Partida Rol por web

Aire miró con extrañeza a la mano, y pensó mil situaciones que podían acabar mal por seguir a la mano. Pero pista o no, era una opción como otra cualquiera, y la futura presencia de asesinos y violadores la dio la confianza suficiente como para seguir a lo desconocido. Al menos iba todo el Aquelarre junto, y de peores situaciones habían logrado salir. O eso esperaba.

Caminando en el centro del grupo, Aire observaba en todas direcciones, parándose detenidamente en las ventanas de las casas. No parecía haber ni un alma, pero sabía que estaban allí. Sin darse cuenta, estaba tirándose de una de las mangas, alargando su vestido. Su respiración había aumentado y su ritmo cardíaco se había acelerado. Intentó respirar para recuperar la calma, pero no dejaba de sentir la presión de unos ojos sobre ella.

Llegaron a la casa, y unos trucos de magia se turnaron para llegar a un salón demasiado recargado con una mesa rectangular. Y, al fondo, su anfitrión. Se cruzó de brazos ante sus negativas a darse a conocer. Sin conocer el motivo, entrecerró los ojos, como si eso le permitiera atravesar la oscuridad. Notó la voz modulada, lo que podía indicar que conocía a alguno de los allí presentes. La tensión en el ambiente aumentó cuando habló de un ritual y un sacrificio de una virgen. Observó a las mujeres allí presentes. Parecía que las barbaridades tenían que acabar con la muerte de una mujer. Y, de las allí presentes, desconocía su pasado sexual, pero el suyo se lo sabía perfectamente. No había nada que contar. Era una candidata más a esa muerte absurda.

Se estaba mosqueando. No solo ocultaba so identidad, algo que obviamente no era positivo y no invitaba en absoluto a confiar en aquel hombre, sino que ahora les decía que la única forma de ayudar al pueblo era haciendo un sacrificio humano? Nah. Así es como la gente caía en esas sectas tan malignas. Viene uno, dice que va a salvar a la humanidad si sacrificas vírgenes, los bobos se lo creen y listo.

Esperó a ver qué respondía a las preguntas de Onfale, pero la cara de la bruja lo decía todo: NO ME LO CREO.

El señor Rabaglard fue el primero en el que confié-Onfale recordaba ese nombre
de la lista del censo-. Ante la revelación, lejos de intentar deshacer la maldición,
decidió alzarse como defensor y garante de que todo siguiese igual. Cada mañana,
él y su cuadrilla se pasea por el pueblo cometiendo asesinatos y violaciones.
Rabaglard no quiere permitir que quede ninguna virgen con vida que pueda
aplacar la maldición al atardecer. Realizar el sacrificio implicará proteger
a la virgen de los intentos del señor Rabaglard de defenestrarla.

Desde entonces, solo he contado esta historia a los llegados después, esos
que en lugar de vivir eternamente en la locura, desaparecerán en la nada
tarde o temprano. Gente como vosotros. Gente como él, ese asesino
profesional que todos los días se llena las manos de sangre. Su nombre
no importa. Su rostro tampoco. Viene de las mismas tierras lejanas que
el Wu Jen. Pero llegó días después de que se desatara la maldición...
y con su determinación ha durado más que cualquier otro extranjero en
este pueblo. Él me mató antes de que pudiese explicarle que no basta
con matar. Que el sacrificio implica un ritual. Y como se mueve con
subterfugios, no he tenido oportunidad de explicarle todo.

Entre sus posesiones, este ninja lleva un aceite mágico de hoja maldita,
un conjuro de asesino. Lo aplica sobre su arma poco antes de abalanzarse
sobre su víctima, alguien que él considera que puede ser virgen: niñas,
muchachas jóvenes... Sus víctimas mueren por su katana, pero al día
siguiente sus cadáveres aparecen tumbados en sus camas. Son aquellos
que han logrado escapar de la maldición con la muerte definitiva.

Debéis saber que los muertos por un arma encantada por un conjuro de
hoja maldita no pueden resucitar. Si irrumpís en algunas casas vacías,
encontraréis algunas camas con esas "bellas durmientes". Pero ni siquiera
han logrado escapar para siempre. Un conjuro de quitar maldición romperá
el efecto de la hoja maldita. Seguirá siendo un cadáver hasta la caída del
meteorito, y volverá a la vida poco después. Si no encontráis a vuestra
"virgen" para sacrificar, un conjuro de quitar maldición será la clave para
recuperar a una de las que están muertas en el pueblo en el que se supone
que no se puede morir.

El ritual es sencillo, creo. Todo son conjeturas. La virgen debe ser pura.
¿Qué es la pureza? Ahí radica la dificultad. Una mujer que no ha roto
el himen debería bastar. Sin embargo, ¿será necesaria también la pureza
moral? Normalmente son dos conceptos que van de la mano, pero no en
Nueva Lechberg. Una niña que haya conocido la crudeza de una violación,
aunque al día siguiente la maldición restaure su cuerpo intacto,
habrá perdido su inocencia para siempre.

El lugar es importante. Las costumbres Wu Jen exigen que sean sacrificadas
en el mismo lugar en el que se rompió el tabú. Esto es, el sacrificio se tiene
que llevar a cabo en la plaza mayor, donde el reloj solar.

Por último, importa el arma. La virgen debe morir por un arma con significado,
con cierta simbología. Una posesión del Wu Jen, o un objeto usado para
quebrantar el tabú sería lo adecuado. Eso es un problema, porque algunos
Wu Jen tienen como uno de sus tabús no portar armas. He visto a un Wu Jen
clavar una cuchara en la cuenca de uno de los ojos de una incauta camarera que
le sirvió carne en el caldo. Quizás encontrar el arma adecuada sea lo más difícil.

Recordadlo bien: la víctima, el lugar y el arma. Esas son las claves.

¿Entonces lo de la virgen va en serio? Pensó para sí, Flame. No podía creerse que tuvieran que sacrificar la vida de alguien para salvar a todo un pueblo. Las últimas palabras del desconocido indicaban que ninguna de sus compañeras iba a ser la elegida para el ritual. La elegida debía ser alguien del pueblo, y no necesariamente alguien vivo. Pues ese asesino podría haberla matado y por no haber resuelto el ritual, no habría servido para nada. Así que, para ella, lo primero de todo sería dar con ese asesinavírgenes. Algo que no debería ser complicado pues dado que el mundo se restauraba tras la caída del meteorito era muy probable que no tuviera mucho cuidado en sus acciones. Seguramente habría dejado alguna pista.

Creo que lo primero de todo es dar con ese asesino, robarle el arma y matarle con ella. Así evitaremos que resucite y tendremos un problema menos en el pueblo. Luego ya pensaremos en el segundo paso.

Suponiendo que todo lo que el hombre misterioso estaba diciendo fuera verdad, el punto de partida que proponía Flame le parecía bastante acertado; muerto el perro se acabó la rabia. Pero, cómo saber que no les estaban engañando?

El gesto de la bruja seguía siendo de desconfianza; ceño fruncido, morritos. Más que nunca quería poder descansar para poder hablar tranquilamente con su diosa, pedir consejo y orar para poder quitar la maldición de la durmiente, si terminaban haciendo ese alocado plan. Pero parecía que aquel día iba a estar perdido para esos menesteres. Debería ir a un lugar seguro nada más empezar el día.

Debemos encontrar un lugar seguro en el que pueda descansar - sentenció, aún con cara de pocos amigos.

Onfale se acariciaba el suave mentón a medida que el desconocido les relataba, con bastante detalle, la forma de revertir la maldición que asolaba Nueva Lechberg. De vez en cuando lanzaba miradas a Leiath para ver la expresión de su rostro. Le quedaba claro que la Bruja de Hala no comulgaría con lo allí expuesto pero, si era la única manera, tendrían que hacerla entrar en razón. Pero, ¿cómo saberlo a ciencia cierta? El perfumista hizo una marca junto al nombre enel listado que les había dado Virginia.

 Rabaglard...- Seguramente pronto conocerían al susodicho pues , en cuanto viera que un nuevo grupo con tantas mujeres, había llegado a Nueva Lechberg, pronto intentarían la desfloración. Por otro lado estaba el asesino de ojos rasgados, como los del viejo Wu Jen. Su pericia le permitía "matar" a pesar de la maldición aunque no conocía los pormenores del ritual, haciendo que no sirvieran para nada sus esfuerzos.

-¿Descansar?- Preguntó ante la propuesta de Leiath.- Tenemos diez horas hasta que caiga de nuevo el meteorito.- Quizá la Bruja quisiera meditar y poner en orden sus pensamientos. Sin embargo el mago era de otra opinión. Ya notaba la pérdida de esencia de la que les habían hablado , tanto el alcalde como el misterioso interlocutor, y le quedaba claro que cada día que pasara iría a peor. Por su parte, Flame proponía ir en busca del asesino. Para Onfale no era la prioridad.- No tengo tan claro que ese asesino sea un problema para nosotros, aunque quizá tengamos que acabar enfrentados a él. La víctima, el lugar y el arma. Esas son las claves.- Repitió usando las mismas palabras que el desconocido.- El lugar lo sabemos, nos queda encontrar el arma, que sabemos por donde anda el anciano, y encontrar a la virgen. Registrando las casas podríamos localizar a una de las que están "durmientes".  Si Leiath pudiera inscribir un pergamino de quitar maldición resolveríamos esa parte. Ahora bien, tengo una duda.- Dijo volviéndose a dirigirse a su interlocutor oculto.- ¿Haría falta dejar que la virgen durmiente resucitase con el paso del día o podría llevarse a cabo el ritual con su cadáver durmiente?

La voz trató de responder la pregunta de Onfale.

Las heridas realizadas por un arma con el poder de hoja maldita no sanan.
Si llegas al final del día muerto o herido por efectos de esa magia, tras la
caída del meteorito, al volver a amanecer, seguirás herido o muerto.

Es probable que si lanzáis un conjuro de quitar maldición sobre un cadáver,
siga muerto ese mismo día. Si queréis ir sobre seguro, también deberéis usar
un conjuro de resurrección. En cualquier caso, al día siguiente estará vivo de
nuevo sin necesidad de resucitarle con vuestra magia: el meteorito se ocupará
de ello.

Quizás todo eso no sea necesario, si encontráis a una virgen con vida.

La maga trataba de encontrar una explicación racional a todo los que el fantasma decía pero todo se escapaba de su campo de estudio, todo estaba dentro del campo de la teología y los dioses no de la magia y la racionalidad. En resumen todo esto es porque humillaron a un pobre viejo, y a otras nos humillan durante toda una vida y no pasa nada. ¡Que injusta es la vida!

La pregunta es ¿Cómo encontramos a una virgen? ¿Recorremos el pueblo preguntándoselo a todas las mujeres? ¡Esto es absurdo! La maga empezó a caminar a grandes zancadas por la sala mientras meditaba las palabras del fantasma.

¿Podría ser la virgen una virgen solo de “espíritu” y no una virgen de cuerpo como entendemos normalmente, no? Pregunto en voz alta aunque ya conocía la respuesta. Leiath, tu eres la más santurrona del grupo. ¿Puedes leer en las almas de la gente con algún don de tu dios? 

La cara de Aire era un poema. Tenían que encontrar a una virgen pura, explicarle que si moría todo se resolvería, llevarla a la plaza del pueblo y matarla con... ¿una cuchara? Tal y como había dicho Alice, todo eso era absurdo. Además, habría que sumarle que medio pueblo se lanzaría a por ellas para violarlas, salvarlas o como demonios quisieran verlo. ¿Y estaban seguros que el wujen era el hombre que caminaba por todos lados?

Una vez sacrificada esa virgen... Ya no volverá a la vida, ¿no? El meteorito no caerá y todo se acabará. ¿O el pueblo acabará consumido por ese desastre?

Flame alzó la mirada para observar el rostro del eunuco. Parecía que las brumas no solo la estaban cambiando a ella, sino que al resto del aquelarre también. ¿No te parece una prioridad acabar con un asesino? Miró a su compañero. Si diera la casualidad que nos topásemos con él, cualquiera de nosotras, o incluso tú mismo. Y estuviéramos distraídos, con solo recibir una puñalada de ese arma mortífera moriríamos, hizo una pausa para dar más dramatismo a las dos palabras que vendrían a continuación, para siempre. 

¿No te das cuenta? Si ese asesinavírgenes sigue matando sin ningún tipo de sentido, terminará acabando con toda la aldea. Y como has podido escuchar, no resucitarán tras la caída del meteorito. Creo que ese es el verdadero problema ahora mismo. Tenemos que arrebatarle el arma y matarle con ella.

Onfale giró la cabeza para contestar a Flame.

- Lo considero la cuarta prioridad.- Ya había dicho cuáles eran las otras tres. La víctima, el lugar y el arma.-  Claro que me preocupa, sobre todo si es a Leiath a quien matara, dado que además se ajusta a su perfil de objetivo. Debemos extremar las precauciones y, si nos los encontramos, acabar con él. Pero el tiempo corre en nuestra contra...- Parecía dudar.  Desde luego era un problema que alguien así anduviera suelto y pudiera interferir en su camino pero, ¿cómo iban a encontrarlo?- No moriríamos para siempre.- Rectificó a Flame. Quizá la que no había escuchado bien era ella o no comprendía el complejo funcionamiento de la magia.- Mientras Leiath estuviera viva y pudiera quitar la maldición de la hoja volveríamos a la vida al día siguiente. Por eso debemos proteger a la Bruja de Hala a toda costa. Yo podría disfrazarme a su imagen y semejanza para hacer de señuelo cuando recorramos las calles.- La idea de ser asesinado y, la posibilidad, aunque remota, de no levantarse jamás, le hizo arrepentirse automáticamente de lo dicho.- Mejor aún, tengo otra idea...- Dejó caer misterioso. Pero prefería exponerla cuando estuvieran solos, no fuera a ser....Tenía un pergamino de disfraz que Leiath podría usar para adquirir la forma de un hombre y, así, dejar de ser un objetivo de los "matavírgenes".

Desde el otro extremo de la habitación, la voz en la oscuridad se dirigió primero a Alice.

¿Vírgen solo de espíritu? No creo que exista algo así.
Ya sea por un primer contacto traumático, o por el
descubrimiento del placer y la lujuria, una vez perdida
la virginidad corporal, tus horizontes se amplían y
cambias para siempre. Aunque ese planteamiento, por
simplista, podría considerarse filosofía barata.

Las dudas de Aire, por contra, sumieron a la voz en un silencio reflexivo. Finalmente, habló.

Una vez muerto el sacrificio y rota la maldición, el cadáver
podrá ser resucitado por medio de la magia... si es que estáis
dispuestos a pagar el precio de una resurrección con tal de
tener la conciencia tranquila.

Lo que pasará después del sacrificio... Es difícil de imaginar.
En el peor de los casos, el meteorito finalmente caerá,
causando una muerte definitiva y masiva, y las almas de
todos encontrarán al fin la paz, trascendiendo a los planos
exteriores: Celestia... Arbórea... las Nueve Puertas del
Infierno... el Abismo... No puedo garantizar vuestra continuación
en el plano material. En el mejor de los casos, el meteorito
se desvanecerá sin llegar a destruir el pueblo, y las Brumas
que hay a su alrededor se difuminarán. Entre ambas posibilidades,
existe un arcoiris de grises. Y todo son conjeturas. No se
puede preveer lo que nunca ha pasado antes.

Leiath hizo una señal al aquelarre, pues quería susurrarles algo y no tenía interés alguno que el desconocido lo escuchase.

Dejadme en un lugar seguro, quizás el Templo, así inscribiré los pergaminos necesarios - no es que ella estuviese decidida por esa opción, pero si Onfale decía que era lo mejor, sería verdad-. Mientras podéis ir vosotros a localizar alguna de esa mujeres y cuando tenga el poder para levantar esa maldición que las pobres padecen, venís a recogerme.

En realidad las cosas se podrían hacer mucho mejor y sin menos riesgo, pero la bruja estaba convencida de que el tiempo trabajaba en su contra; cuantos más días se quedasen en esa aldea más posibilidades de fallar la nueva prueba elegida por Hala.

Tan preocupada estaba ella por el tema del tiempo que, a la desesperad,a preguntó a la voz proveniente de las sombras:

- Me darías refugio para poder preparanos para el sacrificio? Necesito al menos unas horas para poder quitar esa maldición de la que nos hablas.

Ahora verían hasta qué punto estaba el desconocido involucrado.

"si es que estáis dispuestos a pagar el precio de una resurrección con tal detener la conciencia tranquila"- Sí, con Leitah de por medio no habría otra manera. Sobre ella giraba todo y ella impondría sus condiciones. Eso le quedaba claro al perfumista. Por eso mismo negó con la cabeza.

- No vamos a dejarte sola. Necesitas protección. - Sacó un pergamino de su bolsillo y se lo entregó a la Bruja de Hala.- Con esto podrás tomar otro aspecto . Mejor el de un hombre para evitar riesgos. No durará mucho tiempo. Deberías usarlo  cuando vayas por la calle y no  estés escondida o en un encuentro fortuito. No podemos fiarnos de nadie. Ese asesino podría estar vigilándonos.- Ahora quedaba ver qué harían los demás. Podrían ir en busca de los cuerpos de las vírgenes en letargo y, de paso, del asesino, e ir apuntando los que encontraban en cada casa en el listado que tenían. Quizá a Jadewo no le importase quedarse con Leiath para protegerla. Él mismo estaba dispuesto a ello pues, así, podría también inscribir algún pergamino.- ¿Nos dividimos en dos grupos?

Aire negó tanto con la cabeza que parecía que le había dado algo. Se estaba imaginando la escena, y no le gustaba nada.

Veía a todos en el centro de la plaza, luchando contra medio pueblo que no quería que la situación volviese a la normalidad porque, claro, así podían hacer lo que les viniera en gana y no pasaba nada. Podrían morir, pero al día siguiente regresarían sanos y salvos, y a empezar de cero. Mientras, otros haciendo el ritual con la virgen, que no parecía debatirse, aceptaba el destino que la tocaba, mientras uno de ellos la asestaba golpes en la cabeza con una cucharilla hasta que... ¿cayese muerta por aburrimiento? Lo peor de todo es que, al final, la muchacha no resultaría virgen y el meteorito volvería a caer sobre ellos. Y vuelta a empezar. O quizá ya sería demasiado tarde.

Es decir, nuestro plan es despertar a una mujer que suponemos virgen, pero no sabemos si lo es. Buscar a un wu jen que suponemos quién es, pero que tampoco lo sabemos con seguridad, para que nos de una de sus armas. Llevar a la virgen y al arma al centro del pueblo y, allí, matarla con el arma, sin saber cuál es el resultado. Mientras hay un asesino que acuchilla con una espada mágica, y medio pueblo loco de contento por estar a sus anchas. suspiró. Todo era muy sencillo.

Tenía un plan para atraer tanto al asesino como al grupo de bestias. Pero necesitaba contárselo alejado de esa voz misteriosa, pues no sabía si podía confiar, y un sitio donde encerrar a todos ellos.

Nadie respondió a Leiath. Al cabo de unos segundos de silencio, Jadewo cogió el candelabro de la mesa y avanzó en paralelo hasta el otro extremo. La silla estaba vacía, y el cuarto terminaba en una pared sin más puertas. Jadewo lanzó un conjuro de detectar magia para asegurarse de que no había nadie invisible allí con ellos.

 Estamos solos.

Leiath sacó el papel sin dilación para escribir el pergamino. Ese sitio parecía tan bueno como cualquier otro.

- Quién se queda conmigo? Recordad, que si no conseguís venir aquí en digamos, 7 horas, nos vemos en el Templo de Hala a la hora de caída del meteorito.

Antes de ir a ningún lado dijo Aire, mirando a sus compañeros no podemos ir buscando a esas "bellas durmientes". La Voz ha dicho que el asesino no sabe si son vírgenes o no, simplemente las ataque pensando que pueden serlo. ¿Y qué vamos a hacer? ¿Ir mirando sus partes íntimas a ver si hay suerte? Además, su cuerpo se regeneraría, aunque siguiese muerta. No podemos salir por ahí a la "caza de vírgenes"

No, era absurdo, no podían. No sabrían jamás si alguien había quedado puro. Y tampoco sabrían si los salvajes del pueblo no habían aprovechado que no se movían para violarlas.

Onfale se cruzó de brazos y apoyó todo su peso en un lado de su estrecha cadera de eunuco mientras miraba a Aire.

- Somos todo oídos.¿Qué propones?- No había, por extraño que pareciera, ningún tono sarcástico en la voz del perfumista. Era verdad que el asesino podía equivocarse pero también era cierto que lo que buscaba era vírgenes a las que matar. De todas formas si lo que el asesino trataba era de acabar con aquel endemoniado bucle puede que si se lo encontraran y lograran explicárselo, acabara ayudándoles.

 Me temo que aquí nadie propone nada. Distribuyámonos en los dos grupos y que uno de ellos salga ya a investigar.