Partida Rol por web

Como un sueño, surcaban las Brumas. Viajaban con enorme suavidad sobre aquella alfombra mágica aparecida desde la nada. Nadie sabía hacia dónde ir. Por eso, y solo por eso, algunos empezaron a sospechar que era el camaleón Perezoso el que pilotaba el exótico vehículo.

Ascendieron. Era lo lógico. Se habían montado en el interior de una gran chimenea natural de roca, cuyos muros la espesa niebla ya no dejaba ver. Siguieron ascendiendo. Hasta que al final la alfombra empezó a volar en horizontal.

¡Yugo rokishky nafreleth!-dijo Lu Nantika, señalando al frente.

Las Brumas se volvieron menos densas. Salieron a un bosque de árboles delgados. Flame y Onfale los identificaron como arces. Era una mañana algo fría, pero luminosa. Para determinar que aún era antes del mediodía tan solo había que fijarse en que el rocío de la mañana todavía bañaba las hierbas bajas. En aquel paisaje, dos mujeres les aguardaban: una joven, otra anciana. La alfombra se detuvo ante ellas.

Madre mía... ¡Madre mía! ¡Pero si no habéis cambiado nada! Por vosotros no pasan los años. ¡Aún no puedo creer que volvamos a encontrarnos! Jajaja... ¿Sabéis quién soy? ¿Me reconocéis?

La muchacha se recogió un pliegue de la falda y giró sobre sí misma para que la mirasen de arriba a abajo. Luego se detuvo, y asintió como si ya tuviesen que haberlo adivinado.

¡Soy yo! ¡Lovina! ¡La hija de Lord Watcher! ¿Os acordáis? Han pasado casi quince años...

Esa es una consecuencia de los viajes entre planos. En el plano del abismo, tan solo transcurrió un mes, y no dió tiempo a que envejeciesen. En el plano material transcurrieron años enteros...

¡Lovina!-insistió-Me conocisteis cuando era una pequeñaja así de alta-la joven puso su mano a la altura de las caderas-. En Dorvinia, en el Valle del Gries. Mi padre y yo huíamos de una masacre en la boda del Castillo de los Von Zarovich, y dimos con vosotros en plenas montañas. Gracias a vosotros llegamos a Lechberg, pero los licántropos llegaron a entrar, y huímos por unas minas... ¿Os acordáis? ¿Quienes son la pareja que os acompaña?-dijo, por Lu Nantika y Jadewo.

La alfombra voladora se mantenía a veinte pulgadas del suelo, de modo que bajar era tan sencillo como levantarse de la cama.

El filo del ocaso viajó en silencio, sumido en propias reflexiones acerca de las últimas semanas vividas. Recordando el estraño encuentro con Leiath y el aquelarre, Evea, el Rey Bob, Loki, el hombre-tejón, Kirianselee, Ralph, el torneo, Arpenhoe, Tatiana... Becky. Quien ahora había decidido ir por su lado.

No fue hasta que dejaran atrás las brumas que el joven visualizó el nuevo paisaje, tan drásticamente distinto, bastante parecido a algunas tierras de Toril. Allí delante estaban un par de personas esperándoles. Una anciana y una joven. Quienes al parecer conocía a bastantes miembros de los que venían sobre la alfombra. Cuando la alfombra terminó por detenerse a escasa distancia del suelo, el joven descendió acompañado del sonido de sus placas metálicas. Prefería el contacto con el suelo firme, y así se vio reflejado en su rostro de alivio.

-Al fin... parece que ya estamos fuera de los abismos. ¿Esto es Toril?- Preguntó en general sin estar muy convencido.

Entonces escuchó las palabras de la joven, quien parecía muy contenta ante la llegada de sus acompañantes. Una leve sonrisa flreció en sus labios. Y se presentó, mientras dirigía la mano hacia Lu para ayudarla a descender.

-Mi nombre es Jadewo ap Janel. Y ella es Lu, me temo que no comprende nuestro idioma.

El viaje espiritual al que Hala les había sometido había estado cargado de sorpresas. La mayoría de carater desagradable; sin duda su diosa quería ponerles a prueba y hacerles pagar su incontables fallos.

Pero aquel tramo parecía de los tranquilos y agradables. Le dió tiempo a reflexionar. El primer pensamiento que le vino a la cabeza fue tan vanal que temió un rayo divino le fulminase la cabeza; un gato negro. Sí, ella simpre había querido un gato. Su árbol familiar había estado cargado de brujas que vivían con la única compañía de animales -la devoción por Hala no había dejado espacio al amor carnal-, y desde que viniese Perezoso a rescatarles, no podía pensar en otra cosa.

El vuelo en alfombra acabó y lo que les esperaba a su llegada, dejó totalmente desconcertada a la curandera. Necesitó unos momentos hasta que colocó todo en su lugar.

Si esa era Lovina, la otra tenía que ser madame Eva. Leiath no sabía cómo se sentía respecto a la vistani. Si bién les había salvado de la muerte un par de vecces ( no sin hacerles pagar un alto coste), según lo que le entendió a Becky, era la responsable de aquella bruma. Pero claro que.. lo había hecho para salvar a su hija.

Aquellos sentimiento encontrados, enmudecieron a la bruja de Hala, quien no podía hacer otra cosa que mirar ojiplática a aquella anciana que acompañaba a la charlatana Lovina.

Onfale no cabía en su gozo. No le costó mucho volverse a acostumbrar al tacto frío de Perezoso contra su piel. No le importaba no saber a dónde se dirigían si era él el que conducía aquella cómoda alfombra hecha de brumas. Pronto se puso cómodo, sentado con las piernas cruzadas en la posición del loto, como aquella vez en que se vio perdido entre la niebla a punto de desfallecer. Rebuscó en el pequeño saco de contención y sacó una de las pertenencias de Alice. Con todo el descaro del mundo comenzó a ojear su libro de hechizos. De haber estado ella viva hubiera sido un descaro inaceptable. El libro de conjuros de un mago era algo íntimo y personal. Pero aunque ella estuviera de cuerpo presente, estaba muerta, y no podía poner objeciones. Como ignoraban su destino y qué podría ocurrirles, Onfale pensó que no le vendría mal un poco de estudio. Quizá así aprendiera algo útil, aunque despreciaba de buenas a primeras la magia burda y basta de la Maga Roja.

Detuvo su estudio cuando las brumas comenzaron a disiparse, dejando paso a la claridad. Se puso de pie y desentumeció los músculos, reticentes al movimiento y dolorosos tras horas en la misma posición.

- ¿Lo...Lov?- Llamó a la muchacha por si diminutivo. Claro que se acordaba de ella pero era sólo una niña. El perfumista se llevó las manos a la cara tocando la piel de su joven rostro. ¿No había envejecido? Eso era una buena noticia para el vanidoso mago. - Estas viva. ¿Y tu padre?- No aguantaba a su padre a si que a duras penas pudo contener un deje de molestia en la voz. También recordó que había amenazado con cortarle el cuello a la niña en un momento, pero  eso ya era el pasado. Sus ojos se entrecerraron cargados de suspicacia al ver a la vieja. Una mezcla de odio y temor, a partes iguales, le inundaron al creer reconocer en ella a la bruja vistani.

- Perezoso, aquí.- Llamó al familiar temiendo que ella volviera a convertirlo en algo.- Venimos de Thanatos, pero eso ya lo sabéis, claro. Después del empujón... ¿Y su marido? ¿Está bien?- Era un medio monstruo cuando lo vio por última vez?¿Habría muerto?- Aquí la muchacha del osito viene del Cárceri. A los otros ya se los han presentado. Una esclava de Orcus y un valiente caballero. Me temo que esto no es Toril, Jad.

Aire casi se había quedado dormida en el viaje de alfombra. Con una extraña confianza en que todo había acabado, dejó que su mentón se apoyara en el pecho, convencida de que Aristóteles la protegería en caso de necesidad.

Desde que había salido de su hogar, casi no había podido descansar. Sí, dormir habían dormido todos, pero el descanso real, cuando tienes la mente y el espíritu en paz, ese ya no le conocía. Pero todo llegaba a su fin.

Pero el aguafiestas del osito de peluche la pinchaba de vez en cuando. La decía que no, que todo era un comienzo, que eso no acababa allí. Si había salido de casa buscando aventuras, las iba a seguir teniendo. El tormento era lo que sentiría su madre al darse cuenta de que Aire se había marchado de casa con cuatro cosas y su osito de peluche. Pero la mente de la niña ya estaba desconectada, y sólo se abrazaba a su amigo el oso.

Despertó llena de frío al salir del plano. El rocío bañaba los árboles y sus hojas, y ese fresco de las mañanas entró en su cuerpo y la terminó de devolver al nuevo plano en el que se encontraban. Parecían a salvo. Por lo menos, no se habían encontrado con demonios que quisieran matarles. De momento, claro.

La presencia de la joven y la anciana hizo que Aire se quisiera bajar rápidamente de la alfombra voladora, pero Aristóteles no la dejó hasta que se detuvo. Rápidamente, tras un breve estiramiento de su cuerpo, se acercó primero a la muchacha joven.

¡Hola! Yo no te conozco. Me llamo Aire, y éste de aquí es mi amigo Aristóteles dijo sonriendo, presentando como siempre a su oso colocándolo delante de las narices de la gente. Yo no te recuerdo de pequeñita, ¡pero seguro que eras muy mona! tras el cumplido, se acercó a la mujer mayor. Su instinto la dijo que era sorda, que debía gritar para que la oyera. Pero otra vez la tozudez de su oso la detuvo. Pero decidió gesticular mucho para presentarse.

¡Buenos días, señora! agitó la mano a modo de saludo. Yo soy Aire, y él Aristóteles esta vez no se le puso delante de la cara a la mujer, estaba más ocupada señalándose a ella y a su oso.

Flame no había podido pegar ojo durante todo el viaje. El estrés debido a la presencia de Orcus la había activado demasiado. Temía que en cualquier momento el ser de mal pudiera alcanzarles y buscar venganza. Así que se mantuvo en primera fila de la alfombra con Ayash a su lado y dispuesta a luchar en cualquier momento. También tenía preparado su aliento por si necesitaba atacar a distancia. 

Pero cuando llegó a lo que parecía el plano material, Flame no pudo evitar sonreír y recordar todo lo que habían pasado. Incluso se acordó de su muerte, de esos cabeza de avestruz que le habían separado su cuerpo de calavera. Recordaba muchas cosas y ninguna buena. Estaba decidida a dejar ese mundo de aventuras, y buscar un mundo más tranquilo. Llevaba queriendo acabar con todo eso hacía ya mucho tiempo. Apenas lo recordaba, pero en cuanto vio a Lovina y recordó el ataque de los licántropos observó a uno de los gemelos de Ayash. Seguía sin ser de plata, así que seguía sin estar preparada para un encuentro con ellos. Suspiró hondo, pues a pesar de estar en el plano de su casa, aún estaba lejos de encontrar un lugar al que llamar hogar. 

Observó a Lovina, había crecido mucho, ahora era una jovencita muy hermosa y miró a Jadewo, pues él era el único hombre del grupo capaz de tener interés sexual sobre la chica. Además, por todos era sabido que rápidamente había olvidado a su novia, la mujer gata, para acostarse con la traidora de Becky. Así que sabía que el rubio no tardaría en intentar acostarse con la niña. Aunque la realidad es que ya no era tan niña.

Y luego estaba la anciana. Esa mujer de apariencia ajada y que daba la sensación de ser la desgraciada Madame Eva. Flame no había guardado a Ayash en todo el camino y ahora que se encontraba ante ella muchísimo menos. Se vio tentada a cercenarle la cabeza igual que los hombres-avestruz se la habían cercenado a ella. Así que haciendo un gesto con la cabeza a Lovina en forma de saludo, no dijo nada más. Simplemente, con Ayash en la mano, se limitó a bajar de la alfombra, dejó su espadón apoyando la punta contra el suelo y sujetándolo fuerte por el mango y esperó. Esperó para ver qué es lo que iba a suceder. Esperó porque quizá Madame Eva no viviera para contar ninguna historia más.

Hola, Aire... me encanta tu osito. ¡Hola Aristóteles!-dijo tomando su patita de peluche como quien estrecha una mano-En serio... hola a todos. Lu, Jadewo, Aire... los amigos de Onfale, Leiath y Flame son mis amigos. Voy a tratar de explicarme lo mejor que pueda...

No he estudiado suficiente geografía para saber dónde quedan Toril o Cárceri. Este es un bosquecito al oeste de la ciudad de Krezk. Al norte de aquí están las montañas Balinoks, donde conocí a Onfale, Flame y Leiath, y hacia el este de Krezk se puede coger el Camino Viejo de Svalich hasta la villa de Vallaki.

Hoy es ocho de mayo del año trescientos sesenta y seis. Dentro de unos meses se cumplirán los quince años desde el momento en el que algunos de vosotros me conocisteis.

Hace unos cuatro años, se me apareció un hombre. Decía llamarse Tremens-como uno de los habitantes del Cárceri que acompañaban a Becky y Aire en su intento de cruzar el abismo-, y venía acompañado de Perezoso. Me dió un mensaje para vosotros... "Alguien vendrá a buscar este camaleón, y cuando lo haga diles que yo, Tremens Dos Peniques, te lo he entregado y que les sugiero que se alejen de los asuntos de Vecna".

Esperé y esperé vuestro regreso, hasta que Madame Eva, aquí presente-señaló a la anciana gitana, como bien habían presentido Leiath, Onfale y Flame-, se volvió a cruzar en mi camino.

La anciana esperó a que todos hubiesen descendido de la alfombra, para enroscarla y guardarla en una bolsa de contención como las que tenían Leiath y Onfale. Ni siquiera se dignó a responder al saludo de Aire.

Yo no tengo marido-dijo mostrando los anillados dedos índice y corazón, y los desnudos anulares-. Nunca lo tuve. Pero sé a quién te refieres. Me amó, jugó un papel importante para tejer las hebras de la Historia y gracias a él ahora todo es como debería ser. Eso es todo. Dónde esté o qué esté haciendo, ya no me incumbe.

Con el lagarto como vínculo entre mundos, podíamos enviar la alfombra a recogeros. La pequeña Lovina ha pagado una cuantiosa suma para que os trajese de vuelta, y lo he hecho. Son solo negocios... al menos esta vez.

Y eso nos lleva de nuevo al tema de mi padre...

Veréis, mi padre Viktor se marchó hace unos cuatro años, coincidiendo con las mismas fechas en las que apareció Tremens. Emprendió un viaje buscando a Leo Dilisnya, el hermano de mi difunta madre. Quiere ajusticiar a mi tío por haberla matado. Y el primer año no me preocupé... el segundo tampoco... Las distancias a recorrer para ver mundo son grandes, incluso con un buen caballo, era lógico que tardase tanto. Pero no quiero esperar más. He organizado una expedición para atravesar las Brumas perpétuas y seguir su pista.

Negó con la cabeza.

Sois amigos de la familia. No os sintáis obligados a apuntaros a ese viaje. Ni yo misma iré. Os he buscado porque os aprecio, y el amor es incondicional, no os pido nada a cambio. Pero Leiath, Onfale y Flame conocieron personalmente a Viktor Watcher, así que... puede que queráis ir a por él.

De pronto, las piernas de Flame flaquearon, y cayó en brazos de Jadewo. La anciana gitana se acercó para hacer un reconocimiento.

Su alma ha sido, en parte, drenada por algún tipo de muerto viviente. Puedo curar heridas, resucitar y hasta restituír el alma... por un precio justo. Lovina, ¿pagarás tú también estos servicios, como con los objetos mágicos que te vendí para ellos?

Lovina asintió sin dudarlo. Aire y Leiath sabían lo que había pasado con la espadachina. Estaban presentes cuando aquellos dos espectros les atacaron en lo alto de la Puerta de Orcus. Leiath sanó el alma de Aire, por parecer la más dañada, hasta el punto de llegar a envejecer, pero no dió importancia a Flame. Parecía estar bien en su momento. Así que Leiath tiene el poder de ayudar a Flame sin que la gitana se entrometa.

Cuando vió a Flame caer al suelo, casi le da un infarto de lo concentrada que estaba en las parabras de la jóven Lovina.

Cómo había sido tan descuidada? Había estado soñando todo el viaje y no había hecho bien su trabajo.

Quite, quite, madame Eva, que yo me encargo de esto- dijo agachándose para aliviar el mal que agarrotaba el espíritu de la guerrera.

Preciosa- se dirigió cariñosamente a Lovina- claro que te consideramos amiga, y por supuesto que te queremos ayudar a buscar a tu padre.

Se paró un momento a reflexionar, ya que se había dado cuenta que había hablado en plural y a lo mejor el resto no estaba de acuerdo con ella. Miró a sus compañeros antes de proseguir, esperando su aprobación.

Pero antes- continuó después de la pequeña pausa- necesitamos descansar. Nuestro viaje ha sido arduo y estamos exhaustos. Podríais darnos cobijo unos días o necesitais que salgamos de inmediato?

Jad se mantuvo en un respetuoso segundo plano, dejando el peso de la presentación y la conversación a los miembros familiarizados con esa muchacha. Sentía cerca de sí a Flame, quien le había lanzado un par de miradas. Sorprendido, el joven guerrero la sostuvo para evitar que se desplomara a plomohacia el suelo.

-Hey, hey, heyyy... espera, ¿a dónde vas, compañera?- Dijo mientras la recogía sin demasiado esfuero en brazos, a pesar de que Flame era corpulenta y vestía armadura, el guerrero parecía ser tan fuerte como aparentaba. Con delicadez, hizo sentarse a la dama de la escama.

-Sin lugar a dudas necesitamos de un descanso.-Dijo subrayando lo evidente.-En cualquier caso, muchas gracias lady Lovina por esforzaros en venir a buscarnos, fuisteis muy oportuna y amable.

Luego escuchó el resto de las palabras de Leiath, ofreciéndose para buscar al padre de la muchacha. El gesto del guerrero se endureció.

-Tengo distintos asuntos pendientes antes de poder tomar más responsabilidades.- Mirando a Onfale, al otro caballero del Rey Bob, comentó.- Deberíamos descubrir que fue de Loky. También estaría bien descubrir más acerca de las nieblas que invadieron la casa de Orcus, y absorvieron las almas puras liberadas de la Rosa de Laón.

- 15 años...-Normal que hubiera crecido tanto. El aún joven eunuco escuchó con atención el relato de la agradecida Lov- Aja...- La mención de Tremens y Perezoso terminaba pro atar ese cabo suelto, así como la intervención de la gitana vistani. Era su culpa que hubieran pasado por tantos males pero, a la vez, era una especie de benefactora. Estaba claro que no daba nada sin recibir algo a cambio.- Como si nos hubiéramos metido nosotros en los asuntos de Vecna. Más bien nos empujaron a ellos sin opción alguna, ¿verdad?- Sonrió con dulzura aunque sentía el amargo sabor de la bilis en su garganta. Esa era la reacción que le provocaba la vieja bruja.

El vahído de Flame dejaba en evidencia al grupo. Necesitaban un descanso. Onfale se moría por un baño de agua caliente. Levantó los brazos y se olfateó las axilas. No olían a sudor pero desprendían la dulce fragancia de la muerte.- Necesito un baño. Todavía huelo a muerto, literalmente.- Apretó los dientes con fuerza cuando Leiath aceptó la oferta de Lov sin siquiera consultar a los demás. Onfale casi ni se planteaba el no aceptar. Ahora que estaban de vuelta en su plano natal, necesitaba hacerse con una fortuna y, al parecer por lo dicho por la vieja, Lovina tenía pinta de ser inmensamente rica. Los ojos del perfumista brillaban más si cabe cuando posaba su mirada en la dulce joven, su protegida.- ¿Y tú cómo estas, Lov? Tienes que ser fuerte. Pero, dinos, cuéntanos cómo andan por aquí las cosas. Hablas de las atravesar las Brumas perpetuas. ¿Cómo están aquí las cosas tras estos 15 años?- El Thanathos era un plano horripilante pero, aún en la distancia, recordaba con pavor aquellas brumas.- ¿Regalos, dices?

Cuando Jadewo se dirigió a él acerca de todos aquellos asuntos pendientes, Onfale le puso los brazos en los acorazados hombros y le miró a los ojos directamente.

- Todo eso ya es el pasado, Jadewo. Estamos en otro plano y, a menos que quieras regresar, poco hay que podamos hacer.- Se dio cuenta entonces de que sí que había alguna cosa.- Bueno, de la sbrumas sí que puedo contarte algo. Y no sé que me da que vas a hacerte todo un experto en ellas.

Mientras Lovina hablaba y les contaba las razones de su presencia en ese lugar, Flame cayó desplomada. Estaba agotada. El viaje y la batalla contra los espíritus creados por Orkus la habían dejado hecha polvo. Afortunadamente, y antes de llevarse un buen golpetazo, Jadewo la sujetó. La muchacha de la escama miró al rubio con ojitos tiernos. Una mirada que Flame apenas había puesto nunca y que indicaba la debilidad que sentía en ese instante. No pudo decir nada, pero escuchó que Madame Eva no solo era capaz de curar, si no de algo más. Y un pensamiento le vino a la cabeza Alice... 

La maga roja había perecido contra el dragón que se habían encontrado. A pesar de su carácter era una vieja amiga ya, había compartido muchos momentos con ella y se debían la vida la una a la otra. Sin encima, el caro pago de la resurrección podía ser a cuenta de Lovina, todo sería mucho mejor y más sencillo. 

Pero lo que sí que era realmente cierto, es que necesitaban un descanso urgente. Estaban francamente agotados.

Jadewo sonrió afablemente a Flame, reconfortándola, mientras la ayudaba a sentarse en el suelo. Era orgullosa, y no le gustaría mostrar la debilidad que todos en un momento u otro hemos sentido. Una vez asistida la chamán, el hombre se incorporó mirando a Onfale, sus grandes ojos castaños le miraron intensamente antes de comentar.

-Antes de pasar a otro asunto quiero saber que es y ha sido de Loky, en su momento asumí la responsabilidad, y para continuar con la misión creo hice bien en no llevar al muchacho con nostros. Ahora la misión se terminó, de una u orta forma, y ahora siento que tengo que indagar sobre su paradero... sobre Evea y ese mestizo, Ralph.

Luego miró a la muchacha encantadora que era esa tal Lovina Watcher.

-Disculpe mi atrevimiento, señora Watcher, pero esta muchacha.- Dijo acercándose a Lu.-La encotnramos en estado de esclavitud en el abismo, y los hados quisieron que nos la lleváramos con nosotros durante el transcurso de nuestra estancia allí. Pero la vida que llevamos los aventureros tal vez no sea la más adecuada para ella. No tendría acaso sitio entre vuestro servicio para ella. Sin lugar a duda le podréis dar la vida que la maldad de los dioses le negaron en su día.

Era la primera vez que alguien saludaba a Aristóteles de esa manera tan afectuosa. ¡La primera vez! Incluso Aire ya le hacía simplemente un gesto con la cabeza. La muchacha miró a su osito y empezó a reirse como una niña pequeña

Te has puesto colorado, Aristóteles, jijiji, creo que le gustas jijijiji se apartó un poquito para seguir metiéndose con él, pero no tardó en reunirse de nuevo con el grupo y ponerse al lado de Lovina. Ahora ella era su nueva mejor amiga, por supuesto.

Yo no se dónde está mi padre dijo la muchacha como quien habla del tiempo Quizá también debería ir a buscarlo pero se encogió de hombros, como si le diera igual. Quizá el tuyo y el mio se han encontrado en algún sitio y ahora son amigos, como nosotras. ¿Te imaginas? Jijiji.

Y Flame tuvo que hacerse la víctima y caerse. Por suerte, Lovina no había ido corriendo a socorrerla. Eso significaba claramente que prefería a Aire.

Me encantaría ayudar a encontrar a tu padre, Aire, y a esos Loki, Evea y compañía al que se refiere... ¿cómo era tu nombre? ¿Jadewo? Si alguno de ellos está en Barovia, mis contactos les encontrarán. Más lejos, me temo que no tengo influencias para encontrar a nadie. Luego me dices el nombre de tu padre, y me dáis alguna descripción física para reconocer a esas personas. 

Mi casa está a unos quinientos pasos de aquí, y podéis quedaros a dormir. Solo tenemos una habitación para invitados, pero ordené a mi mayordomo que preparase unas camas en la bodega. Sé que no es el lugar más adecuado del mundo, ¡pero es que sois muchos! ¡No tengo sitio para todos arriba! Si lo preferís, en Krezk podréis alojaros en una posada. Tenéis todo el día para descansar y pensaros si participaréis en la expedición. Sin compromiso. Salen mañana a primera hora.

Lo de los regalos fue una pésima idea por mi parte. Me esperaba encontrar a Klasius y a Fosco con vosotros. ¿Qué tontería, verdad? Y eso que Tremens me lo contó todo, pero tenía tantas ganas de ver al viejo equipo. Ahora tengo dos regalos para los medianos y ninguno para vuestros nuevos compañeros de viaje... Jadewo estaría ridículo con un alfanjón pequeño, hasta la podría sostener en una mano como si fuese una cimitarra. En fin, soy un desastre. Quizás Aire o Lu Nantika puedan quedarse con el regalo de Alice, ya que tampoco está.

Cerró el puño y se dió un coscorrón de mentira en la cabeza. Luego, Lovina se puso en frente de Lu Nantika para hablarle cara a cara.

¿Y tú que dices, Lu Nantika? ¿Quieres quedarte conmigo?

Mishi ornuk yurnatarn. Balebel pic-pic koark hisser-dijo, tratando de explicarle en abisal a aquella extraña que no entendía nada de lo que decía.

Ehm... no te preocupes. Tenemos una biblioteca con muchos libros. Yo te enseñaré el idioma.

Lovina abrazó a Lu Nantika. El rostro de la esclava se relajó, sonriendo abrumada por semejante muestra efusiva de afecto.

Vale... más cosas. Hablemos de los últimos quince años...

Los refugiados de Lechberg, mi padre y yo logramos atravesar las minas de plata. Al salir al valle, mi padre y yo les dejamos, y emprendimos el viaje de vuelta a Barovia. Nuestro camino se vió frenado por las Brumas, pero una familia de gitanos coincidió con nosotros y se ofrecieron a guiarnos por la niebla sin que nos perdiésemos.

Al llegar, Barovia estaba en pleno desgobierno. El castillo de Strahd está, en teoría, abandonado. Y nadie se atreve a visitarlo por superchería. En Teudeldorf ajusticiaron al Burgomaestre, y desde entonces ha tenido tres sucesores al mando, todos derrocados con violencia tras breves mandatos.

Mi padre y yo llegamos a Krezk. El anterior Burgomaestre de Krezk se había quitado la vida. Había disturbios campesinos... La cosa estaba muy mal. El liderazgo de mi padre le convirtió rápidamente en una figura respetada por todos. En la práctica, era un Burgomaestre no oficial, ya que no había un Conde que le otorgase ese título. Ocupamos el caserío del anterior Burgomaestre. Tuvimos que vender algunas cosas, y ese dinero lo invertimos en crear una caravana para comerciar con Vallaki. Con el tiempo, las rutas comerciales se intensificaron por toda Barovia.

Nos llegó entonces la noticia de montaraces que decían haber llegado a Immol, una villa rodeada de montañas, en la frontera sureste. Con las primeras cartografías se confirmó: las Brumas perpétuas rodeaban toda Barovia, coincidiendo con los límites administrativos de los antiguos dominios del Conde Strahd. Cualquiera que se internase en la niebla, no volvía jamás.

Más tarde, empezaron los primeros contactos con los gitanos vistani. No se establecieron en Barovia. Simplemente surgían de las Brumas, llegaban a alguna ciudad y se ofrecían como guía para atravesar las Brumas por unos pasos más o menos seguros llamados Senderos Brumosos. La leyenda negra dice que los gitanos guían a los viajeros y los matan para quedarse con sus cosas, pero me he entrevistado con varias personas que hicieron el viaje de ida y vuelta, y no tuvieron ningún problema con sus guías.

Yyyy... eso es todo. Mi padre contrató a uno de esos guías y se marchó-tragó saliva, con voz temblorosa-. Así que ahora soy la Burgomaestre de Krezk.

Mientras Lovina les contaba todo, Leiath iba usando su magia para sanar a los heridos... Tan solo le quedó un sortilegio de detectar magia por conjurar, pero ya todos parecían curados por completo.

Bueno, Madame Eva. Con Leiath aquí parece que no vamos a necesitar más sus servicios. Muchísimas gracias por todo-estrechó su mano-. Ya puede retirarse.