Partida Rol por web

Avanzo rápidamente hasta la altura de su peón y le dio una colleja. No deberías de abrir las mercancías ni las bolsas de otras personas sin su permiso. Le recrimino.

Aunque la estupidez de su subordinado puede que les hubiera dado la oportunidad de atravesar la plaza, pero como jefe, no estaba bien que dejara una pifia como esa sin castigo.  

Flame decidió dirigirse hacia el último francotirador. Aprovechó la distancia para lanzar su ácido, si no le veía, era imposible que fuera capaz de esquivarlo y con suerte lo eliminaría en el momento. Por eso aprovechó la distancia para escupirle y después se movió para sanar la distancia que aún le quedaba.

Onfale apretó el culo cuando uno de los virotes le pasó cerca de su cabeza pero aún así continuó su avance. Ninguno de los francotiradores había acertado en el blanco y se deleitó escuchando sus lamentos. Ahora tendrían que bajar a por ellos.

¿Qué coño está haciendo Flame?- La mujerona era lenta como un burro pero no entendía como en vez de lamentos por su mala puntería no escuchaba gritos de terror y dolor consecuencia de que Ayash estaba haciendo su trabajo. 

No le gustaba la incompetencia y aprobaba la reprimenda que Tamgrem echó a Travies pero al menos el polvo de dispersión había quedado localizado justo en el punto donde podía serles útil.

- Estad preparados para cuando Virginia abra la puerta.- Pero justo en ese  momento sintió una punzada de miedo que le transmitía Perezoso. Echó un vistazo y vio al camaleón caminando, con su paso lento pero seguro, por las tejas de los tejados.- Deben estar por los tejados también. Perezoso a visto a alguien.- Quizá el francotirador del juzgado hubiera salido a los tejados para tener mayor campo de visión. Eso era un problema. Por un momento pensó también que quizá el anciano wu jen pudiera estar recorriendo su habitual camino.

Sé prudente, amigo.- En lo que el mensajero llegaba a su destino tendría que hacer algo para protegerlo o para proteger al grupo de Leiath y los demás. Con la protección del polvo de dispersión no era una locura tratar de forzar la cerradura del ayuntamiento pero la precavida Virginia seguro que habría puesto un robusto tablero para impedir que nadie entrara. ¿Y forzar la puerta del juzgado para pillar de improviso al francotirador? Esa era una opción. La otra trepar por las columnas al tejado y tratar de pillarlo por sorpresa. Eso podía funcionar puesto que podrían tener su atención fija en Perezoso o en el grupo de Leiath. 

Leiath refunfuñaba sin parar. No, no había sido una buena idea lanzarse todos hacia campo abierto. Si la protección mágica que les rodeaba se esfumaba, los iban a dejar como un colador.

Encima la culpable de toda esa prisa, la enorme lagartona, había desaparecido.

- Forcemos la puerta el juzgado y entremos a acabar con esas ratas antes de que nos acierten!

Cada vez lo veía más difícil eso de romper la maldición en ese día. No sin la falta de las dos magas de su equipo, justo aquellas que podrían haber fulminado a los tiradores a distancia.

Aún refunfuñando palabras un tanto soeces dirigidas a sus atacantes y a Flame, fue buscando con la mirada un sitio cercano donde poder encontrar cobertura en caso de que ninguna puerta se abriese en los próximos dos minutos.

Los movimientos del grupo le parecieron torpes, pero sin ninguna otra idea, no podían hacer otra cosa. Avanzaron juntos, a pesar de estar en peligro, esperando que los cebos cumpliesen su cometido, y así parecía que era. De hecho, la ayuda del polvo de Flame había llegado justo a tiempo, y la protección era mayor

Puedo intentar echar la puerta abajo, pero no creo que sea buena idea. Si lo hago, no podremos cerrar y protegernos dentro contestó a la idea de Leiath, esperando que Onfale, con su habilidad natural para los cierres, acudiera en su ayuda y les salvara. Él mismo se saldría de la nube si llegase ese momento para protegerles a todos, aunque le costase la vida.

De pronto, Flame se hizo visible en la fachada de la posada. Su chorro ácido se coló por la ventana del segundo francotirador, hiriéndole en un brazo.

¡AAAAAGH! ¡HIJA DE P...!-su taco se solapó con el quejido de Travis por la colleja, pero era la voz del señor Pip, uno de los matones de Rabaglard que Flame conoció en los juzgados.

Flame avanzó hacia la ventana, mientras el señor Pip soltaba la ballesta y cogía la espada tendida sobre la cama de la habitación. En cuanto Flame se asomó, el filo de Pip chocó contra su Ayash.

Onfale, por su parte, trató sin éxito trepar por las columnas de los soportales, pero eran lisas y dificultaban el acceso. Por lo menos recibió buenas noticias de Perezoso: los niveles de miedo habían bajado. Desde su posición pudo ver al camaleón subiendo por el lateral de la torre.

Mientras, el grupo de la nube de polvo de dispersión seguía esperando a que la puerta se abriera. Tangrem estaba al lado de aquel corrillo, pero ya fuera de la protección contra las flechas con la que les dotaba el polvo de dispersión.

Flame se preparó para descargar a Ayash sobre Pip, había decidido acabar con aquel tipo antes de que siguiera haciendo más daño. Por eso, con Ayash en la mano, se dedicó a intentar cercenar la cabeza de su rival. 

Se sentía como un pato mareado. Por mucho que se aferraba a la columna con manos y pies, una de sus técnicas sexuales más aclamadas de cuando era esclavo sexual, no conseguía subir al tejado. Al menos Perezoso le transmitía mayor tranquilidad y cada vez estaba más cerca de su objetivo. Si conseguía que Virginia abriera las puertas al menos Leiath y Meridia estarían a salvo. 

El grito de uno de los francotiradores de la Esperanza alertó al eunuco y pudo ver cómo Flame se había hecho visible de nuevo. Enarcó una ceja y apuntó mentalmente que la próxima vez usaría  su magia sobre sí mismo. Tenía que intentarlo de nuevo. Ahora la mujerona era el centro de atención y sería un buen momento para usar uno de los conjuros que tanto tiempo y esfuerzo le había costado perfeccionar.

Leiath puso la mano en el antebrazo de Jadewo para llamar su atención.

- Vayamos al soportal de la posada si vemos que se nos va la protección y no abren la puerta. Y  sí, mejor no forzar la puerta de la alcaldía, pues nos quedaríamos sin refugio.

Soltó a Jadewo y se puso a aporrear la puerta.

- Virginia ábrenos, somos nosotros, el aquelarre de Hala! Abre por lo que más quieras!

Virginia se asomó a la ventana de la tercera planta de la torre de la Alcaldía, al escuchar a Leiath llamar. Dudó. Era más sencillo abrirles ayer, cuando la plaza estaba en calma, que hoy con todo aquel alboroto, y la sensación de peligro en el aire.

Ngh... ¡Ya bajo a abrirles!

Virginia volvió a meter el cuerpo en el interior del edificio, pero aún tardaría un rato en llegar a la planta baja para abrir la puerta. Mientras, con Flame dentro de la posada, la ventana del despacho de la planta superior de los juzgados volvía a abrirse, y una ballesta se asomaba por el alféizar, amenazante.

En la posada todo parecía decantarse a favor de Flame. Tenía una espada más poderosa y sabía manejarla con más habilidad. Aún así, tras recibir dos poderosos tajos, el señor Pip aún tenía energías para devolver el golpe y clavar la espada en el hombro de la mujer. Además... Del pasillo que daba a la habitación se escucharon pasos acercándose.

Viendo que no podía hace nada más. El comerciante metido a aventurero siguió al lado de las viejas tratando de protegerlas. ¿Pero como iba a protegerlas, con su cuerpo a riesgo de perder su vida? La respuesta era si.  

¡Sólo un poco más!- Esta vez sí. El eunuco alargó los dedos y se agarró con fuerza a la cornisa. La amenaza de que le pegaran un virotazo en el culo si no se daba prisa le hizo aferrarse con tanta fuerza que sus uñas dejaron marcas en la argamasa de la cornisa del juzgado. Apretó los dientes para soportar la dentera y el dolor de una de sus uñas que supuso partida. Ya habría tiempo de comprobarlo. Ahora tenía que seguir. Perezoso aún podría tener problemas y él se encontraba en una posición algo inestable. Poco espacio para colocar sus pies, aunque fueran unos pies de experta bailarina. Pegando la espalda a la pared se acercó a una ventana y echó un rápido vistazo al interior para después presionar en la hoja de la misma. Otra opción sería saltar y alcanzar el tejado de una vez, cual grácil felino. Se distrajo un momento al ver que Virginia por fin reaccionaba a los gritos de la Bruja de Hala.

Esperanzada, la bruja esperaba que Virginia abriese la puerta.

Intentó colocar a Meridia de forma que Jadewo tapara ... a ambas, de un proyectil certero, entre la puerta y el guerrero.

Rápido, rápido- musitó angustiada por la tardanza.

El plan le parecía ahora claro; esperar al minuto exacto para salir al reloj del centro de la plaza. Que llegasen todos al centro con vida carecía de importancia mientras la anciana lo consiguiese. Cubierta por el aquelarre e imbuida de la poca magia que les quedaba, quizás lo lograsen y acabasen con aquella pesadilla.

Flame se puso nerviosa al escuchar los pasos que se dirigían hacia la habitación donde se hallaba. No sabía si vendría un nuevo enemigo o no, pero seguramente habría que imaginárselo. Esta vez morir en combate no le preocupaba tanto como tras veces, sobre todo porque sabía que se despertaría de nuevo. Pero pensar en que el desgraciado asesino pudiera aparecer con la daga mágica y matarla por siempre, no le hacía tanta gracia.

De todas maneras, decidió seguir enfrentándose a Pip. Al fin y al cabo era el enemigo que tenía delante y no le podían quedar demasiadas energías para seguir en pie. Así que, armada de valor y junto a Ayash como siempre, decidió seguir luchando.

Jadewo se sentía impotente. Si al menos hubiese tenido la capacidad de Flame, hubiese trepado junto a ella y, entre los dos, hubiesen acabado con los francotiradores. Pero se tenía que conformar con quedarse allí, de protector, donde notaba que su magia era muy débil y sus conjuros no llegarían a ningún lado. Si Aire o Alice estuvieran allí, seguramente todo hubiese cambiado.

Miró de reojo a la puerta. ¿Cuánto podría tardar Virginia en bajar para abrirles? No se había parado a contar ni escalones, ni tampoco el tiempo que tardaron en subir y en bajar, pero desde luego ahora se le estaba haciendo eterno. ¿Qué podría pasar?

Entonces, un escalofrío le recorrió el cuerpo. ¿Y si había alguien más allí dentro? ¿Y si Virginia había ido a avisarles y ahora les tendían una emboscada a todos? Sintió cómo los nervios le apretaban la boca del estómago, y miró hacia todos lados. No había manera de saberlo a ciencia cierta. Y tampoco podría olvidar esa idea.

Leiath, os voy a pedir que me dejéis a mí en la puerta No sabía la cara que pondría la mujer, porque parecía que quería protegerse él sólo. Virginia está tardando mucho. Si hay alguien dentro que no quiere ser nuestro amigo, puede que abra la puerta y nos ataque sin ningún tipo de compasión. quiso que entendiera. Si veis que viene alguien de frente, avisadme. Si no, dejad que sea yo el que reciba a Virginia... O quien quiera que nos abra.

Dos nuevos trajos de Flame bastaron para matar de nuevo al señor Pip. Entonces entró en la habitación el señor Sikes, también blandiendo una espada. El recién llegado se encaró con la chica de la escama en la frente.

¡Puuuutaaaa! ¡Te mataré!-amenazó, levantando la espada.

Desde los juzgados, el tercer francotirador examinó la situación. Había dos hombres con el mismo rostro, y si los virotes atravesaron al que se agachaba tras el gnomón, era lógico pensar que el de la nube también era una ilusión. Apuntó a Jadewo, con la pretensión de que el virote no se detuviese en Travis. Disparó. El virote quedó en el cuello del peón, con parte del ástil sobresaliéndole por la nuca y parte por la nuez. Travis se desplomó en el suelo.

Mientras tanto, Onfale había subido a la cornisa de la planta superior y se había colado en uno de los despachos. Abrió la puerta que daba al pasillo. A la derecha tenía las escaleras que bajaban. Al frente, la puerta cerrada del despacho ocupado por el francotirador. Había una tercera y una cuarta puerta en esa planta, también cerradas.

Finalmente, Virginia llegó a la planta baja y susurró a la puerta...

¿Es seguro abrir ahora?

Vale, estaba dentro. Había llegado a uno de los despachos. Abrió la puerta y localizó enseguida las escaleras de bajada. Como esclavo que había sido durante la mayor parte de su vida tenía costumbre de memorizar as posibles escapatorias. Tenía la ventanas, aunque la caída podría hacerle algo de daño, y las escaleras. Dudó por un momento si entrar a hurtadillas en el despacho desde el que el francotirador disparaba a sus compañeros. ¿Tendría alguna posibilidad contra él? Desde luego él no era Flame. No tenía ni a Ayash, ni sus músculos.Ya el maldito chucho le había dado un buen escarmiento. Se maldijo otra vez por haber ungido a Flame con su magia, pues ahora echaba de menos ese hechizo de invisibilidad. Con la agilidad mental que le caracterizaba el eunuco comenzó a trazar un plan.

Dio una vuelta por el despacho del juzgado por el que había entrado, revolviéndolo todo. Quería pergaminos viejos, gruesos tomos de cuentas y registros polvorientos. Todo lo que ardiera con facilidad. Tenía aceite de su lámpara y pedernal y acero para iniciar un incendio en el juzgado. Si conseguía que el edificio ardiera en llamas los francotiradores tendrían un punto menos desde el que atacarlos llegado el momento crucial. Con un poco de suerte podría hasta matar a uno de ellos, quemarlo vivo en aquella pira infernal. ¿Se estaría volviendo loco como la hermana incendiaria de la esposa de Ragablard? Dejó todo preparado pero aún no inició el fuego. Se frotó las sienes con movimientos circulares, como hacían los mediums, y trató de comunicarse con Perezoso.

Ve al ayuntamiento. Nos vemos allí.- No sabía qué sentiría su familiar pero tenía que arriesgarse. Inició el fuego sabiendo que a partir de ese momento tendría un tiempo limitado para actuar. Cerró la puerta y salió al pasillo, decidido a saber qué había tras las puertas cerradas antes de continuar. Si encontraba unas escaleras que dieran al tejado subiría para ver la situación desde allí. Al pasar por la puerta del despacho desde el que el francotirador disparaba, observó la cerradura para ver si podía encerrarlo allí*.

Con Pip fuera de combate ahora resultaría mucho más sencillo encargarse del siguiente enemigo. A este no le conocía, y si no era así, al menos no lo recordaba. Así que no tenía muy claro de lo que era capaz de hacer, así que, en vista de que también estaba dispuesto a atacarle, no dudó ni un momento en seguir luchando contra él.

No tenía muy claro si seguirían llegando enemigos, pero mientras fueran yendo de uno en uno, Flame estaba tranquila, el brillo de su escama le protegía de una buena parte del daño que pudieran hacerle, mientras que Ayash se encargaba de encajar los golpes más duros y certeros que ayudara a finalizar el combate.

Travis cayó fulminado, prueba clara que no podían quedarse mucho más.

- Están disparando flechas desde los edificios, no te darán a tí mientras te quedes dentro! Madame Meridia está con nosotros y necesita protección! Abre por amor a Hala!

Esperaba que Virginia entendiese la situación. El tiempo apremiaba...

Virgina, no dudes. Estamos medio protegidos por una magia, pero tiene efectos limitados. Abre y quédate detrás de la puerta, así no te podrán dar. Si alguien quiere atacarte, ¡primero se las tendrán que ver conmigo! gritó Jadewo, esperando que con esas palabras el valor de la muchacha no se esfumara y prefiriera no abrirles.