Partida Rol por web

El poder mola. Mola mucho. El primer día fue un trabajo muy esclavo. Mientras se recuperaban de sus heridas, el Ministro de las Cosas Pequeñas no dejaba de mover sofás para encontrar cosas pequeñas, el Ministro de Escamas no dejaba de lamer las escamas de los otros para sacar brillo y el Ministro de Hoguera se pasaba el día buscando leña.

El segundo día, uno de los ministros hizo el descubrimiento del siglo, la frase "hazlo por ti mismo". Y se empezó a poner de moda, y cada vez que venía algún Mascapájaro con alguna solicitud, les decían "hazlo por ti mismo" y ya. Mascapájaros que tenían cuidado en que no se les cayesen cosas pequeñas debajo del sofá, orgías de lametones desparasitarios y... y no se sabe de dónde salía toda esa leña, pero algún mindundi la estaba recogiendo por Rashud.

El tercer día empezaron a notar en falta a alguien. Como si dos kóbolds hubiesen sido expulsados de la tribu mientras ellos se dedicaban a saquear el tesoro de la tribu. Pero solo era una sensación.

Y el cuarto día...

Disculpadme, ilustrísimas zafiedades. Algunos piensan, yo no, que desde el gobierno se ha pervertido el significado de la democracia. Se supone que los representantes políticos son los servidores del pueblo, no al revés. Algunos aguardan impacientes, yo no, a que de una puñetera vez levantéis el culo de esos malditos puff, que no sé qué tienen de malo las sillas tradicionales, y vayáis a expulsar de Percha del Cuervo a Papá Picacarne.

Y yo me pregunto... Teniendo en cuenta que cada vez estamos más cercanos a una guerra civil para derrocar al gobierno, ¿falta mucho para que marchéis a darle la patada al ogro? Además...-tocó con la punta de su cayado la tripa blandita de Cú-cú, que ya iba por el décimo frasco de potitos del día-¿No creéis que alguno está empezando a comer demasiada comida confitada y está perdiendo la linea? Dicho desde el respeto, claro.

Rashud había estado bastante retraído estos días pensando en alguna forma de plantar cara al desafío, a parte de tomarse su tiempo para sanar sus heridas.

-No hemos estado ociosos, sinó recuperándonos de nuestras heridas, y tomando fuerza para que no se tengan que tomar otras elecciones para encontrar a otros para que planten cara a Picacarne.- Se tocó el lado de la cabeza.- Hay que pensar bien como hacerlo bien... y a la primera. Sin lugar a dudas, como el pueblo precisa, consejera Peleadura.

Acercando algo de comida a la consejera, añadió.

-Para hacer frente a la amenaza, deberíamos tener tanta información como fuera posible. Ya que tenéis más experiencia con Picacarne, y sobretodo con la zona que ocupa, ¿nos podrías contar detalles al respecto?

Cú-cú escuchó todo y sonrió con el masaje de barriga, luego miró a Rashud,... - oye yo shi echtaba vagueando,... echtar ociosho mola - luego miró a la kobold colorada, y calló sus palabras, por tal de aclararlas. - etto,... echtaba ociosho, pero no porque yo quishiera, faltaría másh, hace díash que pregunté shi alguien me podría hacer unosh dardosh shuperafilaush, con mira telechcópica, que no she que esh pero shuena chulo, y echtoy echperando a ver shi me los hacen, y los pago con la pachta del cofre, que antesh lo he contau y había mucho, la kobold cucki azul m'ha dicho que un número con ocho y dosh cerosh muy grande, a lo mejor, me llega para pagar al de losh dardosh, echque sholo me queda uno,... a lo mejor m'hace uno que va shaluda al malo chungo y she vuelve,...

La Sabia Momia Peleadura se secó con su capa de todos los salivazos del Ministro de Escamas, y lanzó un suspiro de resignación. La chamán sacó del entreteto arrugado un pergamino enroscado y se lo entregó a Rashud.

En ese mapa están las indicaciones para llegar a la granja. Sabemos que tiene valla y que tiene riachuelo. La valla, alrededor. El riachuelo, por el medio. Y en el centro de la granja, la casa de Papá Picacarne. En el bosque hay trufas salvajes explosivas, así que casi que mejor no cavar letrinas: si hay que hacer caca, en el suelo, como los kóbolds civilizados que somos. ¡A fertilizar el monte!

Hasta ahí la información que tenemos, de vigilar la granja desde lejos y de lo que conocíamos del valle de antes de que llegara con su hija y su jabalí. El resto... conjeturas.

Creemos que el método de Papá Picacarne para aplastar kóbolds es PIM-PLAF-SPLORCH, aunque no está científicamente probado. Se han llegado a escuchar, proveniente de la granja, ladridos o aullidos de uno o varios perros o lobos, o lobos huargo, o perros lobo, o lobos perro o licántropos o algo por el estilo. Tenemos el firme convencimiento de que puede o no haber otros animales en la granja, por el hecho de ser granja. Por lo menos debería haber. Tal vez en la granja haya o no cultivos de algo. Puede o no ser marihuana-a Klucky le habría gustado escuchar eso de seguir aquí-. Por último, quizás Papá Picacarne y su hija Mentecata duerman en habitaciones separadas. Si no, habría unas dinámicas de familia ahí muy extrañas, que yo no soy quién para andar juzgando.

Ea, ya está. Si no hay más preguntas, a expulsar/matar al ogro.

Rashud tomó el mapa y lo examinó durante unos instantes, mostrándolo a los demás, mientras la naciana kóbold daba la escasa información de dudosa valía.

Puede, o no, haber otros animales de granja... haya, o no, cultivos... puede, o no, ser marihuana... Todo muy claro y útil.

-Sugiero ponernos en marcha, tomarnos un poco de tiempo para conocer las costumbres de Picacarne, e intervenir oportunamente cuando más débil esté él  y más fuertes nosotros.

Miró a sus compañeros y a Peleadura con dignidad y asintió dando más fuerza a sus palabras.

-Pan camido.

Cú-cú asintió, - y de paso hago una trampa de pim pum patapum ouch ouch ouch - el joven kobold llevaba desde aceite y abrojos, hasta una piedra trueno, y ahora encima contaba con pegamento, a lo mejor iba a poder demostrar de lo que eran capaces lo hechiceros de su calaña.

¡Partid ya, jóvenes héroes! Vuestros ministerios serán bien administrados por vuestros respectivos directores generales sustitutos, que han sacado plaza por oposición-tal y como eran las elecciones en el seno de la tribu de los Mascapájaros, las oposiciones deberían ser todavía más divertidas-. ¡Y construiremos tres tronos para vosotros, para que estén listos cuando volváis!

Con toda la pericia de la carpintería kóbold, que no es mucha...

El grupo abandonó la cueva, la zona cubierta por tierra fría blanca y, llegado el momento, también la montaña. Y todo en tan solo un par de horas de viaje. ¡Siempre alertas! ¡Atentos a cualquier peligro! ¡Reflejos mortales! ¡Zas-pim-pum!

Al pasar junto a un arbusto, una mano surgió sin avisar, ni nada, y sujetó a Rashud del tobillo. Tras el susto inicial, Slorbo y Klucky salieron del arbusto arrastrándose, sucios y con un aspecto lamentable, muy de zombi. Las ramas se les habían metido en todos los orificios, sobretodo de las respectivas mochilas, así que muy de zombi ecologista.

¡A.......yuuuuu.......dddd....aaaaaaah!-clamaron a la vez los dos consejeros-Por favor, llevadnoz con vozotroz. No zoportamoz máz la vida campeztre. ¡Ez un infierno! He tenido que uzar ortigaz para limpiarme el culete dezpuez de cagar. ¡Ortigaz! Y hay mozquitoz por todaz partez. Haremoz lo que zea con tal de volver a la cueva de loz Mazcapájaroz.

Klucky farfullaba en unos términos similares, pero más quejándose de que se había quedado sin hierba, y además tenía un tembleque como si tuviera algún síndrome de abstinencia. No eran lo más curtido que podría acompañarles, pero menos da una piedra: una piedra solo da sombra y gracias.

¡¡Aaaarggh!!

¡¡AAArrggghh!!

No pudo evitar sentir esa fea sensación de susto, seguido de vergüenza ante su gesto, fruto de la sorpresa causada por los antiguos compañeros acampestrados. Pasado el momento examinó y escuchó las palabras de los consejeros.

-Bueno, supongo que mostráis algún tipo de utilidad, podríamos mostrarnos magnánimos y encontrar para vosotros un sitio en la tribu, he oído que tienen unos jefes sensatos después de todo.

Mmmm, siempre puede ser útil contar con alguien más para poder hacer frente ante esa pesadilla, aunque solo sea para llevarse el primer guantazo del ogro. Mirando a los otros dos miembros del tripartito, añadió.

-¿Alguna objección?

Cú-cú miró a ambos, y se encogió de hombros - ¡ANDA! ¡cuanto tiempo shin verosh! ¿osh habíaish ido? Bueno, lash fiechtash shin klucky no shuelen sher lo michmo, shu humo ha inchpirado generacionesh de koboldsh, y shi decimosh que nosh losh encontramosh mordiendo el culo del jabalí sheguro que lesh dejan volver.

¡Graziaz! ¡Graziaz! Muac, muac, muac...

Slorbo se lanzó a besuquearlos. Su bigote picaba un poco, pero bueno... era picor de victoria. Los cinco kóbolds siguieron su camino juntos, en equipo, sin que ningún peligro saliese a su paso... ¿Ningún peligro? Unos ojos malignos les espiaban desde el interior de un arbusto.

Uy, necezito un piz.

Slorbo se separó cinco pies del resto y encaró sus genitales contra un arbusto lo suficientemente grande como para ocultar en su interior al propietario de dos ojos malignos. El sonido del pis puso nerviosa a la vejiga de Klucky, que se unió a Slorbo ante el mismo arbusto. Dos pises combinados daban aún más ganas de mear, y Smoralek se sumó a la hilera de meadores. A los tres pises va la vencida, así que Cú-cú también se puso a mearle al arbusto. Rashud era todo temple, y no le entraron ganas de mear, pero solo por si acaso trató de vaciar la vejiga ahora que todo estaba tranquilo y no había problemas cerca.

Muy despació, la cabeza de la jabalí Princesa Cortezas empezó a levantarse por encima del arbusto, muy enfadada y muy meada.

Puezzzz... Parece que va a hacer buen tiempo, ¿no?

La sombra de la Princesa Cortezas se proyectó sobre los kóbolds oscureciéndose todo para ellos.

Uy, puez al final ze encapota...

Expulsó aire por la nariz, que casi les hace la permanente, y así fue como se dieron cuenta de su presencia...

Viento húmedo. Ze avecina tormenta.

¡¡¡GROOOOOOOOOAAAAAAAARRRRRR!!!

Glups...-tragó saliva, mientras levantaba el hocico para ver más arriba.

La Princesa Cortezas abrió la boca y lanzó un aliento de fuego, cual dragón rojo, o cual catador de pimientos del padrón, quemando a todos los meones. La Sabia Momia Peleadura ya les advirtió que esta era zona de trufas explosivas.

- Oye un ciervo lila, nunca había vichto uno tan gordo,... - cuando el fogonazo se acercó al grupo cú-cú muy hábilmente indicó su chorro hacia delante utilizando el hechizo bombero novato, cosa que pareció funcionar bien, la llamarada se partió en dos yendo en dirección a sus compinches. Pero no había tiempo de avisarles, en vez de eso, arreó un porrazo - ¡mal! Fuego malo, ciervo mal educado - pero quiso darle flojo, ya sabía de otras experiencias que el bicho acababa muriendo sin educación como todo buen kobold debe ofrecer.

Rashud, sin sitio para mear entre los otros se puso a un lado, cosa que le salvó de la peor parte de la llamas, con un salto hacia un lado, igual que una peonza rodando sobre si misma, el brujo solo sufrió unas leves heridas... en comparación con las que podría haber sufrido. Pero aún así el aire se llenó de hedor a escama chamuscada.

-El cerdo, el cerdo, perfecto! ¡Si acabamos con él ahora nos ahorraremos el luchar contra los tres a la vez!

Graznó mientras veía como el resto de acciñon se precipitó...

La Princesa Cortezas bajó la cabeza para embestir con los cuernos a Smoralek, pero el kóbold echó el cuerpo a tierra quedando por debajo de los cuernos, la cabeza y toda la barriga. La jabalí se golpeó veinte pies más allá contra el tronco de un árbol y se hizo un chichón. Mientras la Princesa Cortezas sacudía la cabeza, Smoralek cargó con todas sus fuerzas, blandiendo en el aire la rajaperros armadelahostia. El pedúnculo de una de las manzanas del árbol tambaleante cedió, cayendo sobre Smoralek y causando otro chichón, lo que le obligaba a frenar su carrera en seco.

Mientras tanto, en el arbusto de los pises, Slorbo había desfallecido a causa del fuego, las cejas y el bigote postizos se habían chamuscado dejando solo las gafas, y el kóbold desconocido que no tenía nada que ver con el Consejero Slorb se debatía entre la vida y la muerte.

 Vaya... anduvo cerca, ¿eh, colegui Zlorbo? ¿Colegui Zlorbo? En fin, qué ze le va a hacer. Yo me ocupo de él, tranquiz. Vozotroz vengar zu muerte, o lo que zea.

Klucky empezó a preparar las exequias encendiendo un incienso relajante para evitar el olor del cuerpo en descomposición... por si lo de este funeral se alargaba más de la cuenta. Y era un incienso de los buenos, porque en cuanto lo encendió, destensó los músculos de todos los kóbolds haciendo más fácil que sus heridas coagulasen.

Cuando cú-cú miraba a Slorbo, veía en el al difunto consejero Slorb, ahora más que nunca sin bigote y sin cejas, la nari se le había deformado y las gafas se veían más menos o más más algo,... Justo en ese momento, el ciervo que parecía un jabalí gordo, hizo un gesto muy raro y mientras se desviaba fue asaltado por cú-cú. Después de aprovechar ese movimiento raro, cú-cú saltó sobre el animal, pues a los ciervos al igual que a los caballos, se les tenía que domar a toque de mazazos.

Aprovechando que el bicharraco se estampó contra un árbol y aún no había nadie por el medio entorpeciendo el blanco, Rashud lanzó una descarga de energía arcana de la muerte, el impacto golpeó con sensible fuerza al bicho, pero no fue tan decisivo ni tan mortal como habría querido el brujo.

Antes de que fuera elegido como objetivo de una cornada, Rashud empezó a... andar árbol arriba, ¿por qué trepar pudiendo correr como una bichejo tronco arriba?

El rayo de la muerte de Rashud se quedó en rayo a secas, pero le quemó los pelos del culo a la Princesa Cortezas. Poco tardó en trepar hasta la chepa de la jabalí el intrépido Cú-cú, Trepador de Bichos, esquivando una cornada mientras su montura se revolvía.

Entonces llegó la última heroicidad de Smoralek. La Princesa Cortezas le corneó, y el kóbold se agarró al asta en un tira y afloja, mientras las botas del pequeñín se arrastraban varios pasos hacia atrás en la tierra, como si fuera uno de esos trastos de los patilargos que llaman arado. Smoralek escupió sangre (cualquier otro tipo de fluído sería de mala educación), y mientras sus tripas se deshacían por dentro, desgarradas, usó la rajaperros de fuego para hacerle a la princesa un tajo en la cara de esos que dejan cicatriz y una buena historia que contar en idioma jabalí a tus jabatos.

Mientras tanto, Klucky seguía a lo suyo. Puso el cuerpo de Slorbo tumbado boca arriba y colocó sus brazos en cruz sobre el pecho, como si fuera un cadáver en el ataúd, pero sin ataúd.

El pequeño kobold recordó a su mamita y su magia de mira pa'otro lado y silva, estaría orgullosa si viera como había mirado parriba y casi silva al resoplar desde arriba por la jugada. - ESE ES MI CU-CÚ - dijo,... espera, (el narrador mira a ambos lados pero no ve nada) ¿dijo? (Se rasca la cabeza). Mientras el narrador buscaba lógica a algo que él mismo había escrito, el joven que se creía gran dragón hechicero, intentó darle una educación ejemplar una vez más a la jabata. Pero,... (El narrador cierra los ojos y se tapa la cara)

Rashud se encaramó entre las ramas del árbol y una vez allí buscó con la mirada al marrano.

-Así, compañeros, ¡ya casi lo tenéis! ¡Ya es nuestro!- Ladró excitado viendo la pelea con el bicho, la sangre, el hedor a piel quemada y los gruñidos de la bestia.

Fijando su mirada, y sin esfuerzo por mantenerse en la parte alta del árbol, el brujo lanzó una nueva explosión arcana a la criatura, arrancando otro chillido de la besta.

-Muajajaja, sí, sií, SIIÍ.

Cú-cú se resbaló de la chepa del jabalí, no lo suficiente como para caer, pero sí lo suficiente para que el rayo de la muerte de Rashud le hiciese cosquillas. Impertérrita por la poca molestia que suponían los débiles kóbolds, otra cosa captó la atención de la Princesa Cortezas, que empezó a olisquear el aire.

De pronto, la Princesa Cortezas abandonó el combate a todo correr. Smoralek intentó golpearla, pero se cayó al suelo justo cuando la espada flamígera cortaba el aire en el que la jabalí ya no estaba. La pericia de Cú-cú montando bichos quedó patente una vez más, y no le costó mantenerse a lomos de la Princesa Cortezas, ni siquiera cuando paró en seco delante de un árbol y metió el hocico en el agujero que cavaban sus pezuñas para comerse la segunda trufa explosiva del día.

Mientras, Klucky seguía con la ceremonia. Reunió un montón de flores y las colocó alrededor del cuerpo de Slorbo. El incienso para el entierro se consumió. Klucky trató de encenderlo de nuevo con una yesca y un pedernal. Basta que se te muera un colega para que las cosas te empiecen a ir un poco torcidas.