Partida Rol por web

Amaneció. Fue una mañana más fría que la de ayer. Era como si el frío mágico que impregnaba a los lobos invernales se hubiese quedado en la zona. Los hombres que les acompañaban ataron los caballos a los carros y los alinearon formando una hilera. Después del desayuno, Gloria mostró su manejo de los nudos para atar las carretas unas a otras, para quién quisiese aprender, y estuviese de humor.

La giorgiotta se subió al pescante del carro cebo a modo de tarima desde la que hablar al púlpito.

Recordad... Una mano en el lateral del carro. No os quedéis atrás, ni os alejéis. Si alguien quiere parar por cualquier motivo, que golpee el lateral del carro. Si alguien escucha golpear el lateral del carro que avanza tras el suyo, que haga lo mismo, para que el sonido nos advierta a todos. Si alguien tiene que alejarse de la carreta-Gloria omitió el "para mear" después de la mofa que le valió ayer del mediano-, primero paramos toda la caravana, luego voy hasta su carro y le ato una cuerda. ¡¿Todos listos?!

Aquel aleccionamiento no les servía a ninguno de los incorporados a última hora. Los amigos de la Burgomaestra viajaban cómodamente en el carro cebo, y no tenían que caminar junto a la caravana ni guardar ninguna cautela en especial.

En las primeras horas de la mañana, la caravana avanzó hasta sumergirse en las Brumas de las que unas horas antes salió la manada de lobos invernales, mientras los magos leían sus libros de conjuros, y los creyentes rezaban. Las Brumas eran densas, y solo permitían ver el carro inmediatamente anterior y posterior, solo que para los que iban en la vanguardia, lo que había por delante no era alagüeño. El paisaje era lóbrego. Casi no se veía por dónde pisaban los cascos de los caballos, y de vez en cuando asomaba la rama musgosa de un árbol que se había caído hace mucho.

Sin sol para marcar las horas, en los que ellos supusieron que era el mediodía, o sus alrededores, Flame, Jadewo y demás fueron echando sus cabezaditas, alternándose de modo que más de la mitad del carro cebo estuviese siempre despierto y vigilante. Se escuchaba el revolotear de los mosquitos esporádicos, y cuando la respiración de cada uno estaba lo suficientemente callada, hasta era posible oír el agua correr en la lejanía. Debían de estar en los alrededores de un pantano, aunque el sonido de los cascos de los caballos daban contra tierra seca. Gloria les estaba guiando bien.

La caravana no se paró en ningún momento, nadie pidió el alto para hacer sus necesidades. La gente se estaba aguantando por temor a las Brumas, o ya habían perdido al resto de carretas que les seguían, con la niebla no podía decirse. Al menos, la cuerda que unía el carro cebo al segundo carro seguían horizontal: si se hubiese roto, caería dibujando una pendiente mientras era arrastrada por el suelo.

Veinte minutos más y haremos un alto para comer-masculló a Jadewo, a su lado en el pescante.

Gwoooooooooooh...

El sonido gutural se escuchó cerca. Se repitió, más nítido, unos segundos después. La criatura que lo producía se estaba aproximando, y era grande. Gloria señaló una dirección, a las cinco.

Sea lo que sea, no puede vernos por las Brumas, pero camina en linea recta. Si sigue esa trayectoria, alcanzará el centro de la caravana. Si avanzamos para salirnos de su camino, se topará con el carro más rezagado.

Aire se mantuvo en silencio. Parecía un nuevo estado en la joven. Las Brumas parecían minar la moral de la muchacha, y los comentarios pesimista de Aristóteles no ayudaban a su estado de ánimo.

Ni siquiera jugaba. No, no era el momento. Algo en su mente se activó sólo, y los conjuros iban pasando por su cerebro como si fuera el último libro que hubiese leído. Ese algo la decía que debía estar preparada, porque si no lo estaba, terminaría muerta.

Y, como si ese algo viera el futuro, ese sonido gutural hizo que casi diera un salto en la carreta. Se quedó agachada, preparada para ver qué llegaba... Y sobre todo, preparada a las palabras de Onfale.

Gloria volvía a hablar y en un determinado punto omitió parte del mensaje. Si alguien tiene alejarse de la carreta...- claramente iba "para mear", parecía que había quitado esa parte por la broma que hizo el día anterior. -Jua ja ja ja!- río el mediano.-Siempre tiene que estar cerca.- decía guiñando el ojo.
Las palabras de Gloria avisaban de un inminente peligro y había visto a Aire usar su magia. Sin duda era ella quien más protección podía darle. -Mierda...- susurró para adentro. -Eh, mami, ¿qué tal? Antes me agobié un poco, hacía tiempo que no te veía y estaba enfadado por que no me habías echado en falta. No habías luchado por mi y todas esas cosas...- decía el mediano como si fuese la única coartada que podía justificar sus actos. -No estés triste. Casi hemos reunido a toda la familia. Falta la abuela y papa, pero bueno... estamos tan cerca.-decía intentando animar a su madre.

Flame escuchó el rugido, en ese momento estaba terminando de descansar, por lo que se puso en pie rápidamente y colocando la mano en el lateral de la caravana, fue dirigiéndose hacia la parte trasera de la fila. Lo lógico es que continuaran andando, parar si eran atacados y enfrentarse a la criatura que les estuviera persiguiendo. Debían andarse con cuidado, así que Flame preparó a Ayash para que estuviera listo, e hizo una seña a Jadewo para que fuera con ella y ambos pudieran hacerse caso de fuera lo que fuese lo que rugía.

El viaje a través de las brumas había empezado bien. La única incomodidad era la sensación de tener a medio llenar la vejiga. Tampoco es que se fuera a poner a mear delante de todo el mundo. Aunque no era pudoroso se guardaba para sí el misterio de cómo meaba un eunuco. Justo cuando Gloria mencionaba que no tardarían en parar para un descanso un aullido les heló la sangre.

Vaya...- Fuera lo que fuera su guía les aseguraba que se daría de bruces con ellos.- Pensaba que teníamos un guía para llevarnos por caminos seguros.- No culpaba a Gloria del encuentro pero para meterse en las brumas y toparse con todo tipo de monstruos no les hacía falta un guía. Dos días llevaban, sólo uno en el interior de la niebla, y ya dos tipos diferentes de monstruos les habían atacado. ¿Hasta qué punto podían fiarse de la información que les daba la mujer? Le pareció que las últimas palabras de la mestiza dejaban al líder de la expedición la decisión sobre si seguir avanzando o detenerse ahí así que tomó una decisión.- Continuaremos avanzando.- Cuanto antes salieran de allí mejor.- Como dijiste hay que evitar que la caravana se disgregue y, si esa cosa nos alcanza en medio de la caravana, será más fácil que cada uno se vaya por un lado.- Trató de recordar lo que Tangrem les había dicho sobre los caros.- Si no me equivoco el último carro es uno de los que van cargados con provisiones.- Si el lobo invernal se había dado contra el carro quizá aquella cosa hiciera lo mismo y pudieran aprovechar su desconcierto para acabar con ella rápido. - Quizá podamos aprovecharnos de la escasa visibilidad para que se choque de lleno con él y aprovechar el primer golpe para terminar con él lo más rápido posible. Sé que las provisiones son necesarias pero puede que no las perdamos todas. Además, yo tengo aún la caja de raciones de campaña.- Aquel objeto mágico daba para que comieran y bebieran hasta 15 personas.-Tangrem, tú quédate con Gloria y vigilad el avance. Si podéis avanzad a máxima velocidad. Con un poco de suerte podamos pasar sin que nos vea. Nosotros iremos al último carro. Si hay colisión nos ocuparemos de lo que sea que venga. ¿Qué os parece?- Preguntó mirando a lo suyos.- No tenemos mucho tiempo.

Jadewo, se levantó temprano para hacer un poco de ejercicio, sería bueno liberar tensión y moverse antes de pasarse largas horas sentado en un carro o dando cabezadas. Luego vino el tedioso viaje, avanzando casi a ciegas por la brumo, atento y un tanto crispado por la tensión. Y finalmente parecía que habría problemas. Asintió a Flame y a Onfale, mostrando su conformidad para ir al encuentro de la amenaza antes de que pudiera resultar demasiada perjudicial para la caravana. Así que con una mano con el escudo y la otra en el carro o la cuerda que unían los carros, el joven fue retrocediendo carros para ir en busca de la amenza.

Siempre podemos volver a usar el muro de hielo. Podemos crear un muro que detenga o desvié el avance del monstruo. Dijo pensativamente la maga. No le gustaba tener que recurrir varias veces al mismo hechizo, salvo que este fuera bola de fuego.

O incluso convocar un monstruo que luche con el mientras nosotros avanzamos y nos alejamos del peligro. La idea de pelear innecesariamente no le gustaba para nada a la maga, toda lucha implicaba peligro y el peligro implicaba muerte; y ya había estado dos veces muerta. ¡Una persona normal solo muere una vez!

La colmaba de orgullo ver lo valientes que eran los miembros del aquelarre. Ir en el último vagón contra el que caría la criatura, decía Onfale...

Si bien había luchado hasta con grandes dragones, la bruja tenía sus reservas hacía esa criatura que desde tan lejos se escuchaba. Le daba la sensación que era algo tan grande que no se le podría parar, quizás solo les pasase por encima.

- Y si abandonamos el último carro? Evitariamos el confrontamiento, y quizás la pérdida de más carros, o personas.

Si no quereis hacerlo y pensais que es mejor luchar, lo de ir en el último carro, no lo veo muy prudente, quizás en el penúltimo para evitarnos sufrir a nosotros el choque. Y lo del muro de hielo también me parece una fantástica idea, quizás eso le detenga lo suficiente para que salgamos indemnes.

Se quedó mirando a Onfale, sabiendo que de él dependía la decisión final. Le apoyaría en lo que dijese. Aunque no hacía más que unos meses que se conocían, parecían años.

Con cariño y respeto le puso una mano en el hombro; - Qué hacemos pues?

- Por ahora dirijámonos al penúltimo carro.- Sentenció el perfumista para no dilatar más aquella situación. Estaba de acuerdo tanto con Leiath como por Alice, excepto con lo de perder uno de los carros.- Una vez allí tendremos que improvisar una solución. Con un poco de suerte no haga falta hacer nada y consigamos pasar sin colisionar con lo que sea que venga. Pero si lo vemos difícil tendremos esas opciones.- Asintió a la Maga Roja para que estuviera atenta por si tenía que usar de nuevo el conjuro de muro de hielo. Por su parte sacó un pergamino de imagen silenciosa. Quizá les fuera útil ya fuera para dirigir al monstruo hacia un camino o para ocultar su presencia tras una niebla imaginaria. Sin embargo, por mucho que plantearan opciones, hasta no saber qué criatura se les acercaba no sabrían cómo podrían desviarla.

El grupo descendió del carro cebo por la parte de atrás, y en fila india caminaron paralelos a la caravana por el lado del ataque a la vez que Tangrem avanzaba por el lado opuesto para ubicarse en su nuevo puesto junto a Gloria. Una sensación de vértigo daba la falsa impresión de que las Brumas tiraban de ellos para alejarlos de la caravana y lograr que se perdiesen, pero al pasar al lado de los peones de Tangrem, cada hombre tocó el hombro de cada miembro del aquelarre. Con una mano en un aventurero y otra en el lateral de los carros, aquellas personas eran el único vínculo con lo que realmente existía.

Flame, Jadewo y Fosco eran los más lentos. Fosco tropezó y una mano le sujetó para que no cayese. Se trataba del hombre al que la noche pasada le había clavado una flecha.

Suerte. Confiamos en vosotros.

Aquellas palabras, dichas mirando a los ojos al mediano, llevaban implícito un perdón. Tal y como había dicho Tangrem, el respeto había que ganárselo, y Fosco lo había hecho con aquel hombre. Ya solo le quedaba el resto de la expedición.

Los más rápidos se remontaron treinta pies atrás, mientras los carros avanzaban en sentido contrario ochenta pies. Estaban a la altura del carro de mercancías, dónde viajaba la piel de lobo invernal, y otros productos para comerciar. No les dió tiempo a hacer más preparativos...

GWOOOOOOOO...

Un cadáver de ogro emergió de las Brumas. Los dos hombres que estaban flanqueando el último carro, uno de provisiones, echaron a correr asustados, en dirección a Onfale y los demás, dificultando el avance¹ y la concentración² para realizar sortilegios al pasar prácticamente sobre el aquelarre con manotazos y codazos con los que abrirse paso. El ogro se apoyó con una mano en el carro, para reconducir su trayectoria y perseguir a los dos peones, y al hacerlo sujetó con fuerza el vehículo. Las ruedas del carruaje resbalaron en el barro y la cuerda que le unía al carro de las mercancías se tensó.

En el pescante del último carro, el conductor os miró con pavor. A su lado, ajeno a todo, aún dormía otro hombre que debía de hacer de vigilante esta noche.

Efectivamente nada de lo planeado pudo llevarse a cabo. Tocaba improvisar. Los hombres que guardaban el último carro salían despavoridos, casi chocándose con el grupo del aquelarre, huyendo de un cadáver de ogro reanimado por las brumas. Que fuera un muerto andante le resultaba un incordio, la verdad. Pero, por otro lado, tenían a la Bruja de Hala con ellos.

- Acabemos rápido con él. Mucho ojo con quedarse demasiado atrás.- Miró atrás con impaciencia. Los que debían enfrentarse cuerpo a cuerpo con aquella temible bestia habían avanzado más despacio por culpa de sus pesadas armaduras. Había que cambiar las tornas.- Esto os va a gustar.- Comentó cuando uno de los hombres le golpeó sin querer el hombro. La gema que llevaba el mago en la frente brilló por un instante. Nada podría perturbar a Onfale mientras la tuviera.

- Vammmmm, Svadishthana āśutvam.- Un aroma a regaliz inundó el ambiente a la vez que el perfumista formaba el mudra necesario para completar el conjuro. La Divina Esencia penetró en todos sus compañeros, incluidos algunos de los hombres que los acompañaban, acelerando su corazón, sus piernas y sus reflejos. Como consecuencia de ello, una flor anaranjada de seis pétalos se dibujo en el bajo vientre de todos los afectados.

La magia había vuelto a salir en el momento en el que se decidió bajar del carro para ir al último e ir a enfrentarse a la criatura.

La hechicera, ya con sus ojos azabaches, recorría el resto de la caravana siguiendo los consejos que les había dado Gloria nada más conocerse. No le apetecía nada perderse y verse atrapada por esa cantidad de brumas. La infantil Aire quizá podía tenerles pánico. La maga sólo les tenía respeto.

Así avanzó, pensando mal de la gente que la tocaba el hombro para mantener un vínculo con ellos, pero al mismo tiempo agradeciéndoselo. Enfrentarse a las brumas y a una criatura a la que todavía no habían visto prometía ser un asunto bastante interesante. Y estaba deseando volver a ponerse a prueba.

Nada más llegar al último carro, el engendro salió de las brumas y mostró su fea cara. Alzó las manos, preparada a lanzar el hechizo, pero no había previsto la estampida de los miembros de la caravana. Huían despavoridos, claro, pero eso no hacía más que dificultar las cosas

Dejad de corred, dejad que lleguemos a la criatura cuanto antes dijo poco antes de lanzar el conjuro.

El efecto del conjuro de Onfale, lo alcanzó nuevamente, como cuando sucediera en el último combate en el torneo para Orkus, y ese empuje fue suficiente como para que el acorazado guerrero pudiera ponerse en posición de bloquear el avance de aquel ser y poder dañarle, pero sobre todo, dando aire al resto para que pudiera actuar con mayor fluidez.

Leiath arrugaba el entrecejo mientras se imaginaba los destrozos que esa enorme criatura podría provocar en la carabana. Había que detenerla cuanto antes.

Con una mano en su pecho, para entrar en contacto con su símbolo sagrado que siempre llevaba colgado de su cuello, entonó una oración ya conocida por todo el aquelarre. Pronto la bendición de Hala cayó sobre los contendientes, dándole fuerzas y ánimos para la lucha.

Seguido, ayudado por la eficaz magia del perfumista, sacó su varita de proyectiles mágicos y e intentó buscar una posición resguardada en donde poder usarlos sin pornerse en el camino de nadie.

Flame sintió como si se moviera más rápido, gracias a la magia del perfumista pudo llegar hasta el cadáver del ogro mucho antes de lo que se imaginaba. Avanzó hasta llegar cerca de él. Estaba preocupada por alejarse del carro, así que tampoco quiso separarse mucho del mismo así que paró en cuanto lo tuvo a tiro de vómito. 

Vio como sus compañeros actuaban con gran eficacia sobre la criatura y en aquellos momentos se alegró de combatir a su lado. Ahora solo quedaba Alice, lanzando su conjuro favorito y reduciendo al ogro a simple carne chamuscada. Eran el Aquelarre de Hala y ya no había quien les derrotase. 

El mediano casi cayó por un descuido, por suerte el manco que había nombrado su flecha le salvó. -Haces bien.- contestó al soldado. Sus compañeros tomaban posición hasta que un bicho enorme apareció. Tenía pinta de estar muerto ya y así el mediano no se cortó en certificar que estaba muerto. Un flechazo se le clavó en la cabezota, pero aquel bicho seguía coleteando y molestando.

Tocaba volver a la acción y la maga estaba deseando soltar un poco de adrenalina lanzando un par de hechizo. Eligió un hechizo de rango medio, ni muy complicado ni muy básico. Las circunstancias no permitían perder el tiempo lanzando un hechizo muy complicado. Aunque la niebla impidió que los dos rayos lanzados por Alice impactaran en el ogro. Al menos, no fallo y dio en alguno de sus compañeros.

El ataque de los aventureros fue demoledor.

...

Bueno, quizás no tanto.

El monstruo esquivó con un afortunado movimiento errático el aliento ácido de Flame, haciendo que no le alcanzase de lleno.

La onda sónica creada por Aire golpeó el estómago de la criatura y la hizo reverberar un poco, meneando su grasa de un lado a otro hasta que la amortiguó completamente. Eso era bastante extraño, e hizo sospechar a Onfale.

El tajo de Jadewo se hundió con dificultades. Onfale no lo comprendió en aquel momento, porque hasta ahora las armas cortantes habían funcionado bien contra los zombis.

Y entonces llegó Alice, y aportó la solución al misterio. Sus dos rayos de fuego golpearon al gigante. Y no hubo olor a carne quemada. Sin embargo, el zombi ogro empezó a moverse más despacio, ralentizado.

La lucha continuaba. La flecha de Fosco se clavó superficialmente en la carne de la criatura a modo de banderilla, el monstruo trató de golpear a Jadewo sin éxito, y el cristal fénix cenicienta hizo explotar la flecha en una pequeña llamarada. Pero todo eso no aportaba nada a la resolución del misterio. Onfale ya lo había deducido.

¡No era un ogro zombi!

¡Era un gólem de carne!

Todo encajaba. Este constructo hecho con despojos y remiendos de otros cadáveres era inmune a la mayoría de la magia, inluídos los proyectiles mágicos de Leiath o la lanza sónica de Aire. Solo podían dañarle la magia que no se podía evitar con resistencia natural a los conjuros. Además, el fuego y el frío lo ralentizaba, mientras que la electricidad lo curaba y lo aceleraba. Por supuesto, al no ser un muerto viviente, Leiath no podía expulsarlo. Y su dura carne requería de armas adamantinas para cortarla con precisión.

El combate, que a priori iba a resolverse rápido, se había vuelto mucho más complicado. Pero gracias al conjuro de velocidad de Onfale, Jadewo podía retener al gólem mientras el carro seguía avanzando y se ponía a salvo. Sobresaltado por el ruido de lucha, el hombre que dormía en el pescante al lado del conductor sacó una cuerda y tendió el cabo a quién quisiese cogerlo, para que cuando la caravana desapareciese en las Brumas, los aventureros pudiesen volver a ellos siguiendo la cuerda.

Con un parpadeo, y férrea voluntad, el guerrero arcano lanzó parte de su magia en un instante, fortaleciéndole para poder combatir mejor a la criatura... animado por la magia de Hala y por la fuerza que espermientaba, el joven lanzó dos nuevos ataques, pero queriendo hacer demasiado con ellos, procurando mantener la guardia alta para defenderse de los ataques de la criatura, pero al mismo tiempo queriendo pegar con mayor dureza para causar verdadero daño a la cosa. Mala elección... el resultado fue una punzada de dolor en el hombro derecho al exigirse demasiado.

El resultado de su conjuro la enfadó. ¿Qué era eso de que podía resistir a los conjuros? Si por los ojos de la hechicera hubiese podido salir fuego, ahora todo estaría en llamas. Pero no tenía por qué preocuparse. Su capacidad de conjuros era extensa, y sabía que alguno de ellos harían si trabajo perfectamente.

En un abrir y cerrar de ojos, un orbe de fuego se materializó en su mano. Esta vez seguro que algo le hacía