Partida Rol por web

Aire, Alice y Flame llevaron sus dudas al exterior de la casa. Allí, Tangrem y los peones les seguían esperando.

Este lugar es una locura... Hemos escuchado gritos, risas, y hasta sonidos de cristales, como si alguien estuviese rompiendo ventanas a lo lejos. Pero aún no ha pasado por el callejón nadie. ¿Y los demás? ¿Por qué no salen?

Debían plantearse qué hacer. Todavía no habían estado en la posada, ni en los juzgados. Tampoco habían visitado las granjas de las afueras. Sin haberse entrevistado con más gente, tampoco sabían de más sitios para visitar, salvo entrar casa por casa.

Aire respiró al salir de aquel lugar. Estaban igual que al principio. Sin nada.

Tenemos poco tiempo y muchos enemigos contestó a Tangrem. Se han quedado protegiendo a Leiath, que tenía una cosa que hacer. No dejaba de pensar que dividirse no era la mejor opción, pero parecía que estaban destinados a hacerlo en esa ciudad.

La situación es muy complicada habló con sus dos compañeras A los únicos a los que podemos perseguir son a aquellos que están formando alboroto. Si el asesino mágico es tan sigiloso como parece, no podremos encontrarle, ninguna sabemos rastrear. Así que podemos ir con cuidado por todos lados, para evitar que nos descubra nadie mientras buscamos una virgen o... era lo más arriesgado mientras buscamos a la virgen o al viejo, atraer al asesino. Sería tan sencillo como dejar salir a la Aire infantil. Dudaba mucho que, junto con Alice y Flame, alguien dudara que ella era la virgen pura.

¿Una virgen? ¿Pero de qué coño estás hablando?

Los peones se miran confusos. Lo del asesino mágico también es alarmante. Lo del viejo, ya menos. Pero en lo que llevan de viaje, están acostumbrados a que la chica del osito de peluche diga cosas extrañas.

Ehm... no sé de que va esto, pero si de lo que se trata es de tender una trampa, la plaza en la que "aterrizamos" hace una hora es un lugar espacioso y transitado, dónde te pueden ver desde muchas calles adyacentes.

Si, se que suena a locura pero hay que buscar a una virgen para poder salir de este bucle infinito.  Acompaño sus palabras haciendo girar su dedo de formando círculos en el aire.

Si, la plaza. Buena idea  Tangrem. Podríamos vigilar desde la torre del ayuntamiento, de paso podríamos hablar con el alcalde y su sirvienta.  Puede que ellos tengan algo que aportar a la luz de las nuevas pistas. 

Aire se quedó en silencio, pensando. Dejó que sus ideas fluyeran por sus labios.
Me preocupa algo. ¿Dónde estaba el grupo de asaltantes y violadores del pueblo ayer cuando llegamos? Sólo nos encontramos con el mendigo que casi se carga a Leiath. Pero debían estar reunidos haciendo algo...
Eso significaba que, seguramente, tuviesen algún escondite donde "suicidarse" antes de la caída del meteoro.
Ir a la plaza es un riesgo muy alto.
Somos tres mujeres, no nos van a recibir con flores

Y cuatro hombres-protestó Travis-. ¿Entonces cómo lo hacemos? ¿Nosotros vamos a llamar puerta por puerta preguntando por vírgenes, y vosotras váis a la plaza? ¿O os acompañamos y vamos todos a la plaza?

Diez minutos después, desde una de las esquinas que daban a la plaza mayor, observaban agazapadas. Las puertas de los cuatro edificios (la torre de la alcaldía, la iglesia, la posada de la Esperanza y los juzgados) estaban cerradas. A estas alturas ya había cuatro cadáveres en la plaza. Uno de ellos de una de las ancianas que Flame vió dormida la tarde anterior en el interior de la iglesia.

 Un hombre robusto, armado con un garrote, hacía guardia junto a la puerta de los juzgados.

Sin más opción, fueron todas juntas, buscando que el destino las encontrara por el camino, llegaron hasta la plaza. Aire se quedó mirando con cuidado, como si un movimiento en falso les costara la vida. Tenían al alcance de su mano diferentes objetivos, y no llegaba a comprender cuál era el mejor. Ya habían estado en la Alcaldía. Y quizá la muchacha fuera virgen y se ofreciera para el sacrificio. La Iglesia parecía el lugar preferido para morir, así que prefería no probar suerte. Sólo le quedaban la posada y los juzgados.

Y, al ver al hombre, se le quitaron las ganas de ir al juzgado. No era por pensar mal, pero parecía que ese debía ser el refugio de la gentuza del pueblo. Era mucho mejor no acercarse allí, pero...

No podemos atravesar la plaza sin que nos vea. Hay que darle caza antes de que sea tarde y nos delate. Flame se dirigió a la lagartona ¿Podrías trepar y llegar a él para emboscarle?

Flame escuchó las palabras de Aire un poco extrañada. Sabía que tenía razón en cuanto a lo de dar caza al asesino, sin saber rastrear era dificil encontrarle, salvo investigar el rastro de muertes que estaba dejando. Tras la propuesta de su compañera negó con la cabeza. No creo que sea bueno darle caza. No sabemos quien es exactamente y no tengo intención de andar llamando la atención. Si lo matamos, mañana resucitará y nos habremos ganado un nuevo enemigo. Pero puedo hacer como ayer en la iglesia. Dijo trepando por la pared más cercana, aprovechando las cornisas y los caminos para intentar pasar desapercibida y que no la vieran. Tenía intención de echar un vistazo por las ventanas y ver qué es lo que había realmente en el interior de los juzgados.

Podríamos dar un rodeo para llegar donde él..... Pero la maga se quedo con la palabra en la boca cuando vio que Flame comenzaba a trepar por las paredes. O podemos hacer eso que es mucho más rápido y eficaz. 

Pero la maga no se quedo mirando a Flame como un lagarto mirando a una mosca que trepa por la pared, miro la plaza y trato de recordar lo poco que había estudiado de estrategia militar. Su conocimiento de estrategia se limitaba a la lectura de un par de libros de historia antiguos donde el general de las tropas estaba siempre fanfarroneando de sus logros militares.  Alice busco los posibles lugares donde se dispondrían las tropas enemigas en caso de una emboscada.

Si Alice hubiese querido leer más sobre estrategia militar, debería haber leído menos sobre magia. Fue incapaz de hacer ni una sola conjetura al respecto. La planta baja era de techo alto, y disponía de pequeños ventanucos a quince pies de altura. La planta alta tenía todas sus ventanas cerradas y contraventanas echadas.

Flame localizó en la planta baja dos salas de audiencias, una a la izquierda y otra a la derecha de la puerta principal. La sala de la derecha estaba vacía, pero en la de la izquierda había un hombre de mediana edad atado a una silla, acompañado de dos hombres de distintas edades golpeándole a puño cerrado.

Flame hizo señas a sus compañeras para que rodeasen el edificio por detrás y se subiesen a un barril que había junto a la pared para poder ver también. Los muros eran gruesos y los ventanucos de doble cristal, así que no era posible escuchar ninguna conversación, ni siquiera los gemidos de dolor del prisionero.

Aire se recogió un poco la falda y salió corriendo lo más rápido que pudo sin hacer ruido. Se podría decir que sólo daba zancadas grandes para no llamar la atención del guardia de la puerta. El signo de Flame era suficiente para saber que había encontrado algo, y que sería lo suficientemente importante como para dejar su escondite.

Al llegar, se subió a un barril para ver en su interior, y el hecho de que estuviesen propinando una paliza a un hombre le hizo fruncir el ceño. Pero después recordó dónde estaban y qué sucedía en ese pueblo. Y ya no le dio tanta pena.

Si queremos ayudarle, nos tenemos que cargar al de la puerta sin que se entere y acabar con esos dos lo más rápido posible sin que llamen a los refuerzos. Se odiaba por lo que iba a decir, pero no podía dejarle a su suerte. Flame, ¿Puedes caer sobre el de la puerta y darle una muerte rápida?

Flame escuchó las palabras de Aire y actuó en consecuencia. Intentó moverse sobre el guardia de la pared sin hacer ruido y después estando desde arriba apuntó con su aliento sobre su cabeza. A medida que había ido entrenándose su ácido cada vez era más poderoso y efectivo. La realidad es que casi nunca había logrado un buen éxito con ello, pero nunca había apuntado a nadie que estuviera distraído. Así que esta vez no confió en Ayash, pues él era el que normalmente le sacaba de sus aprietos. Esta vez iba a probar suerte.

El hombre trató de parapetarse del chorro ácido tras una de las columnas del soportal, pero no estuvo lo suficientemente rápido. Su cara corroída le hacía más aterrador cuando cargó en dirección a Flame...

 Yaaaaargh...

Entonces, Alice dobló la esquina y empezó a conjurar...

 Yrgh - gradh - norh - aern...

El hielo creció del suelo, combándose y encerrando al hombre en su interior hasta atraparlo en una semiesfera helada.

 Tenemos seis o siete minutos antes de que se derrita. ¡Corred!

Flame llegó hasta la puerta. Forcejeó con el pomo, pero la habían cerrado por dentro. Bastaba con que se tomase un segundo para que su estómago creara más reflujos intestinales, y pudiese volver a escupir un chorro corrosivo que les abriese paso.

Aire se acercó a gran velocidad hasta el bloque de hielo, y esperó a que Flame abriera la puerta. Cerrada

Genial dijo mirando a todos lados, sorprendida de que sólo hubiera un guardia. ¿Se estarían equivocando? ¿Ese no era el grupo de violadores que estaba haciendo estragos?

Se dijo que no había tiempo para ese tipo de pensamientos. Que ya habían llegado hasta allí y tenían que alcanzar el final. El tipo ese podía ser mejor o peor persona, pero iban a rescatarle... Al menos, de momento.

No parece que haya nadie más. Y éste hielo será un enemigo en un rato. Flame, derrite la puerta y entremos lo antes posible concluyó la joven, que cada vez estaba más nerviosa. Sus ataques mágicos seguían siendo escasos, y se sentía totalmente indefensa.

Flame se concentró para descargar de nuevo el ácido sobre el pomo de la puerta, no estaba acostumbrada a que el ácido de su interior fuera tan rápido. Sin duda cada vez se hacía más poderosa y eso parecía también estar relacionado con su poder recuperador. Contenta por sentirse útil decidió abrir la puerta ahora que parecía que eso ya no era problema. 

El chorro de ácido no solo se llevó el pomo, sino que creó un gran boquete en la puerta, perdiendo fuerza en la distancia y creando un reguero corrosivo al caer.

¡Señor Rabaglard! ¡Cuidado!

Alice entró escorándose a la entrada de la habitación de la derecha y lanzando dos rayos abrasadores. El hombre más delgado y alto esquivo la magia de fuego, pero al más joven le dió de lleno.

Aaargh...-se quejó, doliéndose de la quemadura-A ellos, señor Pip.

Aire había entrado sin ninguna intención de usar sus conjuros. Atravesó el boquete creado por Flame y vio cómo Alice lanzaba dos rayos de fuego contra esos enemigos. Pero no había sido suficiente, y eso la preocupó. ¿Y si eran tan poderosos como el mendigo? ¿Y si el combate se mostraba en su contra, y acababan las tres masacradas? Las dudas la consumían, así que optó por la única salida que veía: Usar su magia.

Unió los dedos de una mano y empezó a moverlos frenéticamente. La electricidad acudió a su llamada, y sus dedos se volvieron azules. Cuando la energía llegó a su máximo, dejó que fluyera de ella, y lo lanzó contra esos hombres.

El ácido de Flame fue suficiente para reventar cerradura y puerta, por esa razón las tres entraron con gran energía. Ayash empezó a hacer de las suyas, sus compañeras podían atacar a distancia y alcanzar a cualquiera de sus enemigas, pero ella tendría que entrar directamente cuerpo a cuerpo para encargarse de ellos. Así que confiaba en que ellas se encargasen del más lejano y a ella le dejasen el que estaba más cerca.

¡AAAAAH!-gritó, doliéndose de la electricidad de Aire y los proyectiles mágicos de Alice.

Brujas...

¡Señor Pip! Necesito que se ocupe de ellas.

El señor Pip fintó a Flame a pesar del tajo de la espada en su brazo y fue directo a por Aire. Una daga salió bajo su manga, y con ella profirió un corte a profundo a su víctima en la mejilla. No solo sangre brotó de la herida, también ácido, quemando la cara del agresor, que lanzó un grito de dolor.

Tú eres mía, puta-soltó a Flame, poco antes de darle un fuerte puñetazo en la cara.

De nuevo surgió el ácido del aura, y Rabaglard fue víctima de su propia belicosidad. Los dos hombres no suponían ninguna amenaza, teniendo en cuenta que luchaban con nudillos y puñales, pero aún así eran resistentes.