Partida Rol por web

Hilo para la puerta Norte.

12.33 am

Lleváis ya un largo recorrido por los caminos que llevan hacia la ciudad, todos tenéis razones muy distintas para estar allí.

A penas unas millas atrás véis una caravana tirada en el suelo debido a que ha volcado, el grupo que viajaba en ella parecen unos militares o unos comerciantes de armas, pero os dicen que están bien y que continúeis adelante.

Y así lo hacéis. Entoces, aAnte vosotros se alza una muralla de piedra, fabricada con grandes bloques de caliza. La muralla es enorme comparada con el tamaño de la ciudad.

La muralla tiene varias torres que protegen aún más la zona de los posibles ataques.

Finalmente vuestros caminos se juntan en la entrada de la ciudad. Un puerta de 18 metros de alto con forma de una gran "H", una pasarela sobre la carretera flanqueada por dos torres. Una gran puerta de hierro está cerrada para controlar el acceso a la ciudad por las noches, pero durante el día permanecen abiertas.

Al llegar justo a la entrada os encontráis con dos centinelas que montan guardia en la puerta. Uno de ellos con una pose rígida y estricta da un paso al frente y os dice.

- Buenos días, señores. Soy el encargado de la entrada de Tormentos Cristalinos, si sois residentes mostradme vuestra tarjeta. Sino, es necesario que me paguéis la tasa de entrada. Tan solo son 5 pc por cabeza.

Os dice mientras saca un saquillo de su bolsillo y extiende la otra mano.

observo a la gente que me rodea y luego doy un paso al costado y agachando la cabeza les hago una seña de "ustedes primero"

.-¡¡ Buenos dias centinelas¡ Supongo que esta Tasa no es negociable. Artilos busca las monedas y se las entrega al centinela.

Una sola pregunta,¿ me podrias recomendar una buena posada donde pasar la noche, que no sea muy cara y lo mas comoda posible.?

El enorme semigigante se acercó con una sonrisa, aunque su cara denotaba amistad, el sonido de sus pasos y la sombra que proyectaba sobre el guardia hicieron que por un momento pensara en detenerlo, sin embargo cuando Graak-Hal sacó una moneda de plata de una bolsita de cuero colgada de su cinto y se la entregó al guardia, esperó a que le devolviera sus correspondientes monedas de cobre y después con el mismo silencio con el que había realizado la transacción guardó las monedas y entró en la ciudad sonriente y de buen humor.

  me quedo a un lado esperando a ser el ultimo en entrar, me acerco al guardia y le digo: buen dia caballero, si bien soy nuevo en la ciudad le quisiera hacer una pregunta, estoy buscando a una persona, se llama "Bisson Leluar", ha oido hablar de el?

-Mientras sostengo la bolsa de monedas en la mano-

El primero en acercarse al guardia es Artilhos

- Buenos días tenga usted, señor. Me temo que no, que la tasa no es negociable, por lo menos no lo es para los viandantes. 

El centinela toma las monedas de Artilhos y le dice:

- Con mucho gusto estaría encantado de indicarle la mejor posada de la villa, bueno, no sé si será la mejor o no, pero desde luego que es la más cercana a esta puerta. Aquí no estamos acostumbrados a recibir viandantes, esta puerta suele usarse más para el transporte de caravanas, debido a que es una entrada más peligrosa. Por eso no tiene una posada muy cercana, pero si continua recto por este camino encontrará a menos de 300 metros una posada llamada el Cuervo de Plata. Está regida por uno de los concejales de Tormentos Cristalinos, es un agradable mediano llamado Hoskin. Ve allí, seguro que tiene una habitación caliente para que puedas alojarte.

Después Graak Hal pagó los costos de la entrada y se introdujo sin un rumbo fijo al que dirigirse. A pocos pasos de la entrada una mediana vieja y delgada le mira. Estira su cuello para atisbar el semejante tamaño de la criatura cuándo le dice.

- Vaya, parece que Tormentos Cristalinos tiene un peculiar visitante, en todos mis años de vida jamás había visto alguien como tú. Y bien, eres nuevo, verdad? Es imposible que seas de aquí porque seguro que te recordaría. ¿Puedo ayudarte en algo?

En tercer lugar, llega Argot, Buenos días para usted también, señor. Yo no he oido hablar de ese tal Bisson Leluar, por lo menos yo no le conozco quizá si investigas por la ciudad puedas encontrarle. ¿Sabes si está empadronado en la ciudad, o es tan solo un visitante?

Tras días de viaje ininterrumpido los ejes de las carretas se habían desgastado y a tan solo escasos cientos de metros de la puerta uno de ellos había terminado por romperse. Pero lejos de ponerme a ayudarles, yo me detuve y desde mi posición junto a la caravana me aparté el pelo rebelde de la frente y observé mi ciudad natal que llevaba tanto tiempo sin ver. Recuerdos dolorosos entremezclados con alegres me asaltaron y durante largos minutos mi mente se alejó de todo volviendo al pasado, a aquello que había marcado para siempre mi vida. ¿Estaría Layla viva? Ignoraba qué había sido de ella pero no se me olvidaba la promesa que le había hecho aquella mañana, antes de que nos separasen. Te buscaré, te encontraré y ejecutaremos nuestra venganza. Aquellas tres promesas me habían mantenido con vida y me habían animado todos aquellos años de duro trabajo en el taller del maestro de armas y me habían dado fuerzas y la inteligencia para ganarme la confianza de Ojo Negro. Años en los que me había entrenado, había ganado fuerza y había madurado, pero sobretodo, años en los que había aprendido a tener paciencia.

Frunciendo los ojos por el sol deslumbrante me volví a mirar a los que hasta ese momento habían sido mis compañeros de viaje. Ningún tipo de lealtad me ataba a ellos, me habían sido útiles mientras los había necesita y ahora que se habían detenido a tan poca distancia de mi objetivo, no iba a dejar que nada me demorase. En silencio, cogí mis escasas pertenencias y aseguré la espada corta que llevaba al cinto. No me molesté en despedirme ni en dar las gracias antes de echar a andar a largos pasos por el camino, impaciente por llegar a las puertas. 

A paso seguro y confiado me acerqué a las puertas de la ciudad y esperé pacientemente junto al resto de viandantes a que me tocase mi turno. Cuando este llegó sonreí ampliamente.

- Buenos días tenga usted, buen hombre. Aquí tiene el pago debido...- me limité a decir mientras depositaba las monedas en la mano del hombre.

El semigigante avanzó unos pasos para internarse en la ciudad sin ningún destino prefijado, cuando una mediana se acercó con curiosidad, Hal se sentó en el suelo para hablar con ella. Buenos días anciana, la verdad es que si me dijera dónde encontrar un guerrero de renombre que acepte alumnos o un sitio donde encontrar un trabajo que requiera músculo me haría un favor.

 -no sabria decirle, lo mas seguro es que sea visitante, podria orientarme en que lugar de la ciudad podria encontrar informacion?

mientras deposito una moneda de plata en su mano, mientras sigo sosteniendo la bolsa de monedas (aun abierta) en la otra mano

- Bueno, no tengo el gusto de conocer a ningun guerrero de gran renombre y mucho menos que busque alumnos, pero quizá si te acercas a la Escuela de los Filos o bien a la Catedral de Pelor puedas encontrarlo que busques.

En cuanto a lo del trabajo, qué tal si te pasas por la Rana Azul, tengo entendido que Ryan busca gente para ciertos asuntos.

- Creo que la ciudad es una fuente de información en sí, pero supongo que en el ayuntamiento te podrán ayudar con mayor facilidad. Contesta el centinela a Argot.

Entonces el centinela toma la moneda, le das las vueltas y el hace un gesto con la mano para que os adelantéis tanto Argot como Intissar.

Cuando os adentráis en la ciudad veis al semigigante, sentado en el suelo hablando con una mediana entrada en años.

Mientras el mediano pasaba delante mío yo me demoré unos instantes.

- Disculpe...¿podría decirme l nombre de alguna posada económica donde pueda pasar la noche y se pueda disfrutar de un agradable rato jugando a los dados?- pregunté con amabilidad.

  pues la verdad acabo de llegar a la ciudad, busquemos una entre los 2 si le parece.

-y con otra reverencia la hago seña de "usted primero"

Muchas gracias señora, si me da el gusto de saber  su nombre me aseguraré de devolverle el favor. Una vez escuchó el nombre de la anciana se encaminó hacia la citada Escuela de los Filos.