Partida Rol por web

El guerrero estaba ya dispuesto, con el equilibrio recuperado y la sangre corriendole por la frente bajandole hasta el cuello, para descargar nuesvos tajos a la criatura, pero antes de que así fuera, la pesadilla había sucumbido a sus instintos de supervivencia y se desvanceció para ir a otro plano, tal vez para morir igualmente, pero con agonía y de forma lenta.

En cualquier caso, la siempre atenta sacerdotisa de Hala, le sorprendió con un cálido y fugaz contacto, que lo llenó con la gracia de Hala, resteñando el daño causado por la bestia.

-No... no hay de qué... quiero decir, gracias a ti y a tu diosa.-Respondió automáticamente el guerrero, siempre patoso con las palabras.

El peligro había pasado, por lo menos el peligro inminente, y con el cambio del humo por la niebla, pudieron regresar a sus intentos para descansar y esperar a la llegada de Gloria. O así lo intentó Jad tras limpiar su mandoble con un viejo paño y envainandola otra vez; luego se limpió con agua del odre la pegajosa sangre que le manchara tras la brecha en la frente. Luego ya sí, se dispuso a descansar otra vez. Tal vez no hubiera muchas posibilidades, pero merecía la pena intentar descansar.

El combate se terminó, y había sido Jadewo el que prácticamente se había encargado de todo. La traidora de Flame había hecho más bien poco, y no se podía hablar de la actuación de Fosco. Pero todo se había acabado.

Aire siguió tosiendo un rato mientras el humo se disipaba. Cuando pudo volver a ver, empezó a contemplar los desastres del fuego de las pesadillas. Había sido una lástima que el fuego no hubiese arrasado más la caravana, pero poco a poco. Una vez más, el aquelarre había salvado la situación.

Se sacudió con fuerza sus ropas por el olor. Estaba un poco asqueada, pero no podía ducharse en ningún lado. Resignada y tumbándose con dificultad debido a los golpes, se volvió a tumbar para terminar descansar.

EL mediano hinchó el pecho después de que las dos pesadillas se desvaneciesen. Había sido todo un éxito a que ningún soldado a su cargo hubiese muerto. Algo que no podría decir Onfale. Se paseaba orgulloso y pletórico pese a no haber sido protagonista de esa hazaña. Más no lo habían sido Onfale, ni Aire, ni si quiera Onfale. Por ello se acercó a Jadewo -Vuestro heroicismo, me ha conmovido. Gracias por vuestro honor.- el mediano se rendía así ante la formas del rubio, había sido un protector sacrificado. No podía decir lo mismo de Leiath. -Me gustaría hablar con vos al alba.- le dijo a la bruja del Hala. No diría con que razón, sólo la hora a la que le gustaría parlar con ella. Aquella que se consideraba misericordiosa... Por contra se volvió a Onfale para recriminarle su actitud al aplaudirle. -Vergonzosa tu actitud.- le dijo. -Creía que actuarías como consejero y parece que conocías este hecho.- el mediano sabía que el mago conocía que los muertos se reanimaban con las brumas. Por contra el desconocía este hecho. -Acordamos que me aconsejarías. Parece que ni eso haces bien.- reprochó con la ceja arqueada. Después de arrebatarle el trono, el bufón de la corte no podía ni si quiera de advertir de peligros, pese a ofrecerse como ayuda. -Lo tendré en cuenta.- y estaba claro que aquel payaso no dudaría mucho en la compañía. No veía el momento en el que dejarlo en cualquier pueblo y que se buscara su destino. En que la responsabilidad fuese de otro. Tras el pequeño diálogo, Fosco escuchó a Flame y pidió a todos que descansaran. -Por favor, para la siguiente... En caso de peligro, dar la voz.- dijo con la vista firme en Leiath. La había visto paseándose por el campamento dejando a sus compañeros a merced del peligro y había tenido el buen gusto de no denunciarlo. Aún así, pedía que si se repitiese la ocasión su juicio no se nublase y actase como una persona decente.

Después de terminar de curar a los que más golpes se había llevado, Leiath tuvo la desdicha de observar como reaparecia la garrapata Fosco toda henchida de orgullo, pavoneandose por entre la multitud como si él hubiese acabado con las pesadillas con sus propias manos. Tuvo hasta el descaro de dirigirse a ella e intentar darla órdenes.

La bruja estaba tan llena de desprecio que hasta se asustó a sí misma. Solo había sentido algo así por otro ser, y éste era un muerto viviente.

Escupió a los pies del mediano, a ver si así le dejaba claro lo que opinaba de él.

- Quitate de mi vista, si tienes algo qe decirme lo haces delante de todo el mundo, sucia alimaña.

Flame se despertó sobre el carro de las herramientas. A su lado, Fosco dormía, y en el pescante, el peón estaba de espaldas, sentado, hinchando el cuerpo de manera regular, como si también durmiese.

Pero no veía al tercer carro...

Recogió la cuerda que los unía: el final de la cuerda estaba rasgado y con manchones negros del fuego. Erosionado por el fuego de los cascos, y apagado a tiempo, unos minutos después debió ceder. Las brumas se habían llevado tres carros.

- Al menos he hecho algo por acabar con esas criaturas que es más de lo que has hecho tú.- Contestó el eunuco al mediano mientras un chorro de agua cristalina caía de su fosa nasal izquierda. Todos sabían ya lo de los cuerpo en las brumas, no era problema de Onfale que Fosco tuviera un cacahuete por cerebro y no fuera capaz de recordar ni los nombres de sus hermanos. Además, al parecer, no era eso lo que había pasado, pero no iba a gastar tiempo en explicarle a un mediano algo tan complejo que a los dos minutos se le iba a olvidar. El mediano no paraba de tergirversar las palabras y no se daba cuenta de que aquello no le podía servir con él, pues no era un asustadizo campesino. Tampoco creía que le fuera a servir durante mucho tiempo con ellos. Le contestó con calma, mientras pasaba su larga lengua porla comisura de los labios para lamer el agua salada que se había derramado pro su mejilla.- No acordamos nada aún. Tú me ofreciste ser tu consejero y mostraste tu interés en mi opinión que, por otro lado, despreciaste antes. Te dije que hablaríamos mañana. Parecía que por tus palabras ibas a poder controlar esto mejor que yo, al menos unas horas. Está claro que no.-Dejó caer su largo y lustroso pelo por encima de su hombro derecho, como una cascada que moría en su pecho.- Preocúpate más de recordar lo que ya sabes de las brumas y de organizar las guardias mejor, a ver si podemos dormir de un tirón esta vez.- Como invitados era muy molesto estar levantándose cada dos por tres en mitad de la noche. El perfumista escrutó las brumas por encima de la cabeza de pelo revuelto del mediano. Los aullidos de los lobos daban a la noche una musicalidad inquietante.- Por cierto, ¿qué vas a hacer con Gloria? ¿Esperar o vas a mandar a un equipo a buscarla?-Le preocupaban los lobos invernales. No para con ellos, pero Gloria estaba allí fuera y sola. No se detuvo mucho tiempo a esperar la respuesta. Era más una pregunta retórica.- Ahora debo ir a descansar. Sopesaré tu tentadora oferta.- Con un leve gesto de la mano le indicó que podía retirarse. Dio un respingo cuando Leiath mostró su carácter.

Flame espero a que Fosco empezase a roncar para despertarse. Había llegado la hora de su venganza. Estaba deseando matar al mediano y acabar con él. Por un lado le daban ganas de dejarlo que se pudriera en las brumas, pero por otra parte le preocupaba que si así lo hacían, terminase convertido en una alimaña mucho peor de lo que era ahora mismo. La clave estaría en guardar el cadáver en la bolsa de contención. Así le podrían lanzar a una fosa común cuando llegasen a algún pueblo.

Al abrir los ojos sucedió algo que no esperaba, el fuego había quemado las cuerdas que los ataban, y ahora se habían separado del resto. Empezó a sentir algo de ansiedad, no podía creerse que había perdido a sus compañeros y que se había tenido que quedar ahí con Fosco. La ira le invadió, la culpa era de Fosco. Todo había empezado a ir de mal en peor desde que se habían cruzado con él, y ese era el momento para vengarse. ¡Ciao Fosco!

El mediano había intentado tener una conversación privada con Leiath, pero parecía que le había pedido demasiado. Para su sorpresa, Leiath respondió de una forma agresiva, mostrando todo su odio. No sabía bien que podía haber hecho para molestarla tanto, pero era algo que le importaba bien poco. Lo que sí que le importaba era algo que había dejado claro y que no iba a tolerar. -Lady Leiath, esto es la última advertencia que le hago.- y su rostro se puso serio. ​-Si no quieres hablar conmigo, respetaré tu opinión. Eres libre, pero.- E hizo un breve silencio. -No vuelvas a faltarme al respeto. Y esto va por todos. No voy a tolerar más este tipo de comportamientos. Esta es la última advertencia que os hago. El respeto es la base de la convivencia. Aquí y en cualquier sociedad de bien.- la tensión era más que palpable y aquella humana se estaba jugando su permanencia en la caravana. -Si no tienes nada bueno que decir...- e hizo un gesto con el dedo indicándole lo que debía hacer. Como a la niña que era. La infantil y pueril niña descarriada y enfadada por una rabieta. Bien le hubiese gustado castigarla, pero confiaría en su buen juicio y en los buenos modales que había presentado en el pasado. -Y quien crea que no pueda cumplir esto siempre puede irse...- le dijo enseñándole la dirección de vuelta.

Luego se giro a Onfale. -No desprecio tu opinión, pero sólo es una opinión, no tengo por que seguirla a pies juntillas.- respondió. -Bueno, un desliz, no volverá a suceder... Al menos no ha muerto nadie.- respondió al sin pene. Siempre habría combates y esa tontería  que decía carecía de sentido. Estaban en mitad de las brumas, ¿acaso era tan estúpido de pensar que no habría peligros? ¿O que lo peligros llegarían sólo de día? Ahora entendía como había sido tan sumamente fácil quitarle el liderazgo. En otras condiciones un equipo de héroes con un salvoconducto y una curandera le sería imposible hacer lo que había hecho, pero con Onfale... Aunque el perfumista tenía razón en que aún no había aceptado la oferta del mediano por lo que no tenía nada que recriminarle en aquel sentido. Sólo preguntare si él hubiese cometido el mismo error. Seguramente si. Luego el tema giró en torno al tema de gloria. -Esperaremos al alba y luego decidiremos. Por cierto, agradecería que controlaras a tu gente.- le respondió educadamente. -Sí, podéis ir adescansar.- terminó dándole el permiso que le requería su invitado. Debía conocer estas reglas cuando era maestro en aquel harén, parecía que revivía aquella dorada época.

Luego se acercó a Aire. -Gracias por respetar mi decisión.- dijo a la maga negra, pues había actuado bien. -Pero matizaré.- quizás sus palabras habían sido demasiado tajantes y habían dado a una mala interpretación. -No uses magia con la gente del campamento.- eso incluía a todos los miembros del Harén de Onfale y la Expedición de Fosco, incluyendo a Flame. -Puedes usar la magia para defenderte.- le dijo a Aire. -Sea quien sea quien te ataque, pero si son ataques verbales... intenta el diálogo, por favor.- dijo con una sonrisa. -Nadie puede privarte de defender tu integridad y no seré yo quien cargue con esa responsabilidad. En lo que conlleva al resto. No uses magia. Muchas gracias por entenderme.- La maga negra había demostrado ser demasiado obediente y por ello precisó matizar la prohibición que había dado. De ahora en adelante si la maga optaba por no usar la magia en caso de ataque era su decisión. Fosco no cargaría con aquella responsabilidad que podía haber causado su muerte y más cuando el heroico Jadewo daba su vida por defender al resto.

Aire, que ya estaba tumbada, al notar cómo el mediano se acercaba, ladeó la cabeza. No entendía por qué se dirigía a ella y menos que la dijera esas palabras.

Espera un momento se levantó con la calma ¿te crees que te he hecho caso? Espera ¿crees que te estoy obedeciendo? Ah, no, no, qué confusión más tonta. dejó soltar una risita falsa e infantil Como no quiero faltarte al respeto, vamos a hacer una cosa. Que me des órdenes lo considero un ataque verbal. Realmente que le hablara ya era un ataque para Aire Si soy una invitada, no te pertenezco. Se da órdenes a tus seguidores, a tus lacayos y a tus sirvientes. A tus invitados no. Si quieres convertir tus palabras en sugerencias se encogió de hombros no te haré caso, pero puedes darlas, no seré yo quien te prive de ello.

Ah, y se que no querías mi opinión sobre nada. Pero evita hablarme, y así no te la daré. Así todos estaremos más felices  se encogió de hombros y ahora, me iré a dormir no, no se tumbó, se quedó a la espera de que Fosco se marchara.

Mira que el mediano era duro de mollera. No entendía ni por activa ni por pasiva. Parecía que vivía en su propio universo con su realidad alternativa y no era capaz de entender lo que se le decía con claridad cristalina. Era como intentar llevar una conversación lógica con una rana. 'Respeto', recriminaba. El respeto por Fosco lo había perdido desde que se había vuelto una pesadilla para esa expedición, y no parecía en el camino de ganarlo de ninguna forma de nuevo.

Gracias a Hala, la bruja estaba cansada y se dió por vencida. No le iba a regalar la lucha diálectica que la garrapata quería.

En vez de responder, se dió la vuelta y acomodó de nuevo la carabana para que pudiesen ir a descansar a ella, si es que eso era ya posible.

-Bien dicho. A sí se habla.- le dijo a Aire con una sonrisa. La misma sonrisa infantil que tenía ella. Así daba gusto hablar con una persona. -Exactamente, es lo que yo decía.- le decía ella en su conversación y al principio cuando llegó. Eso mismo le decía a Onfale y este en su demencia le desterró. ¿Acaso era tan difícil entenderlo? Para Fosco no. -Me parece perfecto. No recibirá ninguna orden por mi parte.- añadía a sus palabras. -Pero lo de antes no eran una orden ni si quiera una sugerencia.- le comentó para matizar. -Son normas de comportamiento. Aquí y en cualquier sitio. Así todos seremos más felices.- repitió como una cancioncilla a las palabras de Aire. -Buenas noches, descansa.- le dijo tras sus palabras y así el mediano se iba realmente contento. Consideraba que había sido muy productivo la charla con la maga negra, parecía más inteligente de lo que mostraba a simple vista. Sería la fachada infantil con la que se escondía, pero claramente no había conocido a esa mujer. Habría madurado...

Jad estaba preparando los pertrechos para el descanso cuando se le acercó el mediano. Le contempló haciendo una larga pausa, mesurando una respuesta, finalmente respondió.

-Es un deber autoimpuesto, el de proteger a mis compañeras y a Onfale cuando me sea posible. Pues se han ganado mi respeto y confianza.-con otra breve pausa, añadió.- Buenas noches.

Dicho eso el joven terminó de preparar sus pertrechos para descansar, pero no le pasó por alto el resto de conversaciones del mediano con el resto de compañeras y su actitud arrogante y despreciativa. En sus acciones, gestos y tonos de voz, el guerrero arcano leía en el mediano lo que había más allá de las palabras. Si algo malo le pasaba, tan solo él era responsable de ello.

Todos volvieron a ocupar sus petates, y la noche empezó a calmarse. Cuando la mayoría volvió a conciliar el sueño, un grito les despertó a todos...

¡AAAAAAAAH!

Era el vigía del pescante del carro de las herramientas y el material de acampada, en el que dormían Fosco y Flame. Los caballos empezaron a relinchar en respuesta.

¡Le ha matado! ¡Ha matado a Fosco!

Aunque aquel peón ya daba a Fosco por muerto, el mediano abrió los ojos y vió el rostro de su asesino, Flame, y del arma homicida, Ayash. Su mano la llevó a sus tripas, y notó el calor de la sangre en la yema de los dedos. Solo un milagro le podría salvar de esta.

Todos despertaron con el grito. El Aquelarre... Tangrem y otro peón que dormían en el suelo, entre el carro de las herramientas y el carro cebo... Si en los tres otros carros se había despertado alguien, no podrían verlo por culpa de las Brumas. Pero Flame sabía que no. Que nadie en los tres carros de retaguardia escucharía ningún grito.

Por segunda vez en la noche, fueron gritos lo que despertaron al joven guerrero arcano. Se incorporó rápido, buscando su acero ante la señal de alarma, cuando su mirada reparó en la escena. Flame ensartando con su arma al mediano.

-¡NO!

El joven no dio crédito a lo que veía, por mal que le cayera aquel mediano, ese no era el camino a recorrer, nada bueno podría salir de ello. ¿Qué se esperaba que pasaría ahora? ¿Qué continuaría todo el grupo con los peones como si nada? El joven miró incrédulo la escena, paralizado, no lo aprobaba, pero tampoco quería alzar su acero contra la chamán dragón.

-No... no Flame. ¿Qué has hecho?

Aquello era increíble. El perfumista se incorporó sobre sus codos con ganas de matar a alguien cuando le despertó el grito de uno de los vigías. Más les valía que fuese algo importante. Si iban a querer poder defenderse por la mañana, el Aquelarre necesitaría un descanso pleno. En un abrir y cerrar de ojos Onfale estaba de pie tratando de percibir cuál era esta vez el problema. Aún aturdido, a causa del sueño no recuperado, tardó en asimilar las palabras del vigía.

¿Fosco muerto?- Eso tenía que verlo con sus propios ojos. La escena parecía hablar por sí sola pero Onfale no se dejó seducir por la primera impresión ni por las palabras de Jadewo.

- No os precipitéis.- Dijo echando una mirada a los alrededores con el estoque en la mano.

Desde luego Fosco yacía tendido en su propio charco de sangre y Flame a su lado, con Ayash en la mano ensangrentado. El perfumista automáticamente giró la cabeza hacia la Bruja de Hala.

- ¿Qué ha pasado?- Inquirió con la esperanza de que alguien pusiera un poco de luz en aquel entuerto. El vigía había acusado pero, ¿había visto lo sucedido o se había encontrado aquella escena como ahora ellos? Si Flame confesaba su crimen no iba a ser Onfale quien la juzgara. Esas cosas se las dejaba a Hala. Pero siempre podía haber atenuantes. ¿Y si antes de dormir la había vuelto a molestar con su boca de cloaca?¿Y si mientras dormía había intentado meterla mano o incluso robarla? No sería la primera vez. Bien sabía Onfale que aquel mediano era más molesto que una mosca cojonera. Lo habían sufrido en sus propias carnes. Necesitaba saber más para poder emitir un juicio sobre lo acontecido.

Con la diestra empuñando su estoque y la zurda haciendo un gesto a Flame para que se calmara, Onfale se acercó lentamente al cuerpo inerte y tendido del mediano. No iba a dejar que Leiath viera aquello. Sus ojos pasaban del cuerpo de su ex-lacayo al de su compañera de Aquelarre. Trataba de dilucidar  en su mirada qué demonios pasaba allí. Po rsi acaso, interpuso el cuerpo de Fosco entre ella y él.