Partida Rol por web

Ha sido un largo viaje hasta aquí. Fosco había escapado del mismísimo infierno. En realidad, del abismo; el infierno es de los diablos, y Fosco con quién se las tuvo que ver fue con un montón de demonios abisales. Y huyó, en un viaje astral con una githzerai vagabunda llamada Uweya y con un humano del Cárceri llamado Tremens. Unos cuantos problemas con la justicia githzerai después, era exiliado, separado de Tremens y devuelto al mundo que le vió nacer... o casi.

Amanecía. Ante él, la visión de la pequeña ciudad de Krezk. A un lado y a otro del camino había cada vez más casas, hasta formar una calle.

 ¡Subid primero los barriles! ¡Los barriles! ¡¿Cuántas veces lo voy a tener que repetir?!

En una calle principal bastante transitada, una hilera de carros dificultaba el paso. Estaban sacando cajas a pulso de un almacén. En la planta alta del edificio, un brazo de aparejo de poleas era manipulado haciendo descender una cuerda terminada en un gancho. Les haría buena falta para subir los toneles a los carros.

Fosco había pasado por un auténtico infierno. Su paso por aquel mundo casi le había costado la vida. Había visto como un pequeño demonio cortaba la cabeza a un desconocido, no es que le importase su vida, pero podía haber sido la suya. Aquel bastardo les había estado cazando y cuando tuvo la mínima oportunidad el mediano huyó de aquel plano. Extrañaba a sus compañeros, pero difícilmente saldrían con vida de aquel sitio. Tenían que haber aprovechado como hizo el pequeño mediano. Un grito hizo que saliese de sus pensamientos -En los barriles siempre se guardan cosas...- se decía a si mismo. Claramente el mediano se acercó con sumo sigilo intentando no ser visto. Tiró el contenido de uno de los barriles para esconderse dentro. Una vez estuviese en el almacén tendría un billete gratis además de mirar el contenido de aquellos barriles.

Fosco intentó volcar uno de los gigantescos barriles, pero no tenía fuerza suficiente. Encaramándose a lo alto y quitando la tapa vió que se trataba de vino. El siguiente barril tenía cerveza. El tercero, agua. Parecía que todos los toneles servirían para transportar líquidos.

Aunque no era su primera opción, Fosco quería esconderse en un barril, a pesar de que tenía provisiones. Con un cuchillo hizo una muesca en el barril de agua, creando una pequeña fuga de líquido que iba vaciando el contenido poco a poco, sin llamar la atención. Cuando estuvo casi vacío, Fosco pudo volcarlo del todo, volver a enderezarlo y meterse en su interior poniendo otra vez la tapa en su sitio.

El mismo agujero con el que vació el agua le servía ahora de mirilla para observar lo que pasaba a su alrededor. El ajetreo era constante. Un tirón, y el barril empezó a flotar por el aire, seguramente por el aparejo de la segunda planta, hasta que aterrizó en uno de los carros.

Siguió observando... y vió llegar por la calle unos rostros familiares.

Onfale y su lagarto Perezoso; Alice, sin su cuervo Hollín; Flame y Leiath... Y esa chica extraña del Cárceri que se les unió... ¿Aire, se llamaba? Les acompañaba el rostro joven y aguerrido de un humano rubio y hermoso al que Fosco no había visto nunca.

Onfale, y casi todas las mujeres (salvo Flame) tenían extrañas gemas levitando, orbitando alrededor de sus cabezas. Una gema cada uno, salvo Alice que llevaba dos. Onfale llevaba además un punto rojo en la frente que no tenía cuando se separaron. Debe de ser alguna costumbre extraña de la tierra del eunuco.

A la mañana siguiente, Lovina se encontraba mucho mejor, y volvía a sonreír. Se excusó por el espectáculo ofrecido durante la cena y por haberse ausentado, y les dió una carta dirigida al líder de la expedición: un humano llamado Tangrem. Debían caminar hacia el norte, hasta Krezk, y unirse a los carros que habría al lado del almacén comunitario, en la Plaza de Watcher, en pleno centro de la villa.

Por desgracia, Lovina no les acompañaría, ya que el asustadizo Tremens Junior se ponía a gritar de terror si al despertar no encontraba a su madre en ningún rincón del caserío, como si se sintiese abandonado.

Terminaron de leer sus libros y realizar las oraciones al despuntar el alba, y tuvieron que apurar el paso para llegar a tiempo. Y llegaron, gracias a preguntar la dirección a los lugareños, que se quedaban ojipláticos con las piedras ioun orbitando alrededor de sus cabezas, pero que tras la sorpresa inicial no ponían pegas en indicar por dónde llegar. Los carros ya casi estaban repletos, y varios hombres iban y venían con las últimas cajas. Encontrar cual de ellos era el líder, Tangrem, requería solo en fijarse en su actitud y liderazgo.

Andaba Jadewo mirando a su alrededor en busca de Tangrem, cuando se fijó en uno de los barriles de uno de los carros. Ese tonel tenía un agujero desde el que un ojo les vigilaba...

¿Sería momento para salir? Ver a Onfale le producía un sin fin de emociones. Al igual que Flame, aquella mujer le había salvado la vida. Y Leith, ¿de cuántos líos le había sacado? A Alice no la echaba mucho de menos y a la mierda del pájaro tampoco. Le sorprendía que siguiesen vivos.

Tras la cena y sin ningún asunto acuciante que le reclamara, el joven guerrero se tomó un largo baño caliente, en el que aprovechó para rasurarse las mejillas, y mandar a limpar y a zurcir sus ropas. Realmente las ropas habían quedado hechas un desastre, pero no las quería tirar.

Por la mañana, tras unos pocos ejercicios, el joven se presentó junto al resto de compañeros para ir a la ciudad que quedaba a quince minutos, para hallar al que sería el líder de la comitiva en busca del padre de lady Watcher. Cuando llegaron al lugar indicado, y empezaron a buscar a por los alrededores, de repente Jad se desplazó dando un rodeo a un tonel, tomando una pesada caja y posándola en la parte superir del mismo tonel, procurando mantener una posición concreta, hacia uno lado. Con el peso puesto sobre la tapa del tonel, el joven golpeó al mismo: toc-toc.

-Vaya, vaya, así que tenemos a un fisgón por la zona. ¿No serás un ladronzuelo, verdad?

Y como si de un truco de magia fuese Fosco salió de un barril con una espléndida acrobacia. -Taráaaaaaan...- dijo  mientras hacía un par de reverencias. Mirar de nuevo a los ojos de sus compañeros le hacía conmoverse su pequeño corazón. -¿Cómo habéis salido de allí?- dijo con una postura relajada. -Mierda de Hollín, ya podías haberte quedado allí.- decía tocándose la nariz. -Te eché de menos Flame, ¡jua ja!- dijo ahora sí, tirándose a los brazos de la rubia. -A ti también, sin picha.- guiñó el ojo a Onfale. -Te has manchado la cara, tienes algo en el entrecejo, ¿es un grano? ¿Te lo has tocado? Creía que te gustaba cuidarte 'el cutis', jua ja ja.- reía sin parar. Al llegar ante Leith el pequeño Fosco se calló agachó la cabeza y cogiendo la manita de la joven la besó delicadamente para después sonreír con la mejor de sus sonrisas. A Aire y a Jadewo los ignoró completamente -¿Y ahora qué? ¿A dónde vamos? ¿Tenéis algún trabajo? Desde que no estoy con vosotros no tengo ningún problema, ningún lío ¿sabes?- decía quitándose un moco.

Noche de estudio+Sueño reparador= Onfale de buen humor. El perfumista se levantó temprano por la mañana justo antes del amanecer para realizar sus ejercicios físicos que permitían abrir los chakras y que el flujo de la Divina Esencia circulara a su través. Asanas que fortalecían sus músculos y mejoraban su elasticidad, permitían al mago no oxidarse como sus compañeras de aquelarre.

- Cuerpo y mente deben ir parejos.- Dijo paseándose junto a Jadewo, observando al guerrero arcano practicar sus ejercicios, con sus ojos grandes y negros siguiendo el camino que recorrían las gotas de sudor en su cuerpo.- Deberías practicar el Saludo al Sol. Notarás mucho más...vigor para el resto del día.- Había podido ver que Jadewo era un hombre fogoso y aquella secuencia de ásanas en concreto permitía a los varones, al menos los que tenían pene, abrir el Svadishtana*.

Acabaron por despedirse de Lovina por mucho que les doliera el corazón, pues era una madre abnegada, además de burgomaestre, y no podría acompañarles. Cuando la dejaron atrás el mago expuso sus lamentaciones.

- Lo que daría pro quedarme unos días más. Temo que la vida nómada acabe ajando mi rostro.- Pronto llegaron al punto acordado, no sin tener que preguntar un poco, y cual fue su sopresa cuando Jadewo sacó a un bribón de detrás de un tonel. El eunuco tuvo que entrecerrar los ojos y alargar el cuello para creer lo que veía. Se frotó los ojos incrédulo.

- No puede ser. ¿Fosco?- ¡Era él!¡Su lacayo! No sólo recuperaba a Perezoso sino que volvía a tener sirviente. Resistió con estoicismo las burlas del mediano. Su perla de la frente valía más que el propio Fosco así que podía reírse todo lo que quisiera. No le importaba pues hacía tanto que no lo veía que hasta podría decirse que lo echaba de menos.- Según Lovina aquí han pasado cuatro largos años y no has crecido ni un centímetro. Se me olvida a veces que no eres un crío. No serás tú nuestro guía, ¿verdad?- La gitana vistani les había dicho que era una mestiza pero también les había empujado al abismo hacia el Tanathos. Como Fosco no se presentaba, Onfale hizo los honores.- Mirad. Este es Fosco, un antiguo compañero que logró regresar antes que nosotros. Estos son Aire y Jadewo. A los demás ya los conoces.- Utilizó su mano para ocultar la boca y susurrar a Jadewo una advertencia. La verdad es que era una coincidencia que se encontrara justo hoy con Fosco pues Onfale volvía a ser el hombre perfumado de antaño. alejado del plano de los no muertos su pelo olía a la flor de azahar y lo lucía lustroso cayendo liso, como una cascada de aguas tranquilas, sobre sus hombros.

Ay!, no había nada como una noche tranquila en la que no preocuparse de si su aquelarre iba a ser atacado por abominaciones no-muertas. Por la mañana realizó sus oraciones habituales, esta vez sumergida en la bañera, lo que le permitió una relajación tan extrema que pensó que casí podía ver a la mismísima Hala si se esforzaba un poco más. Sus dedos estaban a punto de rozar aquella sobra que podía ser su diosa cuando escuchó el barullo que se estaba montando fuera. Se enrolló una toalla y salió a ver qué pasaba.

Para su sorpresa el inquieto y desobediente ladronzuelo, que habían dado por perdido, apareció como por arte de magia de un tonel.

Cuando le cogió la mano para besársela, casi se le cae la toalla de la inesperada acción, pues la bruja era consciente que no le caía nada bién a aquel mediano. Pero se alegró por Onfale y Flame. Sabía que ellos le habían echado mucho de menos. Por qué Hala le había puesto de nuevo en su camino? Qué complicada era a veces la mente de los dioses...

Leiath le devolvió el saludo con un leve gesto de la cabeza y se disculpó ante los demás para ir a vestirse y prepararse para lo que iba a ser otro largo viaje. Les dejó tiempo para que hablasen con Fosco, pues ella no quería ser parte de la decisión de llevarlo con ellos o no. Se acicaló, se cambió de ropa (el verde le gustaba mucho más que el negro) y preparó su bolsa.

Recogió la carta que les había entregado Lovina y esperó a que los demás estuviesen listos para salir a encontrar al líder de la expedición.

Aire estuvo jugando todo el camino con su piedra. Intentaba cogerla, y se ponía triste cuando no la veía al estar detrás de ella. Por suerte, siempre aparecía por delante, y corría a por ella como si fuera una mariposa que atrapar.

No se fijó mucho si se perdían o no, ella estaba a lo suyo. Aristóteles era el único que la pedía que estuviera atenta por dónde pisaba, pero ni con esas. La niña había descansado plenamente, se sentía como nueva y daba igual lo que pasase. Estaba llena de energía.

Al llegar a la ciudad, lo último que se esperaba era ver de nuevo a Fosco. Al principio, con la mirada perdida, no se fijó en él, pero tras oírle hablar, los ojos volvieron en sí y se encontró con él.

¡Oh! ¡OOOH! ¡OOOOH! ¡MI HIJO, MI HIJO! gritó, y se lanzó a achuchar a Fosco como si le fuera la vida en ello, y le apretó con fuerza para que no se volviera a escapar ¡Me has tenido muy preocupada! ¡Cómo se te ocurre dejarme! ¡A mí, a tu madre! y volvía a besarle.

-¿Estás tonto?- dijo sorprendido por la presentación de Onfale -Sé quien es la loca esta...- señalando a Aire y no tuvo tiempo a reaccionar cuando se le echó encima -Argh... casi lo olvidaba. Si-si señora, ya está...- se encogió de hombros. -Y la rubia ¿qué es tu novia? Siempre pensé que te buscarías una chica atractiva y serías feliz. Estoy muy contento por ti.- decía sin prestar mucha atención, más bien miraba alrededor. -Eso explica tu extraña apariencia y la amatista de tu cabeza. ¿Es cara?- quizás lo era y quizás se le caía, esas cosas no se fijaban bien, se caían y se perdían con facilidad. -Tiene pinta de cara... Es como si te hubieras casado, ¿no es eso? Si, si... enhorabuena y todo eso.- seguía diciendo sin escuchar mucho a las réplicas que pudiese dar Onfale. -¿La pobre no sabe que eres eunuco de esos?- ahora sí, mirando fijamente a Jadewo y su reacción. -Significa que le cortaron el pito. No-no, no me preguntes por qué. Por lo visto hay quien hace estas cosas. A Onfale no le importó y al otro parece que le gustaban estas cosas. No hay nada como que se junten dos raritos. Tú ya me entiendes, estás con él...- seguía diciendo. -¿Y qué decías de no se que de no se cuantos?- en referencia a si él era el guía. -Quizás lo sea, ¿sabes?- replicaba sin dar tiempo a contestar. -¿Cuánto pagan?- preguntaba interesado por el nuevo trabajo.

Flame se sentía limpia y reluciente. El pelo gris y andrajoso que antes había sido la melena rubia de Flame ahora lucía casi con tonalidad platina. La escama de su frente que prácticamente había perdido todo su brillo ahora incluso resplandecía. Se sentía a gusto, limpia y sobre todo sana. Además, esa sensación le hacía estar de mejor humor, sumado al reencuentro con Alice todo parecía ir sobre la marcha.

Esas antiguas ganas de volver a su casa y dejar el mundo de las aventuras había quedado atrás al disfrutar de las comodidades de una verdadera casa. Estaba feliz y en su rostro se hallaba una casi perenne sonrisa. ¡Aquello era casi increíble!

Pero todo cambió cuando la hermosa chamán del dragón vio aparecer a Fosco. Su presencia allí no le hizo ninguna gracia y cuando el enano se tiró a sus brazos no le correspondió con un abrazo. Se quedó parada e impasible y cuando le soltó se preocupó en revisar rápidamente sus posesiones. El mediano tenía las manos demasiado largas y no se fiaba ni un pelo de él. Sobre todo en ese mundo de intrigas y malos momentos, nunca nada era lo que parecía, y cuando más confiabas en alguien, más probable era que luego te traicionara. Bastante tenía ya con querer a tres personas, soportar a otra y tolerar a una quinta, como para resucitar viejos sentimientos del pasado. 

Si Fosco estaba de su lado tendría que ganárselo, y dado que al pobre semiinfernal le había costado casi la vida, al mediano no le iba a costar menos. Aquello solo tendría que expresarlo Jadewo, pues la muchacha, aún no terminaba de tolerarle y eso era algo que quedaba claro ante todos los presentes.

Tú, dijo sin decirle nada más, las manos quietas, dijo a modo de saludo esperando a que le metiera mano como de costumbre. No me fio un pelo de ti. Dijo de forma abierta y clara. Y creo que los demás deberíais hacer lo mismo. No es el primero que nos traiciona y dudo que sea el último. Terminó por volver a su rostro serio y sin prácticamente sentimientos en su rostro. Flame volvía a ser la de siempre y no quitaba ojo ni un mediano a aquél que Onfale había vuelto a definir como su lacayo.

La reacción de Flame le pilló por sorpresa -Traidor, ¿yo? ¡JA! Se habrá visto...- dijo con gran desprecio. -Vale que estés buena, pero de ahí a decirme estas cosas. Yo te eché de menos y si os dejé fue...- los ojos de Fosco se humedecieron -Bah... es igual. Ya me pedirás... ya...- sus brazos se cruzaron. -Fosco ni-ni-ni-ninini...- decía imitando la voz de Flame.

Todo sucedió tan deprisa... Jadewo retiró la caja que había puesto en el tonel para verificar que allí no había nadie. Es probable que Fosco saliese de allí, justo cuando Jadewo se agachó para recoger la caja. Leiath, que insistió en bañarse en la primera posada que vieron al llegar a la ciudad de Krezk, intentó volver al interior un momento para acabar de vestirse. En ese instante se lo impidió media docena de hombres, armados con palos.

¡¿Qué está pasando aquí?! ¡Rodeadles!

Sin duda, por el mero hecho de ser el que daba las órdenes, se debía de tratar de Tangrem, el hombre del que les habló la Burgomaestra a todos menos a Fosco. Tangrem puso un pie en un saliente del carro y se impulsó hacia arriba para ver el interior del barril en el que se había escondido el mediano antes de mostrarse.

Madre del amor hermoso... ¡El tonel de agua bendita! ¡Vacío! Tú, maldito microbio...-dijo a Fosco-¿Tienes la menor idea de todo el dinero que nos has costado? ¿Sabes cuánto vale un barril de agua bendita y cuántos días ha necesitado el sacerdote para llenarlo?

Llegó el momento de entregar la carta. Leiath se palpó la toalla, buscando algún bolsillo, pero tanto su ropa como la misiva estaban en la posada hacia la que los hombres de Tangrem les cortaban el paso.

- Vigila tus bolsillos. Es un ex-trabajador mío.- Por mucho que Onfale llamara a Fosco "su lacayo" la realidad era bien distinta. Habían colaborado pero normalmente de igual a igual. Pero eso Jadewo no lo sabía y Onfale era muy dado a darse aires de grandeza.

- Ni caso.- Advirtió de nuevo a Jadewo acerca de Fosco y sus niñerías. Aún recordaba con cariño cómo el mediano analfabeto ni siquiera había sabido qué significaba ser un eunuco, mucho menos la magia que practicaba Onfale. Había tenido que enseñarle todo.- Te equivocas, como siempre, Fosco...Esa boca tuya sigue siendo tan grande que cabrían en ella cien apéndices cercenados de eunuco. Cuando me crearon sólo era un crío indefenso. No llegaba ni siquiera a tu altura y eso, en un humano, es ser muy joven. No lo busqué y , por supuesto, no se lo deseo a nadie. Pero sería un necio si no reconociera un trabajo bien hecho.- Daba gracias porque su Creador hubiera sido un artista en lo que a crear eunucos se trataba. Si lo hacían mal podía morirse, o peor, vivir una vida llena de horripilantes dolores y efectos secundarios. Ante a la nueva referencia a la gema esta vez el mago fue más precavido y pasó un dedo con un gesto distraído por su suave superficie.- Desde que nos dej...ejem, nos separamos, todo comenzó a irnos de maravilla.- Era una forma edulcorada de verlo. Tampoco iba a ponerse a contar los detalles más escabrosos, como las muertes, pues Fosco tenía una capacidad de atención limitada.-  Fuimos agasajados con bellos regalos por semidiosas y, lo más fuerte,¿te acuerdas de Becky, esa rubia a la que le robaste una daga?- Ya no tenía sentido ocultar más el pequeño hurto.- Resulta que era la forma de una diosa, Vecna, no la conocerás por supuesto, pero podías haberte metido en un buen lío. Por eso no conseguía identificar su utilidad. Era demasiado poderosa. Podrías haberla vendido y sacado una buena pasta.- Como se sentía de buen humor hasta tenía ganas de jugar un rato. Y puesto a lanzar dardos acerca del doloroso pasado...- Por cierto, amigo, ¿qué fue de ese perro tan gracioso con el que ibas?¿Cómo se llamaba?¿Rufo?- El mago hizo ademán de buscarlo pro ahí, como si fuera a salir en cualquier momento mordisqueando un palo.

Flame recibió al  mediano de con un jarro de agua fría. Era normal. La separación había sido dolorosa y , como decía , no podían fiarse de nadie, incluido Fosco. La que parecía muy confiada, como siempre, era Aire, quién había recobrado de pronto su instinto maternal. Eso hacía a Onfale mucha gracia pues así la pareja se mantendría mutuamente ocupada.  En eso se formó un pequeño alboroto cuando unos hombres comenzaron a rodearles. Mucho había recorrido el eunuco para que un grupo de hombres con palos le asustara lo más mínimo.

- Haya paz.- Contestó a los gritos del supuesto Tangrem a la vez que levantaba las manos de manera inofensiva. Lo que no sabía el hombre es que las manos de Onfale eran más peligrosas que cualquier palo. Dejó por tanto que Leiath se ocupase del parlamento.

La verborrea de Onfale la mayoría no lo entendía, ni chupándose un dedo podía entender todo lo que decía y eso que se chupaba el índice como si fuese el pezón de la mayor belleza de la taberna. Todo excepto su adivinanza, bien sabido lo rápido que era Fosco de mente, no tanto de sabiduría, si de mente. Tan rápido como sus manos y sus pies, Jadewo ya lo había visto había intentado atrapar al mediano sin alcanzar la victoria, Fosco le recompensaba con una mirada resabida. Aún así estaba sorprendido de como aquella rubia había podido alcanzar a verle, era sorprendente. Volviendo a la adivinanza la distraída mente iba a dar con la respuesta cuando Onfale con su tono satírico e irónico merodeaba la respuesta relamiéndose cual ramera tras un trabajo bien hecho. -R-rufus...- dijo con la voz quebrada. Antes que pudiese responder y con la guardia baja el grupo fue rodeado y le acusaban de un delito. -¿Bendita? Qué poco sabes de agua bendita y no quiero juzgar el buen trabajo del clérigo al que contrataste...- comenzaba a exponer Fosco -No puedo decir que fue, pero vi algo en su interior, un brillo... Sabía que no era agua...- se recreaba el mediano -Pero sabía que aquello no estaba bendito, si sabía que un día lo estuvo, pero me di cuenta del ultraje...- unos segundos melodramáticos para acabar su actuación -El agua estaba contaminada y justo cuando lo descubrí caí en su interior. Disculpe mi altura caballero, pero si no llego hacer aquel agujero hubiese muerto ahogado.- seguía exponiendo -A sí que por lo que mi concierne yo el he ayudado a usted, he evitado que sus hombres trabajen en balde y caguen un pesado barril de agua contaminada. Creo que era una rata muerta o algo lo que contaminó eso... No me guardé el trofeo, pero igual está por ahí.- dijo señalando el agua. -Pero contestando a tu pregunta. No sé cuanto valdrá, ¿10 monedas de cobre?- dijo rascándose la cabeza.

En cuanto salió el mediano Jad dió un par de pasos atrás. Poca relación había tenido con algún miembro de esa raza, y la experiencia habías ido terrible. Motivo por el que Evea y él tuvieron que largarse en un largo viaje, a otro plano, para alejarse de aquel mezquino asensino.

-No te me acerques, mediano, y no habrá lamentaciones.- Dijo con ton frío y tenso. La mirada puesta en el ser, que al parecer la mayor parte del grupo conocía, y a ninguno dejaba indiferente. 

Onfale le comentó algo acerca de ese mediano que junto al tono irrespetuoso de ese, hizo que el joven guerrero endureciera su gesto. Enfatizando sus palabras. Mas antes de que la cosa fuera a más, apareció un grupo de hombres armados con porras. Su reacción fue parecida a la de su amigo Onfale.

-Hablemos antes de que un malentendido pueda llevar a lamentaciones, compadre.