Partida Rol por web

Cuando los hombres de Tangrem les rodearon y Leiath confirmó que no llevaba ningún bolsillo en su toalla, alzó ambas manos para mostrar su sumisión.

Por supuesto la toalla cayó a sus pies, dejando a la jóven y agraciada bruja mostrandose en toda su desnudez y, entre sus generosos pechos, el símbolo de Hala. Si Leiath había hecho eso a própósito o no, quedaría entre ella y su diosa.

- Caballeros, me permiten ir a vestirme y recoger la misiva que nos ha dado la propia burgomaestre, la señorita Watcher, para ustedes, o piensan quedarse mirando?

Flame estuvo muy lejos de sentir miedo por el grupo que los rodeaba, pero conociendo como conocía ya al grupo sabía que era mejor permanecer callada y dejar que el resto hablaran. Aunque claro,si el que iba a hablar era el mediano, estaban en un auténtico aprieto. ¡Él no hacía más que cagarla! ¡Como siempre! Había cosas, que por mucho que pasase el tiempo, no cambiarían nunca! Así que no dijo nada, simplemente se limitó a esperar a que la bruja de Hala obrara su magia diplomática y los tranquilizase a todos.

La maga se dio una palmada en la frente. Realmente era Fosco, un fallo tan gordo solo podia ser producto del mediano.
La maga deseaba llegar al pueblo y empezar la mision.

Las piedras ioun de Alice variaron su órbita para esquivar el movimiento de la mano de la pelirroja a su frente.

¿10 monedas de cobre? ¡¿10 monedas de cobre?! Urgggh... Tienes mucho morro, mediano, para decir que te estabas ahogando en el barril... Yo veo tus ropas perfectamente secas. Además...

Ver el cuerpo desnudo de Leiath rompió el hilo de sus palabras. Los matones bajaron sus palos... mientras otras cosas se les subían. Entonces se escuchó el inconfundible gemido de un arco tensándose detrás de Leiath, y habló una voz femenina...

Esa distracción no servirá conmigo, zorrita. Ni un movimiento, o te hago dos

nuevos ojos en la cabeza con mi flecha: orificio de entrada y orificio de salida.

Gloria, llegas justo a tiempo. Llévate a la chica desnuda a su habitación. Que se vista, y nos muestre esa carta que mencionó, si es que de verda existe, y no se trata de otra mentirosa crónica como el mediano.

No me gustan las órdenes, Tangrem. Cuidado. Soy vuestra guía por las Brumas, no una subordinada-a pesar de lo cual, Leiath sintió el roce de una punta de flecha en su espalda para obligarla a caminar-. Vamos, llévame hasta tus ropas.

Si era capaz de orientarse en las Brumas, aquella muchacha debía de tener sangre vistana. Sin embargo, el color rosado de su piel insinuaba que solo era medio gitana.

Mientras esperaban al regreso de Leiath con la carta, y Onfale veía que de nuevo los encantos de una chica le robaban la atención de su mancebo rubio, Flame se puso a recordar...

El éxodo por los abismos había durado un mes. Un mes desde que conoció a Aire, y tan solo unas semanas desde que viera a un demonio obeso lanzar un trozo de su propio sebo a modo de granada, matando a Rufus en la ciudad sumergida de Ly Huriek.

El viaje por una Dorvinia plagada de lobos duró tres semanas. Un mes y tres semanas habían transcurrido desde que el maldito Fosco se cruzase en su camino.

Y antes que eso, Flame embarcó en el Miseria, surcando los mares durante un mes más. De aquella decisión, de aquel primer trabajo como guardaespaldas de Leo Dilisnya, habían transcurrido casi tres meses desde su perspectiva, pero como el tiempo transcurre a distinta velocidad, se había perdido varios años en este mundo.

Gloria y una ya vestida Leiath regresaron para entregar la carta. Tangrem abrió el sobre y leyó. Y por el gesto, el contenido de la carta no le gustaba un pelo.

Bajad los palos, chicos-ordenó a sus hombres, que así lo cumplieron.

Tangrem avanzó hasta Onfale, arrugó la carta, y la echó a los pies del eunuco.

Al parecer, nuestra benefactora le acaba de dar el mando de la expedición al señor Onfale.

-Si ya os lo decía yo... que estabais equivocado. Que si eso no valía nada... que no hay que discutir por tan poca cosa.- los hombres bajaban los palos y Fosco se sentía ganador. -Ale, ¿y ahora qué?- dijo segundos antes de enterarse que Onfale comandaba la expedición. -¡Jua ja!- reía divertido -¿Los huevos aún los tienes Onfale?- preguntaba divertido. Debía tener los huevos bien puestos para lo que se le venía al perfumista.

Aire se apartó de Fosco al notar su recibimiento. Estaba claro que su hijo había entrado en la adolescencia, y ya no quería atenciones de su madre. Habrá que cuidarle desde la distancia, y evitar que se junte con mala gente pensó Aire tras dejar escapar un suspiro por el amor que sentía por su hijo. Daba igual que Aristóteles le dijera que no era un niño, y mucho menos hijo suyo. Los celos de un osito de peluche no podrían jamás con el amor de una madre.

Los hombres de los palos aparecieron, y Aire estuvo a punto de gritar como una energúmena que dejaran a su familia en paz. Pero ahora volvía a ser madre, y sabía que su hijo tenía que lidiar sus propias batallas sólo. Si se interponía en su camino para defenderle, él no se lo perdonaría nunca. Así que se quedó agarrando a Aristóteles con mucha fuerza, maldiciendo a todos los que estaban allí con palos y flechas.

Flame había perdido hacía mucho tiempo las dotes de liderazgo. Estaba acostumbrada a que nadie le hiciera caso, así que el hecho de que nombraran a Onfale como director de la misión no le pilló por sorpresa. La cosa siempre andaba entre él y la bruja de Hala, por lo que no era de extrañar que lo hubieran elegido.

La mujer no dijo nada más, simplemente se limitó a observar como los soldados caían rendidos ante una orden dada y que todo se debía a una carta. Había sido mucho más sencillo de lo imaginado, pero no podría decirse, que no se lo esperaba.

Mientras el mediano mantuviera una sana distancia con él las cosas irían bien.

En cualquier caso los eventos se sucedían, y tras la reacción y respuesta entre Leiath y los expedicionarios, la sacerdotisa regresó llevando la nota indicada por Lady Watcher. Jad se sorprendió asintiendo ante el nombramiento de Onfale como líder de la expedición que estaban a punto de iniciar. Pero al parecer no gustó al tal Tangrem. Como respuesta a su reacción el guerrero arcano se puso al lado de su amigo y le puso solmenemento la mano en su hombro, asintiéndole.

-Lady Watcher ha tomado una sabia decisión.

Luego miró a Tangrem.

-Nos vamos a llevar bien. Si hasta ahora ostentabas el liderazgo de la expedición significa que entenderás bien que para que las cosas funcionen, se debe respetar la jerarquía estipulada. Creo que nos entenderemos y no habrá problemas, ¿verdad?

En cuanto la mujer del arco comentó que era la guía la mirada de Onfale pasó de tener un aire de agresividad, a causa de que la mestiza amenazara así a Leiath, a curiosa. Se obligó a recordar su nombre y a tratar de sacar toda la información posible de sus ademanes y palabras. Mientras iban a por las ropas de Leiath los demás esperaron pacientemente. Onfale se entretuvo acomodando su brillante pelo a un lado, dejándolo caer como una cascada sobre su hombro izquierdo a la vez que sonreía sereno.

Se mantuvo impertérrito cuando el hombre tiró el papel que Lovina había dado a la Bruja de Hala a pesar de que le asombraran sus palabras. Se ahorró cualquier comentario de sorpresa pues no quería mostrar debilidad alguna frente aquellos hombres. Seguramente fueran unos brutos y paletos de pueblo poco acostumbrados a un aquelarre como el suyo como para no ofenderse porque un "medio-hombre" les diera órdenes. Sin dejar de mirar a los ojos a Tangrem se acuclilló con un grácil y medido movimiento y tomó la arrugada nota entre sus manos. Volvió a levantarse para, ahora sí, extender el papel y leer su contenido. ¿Qué intenciones tenía Lovina para nombrarle a él, recién llegado y que tantas pegas había puesto por partir precipitadamente, jefe de una expedición que llevaba organizándose tanto tiempo? Comprendía perfectamente la frustración que pudiera sentir el hombre pero seguro que algún sabio motivo había. Que la guía para atravesar las brumas fuera una mujer, una mestiza tan guapa y con carácter, fue lo que le confirmó a Onfale aquella decisión. Él era un experto en el adiestramiento de mujeres, como podía demostrarse con hechos. ¿No había conseguido ganarse la confianza de Leiath? ¿No había logrado sobreponerse a los intentos de asesinato de la Maga Roja? ¿Acaso alguien podía reconocer en la sumisa mujer que los acompañaba a la intratable Flame? Incluso había sabido aprovecharse del gran poder de la infantil y alocada Aire. Todo ello sin baja femenina alguna. Bueno, lo de Alice había sido una justa respuesta del karma, pero su aura debía estar ya limpia después de las resurrecciones. Sólo los hombres alrededor suyo sucumbían como si el perfumista cargara con una pesada maldición vistani. Lo sentía por Tangrem, seguro que no duraría mucho a su lado.

- Bueno, lo primero será solucionar el pequeño desperfecto provocado por nuestro amigo.- Dijo refiriéndose a Fosco y e agua bendita.- Afortunadamente Leiath nos acompaña. Ella podrá reponer el agua bendita perdida, ¿verdad? Alabada sea Hala.- Sus gestos de normal altivos ahora expresaban, además, cierto deje de satisfacción consigo mismo. Por fin alguien reconocía sus méritos y capacidades nombrándole líder. Es verdad que había sido nombrado anteriormente caballero de un rey, pero era un poco vergonzoso para el perfumista que éste no hubiera sido más que un ratero de no más de 10 años. Bueno, no hacía falta contar toda la historia, sino quedarse en que había sido nombrado caballero por un rey. Sus delirios de grandeza empezaban a embotarle la cabeza cuando las palabras de Fosco le hicieron volver a poner los pies en la tierra. Respiró hondo y respondió lo más calmado posible, como una madre hacía con su hijo. Sólo esperaba no despertar los celos de Aire.

- Ya te lo dije, Fosco. Lo mío fue una emasculación. Lo cortaron todo. Cuando quieras puedes echar un vistazo si no eres pudoroso.- Onfale no lo era y su desnudez no la ocultaba si no había un motivo. Estaba bien hecho y tenía un cuerpo digno de ser mirado. Pero el mediano tenía razón en una cosa. Ser líder siempre conllevaba llamar la atención y eso podía ser bueno o malo. Había que saber gestionar las envidias y hacer equilibrios sobre el filo de una navaja.- ¿Entonces vas a acompañarnos, Fosco? Vamos en busca de tu gran amigo, Victor Watcher. Será peligroso, de eso puedes estar seguro, pero seguro que te das cuenta de que el riesgo conlleva también la posibilidad de una gran recompensa.- Jadewo puso una mano en su hombro y le apoyó con unas bonitas palabras. No se conocían desde hace mucho pero ambos habían demostrado hacer un buen equipo en varias ocasiones.

- Todos estamos juntos en esto.- Fueron sus palabras de gran conciliador.- Nuestro aquelarre acaba de llegar de un largo viaje por lo que necesitamos que mientras nos ponemos en marcha nos informéis de todos los preparativos y el plan de viaje que teníais.- Sus palabras iban dirigidas no sólo a Tangrem sino a la giorgiotta.- ¿Gloria? Encantado de conocerte. Supongo que eres la mestiza que va a ser nuestra guía.- Que era su guía ya había quedado claro pero recalcaba lo de mestiza porque ella era la que comprendía el funcionamiento de las brumas, algo que interesaba al perfumista sobremanera, y además quería ver su reacción al respecto. ¿Sería la sangre mestiza suficiente para ejecutar su trabajo sin problemas? La forma en que Madame Eva la había mencionado dejaba a Onfale algo intranquilo.

Giorgiotta...- Le daba la sensación de que al estar entre dos mudos, el payo y el gitano, la mujer habría tenido que ser repudiada por ambos. Onfale había sufrido en sus propias carnes esa situación. Quizá otra razón por la que Lovina le hubiera puesto al mando.

Agua fiestas! Por qué siempre tenía que salir alguien a quitarle la diversión? Otra vistani de esas por supuesto.

En fin. Pese a la amenaza de la flecha, Leiath marchó con tranquilidad. Por cosas peores habían pasado.

Le sorprendió que Lovina hubiese dejado a ninguno de ellos a cargo de la expedición ya que, en realidad, no les conocía de apenas nada, pero les venía bién para evitar posibles problemas de disciplina, sobre todo si Fosco se unía a ellos.

La jóven bruja asintió cuando se le mencionó por el asunto del agua bendita. No podría hacerlo aquel mismo día pero, podría preparar unas plegarias para el siguiente.

Liberada de la carga de tener que hablar por todos, se mantuvo bien calladita observando a todos los presentes.

La maga estaba pensado en demasiadas cosas para darse cuenta de las amenazas y del nuevo liderazgo del  perfumista. El perfumista era el más dotado para el liderazgo, aunque no para otras casas, como la reproducción o satisfacer a una mujer. Pero la maga decidió guardarse el chite para sus adentros, ahora con fosco de nuevo en el grupo tendría una fuente inagotable de malos chistes no había que sobrecargar el habiente.

Bien ¿Qué camino vamos a seguir? Gran líder. Pregunto con sorna la maga pelirroja sabiendo que la respuesta a esa pregunta la tendría que dar Gloria. 

No habrá problemas...-repitió Tangrem a la interpelación de Jadewo, para a continuación dar explicaciones al nuevo líder-Disponemos de cinco carros, cada uno tirado por un par de caballos. Uno de los carros es para pertrechos: tiendas de campaña, hachas para cortar leña, cuerda... Otro de los carros lleva productos para comerciar, si es que alcanzamos alguna ciudad para ello una vez crucemos las Brumas: lanas, licores... Llevamos dos carros con provisiones.

El quinto carro... el quinto carro va vacío. Servirá para transportar a los heridos en caso de producirse, y no dejar a nadie atrás. Mientras todos podamos andar por nuestro propio pie, el carro irá en la vanguardia, a modo de cebo para los bandidos, y su peso tanteará el terreno, la resistencia de los puentes y la existencia de arenas movedizas. Ese tipo de cosas. Cuando cargue con heridos, el carro pasará al centro de la formación.

La primera jornada implica salir de Krezk, cruzar el río y acampar a doscientos pasos del muro de nieblas perpétuas. Será la última noche que pasaremos en tierras seguras, pero las habladurías y supersticiones hablan de seres horribles que emergen de las Brumas, cometen atrocidades y luego vuelven a ellas. Las más repetidas mencionan bestias trémulas y lobos gigantes. Las guardias por la noche son de cuatro hombres, pero eso era antes de que se uniera un grupo tan numeroso como vosotros.

La segunda jornada ya es cosa de Gloria. ¿Gloria?

Gloria sostuvo la mirada a Onfale. Era evidente que la palabra mestiza no le gustaba.

Conozco un paso llano y con poca maleza, perfecta para una caravana de carros anchos. Es un camino largo, pero más seguro. Nos llevará a territorio borquiano, y allí pondremos rumbo a la ciudad de Sturben.

Están prohibidos los jinetes solitarios, ya que los caballos se asustan y pueden alejar a sus dueños del grupo, perdiéndoles en las nieblas. Los caballos deben ir en parejas, para mitigar sus miedos, y con el peso de un carro para que no se desboquen al primer susurro siniestro del viento. Cuando haya que acampar, los caballos se desengancharán del carro siempre entre cuatro personas, y de uno en uno, y serán atados nuevamente al carro con un nudo papillón, o más complejo, que yo misma haré. Enseñaré a hacer el nudo a quien quiera aprender, pero para la tarea de atar los caballos no hay que confiarse: he de estar presente para supervisar la nudada. Que dos caballos escapen, significa renunciar a un carro.

Los carros se atarán los unos a los otros. En una hilera de caravana en medio de las Brumas, perder la visión de los carros que van por delante es frecuente, y hay que evitar que la caravana se disgregue. En los pescantes irán dos pasajeros: el conductor y el que necesite dormir para hacer la guardia por la noche. Todos los demás deberán caminar flanqueando el carro, con una mano siempre... siempre-insistió-agarrando el lateral del carro.

Si alguien quiere parar para mear durante el viaje por las Brumas, debe dar el alto y esperar a que la caravana se detenga completamente. Le ataremos una cuerda al torso. No debe alejarse más de diez pies de distancia del carro. Se os acabó la intimidad.

Por último, Gloria negó con la cabeza, contrariada.

No tenéis ni idea de a qué os vais a enfrentar. Las Brumas son el mismísimo infierno en la tierra. Los despistes se pagan con la vida. En ese aire blanquecino, yo seré vuestra única esperanza.

Obviamente, Gloria no conocía el épico historial de los recién llegados.

Aunque Leiath asintió en el tema del agua bendita, no pudo evitar preocuparse. Con cinco libras de plata se puede bendecir un pequeño vial, el típico frasco de agua bendita. Y Leiath solo disponía de veinte libras de plata, cogida en la mina del Monte Gries, al final de su estancia en Dorvinia. El tonel que había saboteado Fosco había llevado varios días de elaboración, y su coste representaba una pequeña fortuna.

Mientras no se encontrasen con muertos vivientes que requiriesen ser destruídos con agua bendita, todo iría bien.

Onfale leyó la carta. Le llamó la atención el cariño y detalle con el que Lovina le describía para que Tangrem pudiese identificarle:

...un hombre alto, delicado, con el gesto sereno de un gran noble y gran dominio de la palabra. Un sabio erudito dominador de todas las disciplinas mágicas. El más grande mago que ha visto la tierra. Lleva dos gemas rojas: una en la frente y otra volando en torno a su grácil cabeza, frecuentemente llevará un lagarto en el hombro. Es él quién le relevará al mando, señor Tangrem. Por favor, no interprete esto como una ingerencia en su "asunto". A usted también quiero ayudarle de la mejor manera posible.

Sorprende que en la carta Lovina no se tomase la molestia de describir al resto de sus compañeros. Gracias a ese detalle, no hay una lista en la que Fosco no esté presente, con lo que pueden llevarle como si fuese otro de los enviados por Lovina.

Algo le mosquea a Onfale, y es el hecho de que quizás todos esos honores se deban a que él es el más sencillo de describir, y no porque sea el más capacitado en opinión de la Burgomaestre. Quizás si Hollín estuviese vivo, Lovina le hubiese entregado el mando "a la mujer hermosa de pelo de fuego que viaja acompañada por un inconfundible cuervo parlante".

-¿Victor lo qué?- respondió a Onfale, de aquel tipo había sacado un estoque y no quería saber más de él. Era difícil que tuviese algo más. -Puede ser.- dijo al gran líder Onfale, respuestas dudosas es lo que iba a recibir el perfumista, ahora tan laureado. Fosco nunca soportaba a los que iban de líderes. Por contra la gitana y el otro planeaban los siguientes pasos a seguir. -Fácil.- mientras Tangram hablaba. Cuando Gloria habló también tenía respuesta -Yo. Yo. Yo. Yo. Yo quiero. Hm...Hm... Aquí. Yo. Yo quiero. Yo. Yo.- decía interrumpiendo cada segundo tras escuchar algo de un nudo. -Seguro que aprendo en menos de cinco segundos. Menudo soy yo.- decía a Alice y a su pollo Hollín. -Buenorra, ¿me enseñas o que?- Gloria aún no había terminado de hablar cuando comentaba cosas de la brumas. -Como te gusta mirar. Las cosas que te inventas por catar picha.- decía a la dama de verde. Aquella idea de perder la intimidad sonaba a algo intencionado para Fosco. -Yo ya he estado en las brumas. No son tan peligrosas, díselo tu, Onfale.- decía quitando hierro a las palabras misteriosas de la buenorra de Gloria. 

Después de haberse pensado lo del agua bendita dos veces, Leiath susurró a Onfale.

- Lo de llenar el barril es algo complicado. Se necesita mucha plata y más conjuros de los que parece.

La bruja seguía totalmente en calma, pese a todas las cosas terribles que les anunciaba su nueva guía, y es que, después de haber estado en el mismisimo infierno, eso le parecía un camino de rosas. De hecho, lo más peligroso del viaje le parecía que era la presencia del temible Fosco.

Si se me permite preguntar- dijo pidiendo permiso a su nuevo lider- estaría bién que nos informasen asi mismo de las protecciones que lleva la caravana. Llevamos soldados? O quizás poderosos hechiceros que nos libren de los monstruos que salen de las brumas?

A medida que Tangrem exponía las medidas planeadas Onfale iba asintiendo con la cabeza satisfecho, No le parecía nada mal el plan. Lo que lamentaba es que sólo hubiera una noche más antes de internarse en las brumas. Sólo de pensarlo le daban escalofríos.

- No son habladurías, Tangrem. Alice, Fosco, Leiath y yo ya hemos estado en las brumas y cerca de ellas, y lo que sale de ahí no es nada bueno, te lo aseguro. Cualquier precaución es poca. Si te parece complementaremos los equipos de guardia con personal de nuestro aquelarre. Pero sólo del primer y último turno para que podamos descansar todo seguido, pues como te imaginarás, todos somos usuarios de magia.- A Fosco no le consideraba parte del aquelarre aunque eso Tangrem no lo sabía. Miró entonces a Fosco, tampoco iba ir detrás de él.- Pues cuando te decidas nos dices pero no des la tabarra.- Intervino así a lo comentado por Gloria.- Yo también aprenderé a hacer esos nudos. Se me da bien las manualidades.- Dijo sin ningún doble sentido pero lanzando una fugaz mirada de reojo a los hombres de Tangrem.- Como he dicho, Gloria, nosotros ya hemos estado en las brumas y sabemos que el peligro es grande y muy real. Se seguirán las precauciones que consideres oportunas a rajatabla. No quiero lastres.- Volvió a mirar al pequeño Fosco.- No vamos a ir en busca de nadie que se pierda por una actitud negligente.- Enseguida se dio cuenta de lo que iba a decir Fosco: "Mi no entender. Negliqué?"- Osea, que si vas por libre y haciendo lo que te da la gana atente a las consecuencias.- Siguió con Gloria y las vicisitudes de la marcha a través de las brumas.- Con respecto a los caballos. ¿Crees que tapándoles los ojos podríamos hacer que se asustaran menos? Con la niebla no será muy útil pero quizá ayude.- En las tierras de donde venía el eunuco hacían aquello los adiestradores de caballos.- Ah, y otra cosa que me interesa. ¿Dónde irás tú en cada momento, Gloria? Si los caballos son vitales no quiero ni pensar qué pasaría si a ti te ocurriera algo y te perdiéramos. Toda la expedición depende de tu buen hacer. Creo que deberías tener un guardaespaldas en todo momento. - Seguro que la mestiza gustaba de ir a su bola pero no podían permitirse que llegara a pasarle algo.- ¿Qué opinas Jadewo?- El guerrero arcano había demostrado una gran valía, no sólo en la batalla. Onfale quería ganarse a la mujer aunque tuviera que comerse los celos que le supondría que ambos dos estuvieran todo el día juntos.