, después de todo, valía.

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29/10/2016, 01:14
Liv

Liv sabía que un ataque sorpresivo, directo y rápido podría significar un golpe a favor de ellos por lo cual también estaba de acuerdo con la, no tan poderosa, Mantícora y con Connor.

-Yo sólo soy un instrumento de R'hllor pero estoy de acuerdo con el señor Connor.

Echó una rápida mirada al recién mencionado y luego a la Mantícora pero apenas unos segundos pues su mirada se afianzó en el capitán.

-Pero antes que pensemos cualquier plan con detenimiento y que no se nos escape nada por sentirnos confiados pues ese sería un error muy grande a pesar de seguir teniendo el control.

Pensaba en las armas que serían su mejor oportunidad si no tuvieran el corazón pero lo tenían y a ese no le ganaba nadie. No tenía dudas de que con o sin profecía, saldrían triunfantes pero prefería que fuera con ella.

-¿Quién de ustedes es el mejor estratega? Y no, no sois vos, Mantícora.

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31/10/2016, 10:36
Valença

Volver al mar azul y al sol le había gustado a Valença. Aquellas tierras eran preciosas, y no parecía que allí pudiera existir miseria y muerte, aunque en realidad no fuera. Eso existía en cualquier lugar del orbe.

Desde que dejaran aquellos pobres diablos, en manos de los esclavistas de la tierra sin luz, Valença miraba a Connor y Ben un poco raro. No le gustaban los chivatos. Él podría haber sido uno de esos descontentos. Pero él era más listo. Y estaba convencido que había muchos más que veían toda esta aventura de imbéciles de igual manera. Había muchos que pensaban como él. Aquellos cuatro habían sido los disidentes más bocazas y más estúpidos. Querían dar una lección.

Lo mejor sería meterle por el culo al maestre todos sus juguetitos, meter proa a alguna islita de estas, usar el corazón para montarnos un buen palacio y luego quemar esa reliquia. Esa cosa es mejor que deje de existir. Con todo el oro de la flota podríamos vivir como reyes... Y no ser siervos del puto Banco de Hierro... A Ben lo hacía más listo... Y a Connor... Es lo bastante viejo como para saber como van las cosas... Y Liv... Habría apostado mi brazo derecho a que se quedaba con la Eterna... ¿Qué coño hace aquí, en realidad? Bah... A la mierda...

Al llegar al archipiélago de los piratas les llegan las últimas noticias. El capitán quiere saber su opinión y cabecea asintiendo a lo que se va diciendo.

¿Quién es el mejor estratega?

Valença no tiene ni idea, ni tampoco puede responder a eso...

No sé quien es mejor estratega, mi señora, pero soy de la opinión general. Con un plan más o menos osado, y vuestra fe, podemos convertir la flota de ese cabrón en un montón de cenizas... Y luego mearnos en sus cadáveres... Tampoco es necesario matarlos a todos... Parece que todos esos fanáticos se mueven si lo hace ese Brujo Amarillo... Muerto el perro se acabó la rabia. Un grupo de matarifes profesionales para abordar el barco del hideputa, una buena distracción de fuego y muerte y todo será más sencillo. 

Valença se esforzaba por dejar fuera de la ecuación los juguetes de Drox. Había visto lo que podía hacer en un cuerpo vivo y la imagen del artificero agonizante lo tenía grabado en la mente. Se había visto a él reflejado en aquel pobre diablo. No quería acabar como él.

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01/11/2016, 21:11
Ben Lucking

Ben notaba que algunas miradas estaban pendiente de él. Ahora tenía voz y voto, y aun, todavía no sabe como dijo lo que dijo, pero todos hablaban que el mundo iba a cambiar, que esto era un antes y un después. Puede que se estuviera hablando de una era, cuando todo empezó. ¿Y donde iba a estar él?

Cogió unos de las pesadas armas que se colocaban en la borda, El astuto marinero con un agilidad natural, había estado practicando con las armas. Con ella en las manos y los brzos hinchado por el esfuerzo, sonríe a sus camaradas.

- Ya que tenemos esto- camina hasta colocarlo en su sitio, dando a entender su postura, pero como nunca ha sido muy sutil, por si acaso, lo manifiesta en palabras- habrá que darle uso- termina con unas palmaditas sobre el mazico metal.

Notas de juego

No me he dejado influenciar por el títulos del capítulo ¿eh? xD

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01/11/2016, 21:38
Director

Era de noche cuando las naves se movieron silenciosamente. La Cimitarra y la Nymeria iban en avanzada, al ser las más ligeras y maniobrables. La flota enemiga estaba en su mayor parte fondeada en aquella gran ensenada, pero sus vigías estaban por doquier. Aproximarse sin ser vistos era casi imposible, así que hicieron buen uso de su superior velocidad, que les conferían sus aparejos mixtos. Los hombres estaban preparados para el combate, y las bordas reforzadas con sacos terreros y redes rellenas de paja para tratar de quitarles encima la mayor parte de las flechas, flechas que podían caerles encima por cientos.

Un gran silencio en la bahía, roto cuando doblaron el espigón y tuvieron a la vista a sus enemigos. El cálculo había sido premeditado, ya que aunque eran varios cientos de buques, quizá unos 300, ni mucho menos eran mil. Pero el número no importaba, en realidad.

Tocaron tambores y se encendieron faroles en las naves: les habían visto.

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01/11/2016, 21:46
Larazys Flaerin

Estaban cerca, pero quizá no demasiado. Para el máximo efecto, debían estar a una distancia de un par de decenas de cables del enemigo. Sin embargo, si no tenían cuidado ellos mismos podían salir ardiendo. Los cañones estaban preparados y los tripulantes, armados. Posiblemente, los yitianos no creían que aquello fuera un ataque serio... ¿Tan solo tres naves?

El capitán se asomó sobre la pasarela del castillo para mirar a Liv, que sostenía la caja con el corazón de Hyrkoon.

-Señora... Cuando gustéis, hay un montón de naves esperando vuestro toque especial.

Los primeros arqueros trataron de acertarles, pero todavía estaban fuera de alcance. Aunque no lo estarían por mucho tiempo, en realidad. Un vigía anunció:

-¡Señor, barcos a popa!

Dos docenas de buques yitianos habían aguardado sus movimientos, y ahora se aprestaban a encerrarles en aquella bahía. Valença suspiró, comprendiendo que a pesar de todo, aquel día los cañones iban a estrenarse.

-Maldita sea, ¡Virad en redondo, que comience la pirotecnia!

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01/11/2016, 21:56
Liv

¡Qué pronto había llegado todo! O tal vez no pero ya estaban en posición para atacar y ganar porque la sacerdotisa no podía pensar que fallaran, no estaba en los planes claramente y menos teniendo en las manos lo que sostenía con una sonrisa ligera, apenas perceptible. Mentiría si no dijera que se sentía poderosa, es más, se notaba y el orgullo también estaba presente en la hechicera.

-Solo tomará unos segundos...

Se dio cuenta que no tenían tanto tiempo, que la ventaja debía ser aprovechada ya y tras escuchar la orden del capitán la mujer de cabellos rojos se arrodilló sosteniendo el corazón de Hyrkoon entre sus manos, cerró los ojos y comenzó a recitar algo en esa lengua que sólo los iniciados conocían pero que en lengua común rezaba algo como:

"Entre el fuego ardan por tu voluntad, mi Lord R'hllor. No abandones nuestras naves y baña de sangre y fuego a aquellos que dudan de ti..."

La suerte estaba echada y ella confiaba en sí lord tanto como en el corazón.

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02/11/2016, 15:58
Connor

Ben se había vuelto más arrogante después de su robo en el palacio. No es que no fuera capaz, todo lo contrario, pero había algo en él que había ido cambiando. Su forma de responder lo demostraba... aunque tal vez siempre había sido así y él no lo había notado, por más tiempo que hubiese pasado con el muchacho, que ahora le demostraba que no necesitaba tanta protección como pensaba antes.

La visión de tantas naves enemigas no pudo dejar de hacerle pensar en que no era algo simple ni fácil. Era apabullante la diferencia numérica... pero tenían a Liv y el corazón. Verla allí arriba con el rostro impávido, confiando plenamente en su Dios, hacía que la tranquilidad volviera a su cuerpo.

Connor llevaba el equipo nuevo... y un par de pistolas. Al principio había tenido resistencias a usar ese tipo de armas, la verdad era que sus modos eran más... silenciosos. Pero en aquellos combates en donde era matar o morir y donde no había donde esconderse más que en las prístinas aguas del mar, esas armas servían. Así fue que comenzó a probarlas, practicar y demostrar que la certera puntería que tenía con su arco de tejo también podía servir para aquellas armas. No eran muy distintas a una ballesta, y de esas había usado en la Guardia. También probó con los falconetes, pero eso sólo usaría si el Capitán se lo pedía expresamente. Prefería quedarse con su escudo, espada, lanza y truenos de mano.

Él ya estaba listo. Su cota de malla puesta y los cintos y correajes ajustados para no perder ningún arma en el combate. Con el arco en la mano, observaba la situación para usarlo si fuese posible contra capitanes y oficiales. Confiaba en la fuerza que podía imprimirle a la cuerda, y sabía que la flecha podía viajar mucha distancia hasta su objetivo, algo que los truenos de mano no podían hacer. Esos quedarían para la posibilidad de abordaje...

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02/11/2016, 17:20
Valença

Valença observaba la escena arrobado. Sentía las cosquillas del miedo en las entrañas. Allí estaba con su nueva espada y su viejo escudo de madera. Le servía para parar las flechas y si se caía al agua quizás le serviría para no hundirse tan rápido.

Este escudo no pararía una de esas bolas de hierro de nuetsras armas... Por suerte sólo las tenemos nosotros... De momento.

Un puñado de barcos les cerraban la salida... Como si fueran a huir. Imbéciles... de aquí poco serían ellos los que huirían.

Hoy se cantarán canciones de nosotros...

Murmuró el braavosi. Así lo creía. Ganaran o perdieran era un matiz. Pasara lo que pasara, enfrentarse a la flota del rey brujo en esas condiciones era el tipo de hazañas que forman las canciones.

Valar morghulis.

 

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03/11/2016, 03:59
Director

La ola de fuego consumió gran parte del maná de Liv, pero el efecto fue devastador. Una muralla de fuego azul surcó la bahía, barriéndola de norte a sur. Toda nave que tocaba, comenzaba a arder violentamente. Sus tripulantes también ardían, de una forma pavorosa, chillando como energúmenos mientras se lanzaban al agua para tratar de apagarse.

El galeón y las carabelas maniobraron, virando lentamente para que su banda de estribor diera directamente hacia la entrada de la bahía y los buques que trataban de cerrarles el paso. El capitán ordenó cargar los cañones, y éstos se bautizaron en combate por primera vez, dando tres descargas que sembraron muerte y pavor. De hecho, tal fue la sorpresa y la efectividad de aquellas balas que hundieron enseguida a dos de aquellas naves, cuyos mamparos eran menos gruesos que los de las naves de occidente y, por lo tanto, se quebraban con mayor facilidad.

En la ciudad portuaria, alguien despertó al rey brujo, al que el ruido de los cañones ya había desvelado. Salió de la cama, justo para asomarse y ver a la mitad de su flota ardiendo, escuchando el estruendo de los cañones.

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03/11/2016, 04:07
Lu Wu Wei

El corazón de Hyrkoon. Podía sentir su poder a través de aquella ola de fuego, y eso le hizo sonreír. ¡Al fin lo había encontrado! La gran batalla, que tantas veces había escapado de entre sus dedos, llegaba al fin. Si se hacía con aquella reliquia, nadie podría detenerle, ni siquiera la gran reina Zis.

-Mandad llamar al resto de la flota, que acuda inmediatamente -dijo a uno de sus generales- No saldrán de aquí con vida.
-Tampoco nosotros, señor, si se incendia éste pueblo.
-No tolero la falta de fe...
-dijo, mirándole con un apunte de ira.

Ya era tarde para apagar los barcos en llamas, aunque podría paliar, o detener, la ola de fuego con alguna magia por su parte. Sin embargo, había un tiempo y un lugar para desvelar sus propias cartas, y de momento podrían bastar las fuerzas convencionales. Se acercó a una gran vela de cristal que había en su habitación, y posó la mano encima. La cara de un hombre enfundado en una armadura, con grandes alas a la espalda, se definió dentro del cristal.

-General Rak... Ataque con sus hombres a esas naves. No deje alma con vida.

El hombre golpeó su pecho con un arco y se giró a dar órdenes, mientras el rey de Carcosa tomaba un bastón negro, hecho de sombras que se retorcían entre alaridos, y salió de nuevo al balcón y agitó su vara en el aire. Grandes nubes se formaron con rapidez sobre la bahía, y una espesa cortina de lluvia comenzó a caer. Una lluvia torrencial, un aguacero de grandes proporciones. Iba a ser díficil manejar las nuevas armas con tanta agua, pero ellos tenían la ventaja de las cubiertas inferiores.

Aunque no detuvo la ola de fuego, el agua si la redujo un tanto, hasta irla disipando progresivamente conforme se acercaba a los embarcaderos. Un nuevo combate se iba a desarrollar, el del agua frente al fuego de R'hllor. De momento, el fuego ganaba por goleada, sin importar cuanta agua cayera del cielo.

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03/11/2016, 04:19
Director

Habían agitado el avispero, pero convenía salir de la colmena, ganar mar abierto. Dentro del puerto, eran vulnerables y podían rodearles. Afortunadamente, no tenían que preocuparse de la gran masa de naves que ardía sin importar la lluvia, merced al fuego místico de la sacerdotisa y el poder del corazón. Pero si debían preocuparles los buques que cerraban el puerto.

Seguían disparando contra los que osaban acercarse para abordarles, y las consecuencias de tal atrevimiento se estaban revelando fatales. La tripulación tuvo que usar menos bocas de fuego, pues los cañones de la cubierta principal iban a quedar silenciados debido al aguacero. Pero las grandes piezas del entrepuente y el sollado seguían vomitando proyectiles a buen ritmo, sembrando la destrucción entre la armada del rey de Carcosa.

Sin embargo, tarde o temprano tendrían que aproar la entrada del estrecho y tratar de romper el bloqueo. El problema de aquellos cañones es que había estar de costado para dispararlos, pues apenas podían colocarse una o dos piezas a proa o a popa. Tres naves yitianas más comenzaron a hundirse, y una cuarta quedó muy maltrecha. Media docena. No estaba nada mal, que había más del doble de esa cantidad bloqueando la entrada del puerto.

-Viene... ¡GENTE POR EL CIELO!

Lo que dijo el vigía a todos les extrañó, pero era cierto. Era como una bandada de pájaros de gran tamaño, que se contaba por cientos, volando bajo el espeso aguacero. Sin embargo, debido a él, no podían hacerlo muy alto, no más que la altura del palo de trinquete.

Los hombres alados existían... y tenían alas, efectivamente. No eran demasiado numerosos, pero si eran, por así decirlo, una fuerza de élite. Unos doscientos, casi trescientos. Hombres alados con arcos y flechas, acompañados por otros que actuaban como "pájaros de choque", provistos de gruesas armaduras, espadas y armas de asta con grandes cuchillas... Y se acercaban a gran velocidad, por la banda de babor.

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03/11/2016, 04:28
Joren Nestos

Abrió mucho los ojos cuando vió aquello. No era para menos. Se apartó el pelo mojado de la frente y metió la cabeza en las escaleras que daban al entrepuente.

-!Traed las ballestas yitianas, a cubierta! La pólvora será inútil con ésta lluvia. ¡Artilleros, a la banda de babor, rápido, cargad las serpientes con metralla!

Los marineros se afanaron en cumplir las órdenes, pero aquellas cosas eran condenadamente rápidas. Apenas si pudieron tener listos los cañones cuando los tenían encima, tirándoles una lluvia de flechas. Los cañones hablaron, vomitando metralla sobre el cielo, y aquello era inesperado para sus atacantes. Decenas, casi cien, cayeron segados como por una guadaña invisible.

Eso provocó que se dispersaran, que no volaran en bandada. Se entretuvieron cercando la nave, disparándoles flechas para obligarles a parapetarse, a agachar la cabeza. Algunos marineros resultaron heridos, y dos de ellos murieron traspasados por las flechas. El ataque no estaba resultando la victoria fácil que creyeron en un primer momento...

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03/11/2016, 04:33
Director

Tras hacerles agachar la cabeza y provocar algunas bajas, se inició el intercambio de proyectiles. Sin embargo, los hombres alados estaban esperando aquel momento. Lanzaron su infantería pesada sobre los buques braavosi, comenzando un despiadado abordaje. Eran guerreros formidables, rápidos y muy fuertes. Los primeros marineros que les hicieron frente en una lucha cuerpo a cuerpo murieron en un abrir y cerrar de ojos. Solo las armas a distancia o las picas podían hacerles caer.

El capitán pasó a batirse desesperadamente en el castillo de popa, y de hecho el general Rak lo lanzó por la borda hasta caer en cubierta con su armadura, malherido. Valença y Connor estaban cerca cuando eso sucedió, aunque el primero de ellos tenía sus propios problemas: uno de aquellos tipos planeó, tratando de cercenarle la cabeza de un tajo.

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Notas de juego

Ataque a Valença: 26+

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03/11/2016, 04:39
Dan Rogare

La enorme mole del comandante enemigo cayó cerca del capitán, y con un gesto rápido se aprestó a apuñalarle con su gran espada. Dan siempre tenía el arma lista, y mientras el resto desenvainó él ya tenía su espada en la mano. Verdad cantó con tono claro al desviar su golpe.

-¡A mí! -gritó, atacando a la criatura alada, que esquivó fácilmente el tajo.

Eran ágiles, aquellos cabrones, por lo que alcanzarles sería difícil. Rak se impulsó en la escalinata del castillo de popa, atacándole con furia. Solo a costa de mucha destreza y haciendo uso del peso de su cuerpo y la fuerza de sus juveniles músculos, detuvo a duras penas el ataque, quedando trabado en combate cercano con el hombre alado.

-¡Un poco de ayuda, Connor! -gritó, tratando de contenerle.

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03/11/2016, 04:49
Helyx Longstrider

Solo tres barcos contra aquella inmensa flota... Sin embargo, tenían un as en la manga. Sospechaban que podían quedar encerrados, así que la Mantícora y sus barcos piratas, provistos de algunos cañones, se habían quedado atrás. Cuando el bloqueo comenzó, ella lanzó una flecha al aire que iba provista de uno de aquellos fuegos artificiales yitianos. Era la señal convenida. Pero ahora tendrían que esperar a que los refuerzos llegaran, mientras trataban de abrirse paso hacia el bloqueo.

Los hombres alados habían llegado, y parecía que uno de sus objetivos fundamentales, aparte de matar al capitán, era capturar a Liv o quedarse con el corazón. Hicieron varias pasadas sobre ella, y Helyx debió tirarla al suelo y protegerla con su cuerpo.

-¡Tienes que meterte bajo la cubierta! -gritó, pues el ruido de la batalla era ya ensordecedor.

Valença estaba en peligro y eso la puso alerta. Le apreciaba mucho. De hecho... sentía por él algo más que aprecio. Pero tenía sus propios problemas en ese momento, y esos problemas tenían alas y querían matarla. Disparó una flecha certera, que penetró en la armadura de uno de los seres, dándole en el corazón. Cayó al instante, cerca de Ben, que salía en ese momento a cubierta con su preciada ballesta entre las manos.

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