Partida Rol por web

Ataviado con su acero, Jadewo esuchó las observaciones de Onfale y Leiath. Era bueno, pues los tres comparían la misma idea básica. Esperar la llegada de Gloria o su no llegada, antes de emprender un curso de acción u otro.

-Paciencia hasta mañana, esperando la llegada de la medio vistani. De no ser el caso, concuerdo con vosotros, compañeros. Tanto da ir hacia adelante como hacia atrás, perdidos igual estaremos, pero en cualquier caso, no dependeremos de las decisiones y malas intenciones del mediano.

Tras una pausa, prosiguió.

-De llegar Gloria, la cosa... cambia. Creo que lo más sensato sería avanzar en grupo hasta el próximo punto seguro y aguardar allí hasta que llegue alguna otra vistani que podamos contratar como guía. Y proseguir con la búsqueda por nuestro lado.- Con gran determinación añadió.- Pero prefiero no compartir más tiempo del necesario el camino con ese mediano. Su proceder y compañía es una atentado a todas mis guias morales. No le quiero mal en el sentido de que no le atacaré sin motivo, pero no me arriesgaré por un engendro como él.

Con esas palabras, su semblante mudó en pesar al hablar de Flame.

-Ese camino que dices que sigue Flame, Leiath, es deshonroso y traicionaro, por muy buena que sea la intención.

Aire vio con agrado que Flame tomaba en serio su amenaza tras el lanzamiento de sus proyectiles. No sonrió. Se limitó a fijarse en la mujer mientras soltaba a Leiath y se apartaba de ellos. Para bien o para mal, Flame había visto a Aire lanzar muchos y muy diversos conjuros, y seguramente había comprendido que era una advertencia muy seria. De haberlo querido, Aire podía haberla hecho mucho daño a la mujer. No la hubiera matado de un golpe, quizá. Pero en dos golpes podría estar tirada en el suelo, desmayada.

Bajó la mano mientras Flame se acercaba a Fosco y éste hablaba para todos. Y las palabras del mediano habían hecho un efecto hasta entonces desconocido para la hechicera: Poner a las dos Aires totalmente de acuerdo. Para la hechicera, Fosco era un mal dentro de esa compañía, que sólo había emponzoñado la mente de la gente de esa caravana. Para la niña, nadie se metía con su Aristóteles. Ahí decidió que no era su hijo, ese Fosco al que ella había conocido y del que se había encariñado no existía ya. Era un farsante y un mal, seguramente enviado por las Brumas. En esos momentos, hubiera sido muy sencillo hacer que el miedo penetrara en el corazón de esa gente. Unos cuantos conjuros y muchos de ellos acabarían muertos y otros tanto suplicarían por su vida. Pero no, Aire no iba a jugar a ese juego, al menos de momento. Con una sonrisa de sarcasmo, pues para ella las palabras de Fosco habían firmado una sentencia que él no llegaría a comprender, se dio la vuelta y siguió a su grupo.

Aire mantuvo el silencio mientras los demás hablaban. Se sorprendió de que Flame la hubiera conseguido engañar, pero tanto mejor. Más realista había sido su interpretación.

No voy a decir que siento lo de Flame hasta que no lo vea con mis propios ojos no estaba de acuerdo con Jadewo, a ella le parecía que en el mundo había trabajos que unos tenían que hacer de los que otros moralmente no serían capaces, y no por ellos eran más o menos deshonrosos. Pero era un tema que no tenía cabida discutir.

Si vuelve Gloria, deberíamos quedarnos hasta llegar a algún tipo de población. Si no vuelve, da igual que nos quedamos con el mediano como si no. Estaremos en una situación similar. Pero hay que tener las cosas claras, y saber hasta dónde vamos a hacer. Mientras ese mediano esté al mando, mi magia no está en uso salvo para mi defensa o para la vuestra. Acepto el liderazgo de Onfale, e incluso el de Tangrem, que era la idea principal. Incluso podría acatar el de Gloria, que es la que sabe manejarse por las Brumas. Pero si no, seré una invitada. Y si quieren contar con mis servicios, tendrán que pagarlos.

Miró a los ojos de los demás. Había que decidir hasta qué punto iban a ayudar a los demás ¿Qué haréis vosotros? ¿Les ayudaréis pase lo que pase? Onfale, ¿aceptarás su cargo de consejero?

Tras la reunión, Fosco empezó un periplo propagandístico por toda la caravana, poniendo al tanto a los hombres de los carros de retaguardia de la nueva situación. Se sorprendió del número de subalternos que le cortaban el discurso para hablar de sí mismos... Le dijeron sus nombres, y sus preocupaciones. Hablaban de la familia que habían dejado atrás y de los temores a no regresar. Todo lo que no se había preocupado Onfale de hacer. Y Fosco notó cómo cundía el desánimo más absoluto en todas esas historias. La moral de la tropa estaba realmente baja.

Cayó la noche, sin que llegasen noticias de Gloria. No pudieron cocinar por temor a que el Nyzh regresase a alimentarse del fuego. El frío de la calima les calaba. Los cinco vigías ocuparon su lugar a lo largo de los cinco carros. Y entonces...

Aquel peón estaba a punto de quedarse dormido en plena guardia. Los párpados le pesaban, y el frío le volvía somnoliento. Por eso, cuando una brisa malévola agitó las brumas lo suficiente para que las estrellas iluminasen el alrededor, a penas se dió cuenta. Los cadáveres de los dos únicos caballos muertos respiraron. O por lo menos sus cuerpos se hincharon y desinflaron. Cuando la respiración se desplazó hacia los cuartos traseros, se hizo a la idea de que algo dentro de los caballos estaba luchando por salir.

¡KABOOOOOOOOM!

Fue como el sonido de un trueno. Los cadáveres de los dos caballos se rasgaron y de cada uno surgió una pesadilla.

Las almas de los sumisos caballos de tiro, atormentadas por las Brumas, dieron como resultado dos caballos negros cuyas pezuñas desprendían llamas a su paso. Los caballos saltaron de carro en carro prendiendo las tablas y las mercancías, avanzando en estampida hacia la vanguardia de la caravana.

La bruja se despertó como si alguien hubiese tirado de un resorte, y es que realmente no había caído en sueño profundo, ya que se hallaba colmada de dolor y preocupación.

Qué nuevas criaturas se habrían levantado en aquel camino, que se suponía relativamente seguro, a través de las brumas?

Tras la reunión Onfale se había ido a dormir algo inquieto.  Si hubieran hecho guardias ellos habría estado más tranquilo pero como clientes estelares no tenían por qué hacerlo. Fue despertado por el enorme ruido de los caballos resucitados incendiándolo todo. No es que Fosco no hubiera tenido oportunidad de saberlo. Su "gran" experiencia en las brumas ya se lo había hecho saber, además de que el Aquelarre le había advertido de ello: las brumas hacen que los muertos se transformen.  Por eso habían guardado a Tosh en el bolso dimensional de Leiath. Sin embargo el vivaracho mediano se había dedicado a parlotear con los paisanos, eso sí que se le daba bien, en vez de ordenarles incinerar a los caballos, como Hala mandaba.

Bravo Fosco, bravo.- Aplaudió mentalmente. La primera noche de Fosco como el nuevo líder de la expedición había sido todo un ejemplo. Aún más rápido que Onfale en meter la pata bien hasta el fondo.

El joven se fue a descansar, pues las batallas habína sido exigentes y habían exigido al joven un gran desgaste arcano, y en función de como se desarrollaran las próximas horas, necesitaria de todo él para poder continuar siendo una ayuda para sus compañeros, cerca de quienes había descansado.

De pronto la noche estalló entre gritos, juramentos y maldiciones. Esparciendo el caos por el pequeño campamento desavenido.

Flame había decidido dar una cabezada. Aunque la realidad es que no estaba del todo tranquila durmiendo entre las brumas y con ese nuevo cambio de liderazgo, y especilamente ahora que tenía en contra a Aire y quizá al resto del aquelarre. En cualquier momento podrían despertarse y prepararse para atacarla a ella o a Fosco. Pero por desgracia, se había quedado dormida antes de lo que esperaba. La discusión la había dejado baldada y ahora no fue capaz de recobrar la conciencia tras escuchar el Kaboom. Así que se quedó tranquilamente dormida y esperando a que alguien le despertase para ayudar a los demás.

El perfumista se quedó pensativo ante la confesión de Leiath de que Flame había actuado así para engañar a Fosco. La verdad es que era una buena idea aunque eso había hecho que la mujerona resultara herida.

- Hagámoslo lo mejor que podamos entonces. - Se refería a seguir con el engaño un poco más.- De todas formas Fosco , Milo o quien sea no es tonto. Puede que se haya dado ya cuenta del engaño. Habrá que estar alertas.- Estaba aliviado de que Flame no fuera una traidora, al menos no tanto como les había hecho creer. Con los miembros del Aquelarre todo era mucho más fácil. Parecían estar todos de acuerdo, al menos en lo básico. - Así se hará pues. Esperaremos al amanecer para ver si Gloria regresa. Luego ya veremos si volver por donde vinimos o tratar de ir a buscarla.- Aire planteaba temas que también debían tratar.  Onfale no era el líder del  Aquelarre y no iba a serlo ahora por lo que cada uno haría lo que su conciencia le dictase.- Me parece bien Aire.  Yo no quise ser el líder de esta expedición y, como he dicho muchas veces, no me considero más que un compañero vuestro, de igual a igual, como ha sido siempre. Todos formamos parte de este Aquelarre hasta que así lo deseemos. Por mi parte no tengo gana alguna de ser el consejero de esa escoria pero haré lo que me digáis. Si lo veis útil, de forma que yo también siga el juego parecido al de Flame, lo haré. Si no, yo haré lo imprescindible, sobre todo para proteger al Aquelarre, respetando vuestras decisiones personales.- Si Leiath quería ponerse a curar a los campesinos o a Fosco era decisión suya, él no iba a meterse. Desde luego que él no iba a hacer esfuerzos demasiado grandes por la gente que le había defraudado.

Después de observar como aquellos caballos que parecían haber salido del mismisimo plano del que acababan de escapar, destrozaban las carrozas, la bruja fue consciente de su propia ignorancia. No tenía ni idea de qué tipo de criaturas eran, así que hizo lo que pensó era mejor para ella y los que le rodeaban; rogó a Hala protección. Quiso el destino que todos hubieran decidido dormir juntos y así su aura cubrió a todos sus amigos.

Entre las Brumas, no había un momento bueno. Si no era por un motivo, lo era por el otro. Lo que estaba claro es que el cuerpo de Aire necesitaba relajarse y éste, en cuanto se tumbó, lo tomó como un imperativo, y sumió a la hechicera en un profundo sueño exento de pesadillas. La mujer dormía como un tronco y apenas notó el nuevo despertar de los caballos.

Yo creo que no deberías aceptar ser su consejero contestó Aire a Onfale Es su manera de reirse de nosotros y, sobre todo, de ti. Estoy segura que le da igual lo que le pase a esta caravana, sólo quería quedar por encima de ti. Y, si le das ese placer, no se parará con nada. Y no puedo garantizar que otra amenaza de las suyas no implique que se escape algo de magia de entre mis manos se encogió de hombros. Era una posibilidad. Y, una vez abierta la veda, sabía que no podría detenerse.

Las brumas eran misteriosas y el mediano se durmió junto con Flame. Su compañía le reconfortaba paz. Ayash tenía ese don. Se durmió pensando las conjuras del aquelarre, mientras los soldados hacían guardias. Ya de madrugada los gritos de unos caballos salvajes alertaron al nuevo líder, quien preocupado por las vidas de todos se despertó como un resorte. -¡FLAME!- gritó para despertar a la rubia. Cuando salió se encontró con Leiath estudiando a los caballos de fuego. -¡Tú, despierta al aquejare! ¡Dar la alarma! NOS ATACAN.- gritó Fosco cogiendo su arco. 

Flame había estado tan cerca... si no llega a ser por la interrupción de los caballos, Ayash ya habría matado a Fosco. Pero debe ser paciente... Ahora que el mediano confía en ella, y duermen juntos, surgirán más ocasiones de librarse de él.

Flame tenía los ojos abiertos cuando los cascos llameantes de caballo se cernieron sobre ella. Aun no podía creer que Fosco la hubiese avisado a tiempo. Rodó por el carro y se encaramó a los tablones del lateral del carro, tirándose al suelo. Justo a tiempo.

Un carro más allá, fuera del aura de escudo de Flame, los caballos negros se pararon, sin más carros sobre los que saltar. Era el carro cebo, cama comunal para el núcleo duro del Aquelarre. Solo Leiath y el vigía del pescante se dieron cuenta a tiempo del peligro. Las pezuñas cayeron sobre Onfale, Aire y Alice, y golpearon la armadura de Jadewo, con la que siempre dormía. Gracias a eso, Jadewo despertó más indemne que sus otros tres compañeros.

Jadewo sabía qué eran esas cosas... Pesadillas. Caballos malignos del plano del Hades. No tenían ninguna resistencia especial, pero podían volar, y sus pezuñas en llamas podrían quemarles, y tenían el poder de volverse etéreos, viajar al plano astral y escupir humo. Humo...

Los caballos abrieron sus bocas, y el humo lo inundó todo...

Los cinco carros estaban en llamas... los hombres se apresuraron en tratar de apagar los múltiples fuegos. Los caballos estaban nerviosos por el olor a humo.

-¡COGER LAS CLAVAS!- ordenaba a sus compañeros. Onfale iba a ver como aquel equipo no eran unos simples campesinos. Vería que con disciplina y formación serían un ejército. No había que subestimar ninguna vida, pues la vida más insignificante podía cambiar el destino. Al menos podía quitarte el liderazgo de la compañía. -¡LEIATH! ¡DESPIERTA A LOS DEMÁS!- el mediano estaba sorprendido de que no hubiese dado la alarma, ¿a qué jugaba? ¿Qué pretendía hacer? ¿Acaso quería hacerse la heroína? No era momento para temeridades...

Y mira, aquel que no había aceptado ni una órden aunque fuese para ayudar a la caravana - se acordó del momento que le rogó apagar la antorcha para no alimentar a la criatura e fuego- ahora mandaba como el que más.

Encima demostrando su nula inteligencia. Claro, después de haber sido pisoteados por esos caballos infernales, seguro que todos seguían durmiendo plácidamente. Es que era retrasado? Y por qué no se había deshecho del los cuerpos? Incompetente!

Por un momento Leiath no supo si dirigir el poder de su diosa contra aquella garrapata o contra los equinos que tenía practicamente encima. Pero gracias a Hala pudo contenerse y poner sus ideas en órden. Primero había que ayudar a salir de debajo de los caballos a aquellos de su aquelarre que sabía menos diestros y más frágiles: Alice.

Interpuso su cuerpo entre ella y la Pesadilla, y la ayudó a moverse.

- Alice, vamos, salgamos de aquí!

Sintiendo la necesidad y urgencia de la situación, tras el repentino despertarse en forma de coces ígneas de criaturas salidas del mundo onírico, Jad avisó al grupo.

-Esperad a que me levante, os cubro.*- Dijo asumiendo el papel protector, de forma parecida al encuentro con las gárgolas en el inframundo.

Y sin perder tiempo, en mitad de la humareda el joven guerrero se levantó, cubriendo así al resto de compañeros con su figura. Con un impulso de su voluntad, la empuñadura de su fiel mandoble voló hacia sus manos acorazadas, y sin perder tiempo blandió el pesado filo esgrimió su pesada hoja contra aquellas criaturas...

... usando sus técnicas aprendidas de Espadarcana, el filo de la mandoble desprendió un haz verdoso justo antes de impactar, causando un terrible ataque a la criatura, pero además consumiendo parte de su potencia física.